Sinopsis: Pan y Bra están hartas de escuchar a sus amigas hablar de sexo. Y es entonces cuando se proponen un reto: antes de su próximo cumpleaños para llegar a la mayoría de edad, tendrán que perder la virginidad. Las reglas del juego han empezado y ya no hay marcha atrás. ¿Cuál de las dos lo conseguirá primero? ¿Quiénes serán sus víctimas?
Aclaraciones: Ni dragon ball ni sus personajes me pertenecen, esta historia ha sido creada sin fines de lucro, sino de entretenimiento.
El reto
—Por cierto Trunks… —tragó saliva con dificultad, a lo que Trunks despierta de sus pensamientos y lo mira fijamente esperando lo que le tenía que decir— ¿No te sentirías mal al desear una chica mucho más joven que tú?
Trunks se quedó paralizado. No se esperaba para nada esa pregunta. ¿Acaso él sospechaba de algo? ¿Tan obvio era? No creía que Pan hubiese sido capaz de haber dicho nada sobre los accidentales besos que habían compartido. Sin quererlo, empezó a sudar por la irritación.
—¿A qué… a qué te refieres exactamente con "más" joven? —preguntó temeroso.
—Pues… muy joven —Goten también se mostraba nervioso—. De la edad de tu hermana por ejemplo.
No podía ser, ¡esto tenía que ser una broma de mal gusto! Y encima Goten se había puesto muy serio de pronto. Seguramente sabría que había estado besando a su sobrina indecentemente y ahora le preguntaba eso, porque si no era demasiada coincidencia. Por eso estaba tan frío y distante, por eso apenas le hablaba esos días…
—Por favor no puedo seguir más con esto, ¡perdóname! —saltó de pronto— ¡Es cierto, la besé! Pero no era mi intención, no sé que me pasó para reaccionar así con tu sobrina…
—¿Cómo dices? —el semblante de Goten se volvió completamente alucinado e incrédulo— ¡¿Cómo es eso de que besaste a mi sobrina?!
Capítulo nueve
Mayo I: El diario del sexo
Goten se encontraba caminando pensativo hacia su hogar después del trabajo. Por alguna extraña razón, no podía sacarse de la cabeza lo acontecido hacía un mes en el despacho de Trunks… aunque era del todo absurdo, él ya le había explicado que había sido una confusión. Sin embargo, había ciertas cosas que aún no le cuadraban del todo.
—¿Acabas de decir que te has besado con mi sobrina? —gritó de forma alterada.
—¡No, claro que no!
Trunks estaba blanco como la cera, no sabía cómo se iba a librar de esa situación. Sabía que había metido la pata hasta el fondo. ¡Maldita fuera su bocaza! Había sido un completo idiota, tendría que haberse asegurado primero de qué le estaba hablando su amigo. La falta de sueño le había traicionado, no tenía los sentidos donde debería tenerlos… debía de decir algo pronto, sino las cosas se pondrían bastante complicadas.
—Lo que he dicho es… —tragó saliva con dificultad— que no debí besar a Sabrina, ¡eso!
—¿A Sabrina? ¿No te re referirás a la mujer que pone la comida de la cafetería verdad? —abrió los ojos como platos. Si eso era cierto…iba a pensar seriamente que su amigo tenía un gran problema.
Trunks se quedó callado por un instante. Sin embargo, con gran pesar, no tuvo otra opción que asentir con la cabeza muy lentamente.
Todo se había quedado en un malentendido; ya que, ¿cómo iba a ser posible que su mejor amigo se besara con su sobrina? Era completamente absurdo e inverosímil; y en el hipotético caso de que llegara a suceder, él sabía de antemano que le rompería las piernas.
Se quedó completamente consternado cuando le explicó —de forma no muy convincente— que le había dado un arrebato estrafalario, y había besado a aquella mujer por algo supuestamente insólito y rocambolesco. Claro, las cosas no serían tan graves si esa mujer en cuestión no tuviera 65 años…
Lo primero que se le pasó por la cabeza es que Trunks estaba demasiado mal emocionalmente, la falta de amor y cariño le estaban ocasionando fuertes heridas cerebrales, por no hablar que le daba repelús pensar que se estaba convirtiendo en un enfermo acosador de ancianas. Aunque no sabía que era peor, si estar enfermo por desear a mujeres de avanzada edad o por la perversión a menores…
No podía negarlo, no podía quitarse de la cabeza a cierta chica con cabellera azul. Desde hacía dos meses no paraba de pensar en ella, incluso su atracción por Marron había descendido un poco. Pero era por algo que ya sabía de antemano, le resultaba un reto mucho más apetitoso y difícil que la amiga de Trunks. Pero se prometió a sí mismo olvidarse completamente del tema. Puede que cuando ella fuese mayor de edad, se lo podría llegar a pensar.
No se dio cuenta de que le estaba sonando el móvil de forma ruidosa, le estaba empezando a molestar la vibración en el bolsillo izquierdo del pantalón. Cuando miró quien era el que lo estaba llamando, titubeó por un instante. Tuvo que cambiarse de número antes, no obstante, no supo por qué le dio al botón verde y puso el aparato cerca de su oreja.
—¿Qué ocurre?
—¿Goten? —la débil voz se escuchaba bastante nerviosa y cortada— Tienes que venir a mi casa, te olvidaste algo aquí la última vez que estuviste, pero el día ese qué quedamos no me dejaste hablar. Pásate y no te molestaré más.
Se quedó mudo por unos minutos sin intención de contestarle, aunque no se supo el por qué, le dijo un leve sí y que se pasaría en un momento. Era cierto que se había dejado algo en aquella casa, nada más y nada menos que la tarjeta del médico; casi nunca se ponía enfermo, pero siempre era mejor prevenir. Aunque sabía perfectamente que estaba cometiendo un grave error al aceptar, se estaba metiendo él solito en la boca del lobo.
Cuando llegó al umbral, se quedó mirando fijamente la puerta varios minutos antes de pegar al timbre. Seguía sin estar del todo convencido, pero tenía que empezar a ser alguien fuerte y no tan débil de voluntad; así que, con una fuerza y energía renovada, esperó a que le abriera la puerta. No obstante, se dio cuenta de que la puerta estaba algo entreabierta y se decidió a entrar. Ella le estaba esperando en la sala de estar.
No entendía por qué la casa estaba tan lúgubre y oscura; apenas entraba luz por las ventanas ya que las tenía casi todas bajadas, y tampoco encendía ninguna lámpara. Todo estaba tan triste y gris…que le resultaba demasiado incómodo. Cuando llegó al destino, sólo se fijó en los portarretratos que había cerca de la mesa; pero giró rápidamente la vista para sentarse cerca del brasero.
—Al final has venido —Pares estaba con la mirada puesta en él con el semblante contento—; te olvidaste la tarjeta cuando me acompañaste a casa ¿te acuerdas? —suelta una risa melancólica— Me salvaste de ese matón de poca monta cuando me torcí el tobillo.
—Sí —no es capaz de sostenerle la mirada—, ¿me la podrías dar? No te ofendas, pero tengo algo de prisa. Además, no me gustaría que tu marido —la última palabra la pronunció muy lentamente— me encontrara aquí y recordáramos buenos momentos…
—Él no está aquí, se fue por un viaje de negocios, casi nunca está en casa —se inclina para echar un poco de té en el vaso—. De todas formas, creo que si te encontrase aquí no te haría nada. Te tiene miedo desde lo que le hiciste hace años.
Había pasado muchísimo tiempo desde ese suceso. Goten pensaba que casi hubiera perdido su vida si no le hubiese dado su merecido a aquel desalmado. Por entonces, no era el marido de Pares, sino su prometido; un cerdo maltratador y celoso.
Muchas veces cuando empezó a tener trato con Pares, veía ciertos moretones y magulladuras por su cuerpo. Ella lo negaba todo, pero era evidente que algo le estaba ocultando. Cuando se enteró de la verdad, lleno de rabia e impotencia, fue a casa de aquel tipo para partirle la cara. Estuvo a punto de matarle, pero a causa de Pares al final ni siquiera le interpusieron denuncia alguna. Finalmente, ella le confesó que estaba embarazada de aquel horroroso sujeto y que se casaría con él en breve. Después de eso, ella desapareció sin dejar rastro alguno ni ningún tipo de explicación. Todas sus ilusiones y sueños se habían desvanecido de un día para el otro, y desde entonces algo cambió en él radicalmente. Aunque fue una relación meramente platónica, él sabía que ninguna otra mujer le había llegado tanto al corazón, al ser tan prohibido e inalcanzable se había enloquecido con el hecho de pensar que jamás podría estar con ella.
Pensó que ella lo dejaría una vez haberle dado su merecido, ¿quién en su sano juicio estaría con un hombre que la maltrataba tanto física como psicológicamente? Lo único que podría ver ahora ante sus ojos a una mujer que no era feliz, que se había apagado de una forma descomunal para ser todavía tan joven. Más que odio, lo que sentía era una profunda lástima y compasión.
Desconocía las causas de la pérdida de su hijo, sin embargo, no podía parar de pensar en el fondo que todo había sido culpa suya; si él no hubiese permitido que se fuera, podría haberla protegido, aunque ya no quisiera saber nada del asunto, pero al menos habría estado a salvo…
—En realidad —empieza a relatar Pares—, él no quiso que volviésemos a vivir aquí, sin embargo, no tuvo más remedio que aceptar. Su jefe fue el que se lo demandó, y si lo rechazaba le despedirían. Lo curioso es que el propio jefe le dijo que era mucho más seguro vivir por esta zona, suena tan ridículo e irónico... ¿verdad?
Goten seguía sin poder hablar o hacer cualquier otro movimiento. Se sentía demasiado incómodo en esa casa, no sabía por qué Pares le estaba dando tantas explicaciones que ni había pedido. Le traía sin cuidado si aquel sujeto le seguía teniendo miedo o no, aunque por otra parte si sentía mucha curiosidad de cómo y por qué ellos habían vuelto aquí. Ahora que lo sabía, dejó de sentirse tan tenso, ya que por alguna razón que él desconocía, pensó por un momento que ella había vuelto sólo para confundirle y que cayera de nuevo en sus redes, para continuar algo que nunca pudo consumarse.
—Hace mucho calor, ¿no te parece? Creo que voy a abrir la ventana.
Una vez levantada y haber dejado la tetera en su sitio, caminó decidida hacia la ventana con la intención de airear un poco la casa. No obstante, sabía de antemano que a veces —ya fuese por nervios o simplemente por torpeza— era una persona que no controlaba muy bien el equilibrio. Al pasar justo al lado de Goten se le quedó nuevamente mirando muy profundamente. Sin darse cuenta tropezó accidentalmente sobre la figura del hombre. Goten, que por puro reflejo tuvo que sostenerla antes de que se hiciese daño, se quedó estático unos segundos antes de reaccionar.
La primera en hablar fue la mujer.
—¿Sabes una cosa? —se mantenía aferrada a él sin querer soltarlo en ningún momento— Cuando te volví a ver no te reconocí al instante, ya que cuando aún tenías quince años tenías el pelo más largo y los rasgos y la complexión más infantil. Pero ahora eres todo un hombre, maduro y apuesto. Me pregunto que habría sido de mi vida si hubiera decidido quedarme contigo y no irme con él.
—Nunca se sabrá —intentaba mantenerse lo más frío posible, aunque tenía que admitir que lo último dicho por ella lo había descolocado—. Aparte era algo ilegal, yo era un alumno menor de edad y tú eras mi profesora, si hubiéramos hecho algo por aquel entonces habrías acabado en la cárcel.
—Entonces en ese momento no me importaba, fui tan feliz en aquellos tiempos que…yo… —intentó reprimirse las lágrimas, aunque sin mucho éxito— No tienes ni idea de todo lo que sufrí, de cómo la culpa me perseguía por no haber sido sincera contigo desde el principio —hizo una pausa antes de continuar —. Me siento tan sola Goten…
Por un momento a él le vinieron todos esos recuerdos de pronto. Él también había sido feliz, era absurdo decir que todo lo que vivió con ella solo había sido dolor y sufrimiento. Era curioso que todo lo dichoso hubiera sido eclipsado durante todos esos años por todos los sucesos tristes durante su relación. De todas formas, debía mantenerse al margen, ya las cosas no podían volver a ser como eran, no había punto de retorno. Los dos habían cambiado, y eso lo notaron entre ellos.
Se quedó parado, aun sosteniéndola entre sus brazos, sin saber qué decir o cómo reaccionar.
—Sólo por una vez, me gustaría saber que habría sentido si… —dijo Pares antes de aferrarse más a su cuerpo.
Cuando ella tomó su rostro con sus manos para acercarlo al suyo, no se movió, ni siquiera cuando notó sus labios rozarse. No era capaz de pensar con claridad, todo se había quedado en blanco. La voz de Trunks en su cabeza diciéndole que no se dejara llevar por esa mujer desapareció tan pronto como una estrella fugaz.
Aunque no lo reconociese, en su subconsciente, él también quería rememorar aquel sentimiento. Todo se nubló cuando ella le agarró de la nuca para profundizar el beso mientras que con la otra mano le acariciaba indecorosamente el pecho.
Había vuelto a caer.
Pan y Bra se encontraban en el descanso de clase. La chica de pelo azul seguía algo taciturna tras los sucesos del mes anterior en las gradas del instituto, no obstante, ya parecía que todo había quedado en el olvido y nadie se acordaba de ello. Quería contarle a Pan todo lo que le había sucedido con su tío, ya que desde la fiesta de disfraces en su casa no han tenido tiempo para tener una charla profunda.
Sentía que era una buena oportunidad para preguntarle también los motivos por los que últimamente estuviese tan contenta, cuando hacía meses que estaba acostumbrada a verla con un aura oscura a su alrededor.
—Mi querida amiga Pan, ¿hay algo que no me hayas contado? —la rodea con los brazos y poniendo una voz maliciosa — Te veo demasiado contenta, así que ve soltando todo lo que tienes que decir.
—He decidido seguir tu plan Bra, ¡haré todo lo posible para que Trunks se fije en mí! —sonríe de oreja a oreja— Y para ello debo de tener una mejor autoestima, se acabó aquella Pan triste y deprimente.
—¡Eso es fantástico!
Está tan emocionada que la abraza tan efusivamente que casi asfixia a la pobre chica. Ahora las dos podían tener un plan de estrategia o darse consejos, o quizás… dios se estaba emocionando demasiado. Pensó en contarle el plan que había trazado con 17, a lo mejor Pan podía sacar también algo de provecho.
Le contó que había pasado con su tío en la fiesta, como él le había confesado que no le era indiferente y también el plan de conquista que se había marcado con el tío de Marron —obviando temas como lo que ocurrió en la bañera—. Mientras lo relataba, estaba atenta a las facciones de Pan; algunas eran de sorpresa e incredulidad y otras eran algo más difíciles de descifrar. Cuando finalizó, esperó la respuesta de su amiga con impaciencia.
—A ver si me he enterado bien —se rasca la cabeza para poder asimilar toda la información—: el estúpido de mi tío dice que no puede estar contigo, pero no le resultas indiferente — Bra asiente con la cabeza—; y tu plan genial para que caiga definitivamente es llevar a cabo una serie de lecciones que te cuenta y enseña un tío al que detestas.
—Touché.
—Sinceramente Bra, yo no sé cómo lo haces, que cada vez tus acciones tienen menos sentido que la anterior, ¿no será que 17 no te cae tan mal como crees?
—No digas sandeces, 17 no es un tierno corderito que hace una labor caritativa. Lo aguanto porque nos conviene a los dos: él obtiene el trabajo que quiere y yo al chico de mis sueños. Es un negocio nada más.
—Si tú lo dices… aunque sigo pensando que vuestra relación es muy extraña —contesta no muy convencida.
Bra se quedó callada por un instante. ¿De verdad era algo raro? Hombre si se pensaba fríamente, nadie pide consejos a alguien que no soportas, ¡pero es que el condenado sabía demasiado sobre sus intereses! Mientras todo sea puramente de interés o de negocios no tendría que haber ningún problema, aparte él tenía a Ángela y ella a Goten. No sé a qué se podría referir Pan, sin embargo, hoy tenía pensado quedar con él para llevar a cabo la segunda lección.
Pero el problema era que se le había olvidado pedirle su teléfono, ¿cómo diantres iba a contactar con él? Recordó que el hombre se lo había entregado en un papel, pero como fue en el momento en que se burló de ella por no saber a qué refería la primera lección, llena de furia lo rompió. ¿Y ahora que podría hacer? Su orgullo le impedía llamar a Marron para pedírselo, tras verla coquetear con Goten, y por mucho que coincidieran en los sitios, seguramente no aparecería cuando ella realmente lo necesitara.
Tras un momento meditando que hacer, la respuesta a su pregunta le llegó cuando giró la cabeza hacia una persona en particular, ¡ahí estaba la solución! Lo normal es que su novia lo tuviese, así que decidió acercarse a donde estaba Ángela, que se encontraba a unas tres filas de pupitres de donde estaba ella. Estaba charlando muy amena con sus demás compañeras de clase.
—Oye Ángela, ¿por casualidad podrías darme el número de 17? — la mira con carita de cordero degollado.
—Es raro que me pidas algo como eso Bra, tengo entendido que no te cae bien—responde con un tono de duda y extrañeza.
Es cierto que no había pensado en una excusa antes de pedirlo así a bocajarro, a veces pensaba que era demasiado impulsiva y que tenía que pararse a preparar el terreno. Pero como contaba —según ella— con una agilidad mental privilegiada para los imprevistos, respondió con lo primero que se le vino a la mente.
—Lo que pasa es que necesito contactar con su sobrina y claro… aunque no me haga gracia tener que hacerlo, es una emergencia —suspiró tranquilamente con una sonrisa triunfal— y como tú eres su novia, pues por eso te lo pregunto a ti.
—Si quieres te lo doy, pero no sé de dónde has sacado que él sea mi novio.
Minuto de silencio. Espera, espera, ¿qué era eso de que no eran novios? A lo mejor se había hecho ideas equivocadas, o quizás solo habían sido amigos con derechos…eso era imposible, hace poco 17 le dio a entender que ellos estaban juntos, aunque no especificó qué tipo de relación, pero se sobrentendía ¿no? Esto era un misterio por descubrir, y ella se enteraría.
—Ah… ¿os habéis peleado hace poco? Bueno tampoco es que me interese saber nada sobre ese tío ni nada por el estilo, más bien es como te puedas sentir tú y eso…—intenta sonar lo más convincente posible, aunque su amiga seguía mirándola con semblante extraño.
—Nunca estuvimos saliendo, así que no podemos romper —confiesa con un deje de tristeza—. La última vez que lo vi fue el día de San Valentín, desde entonces no me ha vuelto a llamar ni ha querido contactarse conmigo. Y estaban tan bueno… —se queja chasqueando los dedos— me quedé con las ganas de probar como era en la cama, una lástima…
Era demasiada información para digerirla de un solo golpe. ¿Pero cómo se había atrevido ese macarra insensible a jugar con los sentimientos de su amiga? Y otra cosa que le resultara confuso es que le hubiese mentido, ¿qué sentido tenía decirle que estaba con ella si desde San Valentín no se habían vuelto ni a ver ni a hablar? Eso lo aclararía en unas horas y siendo como era Bra, el hombre no se iba a librar de una buena reprimenda.
Uub se encontraba en la casa de los Son para ver a Goku, quería convencerlo para que pudiesen ir ese fin de semana a entrenar. Últimamente estaba demasiado distraído en fiestas y había dejado de lado la lucha. Mientras esperaba en uno de los sillones de la sala, pensaba en su plan minucioso para reconquistar a su ex novia.
Desde que tuvo el encontronazo con Pan en la discoteca hacía unos meses, se había planteado algunas cosas. Sabía que ella no lo perdonaría así como así, por eso fue que le pidió perdón en su cuarto. Si empezaba, por así decirlo, desde cero y se ganaba de nuevo su confianza, podría de nuevo tantear el terreno.
Su pensamiento era simple: ¿con quién iba a estar mejor Pan que con él?
Él era el único que podía entenderla, los dos eran de orígenes humildes, tenían esa pasión ciega por las artes marciales y mantenía un vínculo con sus parientes que podría decirse que se consideraba uno más de ellos. Goku sobre todo lo adoraba, y sintió algo de pesar cuando se enteró de que su nieta y su alumno favorito no estaban juntos. Toda su familia lo habían considerado la pareja perfecta.
Es cierto que cometió un error y no se portó de la mejor forma con ella, pero a partir de ahora se prometió controlar los celos, ser más paciente y permitirle más espacio. Pero Pan era tan testaruda que no había forma de que entrase en razón. Un error lo podía cometer cualquiera, pero ella no veía más allá del engaño, y él estaba realmente arrepentido.
Por suerte para él, ella no había tenido ninguna otra relación con nadie y eso le daba cierta ventaja. Con lo difícil que le resultó que la chica dejara de pensar en el presidente de Capsule Corp. cuando aún eran unos preadolescentes. Nunca entendió ese amor tan ciego y enfermizo por un hombre que tiene trece años más que ella. Aunque afortunadamente, ese amor platónico se esfumó. Aunque hubo algunas cosas que le desconcertaron ese día en la discoteca. Sin embargo, al pensarlo de formar fría, tenía la impresión que la reacción que tuvo ella fue con la única intención de molestarle.
Eso podía significar que ella debía sentir cosas aún por él, podía haberse olvidado tan rápido de sus sentimientos. E iba a aprovechar esa oportunidad.
Se desvió de sus pensamientos cuando Videl apareció en el salón. Le comentó que Goku había salido a unos recados con Gohan obligados por sus respectivas mujeres por lo que tardarían en regresar. Le preguntó si quería algo mientras tenía que esperar, a lo que él negó educadamente. Solo comentó que iría un momento al baño.
De camino al servicio, se paró en seco en la habitación de Pan. Por lo que tenía entendido, ella tampoco estaba en casa. De repente, un pensamiento que tenía olvidado apareció como un rayo. Decidió entrar, sabiendo que eso estaba mal y era una intrusión a su intimidad. Recordó algo que había visto el día que fue a preguntarle si quería entrenar con él y Goku.
Estuvo buscando entre el escritorio y las estanterías, pero sin éxito. Estaba a punto de darse por vencido cuando decidió mirar en un último sitio: debajo de la cama. Allí tenía una caja llena de cosas que ya no utilizaba o se habían quedado obsoletos, y entre tantos objetos viejos lo encontró: el libro.
A primera instancia ya le sorprendió el título del cuaderno, pensó mentalmente que podía ser una guía de orientación sexual que le habían dado en el instituto, eso era lo más normal. Sin embargo, un sexto sentido le decía que debía abrirlo, comprobar cuál era su contenido. Sin pensárselo dos veces, lo abrió y lo que leyó lo dejó de piedra.
—¿Qué coño significa esto? —soltó alterado, aunque sin levantar la voz.
¿Qué significaba todo aquello? ¿Esto lo había escrito Pan? La misma Pan que le había dicho que no estaba preparada para tener relaciones sexuales. Era impensable que ella hubiera escrito algo tan desconcertante como eso, pero no había dudas ya que era su letra. Estaba tan absorto y enfurecido que tiró el cuaderno con fuerza al suelo.
—Así que quieres seducir a Trunks…
Con rabia y frustración, dejó el cuaderno donde lo encontró y volvió a colocar la caja donde estaba.
Se sentía profundamente humillado. Tanto esfuerzo y sacrificio con su relación y ahora ella quería entregarse a un cualquiera sólo por una calentura —vale que Trunks y Pan se conociesen también de siempre y sabía también de sus sentimientos por él, pero esto traspasaba el colmo —. De verdad que no la conocía, últimamente se portaba muy raro, y ya pensaba quién podría meterle esas ideas en la cabeza.
Nada más y nada menos que su estúpida amiga, la hermana menor de Trunks. Nadie más que ella, una zorra con apariencia de puritana podría haberla comido el coco con algo así.
Debía serenarse, esto solo modificaba una pequeña parte de su perfecto plan. Debía ser listo y no dejarse llevar por la rabia y el asco que le estaba cogiendo a este asunto. Primero debería cerciorarse de que ella no ha conseguido su objetivo, aunque eso era del todo absurdo, ese hombre jamás se fijaría en alguien como Pan.
Y si las cosas se pusieran feas y por mínima posibilidad de que ellos empezaran una relación, se le ocurriría un plan. Al final tener ese diario no iba a ser del todo malo, incluso con astucia podría hacer que Pan volviera a sus brazos.
