3.2
La nieve caía suavemente al otro lado de la ventana. Harry encendió la chimenea y se sentó a leer un libro justo en el momento en que su mujer entraba por la puerta.
- ¡Está nevando! - exclamó secando el paraguas con un hechizo.
- Si, este año ha comenzado pronto. ¿Qué tal el trabajo? - preguntó recostandose en el marco de la puerta.
- Pues la verdad que muy bien pero…
- ¿Si? - preguntó.
- Pues que me ha salido un reportaje muy importante para estas navidades pero voy a decir que no, no puedo dejarte aquí solo con los niños tanto tiempo, con tu trabajo y todo - dijo colgando su abrigo en el perchero de la entrada.
- ¿Qué tan importante es?
- Bastante. Se ha descubierto una trama de corrupción en el MACUSA, en EEUU y quieren que vayamos a cubrir los juicios.
Harry pensó un instante, entró en el salón y se sentó frente a la chimenea. Quizá podría pedir vacaciones un par de semanas y pasarlas con sus hijos. Tampoco había mucho movimiento ahora y si lo necesitaban estaría ahí de todas formas.
- Ve - dijo Harry sujetando su mano cuando ella se sentó junto a él.
- ¿Cómo?
- Ve, hablaré con los niños a ver si quieren venir conmigo o prefieren quedarse en Hogwarts aunque me temo que no van a querer venir si tienen la opción.
- Seguro que Lily está deseando volver. Además, Ron y Hermione están allí, podría pasar los días más importantes con ellos.
- Me quedo más tranquilo.
Ron y Hermione se habían ido a vivir allí a los pocos años de que naciese su segundo hijo Hugo, gracias a la oportunidad que le había surgido a Hermione como directora del departamento muggle del Ministerio mágico estadounidense.
Hugo ya habría empezado sus estudios mágicos este año, igual que Lily. En algún momento tendrían que ir a visitarles.
Finalmente Ginny aceptó ir a cubrir los juicios mágicos, era una gran oportunidad para su carrera y no querían dejarlo pasar. Escribieron a sus hijos para preguntarles si vendrían y echaron a volar la lechuza.
Unos días después llegaban las cartas de respuesta. Solo Lily vendría a pasar las navidades.
A saber qué pretendían hacer los otros tres allí en Navidad.
- Papá, ¿iremos este año de compras navideñas con el señor Malfoy? - preguntó Lily asomándose a su cuarto.
Él y Ginny estaban preparando la maleta.
- Ah pues, no lo sé. ¿Por qué no le escribes una carta y se lo preguntas? - propuso doblando una camisa blanca.
- ¿Puedo?
- Por supuesto. Así podemos pasar una tarde bonita con mamá también antes de que se vaya a EEUU - dijo mirando a Ginny.
- ¡Vaya! Me encantaría - dijo ella.
Terminaron de organizar y las chicas bajaron a organizar la cena.
Harry se sentó en la cama.
¿Una reunión navideña con los Malfoy? ¿Sin sus hijos y con sus mujeres?
Aquello sí que era algo extraño.
Sentía que Ginny estaba esforzándose por unir lazos con los Malfoy, quizá por ayudarle a llevar mejor la que ella debía creer que era una mala relación con Draco o quizá por su hijo y su amigo.
En cualquier caso se lo agradecía solo a medias, porque tampoco es que pudiera contarle ciertas cosas.
Mejor dejarlo estar.
Suspiró y se levantó de la cama para bajar a poner la mesa.
Los dos Malfoy, siempre elegantes con sus túnicas de lana y los tres Potter, algo más coloridos, se reunieron a la entrada del callejón Diagon un par de día más tarde.
- Buenas noches, señores - dijo Harry educadamente.
- Bonita noche, sí señor - dijo Draco devolviendo el saludo con aquella sonrisa que él sabía que le pertenecía.
El gentío animaba el ambiente con sus conversaciones, los niños correteaban de una tienda a otra y los múltiples hechizos de las tiendas iluminaban la fría tarde. Caminaron juntos mirando los escaparates, comentando los regalos que harían o contando anécdotas de su infancia.
Ginny y Astoria se perdieron con Lily para comprar galletas y algún libro. Mientras tanto ellos dos entraron en la tienda de escobas. El olor a madera y cera les recibió como un viejo amigo mientras múltiples escobas brillaban expuestas en sus pedestales, deseando llamar la atención de sus futuros dueños.
- Dice Scorpius que Albus tiene una escoba mejor que la suya y que sin las herramientas adecuadas nunca podrá explotar todo su potencial - dijo Draco acariciando el mango pulido de una de ellas.
- ¿De verdad lo ha dicho así? ¿Con esas palabras? - preguntó Harry posando la vista en sus delicadas manos.
- Más o menos, si - dijo con una pequeña sonrisa de orgullo.
Esas sonrisas esquivas eran sus favoritas, las que intentaban salir pero él sujetaba para no delatarse. Draco estaba orgulloso de su hijo y eso era más fuerte que su autocontrol.
- ¿Qué le pasa a tu hijo, en serio? ¿Por qué siempre se expresa como un ministro? - preguntó Harry cogiendo uno de los cepillos para desenredar escobas.
- ¿Le tiene que pasar algo para hablar correctamente? - preguntó Draco observando de cerca la escoba.
Harry le miró, sonrió con misterio y no dijo nada más. Amaba molestarle.
- Como te rías de mi hijo te hechizo de por vida - dijo Draco levantando la vista por fin.
- Merlín me libre - respondió Harry levantando las manos.
Draco le miró con los ojos entrecerrados, escrutando su expresión y él trató de ponerse serio pero ya no podía. El rubio puso los ojos en blanco y siguió a lo suyo, dando por perdida la inteligencia de su ex novio.
Finalmente compraron dos escobas iguales para Scorpius y Albus.
Algunas cosas no cambiaban y, al parecer, la rivalidad era una de ellas, mejor no arriesgarse a equivocarse.
Más tarde se reunieron y se acercaron a ver el árbol de Gringotts. Este año lo habían llenado de pequeños duendes que revoloteaban al ritmo de la música dejando coloridas estelas de polvo mágico dorado que resaltaba con el verde oscuro de las ramas.
Astoria abrazó a Draco mientras observaban el espectáculo y Ginny acompañó a Lily a poner su deseo.
Harry se estaba preguntando qué encantamientos habrían utilizado para sincronizar a los duendes con la música cuando sintió una caricia en su mano izquierda que se convirtió en un suave agarre. Draco cogió su mano y la sostuvo mientras contemplaban el árbol, ambos fantaseando con el deseo no formulado. Sin embargo, su tacto cálido y suave le aportaba tanta seguridad como miedo.
Aquello no era correcto.
No era nada correcto pero era tan agradable...
Astoria se separó de su marido y buscó con la mirada su otra mano pero la encontró ocupada. Inmediatamente Harry soltó la mano de Draco y con un rápido confundus silencioso despistó a la mujer. Ella pensaría que había visto mal simplemente.
Probablemente Draco lo había sentido pero supo reaccionar bien y fingir que nada había pasado. Su mirada nerviosa le confirmó que estaba en lo cierto.
En ese momento volvieron Ginny y Lily.
- ¡Papá, ya he puesto mi deseo!
- Muy bien, hija - dijo él aún nervioso.
Cogió, esta vez sí, la manita correcta y se alejó de allí sintiéndose una persona horrible.
El resto de la noche transcurrió con normalidad, ya sin ningún acercamiento más. Afortunadamente Astoria no comentó nada al respecto y todo quedó en un susto.
"Estamos jugando con fuego y aquel no era el mejor momento para quemar a nadie" pensó Harry.
Aquella noche reflexionó acerca de si apreciar a otra persona era o no infidelidad y sobre la frágil sensación de paz que sentía cuando intentaba auto convencerse de que no lo era.
Sabía de sobra que Draco no era una persona cualquiera y sabía de sobra que lo que sentía por él no era una amistad estándar entre dos adultos.
Sin darse cuenta se frotaba con la esponja mientras intentaba que el agua caliente de la ducha limpiara parte de la culpabilidad que le carcomía por dentro.
" Mientras no vaya a más todo estará bien" se decía.
Esa convicción permitía a Harry dormir por las noches, sin embargo, era esa vocecilla que gritaba por ir más allá la que le despertaba. Esa misma vocecilla que había cantado de felicidad cuando Draco le había cogido la mano aquella tarde.
Trataba de callarla una y otra vez, repitiéndole que se conformase con eso, de esta manera nadie saldría herido pero ni él mismo era capaz de convencerse con ese argumento ya.
Antes de salir del baño se tomó un trago de la poción que le había recetado la doctora un año atrás, esta noche volvía a necesitarla. Se miró al espejo y no supo identificar lo que vio en él.
¿Duda?
¿Felicidad?
¿Amargura?
"Lo que tenga que venir vendrá y ya habrá tiempo para hacerle frente" dijo la voz de Dumbledore en su interior.
Ginny partió a EEUU al día siguiente y él pasó unas navidades de lo más tranquilas con su hija. Estuvieron hablando, leyendo juntos y visitando a los Weasley.
Esos períodos de soledad le venían bien para aclararse y serenarse.
- Papá, ¿puedo hablar contigo un momento? - preguntó Lily en las puertas de King Cross.
Claro que sí, ¿qué ocurre? - dijo él agachándose para mirarla de frente.
- ¿Recuerdas a la niña que me empujó en el andén?
- Si.
- Pues creo que no tiene padres y por eso nadie vino a la estación con ella, además no recibe cartas nunca y no tiene muchos amigos, siempre la veo sola - dijo algo apenada.
- ¿Está en tu misma casa?
- No. Ella está en Slytherin.
- ¿Y qué necesitas saber?
- Pues que quiero ser su amiga, me da pena que siempre esté sola pero no sé cómo hacerlo, parece estar enfadada siempre.
Harry sonrió ante el gesto de su hija y pensó:
¿Qué habría hecho él en su lugar?
Recordó que sus amigos se habían acercado a él primero, Ron gracias a unas chucherías y Hermione gracias a un trol.
Tenía que haber otras formas mejores de acercarse a alguien que mediante un soborno o un trol. Pensó en Hagrid, él se había hecho su amigo preguntándole por sus gustos y contándole cosas interesantes sobre Hogwarts.
Si, esa podría servir.
- Trata de conocerla y acercarte a ella poco a poco, quizá no sabe cómo relacionarse con los demás. Intenta preguntarle alguna cosa.
- ¿Como qué?
- Pregúntale sobre sus gustos, trata de ofrecerle algún dulce por ejemplo, o siéntate en clase a su lado y ayúdala. Aprovecha los momentos en los que os encontréis para hablar con ella o cuéntale tú algo sobre tu mascota - propuso su padre señalando al conejo en la jaula.
Lily asintió.
- Vale, ojalá funcione.
Acompañó a su hija hasta el andén y se despidió de ella.
Mientras el tren se alejaba, él trataba de imaginarse a la pequeña huérfana Slytherin. Pudo visualizarse a sí mismo muy claramente, de modo que aconsejó a su hija lo que le hubiera gustado que hicieran con él en aquel momento. Recordó la propuesta del sombrero para entrar en Slytherin y su negativa.
Salía de la estación cuando vio, como si la hubiera invocado con ese pensamiento, una túnica negra coronada con una brillante melena rubio platino recostada sobre uno de los pilares de la entrada de la estación.
- ¿Qué haces aquí? Scorpius no vino en Navidad, ¿no? - preguntó Harry a su espalda.
- Es una estación pública, puedo haber llegado de un importante viaje de negocios, ¿no? - dijo haciendo aparecer con descaro un maletín negro.
- Venga ya, Malfoy, nunca supiste mentir - dijo Harry levantando una ceja.
Draco le sonrió.
- Vamos a tomar un café, anda.
Y como lo más natural del mundo ambos se fueron juntos a la cafetería de la última vez.
- ¿Y bien? No irás a decirme que me has traído hasta aquí solo para disfrutar de mi agradable compañía - dijo Harry colocando la capa a su lado en el asiento.
La mirada seductora de Draco le desmontó. Si ahora le decía que si no se sorprendería en absoluto.
- En realidad no. Encontré una hora libre en el trabajo y pensé en verte para comentártelo.
Cruzando las manos sobre la mesa comenzó a hablar.
- Desde hace unas semanas vengo sospechando que nuestros hijos están investigando algo y temo que vayan a liarla en breve.
- Ah - eso si que no se lo esperaba. - Y… ¿Qué sospechas?
- A ver, señor buscador de horrocruxes, haz memoria. En primero encontraron una llave extraña de la cual no supimos más, en segundo año se armaron con sendos libros sobre vampiros y estas navidades no han querido venir a casa. ¿Necesitas más pistas?
Harry se quedó pensativo. Era cierto que resultaba extraño pero como Albus siempre era tan reservado con sus cosas lo había atribuido simplemente a la curiosidad. Era cierto que era un interés muy específico y repentino pero no pensaba que pudiera llegar a meterse en problemas por eso.
- Sea lo que sea está claro que no entregaron la llave. ¿Crees que estarán yendo por su cuenta a investigar?
- Son Scorpius y tu hijo, al menos el segundo lleva en los genes la capacidad de meterse en problemas - dijo Draco con una expresión de obviedad.
- Tampoco es que tú fueras un santo, eh - dijo Harry frunciendo el entrecejo.
- Ahora que lo dices… - dijo con una sonrisa ladina. - Solo espero estar equivocado o que al menos no sea algo grave.
- Y si lo es, ¿qué vamos a hacer? - preguntó Harry mirando su taza para que el rubio no viese su repentino sonrojo.
- Nada, simplemente podemos esperar a que llamen la atención de los profesores o hagan algo peligroso y nos avisen - respondió él encogiéndose de hombros.
- ¿Y ya está? ¿Me cuentas todo esto para decirme que vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras nuestros hijos se ponen en peligro?
- ¿Y qué quieres que hagamos? No podemos aparecer allí sin más.
Harry estaba molesto y asustado. Era cierto que no podían hacer nada más que estar atentos y esperar que los profesores se encargasen de ello pero su instinto protector como auror y como padre le impedían estar tranquilo.
- ¿Cómo pueden meterse en estas cosas? ¿No se dan cuenta? - preguntó Harry al aire.
- ¿Lo preguntas tú? Te recuerdo que te enfrentaste a un troll, a un perro de tres cabezas y después al propio Voldemort con once años.
- Bueno, con ese ya tenía experiencia, le derroté estando en pañales - dijo Harry con un sarcasmo cruel.
La carcajada de Draco fue anormal para su habitual tono calmado y sereno. Harry le miró con maldad.
- Eres encantador cuando eres espontáneo.
- Y tú eres terrible siendo engreído - dijo el rubio aún riendo.
Todas sus propuestas firmes de ver a ese hombre de manera social y pura se iban al traste cuando le sonreía así.
- Por cierto, Draco. Nunca te he preguntado, ¿en qué trabajas?
- Oh, vamos, no arruines mi té hablando de trabajo, estoy en mi tiempo libre - dijo sacudiendo la mano como intentando borrar el eco de sus palabras del ambiente.
Media hora más tarde salían del café sin haber encontrado una solución.
- Parece que vamos a tener que seguir en contacto, ¿podrás soportarlo, Potter?
La ceja levantada de Harry precedió al guiño que Draco le lanzó antes de darse la vuelta.
Le vio alejarse mientras él hacía lo propio de vuelta a su trabajo y como lo más normal del mundo ambos volvieron a sus vidas de nuevo.
Draco había buscado un rato de su tiempo para forzar un encuentro con él y le había hablado sobre un asunto hipotético, reflexionó de vuelta. Ese hombre le confundía en exceso.
¿Qué pretendía con todo eso?
- ¿A las islas del Norte? ¿Qué hay allí? - preguntó Ginny tras el silbato del tren.
- Es una zona muy tranquila con unas preciosas ruinas que dicen pertenecieron al propio Merlín - explicó Astoria emocionada agarrando la maleta de su hijo.
Esto llamó la atención de Albus que se giró.
- Yo quiero ver las ruinas de Merlín - dijo ante la sonrisa de Scorpius, que le observaba con una atención inédita hasta entonces.
Lily bajó del tren casi la última junto a la chica morena, le dijo adiós con la mano y se acercó a su familia. Harry la miró con una sonrisa.
- ¡Lo has conseguido! - levantó la mano para que la niña chocara.
La pequeña asintió orgullosa y chocó.
- Se llama Ava - le dijo a Harry en voz baja.
- Qué bonito nombre. Quiero que me cuentes luego cómo lo hiciste - le dijo en voz baja también para mantener el secreto entre ellos.
Harry hizo un recuento. Albus y Scorpius estaban hablando entre ellos algo apartados del grupo. Ginny hablaba con Astoria. Draco no había podido ir aquel día a la estación y eso contribuía a la calma general.
- ¿No ha bajado James aún? - preguntó Harry.
- Creo que nosotras fuimos las últimas - dijo Lily.
- ¿Subió al tren con vosotros?
- Si, subió con Stan, como siempre. Parece su sombra - apuntó Lily.
Harry paseó la mirada por el andén que se iba vaciando. El tren partió con otro silbido a la orden del jefe de la estación.
- ¿Y James, cariño? - preguntó Ginny acercándose a ellos.
- Ginebra, estaremos en contacto para ultimar los detalles del viaje - dijo Astoria con elegancia. - Scorpius, hijo, vámonos a casa.
No pasó desapercibido el gesto cariñoso con el puñito de Scorpius en la mandíbula a Albus antes de separarse.
Ya no tenía ninguna duda.
La historia se repetía.
Suspiró.
- Voy a buscar a James, id saliendo - pidió Harry.
Harry fue caminando por el andén mientras buscaba a su hijo.
¿Dónde se había metido?
Llegó a la zona de los baños, al final del andén, tuvo un mal presentimiento. Entró en el servicio masculino y escuchó ruidos dentro de uno de los cubículos. Se agachó y vio dos pares de pies. Reconoció las zapatillas de su hijo, estaba de rodillas en el suelo y escuchaba sus arcadas.
- Tranquilo, James… - le susurraba Stan.
Harry se sintió muy extraño.
¿Qué demonios estaba haciendo su hijo arrodillado en un baño público con su amigo?
Intentó no pensar mal. Salió del baño y fingió no saber nada, simplemente esperó fuera. Unos minutos después la puerta se abría y los chicos se acercaron al lavabo.
- Limpiate, Jay.
"Jay" así llamaba Stan a su hijo.
Pues muy bien.
- Gracias - susurró su hijo.
¿James daba las gracias? ¿No debía ser al revés?
Santo Merlín.
Se peinó las cejas con los dedos mientras trataba de no pensar nada.
Los chicos salieron del baño. James llevaba la mano por encima de los hombros de Stan.
- ¡Señor Potter! Ayúdeme, James no se encuentra bien.
- ¿Qué ocurre? - dijo su padre ayudándole a cargar a su hijo rápidamente.
Se empezó a encontrar mal en el tren y al llegar bajó con muchas ganas de vomitar, así que le acompañé al baño.
Genial, su hijo se estaba muriendo y él pensando en… en fin.
- Gracias, Stan - dijo Harry.
- Si, gra… - otra arcada le impidió seguir hablando.
- Le llevaré a San Mungo.
- ¿Puedo acompañarle? - preguntó con sus ojos claros brillando a la luz de las antorchas.
- ¿No tienes que volver a casa? Vas cargado con la maleta y todo.
Stanley dudó pero accedió.
- James, escríbeme cuando estés en casa, ¿vale?
James asintió como pudo. Harry no esperó y le llevó directamente mediante aparición al hospital mágico. Una vez allí invocó un patronus para avisar a Ginny.
James había resultado tener una leve intoxicación. Algo en mal estado le había descompuesto de camino a Londres. En un par de días estaba recuperado. Aún así no conseguía quitarse la sensación de que su relación con Stan no era de compañeros sin más. Aunque si lo pensaba se parecía bastante a la que tenía él con Ron en el colegio. Quizá todo estaba en su cabeza.
Por otro lado, estaba muy sorprendido de que Ginny se estuviera encargando de gestionar el viaje familiar con la señora Malfoy. Estaba algo asustado ante la perspectiva de aquel viaje. Una cosa era ver a Draco en público durante un rato y otra era irse de viaje con él y sus respectivas familias. Quizá eso era lo que hacía falta, una relación cordial entre todos para olvidar el pasado. Vino a su mente el momento en que Draco le había cogido la mano delante de su mujer y ella casi les había pillado.
¿No tenía miedo de ser descubierto?
Esperaba sinceramente que no le pusiera en un aprieto durante el viaje.
Ginny le estaba resumiendo las rutas que harían, los alojamientos, etc.
- ¿Qué te parece? - dijo contenta.
- Muy interesante, la verdad.
- A que si. ¿Deberíamos llevar a Stan? No es justo para James que solo Albus pueda pasar las vacaciones con su amigo.
Habrá que preguntar a los padres de Stan.
- Yo me encargo - se ofreció Ginny. - ¿Estás más tranquilo con respecto a Malfoy? ¿Sigues temiendo que haga algo malo?
"En realidad si, me preocupa mucho pero no por lo que piensas…" reflexionó Harry para sí mismo.
- No, sabiendo que cuento con tu punto de vista y opinión me quedo más tranquilo - dijo Harry tratando de convencer a ambas partes.
- Nuestra hija le adora - dijo la pelirroja mirando los folletos.
No pudo evitar levantar las cejas.
- Él siempre ha sido amable con ella, es normal.
Ginny asintió despreocupada. Se notaba que estaba tratando de controlar la situación para tranquilizarle a él. Sin duda era una mujer maravillosa.
Deseó sinceramente no tener esa batalla de sentimientos en su interior y tal vez no haber vuelto a encontrarse con Malfoy nunca más, pero las cosas no siempre ocurren como nos gustaría.
Solo podía esperar y mentalizarse para ese viaje.
¡Buenas de nuevo!
Ya estoy de vuelta de vacaciones y recuperada, así que espero retomar el ritmo de subida.
Estoy trabajando en el siguiente capítulo que me está generando ciertas dudas, así que voy a tener que pedir ayuda a mi beta más que nunca, espero tenerlo prontito porque empieza lo bueno :)
Espero que os haya gustado y que estéis pasando un buen verano.
Un abrazo.
Kanna
