Hay un sentimiento que se apoderó de su vida, embargando cada minuto que no está dormido, haciéndole verse tan miserable; es la desolación de su nueva y triste vida que lo persigue sin descanso desde que decidió poner una aldea por encima de sus propios intereses. Eso es lo que él eligió, tiene que soportarlo, no puede demostrar la tristeza grande que lo invade al recordar a su pequeño hermano entre sus brazos esperando por un poco de su cariño, él no puede llorar, ni gritar, ni mostrar nada más que una muralla dura y fría.

—He escuchado cosas sobre ti —alguien le dice, pero ni siquiera puede verlo, ha llegado por detrás de su espalda y él no tiene ganas de prestarle atención a otro más que cree que le enorgullece haber eliminado a cada persona de su clan y su familia. —Puedo entenderte.

—No sabes nada sobre mí.

Kisame lo observó un momento, ayudado por el río que reflejaba el rostro de él en sus aguas, apenas era un chiquillo. Sí, los ninjas se hacen hombres desde niños, pero él difícilmente llegaba a los veinte años.

—Un monstruo que aniquiló a todo su clan —Kisame dijo —tu nombre se escucha en muchos lugares, incluso en los sitios más alejados.

Itachi suspiró y las aguas del río no pudieron mostrar por completo el malestar que esas palabras le provocaron, sintió ganas de vomitar, solo era otro imbécil más, alguien que quería felicitarle y admirarle mientras se engañaba diciendo que lo comprendía, pero nadie podía hacerlo, para cualquiera de esos ninjas desertores era imposible comprender razones como las suyas.

—¿Qué tanto puedes saber sobre mí?, ¿qué puede saber sobre mí toda esa gente que me llama monstruo?

—Pareces infeliz. —él le dijo, de pie aún detrás de él, y hasta entonces Itachi decidió mirarle. La cara hermosa de chiquillo que fue forzado a convertirse en un hombre y la tristeza grande y profunda resaltando en sus ojos negros.

—¿Qué estás diciendo?

—Parece que todos creen que eres un asesino sin remordimientos, pero ya que lo preguntas te diré lo que eres. —le dijo, su tono de voz siendo tan seguro que Itachi quiso, por un momento, mostrarle a quien se atrevía a hablarle así. —tan solo un niño forzado a hacer cosas que no deseaba y obligado a vivir fingiendo que se encuentra bien. ¿Quién fue?, cuéntame quién te hizo convertirte en esto.

—No trates de medirte a mí —Itachi le dijo, molesto porque el tipo frente a él no parecía ser demasiado viejo, pero era realmente bueno para leerlo. —Si has escuchado tanto sobre mí como insinúas, sabrás que eso no te conviene.

Y Kisame no le dijo nada, no hacía falta cuando sabía que había ganado, que tenía la razón, no hacía falta forzar a Itachi a confesar algo que era obvio, así que solo le sonrió y fingió que no acababan de tener una conversación incómoda.

—Soy Kisame, seré tu compañero aquí en Akatsuki.

En esa ocasión Itachi no había deseado convertir el asunto en algo más problemático, así que solo dijo su nombre aun sabiendo que el otro ya lo conocía, una cortesía simple, y tomó la decisión de ser su compañero sin permitir que se metiera en sus asuntos, pero eso no iba a serle tan sencillo, porque a Kisame le interesó el muchacho que era demasiado fuerte y tan suave, que era difícil creer que ambas características convivieran en la misma persona, a él le gustó su rostro bonito marcado por la tristeza, y el cabello negro que parecía ser suave; no era común de él, porque no acostumbraba a que le importara los asuntos de otros, y unos ojos negros jamás lo habían hipnotizado, pero Itachi fue diferente, la mezcla entre ser terriblemente poderoso y estar tan solo y sufriendo, era tan interesante; un niño suave y dulce que se ve obligado a fingir que es fuerte.

Entonces él decidió ser el punto de apoyo en que ese dulce muchacho pudiera recostarse cada vez que quisiera, no fue fácil, porque Itachi construyó una armadura a su alrededor que resultaba ser casi imposible de romper; sin embargo, desde el inicio tuvo razón, Itachi estaba forzado a fingir que estaba bien, y quizás esa fue la razón de que Kisame ganara de nuevo.

—¿Recuerdas cuando te conocí?

—¿Cómo olvidarlo?, fuiste un imbécil.

—¿Qué dijiste? —Kisame pregunta, el drama intenso para fingir que está ofendido siendo parte de la interacción —eres un niño muy malo.

—No es verdad —le dice, tiene una sonrisa que es imposible disimular y el corazón lo siente cálido debido a los brazos fuertes que lo aprisionan con cariño.

—¿No? —le preguntó, con su voz siendo un susurro suave cerca de su oído —demuéstralo. —Itachi volteó un poco para mirarlo, ¿demostrarlo cómo?, se preguntó, y quiso ser valiente y decirle cualquier cosa que lo pusiera nervioso, pero esas intenciones fallaron completamente cuando él habló cerca de su cuello, la sensación de su aliento contra su piel le hizo erizar el cuerpo y sus palabras le quitaron toda la guardia que tenía.

—¿Qué?

—Sé un buen niño para mí —repitió.

Cómo podía ser que Kisame lo tuviera tan desarmado, a él que es el gran Uchiha Itachi, el monstruo de Konoha, el que fue líder de Anbu cuando apenas era un mocoso, a él que acabaría con cualquiera si así lo quisiera, ¿cómo?, porque sus brazos rodeándole el cuerpo le hacen sentir una calidez que no sintió antes, es su cabeza diciéndole que puede relajarse un rato y no preocuparse por cargar con las culpas y decisiones de otros, le dice que está bien solo soltarse y dejarse amar un momento, estará bien, el hombre que lo mantiene cerca no dejará de cuidarlo, y sus palabras tan ardientes con su voz tan suave, casi dulce, Itachi quiere complacer sus deseos y ser ese niño bueno que Kisame necesita.

—Kisame —apenas dice, los nervios por lo que probablemente hará le impiden decir mucho, pero eso está bien, porque Kisame no necesita de sus palabras, no cuando sus ojos están brillando y su respiración parece forzada.

—Bonito niño, ya no necesitas preocuparte por nada —le dice —solo deja que te cuide.