Dark Necessities 2.2


Las Navidades llegaron antes de que se dieran cuenta.

Harry decoraba la casa con Ginny y Lily para dar la bienvenida a los chicos cuando llegaran a casa.

- Harry, ¿te importa ir a buscar a los niños mientras termino de hacer la cena?

- En absoluto. Lily, ¿quieres acompañar a papá?

- ¡Siiii! - respondió emocionada.

- Vístete, que nos vamos.

Una hora más tarde llegaban a la estación. Echó un vistazo y se relajó al no ver a Draco por allí.

- Papá, ¿cuándo podré ir yo a Hogwarts? - preguntó Lily.

- El año que viene ya te irás con tus hermanos. ¿Tienes ganas?

- Bueno, no lo sé en realidad, no sé si llegaré a encajar - explicó arrugando su faldita.

- Ese es un miedo que todos tenemos, al menos te colocarán en una casa y allí tus compañeros te darán la bienvenida y te acogerán. Ellos serán tu familia durante 7 años - dijo Harry melancólico.

- ¿Tú en qué casa estuviste?

- En Gryffindor, ¿no te acuerdas? Has visto las bufandas y las túnicas en casa.

- Ah sí. ¿Mamá también fue a Gryffindor?

- Si, y todos tus tíos. La tía Hermione también, tus abuelos también estuvieron en Gryffindor. Es cosa de familia.

- Pero Albus está en Slytherin. ¿Ahí son buenos también?

Harry recordó las palabras de Dumbledore y las apañó un poco.

- Slytherin es una casa que ha dado grandes magos, Lily, no lo olvides.

No pudo evitar recordar a su Slytherin rubio. Que hubiesen sido rivales no quitaba para que fuese un gran mago también.

- Pero tú eres el mejor mago de todos - le dijo la niña haciéndole un poco la pelota.

- Qué va. Tuve la suerte de estar acompañado de grandes personas. Las compañías son muy importantes. Siempre...

- ¿Crees que encontraré novio allí? - le cortó ella.

- ¡Lily! Al colegio vas a estudiar, no a buscar novio… - replicó Harry.

- En Hogwarts se puede encontrar casi cualquier cosa, pequeña - susurró una tercera voz.

Draco había aparecido por detrás para escuchar el final de la conversación.

- Hola, señor Malfoy - dijo ella poniéndose colorada.

- ¿Qué tal estás? - le saludó él.

- Bien. ¿Tú crees que encontraré novio en Hogwarts? - repitió la niña encauzando el tema hacia lo que le importaba de verdad.

Draco sonrió ante la pregunta directa de la niña y se agachó.

- Si así lo deseas, claro que sí. Siete años son muchos años, incluso puedes llegar a amar a alguien que creías odiar - dijo levantando una ceja hacia Harry.

Draco pudo percibir la mirada fruncida que le estaba echando Harry pero no retrocedió.

- Yo nunca me enamoraría de alguien a quien odiara - sentenció Lily.

- Nunca digas nunca, pequeña - dijo el rubio tocándole la nariz.

Draco se levantó y miró a Harry que le escrutaba intensamente.

- En cualquier caso, si consiguieras un novio asegúrate de que realmente quiere ser tu novio y no se olvida de ti al terminar el colegio - siseó Harry cuando el rubio se alejó hacia el andén.

La niña le miró sin comprender pero la duda se perdió cuando el tren llegó a la estación.

- ¡Qué bonito es el tren! - exclamó con los ojos brillantes.

- Si, cariño, es precioso - afirmó Harry apartando la vista de Draco. - Vamos a buscar a tus hermanos.

El andén se llenó de niños ruidosos que buscaban a sus padres. De entre el gentío salió una cabeza pelirroja con otra cabeza de pelo castaño.

- ¡Hey, Harry! - saludó James. Harry se mordió la lengua porque parecía que James venía con el tal Stan y no quería avergonzarle. - Este es Stan, ¿ya puede venir a casa?

- Hola, señor - le saludó Stan con educación.

- Hola Stan.

Stan era un adolescente bastante apuesto, con cara de niño y unos ojos azules que parecían casi blancos. No parecía tan descarado como su propio hijo pero tenía una sonrisa que ocultaba algo. Le gustó Stan.

Lily se soltó de pronto de la mano de Harry y salió corriendo hacia Albus, que bajaba del tren con Scorpius y les abrazó.

El grupo de niños fue hacia Draco. James seguía hablando con Stan.

Harry se sintió solo de pronto con sus tres hijos haciendo vida social, así que simplemente les observó.

Draco estaba agachado hablando con su hija, que parecía embelesada con él. Scorpius estaba escribiendo algo en un pergamino, luego le dio un toque con la varita y se lo colocó a Albus en la mano. Su hijo le sonrió con complicidad y Scorpius hizo lo mismo. Esos niños le iban a traer problemas.

Malfoy padre agarró la manita de su hija y seguido por los chicos fueron hacia Harry.

- Señor Potter, me gustaría solicitar su permiso para ir a tomar chocolate con su hija que tan amablemente se ha ofrecido a ello.

"¿Pero qué demonios le pasa a ese tipo?"

¿Se había propuesto atormentarle o algo así?

¿Estaba usando a su hija para lanzarle mensajes subliminales, aprovechando que no podía decirle delante de sus hijos que era un malnacido y que se olvidase de él de una vez por todas?

Lo que estaba claro era que se había ganado a Lily.

Maldita herencia Potter y su debilidad por los Malfoy.

- El señor Malfoy es un hombre ocupado, cariño. No creo que tenga tiempo para venir a tomar chocolate - explicó Harry amenazando a Draco con la mirada.

Lily le miró con gran tristeza. Era una niña muy educada como para llevar la contraria a su padre. Lo que Harry no pudo entender fue la mirada de Malfoy. Parecía no aprobar su forma de tratar a la niña.

- Si encuentro un hueco en mi agenda os avisaré. Puedes venir con tu papá y tus hermanos, nos reuniremos todos. ¿Te parece bien? - le dijo a Lily.

- Es muy amable por tu parte, Malfoy. Estaremos en contacto - respondió Harry sin dejar mirar a su hija.

Lily asintió radiante. Albus también puso cara de ilusión al escucharlo. Draco se puso en pie, cogió las cosas de su hijo y se despidieron.

- ¿Nos vamos ya? Hace un poco de frío - preguntó James después de que Stan se fuese también.

No le estaba haciendo ni caso al pobre James. Le diría que llevase a Stan al dichoso café.


Un par de días más tarde Albus bajaba corriendo por la escalera con una carta en la mano.

- Papá! Me ha escrito Scorp, dice que si vamos al callejón Diagon de compras navideñas.

- ¡Siii! - gritó Lily desde su habitación.

Parecía que había llegado el momento de afrontar la situación por el bien común.

Al día siguiente se encontraron frente al caldero chorreante.

Inmediatamente su hijo y el pequeño de los Malfoy se escabulleron hablando entre ellos en voz baja. James fue a reunirse con Stan y Lily se agarró de la mano de Draco. Su hija tenía las cosas claras al parecer.

Al entrar les sorprendió la decoración. Unas tristes y sucias bolitas luminosas, colocadas sin mucha gracia, teñían suavemente la sucia piedra de las paredes y un pequeño árbol encantado parpadeaba triste sobre la barra.

Le gustó ver a Draco sonreír al ver como Lily arrugaba la nariz por la peculiar decoración. Un sentimiento pequeño removió su estómago y sensaciones largo tiempo olvidadas salieron a la superficie. Lily buscó su mano también al salir hacia el callejón.

Mientras se abría la pared miró a Draco que le devolvió la mirada también, con una expresión dulce y risueña. Draco no era así, bueno, más bien la imagen de tipo serio que había dado siempre era muy diferente a esa, sin embargo tenía una sonrisa preciosa.

Se estaba dejando llevar por el ambiente y no quería. Se había propuesto ser duro con él, oponer resistencia, sin embargo la resistencia la estaba empleando para mantenerse alejado de sus brazos.

El callejón parecía una postal navideña.

Por todas partes velas flotantes iluminaban las entradas a las tiendas. Unos niños hacían saltar chispas con sus varitas de juguete, otros revoloteaban con sus escobas mágicas en miniatura mientras sus padres charlaban junto a los escaparates.

Se fijó entonces en que las luces de colores de los árboles de Navidad eran en realidad luciérnagas mágicas encantadas con diferentes colores que se posaban y se levantaban libremente de las ramas de los pinos.

Lily dio un gritito y salió corriendo hacia un escaparate de muñecas que se movían y actuaban como niñas de verdad.

Sus demás hijos se habían perdido antes de poder darse cuenta.

- ¿Qué pretendes con todo esto, Draco? - preguntó Harry cuando todos se habían alejado.

- ¿Ahora soy Draco, Harry? - respondió él con una sonrisa de medio lado.

Mierda, se le había escapado con la magia del momento.

- ¿Para qué querías que viniéramos? ¿Y por qué usas a mi hija como arma contra mí?

Draco le miró unos segundos antes de continuar.

- ¿Por qué todo tiene que ser un drama, Potter? ¿Por qué proyectas tus miedos o tus errores en tus hijos? ¿Por qué no dejas que simplemente las cosas ocurran? ¿Por qué no vives la vida en lugar de luchar contra ella?

Harry no fue capaz de responder a eso. Nunca lo había visto así.

Una de las cosas que había descubierto en aquel Malfoy del que un día se enamoró era la cabeza fría y el sentido común con el que afrontaba la vida a pesar de todo. Aquella cualidad había sido la que le había hecho quedarse a su lado, porque ese punto de vista era un bálsamo para un Harry Potter exigido y estresado durante toda la vida, que siempre tenía que actuar en el límite entre su percepción y la de los demás.

Y ahí estaba de nuevo, removiendo las sensaciones que durante todos aquellos meses había tratado de doblegar y enterrar bien profundo.

- ¡Papá, vamos a entrar!

Lily tiraba de su mano para entrar en una librería. Había libros de lo más extraño por todas partes, algunos enjaulados, otros en vitrinas porque parecían deshacerse y recomponerse. Lily fue a la zona infantil y buscó una libreta que parecía tener purpurina.

- ¿Me regalas este diario, papá? - dijo la niña abrazando el cuaderno.

- ¿Cómo se pide?

- ¡Por favor!

Harry lo cogió y lo revisó.

- ¿¡1 galeón por un cuaderno?! ¿Qué tiene de especial?

La niña se sonrojó ligeramente.

- Pues dice aquí que tiene un encantamiento y que oculta lo que escribes para que solo su dueño sea capaz de leerlo.

Harry sonrió. Su pequeña ya necesitaba tener secretos y sospechaba que tenían algo que ver con el maldito rubio que un par de pasillos más atrás rebuscaba entre las estanterías.

- ¡Papá! - gritó Albus a su espalda.

- ¡Albus! ¿Dónde estabais?

- Estábamos buscando unas cosas para el colegio. ¿Puedes prestarme un galeón?

- ¿¡Otro galeón?! ¿Qué quieres comprar?

- Un libro.

Vio aparecer a Scorpius por detrás con el libro en cuestión.

- ¿Biografía de Arminius Vámbéry? ¿Quién es este?

- Un erudito húngaro.

La cara de sospecha y confusión de Harry debía ser hasta cómica.

¿Desde cuándo su hijo de 12 años estaba interesado en los eruditos húngaros?

Draco apareció con un par de tomos y miró a su hijo que sostenía otro libro con aspecto de novela romántica.

- ¿Y tú qué pretendes comprar, Scorpius? - interrogó su padre.

- Oh, es una investigación sobre la famosa condesa Erzsébet Báthory. ¿Te parece bien?

A Malfoy ni siquiera le habían llamado la atención las sospechosas inquietudes de su hijo.

- Adelante, me gusta veros interesados por la cultura húngara - dijo con naturalidad.

Harry levantó una ceja y sacó un galeón para su hijo que desapareció junto al pequeño Malfoy.

Cuando pasaron por su lado para salir de la tienda Malfoy padre se dirigió a ellos.

- Chicos, id con cuidado. A las 8 en punto quiero veros en la puerta de Madame Malkin.

- ¡Si, papá!

Pagaron el libro de Lily y Harry cogió uno para Ginny que parecía ser top ventas. Salieron de la librería con Lily abrazando la bolsa de papel donde llevaba su nuevo diario. Harry estiró la mano de pronto y agarró por la capucha del abrigo a la cabeza pelirroja que se escabullía con Stan por su lado en ese momento.

- A las 8 en Madame Malkin, chicos.

- Ok! - dijo su hijo sin siquiera pararse.

Harry puso los ojos en blanco mientras suspiraba resignado. Draco soltó una carcajada pero no dijo nada. Lily les llevó a ver un árbol especialmente bonito en la plaza de Gringotts. Era más grande que los demás, casi tan alto como el propio edificio del banco mágico, y parecía cubierto por una capa de nieve que se dispersaba cuando la tocabas y después volvía a posarse con total naturalidad. Su hija se divirtió un rato tocando la nieve y viendo los adornos mágicos que tenía colgados.

Las bolas eran pequeños dioramas con seres en miniatura haciendo diversas cosas dentro de ellas; un granjero araba la tierra, una bruja volaba buscando una snitch, un elfo contaba dinero sentado en una pila de oro. Echó de menos a Ginny, habría disfrutado mucho viendo toda aquella decoración pero su trabajo le había llevado de viaje a Portugal durante unos días.

- Tienes una hija adorable.

- Gracias. ¿Tú no vas a tener más niños?

Draco negó con la cabeza.

- Astoria no puede tener más hijos. Quedó estéril al dar a luz a Scorpius - explicó.

- Vaya, lo siento mucho - dijo Harry con sinceridad.

- Quiero a Scorp con toda mi alma pero una parte de mi soñaba con tener una pequeña Malfoy también.

- Te entiendo, Lily es la luz de mi vida.

Draco asintió con mirada risueña, incluso parecía melancólico mirando a Lily jugar en el árbol con su sonrisa de felicidad.

- Al final parece que no fue tan mala decisión.

- ¿Cuál? - preguntó Harry.

- La de seguir nuestras vidas por separado.

Harry suspiró y miró a Draco tratando de adivinar la intención de aquellas palabras, incluso buscando la maldad o el rencor en el tono pero solo pudo encontrar una profunda tristeza en aquella afirmación.

- ¿Por qué sigues empeñado en recordar aquello? Ya tomaste una decisión, Draco. Nunca he llegado a comprenderla pero he podido aceptarla y seguir adelante. Deberías...

Draco se giró de repente.

- ¿Aceptar mi decisión? - dijo genuinamente confundido.

Harry le devolvió la mirada, más confuso aún. El reloj del banco hizo sonar las campanadas que marcaban las 8. Lily volvió corriendo con el pelo salpicado de pequeñas motas blancas de nieve.

- ¡Vamos a por chocolate! - dijo ella tirando de su túnica.

Harry aún miraba a Draco cuando la niña tiró de su mano para irse de allí. Apartó la vista del rubio y fueron en busca de sus hijos.

No pudo sacar las palabras de Malfoy de su cabeza mientras caminaban.

¿Acaso él no había tomado la decisión de irse?

¿La habrían tomado por él?

¿Quizá sus padres le habían presionado?

¿Qué había pasado?

Pero antes de poder responder sus dudas estaban frente a la tienda de Madame Malkin esperando a sus hijos. James llegó con Stan que llevaba una bonita bufanda roja escarlata que acentuaba sus ojos azules.

- Hey. ¿Dónde están 'los petardos'?

- James, por favor - reprendió Harry una vez más. - ¿Qué habéis comprado?

- Un equipo de mantenimientos pro de escobas. Estoy harto de usar el betún apestoso de casa.

Intentaba tener paciencia y dialogar con su hijo pero tarde o temprano la conversación terminaba convirtiéndose en batalla. Los 'petardos' llegaron a lo lejos agarrados de la mano.

- ¡Parecéis una pareja de enamorados todo el día de la mano! - espetó James.

Inmediatamente Albus soltó a Scorpius como si le diera calambre y se separó un poco de él.

- Hijo mío, ¿no puedes dejar a tu hermano vivir tranquilo? - pidió Harry cansado.

- ¿Dónde iremos? - preguntó Lily agarrando la mano de Draco con disimulo.

- Es una sorpresa - dijo Malfoy guiñándole un ojo a la niña que se puso colorada mientras asentía.

Unos minutos más tarde estaban todos sentados en una gran mesa redonda de madera envejecida cerca de la gran chimenea central de ladrillo y junto a una cristalera que dejaba ver el exterior.

- La especialidad de este lugar es el chocolate - explicó Draco señalando la carta. - Hay muchas variedades, desde las más clásicas hasta las más atrevidas, echad un vistazo a la carta y pedid lo que más os apetezca.

Al ver las caras de sus hijos y la sonrisa ilusionada de su niña sintió una punzada en lo más profundo de su pecho.

Draco era un padre maravilloso.

De pronto la duda del 'quizás' le provocó una sensación de añoranza y pena. Su mente y su corazón estaban librando una batalla terrible y dolorosa entre la realidad y el sueño perdido.

Observó la escena con ojos nuevos.

¿Y si…?

No.

Imaginar esta escena como una opción futura era egoísta, sus hijos no merecían aquello y su mujer tampoco. Archivó una vez más sus ilusiones adolescentes y se centró en la realidad.

James miraba un folleto promocional que había traído de la tienda de escobas donde estas se movían a gusto del lector.

Scorpius y Albus miraban un pergamino antiguo que venía de regalo con la edición que habían comprado sobre Erzsébet Báthory.

Lily miraba fijamente a Draco que en ese momento encantaba una servilleta para que se doblase a sí misma en distintos puntos haciendo una especie de origami.

Podrían pasar por una familia, sin duda. Apoyó el codo sobre la mesa y observó lo que Draco hacía. Era relajante ver la servilleta doblarse y cortarse en puntos exactos por si sola. Acarició el pelo de su hija distraído.

De pronto necesitaba cariño.

No se percató de la mirada de Malfoy sobre él hasta pasado un rato, cuando llegó el camarero y repartió las tazas por la mesa.

Cada taza era diferente.

Una llevaba una montaña de nubes de azúcar tostado y virutitas de chocolate con nata por encima. Por supuesto para Lily. La taza estaba encantada para que simulara el crepitar del fuego tostando las nubecitas.

Otra tenía un dragón que volaba alrededor de la taza escupiendo fuego.

- ¿Has pedido chocolate picante, James? - preguntó Albus.

- Si.

Albus cogió el suyo con galletitas y nata. Tenía una snitch revoloteando alrededor. Parecía dulce y suave, al contrario que el de Scorpius que tenía la nata teñida de sirope rojo y unos pequeños murciélagos revoloteando alrededor.

Harry recibió el suyo, que venía decorado con frutos secos en polvo que formaban un reloj que daba la hora en tiempo real. Miró el de Malfoy que simplemente humeaba con aspecto sobrio.

- ¿El tuyo no tiene fantasía?

- La fantasía está en el sabor - aseguró Malfoy al olerlo con cara de placer.

Se lo ofreció después a Harry para que lo oliese. Una mezcla de canela y naranja invadió sus sentidos nublándole la mente. De pronto se sentía relajado y excitado. Malfoy rio al ver su cara.

- Veo que ya lo entiendes.

Con una sonrisa cómplice Harry volvió a su taza. El sabor profundo de las almendras le proporcionaba seguridad, le recordaba a Hogwarts y sus tartas de Navidad.

Tomaron sus chocolates entre risas y comentarios relajados. Cada uno en su mundo, con sus amigos del colegio fuera del colegio, en un ambiente familiar.

Un momento tan perfecto que lo recordaría para siempre.

Salieron juntos del Caldero Chorreante al Londres muggle, también adornado de Navidad. Los niños se despidieron con abrazos unos de otros. Lily abrazó a Draco y Harry le ofreció la mano, él la tomó sin dudar pero ninguno de los dos parecía saber qué decir. Harry dio el paso y sin soltar su mano dijo:

- Bueno, parece que tenemos una conversación pendiente, Malfoy.

- Eso me temo - respondió el rubio sosteniendo su mano con pequeñas presiones que rozaban las caricias.

- ¿Nos vemos en King Cross?

- Allí estaremos - confirmó soltando su mano con una leve caricia.

Los Malfoy se dieron la vuelta de camino al callejón que usaban habitualmente para las desapariciones. El corazón de Harry latía tan deprisa que sentía que se le iba a salir por la boca. Aún sentía el tacto de Malfoy en su mano, suave y firme.

Entró al Caldero Chorreante con sus hijos y usaron la red flu para volver a casa.

Los niños se fueron a sus habitaciones y Harry entró en su despacho para buscar un momento de soledad y disfrutar del sabor de boca de aquel encuentro provocado por su antiguo amor.

No quería soñar pero era imposible no hacerlo después de aquella noche plagada de miradas, sonrisas y caricias que sonaban a promesa y traición.

Draco era todo un hombre ya, igual que él y aún así seguía despertando en él los mismos sentimientos que cuando tenían diecisiete años. Estaba al borde de la locura, necesitaba sacar todo aquello, abrazarle y besarle de nuevo. Sin preocupaciones, sin remordimientos…

Sacó el pensadero y decidió cometer un error.

Si, sabía que aquello no le iba a beneficiar en absoluto pero necesitaba hacerlo para suplir la realidad.

Extrajo de su mente los recuerdos de sus días juntos en Hogwarts y entró a verlos. Habían pasado años desde la última vez que lo hizo, nunca estando con Ginny, pero deseaba vivirlo una vez más.

"La última vez" se prometió.

Volvió a verse a sí mismo en aquella sala, junto a un Draco adolescente y se sentó junto a ellos, que simplemente charlaban relajados. Se sintió feliz y completo.

"Al fin y al cabo no hago daño a nadie con esta felicidad" pensó muy poco convencido.


¡Buenas de nuevo!

Lo prometido es deuda, aquí tenéis el siguiente capítulo. Un capítulo precioso y cargadito de información nueva.

Se va viendo lo que Albus y Scorpius se traen entre manos, podéis investigar al respecto de esos personajes si os queréis hacer una idea :)

También se ve que quizá Draco no ignorase a Harry y que quizá no fuese voluntario su alejamiento... en el próximo capítulo veremos la conversación entre ellos y sabremos qué pasó realmente.

Me encanta James y su manera de sacar a Harry de sus casillas, su descaro adolescente y su forma de pasar de todo. Es maravilloso xD

En fin, espero que os haya gustado y si queréis podéis ir viendo cosillas en twitter buscando #DarkNecessitiesFF

Muchas gracias por estar aquí una semana más.

Un abrazo.

Kanna