Dark Necessities 2.1

¿Por qué...?


- Harry, ¿cómo hemos llegado a esto? - preguntó Draco aún con la respiración algo agitada.

Un goteo hacía eco en la fría piedra de las paredes.

- ¿A qué te refieres? - preguntó este distraído echándole su túnica por encima al rubio.

- Míranos, el mundo se está cayendo a nuestro alrededor, probablemente mañana tengas que enfrentarte a él y estamos aquí, abrazados, escondidos en esta sala como si no pasara nada.

Harry le besó lenta y cariñosamente.

- No lo sé, Draco. Quizá la vida nos obsequia con pequeños regalos como este para compensar lo que nos ha tocado vivir.

Draco sonrió. Le gustaba pensar que merecía tener algo bueno en la vida.

- ¿Qué crees que va a pasar?

Harry suspiró.

- No quiero pensar en eso, Draco. Aprendí a pensar en el presente y este momento es lo único en lo que quiero pensar ahora mismo - dijo acariciando su pelo desordenado.

- ¿Vamos a seguir juntos cuando todo esto acabe?

- Ojalá pudiera responder a eso - dijo besando las puntas de sus dedos mientras el rubio enterraba su cara en el pecho del chico, disfrutando el aroma de su piel.

De pronto una alarma comenzó a sonar en el castillo.

El momento había llegado.

Asustados se miraron y buscaron su ropa para vestirse rápidamente y salir de su escondite por última vez.


Harry despertó en mitad de la noche. Estiró la mano y encontró el cuerpo cálido de Ginny que dormía aún con pijama de verano a pesar de ser septiembre. No quiso despertarla. Quería dedicar un momento a pensar por fin en aquellos días en Hogwarts.

Aún le parecía una locura recordar el riesgo que tomaron al empezar a verse a escondidas. Desde luego no era lo que pretendía en un principio pero las cosas habían tomado su propio rumbo hasta volverse imparables. Draco había resultado ser una persona muy diferente a la que él había conocido hasta ese momento y sin darse cuenta habían comenzado a confiar el uno en el otro como si aquello fuese un pequeño acto de rebeldía en la inflexible línea a seguir impuesta por sus respectivos superiores.

Ese último momento juntos había sido un sueño recurrente durante los primeros años, e incluso estando ya casado con Ginny en alguna ocasión se había vuelto a encontrar soñando con él. Había sido su último momento íntimo juntos, a pesar del tiempo que había pasado recordaba perfectamente el tacto suave del pelo del rubio y sus manos gentiles que le tranquilizaban con caricias protectoras cuando creía no poder soportar más su realidad.

Las alarmas habían sonado poco después y el ataque al castillo había comenzado.

Las cosas se habían precipitado y no habían podido tener una conversación finalmente pero al verle marchar con sus padres entendió que aquella era su decisión.

Quizá Draco había reflexionado y había preferido seguir la vida que sus padres tenían planeada para él, siendo lo suyo un simple capricho que no le auguraba nada más que inestabilidad y batallas en su futuro.

Había creído conocer a Draco, había creído que él lucharía por su relación a pesar de las dificultades pero eso no había ocurrido.

En cualquier caso nunca lo pudo confirmar porque no volvieron a hablar ni a verse.

Harry dio entonces por sentado que Draco no quería lo que él podría ofrecerle y él tampoco iría detrás de él para encontrarse con un doloroso rechazo.

Antes de dar el paso y comprometerse con Ginny le envió algunas lechuzas, aunque solo fuese por quitarse la espina, pero nunca recibió respuesta.

Aquello terminó de zanjar la cuestión y Harry siguió con su vida, se casó y tuvo a sus tres maravillosos hijos.

Ahora, tras ignorarle durante años y hacer como que no existía, Draco había vuelto a aparecer y se tomaba la licencia de hacer chistes y referencias a su relación como aquel día de verano en su casa.

Si él mismo había dado por finiquitada la relación, ¿qué sentido tenían aquellos comentarios al respecto?

¿Atormentarle? ¿Mofarse? ¿O acaso ese era el concepto de humor de Draco?

Aquella no era la persona de la que se enamoró, sin embargo, no encontraba otra respuesta.

Había pasado demasiadas noches esperando carta suya o una respuesta a las que él había enviado, esperando una noticia, lo que fuera, pero nunca llegó nada. No tuvo más remedio que enterrar el recuerdo y transformar el amor que aún sentía en odio, pues duele menos seguir adelante cuando odias a alguien que has amado.

Alguien a quien aún amas en el fondo.

Estaba claro que él por su parte no iba a sacrificar a su familia por un imposible, no haría daño a Ginny ni a los niños por un amor adolescente que huyó en cuanto pudo.

¿Así había querido Draco que fuese?

Pues así sería.

Iría a King Cross a despedir a sus hijos con normalidad y trataría al padre del amigo de su hijo con respeto y cortesía. Era un hombre adulto, ya era hora de dejar las tonterías a un lado.

Con esa convicción se volvió a dormir mientras algo le retorcía el estómago.


Todo salió según lo planeado.

Un año más se encontraban en el andén de la estación.

Un niño, que parecía ser de primer año, pasó por su lado a toda velocidad, su hija gritó sujetándose el vestido.

- ¡Va a tirar la lechuza del carrito! - exclamó señalando al niño veloz.

Harry recordó el golpe que se dieron Ron y él cuando se les cerró la entrada al andén el segundo año y sonrió.

Scorpius llegó junto a sus padres con la maleta enorme de cada año y otro saco añadido que llevaba colgado del brazo y se acercó a Albus.

- ¿Los has traído todos? - preguntó su hijo en un susurro.

- Si, calla, luego lo hablamos - respondió también disimulando. - Hola, señores Potter, debemos subir al tren con su permiso.

- ¿Y estas prisas? - preguntó Harry sospechando.

- Son menos cinco y si no subimos pronto los compartimentos se llenarán de niños pequeños - explicó él con un gesto de la mano.

Petulante Scorpius.

Los "niños pequeños" tenían solo un año menos que él. Le seguía resultando curiosa la mezcla de carácter de ese niño que utilizaba sus modales en su propio beneficio al tratar con los adultos. No se quería imaginar las conversaciones que tendría con su padre, dignas de la cámara de los diputados.

Se despidieron con un gesto de la mano y subieron al tren.

James había desaparecido sin despedirse siquiera. Esperaba que estuviese ya dentro del tren.

Draco despidió a su hijo que se asomaba por la ventanilla junto al de Harry.

- ¡El año que viene te toca a ti, Lily! - gritó James dos vagones más atrás.

Si que estaba dentro.

El tren comenzó a moverse y sintió la mirada de Draco clavada en su espalda, podía sentir su aura mágica demandante de atención pero él la evitó.

Ginny y él despidieron al tren con la mano y sin esperar más se dio la vuelta para salir del andén, casi tirando de la mano de su mujer para salir.

- ¿Tenemos prisa? - preguntó ella.

- Tengo que volver al Ministerio - explicó Harry.

Draco fingía estar hablando con su mujer. Harry supo que fingía por la mirada esquiva que le echó mientras Astoria simplemente se colocaba los guantes.

Era evidente que él también estaba intentando evitar la conversación pero después de los comentarios y del desplante del verano no quería acercarse a él de nuevo.

Ginny si les despidió antes de salir sin detenerse y miró raro a su marido cuando este hizo un gesto vago con la mano que solo fue devuelto por la esposa Malfoy.

Ni Harry llegó a ver la mirada herida que le dedicó Draco al verle marchar ni Draco vio el dolor que crecía en el estómago de Harry al pasar por su lado.

Dos orgullos luchando por aparentar fortaleza veinte años después.


¡Estamos aquí de nuevo!

Os juro que escribir esta historia me ha dolido en muchos momentos, la siento tan real y factible que me mata.

Siento no haber podido subir capítulo la semana pasada, estuve bastante saturada de cosas, así que esta semana habrá dos capítulos.

Muchas gracias por seguir aquí y por los comentarios. Son los que me animan a ponerme a corregir cada día. ^^

Un abrazo.

Kanna