Se siente desequilibrado.
Es difícil pensar con claridad sin Nagini o el chico cerca, pero como no pasa mucho tiempo sin ellos, no le interesa. Tiene cosas mucho más importantes de las que preocuparse, y la principal de todas: proteger a sus horrocruxes restantes. Si bien no confía plenamente en el chico, puede confiar, aunque sea, en sus planes. Tiene mucho sentido, y lamentablemente, el sentido es algo que le falta a él mismo.
Por ahora.
Mientras manda a sus perros a liberar un poco de tensión con los muggles asquerosos, y con cualquier mago que se meta entre ellos y su diversión, él se queda en la mansión, recuperando sus fuerzas, sus horrocruxes.
Y lo estudia. El chico es tranquilo mientras investiga algunos viejos libros que alguna vez sacó de la Cámara de los Secretos. No necesita levantar la voz cuando algún seguidor, algún imbécil que no entendió realmente qué tan importante es para su Señor, intenta superarlo de alguna forma. El chico es poderoso. Poderoso e inteligente. Sabe cuándo acercarse a él y cuándo no. No gritó cuando su mente fue brutalmente invadida por su legeremancia. Apenas emite sonido cuando es el desafortunado tonto que se encuentra lo suficientemente cerca cuando él necesita torturar a alguien. Jamás demuestra ningún tipo de debilidad.
Lo envidia. Desea lo suyo. Desea lo que le corresponde.
No le gustó el plan cuando el chico se lo dijo, pero entonces, el chico le contó cómo fueron las cosas, le contó el plan del tonto de Dumbledore y su estúpida Orden, y sabe que es lo mejor. No es algo que el viejo esperaría de él. No es algo que él mismo esperaría de él, pero el chico estuvo vivo antes de acercarse a Barty, a él, y no solamente ha estado vivo, sino que ha estado con ellos.
Ha estado con Harry Potter. Con el traidor de Severus Snape. Con Dumbledore.
El chico es inteligente. Recuperó su cuerpo y su alma.
Recuperó el cuerpo de él. Su mente intacta es, en ese momento, lo que más anhela, si es que es capaz de tal sentimentalismo.
Y solo es cuestión de tiempo para que la recupere.
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Harry se siente un poco confundido cuando despierta en la cama de sus padres, con Remus sobre él dándole una sonrisa cansada.
—Buenos días Harry— le murmura el hombre—. Severus te hizo una nota por las clases de la mañana, pero quiere que almuerces y asistas por la tarde.
—¿Y papá?— se sienta en la cama, estirándose con un bostezo ruidoso que le saca una pequeña risa Remus.
—En clases. Son las diez de la mañana— Remus se sienta en el lado vacío de la cama y mira a Harry—. Me dijo que anoche lo ayudaste.
Asiente en silencio, apoyando su espalda contra la cabecera de la cama y pasándose las manos por su rostro para sacar el sueño restante. No era muy tarde cuando se encontró a su padre enfermo, pero había estado teniendo pesadillas que no lo dejaban dormir bien por las noches desde hace unos meses ya. Nada que lo haga pensar que necesite contárselo a sus padres, el director o sus amigos, pero lo justo y suficiente como para sentirse una mierda algunos días. Ayer, si bien aprendió a guardárselo lo suficiente como para no molestar a nadie, había estado increíblemente deprimido todo el día.
Tal vez llegó a una especie de acuerdo consigo mismo con todo el tema de haber confiado en Tom Riddle. Al fin y al cabo, no fue su culpa por confiar en que Tom realmente quería hacer las cosas diferentes. Tom había sido, en cuestiones generales, un hermano mayor. Un buen hermano mayor. Había sido un adolescente cualquiera estudiando para sus exámenes, teniendo pareja y peleando con sus hermanitos menores. Jugaba con el maldito perro, por Merlín. Tal vez el hecho de que haya sido la versión joven de Voldemort debió haber encendido las alarmas de peligro en su mente, pero Harry fue lo suficientemente tonto y tal vez demasiado buena gente como para haber aceptado las palabras del chico cuando dijo que no quería convertirse en quien se convirtió su yo futuro.
No va a arrepentirse por ser, según él, una buena persona. No va a permitir que otras personas (tal vez, excepto, sus padres) lo hagan sentir mal por ser una buena persona. Como a Dumbledore, por ejemplo, se le ocurra verlo con algo parecido a la decepción (cosa que todavía no ocurrió, gracias a Merlín), Harry va a ser el primero en quejarse de que todos están muy interesados en que "el poder que el Señor Oscuro no conoce en Harry es el amor" hasta que Harry, de hecho, actúa con amor y es recibido con traición. No es su culpa.
Simplemente es... poderoso.
(Draco se rió cuando Harry habló de esto hace unas semanas con él, así que lo va a tomar con tanto humor como pueda.)
—Quiere que el fin de semana pases aquí la noche— la voz de su papá lo saca de sus pensamientos—. Al igual que Teddy, Sirius y, sorprendentemente, Charlie Weasley— los ojos brillantes y amarillos de Remus, resaltando aún más que de costumbre por la Luna llena de anoche, lo miran con un poco de diversión—. Todo un hacedor de milagros, ¿eh, cachorro?
—Intentar lo imposible al parecer es mi meta en esta vida— le sonríe. Remus niega con la cabeza antes de bostezar, lo que le recordó con más fuerza la luna llena—. ¿Estás bien? ¿Necesitas alguna poción para el dolor?
—Está bien, cachorro— su papá se levanta y camina hacia el baño de la habitación, dándole una pequeña sonrisa por sobre su hombro—. Canuto se desmayó en el sofá, así que si quieres evitar que te arroje algo por hacer ruido, te recomiendo que vayas a almorzar al Gran Comedor.
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Sirius se ve increíblemente cansado cuando Harry levanta la vista de su tarea de Transformaciones. Tiene ojeras profundas bajo los ojos y parece un poco más pálido que de costumbre, pero cuando se sienta frente a él y bebe media taza de su café en un trago, le da una sonrisa que arruga las esquinas de sus ojos y, de alguna forma, lo rejuvenece de repente.
—¿Noche larga?— pregunta Harry, devolviéndole la sonrisa antes de seguir con su tarea. Puede o no que Draco y Hermione lo hayan asustado un poco con los OWLs, pero tampoco quiere que Severus se enoje o decepcione de él por no tomarse lo suficientemente en serio sus notas, así que está haciendo sus tareas casi con gusto genuino.
—Uno pensaría que Lunático ya se habría tranquilizado con el paso de los años, pero sigue pareciendo un cachorro juguetón— su padrino suspira exageradamente con cansancio, pero suena increíblemente cariñoso—. ¿Tú qué tal?
—Bien. ¿Crees que McGonagall aceptaría el ebublio?
—¿Qué transformas exactamente con un embrujo de una burbuja gigante?
—Eh— Harry frunce el ceño—. ¿Tal vez el estado anímico de quien quede encerrado en la burbuja?
Sirius se ríe con deleite.
—Buen punto, pero no. Minerva definitivamente no aceptará el ebublio.
Quedan en silencio luego de eso, con Harry concentrado en sus tareas y Sirius bebiendo su café como si hubiera encontrado la felicidad eterna en su taza.
En un momento, la mano de Sirius tiembla violentamente, lo que hubiese provocado un verdadero desastre en su tarea si la taza hubiese estado llena, pero como estaba casi vacía, lo único que logró fue que Harry mirara con sorpresa a su padrino, quien a su vez, lo miró con sorpresa a él.
—Creo que estoy más cansado de lo que pensé, cachorro— murmura, mirando sin entender su propio brazo. En otro momento, Harry se hubiera reído del verdadero desconcierto en su rostro, pero ahora, estaba un poco preocupado.
—¿Quieres que te acompañe a la enfermería?
—No será necesario— Sirius frunció el ceño, dejando su taza con cuidado en la mesa y levantándose, mirando su brazo izquierdo como si fuera algo totalmente extraño para él—. Iré a casa a dormir por los próximos cinco días, seguramente— el hombre lo miró y volvió su sonrisa fácil, encogiéndose de hombros—. Simplemente no he estado durmiendo bien antes, ya sabes, Azkaban y esas cosas...
Oh. Harry asintió con gravedad, sin quejarse cuando Sirius sacudió su cabello y le dejó un beso en la frente de forma de despedida. Lo vio entrar en la red flú, murmurar Grimmauld Place y desaparecer entre las llamas. Harry supuso que tal vez no irá a la cena esa noche.
Si Harry hubiese prestado atención al pequeño sentimiento incómodo que provocó ese momento, en vez de preocuparse por buscar otros cinco hechizos más que podrían transfigurar un objeto a otro sin ser esa realmente la intención original del hechizo, tal vez, y solo tal vez, las cosas habrían sido diferentes en el próximo año.
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Entonces, la nueva profesora de Defensa es genuinamente un asco, y Cedric Diggory es, en falta de mejores palabras, un genuino desastre.
Dos cosas que no deben mezclarse, aprende Harry cuando recibe una nota sobre su próximo castigo acompañado de una sonrisa desagradable por parte de lo que quieren hacerle creer a todos los estudiantes es una mujer y no un sapo gigante disfrazado.
—Aprenderá, señor Potter, que las mentiras y meterse donde no es necesitado, atraerá consecuencias.
—¿Mentiras?—repite incrédulo, apenas sintiendo la mano de Draco en su espalda baja, una advertencia de que se mantenga callado—. ¿De qué "mentiras" hablas?
—Señor Potter, lo que el señor Diggory dice sobre Señores Oscuros no es nada más que una vil y retorcida mentira para crear un pánico innecesario— la voz de la profesora se volvió cada vez más molesta a los oídos de Harry—. Si bien entiendo la necesidad de atención que tienen ustedes, jóvenes, no serán permitidos estos comportamientos vergonzosos. El director Dumbledore lo permitió por demasiado tiempo, y el Ministerio me ha confiado el trabajo para evitar que estas acciones marquen profundamente la reputación de la escuela.
La mano de Draco estaba apretando incómodamente su mano ahora, pero Harry fijó su vista en la profesora sin apenas parpadear. Ella, a su vez, parecía estar desafiándolo a decir algo más. Harry entendió la mirada en esos ojos saltones, así que asintió lentamente con la cabeza.
Respiró hondo y abrió la boca.
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—No puedes llamar "sapo asqueroso" a una profesora, menos en su rostro, y mucho menos a una enviada por el propio Ministro de Magia.
—¡Ella está negando el regreso del Señor Oscuro! ¡Y avergüenza a Cedric con cada oportunidad que tiene! ¡Es un maldito monstruo!
Severus suspira y esconde su rostro detrás de sus manos, apoyándose en su escritorio con los codos y negando levemente con la cabeza. Si bien no aprueba el hecho de que Harry haya faltado el respeto a un profesor, no puede negar lo divertido que está con la situación.
Y es que Dolores Umbridge es un dolor de cabeza. Simplemente con verla provoca un dolor de cabeza en Severus, escuchar su voz disminuye sus años de vida, y escuchar lo que dice aumentan sus probabilidades de pasar el resto de su vida en Azkaban por tortura y asesinato. Es un buen recordatorio el no acercar a Remus a ese intento amorfo de mujer.
—Pensé que habías aprendido mejor que simplemente discutir con la autoridad— Severus descubre sus ojos y mira a Harry con seriedad, aunque no se molesta demasiado en cubrir su diversión cuando ve la forma en la que su hijo refunfuña en el asiento frente a él—. Es obvio que el Ministerio no quiere ni siquiera pensar en un Señor Oscuro surgiendo, Harry.
—Y no deja de llamarme "Potter".
Severus levanta sus cejas, poco impresionado.
—Siendo que también es tu apellido en el registro...
—¡Pero lo hace de esa forma! La que trata de hacerme enojar— Harry gime, echando su cabeza hacia atrás y apretando sus puños—. Por Merlín, quiero silenciarla de por vida.
—Evita hacerlo— dice secamente, volviendo su vista a la nota de Umbridge. El castigo es a las siete de la tarde, automáticamente después de finalizar las clases. Frunce el ceño—. Entre tus intentos de ponerte en contra del gobierno mágico actual y saltearte tu clase de Historia de la Magia para venir hasta aquí, ¿has sabido algo del señor Diggory?
—Está bien. Logré molestar lo suficiente a Umbridge como para que se olvide de él— el niño mira a su padre con un poco de preocupación—. No ha estado gritando a los cuatro vientos sobre Señores Oscuros y eso, pero parece muy triste. Parece que rompió con Cho...
—Ha sufrido un trauma importante— Severus asiente, sintiéndose mal por el chico—. Es normal que afecte a su vida diaria. Esta noche hablaré con sus padres para saber si necesitan ayuda de algún tipo, y si han seguido regularmente la terapia.
—¿Crees que ayudará?
—Eventualmente— se levanta de su silla y le hace una seña a Harry para que lo siga, saliendo de su oficina y entrando en el aula vacía. Tiene clases con Ravenclaw y Hufflepuff de segundo año en unos minutos—. No será de un día para el otro, pero mejorará. Todo es muy reciente.
Harry no dice nada mientras ajusta las correas de su bolso, pensativo. Severus lo deja estar unos segundos mientras anota las instrucciones de la solución fortificante en la pizarra con un movimiento de su varita.
—Supongo que tengo que irme— dice Harry resignado. Severus le envía una pequeña sonrisa, que Harry responde rodando los ojos.
—Intenta no darle motivos reales a Umbridge para odiarte, ¿quieres?
—No prometo nada.
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dos capítulos en un mismo día, ahora sí que no me van a ver en los próximos años...
nos vemos la próxima 3
