Hemos vuelto, espero disfruten del episodio, se siente corto, corto, pero ya vemos cómo van armándose las cosas.
Volveré muy pronto, no olviden dejar sus comentarios, favs y demás para apoyar la historia. Que pasen un bonito día o noche ^^!
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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.
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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^
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El Baile del Cuervo
Por Clarisce
Capítulo 29: Depredadores
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Aún era de noche, quizás el aire frío la hizo tiritar, las sirvientas de la ama de esa casa rieron, creyeron que tenía miedo y temblaba, pero no podían estar más equivocadas.
— Preparé todo para tu reunión, espero no te moleste que haya elegido tu conjunto de joyas y vestuario, no es que dude de tu gusto, pero prefiero que no avergüences a nuestra familia con tu peculiar estilo joniano —añadió la señora Emal.
Tenía a Irelia parada en medio de su habitación, a un par de pasos atrás de ella estaba su sirvienta principal, una niña pequeña y bastante común; juzgaba cada detalle en su nuera, miraba de arriba abajo, esperando encontrar algo rescatable, pero sólo notaba la vergüenza en su sórdido cuerpo y facciones extranjeras.
— ¿Sabes cómo nos llaman los Fleuran? ¡Oh! —suspiró exasperada— ¿qué vas a saber? No sales de tu pequeña villa y si lo haces te reúnes con insignificantes nuevos ricos con títulos comprados.
— Hago lo que mi esposo me indicó, no creo que sus razones sean menos válidas para…
— ¿Dónde aprendiste a hablar así? —dijo riéndose—. Me disgusta tu acento, tu forma de hablar como si imitaras a mi hijo —evocó desprecio en su rostro para con su nuera— no eres él —miró a su alrededor y con un movimiento de su mano retiró a casi todos los sirvientes presentes, excepto a su dama principal, al igual que Emeri, quien permanecía mirando al piso atrás de su ama—. Ojalá fuera mi hijo —dijo con algo de arrepentimiento— es noble, talentoso, inteligente y tiene la gran ambición que viene con nuestro nombre —suspiró— ninguno de mis demás hijos si quiera se acerca a ello, por eso lo he criado tan perfecto para no decepcionarme, he presionado cada una de sus debilidades para que no sea un patético niño llorón y todo para que surja lo más alto que le sea posible.
— Estoy consciente —respondió Irelia y Emal caminó alrededor de ella con un abanico contraído en sus manos.
— No, no lo estás. No conoces ni una parte de Jericho, él es aún más ambicioso que mi esposo, lo es más que el padre de él e incluso —acercó su rostro al oído de Irelia— más que el mismo emperador —susurró y se apartó cubriendo su boca con su abanico semiabierto.
— ¿Por qué me llamó?
— Eres la favorita de ese bastardo, pero no quiero que olvides que sólo eres una pata de palo para esta familia, yo controlo todo, tu destino y el destino de mis hijos, así que procede con cuidado y no bajes la guardia con los Fleuran. Aún eres débil y por eso necesitas estas palabras, ¿tienes idea de por qué?
— Madre… —dijo y algo chirrió como uñas en un pizarrón para la señora Swain— todavía no la entiendo —negó con su cabeza inconscientemente— maltrata a Jericho para que sea fuerte y me muestra su poder para hacer lo mismo conmigo y…
— La debilidad es algo que debes matar, sé que tu "hermana-de-baile" es una señorita parte de la familia Fleuran, se casó con uno de los hijos de la condesa, pero no permitiré que por confiar en ella arrastres a nuestra familia a la ruina.
— Ya ha dicho eso antes, pero… soy mejor en mis modales.
— "Soy mejor" —imitó lo dicho— ¿qué clase de forma de hablar es esa?
— Corríjame —pidió Irelia.
— "He mejorado mis modales" —dijo y miró desde arriba a su nuera, ésta parecía incómoda.
— No me mires así, pequeña salvaje, ¿qué? ¿Quieres cortar mi rostro?
La sirvienta esa le había dicho lo que pasó, era obvio, sin quererlo frunció su ceño e inmediatamente Emal golpeó con su abanico contraído su mejilla, no fue fuerte, fue sólo como tocarla con precisión.
— Los Fleuran nos comparan con basura —continuó su discurso— y dicen que debemos conocer nuestro lugar, malditos condes —retiró su abanico del rostro de Irelia.
Irelia reconoció la furia que sentía su suegra, ser menospreciada y prácticamente echada de la sociedad noxiana con sólo un par de palabras, lo reconocía; desde hacía tiempo se daba cuenta de que la señora de esa casa recibía escazas invitaciones a reuniones con señoras de su rango o edad, había sido relegada a causa de mujeres como la jefa de la casa Fleuran desde hacía tiempo, pero luchaba todos los días para ganarse su favor, era humillante y... deseaba tanto cambiar esa situación que ver a sus hijos le recordaba el destino cruel de la familia si las cosas continuaban de esa forma.
— Tiene miedo —dijo Irelia de la nada.
Emal entrecerró sus ojos, planeó entonces golpearla con el dorso de su mano, pero se detuvo, si le hacía daño, podría hacer que surgieran rumores y nadie perdonaría que una noble ignorara el favor del emperador, además… tenía razón, desde hace tiempo temía al ostracismo social.
— Lo siento —se disculpó de inmediato luego de decirlo.
— El emperador… —se alejó y acomodó en uno de sus sofás largos— cuídate de él, no permitas que tome nada de ti —volteó a otro lado— ahora vete.
— Madre…
Antes de poder decir algo más, Emeri se acercó a ella rápidamente, la tomó por el brazo suavemente y la giró para llevársela.
¿Qué había querido decir con esas palabras? ¿Por qué el emperador tomaría algo de ella? Pensó, pero no podía imaginar lo que era el poder absoluto y cómo abusaba de él aquel hombre entre las sombras.
Al día siguiente, por la tarde, mientras se probaba el vestido que le fue seleccionado por su suegra, escuchó un par de caballos llegar a su villa, pronto se asomó a la ventana a pesar de que Emeri luchó por que ella no se moviera.
Era Draven. Veía como Darius lo llevaba a cuestas, ¿por qué lo había traído tan pronto? Se preguntó.
— Emeri, ve a recibirlos y vuelve para contarme.
— Señorita, debemos continuar con su vestido, aún no ajusté el área del pecho.
— Mi busto es completamente normal, ¿por qué tiene que ajustarlo tanto? —reclamó la peliazul.
La costurera suspiró.
Mientras la pequeña castaña corría por los pasillos de la villa para encontrarse de golpe con los hermanos, ésta disimuló mal su encuentro y se arregló la ropa.
— ¿Q-Qué pasó? —preguntó.
— A ti quería encontrarte —dijo Darius y pronto le entregó al pesado muchacho que cargaba por el hombro.
— ¡Aghhh! —gimió por el peso en ella.
— Otra vez en casa —susurró Draven.
— ¡¿Qué pasa?! —gritó Emeri pero Darius no le hizo caso.
— ¿Dónde está la joven ama Irelia? —preguntó.
— En… el salón, pero… —decía Emeri soportando el peso— pero no puede ir, están midiéndole el vestido, ¡no puede ver a mi señora en ropas menores!
— Cuida a mi hermano.
Se fue de ahí, Emeri reclamó, pero ya estaba sola con ése odioso hombre al que sostenía a duras penas.
— Debe ser por la droga que me dieron, pero te ves más fuerte que antes.
— ¡Ya cállate! ¿Qué planea hacer tu hermano? ¡Irá a incomodar a mi ama!
— Ugh… supongo.
Entre tanto un piso más arriba.
— ¡Ya vine! —gritó Darius entrando por la puerta del salón asustando a la costurera.
— ¿Qué pasó con Emeri?
— Está ocupada. Bueno, tengo algo que pedirte —miró a la costurera— tú, vete.
La mujer huyó con sus agujas e hilos a tropezones.
— Necesito a la mascota de Jericho.
— ¿Qué? ¿Yuumi? —dijo como si preguntara y luego frunció el ceño—. Ella no es su mascota.
— El joven amo Jericho me pidió que usara sus habilidades, supongo que estará de acuerdo si se lo pides de parte suya.
— Ella no es un juguete, ni está a disposición de los demás. Yuumi es una invitada y nos hace favores —sostuvo mientras cubría parte de su pecho descubierto.
— Bien, joven ama. Pídale al juguete de Jericho que haga lo que digo.
— ¿Qué dijiste? —preguntó molesta quitando sus manos de su pecho, miró con enojo a aquel muchacho, todavía más alto que ella.
— Lo que oyó.
Ambos se vieron, apretando los puños con disimulo, dispuestos a responder con la violencia que fuera necesaria, aunque ni corta ni perezosa Emeri llegó justo a tiempo para interrumpir, ésta traía a duras penas al pesado hermano del presente.
— Señorita, mire, una carta del joven amo Swain.
— ¿Qué? —dijo Irelia y fue al encuentro de ésta, tomó la carta y abrió la misma para leer el contenido— Oh… ya veo, bueno, voy por Yuumi, esperen aquí, ehm… —miró a Draven— por favor, Emeri, acuéstalo en algún lugar, no debería estar así.
— Está completamente drogado, no siente nada, ama —dijo y soltó de golpe al herido, éste cayó al piso adolorido.
— ¡Todavía siento… algo roto! —dijo desde el piso.
Irelia suspiró y puso los ojos en blanco para irse de ahí a toda prisa.
Draven debía curarse para que la asistiera desde el interior de la casa de los Fleuran, ¿para qué? Quizás para cuidarla, él tenía un mal presentimiento, no sólo por estar con una familia que los odiaba sino porque no sabía cuál era su siguiente movimiento, estando dentro del palacio de Boram, apenas se enteraba de lo que hacían sus enemigos.
Y como había pedido, mientras Yuumi curaba a Draven, Irelia se preparaba para ir a la residencia de los Fleuran, su vestido y maquillaje ya estaban preparados, Emeri sonreía mientras terminaba de arreglarla.
— ¿Debería de usar la corona? —preguntó Irelia.
— No es un evento oficial —decía Emeri arreglando la parte de atrás del vestido.
— Emeri…
— ¿Dígame?
— Voy a ver a alguien muy querido para mí, pero no sé si sea la misma persona, ¿tienes algún consejo de sociedad que puedas darme?
— Uhm… —terminó de arreglar lo que quedaba suelto, se movió hacia adelante para seguir con otro detalle del vestido mientras veía de reojo a su ama— como amiga, no sé qué decirle, no tengo ninguna amistad así, pero como noxiana, espero que no baje la guardia, las nobles noxianas jamás deben dejarse guiar por emociones, mantener el rostro rígido ante cualquier situación y… —se levantó— seguir las normas de su familia, así que si usted está bajo el yugo de la familia Swain, ella también lo estará con los Fleuran.
La pequeña castaña tenía razón en algo, Irelia no era la única mujer que seguía órdenes a causa de su afecto, pero hasta ahora jamás había tenido que herir a nadie por Jericho, en algún punto se preguntaba si sería capaz, ¿podría herir a alguien que conoce y ama por él?
Despertando de aquel sueño, terminó con todo, el carruaje llegó por ella, lo tomó y fue hacia donde le esperaban, no tenía compañía puesto que Jericho no había salido aún del palacio del emperador.
Por lo que se le informó, Draven todavía necesitaba algunos detalles antes de enviarlo a la residencia como empleado. Quizás todo este movimiento era en vano y las cosas saldrían bien, a no ser que aquella mujer roja planeara algo para atacarla.
El camino fue tranquilo, no hubo ningún disturbio ni nada, llegó como se planeó, bajó del carruaje y mientras se dirigía por una vereda de piedra se encontró con otros nobles, éstos la miraron por encima del hombro y como si no la vieran se fueron a prisa hacia la puerta.
La dinámica antes de entrar al gran salón no era diferente, salvo por el anunciante, cuando se aproximó a él pidió que no se le anunciara, quería entrar discretamente, la mirada de todos esos hombres y mujeres podría empezar lo que sea que hubieran preparado.
— Hermana —escuchó y giró su cabeza para buscar de dónde había salido ese hilillo de voz.
Había muchos más nobles reunidos dentro, por el momento nadie la había reconocido, buscó y buscó la voz que le había hablado, pero entre más caminaba más se sentía agotada, sus ojos se abrían en grande mientras veía a mitad del salón a su hermana…
Su sonrisa no pudo evitar mostrarla, sus ojos emocionados y aquellas manos que deseaban abrazar con fuerza la llevaron a caminar sin mirar hasta donde estaba.
— ¿No vas a saludarme? —preguntó Stelia interponiéndose.
— …
Quedó en blanco, era esa mujer otra vez, pensó, estaba con la mirada altiva y los labios marcados de rojo como su cabello, ¿qué estaba buscando?
…
…
…..
…
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Fin de Episodio 29
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