Al día siguiente los varones se despertaron temprano para prepararle el desayuno a las hermosas jóvenes, querían impresionarlas con sus cualidades culinarias, él que no estaba del todo convencido era Archie porque no quería ensuciarse las manos, por lo tanto le asignaron que preparara café, jugo de naranja y agua de pepino con limón, el rubio cenizo por hacerlo de mala gana agregó mucho café a la cafetera dejándolo cargado y en el jugo no se dio cuenta de que una naranja se estaba comenzando a podrir, en consecuencia no quedó con sabor agradable. Albert hizo tortilla española, hot cakes y cecina con guacamole, Stear se encargó de picar frutas tropicales y como era creativo hizo flores y bolitas para decorar una sandía y un melón. Pusieron la mesa como los turcos, colocando toda la comida y bebidas sobre ella, Albert, fue a despertar a las muchachas, pero Annie y Paty también habían madrugado para maquillarse y no dejarse ver en pijamas, al contrario de Candy, quien en su papel de indiferente ante Albert no puso la alarma y tenía los ojos como mapache por el maquillaje de la noche anterior. Después de decirles a Annie y Paty que bajaran, entró para darle los buenos días a Candy, la vio acostada boca abajo, abrazando una almohada. Él solía levantarse temprano, a esa hora de la mañana ya estaba listo para irse al trabajo, a veces no desayunaba con tal de llegar temprano al corporativo. Estaba indeciso si despertarla o dejarla dormir hasta la hora que ella quisiera, pero pensó que se enfriaría el desayuno y no le iba a gustar, tanto empeño que puso, sería en vano, por lo que se sentó en la cama, la contempló un minuto, se vio tentado en tomarle una foto con su celular, o cortarle un mechón pero desistió de ese impulso, lo que no pudo resistir fue acercarse para oler su cabello, cerró los ojos en señal de éxtasis, los demás jóvenes en el comedor ya se habían impacientado porque su tío no bajaba con Candy, ya tenían hambre por lo que Archie comenzó a dar de gritos para apurarlo, Albert regresó a la realidad, movió un poco a Candy quien parecía que estaba muerta, porque tenía el sueño pesado, como no tuvo éxito, le hizo cosquillas en los pies. Candy despertó sobresaltada y lo vio sonriente sentado junto a ella.
―Buenos días Candy, te vine a avisar de que ya está listo el desayuno.
―¿Qué hora es?
―Las 8 de la mañana
―Ni en vacaciones puedo levantarme tarde.
―Tienes razón, no debí madrugar tanto, pero quiero que aprovechemos el día para ir a ver a la vaquita marina, es tan bonita como un delfín.
―Suena interesante, pero como nos dormimos tarde anoche tengo demasiado sueño.
―El café que hizo Archie terminará de despertarte.
―Se me antoja el café, me han aconsejado que tome té, pero no me gusta.
―Yo igual prefiero el café, vamos apúrate antes de que se enfríe el desayuno.
Candy se destapó completamente y estaba con un conjunto de pijama de short con top de tirantes en satén color rosa pastel.
― ¡Qué hermosa estás Candy!
―¿Perdón?
―Digo, que hermosa mañana Candy.
Candy se levantó y fue a lavarse la cara, Albert la siguió con la mirada, le gustó verla en ese short, ella al entrar al sanitario, se vio en el espejo que era un desastre. Pensó: ― ¡Oh no, me veo terrible! De seguro Albert ya se arrepintió de pedirme que sea su novia. Se lavó la cara, y trató de quitarse lo negro que tenía en el contorno de sus ojos. Salió y se puso encima una bata que hacía juego con el conjunto de pijama, igual se puso las pantuflas.
―Vamos a desayunar, ya estoy lista.
―Es increíble, lo hermosa que te ves.
Albert primero pensó que se pondría una ropa adecuada para salir al comedor, pero al no verle las intenciones de hacerlo le ofreció su brazo para que bajaran juntos, ella se apoyó en él, sabía que Albert quería mostrar su masculinidad siendo caballeroso y ella le mostraría su femineidad al hacerle sentir que lo necesitaba. Sus amigas se quedaron atónitas al verla en fachas a su parecer.
―Necesito café para despertar.
―Yo te lo sirvo Candy ―Se ofreció Albert.
―No quisiera causarte molestias, pero si insistes en servirlo, me gusta con leche y 1 cucharadita de azúcar.
―Para nada me molesta, quiero que te sientas como una reina.
―No por favor, no quiero que me mal acostumbren.
―Así te consentiré siempre, hasta más, cuando seas mi esposa.
Cruzaron las miradas entre ellos, Candy se ruborizó y miró hacia otro lado. Archie y Stear hicieron muecas al ver a su tío tan atento, ellos desaprobaban comportarse demasiado amables, porque pensaban hacerlo hasta que formalizaran el noviazgo, si se daba el caso. Paty y Annie se sirvieron el jugo de naranja, al tomar un sorbo, sintieron el impulso de tirarlo, pero les dio pena. Candy se tomó el café, lo sintió muy amargo, pero comentó que así estaba bien para que se le quitara el sueño.
―Candy puedes servirte lo que quieras, o bien, si gustas, dime que se te antoja y la cantidad para que te lo ponga en el plato.
―Que delicioso se ve todo, yo me serviré Albert.
Candy puso un poco del jugo de naranja en el vaso, al probarlo no lo sintió delicioso, por tal motivo optó por servirse agua de pepino. Albert tomó el vaso que dejó Candy, lo probó y miró molesto a Archie, este se dio cuenta de que su tío se enojó y encogió los hombros.
―Yo preparé el desayuno, Stear picó toda la fruta y Archie se encargó de las bebidas ―comentó Albert, para que supieran a quien debían lo feo del jugo de naranja y el café.
―Yo le dije a mi tío que trajéramos con nosotros a una de las cocineras de la casa, pero se entercó en que nosotros íbamos a cocinar, porque según él no quiere una espía de nuestra tía Elroy.
―Pero si no estamos haciendo nada malo ―expresó Paty, a quien no le gustaba cocinar, pensaba que luego les tocaría a ellas hacerlo.
―No se preocupen chamacas, son nuestras invitadas, queremos que disfruten su estancia con nosotros ―solicitaré al mayordomo que consiga a alguien que nos apoye en la cocina esta semana ―dijo Archie para que su tío no tuviera la oportunidad de dejarlo mal ante las jóvenes por segunda vez.
Albert respiró profundo, sabía que con Archie no se podía contar. Al terminar el desayuno, tuvieron que esperar a que Candy se vistiera adecuadamente para salir a pasear, Albert miraba a cada rato el reloj, pero le tuvo paciencia, si hubiera sido cualquier otro lo dejaría sin pensarlo dos veces. Aprovechó para llamarle la atención a Archie por echar a perder el jugo y el café, le dijo que su castigo sería disminuirle por un mes sus utilidades.
Candy por fin salió, se veía radiante, con su bermuda, una playera entallada y un sombrero para protegerse del sol. Sus amigas estaban molestas por todo el tiempo que los hizo esperar.
Mientras caminaban para ir al muelle, pasaron por una tienda de artículos de pesca, había cañas de pescar en el piso, Albert vio que los algunos clientes de la tienda tenían que caminar con precaución para no aplastarlas, por lo que dejó al grupo y entró a la tienda, los jóvenes presenciaron lo que sucedió, en primer lugar vio a un vendedor y le dijo―: Oye tú muchacho, ven a recoger estas cañas que están tiradas, alguien se tropezará con ellas y tendrán que pagarle la hospitalización por su descuido, ¿Dónde está el dueño?
―Es el que está en la caja ―respondió el vendedor.
En segundo lugar, Albert se acercó a él. ―No puedo creer que alguien sea tan descuidado con su negocio, mira tú anuncio ya ni se aprecian los rótulos, están despintadas las letras, aparte veo que tiene faltas de ortografía, si no tienen buena ortografía pues consulten cada palabra en el google. Mira eso, algunos anzuelos están oxidados, ¿cómo te atreves a venderlos en esa condición? Debes vender calidad y prestar un buen servicio a tus clientes, mañana vendré otra vez a supervisar que hayas pintado esas letras y que hayas quitado de las vitrinas esos anzuelos oxidados. Si veo que no lo has hecho, llamaré al que te renta la franquicia para que te hagan una auditoria.
―No es necesario señor, le aseguro que todo estará en perfectas condiciones, gracias por la llamada de atención, no me había fijado en esos detalles.
Albert salió contento del establecimiento, se sentía que había salvado el mundo. Candy le preguntó si conocía al dueño de la franquicia y él lo negó.
―Candy cambiemos de tema, mira a esas parejas tomadas de la mano, Stear con Paty, Archie con Annie, permíteme agarrarte de la mano al igual que ellos.
―No es correcto Albert, porque no somos novios.
―Pues entonces, acepta de una vez ser mi novia.
―Quedamos, que te respondería el último día de este viaje.
Albert se entristeció, el ya deseaba abrazarla, besarla, darle regalos, había pensado en regalarle un rolex con gps, para que supiera donde estaba todo el tiempo, pero no encontraba la excusa perfecta para dárselo, se sentía frustrado, sabía que cualquier otra muchacha estaría encantada de tenerlo como novio.
Albert era el único que hablaba español fluido en el grupo, escuchó la conversación de dos mujeres que iban atrás de ellos.
―Si mana, todos sabemos que le diste agua de calzón a tu marido, por eso está loquito por ti.
La mujer contestó carcajeándose―: tú sabes que eso nunca falla.
Ambas iban risa y risa, Albert se atrasó un poco y les preguntó: Disculpen, ¿cómo se prepara esa agua de calzón? Les explico, lo que pasa es que quiero enamorar a aquella muchacha que va adelante, quiero que acepte ser mi novia, pero no me ha dado el sí.
Las mujeres se miraron y pensaron en jugarle una broma, como a ellas le hicieron en su niñez cuando le dijeron que el cabello crecía mucho si se echaban en la cabeza excremento de gallina, a una de ellas la castigaron por una semana por hacer el experimento.
―El secreto es hervir la truza o boxer que usó y darle a beber de esa agua a su amada.
Albert se tocó la quijada.
―Pero eso es antihigiénico, todavía si hiervo mi calzoncillo limpio en agua de garrafón, sería más factible.
―Así no funciona, el chiste es que ella se enamore de su esencia, verá que luego que tome el agua de calzón, querrá casarse con usted.
―Si eso quiero, muchas gracias por compartir el secreto, voy a hacer el experimento.
Llegaron al yate para ir a ver a las ballenas y a las vaquitas marinas, el capitán sabía a dónde dirigirse.
El yate era de buen tamaño que hasta tenía cocina, ayudaron a las muchachas a subirse, Albert comentó que mientras navegaran al lugar debían tomar un té con dramamine para que no sintieran nauseas.
Albert se ofreció a hacer el té, fue al baño, se quitó el boxer y lo llevó a la cocina del yate para hacer el té. Stear fue a ver porque se tardaba tanto su tío y a decirle que no era necesario el té, que con agua se podían tomar la pastilla.
Stear encontró a Albert sumergiendo su boxer en una olla con agua.
―¡Tío! ¿qué estás haciendo?
―Escuché un secreto que compartieron dos mujeres, ellas saben de estas cosas, le haré un encantamiento a Candy para que se enamore de mí.
―¿Te has vuelto loco?
―Tengo que intentarlo, tú sabes que soy muy desesperado, ya estoy impaciente para que me dé, el sí.
―No lo harás.
―Si lo haré.
―Archie, ¡ven a ayudarme con mi tío!
Archie fue corriendo y los vio forcejeando, Stear quería apagarle a la lumbre a Albert.
―¿Pero que rayos pasa aquí?
Hola queridas lectoras, ya tenía tiempo de no escribir, estoy de vacaciones en la universidad, por lo que quiero aprovechar estos días para actualizar algunas de mis historias. Traté de no agarrar alguna materia en ciclo corto para poder cumplir con este propósito. Les deseo gracia y paz, las he extrañado en verdad. Les platico que me quedan 3 semestres para concluir mi carrera de traducción, más el servicio social y las prácticas, como opción de titulación deseo estudiar un diplomado, porque en mi carrera no hay opción de examen profesional, (así fue como me titulé de contadora). Les confieso que no veo la hora para terminarla y dedicarme por completo a lo que más me gusta: escribir. Trabajar y estudiar al mismo tiempo es complicado y más a una persona de mi edad. Nos vemos en la siguiente actualización, deseo leer sus comentarios.
