Phineas y Ferb pertenecen a: Dan Povenmire y Jeff Swampy Marsh.


FluffTober 2021 [Phinerb]

Día 18. & 28. Te tengo

(Abrazo/Compras juntos)

...

—Hoy promete ser una noche extraordinaria, ¿No lo crees, Ferb? —dice Phineas, en un entusiasmo nervioso.

Asiente, estando de acuerdo con el otro.

En la actualidad se encuentran en el centro comercial Googolplex en una de las tiendas de comestibles más grandes del área comprando algunos aperitivos para la cena de esa noche. La estuvieron planeando desde hace unas semanas desde se mudaron a su nuevo departamento en el centro de la ciudad como la pareja de novios que eran. Los únicos que estarían presentes serían sus amigos, Candace y por supuesto el novio de ésta; Jeremy. Todas las personas más importantes de sus vidas estarían presentes esa noche.

Sin embargo, eso no incluye a sus padres.

Una de las partes más difíciles por las que tuvieron que pasar los dos chicos en su relación fue el evidente rechazo de sus progenitores ante la misma. Cuando tuvieron la edad suficiente para exponer su relación sin miedo a las repercusiones, la reacción de ambos adultos fue de horror y asco. Aunque su reacción era más que esperada, no quito lo dolorosa que fue; porque ni siquiera duraron un segundo de sacarlos de sus vidas en el momento que la palabra amor salió de sus labios para definir la relación que tenían los dos hermanos.

Así que con todo el dolor de su corazón —ya teniendo un lugar a donde ir—, decidieron abandonar la casa que alguna vez llamaron su hogar. A pesar de que abandonaron el lugar con circunstancias más que desoladoras, tuvieron el apoyo de aquellos que sabían de su secreto desde hace mucho —Isabella, Buford, Baljeet y las exploradoras— e incluso lo tuvieron de aquellos que se les tomó por sorpresa; siendo estos últimos su hermana mayor Candace y Jeremy.

Claro, se les cuestionó si estaban seguros de lo que sentían y que si esto iba para largo; cuando demostraron que sus sentimientos eran reales, ya no hubo cuestionamientos por parte de ninguno y los aceptaron.

Lo que pudieron ser semanas sombrías y dolorosas, fueron de inmediato apaciguadas por el genuino apoyo de las personas que más quieren. Así que como muestra de agradecimiento, organizaron la mejor cena que pudieran tener.

—Después de las semanas que tuvimos, solo espero que todo sea perfecto para todos... —confiesa casi en un susurro en un tono triste, mientras flota su nuca y deteniendo su caminata.

Ferb detiene su caminata y regresa con el carrito de compras para quedarse junto al otro.

—Todo saldrá bien, no tienes que estar nervioso. Y aunque no todo salga perfecto, nuestros amigos y Candace entenderán —termina por decir, tocando el hombro del otro en un gesto reconfortante.

Phineas suspira. Luego voltea ver a otro y le regala una sonrisa llena de cariño.

—Lo sé... —pone una de sus manos sobre la del peliverde— Gracias.

Ferb le devuelve la sonrisa y retira su mano no sin antes dar un apretón en el hombro de Phineas. Luego vuelve a retomar su caminata con el carrito de compras enfrente de él.

—Bien, ahora, si nos apresuramos tal vez tengamos tiempo para hacer otras cosas antes de la cena —dice en un tono cantarín mientras se va alejando con lentitud, esperando a que el otro lo siga.

Las mejillas de Phineas adquirieron un tono rojizo ante las insinuaciones de su novio. Así que solo trago saliva para intentar disminuir su nerviosismo; iba a dar un paso para alcanzar al contrario para responderle, pero algo que vio en el rabillo de su ojo, captó su atención.

En cuanto a Ferb, él siguió caminando a un paso tranquilo y empezó hablar sin notar que el otro no lo seguía.

—Solo falta ir al área de quesos y habremos terminado las... —voltea a su costado y lo encuentra vacío— ¿Phineas?

Ferb no pudo evitar fruncir el ceño, confundido. Empieza a girar la cabeza en varias direcciones para buscar al pelirrojo, pero no lo encuentra por ningún lado. Se pone a pensar un momento; lo más seguro era que Phineas estaba en el área de herramientas distrayéndose.

Sin saber que más hacer, se encoge de hombros y avanza para ir por la comida que falta para la fiesta de esa noche. Lo buscara un poco más tarde para no interrumpirlo en lo que sea que esté haciendo ahí.

Sonríe mientras niega con la cabeza; Ay, su hermano.


Phineas no estaba en el área de herramientas. De hecho Phineas no está por ningún lado del supermercado; y eso lo sabe porque después de buscarlo en el primer lugar, tuvo que recurrir al personal para preguntar por él, dado que fracasó en encontrarlo en todo su recorrido en la tienda. El resultado fue que habían visto salir al pelirrojo de ahí a toda prisa como si estuviera persiguiendo algo.

Hubiera sido fácil sacar su celular y llamar para preguntar donde se había metido —que por cierto si había hecho—, pero no contestó.

Mentiría si dijera que eso no lo preocupó.

Aunque estaba acostumbrado a los arrebatos de su hermanastro, siendo un chico inquieto el cual no podía permanecer en un solo lugar por demasiado tiempo, aún así no podía evitar preocuparse solo por el hecho de que no le avisara a donde iba. Pero, luego pensó, Phineas nunca hacía algo sin una buena razón. Sea lo que haya motivado a su hermano huir así del supermercado, debió existir una excelente razón. Por lo que debería calmarse antes de entrar en pánico como estúpido.

Así que sin mucho remedio, decide regresar al auto a dejar las compras y tal vez con suerte, él ya lo estará esperando ahí.


Solo pasó muy poco tiempo para que Ferb empezará a reconsiderar sobre el hecho de que tal vez si debería entrar en pánico, y eso fue cuando se dio cuenta que el pelirrojo tampoco se encontraba en el auto.

Mientras caminaba de regreso hacia dentro del centro comercial, no pudo evitar pensar en los peores escenarios posibles.

Pensó en que sus padres podrían haberlo encontrarlo y llevarlo lejos de él como una de sus tantas amenazas que hicieron el día en que se fueron de casa de ellos. Pensó en Thaddeus y Thor haciéndole algo malo. Pensó en el maldito ex de Phineas que no dejo de acosarlo después de que ambos terminaron y —gracias a Monty Monograma— pudieron alejarlo, pero aún así nunca dejó de tener cierta incertidumbre al respecto.

Nunca pudo sentirse confiado cuando se trataba de Victor O'Connor.

Ferb sacudió la cabeza, negando. Estaba exagerando. Tenía que mantener la calma y no sobre pensar todo. Si mantiene la mente despejada, encontrará con más rapidez a su novio.

Si, Ferb. Sé positivo.

Con ese pensamiento en mente, procedió a seguir buscando a Phineas.


Siempre se consideró un hombre paciente y lleno de calma, de hecho, era considerado de esa forma por todos sus conocidos. No había nada en el mundo que lograra sacarlo de sus casillas con facilidad.

Nunca creyó que pudiera estar tan equivocado. Al parecer Phineas Flynn tenía ese poder en él.

Estuvo caminando por casi dos horas en busca del pelirrojo, busco en cada tienda en la que creyó que podría estar o en los lugares en los que creyó podría haber algo que le llamara la atención; lo cual podría ser cualquier sitio ya que la curiosidad de su hermano no tenia limite alguno.

¿Cómo rayos logró perder a alguien en unos segundos cuya personalidad resalta como un pulgar golpeado incluso dentro de este mar de gente? Era incomprensible. Peor, ¿Por qué no lo había llamado para saber dónde iba, preocupándolo en el proceso.

Eso hizo que su frustración —preocupación— creciera y tal vez, una ligera ira.

En verdad espero que estés haciendo algo importante, Phineas Flynn.

El rabillo de su ojo logró captar por una milésima de segundo un destello de rojo. Casi volteo su cabeza como si fuera el mismo exorcista, confirmando así sus sospechas. Ahí estaba su pelirrojo escurridizo parado cerca de la fuente, admirando como el agua danzaba al ritmo de la música del lugar con una sonrisa en forma de línea. Para cualquiera pudo haber sido una imagen inocente y hermosa la que estaba mostrando Phineas Flynn.

Pero no para Ferb, al menos no para el Ferb que lo estuvo buscando como loco por horas. Él Ferb del presente estaba enfurecido y agotado, y con un dolor de pies terrible.

Con pasos decididos, Ferb empieza a dirigirse hacia su hermano en una ira silenciosa. Justo cuando está cerca de su alcance, Phineas voltea hacia su dirección y, en un inesperado movimiento corre hacia él y lo envuelve en un apretado abrazo.

—¡Te tengo! —exclama, con alegría.

Ferb se queda congelado; toda ira que venía acumulando desde hace horas, se evaporó como por arte de magia. Nunca ha entendido como es que Phineas tiene tal poder para apaciguarlo, incluso con lo más mínimo como lo era un pequeño abrazo.

Fue impactante, al menos para su corazón que no paró de latir con extrema rapidez ante el gesto cariñoso, el cual su cuerpo correspondió con entusiasmo.

Corazón y cuerpo traidor que no lo dejan enojarse a gusto.

Pasaron unos minutos en los que los hermanos se quedaron unidos en aquel abrazo sin decir absolutamente nada. Ferb dejó sus manos quietas en la espalda baja del pelirrojo, dando breves caricias con ambos pulgares por la poca exposición de la extensión de piel. Phineas en cambio, había trasladado ambos brazos alrededor del cuello del peliverde y escondía su rostro, soltando varios ronroneos llenos de satisfacción.

Pero a pesar de que Ferb deseaba quedarse así por más tiempo apegado al cuerpo del más joven, reunió toda la fuerza de voluntad que pudo y se separó a una distancia razonable para poder mirar el rostro de su hermano el cual tenía una sonrisa tan brillante que podría rivalizar con el mismo Sol.

—Phineas, ¿Dónde estuviste? Te estuve buscando por horas —cuestiona mientras sostiene al otro por los hombros.

—Pues veras... —se rasca una de sus orejas, apenado— ¿Recuerdas hace unas semanas que me hablaste sobre ese arete de edición limitada el cual se agotó y no pudiste comprar?

Ferb se toma un momento para pensar y cuando logra recordar lo dicho por el pelirrojo, asiente.

—Pues... ¡Sorpresa! —exclama antes de alzar la mano enfrente del otro.

En la mano de Phineas se encuentra el objeto antes mencionado. El arete a simple vista parece estar bañado en plata, pero al moverlo un poco el color cambia a un negro tornasol. Aunque el color es llamativo y hermoso, eso no es lo único que importa, el diseño en sí es lo que roba toda la atención. Escondida bajo un casco, está el cráneo perfectamente detallado de lo que parece ser un guerrero samurái de aspecto feroz.

Ferb no sabe que decir al respecto, pero no hizo falta, cuando después de enseñarle el objeto, Phineas vuelve hablar.

—Se que lo mucho que lo deseabas y que te ha costado trabajo encontrarlo, entonces estábamos en la tienda de comestibles cuando vi a este tipo que lo traía puesto y dije ¿Será posible que sea el mismo? Así que lo seguí. Y se lo que dirás: Phineas, eso es muy perturbador, pero eso no me desmotivo para alcanzar mi objetivo —entrecierra los párpados y alza su otra mano en forma de puño, pero luego lo señala con uno de sus dedos— Y no fue un objetivo para nada fácil; era demasiado rápido y casi lo perseguí por todo el centro comercial, hasta que por fin lo acorrale en esta misma fuente. Se asustó al principio por obvias razones, pero cuando le expliqué que era para mi novio y le ofrecí una suma adecuada para comprarlo... ¡Se negó! ¿Puedes creerlo? ¡Porque era muy poco, según él! —exclama, casi indignado— Así que esta vez le ofrecí una competencia en las maquinitas de Arcade de allá atrás —señala el lugar mientras sigue explicando—. Debiste verlo, hubo una multitud que observó como le pateaba el trasero. Luego me quedé observando la fuente, disfrutando de mi triunfo, me encontraste, ¡Y henos aquí! —termina de decir con una sonrisa llena de orgullo.

Phineas esperó con entusiasmo la respuesta de Ferb, pero lo único que recibió fue un silencio que en la mente exagerada del pelirrojo le pareció mortal. Su sonrisa comienza a flaquear cuando nota la expresión del otro, parece como si cerebro hubiera hecho un corto circuito, manteniendo su boca ligeramente abierta en el proceso y los párpados muy abiertos.

Con eso, Phineas decide hacer una pregunta, llena de timidez.

—¿Eso significa... que no te gusto? Porque si es así, lo puedo mejorar. Creo que tengo mis herramientas en el auto, puedo hacer algo en el trayecto y puede que esté listo antes de la cena de esta...

Phineas no logra terminar cuando siente unos labios estamparse contra los suyos. Quiso soltar un pequeño grito debido a la sorpresa, pero después de meditarlo decide fundirse en el beso, entrelazando sus brazos detrás de la nuca de Ferb para poder sostenerse porque no confía que sus piernas puedan hacerlo por él si siguen así. Ferb parece adivinar sus pensamientos ya que decide cambiar sus manos —que mantenía su rostro entre ellas hace un momento— y sostenerlo por la cintura en un agarre firme para apretarlo más hacia su cuerpo.

Siguieron así durante varios minutos perdidos en los labios de cada uno y pudieron seguir así por unos cuantos más si es que sus pulmones no hubieran empezado a exigir aire.

Sin mucho entusiasmo, ambos muchachos se fueron separando de a poco en poco hasta que sus rostros solo quedaron cerca a escasos centímetros mientras aún seguían abrazados y tenían sonrisas bobaliconas. La forma en que se miraban haría que cualquiera soltará suspiros, ver tanto amor fue lo suficiente para derretir los corazones de las personas que estuvieran a su alrededor.

Al menos es lo único que podía sentir Ferb, amor por el hermoso ser enfrente suyo.

—El regalo es perfecto tal y como está, tal como su portador —dice Ferb, en un susurro.

Phineas expande su sonrisa al oír las palabras del contrario, pero luego se muerde los labios como si estuviera pensando en algo. Después de unos segundos decide hablar.

—¿Lo suficiente perfecto para perdonar a tu servidor por haberte abandonado durante varias horas? —pregunta, divertido.

Ferb entrecierra los párpados y le sonríe de vuelta— No tientes a tu suerte, aún voy a castigarte después de la cena, Phineas Flynn —dice mientras alza una de sus cejas de forma sugestiva.

Phineas ríe— Por favor, no me invites a pasar un buen rato, Ferb Fletcher —dice, imitando el gesto del otro.

—Ya lo veremos, ya lo veremos —terminar de decir en un tono cantarín mientras se acerca y vuelve a sumergirse en los labios del otro con fervor.