Capítulo 15

Cuando al día siguiente se despertó, se sentía mejor que nunca. Tenía la sensación de que su cuerpo estaba aletargado y deseó no salir de la cama en todo el día, pero se dijo que debía escribir y enviar la carta a su madre para informarle de lo que había acontecido desde que los Uchiha la habían sacado del convento. Por ello, abrió los ojos mientras estiraba el cuerpo y comprobó que ya había entrado el día, así que se giró hacia el otro lado de la cama, pero descubrió que estaba vacío. En sus labios se dibujó una sonrisa y sus mejillas se tiñeron de rojo al recordar lo que había hecho con Itachi el día anterior. Sakura acarició las sábanas donde había dormido el guerrero y descubrió que aún estaban calientes, por lo que haría poco tiempo que se había levantado.

Sakura apartó las sábanas y se levantó, comprobando que su cuerpo estaba aún más recuperado que el día anterior. De hecho, tenía la sensación de que estaba totalmente recuperada, por lo que pensó que Itachi, con sus caricias, había conseguido aliviar todo su cuerpo.

Tras un suspiro, se quitó el camisón y lo dejó a un lado. Después cogió el vestido y poco a poco se vistió. Peinó su pelo lentamente, desenredándolo, y lo recogió en una trenza a su espalda. Tras darse el visto bueno, salió del dormitorio en busca de Itachi, pues necesitaba saber dónde podía escribir la carta. A diferencia de otras veces, Sakura bajó las escaleras con parsimonia y una sonrisa pintada en los labios. Suponiendo que Itachi se encontraba con sus hombres en el patio, se dirigió hasta allí. Por el camino se encontró a varios sirvientes que le dieron la enhorabuena, aunque con cierto recelo al tratarse de la hija de un enemigo. Pero aún así parecían aceptarla entre los Uchiha.

El aire frío de la mañana le dio de lleno en el rostro y su sonrisa se amplió. Descubrió que Itachi se encontraba hablando con varios guerreros a los que no había visto en el castillo, pero sí pertenecían al clan Uchiha, por lo que pensó que tal vez vivían en otro pueblo dentro de las tierras del clan. La joven esperó en las escaleras de entrada a la fortaleza, pero cuando uno de esos hombres la señaló con la cabeza, Itachi se giró hacia ella y, con un gesto de su mano, le pidió que fuera hasta él.

Nerviosa, pues no sabía cómo iban a recibirla ni cómo debía comportarse, caminó hasta Itachi, que la recibió con una media sonrisa y la presentó.

—Vaya, nuestro laird no nos ha dicho que su prometida fuera tan bella... —dijo uno de ellos.

Sakura sonrió sin saber qué responder, y al instante otro de los hombres allí presentes también se dirigió a ella.

—Desde luego habéis sacado la belleza de vuestra madre, joven.

—Gracias —respondió con una sonrisa.

—Jiraiya y Kakashi viven la frontera con las tierras de tu padre y han venido a informarme de sus movimientos.

Sakura dio un paso atrás.

—Bueno, yo no quiero molestar ni interrumpir vuestra conversación. Solo quería saber dónde hay papel y pluma para escribir la carta a mi madre.

Itachi sonrió y cuando los hombres no los miraban, recorrió la anatomía de Sakura, provocando que sus mejillas volvieran sonrojarse.

—Creo que Shisui está en mi despacho. Allí encontrarás lo que necesitas. La joven asintió y le sonrió.

—Encantada de conoceros, señores —le dijo a los guerreros antes de girarse de nuevo hacia el castillo y perderse de vista.

—He de reconocer que cuando anoche llegó a nosotros la notica de tu casamiento, me sorprendí, muchacho —le dijo Kakashi—. Y más tratándose de la hija de Kisashi Haruno.

—Hemos cabalgado toda la noche sin descanso para poder llegar esta mañana y comprobar que así fuera —informó Jiraiya.

—Sé que ha sido una sorpresa para todos y algo precipitada la boda, pero temo que su padre haga algo para impedirla.

Jiraiya suspiró.

—Pues espero que la noticia le llegue cuando sea tarde porque corre el rumor de que está perdiendo el norte y ve enemigos donde no los hay.

Itachi suspiró y asintió. Después, les señaló con la mano el camino hacia el interior del castillo.

—Podemos seguir la conversación con un buen whisky en las manos.

—Por supuesto, amigo —afirmó Kakashi.

Sakura llamó a la puerta del despacho antes de entrar. Durante el camino había intentado buscar las palabras para expresarle a su madre todo lo vivido durante esas semanas, pero no lograba poner en palabras el torbellino de sentimientos y experiencias en las que se había convertido su vida en poco tiempo.

La voz alegre de Shisui le habló desde el otro lado y cuando Sakura abrió la puerta y la vio, le dedicó una sonrisa.

—¡Hola, cuñada! —Suspiró—. Creo que tu futuro esposo me está castigando por algo. Esta mañana me ordenó hacer las cuentas del clan, y es lo más aburrido que he hecho desde que tengo uso de razón.

Sakura le sonrió y cerró la puerta tras de sí.

—Bueno, yo tengo que escribir la carta a mi madre, así que si quieres cambiamos las tornas.

—No estaría mal... —le dijo sonriendo.

Shisui se levantó y le cedió la silla principal mientras él bordeaba la mesa para sentarse al otro lado.

—Ahí tienes papel y pluma. Prometo no hablarte mientras la escribes, pues supongo que no será fácil hacerlo.

—Aún no sé qué poner...

Shisui suspiró y la miró fijamente.

—La verdad, simple y llanamente. Tu madre parecía una mujer diferente al resto que he conocido.

Estoy seguro de que lo entenderá.

Sakura asintió tristemente y tras tomar la pluma y el papel, detuvo su atención en lo que había dentro de ella.

Querida madre,

Después de todo lo ocurrido no sé si querréis saber algo de mí, pero tengo la obligación de comentaros todo lo sucedido durante estos días. Lo primero que me gustaría pediros son disculpas por las preocupacionesqueoshayapodidocausarydebodecirosquemeencuentroperfectamente.Los Uchiha me han tratado bien y en ningún momento ha peligrado mi vida. Tan solo querían retenerme para que padre soltara al hermano del laird, el cual ya me ha contado que fue liberado por vos. Por esto, debo daros las gracias.

De igual modo, Shisui me contó que le pedisteis que me soltaran cuando llegara al castillo Uchiha y, por ello, a través de esta misiva me gustaría deciros que soy libre, aunque no voy a regresar junto a vos. Pero antes de que os soliviantéis, me gustaría explicaros el motivo, aunque no estoy segura de cómohacerlo.

Como sabéis, yo no quería ingresar en el convento cuando padre me obligó a hacerlo. Tampoco deseo apartarlo de la jefatura del clan a él o a cualquiera de mis hermanos. Ya me dijo que no me quería y desde luego no deseo ser un impedimento para él. Pero lo que yo sí deseaba y padre no me quiso dar era tenerunafamilia,alguienconquiencompartirmivida,misalegríasopenas...todo.Yloheencontradoen mediodeestanuevaguerraentrenuestrosclanes.Contratodopronóstico,mesorprendiódarmecuenta dequeelhombrequemehabíasacadodelconvento,ellairddelosUchiha,sehabíaganadomi corazón y al parecer yo también el suyo.

Estamosdecididosacasarnosloantesposibleparaevitarquepadreseinterpongaennuestrosplanes, yesperoquevosnoosenfadéisconmigo.Tansoloqueríahacerossaberquesoyfelizporprimeravezen mi vida y siento que he encontrado mi lugar. Me gustaría que estuvierais en mi boda, pero no es posible. Sabed que os quiero y sé que os alegráis por mí.

Vuestrahijaqueosquiere,

Sakura Haruno.

En el mismo instante en el que la joven terminó de escribir la carta, sentía las lágrimas en el rostro y cuando levantó la cabeza, se dio cuenta de que Shisui la estaba mirando con una sonrisa en los labios.

—¿Ya te estás arrepintiendo de la boda con mi hermano?

—Me temo que eso es lo que le gustaría a Sasuke —le siguió la broma mientras se limpiaba las lágrimas.

El guerrero lanzó una carcajada.

—Mi querido hermano es muy serio, no se lo tengas en cuenta. Estoy seguro de que algún día te explicará por qué.

Sakura selló la carta y lo miró directamente.

—¿Por qué no me lo cuentas tú? Shisui silbó y levantó las manos.

—Porque quiero seguir con vida. Si Sasuke se enterase de que te lo he contado, me torturará hasta la muerte.

—No creo que sea para tanto.

—Lo sea o no, no quiero enfadarlo... Y antes de que me sigas preguntando y acabe contándotelo, me voy —le dijo con una sonrisa.

Sakura le devolvió la sonrisa y lo vio marcharse, dejándola sola y con numerosas preguntas en la mente. Después, miró largamente la carta entre sus manos, temerosa en parte por enviarla y que no fuera bien recibida por su madre, pues sabía que esta a veces estaba muy influida por las ideas de su padre. Se preguntó cómo estaría y si todo andaba bien en su clan, pues tenía la sensación de que algo estaba mal, además de que le sorprendía que su padre no hubiera vuelto a atacar al clan Uchiha.

Tras un largo suspiro se levantó y decidió llevarle la carta a Itachi para que él se ocupara de enviar a alguien a su clan y entregársela a su madre. Por el camino se cruzó con la sirvienta Karin, que le dedicó, como siempre, una mirada cargada de odio. Sakura estuvo a punto de parar y hablarle, pero sabía que no sería bueno para ninguna de las dos, por lo que siguió su camino, aunque no pudo olvidar los ojos rencorosos de la sirvienta, que parecían prometer venganza por haberle arrebatado algo que realmente no era suyo. Y cuando creyó haberla perdido de vista, sintió un escalofrío a la espalda que la hizo volver la vista hacia el pasillo por el que caminaba y volvió a ver a Karin, que la observaba atentamente desde la puerta de una sala, y en ese momento Sakura supo que las personas como ella no se quedan quietas ante una afrenta como aquella, por lo que se dijo que debía mantener los ojos bien abiertos para evitar problemas y, aunque sabía que debía contárselo a Itachi, no quería ponerlo sobre aviso de algo que tal vez jamás llegara a ocurrir.

Las risas y griterío procedente del gran salón alertó a la joven de que Itachi estaba allí con sus hombres y los recién llegados. Y dudó. No sabía si debía entrar para darle la carta o directamente buscar a alguien, pero sabía que la última palabra sobre los guerreros la tenía el laird, por lo que, no sin cierto reparo, Sakura entró en el salón y buscó con la mirada a Itachi. Este se encontraba en el fondo de la estancia junto a los recién llegados y llenaba sus copas con una sonrisa en los labios. Aquella era la primera vez que lo veía tan relajado y en paz desde que lo conocía y se dio cuenta de que su prometido era realmente así y que se había disfrazado con una fuerte coraza de seriedad tal vez para no alertar a sus enemigos de sus puntos débiles.

Sakura entró en el salón, pero se quedó en la puerta esperando a que Itachi la viera. Y en el momento en el que todos los guerreros del clan la descubrieron en la puerta, estos fueron callando poco a poco hasta que el silencio fue casi sepulcral. Con el pensamiento de que había interrumpido algo importante, la joven estuvo a punto de salir, pero Itachi le hizo un gesto para que esperara mientras se levantaba y se dirigía a ella con paso rápido y con una sonrisa de lado. En ese momento, Sakura tuvo la sensación de que todos los demás guerreros desaparecían de golpe a su alrededor y solo estaban ellos dos, pero cuando Itachi llegó a su lado y los guerreros comenzaron a silbar y a decir comentarios obscenos, Sakura les dedicó una mirada desubicada al tiempo que sus mejillas se teñían de rojo.

—Será mejor que vayamos fuera... —sugirió Itachi abriéndole la puerta para salir.

Sakura asintió y salió sin decir nada, pues la vergüenza que le producía el comportamiento de los guerreros y sus comentarios hacía que no pudiera decir ni una sola palabra.

—Discúlpalos, hace mucho tiempo que no tenemos una boda en el castillo.

Sakura le devolvió la sonrisa e intentó no perderse en su mirada, por lo que miró sus manos y le entregó la carta que había escrito a su madre.

—Ya la tengo. ¿Te importaría enviarla cuanto antes? No quiero que mi madre sufra por mi ausencia. Itachi le sonrió y le acarició el rostro. Su piel suave y tersa bajo su mano callosa parecía terciopelo y,

para su sorpresa, sintió un pinchazo en el corazón al tiempo que el resto de su cuerpo comenzó a

despertar de nuevo por el deseo que sentía hacia ella.

—Enviaré a Kisame a tus tierras. Es uno de mis mejores hombres y sabrá qué hacer. Le dará la carta a alguien de tu clan para que la lleve a tu madre, pues sé que tu padre mataría a cualquier Uchiha que llegue a su castillo.

—De acuerdo.

Y después la besó, saboreando sus labios lentamente. Y cuando los gritos de sus hombres llegaron a sus oídos, se separó para descubrir que uno de ellos había abierto la puerta y todos los habían visto besarse. La expresión de Sakura era todo un poema y dio un paso atrás para esconderse de la vista de los guerreros, lo cual hizo que estos rieran con más fuerza. Negando con la cabeza, Itachi dio un sonoro portazo y le pidió disculpas a Sakura.

—Creo que empezaré a plantearme la idea de no invitar a nadie. Sakura esbozó una pequeña sonrisa y se encogió de hombros.

—Al menos esa alegría me indica que me aceptan en el clan a pesar de ser una Haruno.

—Ellos aceptarán cualquier decisión mía, Sakura. Pero sí, lo hacen de corazón. Creo que los conquistaste cuando se corrió la voz de que habías salvado a Nagato. —Itachi suspiró y la aferró por los hombros, acariciándoselos—. He enviado a varios de mis hombres para que lleguen a los pueblos del clan y sus líderes vengan a la boda. Llegarán pronto y podremos llevar a cabo todo lo que se suele hacer en el castillo en una boda.

Sakura sonrió.

—¿Y qué hacéis los Uchiha?

—Mi tatarabuelo fue el que empezó con la tradición de organizar juegos y la cacería de un jabalí antes de la boda.

—En nuestro clan apenas hay tradiciones. Antes las había, pero mi padre dejó todo a un lado. Ha sido siempre muy serio.

—Pues en este clan las conservamos y las disfrutamos. —La abrazó—. Y pienso disfrutarlo contigo.

Itachi la besó lentamente y le acarició la espalda hasta que Sakura comenzó a temblar de deseo como la noche anterior. Solo en ese momento, el guerrero se separó de ella y la invitó a dar un paseo a caballo por sus tierras.

—¿Y tus hombres? —preguntó señalando la puerta del salón.

—Mientras el whisky no falte, no se acordarán de mí.

Itachi sonrió y tiró suavemente de su mano para salir del castillo. Necesitaba aire puro y si lo conseguía con Sakura a su lado, sin duda era mucho mejor que estar encerrado en el salón bebiendo hasta emborracharse.

En los labios de la joven se dibujó una sonrisa de felicidad y lo siguió ciegamente. Pero antes de dirigirse a las caballerizas, Itachi se aproximó a Kisame, que estaba en el patio, y le entregó la carta de Sakura. La joven lo esperó a un lado mientras escuchaba la conversación.

—No pares hasta que le entregues la carta a alguien que te inspire confianza, y que este la lleve directamente a la esposa de Kisashi Haruno.

Sakura vio asentir al guerrero y guardar la carta en su sporran.

—Tranquilo, Itachi. La misiva está en buenas manos.

—Lo sé, por eso te la entrego solo a ti. Parte cuanto antes.

Sakura vio asentir a Kisame y después de dirigirle una mirada a la joven, se giró y fue directamente hacia su caballo.

Después, Itachi volvió a su lado y, aferrando su mano de nuevo, la llevó hacia las caballerizas para preparar su caballo. El mozo de cuadra lo ensilló en cuestión de minutos mientras Sakura disfrutaba acariciando a los demás animales y cuando todo estuvo listo, Itachi montó y luego ayudó a la joven para que cabalgara con él.

—Qué diferente era la situación cuando monté en tu caballo por primera vez.

Itachi sonrió y apoyó la barbilla en la cabeza de Sakura. Azuzó al caballo para que iniciara la marcha y, despacio, salieron del castillo. Sin prisa, recorrieron la distancia entre la fortaleza y el pueblo.

Sakura disfrutaba de ese paseo como nunca imaginó. La mano de Itachi que estaba posada en su cintura la acariciaba lentamente sin saber que provocaba en ella las mismas sensaciones que la noche anterior y la hacía desear más. Parecía que después de lo sucedido el día anterior entre ellos se había prendido el fuego aún más y tanto uno como otro deseaban tocarse en todo momento. Sakura aún pensaba que todo aquello estaba mal y que una mujer como ella, recién salida del convento, debía intentar controlar aquellos sentimientos, especialmente el deseo carnal que crecía en ella cada vez que Itachi estaba cerca. Se preguntó qué pensaría la madre Chiyo si la viera, y al instante tuvo que apartar ese pensamiento, pues creyó escucharla vociferar para que se alejara del guerrero y de cualquier estímulo que pudiera producirle ese intenso deseo en su cuerpo.

Su espalda chocaba contra el enorme pecho de Itachi y a diferencia de semanas atrás cuando se conocieron, Sakura se acomodó entre sus brazos y dejó caer el cuerpo contra él. Itachi la recibió con una sonrisa y un beso en la mejilla. Junto a ella tenía la sensación de que podía ser como quisiera, podía ser él mismo sin necesidad de tener la coraza que tenía desde hacía tiempo. La apretó contra sí y la acarició lentamente, llevando sus labios a su cuello y besándolo lentamente. La cabeza de Sakura cayó sobre su hombro y suspiró de placer cuando sus besos se volvieron más apasionados, intensos, íntimos...

El sonido de una carreta cerca de ellos rompió el hechizo e Sakura se incorporó de golpe, carraspeando de incomodidad cuando vio a una familia que llegaba al pueblo. Estos apenas habían reparado en la pareja, pero Sakura sintió que sus mejillas ardían y cuando la risa de Itachi llegó a sus oídos, giró la cabeza para mirarlo.

—No es correcto hacer estas cosas con gente cerca —le dijo intentando controlar el temblor que había

provocado la boca del guerrero en su cuerpo.

Lo vio sonreír pícaramente y al instante desvió la trayectoria del caballo, sorprendiéndola.

—¿No vamos al pueblo?

—Vamos a hacer las cosas de forma correcta...

Sakura frunció el ceño, sin comprender, pero cuando vio que se dirigían al bosque, una idea cruzó por su mente.

—No pensarás...

—Claro que sí. Según los Haruno, los Uchiha tenemos una mente perversa, así que solo puedo comportarme de una manera indecente con una mujer tan bonita como tú.

—¿En el bosque? —preguntó, sorprendida y nerviosa—. ¡Pueden vernos!

—Intentaré que no sea así. —Acercó los labios a su oído—. Es que cuando te tengo tan cerca como ahora solo pienso en arrancarte la ropa y hacerte mía.

Sakura tartamudeó algo que no logró entender, pero en sus labios se dibujó una sonrisa. No le mentía. Sus palabras eran más que ciertas y necesitaba de toda su fuerza de voluntad para esperar hasta la boda y tan solo jugar con sus dedos o su mano hasta entonces.

Cuando Itachi silbó, su caballo comenzó un trote más rápido que los llevó a las profundidades del bosque, donde sabía que nadie del pueblo se aproximaría, por lo que tendrían la intimidad que necesitaban. A un par de metros, un pequeño río les dio la bienvenida y Itachi desmontó, ayudando después a Sakura a bajar. Descubrió que las manos de la joven temblaban y su sonrisa se amplió. Después, la atrajo hacia sí y la besó con ternura para intentar relajarla.

—Aquí pueden descubrirnos también si viene alguien a caballo —dijo contra sus sedientos labios.

Itachi la atrajo hacia la orilla del río y dejó a su caballo suelto pastando libremente. Cuando estuvieron junto el agua, el guerrero le pidió que se sentara sobre la hierba y disfrutara de ese momento de intimidad.

—No vendrá nadie —le dijo una vez más. Sakura miró a su alrededor.

—No estoy tan segura... —respondió temerosa—. Además, yo siempre he escuchado que la intimidad de una pareja se da en el dormitorio.

Itachi sonrió y le acarició la pierna lentamente, provocando que su nerviosismo aumentara.

—Conmigo se dará en muchos lugares, Sakura.

La joven abrió la boca para responder, pero la cerró al ver que las palabras se le quedaban atascadas en la garganta. En ese momento, Itachi aprovechó para acortar la distancia entre ellos y besarla. Sakura se tensó por el nerviosismo y el guerrero poco a poco levantó su falda.

—Ríndete, Sakura —susurró contra sus labios con la voz ronca—. Ríndete para mí.

La joven le respondió con un gemido e inconscientemente obedeció. Se dejó caer sobre la hierba y atrajo hacia ella a Itachi, que esbozó una amplia sonrisa. El guerrero subía la falda de Sakura mientras acariciaba lentamente sus muslos, haciendo que el calor que la embriagaba aumentara.

Sakura lanzó un gemido cuando los dedos de Itachi comenzaron a acariciar su entrepierna por encima de sus calzas, pero fue sofocado por sus labios, que la devoraron con frenesí, incapaz de controlarse. La deseaba como nunca había deseado a una mujer, y era tal su necesidad de introducirse dentro de ella que le dolía hasta límites insospechados.

Para su sorpresa, la pequeña mano de Sakura se dirigió hacia su kilt, el cual apartó con rapidez y la llevó hasta su miembro, que palpitaba de deseo por ella. Itachi gimió contra su boca y casi arrancó de Sakura sus calzas para tocar su piel y acariciar la humedad de la joven, que estaba más que dispuesta a recibirlo. Su espalda se arqueó cuando los dedos del guerrero se introdujeron en ella, sorprendiéndola con algo nuevo que no había hecho la noche anterior y que le producía aún más placer que el simple roce de sus dedos.

Sakura abrió los ojos desmesuradamente, aunque cuando Itachi comenzó a moverlos dentro de ella, se cerraron por el placer, dejándose llevar por el momento y olvidando por fin que estaban en medio del bosque. De su garganta escapó un gemido lastimero, pues deseaba más y más, comenzando a mover las caderas contra sus dedos en busca del placer que tanto anhelaba.

La mano que sostenía el miembro de Itachi comenzó a moverse también deprisa, a la misma velocidad que los dedos del guerrero, deseando darle a él lo mismo que le estaba dando a ella. Los labios de Itachi aumentaban también el frenesí de ambos y cuando no pudieron más, ambos explotaron en la mano del otro, lanzando un gemido que tan solo lo escucharon los pájaros del bosque.

Para intentar recuperar el aliento, Itachi se dejó caer junto a Sakura en la hierba mientras solo se

escuchaba la respiración de ambos. La joven se giró y se abrazó a él, como si fuera algo que ya habían hecho en incontables ocasiones y, para sorpresa del guerrero, este se sintió como si por primera vez en su vida estuviera en casa.

—¿Siempre será así? —le preguntó al cabo de unos instantes. Itachi sonrió y le acarició la espalda.

—No, será mejor, porque seremos uno solo.

Sakura suspiró y calló. En ese momento no necesitaba nada más en su vida, tan solo deseaba quedarse así para siempre.