3.1 ¿Hasta cuando…?

Harry abrió las puertas de la sala de los menesteres y entró sin esperar que hubiera nadie haciendo ruido dentro. Intentó quedarse tras la repisa más cercana pero él ya le había percibido.

- Deja de esconderte, Potter. ¿Acaso piensas que soy imbécil? - preguntó Draco molesto.

- ¿Qué haces aquí, Malfoy? - retó Harry por inercia.

- Espera, ya sé, te haré un croquis con las indicaciones exactas para que puedas ir y denunciarme o lo que sea que quieras hacer… - escupió levantando la varita una vez más.

- ¿Denunciarte? No estoy aquí para perseguirte a ti precisamente, deja de darte importancia - respondió el moreno mirando a su alrededor en busca de un lugar para descansar.

- ¿Entonces qué pretendes? - dijo girándose con un atisbo de pánico histérico.

- Por Merlín, Malfoy, ¿nadie te ha enseñado a relajarte? No he venido a buscarte ni nada parecido, tengo cosas mejores y más interesantes que hacer ahora mismo que perseguir tu culo blanco por el castillo.

Draco se quedó paralizado con cara de desprecio.

- ¿Para qué has venido entonces? No te he visto en todo el curso.

- Vine para buscar un poco de paz pero tuve la mala suerte de toparme contigo.

- Busca paz en otro sitio, estoy trabajando aquí - Draco toqueteaba las ranuras del aparato que tenía entre manos.

- Pues sigue trabajando, ¿a mi qué me cuentas? Te prometo que no molestaré - dijo Harry recostándose en un sofá abandonado y lleno de polvo.

Respiró hondo y por primera vez en meses se sintió levemente a salvo. Escuchaba de lejos a Malfoy maldecir y trastear con cosas que se caían y chirriaban, le escuchaba murmurar hechizos que no parecían funcionar por las groserías que soltaba a continuación. Era cómico verse ahí tratando de buscar un poco de paz con su enemigo declarado desde primer año como si fueran amigos, simplemente tolerándose.

Ahora si se preguntó qué estaría haciendo Malfoy pues ya el año pasado la había liado metiendo a los mortífagos con el armario que había reparado.

En cualquier caso no era asunto suyo, ya estaba cansado de ser responsable de todo el mundo. Que hiciera lo que quisiera.

Una leve explosión terminó lanzando al rubio por los aires un par de metros. Harry trató de ignorarlo y no intervenir como había dicho pero Malfoy no se levantaba.

Suspirando se levantó y fue hacia él.

- No se te puede dejar solo, eh… - murmuró mientras observaba a Malfoy que parecía inconsciente por el impacto.

Se agachó y le observó. Tenía el pelo desordenado y húmedo por el sudor. Las ojeras destacaban aún más sobre su piel blanca. Parecía agotado. Llevaba las mangas de la camisa subidas, dejando a la vista múltiples heridas superficiales y la marca tenebrosa. Tomó su brazo y la observó de cerca. Era suave, no parecía un tatuaje normal, ni tampoco tenía relieve como su cicatriz.

Su cicatriz.

Con la piel de gallina sintió de pronto un atisbo de complicidad hacia Malfoy que le hizo sentir raro. Dos más de tantas personas marcadas por aquel ser infame.

¿Quizá era Draco otra víctima?

¿Y si él no había pedido la marca?

Recordó el año anterior cuando estuvo tentado de pedir ayuda a Dumbledore. Recordó sus lágrimas amargas, prueba de que su destino no había sido elegido y certeza de que no tenía otra opción de lealtad en la vida. Sintió ternura viéndole así, débil y expuesto, condenado, solo y perdido.

Pasó la mano por su cara para retirarle el pelo de los ojos, sus mejillas aún eran suaves.

Le levantó con un enervate y volvió a su sofá mientras el rubio se levantaba, ubicándose de nuevo en el espacio y el tiempo.

Sonrió para sus adentros al pensar qué cara habría puesto Malfoy de haberle visto acariciándole.


Ya era costumbre para Harry el soñar con momentos del pasado la noche antes de ir a King Cross.

Un momento.

¿No había eliminado los recuerdos?

Bueno, si, técnicamente había borrado los buenos recuerdos con él, junto a él. En el momento del sueño aún no estaban juntos. Había sido un momento bonito de recordar ese en el que cambió su percepción hacia su enemigo.

Sonrió cómplice de su propia picardía y se durmió de nuevo.

Unas horas y varias carreras más tarde habían salido hacia la estación. Lily se había quedado dormida y había entrado en pánico. Nada grave para los demás pero un drama para ella.

Llegó a la estación todavía nerviosa y acelerada. Nada más pasar la barrera abrió la maleta y se puso a revisar sus cosas.

- Tranquila, hija, si te has dejado algo dínoslo y te lo enviaremos, quédate tranquila - le dijo Harry.

- ¿Seguro que no me dirán nada por llevar un conejo de mascota? - preguntó Lily, sujetando la jaula del animal.

- Te aseguro que un conejo es de lo más inofensivo que se puede llevar a Hogwarts - la tranquilizó.

Durante sus compras en el callejón Diagón habían pasado por la tienda de mascotas y su hija se había enamorado del conejito blanco de orejas marrones y aunque no estaba especificado en la lista de mascotas el historial era de lo más variado. Desconocía las propiedades mágicas de un conejo pero le haría compañía a su pequeña y eso era lo único que le importaba.

Los primeros en subir al tren fueron Albus y Scorpius que ya empezaban su tercer año y querían encontrar un compartimento para ellos solos. Harry miró a Draco y ambos rieron cuando los niños subieron al tren solos tras escuetas despedidas.

- Se han metido a cursar runas antiguas los dos juntos. Me gustaría saber en lo que andan metidos - comentó Harry.

- No será nada peligroso, de ser así ya nos habrían llamado, ¿no crees? - dedujo Draco.

- Ojalá tengas razón.

James ya empezaba quinto año y Ginny estaba explicándole la importancia de sus decisiones y calificaciones a partir de este año.

Lily estaba hecha un manojo de nervios.

- ¿Y si no entro en Gryffindor? ¿Y si me escogen para Hufflepuff?

- Cualquier casa es increíble, cariño - le dijo Ginny. - Además, también puedes pedirle al sombrero la casa en la que quieres estar y él tendrá en cuenta tus deseos.

Una niña que también parecía empezar ese año tropezó con ella, asustando al conejo dentro de su jaula, pero ella les miró con cara de pocos amigos y se alejó sin más.

- ¡Hey! - gritó Lily. - Discúlpate al menos.

Harry y Draco volvieron con ellas.

- ¿Qué ocurre? - preguntó su padre.

- Esa niña me ha empujado - dijo Lily.

Su hija no solía ser tan intolerante pero estaba muy nerviosa. Harry miró a su alrededor en busca de sus padres pero no vio a nadie, después se fijó en la ropa de la niña y vio que estaba bastante estropeada además de ser varias tallas más grande que ella. Una sensación familiar llegó a su mente.

El tren lanzó el primer aviso.

- ¡Corre Lily! - dijo su madre.

- ¡Lily! - dijo Harry. - Cuida a esa niña, no es mala, solo está asustada.

Ella puso mala cara y subió al tren.

Harry se cruzó de brazos mientras veía alejarse al tren con sus tres hijos. Finalmente había llegado el día.

Once años ya desde que nació su pequeña.

Parecía mentira cómo pasaba el tiempo y lo poco que la vería en los siete años posteriores.

Ginny le sujetó de la mano derecha para darle su apoyo mientras Draco se acercaba con Astoria, parándose a su lado y mirando al tren y luego a él, con una sonrisa.

- Estará bien, no te preocupes - dijo Astoria.

- Lo sé pero no puedo evitarlo - dijo Harry.

El apretón en el hombro de Draco y su guiño le sacaron de su espiral de pensamiento y le acompañaron el resto del día.


Buenas!

Nuevo capítulo de transición.

Disculpad el retraso, estuve ayer poniéndome la vacuna y no me sentó muy bien XD

Espero que os haya gustado aunque haya sido breve. Lo compensaré con los dos siguientes.

Un abrazo!

Kanna