¡WUAJAJAJAJA! ¡A QUE NO SE LA ESPERABAN EHHHH¡. ¡PUES SÍ!. AQUÍ TIENEN EL SIDE STORY DEL NICOMAKI. Me dió un golpe de inspiración para la idea y logré el primer capítulo, yo sé que será una hermosa historia. Disfruten 3.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

El día pesado y monótono empezaba en la atrajeada vida de la hedera del hospital Nishikino. La jóven doctora de ojos violetas miraba sus archivos médicos en los pasillos del mencionado hospital, casi siempre era rodeada de una que otra enfermera del lugar. Aunque no quisiera serlo, era considerada una mina de oro; jóven, alta, esbelta con bastante fortuna y belleza a sus pies. En temas de relaciones amorosas no era tan experta, ya que siempre vivió encerrada en una burbuja por sus estudios y condición física. Le resultaba difícil socializar e incluso hacer amigos.

Sostenía tranquilamente una taza de café para seguir revisando los papeles de su respectiva carpeta.

— ¡Doctora Nishikino! ¡Tenemos otro paciente!.— El personal del hospital dió aviso de lo que estaba ocurriendo. En seguida bajó su taza y echó un vistazo a lo que sucedía, al parecer los enfermeros entraban a prisa al lugar mientras que llevaban consigo una camilla.

— ¿Qué sucede?.— La pelirroja se colocó sus lentes y los siguió a paso presurado. Tenía el papel de ser una reconocible doctora, una bastante profesional por lo cual siempre estaba al pendiente del trabajo sin descanso.

— Recibió un fuerte golpe a causa de una caída de un metro.— Le respondió el enfermero que empujaba la camilla.— No es algo grave, sólo recibió contusiones en las partes posteriores del cuerpo. Debemos mantenerlo en descanso y ver que podemos hacer, tiene ligeros rapones; hay que limpiarlos.

— Perfecto. ¿Necesitas ayuda con eso? ¿El doctor Shion está libre?.—

— Preferiría que usted se hiciera cargo doctora, el doctor Shion se encuentra en cirugía.—

— Muy bien, llévalo a la sala de revisión. En un momento estaré ahí.— Comunicó la pelirroja antes de ir por su bata y estetoscopio.

— Entendido doctora Nishikino.—

.

.

.

.

.

.

.

.

.

Dicen que las casualidades del destino no existen, pero yo comencé a creerlo por como conocí a Nico-chan. Agradezco la suerte que tuve aquél día del que no me dí cuenta de lo afortunada que fuí. Por que sí, tuve mucha suerte y ahora lo sé a la perfección.

— Nico-chan...—

— ¿Si?.—

— ¿Crees en el destino?.— Le pregunté mientras la abrazaba, no tenía ganas de soltarla... Amaría mantenerla a mi lado de esta manera siempre.

— Tal vez en el destino no... Pero si en la casualidad por suerte, Maki-chan.— Ocultó su rostro entre mi cuello.

— Entonces tuve tanta suerte de conocerte, Nico-chan.—

— ¿Desde cuándo te volviste tan cursi Maki-chan?.— Me preguntó con un intenso brillo en esos ojos rubís tan hermosos que me miraban con detalle.

— No tengo idea... — Empecé a sentir mis mejillas acaloradas y me esforcé en evadir su contacto visual, no pensé las cosas antes de decirlas. Simplemente salían sin darme cuenta.

— Nico también piensa que tuvo suerte de conocerte.— Ella comenzó a pellizcar mis mejillas para que comenzará a verla, pero de verdad me resultaba difícil por los nervios.

— Mouh... Nico-chan.—

.

.

.

.

.

.

Hace exactamente cuatros años sucedió todo lo que dió comienzo a lo que necesitaba en mi vida. Siempre fuí una persona reservada y apartada de la sociedad por ser diferente a lo que una chica sería "comúnmente". Jamás me había puesto a pensar que eran necesarias ciertas cosas que una persona normal ocuparía, como una razón y el brillo para seguir con mi alma. Lo único que podía hacer en mis momentos más tormentosos era tocar el piano en casa, mi amor por la música era mi salvación y mi grito de desesperación, todo era rutinario y cansado, la vida de un doctor siempre suele ser desgastante y yo no era la excepción. Mi trabajo y estudios siempre se centraron en la rama de la familia, no podía hacer otra cosa más que dedicarme a la medicina. Aún siendo tan jóven, me ocupaba de tareas simples como atender pacientes y ayudarles en lo que pudiera o ser asistente quirúrgico para avanzar mi experiencia.

Siempre me ha sido curioso y puede resultar "ridículo" lo que un hecho puede llegar a cambiar absolutamente todo sin si quiera imaginar lo que podría sucedar después.

Hospital Nishikino.

— Sólo tienes que reposar dos días aquí, en cuanto te recuperes te daremos de alta.— Comenté al terminar el vendaje. Había atendido a un niño de aproximadamente 12 años, parecía ser tranquilo lo cual me extrañaba por el tipo de accidente.

— Muchas gracias doctora.— Me dijo sin casi mostrar expresiones.

— ¿Viene algún familia o tutor contigo?.— Decidí por preguntarle, ya que comencé a preocuparme un poco por verlo solo en el hospital.

— Mi hermana está afuera, ¿puede pasar?.— De la nada su mirada se llenó de brillo y sonrió como si me estuviera pidiendo lo mejor de su vida, atragante nerviosa y sólo asentí.

— Claro, ¿cuál es su nombre?.—

— Yo me llamo Yazawa Kotarō, mi hermana es Yazawa Nico.— Lo pronunció con exactitud y lleno de orgullo. ¿Quién diría que ese nombre marcaría toda mi vida, no?.

— Así que eres hermano de la Idol Yazawa.— Sonrei inconscientemente, de verdad que el niño este me mostró su más grande sonrisa al decirle eso.

— ¡Si! ¡Lo soy! Mi hermana es la mejor de todo Japón y ella regala sonrisas a quién más lo necesita.— Se puso de pie sobre la cama del hospital, eso me tomó de sorpresa mientras trataba de convencerlo de que era bastante peligroso.

— ¿También es motivadora profesional?.— Susurré con sarcasmo, ya había logrado que el niño bajara por suerte.

— ¿Qué dijo doctora?.— Ah, creo que casi me escucha.

— ¡¡Kotarō!!.— Casi como un rayo deslumbrante, entró una chica con rapidez a la habitación. Ni si quiera me dejó darme la vuelta para verla cuando ya estaba abrazando al menor.

— Para acceder a la habitación debes de...— Intenté llamarle la atención, usualmente siempre teniamos este tipo de problemas con las visitas a nuestros pacientes.

— Lo siento mucho doctora, estaba muy preocupada por este enano.— Me dirigió la mirada. Esos grandes ojo rubís se encontraron conmigo, me quedé en algún especie de trance.

— ¡No me digas enano Onee-chan!.— Se quejó el menor.

— Desde que empezaste a crecer te haz vuelto muy imperactivo. ¿Qué te he dicho de tener cuidado al subir árboles, Kotarō?.— La pequeña mujer siguió con los regaños a su hermanito menor, comencé a quitarme la bata y guardar el botiquín solamente para darles un poco de espacio al par de hermanos. Ese niño tuvo un gran corazón sólo para escalar y salvar un gato que no podía bajar.

— Disculpe doctora, ¿en cuánto tiempo estará aquí mi hermano?.— El llamado me tomó por sorpresa, dejé caer mi gafete al suelo, me apresuré a juntarlo pero ella ya lo había hecho por mí.— Nishikino Maki... ¿Tienes 21 años?.

— ¿Uh?.— Me sorprendí por la confianza que tomó para hablarme, comencé a sentir una ligera molestia. No me agradaba la gente que hacía eso.— Si.

Respondí sin intenciones por seguir con una plática que nos hiciera relacionarnos, sobre todo por que la gente me juzgaba al tener un doctorado tan jóven y suponían que le debo todo a mi padre. ¿Cómo pueden decirle eso a alguien que lleva toda su vida preparándose para serlo?. Como sí mi esfuerzo fuese inútil y poco valorado.

— Es sorprendete, he escuchado mucho de de tí, eres una increíble doctora, tienes mi respeto.—

— ¿No vas a juzgarme?.— Aunque fuí muy brusca por actuar hostil, no era mi intención. Me acostumbré a los comentarios rutinarios.

— ¿De qué hablas?.—

— Siempre juzgan mi profesión por mi edad.—

— ¿Juzgar? Yo no haría algo así y mucho menos sí es algo que amas hacer, debes de ignorar lo comentarios que no sirven en tu vida, siempre son personas llenas de envidia que no reconocen tu esfuerzo.— Cruzó los brazos y me sonrió con seguridad.

Dios, me sorprendí tanto de escuchar algo como eso. ¿Qué no las Idols vivían de la fama y tenían todo a lo fácil?. Ella luce como si hubiera recorrido un camino lleno de sabiduría, oculte mi shock cuando me volví a colocar el gafet que me entregó. ¿¿Quién era esta "Yazawa Nico""??.

— Entonces, ¿cuántos días estará aquí Kotarō?.— Repitió la pregunta, me avergonzó un poco mi comportamiento rebelde. Debí de responderle desde el inicio como un doctor.

— Pues parece que está mucho mejor.— Miré al mencionado que estaba tranquilo en la camilla.— Mañana por la mañana podrá irse sí permanece tranquilo y toma el descanso.

— ¡Muy bien!.— Contestó con energía y se acercó a su hermano.— Regresaré en unas horas, ya que tengo grabación. Te traeré algunas frutas.—

— Muchas gracias Onee-chan.—

— ¿Es posible traerle alguna merienda doctora?.— Se acercó a mí.

— Lo permitiré sólo por tu hermano, ten cuidado al entrar.— Respondí sin pensarlo más de una vez, la chica soltó una risita y se despidió del menor, salió por la misma puerta dejandome con una sensación extraña.

— ¿Acaso le gustó mi hermana, doctora?.—

¡¿Desde cuándo los niños son tan atrevidos y honestos?! Sentí mi cara arder de la vergüenza.

— ¿G-g-gustar?.—

— Si, a todos les gusta mi hermana y es entendible, ella es una increíble persona.— Ese niño de verdad que quería mucho a su hermana, pero no tenía que ser tan sincero.

— Sólo me sorprende, nunca había conocido a una Idol así.— Y era verdad, jamás había conocido a un famoso que fuera amable y educado con la gente a mi alrededor.

— No se preocupe, no le diré que le gusta.— Se cubrió la boca e hizo una mueca de interés, sólo suspiré y jugué un poco con el cabello del menor... Estos niños.

— Si claro, gracias por no decirle.— Le seguí el juego, después de todo sólo era un niño que amaba a su hermana.— Necesito regresar a mi oficina, sí necesitas algo no dudes en llamar a las enfermeras. Regresaré a revisarte en un rato.

— Claro.— Asintió con tranquilidad, tomé la perilla de la puerta y salí al pasillo. Pero para mí grandiosa suerte ya me esperaban algunas enfermeras ahí, aquí vamos de nuevo.

— ¿Saldrá a comer doctora? Le puedo traer algo.— Una de ellas se me acercó demasiado, odiaba el contacto físico con personas ajenas a mi entorno, me alejé con educación y les dí sonrisa fingida.

— ¿Necesita café?.— La segunda intentó tomarme de la mano, pero de la misma manera la rechaze.

— Agradezco su amabilidad, pero tengo una junta ahora.— Me escabulli enmedio de las dos y entré a la mencionada sala, cerré la puerta y me senté en mi silla. Retiré mi estetoscopio, dejé mi gafet en la mesa. Sabía perfectamente que llamaba la atención de todos, aunque quisiera tener algo serio con alguien, correría el riesgo que de me mirarán sólo por mi cuenta bancaria y la herencia que tengo. Casi toda la gente de este lugar lo hacía por eso, sin siquiera conocerme como soy realmente...

Abrí los cajones y saqué los expedientes médicos que tenía que revisar o u archivar, tenía trabajo que hacer y me decidí por ocupar mi mente con eso. Acabaron pasando dos horas, si no hubiese sido por los golpes de mi puerta, seguiría estando con lo mío por más tiempo.

— ¿Si?.—

— Doctora Nishikino, soy Shion.— La voz masculina llamó al otro lado de la puerta.

— Pasa.— Le dí el permiso y solamente a él se lo daría, era el único compañero de trabajo que confiaba lo suficiente como para que se acercara a mí. El entró y tomó asiento al frente de mi escritorio.— ¿Qué tal todo?.

— Ya sabes, las cirugías de más de ocho horas son desgastantes.— Suspiró con evidente cansancio y lo entendía, aunque a mí siempre me dejaran las que eran de más de doce.— Todo salió bien, salió exitosa la operación.

— Me alegro por ti.— Lo felicité con una pequeña sonrisa, aunque quisiera ser más expresiva me costaba mucho serlo.

— Escuché que la Idol Yazawa está aquí, ¿crees que pueda hablar con ella?.— Llamó mi atención a lo que había dicho, sentí de nuevo esa molestia.

— ¿Te gusta?.— Enarque una ceja con incredulidad.

— Siempre he sido su fan, me encantaría saludarla aunque no me quejaría sí pasara algo...— Utilizó un tono de voz lleno de malicia, sabía sus intenciones.

— Como sea, no me importa. Sólo no llames la atención por aquí, ya sabes como son las enfermeras.— Seguí ordenando las carpetas.

— Esas chicas no te dejan tranquila eh, ¿hasta cuándo les darás una oportunidad?.—

— Buena pregunta, tal vez nunca.—

— ¿Por qué las rechazas tanto?.— Se cruzó de brazos, Shion ya había visto lo que llevaba trabajando aquí y siempre se dió cuenta de la cantidad de chicas que ignoraba. Aunque nunca le dije la razón.— Digo, se nota que no te gustan los hombres.

— Que gracioso Shion.— Fruncí el ceño.— Quisiera que me vieran como una persona normal y no por lo que tengo.—

— Ni si quiera las dejas conocerte bien, ¿cómo piensas encontrar alguien siendo tan apartada?.—

— Tampoco es como que tengas ganas, además... Sabes de "eso" y es casi imposible encontrar a alguien que me acepte como soy.— Dije al terminar de ordenar la última carpeta.— Ya que estoy en riesgo de que hablen de mí.

— No lo sé Maki, deberías de darle la oportunidad aunque sea a alguien.—

— ¿Quién quisiera estar con un fenómeno como yo?.— Oh demonios, aquí vamos de nuevo. Tener estás conversaciones siempre me resultaban difíciles.

— No tengo idea de cuántas veces te lo he dicho, pero eres casi una prodigio, tienes una herencia y careces de talento.— Me hizo verlo directo a los ojos.— Eres hermosa, eso sería de menos e incluso te da un plus.

— Lo dices por que me conoces desde que era una niña.— Evité sus ojos verdes, Shion me conocía desde los dieciséis. Aunque el fuese cinco años mayor que yo, sabíamos relacionarnos y nos hicimos grandes amigos. Él siempre trabajó para mi padre, agradecía que estuviera aquí.

— Nunca podré convencerte, pero tómalo en cuenta.— Se puso de pie y caminó con pesadez a la entrada.— Más que nada de un viejo de veintiséis con experiencia, querida Maki.

— Lo haré, no te preocupes.— Suspiré sin ganas de seguir hablando, Shion se despidió y salió a tomar un descanso.

Ese tipo de pláticas me hacían tener un amor-odio por mi condición. No era de expectativas altas, lo único que podía salvar es que podía tener hijos si así lo quisiera. Pero en mi corta vida, sólo llegué a relacionarme con pocas chicas. Puedo decir que dejé de ser vírgen y me usaban para experimentar, me dejaban al poco tiempo por alguien más. Así que la mayoría de mi adolescencia me la pasaba encerrada en casa, estudiando o componiendo melodías para sentirme mejor. Mis padres me propusieron ir a las terapias para hermafroditas, pero a lo único que voy es por el medicamento para regularme. Si no lo tomará, sería un maldito animal en celo. Me recargue en el respaldo de mi silla y miré el color del techo.

—. Me siento tan sola...— Susurré sin encontrar algún punto de sentido.

-Tic-Tic-Tic-

Mi reloj me indicó la hora para comer, después de eso tenía cirugía así que tomé mis cosas y salí de la oficina. Me sentí aliviada de no ver al personal de los pasillos, me dispuse a caminar por el hospital. Siempre me agradó ver el color blanco por dónde quiera, me generaba paz. Me acerqué a las máquinas expendedoras de comida rápida, casi nunca tenía tiempo para cocinar en casa, tener esto en la cafetería me salvaba de mucho. Tomé una soda y un Onigiri, me dirigí a la mesa y comencé a comer.

— Maki.—

— Hola papá.— Vi a mi padre acercándose, sonreí de inmediato. Mi felicidad siempre fueron mis padres.

— Quería avisarte que solicité a alguien más para la cirugía que tenías pendiente en unas horas.— Me dí cuenta de que sostenía la tabla de anotaciones.

— ¿Por qué papá?.— Me extrañó que se hiciera cargo de mis pendientes, usualmente lo hacía cuando había otras cirugías más complicadas. Ya estaba preparándome para ayudar doce horas seguidas...

— No haz descansado en tres días, así que tómate el día de descanso.— Se retiró sus lentes, por poco y me fulminaba con la mirada.

— No hace falta estoy bien.— Dí un sorbo a mi bebida, sinceramente no quería regresar a mi casa y verla vacía.

— Es una orden señorita Nishikino, tómate un baño y duerme.— Me dió un golpecito con la tabla, por poco y tiró mi soda.

— ¡O-oye!.— Me molesté un poco, pero tenía razón. Incluso Shion me dió un sermón en la mañana por eso.

— Nada de peros, Maki. Ya hablé con tu madre y dijo lo mismo, te llamaré después.— Dió la vuelta y se marchó indignado. ¡¡Yo debería ser la indignada!! Antes de si quiera volver a darle una mordida a mi comida escuché voces femeninas... Risas...

Giré mi rostro y varias enfermeras reían, seguramente vieron el regaño de mi padre. ¿Habrá otro rumor de que mi padre me consiente?.

Me molesté por lo irónicas que eran sus miradas. Le dí un apretón a la lata, me sentía mal emocionalmente para seguir con esto.

— Doctora.—

— ¿Ahora qué quieren?.— Estaba más que cansada y harta, pero de nuevo mi suerte. Como amaba mi suerte, de verdad...— ¡Y-yazawa-san!.

— ¿Acaso la hicieron enojar doctora?.— Me preguntó con sarcasmo, sostenía una lonchera con las meriendas de su hermano. Solté un suspiro que salió directo de mi alma.

— Lo siento mucho, hoy no es mi día.— Dios, por favor ten piedad de mi por una vez en la vida.

— ¿Eso es lo único que vas a comer?.— Hizo referencia a mi comida. Un Onigiri a medio morder y media lata de soda.

— Si, ¿por qué?.— Presté atención a la pequeña mujer que me miraba molesta. Vestía ropas bastante bonitas y traía el cabello suelto, le daba un toque más juvenil. Tal vez era por que estaba grabando para algún show, eso le dijo a su hermano antes de irse.

— ¿Me estás escuchando?.— Regresé a mi mundo actual, me perdí al mirarla tanto. Tenía algo en especial esa chica, esa sensación extraña no se iba.

— ¿Hmm?.— Me puse de pie, incluso su estatura baja. ¿Qué edad tendría?.

— Te traje comida.— Me dió un bento que se mantenía caliente. Lo tomé sin dudarlo, mi cerebro no estaba procesando lo que sucedía.

— G-gracias... No sé si debería aceptar esto.— Dudé en quedarmelo, era la primera vez que me traían algo así.

— Tómalo como agradecimiento por atender a Kotarō.— Me sonrió con sinceridad, su brillo de idol me estaba encadilando. Es demasiado para una doctora desvelada y amargado como yo.

— D-de verdad Yazawa-san, estoy bien.— Intenté regresarlo.

— Tienes que comer bien y no esa comida chatarra.—

— Esa es mi comida de siempre y estoy bien.— Le reproché.

— Pues no te miras tan bien, doctora. Ustedes los doctores suelen descuidarse mucho.—

— Grácias por preocuparte. ¿Supongo?.— Dije con sarcasmo.

— Gracias por aceptarlo doctora, que lo disfrutes.— Dió la vuelta dispuesta a irse.

— Oye, Yazawa-san.— Le detuve. Ni sí quiera tenía intenciones de querer hablarle. ¿Por qué lo hice?.

— ¿Si?.— Se dió la vuelta para verme.

— ¿Qué edad tienes?.—

— Veintitrés.— Me respondió, pero si lucía como alguien mucho más jóven. Abrí mis ojos con sorpresa y no le dije nada.— Lo sé, la gran Idol Nico se mantiene llena de juventud y belleza, no hay nadie como yo.

— ¿Y esa arrogancia?.— Hice una mueca de disgusto.

— ¡Deberías de agradecerme por cocinarte!.— Me respondió molesta. ¿Esa enana era mayor que yo?.— Da igual, tienes suerte de que yo te prepará algo.

— No te lo pedí.— Bufé sin interés.

— ¿Ah si?.— Se acercó con evidente enojo. No fuí consciente de mi actitud tan hostil cuando ella llegó, pero tener su atención me hacía sentir... ¿Rara?.

— Está bien, gracias por la comida.— Entendí que ya no era una niña para seguir peleando con extraños.

— ¿Ves?. Nada te cuesta ser educada.—

— Lo que digas...— Rechine mis dientes, tengo que guardar la calma.

— Iré con Kotarō.— Regresó a su camino y se alejó de mi. La perdí de vista después de algunos minutos. Abrí la pequeña caja que seguía caliente. ¿Comida con figuritas de conejos?? Si que era una niña.

(Pov normal)

La introvertida doctora degustaba del bento que la Idol le había traído al trabajo, aunque estuvo comiéndolo con cautela y sin llamar la atención ya que por el simple hecho de que alguien le hubiese llevado la comida ahí mismo podía dar de qué hablar entre todas las enfermeras que rondarán por el hospital. Limpió la mesa y sonrió tímidamente, ya hacía mucho que no comía algo tan cálido y placentero desde que comenzó sus tres días seguidos sin parar. Por ahora tenía la orden de ir por sus cosas y despedirse de su último paciente para irse a casa, también debía tener su registro en el hospital, terminó de hacerlo y se dirigió a la habitación del menor.

— ¿Puedo pasar?.— La doctora preguntó tímidamente desde el otro lado de la puerta.

— Claro.— El par de hermanos aceptaron tranquilos. Maki decidió por entrar y encontrarse con una escena que le sorprendió totalmente, el menor sostenía entre sus brazos un conejo de felpa color blanco con una sonrisa. La yazawa miraba con ternura a su pequeño hermano.

— ¿Viene a revisar a Kōtaro?.— La pelinegra se dió cuenta del trance en que se quedó la recién llegada y la cual no quitaba su cara llena de sorpresa pero al escucharla, sólo tosió un poco para pasar desapercibida.

— Uhm.. No.— Se removió un poco en su lugar.— En realidad vengo a despedirme.

— ¿Ya no regresará al hospital?.— Kotarō reaccionó al instante con tristeza, mientras que su hermana mayor esperaba paciente lo que diría la doctora a continuación.

— No, no. Es sólo que hoy tomaré el descanso completo y regresaré mañana por la mañana.— Maki caminó con lentitud y le mostró un caramelo al extender la palma de su mano frente al niño.— Quería despedirme, aquí tienes. Eres uno de los pocos niños que no me han dado problemas por estar aquí.

— ¡Muchas gracias!.— Lo tomó con educación y una gran sonrisa.

— Kotarō es un niño muy tranquilo, me sorprende que se haya subido a un árbol sólo para bajar a un gatito y que no haya pedido ayuda.— La mayor se burló entre risas.

— Ya te dijo que tengo doce años Onee-chan.— Se avergonzó ante las palabras de su hermana.

— Supongo que todos los niños hacen ese tipo de cosas a su edad,Yazawa-san.— Llamó a la pelinegra que se encontraba sentada a lado del menor, ambas hicieron un intenso contacto visual.

— ¿También hacías ese tipo de cosas?.— Nico le preguntó con obvio interés, incluso Kotarō prestó atención.

La doctora intentó recordarlo, pero la melodía de llamada que provenía de su teléfono celular la interrumpió, se asustó al ver que era su papá. Les hizo una seña a los Yazawa de que necesitaba responder.

— Maki.—

— D-dime, papá.— La pelirroja temió lo peor.

— Más te vale que no sigas en el hospital, pasaré a suplirte en unos minutos.— Le dijo con molestia, pues sabía que su hija muy difícilmente acataba ese tipo de órdenes.

— Ya estoy saliendo papá.— Contestó automáticamente, agradeció que estaba en el balcón de la habitación. Si no fuera el caso, muy probablemente los hermanos Yazawa estarían riendose.

— Confío en ti Maki, me preocupas. Porfavor descansa.— Se despidió con prisa y colgó inmediatamente la llamada.

— También te quiero papá...— Susurró cansada y se adentró a la habitación.

— ¿Acaso fué su novio?.— El menor no tenía miedo de preguntar lo que fuera, las dos mujeres se exaltaron por tal pregunta.

— Kotarō por el amor de dios...— La yazawa lo regañó con la mirada, el pelinegro empezó a reirse con nervios.

— Era mi padre, quiere que ya me vaya a descansar, pero mí profesión me impide tener pareja.— La doctora suspiró con decepción y terminó por quitarse la bata.—

— Que aburrida doctora. — El tipo de tono de voz captó a la pelirroja que se giró por lo dicho.— Luces como si no salieses de casa ni para ir de compras.

Maki entendió la indirecta de lo solitaria que lucía, pero no tenía nada que decir al respecto pues era más que verdad y no podía negarlo. Simplemente subió levemente sus hombros dando a entender que no le importaba ya.

— ¿Me creerás si te digo que sólo tengo un compañero de trabajo que es algo así como un "amigo?.— La doctora Nishikino cargaba su bata en su ante brazo y en la otra mano su bolso. No tardaba en irse, pero al menos debía despedirse como era correcto.

— ¿Entonces no me equivoqué?.—

— ¡Onee-chan, no seas grosera!.— El pequeño Kotarō le dió un golpecito a su hermana con el peluche de felpa. Nico se limitó a reír, la doctora hizo lo mismo.

— Uh, ahora que recuerdo.— En los orbes violetas parecían haberse encendido una pequeña luz brillante al recordar lo que le había dicho Shion.— Ese amigo quiere salir contigo, pero no creo que pueda pedirte tu número ya que es algo tímido. ¿Está bien sí te lo pido yo a ti?.

La pelinegra enarco una ceja incrédula, incluso lo dudó unos segundos. Estaba apunto de sacar su teléfono celular pero la Nishikino se movió repentinamente.

— ¡M-mañana podrías dármelo!. Tengo que irme o mi padre me matará.— Se apresuró a tomar la perilla de la puerta.— Nos vemos despues. Descansa Kotarō.

— ¡A-dios Doctora!.— El menor hizo un saludo de despedida con una sonrisa. Nico miró como la apurada doctora abrió y cerró la puerta como si fuese un relámpago de lo rápida que fué. Suspiró guardando su teléfono para recargarse en el respaldo de su asiento.

— Esa doctora sí que necesita una amiga.— Comentó sin darse cuenta de que su hermano la miraba con malicia.

— Onee-chan debería regalarle una sonrisa como lo hace con todos los demás.—

— Espero algún día hacerlo, aunque luce muy retraída.— Cruzó sus brazos sin esperar más.

— Sería algo divertido.— Reía lleno de felicidad.— ¿Te quedarás aquí? ¿No irás a casa con mamá y las demás?.

— No planeó dejarte solo, me quedaré aquí contigo y pediré unas mantas para dormír.—

— Eso suena a pijamada.— Sus ojos brillaron de emoción.

— Ya escuchaste a la amargada doctora, tienes que descansar para ir a casa.— Sonrió y levantó el dedo índice para indicarle que era un "No" rotundo.

— Estoy feliz de que ella me atendiera, parece ser una buena persona.— El menor se quedó mirando el caramelo que sostenía en su mano lleno de felicidad, esa pequeña acción llamó por mucho la atención de la pelinegra que recordó como la doctora se acercó y se lo dió. Cruzó sus piernas y recargó el peso de su cuerpo en su codo, posando su barbilla en la palma de su mano, casi parecido a una pose de "pensamiento".

— Eso me sorprendió por completo.— Balbuceó mientras seguía mirando aquél caramelo.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

— ¡Por favor Shion! Acelera.—

— ¡C-cálmate Maki!.— El pobre hombre se apresuró a sacar sus llaves con inquietud, ambos doctores se encontraban dentro del auto. Y todo ese lío comenzó por cierta pelirroja que quería evitar a su padre a toda costa.— Si sólo le hubieses hecho caso a tu padre, no estarías así.

Los nervios de Maki se relajaron al ver que ya estaba a metros del hospital y que no había visto señal de su querido padre, suspiró aliviada.

— Me atrasé por pedirle el número a Yazawa-san para ti.— Confesó con sinceridad.

— ¿D-de verdad se lo pediste?.— Shion se sonrojó, pero mantenía la vista en el camino.— M-maki.

— Si, pero no lo obtuve por que salí a prisas.—

— Maki, no tenías que hacerlo.—

— Tenía que hacerlo —

— De verdad no tenías que hacerlo, mañana me iré de intercambio a Alemania.—

— Pues es que querías saludarla y como eres su fan pensé... Espera.— La pelirroja abrió sus ojos con sorpresa y detuvo su mirada en el hombre mayor de ojos verdes y cabello blanco.— ¡¿Por qué no me dijiste antes?!.

— P-por que me acaban de dar la noticia, ya había solicitado mi cambio pero no me habían dado respuesta desde hace semanas...— Confesó tranquilamente.

— Oficialmente soy la amargada doctora solitaria del hospital.—

— Oh vamos Maki, no te pongas así. Sabías que me iría tarde o temprano.—

— Tienes razón, pero es que sólo tu tienes la razón para hablar conmigo y no como toda la gente del hospital que siempre dicen que todo se lo debo a mi papá.— Se quejó con obvias razones, ya que la única persona que se acercó con buenas intenciones fué Shion, su único amigo del lugar.

— Y yo te he dicho siempre que la gente va a hablar de uno por lo más mínimo que hagas, tienes que salir de tu zona de confort y disfrutar más de tu juventud.—

— Es difícil.—

— Yo lo estoy haciendo y mírame. Elegí buscar mi felicidad sin importar lo que dirán los demás, piénsalo un poco "señorita que vive preocupada por todo".— El doctor intentaba disminuir el tenso ambiente.— ¿Por qué no puedes dejar de sobre exigirte un poco?.

— Tampoco es como que pueda hacer mucho, soy la futura hedereda del honorable hospital Nishikino, nací para estar ahí.—

— Tienes tan sólo veintiun años, sales de la universidad y vas a ayudar a tu padre todos los días.— Suspiró, ya estaba acostumbrado de ver como la menor se esforzaba demasiado por cosas muy mínimas y tenía que hacerle entender.— Ni sí quiera te he visto hacer los recitales de piano que tanto te gustaban, tú lo haz dicho. Naciste para estar ahí, pero ¿no crees que estás viviendo la vida de un viejo de cuarenta años?.

Y sí, tales palabras hicieron conectar todo en la mente de la jóven doctora que no tenía idea de lo que se trataba una salida de amigos y que había olvidado la sensación de tocar el piano frente a multitudes de personas. Giró levemente avergonzada su mirada al otro lado de la calle.

— Como sea...— Susurró sin ganas de seguir hablando.

— Te aprecio mucho Maki, eres como una hermana menor. Debes de preocuparte más por tí que por tus padres tan sólo una vez... Tal vez ir a las terapias te ayudaría.— Shion miró el rostro apagado de la menor, sabía que Maki muy probablemente estaba aguantando las ganas de llorar. Haría lo posible por aclararle la vista sí se necesitaba aunque estuviera a punto de irse.— Hemos llegado.

El automóvil se estacionó en la mansión Nishikino, donde vivía Maki junto a sus padres. La doctora bajó con pesadez, Shion no esperaba ni si quiera un saludo de despedida ya que lo entendía todo. Nunca se imaginó que la menor lo llamará y se asomará por la ventana.

— Tienes razón, no sé que estoy haciendo con mi vida. Puede parecer que lo tengo todo... Pero no tengo nada.— Sus preciados orbes violetas se nublaron, Shion dudó en querer decirle algo pero fué interrumpido.— Aunque eso no significa que sea el fin, iré a las terapias. ¿Ok?.

El ojiverde sonrió satisfecho, le había costado algunos años intentar cambiar los pensamientos de Maki, pero no era su responsabilidad cambiarle el rumbo de lo que haría. Al fin sabía que tenía que buscar su felicidad.

— Entonces, te veré tal vez en algunos meses y hablaremos de ello. No dudes en llamarme si necesitas algo.— Le regaló una sonrisa llena de orgullo por ver la actitud poco positiva de la Nishikino quien devolvió el gesto de la misma manera.— Nos vemos, cuídate mucho.

— Que tengas un buen viaje, cuídate Shion.— Maki se alejó del automóvil y se despidió levantando la palma de su mano, miró como el mencionado hombre se retiró del lugar con lentitud, como si no quisiera dejarla ahí sola. Maki se quedó afuera la mansión sin ganas de entrar, claramente esos tres días sin parar la hacían sentir diferente al rededor de su entorno. Sostuvo con un poco de fuerza su bolso y se encaminó a dentro de su vacío lugar.

— Buenas tardes Nishikino-sama.— El guardia la saludó y le dió paso a la jardinera principal, Maki se limitó a responder educadamente y pasar por las puertas de su grande mansión. Siendo recibida por varias mucamas en el pasillo principal, dejó sus cosas y pidió al personal que también tomarán el día. Ya que se sentía mucho más tranquila sin nadie ahí.

Pasó a su habitación para prepararse un buen baño, poco a poco comenzó a desvestirse, pero su mirada se topó con un espejo que estaba casi afuera de la entrada de su baño. Contempló su delgada pero levemente remarcada figura y aquél órgano que la diferenciaba de las demás chicas, soltó la liga de su cabello dejándo caer la melena rojiza entre sus hombros luciendo unos cuantos mechones a la altura de sus clavículas. Pasó su mano por su cabello haciéndolo hacia atrás y bajó esa misma mano por su abdomen hasta llegar a su zona de placer.

— T-tal vez... Necesite hacerlo...— Usó la otra mano para apoyarla en un buró y así recargar su peso mientras tomaba su polla desde la base, dándole ligeras caricias de arriba hacia abajo. Se limitó a cerrar fuertemente los ojos para tratar de controlar sus gemidos por el placer que le recorría por el abdomen, sus mejillas tomaron color de inmediato y su cuerpo comenzó a calentarse, casi olvidando que se encontraba desnuda por completo.

Su mundo se apagó al escuchar el abrir de su puerta y un sonido de sorpresa que provenía en esa dirección, tapó con sus dos manos la erección que tenía, dándose cuenta de que una de las mucamas había entrado y miraba con sorpresa a la menor.

— S-sakura-san... Debiste de haber...— Pero Maki se sorprendió más al ver que la mucama cerraba la puerta, tuvo miedo de tal vez ser amanezada por lo que había visto.— Por favor no digas nada.

— Nishikino-sama, nadie le dirá nada a nadie.— La jóven mujer de veinticinco años se puso de rodillas, acercando su rostro a las manos de la menor que seguían cubriendo esa "parte". Todos en la mansión sabían de la condición de la hedereda del hospital, después de todo era gente de confianza que no se tomó a mal tal revelación, al contrario. La apoyaban como un ser amado lo haría. Pero regresando al presente, la menor comenzó a temblar ligeramente ya que no podía creer lo que estaba viendo.

Discúlpame de verdad, debí de ser más discreta. Porfavor ve a casa a descansar.— Maki se esforzaba por sonar racional, pero ver la cara de la jóven mujer de ojos rosas y cabello negro la ponian débil e incluso sentía la caliente respiración golpear en sus manos. Su mente comenzaba a divagar.

— Déjeme hacerla sentir bien Nishikino-sama, sé que lo necesita.— Dijo con un tono lleno de picardía, Maki perdió la cabeza al sentir algo resbaloso entre sus dedos. La mucama estaba lamiendo sus manos con toda la intención de no parar.

— B-bien...— Terminó por acceder y apartar sus manos con vergüenza, hacía bastante tiempo que no tenía sexo y su cordura acabó al sentir su miembro deslizarse en la calidad boca de la mujer que se había quitado la cofia de su uniforme. La experimentada mucama ya tenía la mira en la menor y Maki era consciente de eso, pero su posición jamás la dejó actuar, mucho menos Maki le faltaría el respeto al personal de su mansión como para relacionarse con ella sólo así. Aunque eso terminó por dejarle de importar por lo que estaba sintiendo. La masturbación acompañada de una escasa velocidad desde la punta hasta la base y las lamidas con suaves succiones en la cabeza del miembro de la pelirroja le hacían temblar las piernas, inconscientemente colocó sus manos en la cabeza de la mucama y comenzó a mover con lentitud sus caderas para no lastimarlar.

— ¿Se siente bien? Nishikino-sama...— Preguntó con un escaso gemido gultural, la pelinegra se sentía más que excitada al ver a Maki respirar pesadamente y observar como su abdomen bajaba y subía a la vez descontroladamente.

— S-si... Sakura...— Soltó con una voz rasposa y pesada, sus orbes violetas se profundizaron por lo caliente que se sentía. La mucama siguió con lo suyo por un par de minutos más, incluso lo hizo más rápido para conseguir que la Nishikino ayaculara.— Si lo haces tan rápido...

—¿Hmmg?.— Ignoró por completo las palabras de Maki, provocando que la menor se agitará un poco más y adentrará más su polla hasta que sintió que dejó salir todo en la boca de la mayor, por la rudeza terminó por salir rápido y cayendo con suavidad al piso,se sostuvo un poco con sus codos, reaccionó al ver que Sakura se había tragado su semen de un solo trago eso hizo que su corazón latiera intensamente y que su miembro siguiera igual de duro a como estaba antes.

— Sakura-san... Gracias.— Suspiró aliviada aunque el golpe de calor la hizo sudar, pero un peso en su regazo la hizo regresar de estar controlando su agitada respiración. — ¿Q-q-que vas a hacer?.

— Algo mucho mejor.— Elevó su mirada por unos segundos haciendo un contacto visual con la pelirroja que le erizó la piel, Sakura lucía deseosa de Maki. Bajó lo suficientemente sus bragas como para introducir el miembro de la jóven doctora en su centro, logrando empujarlo por completo al dejarse caer totalmente. La unión de ambas partes fué tapada por el vestido de la mucama. Las dos mujeres gimieron al unisono por el pequeño movimiento.

— ¿Tanto deseabas esto?.— La pelirroja disfrutaba de la vista que tenía, pues la mujer apoyaba sus manos en el abdomen de la menor con debilidad aunque ella misma estuviese estaba en las mismas condiciones.

— Demasiado... Y parece que usted también, Nishikino-sama.— La mucama se acercó para darle un profundo beso tomándola con ambas manos del rostro, al final se separaron con los rostros ruborizados y una línea de saliva que era prueba del apasionado beso.

— Sólo dime Maki por ahora.— Ordenó con una voz clara y fuerte, el interior de Sakura hormigueo por esa reacción. Siempre había visto a Maki como una niña tranquila e inocente, pero en ámbitos sexuales parecía ser todo lo contrario.—

— E-está bien... Maki.— Sonrió con picardía, la menor le gustaba cada vez más. Aunque su amor era claramente imposible, no se iba a detener en aquél encuentro. Regresó sus manos a su abdomen y comenzó a dar ligeros movimientos de arriba hacia abajo con lentitud, inclinándose un poco. Por otra parte Maki sentía las ondas de placer recorrer desde los dedos de sus pies hasta el vientre. Su polla se sentía tan apretada y cálida que quería verla ella misma, pero el vestido le impedía esa vista. Colocó sus manos por debajo de la prenda tocando los muslos de la mucama y les dió un suave apretón, ansiaba por tener el control en otra posición aunque no le disgustaba ver como Sakura gemía cada que bajaba y subía de su falo, la mayor se sorprendía por el gran tamaño de Maki, muy probablemente terminaría adolorida al siguiente día, pero eso era lo de menos.

La pelirroja se cansó de estar acostada así que trató de sentarse incluso aunque la mucama estuviese arriba de ella, la atrapó con un húmedo beso para tomarla de sorpresa y terminar con ella en una posición entre sus piernas, dejándola por completo en el suelo. Sin si quiera dejar salir su miembro.

— Discúlpame, a mí me encanta tener el control en esto.— Dijo al terminar el segundo beso.

— Jamás imaginé que la apreciada señorita Maki fuese así de dominan.. ¡Ah!.— Antes de poder terminar con sus palabras, la Nishikino ya había comenzado a moverse con fuerza.— P-por favor... Más suave.

Una sonrisa llena de poder y satisfacción iluminó el rostro de la doctora, claramente eso significaba todo lo contrario, pues lo decía con total perversión. Apoyó sus manos a lado de los costados de Sakura, sintió que su espalda era arañada desde sus hombros hasta su espalda baja, una sensación que adoraba la menor. Aceleró sus movimientos y la rudeza, Maki sabía en dónde chocar para conseguír el punto de placer en una mujer. La mucama cubrió su boca para contener sus gemidos, claro acto que la Nishikino impidió.

— No tienes que preocuparte, ya todos salieron de la mansión y mis padres regresan hasta mañana.— Le susurró al oído acompañado de un aliento caliente, Sakura se estremeció y siguió aferrándose al cuerpo de Maki como sí su vida dependiera de ello. No tenía idea de que la pequeña hija de los Nishikino terminaría por dejarle en claro que tan buena era haciéndolo.

.

.

.

.

.

.

.

.

La jóven doctora comenzó a abrir sus ojos poco a poco con continuos parpadeos. Sintiéndose gratamente ligera y sin el mal humor que había cargado por semanas. Para su sorpresa estaba sola y desnuda en su amplia cama. Se sentía más que adormecida, encontró un vaso de agua con hielos y una nota con el nombre "Sakura".

Agarró el vaso y se tomó el agua de un sólo golpe, la sed la había hecho despertarse así que se propuso a leer el mensaje en la nota.

"Discúlpeme por haberme ido sin decirle nada Nishikino-sama, le dejé un cambio de ropa limpio para que pueda bañarse y descansar."

— Gracias Sakura-san.— Susurró con claro cansancio.

.

.

.

.

.

.

Les dejó algunas aclaraciones por que siento un poco la necesidad de hacerlo.

1. La personalidad de Kotarō.-

Sé que su personalidad es totalmente tranquila y para nada inquieto y expresivo, pero venga. El chamaco aquí tiene doce y está viviendo con Nico que claramente es feliz por lo que hace y ama hacerlo. Así que esa felicidad se refleja en un sano crecimiento en dónde no le falta nada y sigue estando pequeño, por lo que puede ser el consentido de su familia 3.

2. Maki es doctora a los veintiuno.

Suena descabellado que apenas en unos cuántos años de universidad Maki ya sea doctora en el hospital. Pero es decisión de ella por que le encanta exigirse para no sentir que tiene todo a lo fácil, los prácticantes de medicina pueden ganar experiencia trabajando en este tipo de servicios que no son tan complicados, pero aquí nuestra gruñona pelirroja lleva toda su vida preparándose por lo cual no es de desconfiar de su habilidad en la medicina.

Nada más son esos dos puntos que tal vez no tengan importancia pero puede que alguien se lo pregunte:D.

Bueno, esta será la novela de Maki. Será una novela corta pero de bastante lectura por como pueden ver lo largo del capítulo. Un buen comienzo para mi segundo shipp fav.

Y no odien a Maki por meterse con la mucama. xD

¡Última cosa! Sean pacientes con esta historia, ya que necesito terminar "Kanjō No Umi" para que pueda darle más fluidez y sea constante las actualizaciones. Por ahora dejaré su primer parte y ¡espero actualizarla pronto! .