Para siempre
El sonido de algo cayendo en la cocina hizo que Loid abandonara el descifrado de un código y se precipitara hacia allí. Anya no estaba en casa debido a la universidad y el viejo Bond dormitaba a sus pies, por lo que la única persona capaz de causar tal estruendo era su esposa.
Al llegar, encontró la tabla de cortar esparcida en el suelo junto a varias verduras y vio a su esposa con las manos bajo el agua. En un instante, comprendió exactamente lo que había sucedido.
—Oh, Yor —exclamó Loid. Las intenciones de su esposa eran tan claras para él que no pudo evitar sentir una oleada de emoción—. No tienes que esforzarte tanto, descansa un poco.
Se acercó a ella y cerró el grifo para examinar su herida. Un suspiro de alivio escapó de sus labios al darse cuenta de que era solo un corte en su dedo índice.
—Lo siento, Loid —dijo Yor, avergonzada. Su mirada se dirigió a la herida que volvía a sangrar—. Estaba pensando en la última misión y en cómo fallé.
—El jefe McMahon te dijo que dejaras de culparte. No podíamos saber que nos superaban en número —le recordó él, alcanzando una servilleta de papel para envolver su dedo lastimado—. Ve al sofá y descansa ahí. Iré por el botiquín.
Yor asintió y siguió a su esposo, aunque en lugar de dirigirse al botiquín, se encaminó hacia el sofá en la sala de estar y suspiró, perdida en sus pensamientos. Cumplir cincuenta años y seguir siendo una asesina parecía sencillo, pero la noche anterior la realidad la había golpeado con la presencia de muchos maleantes, una cantidad que incluso Thorn Princess no había anticipado.
De no ser por la repentina presencia de Twilight, el legendario espía que cada vez aparecía con menos frecuencia en Ostania, la situación habría terminado mal.
El resultado fue un trabajo bien hecho, pero Thorn Princess sintió su cuerpo adolorido y recibió una orden estricta del jefe McMahon, quien dirigía The Garden desde el fallecimiento de The Shopkeeper, de abstenerse de cualquier asignación por un largo tiempo. Con la presencia de Twilight durante la declaración, era evidente que ella obedecería. Sin embargo, Yor intuía que había algo más que su jefe no le había revelado, pero comprendía: él quería que se retirara.
Durante su adolescencia y sus primeros trabajos al servicio de The Garden, Yor nunca había contemplado la posibilidad de la jubilación. Su fallecido jefe había explicado que seguiría defendiendo el mundo hasta caer en batalla, como el destino más noble para ella. Morir en servicio de algo tan noble como la paz le parecía justo.
La situación cambió cuando se unió a la familia Forger. Las prioridades y la razón para luchar se transformaron en algo más que proteger la vida de Yuri; se centraron en Loid, Anya y Bond. Decidió renunciar a una vida tranquila, comprometiéndose a seguir ensuciándose las manos por ellos, sabiendo que su esposo estaría de acuerdo.
La fuerza de Thorn Princess residía en su familia y seguía siendo así incluso en ese momento, pero comenzaba a comprender que tal vez ya podía luchar desde un lugar que no pusiera en peligro su vida.
Absorta en esos pensamientos, no se dio cuenta de que su esposo había regresado con el botiquín y la miraba con preocupación.
—¿Todavía pensando en la comida? —preguntó Loid, intentando adivinar. Su mirada se posó en la herida de Yor mientras comenzaba a limpiarla—. No te preocupes por el estofado sureño de hoy, podemos ir a buscar comida a la tienda de la esquina.
—¿Estofado? —exclamó Yor, antes de darse cuenta de que Loid pensaba que seguía pensando en eso—. No estaba pensando en la comida. Estaba…
Loid arqueó las cejas al notar la expresión algo decaída de su esposa. Por lo general, sus estados de ánimo bajos no eran tan frecuentes como durante los primeros años de matrimonio, así que verla en ese estado era un evento inusual.
—¿Hay algo que quieras decirme? —insistió.
—¿Qué te parecería tener estofado sureño para siempre? —le preguntó a Loid. Ante su mirada confundida, Yor lo interrumpió y continuó—: Me refiero a cocinarte todos los días y a cualquier hora. Sin más trabajos adicionales ni incidentes.
La primera reacción de Loid fue de confusión ante la propuesta de Yor, pero luego de captar su mensaje, soltó una pequeña risa. La vida de un espía lo había acostumbrado a no pensar en términos de permanencia. Su trabajo no lo ataba a nada y todo tenía una fecha de caducidad.
Hasta antes de la operación Strix, eso era así. Después, Loid Forger se convirtió en su nombre permanente, el que llevaría para siempre junto a la mujer llamada Yor Forger.
—Creo que es una idea maravillosa, Thorn Princess —apoyó rotundamente.
Nota de la autora: ¿Actualización sorpresa? ¡Claro! No esperaba escribir esta historia, pero algo me inspiró para hacerlo y acá está.
Ciao.
