El doctor y la señora Forger
Spy x Family © Tatsuya Endo
Sinopsis: En distintas etapas de su matrimonio, Yor ha preparado el almuerzo para Loid y se lo ha llevado al trabajo [Inspirado en el cómic de christyyeeee en Twitter].
Antes
Un año después de iniciar la operación Strix.
El sonido y el bullicio hicieron que Yor se sintiera desorientada. No importaba cuánto tiempo pasará, nunca podría acostumbrarse a la cantidad de movimiento en un hospital. Incluso en sus primeros años sirviendo a Garden, donde concurrir era habitual, nunca podía hacerlo con total seguridad. Una herida mal curada podría haber expuesto su identidad como asesina. Por lo tanto, tuvo que aprender a curarse por sí misma, aunque hubo ocasiones en las que acudía a los especialistas que su jefe tenía a disposición.
Pero no todas las personas tienen mis privilegios. Algunos solo podían venir al hospital. La situación de Yor era especial, por no decir única, así que tiró con fuerza la correa de la bolsa de compras, porque no quería que cayera de su brazo y tuvieras dificultades para llevar el almuerzo de Loid.
Se levantó de la cama con la idea de hacer estofado sureño para su esposo, pero no lo hizo de inmediato. Decidió esperar y, una vez que Anya tomó el autobús hacia la escuela, regresó a casa para prepararlo y cumplir con su labor como buena esposa.
«Una buena esposa falsa», se recordó a sí misma con un suspiro, tratando de escapar del peso que sentía en su interior. Sin embargo, la mención del nombre de Loid en el pasillo del hospital la inmovilizó, y comenzó a mirar a su alrededor.
—¿Es posible que…?
—¡Vamos, Richie, llegarás tarde como siempre! —exclamó un doctor. Yor pudo observar que tenía el cabello largo y un bigote completamente blancos—. Y me vas a hacer llegar tarde también.
—Por favor, Simón. Tienes que admitir que es divertido ver a Forger —acotó otro. Era más bajo y algo robusto, con gafas—. En el tiempo que lleva aquí, ha logrado que muchos hablen bien de él.
—Sí, es bastante popular —respondió Simón con una sonrisa.
Algo le dijo que no lo hiciera, pero Yor dirigió su mirada hacia donde alcanzó a distinguir a su esposo a lo lejos, cuando un grupo de enfermeras y pacientes lo rodeó. Fiona también estaba cerca, con su expresión impasible de siempre. Todo el grupo caminaba a su alrededor, pero se detuvo cuando otro médico apareció para hablar con Loid.
En ese momento, él se tambaleó, dejando caer algunas hojas y un bolígrafo.
—¡Oh, qué descuido! —exclamó Loid mientras se regañaba internamente. Su cansancio era tal que no conseguía retener nada en sus manos—. Lo siento.
Mientras recolectaba sus documentos, su mano rozó la de alguien más. Al levantar la mirada, notó que una enfermera estaba muy cerca de él. Murmuró una disculpa e intentó seguir adelante, pero sintió cómo una mano agarraba su muñeca para detenerlo.
—No se preocupe, doctor Forger —dijo la enfermera.
Loid se detuvo en seco, notando como enfermeras y pacientes observaban la situación con extrañeza. Incluso percibió cómo los dientes de Nightfall chirriaban.
Con un poco de vergüenza, se puso de pie mientras observaba a la enfermera.
—Tengo que ir con el doctor Sanders.
Después, caminó apresuradamente y en silencio hacia la sala de reuniones, con Fiona detrás de él, comentando sobre la situación anterior. Aunque Loid la ignoró, su objetivo era llegar con Simón Sanders, a quien encontró en el pasillo de la sala.
Una vez que instruyó a Fiona para que fuera a buscar un expediente poco importante, se quedó a solas con el otro doctor.
—Eres admirable, Forger.
Loid inclinó la cabeza con intriga.
—¿Qué quieres decir?
—Tienes mucho trabajo, pero aun así puedes manejar la popularidad —enfatizó Simón, riendo—. Vi lo que sucedió antes. No hay nadie como tú.
—¿Usted lo cree? —respondió Loid.
—Claro, especialmente con las mujeres.
Las últimas palabras hicieron que Loid volviera toda su atención hacia su compañero, incapaz de ocultar su sorpresa por el comentario. Observó cómo el doctor luchaba por contener su risa y la diversión en sus ojos.
—Soy un hombre de familia, Sanders —la voz de Loid retumbó amenazante por el pasillo. Un fuego repentino encendió sus palabras, una ira ciega brotó en él—. Será mejor que hablemos de otros temas.
El otro doctor tragó con dificultad, apartando la mirada de Loid sin saber qué decir. Su boca se abrió y se cerró, apenas logrando articular. Twilight negó con la cabeza, sintiendo una punzada e intentando respirar profundamente para intentar aliviar la sensación.
—Cómo quisiera tener tu dedicación al trabajo —comentó Sanders de improviso, con notables nervios llenando su voz—. Ni siquiera te ves cansado.
—Mi trabajo es crucial —respondió Loid entrecortadamente, señalándose con el dedo después—. Además, puedo con ello.
—Bueno, en teoría. Sin embargo, no te dejes consumir demasiado —advirtió Simón.
A pesar de los comentarios, Loid siguió adelante junto al doctor hacia la sala de reuniones. Aunque una parte de él se sentía inquieta por la situación anterior y deseaba evitar encontrarse nuevamente con la enfermera, algo inevitable había ocurrido: su esposa había presenciado toda la interacción.
Durante todo el intercambio, Yor se mantuvo tranquila y continuó avanzando, tratando de ignorar el nudo en su estómago, con todo a su alrededor difuso. Su único deseo era dejar atrás el almuerzo de Loid, salir del hospital y regresar a casa.
Era consciente del acuerdo que Loid y ella tenían, por lo que no había motivos para sentirse así. Sin embargo, le resultaba imposible ignorar el hecho de que, con el paso del tiempo, parecía que la situación se volvía más complicada, aunque ninguno de los dos buscará explorarlo.
No tenía claro qué eran ellos realmente. Parecían ser pareja por las apariencias y, de alguna manera, eso parecía suficiente. Sin embargo, lo que sentía hacía que Yor pensará demasiado.
Cuando finalmente encontró la oficina de su esposo y entró, el olor a madera y desinfectante inundó los sentidos de Yor, aunque estaba segura de detectar también el aroma distintivo de Loid. El interior lucía ordenado pero cubierto de polvo por la falta de ventilación.
—¿Debería dejarle una nota? —se cuestionó en voz baja mientras colocaba el almuerzo junto a unas fotografías que Loid había sugerido tomar—. Supongo que es lo que se espera de una esposa; de lo contrario, podrían sospechar algo.
Yor tomó un bolígrafo que había sobre la mesa y comenzó a escribir el nombre de Loid, pero se detuvo, pensando qué más añadir. Hasta ahora, solo había escrito breves notas para Yuri, deseándole un buen día y animándolo a trabajar duro. Su esposo debía merecer algo más.
El recuerdo de lo que había visto minutos atrás la invadió y soltó un suspiro triste.
—Vaya esposa que soy —se lamentó, decidiendo continuar con lo primero que vino a su mente una vez que se despejó.
Apenas terminó la nota, Yor la dejó sobre el almuerzo de Loid y salió de la oficina con una digna agilidad, aunque por dentro se debatía con sentimientos confusos. No sabía que, escasos minutos después, su esposo se dirigiría allí porque la reunión había sido suspendida.
Al entrar en la oficina, Loid notó que todo parecía estar en su lugar, pero su instinto le decía que algo andaba mal.
Hizo un escaneo general hasta reparar en un objeto sobre su escritorio. Frunció el ceño y se acercó con cautela. Observó el objeto cuadrado con algo pegado en su superficie, tratando de averiguar qué era.
Cuando un aroma familiar llegó a su nariz, dedujo fácilmente de qué se trataba y una sonrisa se formó en los labios. Abrió su almuerzo y comenzó a comer sin perder ni un segundo para obtener la reconfortante sensación que siempre experimentaba.
Una vez que terminó, desvió su atención hacia la nota que estaba pegada.
«Disfruta de tu comida. Yor».
Twilight examinó la nota, sintiendo una mezcla de curiosidad y sorpresa. Habría esperado que su esposa lo buscara y le asegurara en persona que no iba a morir por probar su comida, pero, en cambio, le había dejado el almuerzo sin siquiera cruzarse con él.
Aquello lo dejó un poco decepcionado, pero quería creer que Yor tenía cosas que hacer y que por eso no lo había esperado. Sabía que tenía que compensarla por su esfuerzo y mostrarle cuánto apreciaba su gesto.
—Yor, muchas gracias —dijo con una sonrisa, guardando la nota en su billetera.
De alguna manera, esa pequeña muestra de cariño le dio la paz necesaria para seguir adelante durante el resto del día.
Nota de la autora: Esta historia está basada en el cómic que el usuario christyyeeee subió en Twitter. Vayan a darle su respectivo apoyo.
Subiré la segunda parte muy pronto.
Ciao.
