¡Hola mis Bellas!
Aquí os traigo, como siempre con retraso a la fecha prevista de estreno, mi nuevo fic.
Espero que os guste, porque a mi me está encantando escribirla. Tengo millones de ideas y los capis van a ser largos.
Espero que me tengáis paciencia, porque ideas tengo, lo que no tengo tanto es tiempo...
pd: "La Protegida" se va a terminar (como todos mis fic´s), solo que ahora mismo estoy un poquito bloqueada y me siento más inspirada con este, así que para que tengáis una historia nueva, no quise esperar a terminar la otra.
Sin más, os dejo con...
FAMILIA
¿Y si, la historia no fuese exactamente igual?
¿Y si, cambiamos el final?
Y, lo más importante…
¿Y si, ella, no fuese el amor de su vida?
Dos meses después de casarse, Edward Cullen y Amelia Swan, tuvieron a su hija:
Elish Cullen
Pero el parto, terminó de forma fatal para la nueva Sra. Cullen, dejando ese título libre.
Hasta que ella, aparece… Isabella Swan.
¿Puede el amor, esperar hasta que llega la elegida?
CAPÍTULO 1
Enero 2017
- ¿Qué ocurre Charlie? - Tras casi un minuto de mutismo de parte del jefe de Policía, Carlisle decide preguntar, ayudándolo así a iniciar la conversación.
Sabe que es un hombre de pocas palabras y que le cuesta iniciar una charla, sobretodo a sabiendas que aun se siente algo cohibido ante él, por "ser" lo que es.
Tras verse obligados a revelarle a Charlie lo que son, tanto ellos como los chicos de la manada, entre ambos hombres, fue creándose un vínculo de sincera amistad.
- Bueno… verás… Me siento un poco, absurdo pidiéndote esto pero… - Las mejillas del Jefe se colorean por el bochorno, descolocando al vampiro.
- Charlie… lo que necesites. - le declara solemne.
- Mi sobrina… Bueno, la hija de mi hermanastro, Liam…
- ¿La chica que vive desde hace unos días en tu casa? - Le pregunta Carlisle sonriéndole travieso. Charlie frunce la boca, en una mueca también pícara.
- Todavía me cuesta hacerme a la idea de que no hay secretos con vosotros - Alza las cejas entre perplejo y divertido.
- No te quejes… Ya sabes que Edward a penas puede leer tus pensamientos. No sabes lo afortunado que eres. - Ambos hombres asienten.
- Mi sobrina, Amelia… Ha venido a pasar una temporada conmigo, creo que de forma indefinida. - Rueda los ojos y suelta un bajo bufido - Su padre, como sabes, hace unos años que ha muerto y a su madre acaban de ingresarla en un centro con un Alzheimer muy avanzado. Vamos, que está sola y ella… tiene un caracter, una forma de ser… muy especial. Siempre ha sido muy rarita desde niña - Pestañea, abordado por sus propios recuerdos. - Bueno… lo que quiero decir, es que si podrías decirle a tus chicos, que si… bueno… si no les importaría mucho… - Charlie se rasca la cabeza y aprieta un labio contra otro. Está visiblemente incómodo.
- ¿Qué se hagan amigos de ella? - Le ayuda Carlisle, formulando él mismo la pregunta que tanto esfuerzo le está conllevando al Jefe.
- Si… A ver... No hace falta que sean amigos - recalca la palabra con intención - pero si las chicas, pudieran llevarla de compras… o algo. - Vuelve a hacer ese gesto con sus labios, apretando uno contra otro. - Ella, lleva conmigo dos semanas y solo ha salido de casa dos veces, y siempre pegada a mí. - Rueda con los ojos con hastío. - No sé si… su olor - Charlie baja el tono ante el gesto agradecido de Carlisle - sea un inconveniente para vosotros.
- Gracias por tu consideración… Pero no habrá problema al respecto. El vampiro más nuevo en nuestra dieta vegetariana es Jasper, y su último fallo fue hace 65 años. - Charlie no puede evitar contraerse - Perdona… Me es fácil olvidar que eres el Jefe de policía - Charlie alza la mano, restándole importancia - Desde entonces, se ha esforzado muchísimo para que no vuelva a suceder. Nunca. - Aclara Carlisle ante el asentimiento relajado de Charlie.
·
Esa fue la causa de que Amelia entrara en el mundo de los Cullen. El motivo de que ella y Edward, se conocieran.
No fue un flechazo inmediato; eso por parte de Edward, aunque si de Amelia, que se quedó deslumbrada nada más ver al vampiro.
Los chicos Cullen y Amelia, no hicieron una fortísima amistad, ya que el carácter distante y esquivo de la chica, no les permitía acercarse a ella, pero si surgió un cierto aprecio.
Sobre todo cuando Edward comenzó a interesarse en ella de una forma más íntima. Eso también hizo a Amelia abrirse un poco más con toda la familia y de paso, dejar respirar un poco a Charlie.
Tras un par de meses de relación entre Edward y Amelia, y ya sabiendo lo que ellos eran, la llevaron a jugar un partido de béisbol. Ya la habían invitado varias veces, pero a la chica cualquier cosa que resultara "nueva" le hacía entrar en un estado de nerviosismo, rozando el pánico. Pero ella se sentía segura con Edward y un día, accedió.
Ese día, mientras jugaban, un pequeño aquelarre de tres vampiros nómadas que estaban de paso por la zona, los escucharon y movidos por la curiosidad se acercaron.
Todo iba bien, hasta que una ráfaga de viento le llevó de pleno el olor de Amelia a uno de ellos, el cual aspiró el aroma de la sangre y toda cordialidad quedo relevada a la nada.
El vampiro nómada no llegó ni a tocarla, pero Amelia fue testigo de como las ansias de su sangre transformaban al rubio vampiro, dejándola en un estado de auténtico pavor.
Durante unos días los tuvieron en alerta, hasta que consiguieron, gracias a la manada de lobos, dar con él y su compañera y deshacerse de ellos.
Amelia pasó tanto miedo que estuvo días sin dejarse ni tan siquiera rozar por Edward, y eso era síntoma de que no estaba bien, ya que ella era "súmamente cariñosa" con él.
Edward, fiel a su carácter, se sintió tremendamente culpable por haber puesto la vida de Amelia en riesgo y su posterior reacción de terror y desconfianza, por lo que para resarcir a la chica, le pidió en matrimonio.
Jasper y Carlisle intentaron hacerlo razonar, pero él no cambió de opinión. Sentía que estaba en deuda con ella y, creía, que la quería.
Tarde, cambió ese "creía" por un "sabía", que No sentía por ella ninguna clase de amor.
Más aún cuando, al quedarse embarazada, él supo que ella no quería ese hijo, por el riesgo tan alto de muerte que ella corría. Porque lo que Amelia más ansiaba en su vida, era cambiar: Ser una vampira todo poderosa como la madre o hermanas de Edward, no a él.
Y lo que más lo mortificó, fue cuando falleció. Cuando él dejó que muriera de forma humana, sin hacer nada "extraordinario" por ella, dejando a su hija sin madre desde el nacimiento. Pero no podía darle la inmortalidad…
Culpa. Culpa y más culpa. Remordimientos. Antipatía. Repulsión…
Eso es lo que él sentía desde aquel trágico 10 de Agosto de 2017.
Solo su hija. La niña de sus ojos (literalmente hablando) conseguía calmar todos esos sentimientos de autodestrucción.
Elish Cullen.
Una niña de melena castaña, con destellos caramelo y ondas que terminaban en perfectos tirabuzones.
Cara ovalada, labios llenos, ojos redondos y espesas pestañas.
De su madre, había heredado el color caramelo de sus mechas, sus labios y la forma de los ojos.
Todo lo demás, era de Edward; inclusive el color verde esmeralda, de sus ojos humanos.
Elish crecía a un ritmo acelerado. Cada seis meses, se producía un avance en su desarrollo. Gracias a los contactos de Carlisle, averiguaron que a los 4 años, Elish llegaría a su edad adulta, sin más cambios.
A partir de ese momento, podía mantenerse semi humana, o por el contrario convertirse en una vampira completa tras ser mordida por uno de ellos.
La niña no tuvo opción de decisión, ya que Jacob se imprimó de ella, haciendo ese sentimiento recíproco. Por lo que no iba a hacer el cambio completo.
Su don: Modificar la voluntad a través de la mirada. También podía captar los estados de ánimo, como su tío Jasper, pero no a la misma intensidad que él. Eran dones parecidos, pero no iguales.
Elish era una niña feliz rodeada de gente que la adoraba, pero parecía que no era suficiente. A ella le faltaba algo… O alguien, y así se lo hizo saber a su padre.
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10 de Agosto de 2019. Casa Cullen, Forks.
- ¿Te ha gustado tu fiesta de cumpleaños? - Le preguntó Edward con gran dulzura, mientras arropaba a su hija.
- Si. Ha sido una fiesta genial. La Push estaba preciosa decorada. Me alegro que gracias a la imprimación entre Jake y yo, todos nos uniéramos y podamos celebrar como familia. - Edward asintió y Elish sonrió feliz. - Papá…
- ¿Si nena?
- ¿Podría pedirte otra cosa antes de que termine el día de mi cumpleaños? Algo mío… no un regalo. Una petición. - Edward pestañeó sorprendido, pero asintió sin dudar.
- Claro hija. Lo que quieras.
- Quiero… Una… - Elish sentía como la vergüenza subía a su rostro.
- Cariño, ten confianza en mí, para pedir lo que quieras. Te daría la luna si pudiera encontrar la manera de bajarla.
- Quiero una tutora. Una chica que me de clases en casa. Una chica… humana. - Soltó de golpe.
Edward se quedó helado, más aún; su temperatura debía estar en unos -100 grados.
Jamás hubiese esperado semejante petición por parte de Elish, ya que ella nunca, en sus dos años, había mencionado que añorara a su madre… Realmente no había llegado a conocerla, y en su petición, no mostró ningún síntoma de querer una "madre", si no, una tutora.
Una chica… humana.
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10 de Enero de 2020. Casa Cullen, Forks.
Elish y Jake entraban en casa, tras pasar la tarde en la Push. La niña venía súmamente animada. Algo había sucedido en la reserva que tenía a Elish alterada.
- Te veo muy contenta - la saludó Carlisle, que pasaba por el hall de entrada en dirección a los despachos del salón.
- Uhum - se limitó a contestar, pero en ese simple sonido era fácil, para ellos, distinguir la emoción que la pequeña contenía.
- ¿Qué ocurre Jacob? - Le preguntó Edward levantándose del sofá y reuniéndose con ambos.
- Hay una profesora nueva en la escuela de la Push.
- ¿Ya ha llegado? - Preguntó Carlisle, interesándose por la conversación. Jake asintió.
Alice, que estaba en la zona de los sofás, se quedó ida durante unos segundos. Jasper fue a intervenir, como siempre hacía, pero Alice le hizo un gesto de que no dijera e hiciera nada.
Tuvo que hacer grandes esfuerzos por no reírse, ante la maravillosa visión que acababa de recibir.
- ¿Quién ha llegado? - Preguntó Edward curioso, frunciendo el ceño.
- La señora Morris se ha dado de baja - Comenzó a explicar Jake - y parece que es para una temporada.
- Le han puesto una prótesis de cadera. - Esclareció Carlisle. - En tres meses, por lo menos, no podrá volver.
- Y aquí, el doctor, ha contratado una nueva profesora - Jake sonrió pícaro. Mientras Carlisle ponía cara de póker.
- Pero… ¿No hay otra profesora? - Preguntó Edward. - Tampoco hay tantos niños, ¿no?
- Está chica, no da clases a los pequeños, da a los adultos. - Aclaró Jake, conteniendo la risita. Edward lo miró de lado con sospecha.
- Es la profesora que habíamos comentado Billy y yo hace tiempo. - Tomó la palabra Carlisle. - Estará unos meses, para ayudar a los adultos a sacarse el graduado.
- ¡Oh, si! Es verdad que lo comentamos. - Asintió Edward, el cual no dejaba de mirar hacía Jake.
- Aproveché que la señora Morris estaría de baja, para que comenzara. Así no la volvería loca. - Carlisle se inclinó de hombros. - Se que hace un gran trabajo y que es muy gentil por su parte subir todos los días hasta la reserva, pero… Igual que con los niños es encantadora, con las personas adultas es, insufrible. - alzó los ojos al techo. - Creí que comenzaría mañana - se quedó pensativo.
- ¿Y esa sonrisita Jake? - Emmet, que tampoco le quitaba los ojos de encima a Jake, lo preguntó sin tantos remilgos.
- Bueno… podríamos decir que la profesora nueva no se parece en absoluto a la señora Morris - Jake se mordió los labios para no estallar en carcajadas, ya que Elish seguía en la sala.
- Vamos… que está buena, ¿no? - Soltó Emmet. Edward bufó y Jake abrió los ojos, gesticulando exageradamente. Emmet mostró sorpresa ante eso. - ¿Tanto?
- Tanto, es quedarse corto. Tiene a la fauna masculina alterada… - Rodó los ojos - Cuando me reúna luego con la manada, creo que voy a poder ver a esa chica, desde todas las perspectivas posibles. - Soltó con tono cansado.
- Eso significa que es guapa, ¿verdad? Lo que dijo el tío Emmet - Edward fulminó a su hermano, el cual estaba riéndose divertido, asintiendo a la pregunta de su sobrina. - Pues sí. Es… ¡preciosa! - Gesticuló con los brazos. - Y muy divertida, y muy dulce, y muy inteligente.
- Parece que tu también has quedado prendada. - Carlisle se acercó a su nieta y le acarició el pelo. Ella asintió enérgica.
Esme se llevó a Elish a la cocina para que tomara la cena. A la niña le gustaba pasar tiempo en esa estancia, ayudando a su abuela a cocinar. Era un hobby, ya que tenía claro que cada vez tomaría menos alimentos humanos, y más sangre.
- A lo mejor podríamos ofrecerle el trabajo de profesora para Elish. - Sugirió Esme, uniéndose a la conversación. - Se ha ido a su habitación, toda acelerada, porque quiere hacerle un dibujo a la nueva profesora. - Sonrió afectuosa.
- Pero… ¿No es de adultos? - Preguntó confuso Jasper.
- Ella está más que preparada para darle clase a Elish. - Comentó Carlisle, ganándose una mirada suspicaz por parte de Edward. - Licenciada la primera de su promoción en Literatura inglesa, doctorada en lingüística inglesa y un máster en traducción de lengua hispana. - Todos se quedaron anonadados ante semejante currículum. - A parte de otras características extracurriculares de lo más interesantes y sofisticadas… Monta a caballo, estudió solfeo, le gusta el arte y la historia y bailaba hasta que se lesionó una rodilla.
La sala se sumió en un silencio lleno de meditación.
- Pues no tiene la apariencia de una empollona - Jacob gesticuló asombrado, pestañeando seguido.
- Jacob… ¿Te recuerdo que soy tu futuro suegro? - le dijo Edward medio en broma medio en serio.
- Edward… sabes que amo a tu hija por encima de todo… incluso de mi mismo, pero ahora nuestro amor es familiar, y aunque esté imprimado, tengo ojos en la cara. Realmente, si no fuese por eso, y sin querer molestarte - Rodó los ojos y Edward meneó la cabeza - yo estaría también babeando por esa chica. - Emmet tenía la cara desencajada de emoción.
- Pero… entonces, con semejante currículum, debe ser mayor. Me refiero que tendrá, ¿qué? ¿Pasados los treinta? - Preguntó Jasper. - Que da igual, sigue siendo muy joven - se apresuró a aclarar, ante la mueca disgustada de Alice. - Pero para tener a los chicos tan embobados… - se inclinó de hombros. - Supuse que sería una chica de veintitantos.
- Pues si tiene más de treinta años, los disimula genial - Exclamó Jacob, realmente sorprendido.
- Tiene 23 años. - Soltó Carlisle dejando a todos los presentes atónitos.
-¿23? - Exclamó Jasper. - Pero… si es casi una niña.
- Tiene un coeficiente intelectual de 135.
- ¡Joder! Es un cerebrito. - Bromeó Emmet, pero igualmente impresionado.
- No es superdotada, pero casi, por 5 puntos. - Especificó - En primaria la saltaron un curso, y en secundaria dos. La universidad la acabó en dos años. El máster y el doctorado, incluyendo la tesis, la hizo en menos de uno. - Les informó. - También influyó que estuvo por dos ocasiones convaleciente por una operación de rodilla y de brazo. Eso le dio tiempo para avanzar más.
- ¿Nos la estás vendiendo? - Soltó de pronto Edward con voz bastante fría. - O, mejor dicho…. ¿Me las estás intentando meter por los ojos? - El resto de los presentes suspiró con apatía.
- No te estoy vendiendo nada. Solo os cuento lo que sé de ella, y si me dejas acabar, - lo miró serio - iba a decir que me parece perfecta para nuestra Elish. - Sentenció con tono cortante.
- Edward - lo llamó Alice, la cual no había intervenido para nada. - Creo que sería interesante conocerla. Hacerle una entrevista. Tanto por su currículum, como por su coeficiente, le haría frente a la inteligencia y curiosidad de Elish.
Edward se levantó del sofá, de forma airada, dirigiéndose a la cristalera trasera del salón, mirando hacía la nada.
- Sé que para ti es difícil tener a una chica humana en casa… otra vez - Soltó Esme con voz cuidadosa - Pero Elish te lo ha pedido, en agosto, y estamos en enero - lo miró con una ceja alzada. - Y sé que te lo volvió a pedir en Navidad - Edward contuvo el aliento al verse "pillado". - La escuché decírtelo.
- No seas remilgado, hermano. - Rosalie entró en la sala, mirando directa y fijamente hacía Edward. - Han pasado más de dos años, y entiendo que te sea difícil, pero creo que es hora de ir pasando página de una vez. - Le soltó sin florituras.
Desde que Amelia había muerto, tras dar a luz a Elish, Edward se había vuelto intocable. Nadie lo contradecía, todos le hablaban con suavidad y tacto. Era el "viudo".
Y aunque su familia sentía lo que había ocurrido, ya estaban comenzando a estar cansados de su actitud gruñona y malhumorada. Solo con Elish era el Edward de siempre: dulce, gentil y cariñoso.
Pero lo que no sabían, aunque lo suponían, era que él no sentía el dolor por el fallecimiento de su esposa. Por supuesto que sintió la pérdida, pero poco más que hubiese sentido la muerte de otro ser humano.
A estas alturas era sabido que le había pedido en matrimonio por el incidente de James; por compensarla por aquello.
Pero lo que lo estaba matando en vida, era la culpa.
Culpa por no hacer más por ella. Por mantenerla viva; viva como humana. Ya que llevaba tiempo teniendo claro que no iba a darle la inmortalidad.
Rosalie era la que estuvo con él durante el parto de la niña, y cuando regresó de atenderla, fue testigo de como Amelia moría por las lesiones del parto y la pérdida masiva de sangre. Pero también fue consciente de que su hermano hizo todo lo, humanamente, posible por revivirla.
- Elish te ha pedido una tutora humana. - le recordó. - Te explicó que quería pasar más tiempo con humanos, para hacerse completamente inmune a su olor, cuando su dieta fuese exigiendo más sangre y menos comida y que quería una chica, para no perder el contacto con su parte humana femenina. - Edward mantenía apretada la mandíbula al punto de estallarle. - Realmente, ella lo que te pide, es una interna - Inclinó los hombros, aún algo asombrada con la petición de su sobrina. - Convivir con una mujer humana, ajena a la familia… Ajena a lo que somos. - Edward estaba a punto de lanzar humo por las orejas.
- A todos se nos hará raro, pero… la petición de mi sobrina, tiene mucha lógica. - Apoyó Emmet.
¿Por qué su hija quería convivir con una humana? Aún era pequeña para tener curiosidades más femeninas.
Tenía a la gente de la Push, donde la gran mayoría eran simples humanos… Si, todos guardaban el secreto de los lobos, pero… eran humanos. Y Charlie, su abuelo, él aún conocedor de ambos secretos, si que era la parte puramente humana.
- Además… - el rostro de Rose se tornó vanidoso, casi petulante. - ¿No creerás que todas las humanas de este mundo se van a colgar de ti, no? - Hizo un gesto de desdén con la mano, y soltó un resoplido.
Jasper se acercó a Edward y le puso la mano en el hombro. Lo miró fijamente, con ojos sinceros y llenos de cariño.
- Rose tiene razón. Debes pasar página. Sabes que Amelia no estaba destinada a ser como nosotros. Hiciste lo que pudiste por ella, humanamente. La eternidad es muy larga... - lo miró con un punto de advertencia.
Jasper era el único que sabía de los sentimientos de culpabilidad de Edward. Y lo mataba el que él no quisiera dejarlos ir, por miedo a sentirse un desalmado.
- Edward. - Jake lo miró de forma seria, raro en él. - Somos familia, - ambos asintieron - ella no estaba hecha para ti. Lo sabes perfectamente… Todos lo sabemos. Ella era una persona extremadamente simple, sin ambiciones, y con un fondo turbio. Recuerda que Charlie siempre te dijo que no te fiaras, que tuvieras cuidado con ella. - Edward contuvo el aliento. - Que desde niña, siempre fue caprichosa y consentida, debido a su falta de carácter - Jake suspiró para calmarse - Ya sé que todo eso era por la enfermedad rara que padecía, pero… hiciste por ella mucho más que cualquiera. ¡Te casaste con ella! - Exclamó. Tomó aire y apretó la mordida, cortando el tema, a sabiendas que eso era duro de escuchar para Edward. - Siento ser así de directo, pero creo que como dicen tus hermanos, ya está. - Gesticuló con las manos.
- Está bien - Susurró vencido. - Carlisle, concreta una entrevista con ella. - Suspiró profundamente. - Sigo diciendo que es demasiado, pero…
- Creo que Elish necesita ese contacto, hijo. - Edward asintió con pesar.
- Además, juegas con la ventaja de que ya la conoce - Añadió Alice entusiasmada - Viste como llegó por la chica. - Ambos vampiros se miraron y todos entendieron que Edward había perdido.
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···
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Esa noche, Charlie recibió la llamada de su consuegro, Carlisle. Realmente no lo era, ya que Amelia era su sobrina… bueno, medio sobrina, ya que Liam, el hermanastro de Charlie, no era hermano real, sino que cuando su padre se volvió a casar, no solo trajo a una nueva mamá, sino que esta vino con un hermano mayor.
Tras saludarse, ambos hombres pasaron al meollo directamente.
- Coméntale a Isabella lo del trabajo. Edward ha… accedido. - Charlie no era un vampiro, pero lo que sí era extremadamente observador y bastante inteligente.
- No le has dicho quien es ella en realidad, ¿verdad? - Sabía de sobra la respuesta.
- He preferido no decírselo. Le ha costado el aceptar a entrevistarla, y con el excelente currículum que tiene, así que como para decirle… - Carlisle, incluso a través del teléfono se le contrajo la cara. - Diciéndoselo juntos, creo que le será más fácil aceptarlo. Sabes que a ti te tiene un gran respeto.
- Si. No te preocupes. Una vez que la conozca, más mi presión - ambos sonrieron - no le costará tanto aceptarla. Además ya te comenté que a ella le vendrá bien el trabajo.
Carlisle le comentó que Elish ya la había conocido en la reserva y que llegó a casa enamorada de ella.
- Por cierto… ¿No te ha preguntado el porqué una chica tan joven, inteligente y con semejantes estudios, ha acabado en Forks?
- No. Y la verdad que hubo varias ocasiones para preguntarlo. Pero los temas se fueron hacía otros derroteros.
- Hacía Amelia.
- Sí. Jacob se mostró bastante duro con Edward, pero creo que es hora de que deje esa sensación de culpa y de dolor. - Ambos estuvieron completamente de acuerdo en eso.
Se despidieron, ya que Isabella, Bella, llamó a Charlie a cenar.
Entre los dos, acabaron de poner y servir la mesa, y comenzaron a cenar en un cómodo silencio.
El cual Bella, rompió enseguida. Era una chica de pocos silencios.
- Me ha encantado la Push… - Volvió a decir por millonésima vez - Está cargada de… no sé… magia. - Charlie casi se atraganta ante esa descripción.
Tras dejarla contarle lo bien que la habían aceptado, y lo mucho que le gustó el paisaje, las gentes y el entorno, Charlie fue entrando en tema.
- Creo que has conocido a una niña… Eli… - Bella no lo dejó acabar.
- Elish - Los ojos de Bella relucieron. - Es… - abrió los ojos, gesticulando maravillada - Super especial. - Dijo enternecida. - Me pareció muy dulce y risueña, y eso que no tuve oportunidad de casi pararme a hablar con ella.
- Quería comentarte una cosa… Su familia quiere una tutora en casa para ella, y les hablé de ti. De tu magnífico currículum…
Bella contuvo el aliento.
¿Tratarse con una niña pequeña, tras lo sucedido con su bebé?
Notó como el color se le iba de la cara, y el estómago se le cerró de golpe.
- Bella… Se que es muy reciente lo de… - Charlie la miró con intención, pero no continuó la frase, observando el dolor en su sobrina-nieta. - Pero te pagarán muy bien, y me has dicho que estás sin blanca. - Bella asintió, dejando salir un lamento - Sabes que aquí puedes quedarte todo el tiempo que quieras, nos apañaremos, y entre lo que ganas en la reserva, más algo que yo puedo darte…
- No, tío Charlie… Sabes que a no ser que pasara hambre, no te pediría ni un dólar.
Charlie frunció el ceño, bajando la cabeza. A los pocos segundos, volvió a levantarla con la determinación en sus ojos.
- No se cómo no me llamaste nada más sufrir el accidente. Sobre todo, perdiendo al bebé. - Ambos pusieron gestos de tristeza - Se que estás acostumbrada a hacer las cosas sola. Ya hace 4 años que murió el Tío Swan. - Suspiró - Y te las has arreglado bien, pero… somos familia, Bella. - Remarcó la última frase - Ahora estás aquí, pero si alguna vez te vuelve a pasar algo… No dudes en llamarme y pedir mi ayuda.
Bella miró para su tío con un amor infinito.
- Gracias tío Charlie. - Su voz llena de dulzura. - No lo olvidaré - le guiñó un ojo.
- Aunque estuviera aquí Amelia… - Charlie no sabía cómo seguir la frase.
No quería parecer un desalmado, pero siendo sincero consigo mismo, nunca había querido a "su sobrina". El aprecio que te obliga por ser familia… incluso casi ni eso.
Siempre había sido una niña… "rara". Introvertida, callada y desapegada.
Cuando se presentó en su casa, le abrió las puertas, pero nunca encontró momento, o valor, para decirle que debía hacer su vida… sola.
Al intimar con Edward, vio el cielo abierto para poder despegarse de Amelia, pero no creyó que las cosas llegaran tan lejos… Y por supuesto, que destrozaría la vida de él en el proceso egoísta de deshacerse de su sobrina.
- Charlie… creo que con ella, tenías suficiente. - Movió la mano frente a la cara de su tío, para traerlo de vuelta de sus pensamientos. Él sonrió forzado y asintió; Bella alzó las cejas, intentando controlar el gesto un tanto malicioso
- Si… realmente si. - Charlie puso los ojos en blanco. Pero a parte de la pesadez en su comentario, Bella supo que había algo más; algo había pasado con Amelia, que torturaba a Charlie.
- Ella apareció aquí al quedarse sola… No tenía donde ir - Bella asintió.
- Fuiste tremendamente gentil con ella - Charlie frunció la boca, no tan seguro de eso.
- Pocos meses después de morir su padre, internaron a su madre por un avanzado Alzheimer. Eso ya te lo conté...
- Si, lo recuerdo. - Charlie levantó una ceja.
- Cómo recordarás que fuiste invitada a la boda y pasaste, poniéndome una excusa pobre. - Bella se mordió los labios ante la mirada penetrante y un tanto molesta de su tío.
- Charlie, te pedí disculpas y vuelvo a pedírtelas ahora, pero había pasado menos de un año del encontronazo que tuvimos cuando nos vimos en el funeral de su padre y estaba resentida por todo lo que me dijo. - Bella apretó la mandíbula con fuerza, controlando no comenzar a despotricar. - Sabes que nunca congeniamos.
Ambos se sumieron en un silencio un poco cargado.
- Volviendo al tema de la niña… - Rompió la tensión Charlie - Es muy lista… es, podríamos decir que superdotada, y tu, sabes bien lo que es ser así, por eso su abuelo y yo, creímos que serías perfecta para el puesto. Además, van a pagarte espléndidamente. - Alzó varias veces las cejas, de forma conspiratoria, sacándole a Bella la risa, recobrando el buen humor. - ¿Sigues queriendo vivir un tiempo en París?
- Si. - Contestó rotunda.
- Pues ese trabajo, te permitirá hacerlo.
Bella no estaba demasiado segura de aceptar ese puesto, pero Charlie se pasó un buen rato vendiéndole tanto a la niña como a la familia.
Además, el trabajo era para unos meses, no para siempre. Así que pensándolo bien, era una oportunidad espléndida.
Que le pagaran bien, o espléndidamente bien, como recalcó Charlie, era muy a tener en cuenta.
Todos sus gastos académicos estaban sufragados, gracias a que su padre, suponiendo lo que su madre haría nada más muriera, estaban a buen recaudo de sus avariciosas manos, por lo que no tenía deudas estudiantiles.
Pero necesitaba dinero para comenzar a vivir.
Había nacido en una cuna muy acomodada y quería volver a llevar un estilo de vida similar. No era algo que solía reconocer abiertamente, pero echaba en falta ciertas comodidades y privilegios que solo el dinero te dan.
No era una persona avariciosa, pero había crecido rodeada de ciertos lujos, y los añoraba; más aún tras haber pasado necesidades económicas.
Solo había trabajado en una pequeña editorial, que le permitía poco más que pagar el alquiler de un apartamentucho y comer.
Hasta que uno de los abogados de su padre, le dijo de manera "confidencial" que aun había dinero guardado para sus estudios y su manutención. Dinero que su madre, no podía tocar.
Eso la animó a hacer el máster en Traducción de lengua hispana.
Dejó el trabajo y volvió a la universidad. De esa forma su nivel de vida, volvió a subir, un poco.
Lo único malo, fue que allí, fue donde conoció a Michael….
···
Había aceptado venir a Forks, porque allí Michael no daría con ella jamás. No quería saber nada más de ese insulso, simplón y pedante hombre.
Se conocieron en el campus, por unos amigos de amigos. Él estaba en el último curso de universidad, ya con 26 años, intentando aprobar las asignaturas que había ido arrastrando, y ella estaba terminando el máster en Traducción con 22.
En la segunda cita supo que no llegarían a nada serio, pero él se las arregló para que se vieran varias veces más, coincidiendo "casualmente" y ella no se hizo demasiado de rogar.
Para algo físico, el chico estaba genial. Era un joven realmente guapo… Alto, ligeramente musculado, ojos azules, rubio y con una mirada que hacía temblar sus bragas.
Con lo que no contó fue con que aquellos chupitos que tomó en aquella fiesta, estaban demasiado cargados, Michael demasiado zalamero y ella falta de cariño y… borracha.
El desenlace fue que tres semanas después, un palito, el cual tuvo que mear, marcó dos rayitas, diciéndole que en ocho meses, sería mamá.
Por supuesto, no era el mejor momento para ser madre, siendo tan joven y se planteó durante unos días el abortar, pero sin darse cuenta, comenzó a nacer en ella un intenso instinto materno.
Sabía que ella, sería mucho mejor madre que fue la suya.
Cuando el abogado de su padre le "facilitó" la información sobre el dinero para sus estudios, aprovechó para aclararle las clausulas que había impuesto su madre sobre el dinero que "debía" entregarle:
En el momento en que ella tuviese un heredero, recibiría la parte faltante de la venta de las propiedades. Que ascendía a más de doscientos mil dólares.
Por supuesto, esa cantidad no era la que realmente debía recibir, ya que era muchísimo más, pero eso era mejor que nada.
Así que el tema financiero para la crianza de su hijo, estaba solucionado.
Eso la ayudó a decidirse a tenerlo.
·
El insulso, no pudo estar más contento con la noticia, ya que de esa forma ella se quedaría con él; era una forma de tenerla atada. Ya que él tenía claro que por sí mismo no sería capaz de mantener a Bella a su lado.
Ella necesitaba alguien que la igualará, como mínimo, en inteligencia y tuviera aspiraciones e intereses intelectuales como los suyos. Y sabía perfectamente que él, no cumplía ni de lejos, esas cualidades.
Bella tenía claro que su manera de pensar era anticuada… Ella era anticuada para según qué cosas, y el romper con "su novio" justo acabando de enterarse de su embarazo no entraba en su planteamiento de vida. Así que durante un tiempo, tendría que cargar con él.
"Hasta que no pudiera soportarlo más"
No veía como sobrellevaría el que su habitual ignorancia, la hiciera quedar mal y pasar auténticos apuros en público. Pero era el padre de su hijo o hija, y debía cargar con las consecuencias de sus actos.
"Podríamos mudarnos a la Antártida… Seguro que a los pingüinos no les importaba su inexistente nivel intelectual"
Aun a día de hoy, se preguntaba como pudo conseguir acabar la carrera...
La desgracia hizo que ese bebé… su bebita, no sobreviviera. Pero por otro lado, fue una señal divina, porque así no tendría que cargar con Michael ni un minuto más de su tiempo y podría rehacer su vida lejos, muy lejos de él.
Aunque no por eso, la pérdida no dejaba de doler. De hacerla sentir como algo se rompía dentro de su alma cada vez que pensaba en su niñita, la cual tuvo que parir, para que muriera entre sus brazos 1 minutos y 23 segundos después.
Solo hubieran bastado dos semanas más de gestación para que la bebé, hubiera podido sobrevivir. Ya que tras el accidente, ella seguía viva y bien… pero por el fuerte golpe en su abdomen, más el estrés por lo traumático del accidente, se inició el parto de forma irrevocable, por mucho que los médicos intentaron detenerlo.
Cuando salió del hospital, fue muy clara con Michael:
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- No quiero volver a verte, ni saber más de ti. Seguíamos juntos por la niña… Pero ahora no hay niña y nada que nos una. Lo nuestro era un sinsentido.
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Pudo haberlo dicho a gritos, cosa que no hizo, pero más clara… Imposible.
El problema llegó cuando él, no aceptó que ella rompiera su relación.
No tuvo miedo a que le hiciese nada físico, Michael no era de esos, pero psicológicamente, estaba acabando con ella, sobre todo estando en un momento tan delicado tras el accidente y posterior aborto, acosándola a llamadas, mensajes y apareciendo en su puerta en cualquier momento suplicando y atosigándola para volver.
Y como una bendición divina, a los pocos días de darle el alta, por un error en los formularios de ingreso, llamaron a su tío-abuelo, Charlie; él, era su contacto de emergencia.
Hablaron por teléfono, ya que él la llamó nada más recibir la llamada del hospital y ella le contó, entre lágrimas, lo que había sucedido.
Charlie no lo pensó y tomó un avión a Palo Alto, (California) y se llevó a Bella a Forks con él.
Avisó a Carlisle de esta emergencia familiar, y en la mente del vampiro, comenzó a gestarse un plan.
Esa chica, necesitaba ayuda y tenía un currículum impresionante. Y por lo que Charlie le había contado de ella, parecía la candidata perfecta para el proyecto educativo en la reserva.
Pero… algo le decía, que no solo sería perfecta para ese puesto. Si congeniara con su nieta…
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Tras unos días, acabando de recuperarse en casa de Charlie, Bella aceptó el puesto de profesora en la reserva Quileute, que por mediación de Carlisle, le habían ofrecido.
Era algo nuevo; un proyecto, un reto. Siempre había tenido la seguridad que daría clases, pero imaginaba que más adelante. Sobre todo cuando tuviera más edad, y no pareciera ella más alumna que profesora.
No era gran cosa, pero conseguiría algo de dinero y añadiría una experiencia laboral en su currículum.
Además, el aire limpio y tranquilo de Forks la harían recuperarse tanto física como psicológicamente.
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Había visto al tío Charlie menos de veinte veces en sus 23 años, pero siempre congeniaron, siempre hubo un gran cariño mutuo.
La última vez que se vieron, fue al morir el Sr. Swan, su padre y tío de Charlie, hacía ahora 4 años.
Y aunque no se vieran, de tanto en tanto, se escribían cartas para mantenerse en contacto y se llamaban cada ciertos meses.
Cuando su padre murió, Charlie estuvo allí con ella durante unos días, ayudándola a pasar el luto. Él y su padre se querían sinceramente, y Charlie sintió su pérdida.
Cuando se enteró de que la madre de Bella, se había ido y vendido todas las propiedades, dejándola prácticamente en la calle, Charlie se ofreció a ayudarla económicamente en lo que pudiera. Pero Bella se opuso en rotundo. Ella estaba cubierta ya que vivía en el campus de la universidad y tenía alguna cosa que su madre no pudo quitarle.
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Y allí estaba, en la misma cama que usó su prima "postiza", Amelia. Destrozada por los acontecimientos vividos en cuestión de unas pocas semanas.
Charlie no había tenido hijos, pero al final parecía que era el bote salvavidas de sus sobrinas.
"Con lo rarita que fue siempre… Al final parece que había encontrado el amor junto a un buen chico… Según lo que me dijo Charlie, que fue más bien poco. El tema no es que pareciera dolerle, como pensé en un principio, más bien… le incomodaba por algo. Pero, que mala suerte tuvo, recién casada y morir en el momento del parto… Tengo que preguntarle a Charlie sobre el niño, o niña… Se que no somos familia real, pero bueno… Que rara era… Creo que tenía algún tipo de problema mental, siempre la vi… como acobardada ante todo el mundo, pero tenía una mirada… desconfiada, calculadora. Siempre con la cabeza gacha..."
Bella no quiso darle más vueltas al tema de su "medio prima", título que se otorgaron desde pequeñas, ya que se sentía mal pensando esas cosas de una persona fallecida.
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Al día siguiente se duchó y escogió entre sus pocas pertenencias lo más bonito que tuviera, ya que su tío le había avisado de que la familia de Elish, los Cullen, eran muy, muy pudientes… O sea, ricos.
Se sintió aliviada al comprobar que su compresa estaba limpia. A los pocos días de llegar, cuando empezó a sentirse más tranquila, las pérdidas de sangre cesaron.
Aunque aun tenía ciertos síntomas de un post parto, que tardarían en sanar.
Tal como le había informado la obstetra:
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- Cuando empieces a estar más tranquila, todo cicatrizará.
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Cuando bajó a la cocina, Charlie había preparado el desayuno y estaba sirviendo el café.
- Perdona por el retraso… - Charlie alzó la mano, quitándole importancia. - Estaba eligiendo mi ropa. Quiero ir bonita y presentable; la primer impresión siempre cuenta mucho. - Él asintió complacido.
- No creo que tarden en darte tu primer sueldo - Soltó despreocupadamente Charlie mientras acababan de desayunar - Así podrás ir a comprarte ropa. Porque eso que traes puesto… será muy bonito, pero no abriga nada. - Bella se inclinó de hombros un tanto abochornada.
- En California, esto es ir abrigada… Realmente, me lo puse solo un día, en invierno y pasé un calor horrible. - Gesticuló teatralmente. - Pero sí, en cuanto reciba mi primer cheque, iré a comprarme algo de abrigo. Aún no hemos salido de casa y ya estoy helada. - Se estremeció.
Se había puesto un vestido de fina gasa estampada con florecitas rosas palo, naranjas y moradas y debajo un forro verde oscuro; de manga larga y un escote que no comprometía, demasiado, en forma de pico acabando en dos botoncitos falsos, ajustándose ligeramente al pecho y dejándose caer en forma de campana hasta un par de centímetros encima de las rodillas.
La flaccidez de su abdomen, casi se había ido (solo le quedaba un pequeñísimo "faldón" de piel) pero sus caderas estaban aun algo redondeadas y el pecho un poquito inflamado, por lo que ese vestido le iba de perlas para disimular.
Lo acompañó con unas botas cortas estilo camperas, en marrón y un finísimo abrigo del mismo color, que más bien parecía una blazer por lo delgado de la tela.
Se metieron en el coche, en el cual Charlie encendió la calefacción de inmediato. En los cinco pasos que había desde la puerta hasta el coche patrulla, Bella se había puesto pálida de frío.
Charlie tomó en ese mismo momento la determinación de no esperar a que su sobrina, aunque fuera "sobrina nieta", esta si era de su sangre, cobrara su primer cheque. Al día siguiente se la llevaría de compras, ante el riesgo de que muriera congelada.
Discretamente le envió un mensaje a Carlisle diciéndole que pusiera la calefacción, alta.
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- Bella… quiero comentarte una cosa, ahora que estamos llegando. - la nombrada se giró hacía él. Había permanecido en silencio ya que había observado que su tío no era un gran orador. - Cuando lleguemos… no quiero que te sientas… ¿Cómo decirlo? Cohibida o impresionada. - Ella arrugó las cejas, sin acabar de entender. - No por la gran casa, la ropa, la decoración… Supongo que aunque fue hace tiempo, no te impresione en exceso - Inclinó los hombros en un asentimiento un tanto raro. - Lo digo por ellos. Por si mismos, son gente que deslumbra. - meneó la cabeza fastidiado. - Creo que no me estoy explicando. - Chistó la lengua con fastidio y Bella lo miró con los ojos abiertos, divertidos - Son todos… muy… guapos. - En las mejillas de Charlie comenzó a crecer un rubor que hizo a Bella apretarse un labio contra otro para disimular la risa. - Pero de una manera, que no se explicarte, pero la gente se queda atontada cuando los ve. Sobre todo, cuando están todos juntos como va a ser el caso.
- Vale… - Asintió muy solemne. - Quedo enterada de que tenga cuidado de no caérseme la baba cuando los vea. - Frunció la boca en un gesto divertido, y bastante travieso. Charlie volvió a menear la cabeza, fastidiado.
- Bella… - la llamó serio, sorprendiendo a su sobrina. - Ellos no solo deslumbran, sino que… - respiró forzado - Dan como… miedo. - Bella pestañeó, ahora si, alucinada. - Cuando los veas, lo entenderás. Solo quería avisarte.
Un par de minutos después, tomaban un desvío a la derecha, introduciéndose por una carretera que parecía llevarlos al mismísimo corazón del bosque.
Tras unos metros, la casa comenzó a dejarse ver; majestuosa, elegante e imponente.
- ¡Guau! Menuda casa… Es preciosa. - Alabó Bella.
- ¿Ves? Y eso que no los has visto a ellos. - protestó como un niño enfurruñado.
- Tranquilo, todavía tengo las babas dentro de mi boca - le alzó las cejas picotera. - Charlie, mi casa, no era mucho menos impresionante que esta, ¿no la recuerdas? - Él asintió.
El Jefe fue con el ceño muy fruncido, y Bella tuvo la sospecha de que algo pasaba. Algo respecto a esa familia.
- Charlie… ¿Hay algo que deba saber sobre esa familia? - Preguntó con voz suave, pero con una clara nota de ansiedad.
- Son buenísimas personas… Solo que de entrada, impresionan. Si te ganas su cariño y no digamos su afecto, los tendrás ahí para lo que necesites. Solo, no te dejes apabullar, tienes una inteligencia y belleza para hacerles sombra más que de sobra. - Bella asintió solemne, al darse cuenta de que Charlie le estaba hablando muy en serio. - Quiero avisarte especialmente sobre Edward; es un poco, gruñón y cortante. No dejes que te pase por encima, demuéstrale que te haces respetar. Él, aunque no lo creas, valorará eso. Si no… estás perdida.
- Joder, Charlie… Me estás asustando - Le dijo, medio en broma.
- No. No entres con esa sensación; entra con confianza y esos modales tan exquisitos que tienes, a ellos les encanta. - Sonrió - Solo quería avisarte sobre él, porque lo conozco.
Bella iba a objetar algo, pero Charlie, a sabiendas que tan cerca podían escucharlos, la cortó antes de que dijera algo "comprometido" para si misma.
Se sentía mal, por no poder avisarla del "don" de su "yerno", pero no había forma de decírselo sin comprometer el secreto que juró guardar.
- Llegamos.
Ambos se quitaron los cinturones de seguridad, y nada más bajar Carlisle y Esme, estaban esperando en la puerta para recibirles.
Cuando Bella posó sus ojos en los señores Cullen, pudo entender perfectamente a lo que Charlie se refirió en el coche sobre que "deslumbraban".
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Un primer capi completito. Os quise hacer una introducción bastante amplia de la situación y cómo comienza el fic, sin más rodeos o capis innecesarios.
Ya sabemos que trajo a Bella a Forks y porque Edward se casó con Amelia.
Iremos, capi a capi, desterrando más a fondo los traumas de estos dos y conociendo a la familia.
ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO Y VEA MUCHOS "FAVORITOS Y COMENTARIOS"
¡BESOS MILES MIS BELLAS!
PS: Como los capis son bastante largos, no creo que sea un fic de muchos capítulos.
