3.3

Finalmente había llegado el día.

A primera hora de la mañana llegaron mediante red flu a la mansión Malfoy los cinco Potter y Stan, que finalmente había conseguido el permiso de sus padres y se había quedado a dormir en su casa el día anterior. Los tres Malfoy también estaban listos para partir con su equipaje en la puerta.

Después de los saludos de rigor salieron al jardín y atravesaron la puerta principal del terreno. Una vez allí activaron el traslador.

Comenzaba el primer viaje de la peculiar alianza Potter- Malfoy.

Estarían una semana viajando por las islas.

Habían estado investigando puntos de aparición para magos turistas basándose en la información que le había proporcionado Astoria pues, aunque ella les había dicho que se moverían mediante traslador, nunca estaba de más tener un plan B.

Harry volvió a pensar en lo ridículos que debían verse nueve personas ataviadas con maletas sujetando los cordones de una vieja zapatilla.

3, 2, 1...

La espiral les arrojó a un pequeño callejón.

- ¿Estamos todos? - preguntó Draco.

De un vistazo confirmaron que así era.

Caminaron por el pequeño pueblo muggle y llegaron al primer alojamiento que tenían reservado, donde un señor entrado en años les recibió amablemente y les enseñó la casa. En la planta de abajo había un comedor donde ofrecían el desayuno y una sala de estar con mesas bajas y sofás. En la segunda y tercera planta estaban las habitaciones, ellos ocuparían cuatro de las ocho que tenía el edificio, todas en la segunda planta y cada una con su baño privado.

En un principio sólo habían reservado tres; Harry y Ginny tenían a una habitación triple con Lily, Draco con Astoria y Scorpius tenían otra para ellos tres y habían dejado a James con Stan y Albus en una tercera, pero parecía haber bastantes quejas al respecto, por lo que decidieron coger una cuarta habitación y reubicarlos a todos. Stan y James compartirían, Scorpius y Albus también.

Los Malfoy habían elegido personalmente los alojamientos, por lo que no faltarían los lujos.

Entre unas cosas y otras, se dieron cuenta a media mañana de que no habían desayunado por lo que tras asentarse salieron todos a pasear por el pueblecito para buscar un sitio en el que comer algo. Para el primer día no había muchos planes, así que lo tomaron con calma. Visitaron las pequeñas tiendas locales, el puerto de pescadores y probaron las especialidades culinarias de la zona.

Para la tarde tenían previsto visitar la catedral, famosa por su gran envergadura y su porte en un pueblo tan pequeño y apartado.

El lugar era increíble.

Enormes torres se alzaban sobre las paredes de piedra desnuda. El aspecto exterior era bastante austero, pero según les contó Draco, lo bonito estaba en el interior.

Ginny se fue con Lily a mirar el altar ornamentado con figuras de pan de oro. Astoria acompañó a Albus y Scorpius a ver las tumbas que había repartidas por el suelo y las celdas. James subió con Stan a la parte del coro. Cómo no, ellos siempre buscando el riesgo.

Draco por su parte se alejó solitario hacia la galería de arte. Harry paseó por el lugar, disfrutando de las vistas, del olor a incienso, de la luz coloreada que entraba por las vidrieras ubicadas en los puntos más altos y de las viejas alfombras que indicaban el camino para los feligreses.

El silencio era imponente, pues a pesar del eco no podía escuchar más que murmullos de su familia y la de Malfoy paseando. Llegó a una puerta que daba a un jardín en la parte trasera. Debía admitir que había visto la cinta que prohibía el paso, también debía admitir que había mirado atrás para asegurarse de que nadie le veía pasar y quería comprobar que la energía mágica que emanaba aquel jardín era normal.

Al pasar la puerta la corriente mágica aumentaba, era un enorme jardín extrañamente verde para aquella zona tan fría y rocosa. Por todo el césped había pequeñas rocas ordenadas como una cuadrícula gigante. Se acercó a una de ellas y vio un nombre escrito junto al símbolo del Ministerio de Magia junto al de la Orden de Merlín.

"¿Cómo?"

Se fijó bien y de pronto el jardín era bastante más extenso. Invocó un hechizo revelio silencioso y pudo ver la extensión real del lugar. Las estatuas de piedra repartidas por la zona, las miles de velas encendidas, las flores hechizadas para que no mueran. De pronto aquel jardín era un cementerio suntuoso plagado de color y magia. Pudo ver también a los elfos domésticos haciendo el mantenimiento de los nichos y las lápidas, barriendo, arreglando las flores.

Ahora todo tenía sentido. Aquella zona era famosa por estar relacionada con el propio Merlín, por supuesto que no construirían una catedral tan grande solo para los oficios cristianos muggles. Mirando más detenidamente las tumbas databan de la época de Merlín, alrededor del siglo V.

Una mano se posó en su espalda con cuidado.

- ¿Qué haces aquí tan solo? Te estábamos buscando - dijo con suavidad Draco.

- Creo que no estoy precisamente solo.

- ¿A qué te refieres? - preguntó inclinando la cabeza.

- ¿No lo puedes ver?

- Veo césped.

- Prueba con un revelio.

Malfoy sacó discretamente la varita y murmuró 'revelio'.

- ¡Oh! Es un cementerio mágico - dijo él mirando alrededor. - Qué raro que esté en esta iglesia muggle, ¿no?

- Tú quisiste venir aquí, pensé que lo sabrías.

Draco observaba el lugar con más curiosidad que intriga. No parecía preocupado por el hecho de que estuviese integrado en aquel lugar y oculto.

- Volvamos, anda.

Entraron de nuevo a la catedral y se reunieron con los demás. Los Malfoy salieron del edificio con los cinco niños.

Harry echó un último vistazo buscando algún detalle diferente pero no vio nada a simple vista.

- ¿Vamos? - dijo Ginny.

- Si...

Habría jurado que la iglesia estaba vacía pero un anciano se cruzó con ellos. Pasó de largo, ignorándoles, y se dirigió hacia la zona de la que venían. Harry se giró a mirarle pero ya no estaba.

- Ginny, ¿has visto eso?

- ¿El qué? - preguntó ella mirando en su dirección.

- Al anciano…

Ginny se giró a buscar más y miró a Harry preocupada.

- No hay nadie aquí, Harry.

- Debe ser un fantasma del lugar... - murmuró Harry para sí mismo.

- Harry, ¿estás bien?

- Si si… - dijo poco convencido.

Ella levantó una ceja pero lo dejó pasar.

- Creo que va siendo hora de que vayamos a cenar - dijo besando su mano.

Los Malfoy estaban esperando fuera con los niños correteando por la plaza. Lily corrió a su lado para contarle las cosas que había visto mientras se dirigían al restaurante local a cenar.

- Mañana iremos a las ruinas del que se dice fue el castillo de Merlín. Hay muchas leyendas sobre él - explicó Draco cuando ya estuvieron todos sentados a la mesa. - Entre otras se dice que fue el lugar que su propio padre le entregó para que se pudiera ocultar a salvo de la corte puesto que fue considerado hijo ilegítimo de una de sus doncellas.

Los ojos de Albus y Scorpius estaban brillando de la emoción. Lily comía mientras escuchaba atenta. James y Stan fingían atención pero les importaba bastante poco el asunto.

- También se dice que ese castillo fue ocupado por un señor oscuro que montaba un dragón blanco.

- ¿¡Un dragón blanco?! - dijo Lily de pronto.

- Así es. Decían que este dragón estaba ligado a su señor oscuro y el día que lo liberaron él volvió por voluntad propia para defender a su señor.

- ¿Se puede montar un dragón? - preguntó James escéptico.

- No lo creo pero quién sabe, quizá él no fuese un dragón normal - dijo Malfoy guiñándole un ojo al niño.

Harry empezó a sentirse extraño. Como si lo que estaba contando Draco le resultase familiar. Se imaginó a sí mismo montado en un dragón blanco que le obedeciera. Vio la cadena al cuello de la bestia e instintivamente se tocó el cuello.

- ¿Cómo controlaba al dragón, Draco? - preguntó.

- El señor estaba ligado al dragón mediante una cadena que les mantenía unidos. Una cadena mágica con la que le controlaba.

- ¡Yo quiero montar en dragón! - dijo James de repente.

- Un dragón no es como una escoba, James - apuntó Stan. - Probablemente te mataría arrancándote la cabeza antes de que pudieras ponerle siquiera una mano encima.

Draco rio.

- No será peligroso, ¿no? - preguntó Astoria algo tensa.

- No, solo son leyendas, Astoria - aclaró su marido.

Por primera vez observó la manera de interactuar de la pareja y vio que su distancia no era cuestión de elegancia o desconfianza. Parecía ser lo normal entre ellos. Sin embargo con él no era tan frío...

"No es el lugar ni el momento, Harry" se dijo.

Sacó esos pensamientos de su mente y siguió cenando mientras todos conversaban aportando teorías sobre cómo se podría domar un dragón y otras locuras relacionadas.

Un rato después volvieron al alojamiento y antes de que pudieran decir nada estaban cada uno en su cuarto dormidos. Habían tenido que madrugar demasiado y eso les había pasado factura.

Harry terminó de hacer la ronda y se retiró a la habitación con sus chicas, que rápidamente se quedaron dormidas también, pero él tenía demasiadas cosas en la cabeza.

El silencio gobernaba el lugar cuando escuchó una puerta cerrarse en el pasillo y después unos pasos sobre la alfombra. Salió a comprobar que no fuera uno de sus hijos escapando y lo que encontró fue a Draco alejándose hacia la salida.

Solo.

En silencio salió al pasillo y le siguió hasta el jardín.

- ¿No deberías ir a descansar, Malfoy?

- Dijo el señor Potter desde fuera del alojamiento.

Harry sonrió por el ataque inesperado.

- Hay algo que quería preguntarte.

Llegaron a un columpio y se sentaron uno al lado del otro, meciéndose suavemente.

- ¿Qué te ocurre, Potter?

- Pareces conocer bien este lugar. ¿Qué era el cementerio que vimos antes?

Draco miró hacia el cielo.

- Este lugar está cargado de magia, Harry, quise venir a explorarlo porque he oído muchas leyendas sobre este lugar y por alguna razón las siento tan familiares que me intriga.

- ¿Leyendas como la del dragón?

- Exacto. ¿Sabes? este fue un punto clave en la época de Merlín, antes de que fuese conocido por unirse al rey Arturo estuvo aquí escondido durante muchos años. Dicen que dio refugio a infinidad de magos en su castillo, el cual visitaremos mañana. Todos los lugares mágicos están camuflados pero hay muchos más que no hemos visto a lo largo de las islas. Me gustaría saber qué hay de verdad en todo eso, porque es una zona que aún no ha sido explorada de manera oficial.

- Suena interesante, la verdad - admitió Harry.

Los ojos grises de Draco brillaban bajo las estrellas, Harry creyó morir al verlos.

- ¿Te imaginas que esas leyendas sobre el dragón fuesen ciertas? - dijo soñador. - Atravesar el cielo a lomos de un dragón.

- Yo hice algo parecido y no fue precisamente agradable.

- Oh, por supuesto, el señor importante ya lo ha hecho todo en la vida - se burló el rubio con una sonrisa malvada.

Harry se vio obligado a apartar la vista de aquellos labios que pedían a gritos que les dieran un mordisco.

- Imagina este lugar lleno de magos ocultos entre los muggles, bajo el mando de un loco bastardo de su padre.

Sintió la mirada de Draco en él e incapaz de ignorarla se la devolvió. Descubrió así que no era el único que estaba sintiendo la intensidad del momento.

- Tuvo que ser una locura... - respondió Harry sintiendo que no hablaba solo de Merlín.

No hacían falta mas palabras, sus ojos se estaban diciendo todo aquello que no debían verbalizar. Cortó el contacto un segundo antes de cometer un error y con una palmadita en la pierna de Draco suspiró y se levantó del columpio.

- Volvamos antes de que nos echen de menos.

- Volvamos, si. Porque al final la liamos.

Draco le adelantó y Harry sonrió para sí. Sentía las manos temblando y el corazón acelerado, tal era la tensión que acababan de cortar.

Volvió a entrar en su habitación y sumó otra más a sus inquietudes. Su mujer y su hija dormían juntas en la misma cama.

- ¿Estás bien? - preguntó Ginny abriendo un ojo.

- Si, tranquila, estaba en el baño - mintió.

- Espera que cambio a Lily de cama.

- Tranquila, déjala ahí, dormiré yo en su cama.

- Está bien. Buenas noches, Harry.

Ella se quedó dormida antes de que Harry llegase a la cama.

Su estúpida sonrisa brillaba en la oscuridad de la habitación mientras sus ojos observaban las estrellas a través de la ventana.

Mañana sería otro día.


Según veía, el norte de Escocia no era el lugar más popular para pasar las vacaciones de verano y una vez más se encontraban solos en aquella zona, aunque también lo entendía. El viento frío azotaba con fuerza y la humedad no ayudaba a mejorar las cosas.

Un terreno yermo precedía al terreno del castillo del cual poco quedaba en buenas condiciones. Era obvio que no se había cuidado adecuadamente pero eso no justificaba las enormes quemaduras del terreno, las enormes piedras colocadas de manera aleatoria como si hubieran sido lanzadas y los otros signos de lucha.

- Draco, ¿estás seguro de que este lugar no es peligroso? - preguntó Astoria mientras observaba a su hijo y a Albus hacer cálculos en el rastro de deslizamiento de las piedras.

- No te preocupes, esto está abandonado.

- ¡Es genial! ¡Estas piedras fueron lanzadas desde el bosque! - gritó Scorpius. - Seguro que fueron gigantes.

Lily tenía la cara ligeramente blanquecina y los ojos asustados. Astoria estaba tratando de lidiar con su melena que volaba sin control en todas direcciones. James y Stan se habían sentado junto a una de las piedras y hablaban de sus cosas.

- Harry, ¿qué os parece si nosotras volvemos al pueblo? - preguntó Ginny viendo la cara de su hija.

- Me uno a la propuesta - dijo Astoria con el pelo enmarañado.

- ¿Chicos, venís u os quedáis? - preguntó Harry a Stan y James.

Sin responder, se pusieron en pie y se acercaron a las chicas para irse.

- Menudo éxito - dijo Malfoy. - La verdad es que no esperaba que esto fuese un campo de batalla. Es decir, entiendo el paso de los años pero estos escombros no tienen mil quinientos años.

- Para ser una zona tan importante históricamente hablando debería estar más cuidado, ¿no? Es decir, es obvio que aquí ha habido una batalla salvaje hace no mucho.

- Es una zona histórica pero no han querido hacerlo patrimonio, por eso es tan interesante, las cosas están sin tocar.

Estaban observando la zona cuando algo se enganchó en el pie de Harry. Sacudió el pie y vio cómo volaba un trozo de cadena oxidada.

- ¿Qué demonios ha sido eso?

- No lo sé pero debemos tener cuidado - dijo Malfoy sacando la varita.

- Chicos, tened cuidado, este lugar es peligroso - advirtió Harry a los dos curiosos. - Vamos a entrar al castillo.

La muralla de defensa estaba medio destruida, como si la hubiesen arrancado. En la plaza central del terreno de la entrada había un enorme círculo negro, como su algo hubiese estallado.

- Hay rastros de magia - dijo Harry. - ¿Habrá estado ocupado?

- ¡Mira papá! - Albus señalaba una máscara oxidada.

- No toques nada, Albus.

- Ahí hay un fantasma - avisó Scorpius.

Un fantasma con aspecto de anciano estaba plantado frente a la puerta del castillo con aspecto amenazador.

- ¿Dónde nos has traído Draco? - preguntó Harry en voz baja.

Cuando intentaron entrar al castillo el fantasma les detuvo levantando una mano mientras negaba con la cabeza.

- ¿No se puede pasar?

- Pues casi mejor porque todavía se nos cae encima - dijo Scorpius.

Echaron un vistazo a las almenas medio destruidas, las piedras se amontonaban junto a las paredes principales. Le sorprendió ver los arañazos en la fachada, tenían el tamaño de un brazo. Pudo sentir el aura del escudo de defensa del edificio y de nuevo esa sensación de que algo le era familiar.

Se dieron la vuelta para marcharse y de pronto lo vio.

"El dragón blanco herido en el suelo. Las explosiones alrededor. Las bestias acechando..."

- Harry, ¿estás bien? - Draco estaba a su lado mirándole con preocupación. - Te has quedado blanco.

- Draco, ¿de dónde has sacado la historia del dragón?

- No lo sé, simplemente la recuerdo. Supongo que nos la enseñaron en historia de la magia y aún la recuerdo.

La cara de preocupación de sus hijos le dijo que era mejor dejar ahí la conversación.

- Entiendo…

- ¿Has visto algo, papá? - preguntó Albus.

- No, es solo que me he mareado un poco pero ya estoy bien.

Su hijo le miró con desconfianza.

- ¡Albus! - gritó Scorpius señalando algo en el suelo.

El pequeño Potter se acercó a su amigo dejando a los adultos rezagados.

- ¿Seguro que estás bien, Harry? - preguntó Draco sujetándole la mano.

- Estoy bien, Draco, gracias - respondió Harry disfrutando del tacto de su mano un segundo antes de soltarla.

Salieron a dar un paseo por el terreno mientras sus hijos corrían hacia la entrada del bosque. Su instinto se activó por sí solo. Miró la cadena tirada en el suelo y los rastros de garras que se dirigían al acantilado.

- Ven, tengo una corazonada - dijo Harry.

Caminaron contra el viento hacia el norte hasta que llegaron al límite de la isla. Miró que los chicos no estuvieran muy lejos y se asomó al borde.

El agua del mar golpeaba con furia las rocas desprendidas, salpicando gotas que se elevaban varios metros hasta su posición.

Miro hacia el horizonte y siento que algo ha pasado aquí. Como una sensación familiar.

- El dragón se fue volando por allí - dijo Malfoy extendiendo la mano para mostrar la ruta que explicaba. - Saltó desde aquí y se perdió entre las nubes. Después voló hacia las islas del norte y allí se quedó hasta que alguien vino a avisarle de que su amo estaba en peligro. Entonces regresó a él - terminó señalando a Harry.

Él le escuchaba atento, mirándole intensamente. Tenía una sensación muy fuerte de que aquello era algo más que una leyenda.

- Probablemente fuese aquella isla su primer destino - dijo señalando una isla a su derecha.

- Draco, ¿cómo sabes tanto de esa historia? No me voy a creer que es una historia de la escuela, nadie recordaría el punto exacto en que un dragón se alejó y hacia dónde fue.

Él se encogió de hombros en respuesta.

- Si te lo contara pensarías que estoy loco.

- Inténtalo - desafió Harry.

Draco tomó aire y respondió:

- Al llegar aquí lo he visto claramente, como una visión.

- ¿De verdad? A mí me ha pasado lo mismo en los terrenos del castillo.

- ¡Oh, no! Estás loco, Potter - exclamó Draco.

El puñetazo de Harry fue muy real. Entre risas deshicieron el camino para buscar a sus hijos. Los encontraron husmeando la entrada del bosque.

- Estoy seguro de que aquí hay gigantes - decía Scorpius.

- De haberlos estarías muerto desde hacía un rato, hijo - aseveró su padre.

- Mira esas pisadas, eran varios. Mira las ramas, son menos frondosas al paso de las huellas, significa que las apartaron y han vuelto a crecer más.

- ¿Has pensado en hacerte detective, Scorpius? - preguntó Harry.

- No lo descarto, sinceramente.

Con aquello dieron por finalizada la visita a las ruinas de Merlín. Cuando el sol comenzó a ocultarse en el horizonte volvieron a la posada donde el resto de su familia les esperaba.

La certeza de que ahí había algo extraño les acompañó a los cuatro durante todo el camino.

Aquella tarde fueron a cenar a un restaurante especial, sería su última noche en aquella isla. Como todos los locales de aquella zona, el restaurante estaba medio vacío excepto por un hombre delgado que cenaba solo en una mesa algo apartada que no dejaba de mirar hacia su mesa. Tampoco estaban haciendo tanto ruido como para estar molestando a nadie.

Albus estaba describiendo el aspecto de la máscara y Lily le regañaba por haber pensado siquiera en tocarla. Ginny estaba aliviada de que estuvieran bien pero algo fastidiada por haberse perdido semejante aventura.

- ¡Y después vimos un fantasma que nos impidió pasar al castillo! - dijo Scorpius emocionado.

- ¿Como los de Hogwarts? - preguntó Lily.

- Algo así, pero este daba más miedo - recordó el niño.

- Deberíamos haber entrado - murmuró Albus. - Es un fantasma, no puede hacernos nada.

- Los fantasmas antiguos no son como los que conocemos - explicó Harry. - Muchos son guardianes capaces de echar maldiciones a quienes se atrevan a desobedecerlos.

La mirada de Scorpius fue de incredulidad. No se creía que eso fuese cierto.

- Probablemente eso sea un cuento de miedo para que los niños no hagan cosas peligrosas.

- Sea o no cierto - dijo Draco con un gesto de advertencia a su hijo - está claro que ese lugar es peligroso, los signos recientes de batalla no eran explosiones normales. Ahí hubo un gran enfrentamiento mágico no hace demasiado tiempo.

La conversación continuó con diferentes reacciones: sorpresa, intriga, pasividad… James y Stan no parecían estar pasándolo muy bien, aunque esperar que fuesen igual de entusiastas era absurdo.

- Voy al baño un momento - dijo Harry levantándose de la silla.

Rápidamente se encontró con la mirada preocupada de Draco.

- Harry, ten cuidado - dijo en un disimulado tono chistoso. - Los retretes de esta zona son traicioneros.

- ¿Ya lo has experimentado o qué? - preguntó James entre carcajadas.

Caía la noche cuando llegaron al hotel pero esta vez no fueron a dormir todos tan rápido. Ginny y Lily se fueron a la habitación de Astoria para hacer noche de chicas. Scorpius y Albus se fueron con Stan y James a jugar un pequeño torneo de ajedrez mágico. Draco había salido a dar un paseo así que él aprovechó para hacer lo mismo, desconectar un poco y tal vez buscar la lógica en lo que había pasado aquel día.

¿Por qué tenía visiones de cosas que no recordaba haber vivido?

¿Qué clase de magia te provocaba visiones fugaces en territorios desconocidos?

A pesar de ser un auror experimentado aún había muchas cosas que desconocía. Había sido una visita emocionante y era agradable no tener que ser responsable de todas las cosas extrañas que ocurrían. No podía compartirlo con su familia, asustarles con sus paranoias no mejoraría el viaje.

El único que parecía entenderle en todo este asunto era…

- Te estoy oyendo pensar - dijo el rubio pasando las manos por sus hombros presionando para masajearlos. - Menudo día de locos, eh.

- No sé ni por dónde empezar.

- Ya me imagino. Yo tampoco esperaba que todo fuese tan… intenso.

La piel del cuello de Harry se erizo al contacto con las manos del rubio pero estaba preocupado.

- ¿Cómo hemos podido ver todo eso de forma tan clara?

- La magia ancestral es una gran desconocida. De alguna manera la magia a la que tenemos acceso a día de hoy es menos pura que la que existía en la época de Merlín.

- ¿Otra vez con la pureza de sangre?

- Harry, es una realidad innegable. No la defiendo pero eso no quiere decir que no exista y está claro que los que tomaron el castillo removieron magias ancestrales.

- ¿Por eso tenemos visiones?

- Entre otras cosas. También podría explicar cómo consiguió domesticar un dragón para someterlo a su voluntad.

- ¿Tú crees?

Harry, los hechizos de los domadores de dragones a día de hoy se basan en dejarles ciegos y es lo más poderoso que pueden hacer. ¿Qué clase de magia domesticaría a una bestia calificada como la más peligrosa de todas?

Harry se quedó pensativo, tan concentrado en aquella información que casi estaba ignorando las caricias que estaba recibiendo.

- ¿Podemos dejar que simplemente todo esto quede en una aventura sin más repercusión? - preguntó al aire.

Malfoy le rodeó el cuello con los brazos y Harry cogió sus manos. El beso que depositó en ellas no estaba planeado. Sin mediar palabra Draco acarició sus manos con el pulgar para después depositar un beso en su sien.

- No podemos hacer mucho más. Investigar algo así nos llevaría una vida - respondió Draco recostado en el respaldo del banco.

Harry suspiró y se dio cuenta de la situación en la que estaba, con los brazos de Draco alrededor de su cuello y se apresuró a soltarle.

- Deberíamos ir a dormir, Malfoy - dijo nervioso.

- Vamos.

Con otro beso rápido en la cara Malfoy se desacomodó y entró al hotel.

Cuando subieron despidieron a las chicas y las mandaron a sus respectivas habitaciones. Se dieron las buenas noches y cerraron las puertas.

Harry observó a Ginny y Lily, tenían el mismo color de pelo, eran preciosas y la vida que él tenía también lo era. Juraba que quería pero no podía conformarse, aquella maldita vocecilla le seguía minando la moral al mismo tiempo que le partía el alma la idea de romper su familia.

Se sentó en la cama de su hija y le contó un cuento sobre dragones amables. La niña se quedó dormida rápidamente.

Ya en la cama, Ginny le dio un beso cariñoso de buenas noches y Harry se dio cuenta de algo muy relevante: el beso de su mujer le había dejado frío.

- ¿Habéis hablado de algo interesante? - preguntó Ginny.

- Hemos hablado sobre magias ancestrales y dragones, nada relevante.

- ¿Me estoy perdiendo algo, Harry?

- Nada importante- dijo forzando un bostezo.

Ginny no dijo nada más y él se durmió preocupado.


A la mañana siguiente el traslador les llevó hasta una pequeña isla cercana a la primera que había visitado.

De nuevo un pequeño pueblo sin grandes emociones que se dedicaron a recorrer haciendo turismo y visitando puntos de interés.

Después de comer alquilaron una barca mágica que remontaba el río corriente arriba hasta terminar en un precioso mirador en el que decían que el atardecer era impresionante. Ubicado junto a una cascada natural pudieron observar el relieve de las islas.

Las partes altas de aquellas islas eran zonas típicas para observar aves pero aquella en concreto también era un punto donde habitualmente podían observarse hipógrifos salvajes. Se desplazaban a esos puntos solitarios para criar a sus pequeños y podían lanzarlos a volar cuando estaban listos. La zona estaba acotada por ser peligrosa pero por supuesto Albus y Scorpius tuvieron que asomarse en busca de algún ejemplar.

- Se está haciendo de noche, no creo que veáis nada - dijo Ginny.

El graznido que reverberó en las rocas hizo retroceder a todos menos a los dos chicos.

- Chicos, venid aquí, volvamos antes de que alguien tenga un accidente.

Estaban las chicas subiendo ya a la barca para volver cuando unas enormes alas surgieron del refugio acotado. Scorpius se apartó a tiempo de evitar el zarpazo de las garras pero Albus tropezó, quedando expuesto. El rápido escudo hechizo de Harry evitó que le alcanzase pero el enorme animal estaba dispuesto a echarles de allí.

- ¡Subid a la barca! - gritó Harry mientras levantaba a su hijo del suelo.

Draco volvió a protegerles con otro escudo pero el animal seguía arremetiendo contra ellos. Estaban todos en la barca cuando Draco se colocó delante del animal y se plantó firme, sin mirarle a los ojos. El animal cesó el ataque pero seguía lanzando gritos de advertencia. Draco le hizo entonces una reverencia y el animal se detuvo confuso.

- ¿Qué hace? - preguntó Lily asustada.

- Sssh - dijo Harry.

Unos segundos más tarde el animal le imitó, lanzó un último graznido de aviso y se alejó pacífico de vuelta al nido.

Todos en la barca estaban en un silencio sepulcral, mirando al nuevo héroe del grupo. Draco subió a la barca y esta retomó el camino de vuelta.

En cuanto se alejaron le acribillaron a preguntas y felicitaciones. Él sonreía y le quitaba importancia pero Harry veía sin ninguna duda el trasfondo de aquella acción.

- Definitivamente has madurado, Malfoy - le provocó Harry cuando el grupo se adelantó.

- Cállate, Potter.

Una noche más no pudo faltar su encuentro a solas a las puertas del alojamiento. Dio una excusa ligera a Ginny, que parecía algo aburrida de irse a dormir sola, y se escapó al jardín.

- ¿Otra vez aquí, Potter? Tu mujer va a empezar a sospechar que tienes una aventura - susurró con su tono frío y una sonrisa cargada de intención.

- Dijo el señor Malfoy frente a él - respondió Harry acercándose provocativo y pasando de largo por su lado.

- De hecho te estaba esperando. Ven conmigo.

Antes de poder responder Draco le agarró de la mano y les desapareció.

Estaban frente a una antorchas que colgaban junto a una puerta de madera que parecían guardar una plantación.

- ¿Qué hacemos aquí? - preguntó Harry confuso.

- Sígueme - dijo el rubio agarrando su mano de nuevo.

Juntos atravesaron el campo de cultivo hacia una luz parpadeante con las varitas encendidas tras un escudo para ver sin ser vistos. Siguiendo el camino junto a las plantaciones de trigo llegaron a la pequeña cabaña, escondieron las varitas y miraron alrededor.

- ¿Hola? - preguntó Draco en voz alta.

- Draco, ¿qué narices haces? ¿Qué hacemos aquí? Es media noche.

Una figura se asomó a la puerta de la cabaña con una escopeta en las manos. Harry echó mano a la varita pero la mano del rubio le detuvo. Sintió salir de él la corriente mágica de un hechizo silencioso que relajó la expresión del hombre.

- ¿Puede ofrecernos un vaso de agua?

- Si, claro. Adelante, pasad - respondió con la mirada perdida.

Harry miró a Draco con la boca abierta, principalmente por el descaro que estaba mostrando frente a un muggle y por que le hubiese metido en semejante jaleo en mitad de la noche.

- Te has vuelto loco, Malfoy.

Un guiño fue su respuesta.

Entraron en la cabaña que olía a tierra y humedad. Los aperos oxidados se amontonaban detrás de la puerta de entrada. El hombre dejó la escopeta junto a ellos y les guio hasta la cocina, donde una mesa cuadrada de madera vieja esperaba con cuatro sillas a su alrededor. El detalle del florero de adorno con unas espigas dentro hizo que Harry levantara una ceja.

- Siéntense - pidió con un gesto.

Les colocó unos vasos de agua y se sentó frente a ellos.

Las arrugas en su piel curtida se entremezclaban con la descuidada barba corta. Probablemente tuviera su edad aunque aparentaba varios años más.

- Señor, ¿cuánto tiempo lleva viviendo aquí? - preguntó Draco directo.

- Toda mi vida. Bueno, en realidad esta es la casa de la cosecha nuestro verdadero hogar está en el pueblo, allí me esperan mi mujer y mis hijos - explicó rascándose la cabeza y haciendo volar partículas que brillaron bajo la bombilla sin lámpara.

Para ser un desconocido estaba hablando con ellos como si les conociese de siempre. Sólo deseó que Draco no le hubiese hechizado con un Imperio.

- Cuéntenos acerca de la leyenda del dragón.

- Hmmm… - el hombre hizo un esfuerzo por recordar. - Solo recuerdo lo que mi abuelo nos contaba de pequeños.

- Le escuchamos.

Harry estaba anonadado con la situación pero le intrigaba saber más sobre aquello.

- Contaba mi abuelo que llegó una mañana y encontró a un muchacho pálido escondido en este mismo cobertizo. Parecía asustado y desnutrido, además de malherido. Le dio cobijo y le alimentó durante unos días.

- ¿Le permitió estar aquí? - preguntó Harry.

- Si, durante varios días se refugió aquí.

Miraron a su alrededor en busca de algo anómalo pero solo vieron cacharros y retales muy normales.

- ¿Y qué ocurrió después?

- Una noche el chico desapareció y mi abuelo dice que su padre juraba que vio un dragón blanco alejarse volando hacia el norte cuando salió a buscarle.

Harry abrió los ojos de par en par. Draco observó orgulloso su reacción.

- A partir de ese día comenzaron a llamarle el loco del dragón.

- ¿Nadie más lo vio?

- No. Solo hay leyendas pero nadie las cree, sin embargo yo sí creo que mi bisabuelo pudiera ver aquello. No estaba loco…

Draco miró a Harry.

- ¿Qué hacemos? - le preguntó en voz baja.

- Déjale estar y volvamos, esto es de locos.

- De acuerdo. Muchas gracias, señor.

El señor les hizo un gesto cansado con la mano. Salieron de la cabaña y Draco volvió a sujetarle para hacerle desaparecer de nuevo hacia el hotel.

- ¿Qué estás haciendo, Draco?

- ¡Harry, era un animago! - dijo Draco emocionado. - ¡El dragón era un animago! Esto cada vez se pone más interesante.

- Draco, siento que esto se nos está empezando a ir de las manos. Acabamos de aparecernos en la cabaña de un muggle al que has hechizado para que nos cuente historias locas.

- ¿Qué dices, Harry? Pensé que a ti también te interesaba todo esto.

- Si, Draco - dijo Harry rascándose la nuca.- Claro que me interesa pero estamos dejando de lado lo principal, hemos venido de viaje con nuestras familias y aún no nos hemos ido a dormir con ellos ni un solo día.

El rostro emocionado de Draco se volvió mortalmente serio.

- ¿Propones que lo dejemos y ya está?

- Propongo que cojamos la información y la procesemos cuando estemos de vuelta en Londres. Allí podemos investigar lo que quieras pero ahora quiero fingir que somos familias normales teniendo un viaje normal, por favor.

El rubio no respondió inmediatamente. Se alejó unos pasos y luego volvió.

- Está bien, Potter. Te dejaré tranquilo, no te preocupes.

Ahí estaba de nuevo ese Malfoy distante y seguro de sí mismo.

Harry volvió a la habitación esta vez con un hechizo muffliato para no despertar a las chicas. Afortunadamente dormían pero le preocupaba sinceramente que Ginny empezase a sospechar cualquier cosa acerca de sus escapadas nocturnas.


Unos golpes apresurados en la puerta les despertaron. Harry se levantó de un salto pensando que sus hijos podrían estar en peligro.

Habían llegado el día anterior a ese nuevo alojamiento y de primeras no le había dado mucha confianza precisamente. Lo que no esperaba era encontrarse a Astoria en pijama.

- Draco ha desaparecido - dijo la mujer mortalmente pálida.

- ¿Qué? - exclamó Harry.

Ginny apareció en la puerta también.

- ¿Qué ocurre?

- Draco ha desaparecido - dijo Harry mientras entraba de nuevo a la habitación y se ponía la capa. - Voy a buscarle.

- ¡Harry! No vayas solo - pidió su mujer.

- Te acompañamos - dijeron Albus y Scorpius saliendo de su habitación ya preparados, aún con los pelos de punta de dormir.

Miró a Ginny.

- Me sirve. Tened cuidado. - pidió ella. -Ven, Astoria, tranquilízate, seguro que está bien.

Los tres magos atravesaron la antigua puerta chirriante de la entrada bajo la atenta mirada del recepcionista.

Aún necesitaban de la tenue luz anaranjada de las farolas para no tropezar pero el cielo ya empezaba a aclarar.

Agarró a los niños de las manos e hizo memoria;

Habían llegado al tercer destino la mañana anterior y tras dejar las cosas y asentarse en el sospechoso alojamiento salieron a pasear como de costumbre. Todo fue según estaba planeado, sin sobresaltos, hasta que llegaron al faro de la isla. Draco se había quedado pálido y casi perdió el equilibrio al acercarse a la terraza superior. Tuvo que sujetarle para evitar un accidente.

- Disculpa, me dio vértigo la altura - dijo Draco.

Harry había sospechado que aquello era una excusa como la que él había puesto la primera vez que tuvo una visión pero no dijo nada. No quería remover el tema de nuevo.

Todo había sido normal el resto del día. Incluso por la noche había salido a pasear a solas con Ginny para tranquilizarla sobre sus escapadas los días anteriores.

Por supuesto que estaba todo muy tranquilo para la tónica de aquel viajecito.

No volvería a dejar que Malfoy organizara un viaje familiar en su vida, si es que alguna vez volvían a viajar todos juntos.

- Papá, ¿sabes dónde puede estar? - preguntó Albus que se mantenía firme en el paso.

- Tengo una ligera sospecha, si - dijo Harry secamente.

Tenía la certeza casi total de que estaría en el faro, investigando a alguien o buscando a saber qué misterio más.

¿Cuándo se habían invertido las tornas?

El arriesgado aventurero era él, no Malfoy.

Subieron a lo alto del faro ante la sorpresa del guardafaros, que les dejó pasar extrañado por las horas y las prisas.

Llegaron jadeando a lo alto de las escaleras de caracol, los niños se quedaron recuperando el aliento en la puerta y Harry irrumpió en la habitación con más brusquedad de la necesaria.

La silueta del mayor de los Malfoy se perfilaba contra la luz del amanecer frente a la barandilla. Sin dudarlo Harry fue hacia él.

- ¿Se puede saber qué haces aquí, Draco? - preguntó de malas maneras.

- ¡Harry! - luego vio a los chicos entrar también. - ¿Qué hacéis aquí? ¿Qué ha pasado?

- ¿Que qué hacemos aquí? Coges y desapareces de madrugada sin avisar a nadie. ¿Esperabas que nadie se diese cuenta o qué demonios te pasa por la cabeza, Malfoy? - Harry comenzó a elevar el tono.

- Harry, tranquilo, por favor - pidió Draco. - Solo vine a dar un paseo.

- ¿Te piensas que soy estúpido, Malfoy? ¿Piensas que no sé por qué estás aquí de entre todos los lugares de la isla?

- Delante de los niños no, Harry - pidió Draco.

Harry se pasó las manos por la cara exasperado. Aquello parecía una bronca de pareja. Mandó un patronus a Ginny diciéndole que le había encontrado.

- Mamá estaba asustada - dijo Scorpius acercándose con un dedo en alto.

- Vaya, lo lamento, hijo - dijo Draco con un toque cínico.

- La cama era muy cómoda- protestó Albus bostezando y frotándose los ojos.

- Chicos, esperad fuera, por favor, pero no bajéis las escaleras.

- Valeeeee - dijeron al unísono.

Salieron y entornaron la puerta.

- Draco, ¿qué ocurre? - preguntó Harry cruzando los brazos y apoyándose de espaldas en la barandilla.

- Los vi, Harry. Vi al tipo del restaurante y al chico rubio. Hablando. No pude verles las caras pero… uno de ellos tenía unas enormes alas negras…

Harry suspiró cansado.

- Draco, por favor, ya basta. No existen los animagos dragones, ni los humanos alados. Por favor, vamos a detener ya esta locura.

Draco permanecía callado mirando al suelo.

- Has planificado un viaje familiar para investigar una leyenda, puedo aceptarlo, pero estás empezando a actuar fuera de lugar. Nos hemos dado un susto de muerte esta mañana.

Malfoy parecía disgustado.

- Astoria a veces es demasiado controladora, me agobia, por eso necesito salir a pasear. No era necesario que os pusiera en alerta.

- Draco, solo debías avisarla - dijo Harry como quien habla con un niño. - Si tenéis problemas habladlos pero ahora no es el momento de comenzar estas batallas.

El rubio agachó la cabeza y se apoyó también en la barandilla.

- No es tan fácil, Harry…

Ahí estaba de nuevo el adolescente vulnerable superado por las circunstancias, de nuevo esas ganas de abrazarle y tranquilizarle, de prometerle que todo iría bien pero la situación no era la que fue.

- Nunca es fácil, Draco - fue lo único que acertó a decir. No quería sermonearle.

Vio las lágrimas asomar a los ojos de Malfoy mientras observaba el horizonte y se le rompió el corazón. Se acercó a él y le abrazó.

- Siento que no puedo más, Harry… - susurró contra su cuello.

- Tranquilo - consoló este acariciándole el pelo como a un niño. - Entiendo lo que sientes pero ahora toca ser fuerte, Draco. Y para bien o para mal ahora estoy aquí.

Sintió hincharse su pecho cuando suspiró, sintió los brazos estrecharle con más fuerza, como si no quisiera dejarle ir, pero lo hizo.

- Tienes razón, Harry, no es el momento.

Se separó de él y se estiró la capa. Con un hechizo de belleza ocultó las ojeras y los párpados hinchados.

- Volvamos, aún hay mucho que ver - dijo más sereno.

- ¿Estás mejor? - preguntó Harry.

- Métete en tus asuntos, Potter - respondió con fingida prepotencia y con una sonrisa altanera.

Con los ojos en blanco siguió al hombre hasta la puerta. Allí encontraron a Scorpius apoyado en la pared, dormitando mientras Albus dormía más profundamente en su hombro. Sus padres les miraron y sonrieron con una complicidad que no necesitaba de palabras.


El viaje terminó al día siguiente, cuando un traslador les llevó de vuelta a su lugar de origen.

El cansancio debía haber hecho mella porque la despedida fue cuando menos fría, especialmente Astoria que estaba algo apagada desde el incidente del faro.

Había escuchado los gritos de la mujer cuando volvieron al alojamiento mientras ellos sacaban a los niños de allí para "ir avanzando".

Deseó no tener que dejar a Draco allí pero no podía hacer nada más. Debían solucionar sus asuntos por su cuenta y él no pintaba nada allí.

Le dio la mano y una mirada de ánimo.

- Gracias por todo, chicos. Pasad buen verano.

Y sin más se desaparecieron de vuelta a casa.

Ya deshaciendo la maleta Harry comenzó a sentir que le faltaba algo.

"Alguien" mejor dicho.


¡Buenas de nuevo!

¿Qué os ha parecido este capítulo "side quest"?

Es como un simulacro de lo que hubieran sido las aventuras de Harry y Draco juntos. Por supuesto hace referencia a Blinded in chains y quiero pedir vuestra opinión acerca de si os gustaría saber más de esta aventura de manera secundaria u os interesa más la historia principal.

También os informo de que aunque ya está escrito voy a tener que retocar bastante los capítulos que hay hasta el final por cuestiones de veracidad y coherencia, así que es posible que espacie las publicaciones un poco.

Prometo que valdrá la pena.

Quiero agradecer especialmente a mi beta por haberme ayudado a sacar este capítulo adelante cuando estaba ya casi decidida a abandonar la historia y a Ana por sus comentarios cada capítulo.

Gracias de corazón.

Por otro lado estoy recibiendo muy poco feedback y eso me da a entender que no está gustando y no me apetece seguir trabajando en algo que no tiene acogida o no gusta.

Estamos ya casi en el ecuador de la historia, así que si os gusta agradecería un comentario o algo al respecto para ayudarme a terminar de luchar por ello.

Gracias una semana más por estar ahí.

Un abrazo.

Kanna