2.3

Solo dos semanas más tarde, una mañana de Enero, recibió el elegante búho real de la familia Malfoy con una carta escueta.

"Te espero mañana a las 8 frente a King Cross.

D.M."

Tras pensarlo unos instantes escribió un escueto "de acuerdo" y mandó el búho de vuelta.

Se encontraría con Draco la mañana siguiente.

A solas.

Salió de la cama más emocionado de lo que pretendía. Entró al baño y se miró en el espejo pensando por dónde empezar.

Quería parecer despreocupado y casual pero llevaba planificando su maldito aspecto desde hacía dos semanas, como si fuera un adolescente en su primera cita.

Se había dejado crecer un poco la barba y su pelo tenía ese aspecto desaliñado interesante que le hacía parecer más joven. Los años habían pasado inevitablemente pero él se sentía atractivo todavía.

También se sentía culpable por estar preocupándose por su aspecto para ir a ver a su ex pareja o lo que hubiesen sido mientras Ginny no sabía nada, ni de que se verían hoy ni de que hace años estuvieron juntos.

En cualquier caso no debía sentirse culpable, "no es como si fuésemos a tener una cita ni nada parecido" se repetía.

Entonces, ¿por qué no se quitaba esa sensación de culpabilidad?

Sus propios ojos y la mirada ilusionada que vio en ellos le dieron la respuesta.

¿Qué le diría a Ginny?

Podría irse sin más, no tenía porqué darle explicaciones tampoco, sin embargo una parte de él sentía que debía hacerlo pues ocultar la verdad era parte del engaño.

Se terminó de perfumar dentro de lo normal y salió del baño.

- Vaya, ¿has quedado con alguien? - bromeó Ginny recién levantada, despeinada con una cara demasiado dulce y con el instinto afilado ya desde primera hora.

- Tenemos visita del ministro hoy - mintió Harry.

- ¿Quieres ligarte al ministro? - preguntó bostezando y entrando al baño tras él.

- Jajaja - rió Harry forzado. - Te veré esta noche.

Cerró la puerta de su casa con un suspiro. Ya habría momento para hablar, ahora tenía que irse.

Fue caminando hasta la estación, necesitaba calmarse. Había visto a Draco ya durante dos años, habían estado tomando chocolate juntos, de compras… pero siempre con la certeza de que él no había querido seguir con la relación en su momento, ahora que esa certeza no existía tenía un nuevo mundo por delante que no sabía bien como enfocar.

Esperaría a ver que le decía él.

Llegó a la estación y vio el reflejo dorado del inconfundible de su pelo. Estaba elegantemente abrigado con una bufanda negra y un abrigo largo de paño a medio camino entre una túnica y un abrigo de vestir muggle mirando su móvil.

Siempre en el límite de la elegancia y la discreción.

- ¿Vamos? - preguntó simplemente cuando se acercó a él.

- Vamos - respondió guardando el teléfono.

Aquella cafetería era bastante tranquila, Draco parecía conocerla, era discreta y sobria, al estilo clásico.

- ¿Le has dicho a tu mujer que venías? - preguntó Malfoy cuando se sentaron.

- No, no lo he hecho. ¿Tú sí?

- No le doy reportes de todas las personas a las que veo a lo largo del día ¿Se supone que estoy haciendo algo malo por quedar para tomar un café con alguien?- dijo el rubio revisando la carta.

- Ya, supongo que tienes razón.

No iba a admitirle que él sí se sentía culpable pues eso implicaría explicar el motivo. Mejor ser precavido.

- Harry, ¿qué pasó aquel día? - preguntó soltando la carta sobre la mesa.

Directo y conciso. Así era él.

- ¿Más allá de lo que ya viste? No sé lo que ocurrió. Sólo te vi marchar con tus padres. Doy por hecho que tomaste la decisión de dejarme atrás por la razón que fuera y no te juzgo, simplemente lo acepté...

- Espera, ¿eso fue lo que pensaste? ¿Que me iría sin más? ¿No pensaste que podía haber pasado algo? - preguntó Draco ligeramente molesto.

- Si que lo pensé, varias veces. Te escribí algunas carta pero no tuve ninguna respuesta. ¿Qué más podía hacer?

Draco frunció el ceño.

- ¿Cartas?

- Si.

- No recibí nada - dijo extrañado, desviando la vista como si estuviera tratando de encajar piezas. - Entonces asumo que tampoco te llegaron las mías, ¿no?

- ¿Me escribiste?

- Si, varias veces también.

Ambos se quedaron callados. Draco habló primero.

- Entonces aquella mirada cuando me alejé, ¿no era una despedida?

- ¿Estás loco? Incluso en aquel momento fuiste lo primero en lo que pensé, te busqué para asegurarme de que estabas bien, esperaba que te acercases o al menos que te quedases donde estabas, no que me dieras la espalda con aquella mirada de decepción - contó Harry.

- ¿Decepción? ¿Cómo crees que podría estar decepcionado de ti? ¡Justo en ese momento! Mis padres debían salir de allí cuanto antes, no podía dejarles solos pero lo único en lo que pensaba era en volver contigo.

Volvió el silencio junto a sus pedidos.

Así que Draco no había querido alejarle, simplemente había priorizado la vida de sus padres como era lógico.

¿Cómo no había pensado en eso?

El impacto de aquellas palabras le estaba mareando. Tantos años de dolor por un error de interpretación. Sintió el alivio agolparse en sus ojos, humedeciéndolos. No sabía si quería continuar hablando, tampoco estaba seguro de hasta donde era prudente y responsable hablar. Draco debía estar impactado también, daba vueltas a su café distraído.

Estaba abrumado, si la única certeza con todo ese asunto no era cierta todo lo que había construido a su alrededor era infundado y eso le hacía sentir inseguro e inestable.

Aunque se moría de ganas de preguntarle qué sentía a día de hoy prefirió no hacerlo, no quería escuchar ninguna de las dos opciones:

La negativa incluso podría ser la mejor, dolorosa pero definitiva.

La afirmativa le metería en una espiral de locura que haría temblar la estabilidad de su vida familiar y aquello sí que no podía permitirlo.

- Entonces ya está todo aclarado, ¿no? - preguntó Harry más tranquilo.

Draco simplemente asintió. Parecía levemente aturdido. Él mismo se sentía muy extraño y no sabía bien cómo actuar. Quizá lo mejor fuese terminar aquella reunión y olvidarse del tema.

El rubio miró su reloj.

- Se está haciendo tarde, tengo asuntos que atender.

Dejó unas monedas muggles en la bandeja y Harry le imitó. Salieron de la cafetería y se miraron.

Harry tenía un nudo en la garganta.

- Gracias por venir, Malfoy.

- No hay de qué, Potter.

El apretón de manos esta vez fue firme y breve.

Draco se dio la vuelta y se fue calle abajo. Le vio alejarse con sentimientos encontrados y mezclados. Pudo reconocer el alivio pero las demás sensaciones se pisaban unas a otras.

En lugar de aparecerse se fue andando hasta el Ministerio. Con todos esos pensamientos turbulentos tal vez terminase escindido en varios lugares a la vez si intentaba aparecerse.


Los meses pasaron en relativa calma.

No sabía si por remordimientos o porque había pasado mucho más tiempo con Ginny y con Lily. La niña empezaba ya el colegio en septiembre y la extrañaría, quería pasar tiempo con ellas. Sin embargo algo había cambiado en su forma de ver a Ginny.

Como si una barrera invisible le estuviese alejando de los sentimientos que había tenido por ella hasta entonces. Sabía que su mujer estaba percibiendo que algo no iba como siempre pero era paciente y no le había sacado la conversación directamente más allá de algunas preguntas casuales sobre si estaba bien eran lo más que había preguntado.

Por su parte él había intentado dejar de lado el tema y seguir con su vida pero sus sueños se lo impedían. Le llevaban constantemente de vuelta a los días pasados junto a su rubio y al despertar no podía borrar esa imagen y terminaba imaginando cómo sería ahora Draco en privado o si sus caricias se sentirían igual. En alguna ocasión había aprovechado la oscuridad del momento para insinuarse a Ginny y calmar el calor que esos sueños le provocaban. No era igual en absoluto pero fantasear que ella era él le daba alguna especie de vergonzosa satisfacción de la cual no estaba en absoluto orgulloso.

Hubiera podido soportar todo esto de no ser porque empezó a cometer errores en su trabajo y en su puesto esos pequeños errores podían significar una vida más o una vida menos. Su jefe, el señor Wishman se dio cuenta rápidamente de esto y tras insinuar que andaba "despistado" solicitó una revisión médica con su doctora.

Recordó las palabras de la mujer: "volverás".

Y así fue.

Estúpido Malfoy.


La visita a la doctora había sido cuando menos extraña. Había salido con la sensación de que esa mujer sabía más de lo que parecía y le había hecho confesar en alto parte de la verdadera situación. Ahora se estaba sintiendo inseguro y expuesto sabiendo que otra persona conocía su secreto.

En cualquier caso le había dado una valiosa solución. Se le retorcía el estómago sólo de pensarlo pero al mismo tiempo era lo mejor que podía hacer para recuperar su vida.

Esta vez haría las cosas bien.

Llegó a casa y se encerró en su despacho a solas. Cogió un pergamino y una pluma. Redactó la carta con el corazón en un puño, la ató a la lechuza de la casa y la mandó a casa de los Malfoy con órdenes estrictas de entregar la carta a Draco exclusivamente.

La echó a volar y esperó.

Los minutos que pasó convenciéndose a sí mismo de que era lo mejor se le hicieron eternos.

" No es algo irreversible " se repetía.

"Es pasado y debe quedar atrás."

"Pero son los recuerdos más dulces que guardo de aquellos años…"

"Pero, ¿cuánto hacía que no te acordabas de él?"

Por fin llegó la lechuza con la respuesta. Abrió la carta y la leyó:

"De acuerdo, Harry. Me parece lo mejor, yo haré lo mismo y que sea lo que tenga que ser.

Gracias por la carta.

D. Malfoy."

Dejó la carta sobre la mesa, sacó la varita y la llevó a su sien para sacar todos los recuerdos que incluían a Draco y su romance de instituto y meterlos en un vial que guardó en su caja fuerte personal.

Con los recuerdos se fueron también los remordimientos y la pena. Solo quedó dentro de él un vacío sereno.

Llamaron a la puerta.

Lily asomó su cabecita por la puerta y entró para enseñarle un nuevo hechizo que había visto en una de sus revistas de bruja. Se sentó en sus rodillas y pronunció unas palabras que hicieron salir un pequeño hurón blanco que correteó unos segundos por la mesa antes de desaparecer.

Las lágrimas brotaron silenciosas mientras abrazaba a su hija.

- ¿Te gusta? - preguntó ilusionada.

- Me encanta, cariño. ¿Vamos a cenar?

- Siiiii.

Vio a su hija corretear segura y feliz. Mientras cenaban se dio cuenta de que, efectivamente, había sido lo mejor para todos.

Sin duda...

A partir de ese día su vida volvió a la calma, volvió a poder disfrutar de su vida en familia con Ginny, volvió a la calma del trabajo. Pudo recuperar el sueño tranquilo por las noches y todo volvió a ser rutinario y normal.

Al final había sido la mejor decisión y ya casi no dolía.

Casi.


Un par de meses más tarde los chicos llegaron de Hogwarts cargados con sus baúles como era habitual. Pasaron por la habitual reunión familiar entre su familia y la de Malfoy, las rutinarias invitaciones en vacaciones, las tradicionales protestas de James para traer a Stan a casa. Los ojitos dulces que le ponía Lily a Draco y el habitual hormigueo en el estómago al ver al rubio sonreírle con ese desafío constante en su expresión. Por primera vez le pudo responder con la misma sonrisa tranquila, como a un amigo.

Se sentía en paz.

Se sentía bien.

Volverían a verse en verano, esta vez todos juntos. Así lo había acordado Ginny con Astoria y así se lo hizo saber más tarde, cuando estaban en casa.

Harry soltó a la lechuza por la ventana del comedor, partía hacia Malfoy Manor con la invitación familiar a pasar un día juntos.

Un par de días más tarde estaban ahí los tres rubios, vestidos de manera informal y con una bolsa con unos regalos para la comida. Harry se sintió feliz cuando los vio a todos entrar en su casa y ser tan bien recibidos por su mujer.

Inmediatamente los chicos se cambiaron y salieron a la piscina. Stan llegó también un poco después y se unió a ellos.

Ginny estaba conversando con Astoria sobre las fotos de los niños que tenían colgadas en la pared, sobre la amistad de sus hijos y cómo habían empezado cada uno a hacer las cosas propias de su edad. Después sacó el álbum de fotos y ahí se quedaron conversando como si fueran amigas de toda la vida.

Draco miraba a Harry con expresión tranquila.

- Ven conmigo, Draco - dijo Harry con un gesto de cabeza.

Estaban repasando la colección de piezas históricas de Quidditch que tenía Harry en su despacho. El anfitrión iba haciendo una pequeña presentación de las diferentes piezas expuestas seguida de una explicación acerca de cómo las había conseguido.

Draco sonrió al verle tan emocionado.

Al terminar se alejaron para ver el mural en perspectiva. Se apoyaron en la mesa del escritorio y cuando Harry estiraba la mano para abarcar y explicar el orden de colocación de las cosas Draco le sujetó dicha mano y de un tirón le dio un abrazo de esos que le das a un amigo tras mucho tiempo sin verle. El moreno, se sorprendió en un primer momento, pero su cuerpo sólo tardó unos segundos en recordar su olor y su tacto y se lo devolvió, sincero y aliviado. Instintivamente le acarició el pelo con cariño mientras Draco hundía la cara en su cuello. Sintió su respiración cálida y dulce y el mundo desapareció a su alrededor.

- Te he echado tanto de menos todos estos años… - susurró el rubio.

- Y yo a ti, Draco - susurró Harry besando su pelo. - Pero ahora las cosas son así.

Draco asintió separándose de él, estiró una mano y dibujó su pómulo y su mandíbula.

- No has cambiado nada… -dijo con dulzura y ojos brillantes.

- Tú si, ya no tienes esa tersa piel de adolescente y te ha salido barba, Malfoy - dijo Harry frotando su mejilla con maldad.

- En algún momento tenía que salir - dijo él pasándose la mano por la cara también.

Sonrisas cómplices se encontraron dando por finalizado el momento junto al golpeteo en la puerta.

- ¿Harry? ¡Es hora de comer! - dijo Ginny.

Pasaron la tarde todos juntos en la piscina.

Astoria y Ginny parecían divertirse juntas. Animaban a los niños que hacían competiciones, mientras Stan y James tomaban el sol en una especie de concurso de quién podía ponerse más moreno. Albus y Scorpius investigaban algo entre los setos y terminaron haciendo un profundo agujero en la tierra.

- ¡Si pretendéis llegar a las antípodas os recomiendo otro medio! - sugirió Harry a los niños.

- ¡Estamos buscando babosas carnívoras!

- ¿Bajo tierra? - gritó James. - Jajaja suerte con eso.

Lily estaba sentada con Harry mientras le leía la lista de materiales que figuraban en su lista y le preguntaba la utilidad de cada cosa.

Cuando se despidieron al final del día Harry sintió por primera vez en años que su vida estaba completa.

Al mismo tiempo, una pequeña vocecilla gritaba algo desde algún lugar.

Ya se ocuparía de ella en otro momento ahora quería ser feliz.


Tengo una sonrisa idiota en la cara.

Jajaja buenas de nuevo!

Cada capítulo que corrijo me lleva a esos momentos que escribí hace tiempo y los veo de nuevo, veo todo lo que implican, lo que dicen y lo que no se ve y me encanta. Quizá es una historia poco mágica pero siento que la magia está en otra parte aquí.

A veces cuesta mantener el ritmo de publicación pero gracias a mi beta Yuu y a Ana que siguen ahí capítulo tras capítulo me mantengo motivada, ver que puedes hacer feliz a alguien con tus historias es muy gratificante y a mi me motiva a seguir haciéndolo, por eso quiero daros las gracias una vez más por estar ahí y comentar ^^

¡El próximo capítulo se lleva a Lily a Hogwarts ya!

A ver qué le ocurre a Harry cuando de pronto se vea sin sus hijos en casa :')

¡Hasta la semana que viene, pasad buen verano y ánimo con el invierno!

Un abrazo

Kanna