Dark Necessities 1.3
Harry llegó a King Cross con el corazón en un puño esperando ver a su hijo despedirse de su amigo con un beso o cualquier cosa parecida, por eso cuando les vio bajar del tren y darle al niño un abrazo inocente se quedó algo más tranquilo. Se sorprendió más cuando Albus no fue hacia ellos sino que el niño rubio le cogió de la mano y le llevó junto a los Malfoy.
Ginny le miró extrañada.
- ¡Albus! ¡Estamos aquí! - gritó la pequeña Lily.
James bajó del tren y se alejó de ellos también con su amigo hacia la madre de este.
- Hoy no nos quiere nadie - bromeó Harry.
- Eso parece - dijo Ginny.
Harry se quedó petrificado cuando vio a los Malfoy acercarse a ellos tras los niños que venían corriendo.
"No no no, por favor…"
- Buenas tardes, señores Potter - dijo el pequeño Malfoy con su hijo aún agarrado de la mano. - Me preguntaba si podría Albus venir este verano a conocer mi casa.
Estaba viendo a los niños, estaba viendo a Ginny mirarle, estaba viendo a los Malfoy acercarse. Lo estaba viendo todo pero sentía que no era él quien estaba allí.
"Mira que lo sabía…"
Afortunadamente Ginny acudió en su ayuda.
- ¡Hola! Soy Ginny, la madre de Albus. ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Scorpius, señora Potter, soy compañero de Slytherin de Albus y su mejor amigo.
"Maldito niño petulante."
Había heredado la pomposidad de su padre para hablar y el descaro de vete a saber quién, tampoco conocía demasiado a su madre.
La mirada directa de Draco le estaba quemando. Él tan elegante y seguro de sí mismo y Harry callado presa de los nervios como un adolescente a sus casi 40 años. Se sentía sudar por debajo de la camiseta.
"Harry por Morgana compórtate."
- Scorpius, yo soy Harry, encantado - dijo torpemente tendiendo una mano al chico aparentando seguridad.
- Encantado - dijo él pasando de las formalidades. - ¿Puede venir entonces?
- Si tus padres están de acuerdo sí, por supuesto - dijo Harry diligente tirando de galones para domar los nervios.
Scorpius sonrió ampliamente y abrazó de nuevo a Albus que estaba del color del pelo de su hermano.
- Te veré en verano entonces, Al - se despidió el rubio.
El niño asintió y se alejó de Scorpius.
- Estaremos en contacto - confirmó Draco con su estilo elegante y sofisticado, y con una sonrisa semi oculta en su expresión formal.
Harry solo pudo mirarle con Merlín sabe qué cara.
- Adiós, señores Malfoy. ¡Adiós Scorpius! - gritó Lily.
Draco se dio la vuelta y levantó la mano para despedir a la niña.
La familia Malfoy desapareció de la estación dejando a los Potter sin saber qué decir. Ninguno quería ser el que hablara primero pero Ginny nuevamente se encargó de ayudar.
- ¡Así que ese es tu amigo! ¡Parece muy simpático! - dijo ella alegre.
- Es un empollón - añadió James que había aparecido de repente a su lado.
- Cállate - murmuró en voz baja.
- James no te metas con los amigos de tu hermano. ¿Dónde estabas?
- Yo qué sé, por ahí… - dijo yendo a la salida del andén.
"Bendita adolescencia."
Ya de camino a la salida Harry se acercó a Albus y le puso la mano en el hombro.
- Luego organizamos la visita, ¿te parece bien?
Albus asintió en silencio, aún estaba avergonzado.
- ¿Va a venir a casa Scorpius también? - preguntó James, incisivo.
- No veo porqué no - respondió Harry de pronto. Ginny le miró divertida. - Si él quiere, por supuesto - confirmó.
- Seguro que tu padre estaría encantado con eso - dijo su mujer con sarcasmo encubierto.
Albus les miró a los dos con gratitud y casi sonreía cuando salieron de la estación y se aparecieron en casa.
Sólo un par de semanas más tarde recibieron una elegante lechuza con una carta dirigida a Albus que un rato después bajaba ilusionado las escaleras buscando a su padre.
- ¡Papá, me invitan a ir a casa de Scorpius! - informó agitando la carta.
Harry quiso llorar de la felicidad de ver a su hijo tan ilusionado con algo. Aunque ese algo fuese irse a casa de Malfoy.
- Anda, para mañana mismo y te invitan todo el fin de semana. ¡Qué suerte!
- ¿Me ayudas a hacer el equipaje?
¿Albus le estaba pidiendo ayuda?
Al final el dichoso Malfoy iba a ser útil para algo.
Subieron a su habitación y el niño abrió el armario pero no sacó nada, sólo lo miró.
- ¿Va todo bien, Al?
- Papá, ¿a ti te molesta que sea amigo de Scorpius?
¡Eso era! No había sido capaz de atar los cabos de la mente de un niño.
"Soy un genio"
- Albus, ven aquí - pidió sentándose en la cama. - ¿Es eso lo que te preocupaba?
El pequeño asintió, pero esta vez Harry estaba preparado.
- Verás, cuando éramos pequeños el señor Malfoy y yo no éramos amigos, nuestros padres tenían ideas diferentes sobre el mundo y eso repercutió en nuestra relación. No nos llevábamos bien pero finalmente, tras varios años, pudimos solucionar nuestras diferencias y respetarnos a pesar de las ideas de nuestros padres - explicó pausado. - Ahora nosotros somos los padres y no queremos que nuestros hijos pasen por lo que pasamos nosotros, por eso nos agrada que seáis amigos. Yo estoy muy feliz de que hayas hecho un amigo, sea quien sea esa persona, cariño.
Cruzó los dedos por que Draco pensara igual.
- ¿Entonces ya no os lleváis mal?
- No. Podéis ser amigos sin ningún problema. ¿Quieres que te acompañe a casa de Scorpius mañana? - necesitaba confirmar lo que había dicho antes de dejar a su hijo solo con Draco.
- ¿Para quedarte también? - preguntó escandalizado.
- ¡No! Es lo normal que hacen los padres, acompañan a sus hijos y luego se van.
- Ah vale.
- ¿Scorpius es buen amigo? - probó.
- Si, es bueno y amable, no es un empollón como dice James, le gusta el quidditch...
Después de un año Albus se abrió y habló con su padre sobre todo su año escolar. Sus aventuras con Scorpius y sus dificultades para tratar con los demás. Harry deseó prolongar aquel momento al máximo y cuando salió de la habitación se dio cuenta de que todo lo que había tenido que hacer era sincerarse con su hijo.
- Hey! - saludó James de nuevo pasando por su lado.
- ¡James! ¡Vale ya de 'hey'! - reprendió Harry cansado.
Pronto estuvieron listos y preparados para salir de casa. Padre e hijo se habían puesto sus mejores galas, cada uno por sus razones.
- Papá, ¿usaremos la red flu? No quiero manchar mi túnica elegante.
- Tranquilo, nos apareceremos.
Ginny se agachó para mirar a su hijo a los ojos.
- Pásalo muy bien, cariño. Si necesitas cualquier cosa díselo al señor Malfoy y él se pondrá en contacto con nosotros, ¿de acuerdo?
El niño asintió y ella le abrazó.
- ¿Seguro que no quieres que vaya yo, Harry? -preguntó su mujer dando por hecho que Harry hacía aquello por evitarle a ella la situación incómoda.
- Está bien, ya tengo experiencia en tratar con los Malfoy - dijo guiñando un ojo. - ¿Listo, Al?
Unos segundos después estaban en la entrada de la mansión Malfoy. Albus abrió los ojos de par en par cuando la vio.
- ¿Seguro que es aquí?
- Seguro- dijo Harry sonriendo complacido por la impresión de su hijo al ver la casa.
- ¡Albus! - llamó Scorpius corriendo por el jardín.
- ¡Scorpius! Tus modales, por favor - dijo Draco apareciendo detrás de él.
Tenía un aspecto sobrio pero relajado con aquella ropa de estar por casa el fin de semana.
¿Cómo era posible que la ropa 'cómoda' de Malfoy pareciese mejor que su mejor túnica?
Draco se acercó a la puerta y con un gesto de la mano desactivó las barreras mágicas, el pequeño Malfoy abrió la puerta y se tiró a los brazos de su hijo.
- No consigo hacer carrera de él - dijo Draco fingiendo molestia. - Hola, Albus.
El pequeño le dio la mano y la sacudió suavemente.
- Hola, señor Malfoy. Gracias por invitarme.
- Vaya, no hay porqué darlas. Pasad, por favor - pidió con un gesto.
Scorpius agarró la maleta de Albus y se la llevó mientras le iba señalando cosas a Albus. Se alejaron y entraron en la enorme casa. De pronto se vio paseando con Draco en silencio por el precioso jardín de su casa.
- Cuánto tiempo, Potter - tanteó Malfoy.
Harry aprovechó y le miró.
Había madurado, pero no podría decir que hubiese envejecido. Conservaba aquellos rasgos finos y elegantes que un día se había aprendido de memoria. Aún sentía el tacto de su mandíbula en sus dedos.
Apartó la mirada y volvieron a su mente aquellos momentos, aquellos días entre besos y caricias. Momentos que no parecían terminar jamás donde solo estaban ellos, protegiéndose mutuamente del mundo cruel en el que les había tocado vivir.
- ¿Quieres tomar un té helado? - ofreció él.
- Está bien - aceptó Harry por compromiso.
Hubiera querido irse a casa inmediatamente pues sabía que dentro de la casa se encontraría con Astoria y el momento habría terminado pero cuando pasaron el umbral de la puerta solamente les recibió la elfina doméstica que tomó sus túnicas y desapareció. Desde el recibidor podía escuchar las voces emocionadas de los niños haciendo Merlín sabe qué en la planta superior.
Sonrió mientras una parte de él se moría de envidia.
Draco le acompañó hasta la zona de la piscina y señaló unos sofás.
- Siéntate.
- ¿No está tu mujer en casa? - preguntó Harry.
Draco levantó una ceja divertido por la pregunta.
- Ha salido este fin de semana a un viaje de negocios. Su empresa está valorando los modelos de la próxima temporada en París.
- Ya veo.
Le importaba un comino la vida de Astoria, solo le importaba que podría pasar unos minutos a solas con Draco después de casi veinte años sin verse.
- ¿Cómo estás? - preguntó Harry dejando de lado las formalidades.
Draco se tomó unos segundos para mirarle a los ojos antes de responder.
- No me puedo quejar - dijo abarcando su alrededor con un gesto. - Tengo la vida que cualquiera desearía.
¿Había oído bien? ¿Malfoy estaba dejando las formalidades de lado? ¿Era acaso infeliz con esa vida?
De momento prefería no retorcer las cosas y simplemente ver hasta donde llevaba aquella conversación.
- ¿Qué hay de ti? ¿Cómo te va? - preguntó el rubio devolviendo la mirada.
- Bien, también tengo lo que se podría considerar una vida idílica. Soy jefe de aurores en el Ministerio y tengo una familia adorable.
La mirada de Draco se intensificó, le estaba haciendo sentir interrogado, como si estuviera buscando la verdad en sus ojos. Se aseguró de que no le estaba leyendo la mente con un hechizo.
El momento fue interrumpido por los niños que bajaban al trote por las escaleras con sus escobas, vestidos para jugar al Quidditch.
- ¡Papá, venid a vernos volar! Hemos aprendido muchos trucos. ¡Seguro que el año que viene entramos en el equipo de Slytherin!
Con un toquecito casual en la pierna de Harry, Draco se levantó del sofá y pidió a la elfina que les llevase un par de tés fríos al porche trasero.
Ya no sabía si estaba viendo cosas o qué.
Suspiró y se levantó.
- ¿En serio tienes un puñetero campo de Quidditch en tu casa? - preguntó incrédulo cuando vio que el porche en realidad era una especie de tribuna elevada sobre un pequeño campo de Quidditch.
- Cuida ese vocabulario, Potter, no quiero que mi hijo termine hablando así - comentó Draco con su tono suave y lento.
- Veo que no ha heredado tu carácter - contraatacó Harry.
- Lamentablemente no, parece más hijo tuyo que mío.
La mirada maliciosa de Draco le recordó vívidamente a aquellas miradas que le dedicaba cuando escaseaba la ropa entre ellos. El calor se subió a la cara de Harry y Draco soltó una carcajada malvada.
- Aún puedo leerte la mente sin magia, eh.
"Maldito."
Empezaban a zumbarle los oídos y sentía un hormigueo en las manos.
La elfina apareció con sus tés y decidió aprovechar el momento para distraerse observando volar a su hijo. Habían soltado una snitch y la perseguían luchando mano a mano por ella.
- Veo que al menos Albus sí que ha heredado mis dotes para volar - dijo Harry con un gesto de superioridad.
Draco le respondió levantando una ceja y sonriendo de lado.
- Al final te echo de mi casa, Potter.
Harry rió.
De pronto le asaltaron unas ganas locas de besarle una vez más pero el peso de la responsabilidad cayó sobre él como una losa, aplastándole contra el suelo y frenando el impulso. Debía terminar con aquello cuanto antes.
Tomó el último trago de té y se levantó.
- Tengo que irme, Malfoy, me están esperando en casa.
- Claro. ¡Chicos, bajad un momento!
Los niños obedecieron y se despidieron formalmente de Harry para después volver al campo de juego. Draco le acompañó hasta la puerta.
- El domingo le llevaremos de vuelta a casa, ¿te parece bien?
- Claro. Ah, por cierto, le dije a Albus que estamos de acuerdo en que sean amigos, por si surge el tema.
- Y así es - confirmó el rubio.
Harry extendió la mano, Draco la miró y la tomó con suavidad, la estrechó con cariño y le miró a los ojos.
- Gracias por todo, Malfoy.
- A ti siempre, Harry.
Le soltó y con una última mirada Harry se desapareció.
El domingo, cuando volvieron para traer a Albus él se excusó diciendo que no se encontraba bien y una vez más Ginny se ocupó de la situación.
- Mamá, ¿podemos invitar a Scorp a venir a casa? - preguntó Albus durante la comida.
Ginny miró a Harry que tras unos segundos asintió.
- Claro, cariño - dijo su madre.
- Hey! ¡Yo también quiero que venga Stan! - dijo James indignado.
- ¿Quién es Stan? - preguntó Harry sorprendido.
- ¡Es mi colega! - dijo James como si fuera algo obvio.
- Vale, tío, y ¿por qué no nos has presentado a tu "colega" nunca? - preguntó Harry imitando su jerga.
- ¡Yo paso de eso! - respondió James molesto. - Yo le invito a venir y ya.
- Pues me temo que no - respondió Harry.
Ginny estaba aguantando las ganas de reírse pero se contuvo poniendo caras raras a Lily. La niña empezó a reírse de la situación absurda mientras Albus parecía sentir vergüenza ajena de su familia.
- ¡Vaya! Severus quiere traer al empollón y no le ponéis problemas pero a mi no me dejáis traer a Stan. ¡Esto no es justo!
La conversación continuó durante un rato sin éxito para James.
El fin de semana siguiente Astoria se presentó en casa de los Potter a llevar a su hijo para que pasara el fin de semana allí. Una parte de él sintió alivio de no tener a Draco en su casa, la otra pataleaba como un crío.
Tener por allí a ese pequeño diablillo era como una tortura.
Scorpius era un niño muy diferente a su padre, era directo, seguro de sí mismo y cariñoso. A Ginny se la había ganado el primer día. Él oponía resistencia a dejarse ganar por ese pequeño clon Malfoy. Era lo único que le quedaba en su orgullo. Sin embargo el día que volvieron de compras con Ginny y le trajo una pequeña snitch de chocolate acompañada de esa sonrisa tan igual a la de su padre supo que le había vencido.
Se auto diagnosticó sensibilidad a los genes Malfoy.
El domingo cuando Draco vino a recogerle prácticamente no cruzaron palabras o miradas más allá de las formales y necesarias. El mayor de los Malfoy se excusó diciendo que tenía prisa y no podía quedarse a tomar el té que Ginny le ofreció forzosamente.
Y en realidad era mejor así.
¿Por qué se sentía tan mal entonces?
Buenas!
¡Por fin el primer año completo!
¿Qué os ha parecido?
A mi me sigue sacando una sonrisa la escena en casa de Draco cada vez que la leo.
Me está gustando mucho esta situación en la que se encuentran estos dos, luchando por seguir adelante con una vida impuesta por las circunstancias a pesar de que el pasado ha vuelto para remover los cimientos y tratando de hacer siempre lo correcto y lo mejor para todos.
Ahora que terminamos el primer año decidme qué tal lo veis.
He intentado publicar un poco antes pero el universo ha confabulado para que no haya tenido un minuto desde la anterior publicación con excesos de trabajo, además que estoy al mismo tiempo revisando el capitulo para publicar, los brutos de los siguientes y terminando de escribir el último para atar todos los cabos posibles.
Demasiado para la vida jajaja
Espero veros por aquí la semana que viene.
Un abrazo!
Kanna
