Madara observó la extraña masa amorfa tan negra como sus cabellos y tan oscura como sus ojos, se preguntó de dónde nacía o cómo había llegado tal criatura hasta él, y pensó por un momento breve que no tendría inteligencia, tal vez solo era un montón de bacterias juntas que de algún modo tomaron esa forma gelatinosa, o quizá era producto de algún síntoma o efecto secundario que no conocía del uso delIzanagi, por supuesto, usar su Sharingan nunca le había provocado alucinaciones, pero, no era como siusaraelIzanagitodo el tiempo. Continuó observándolo, la criatura se arrastraba por el suelo siguiendo un punto fijo: él. ¿Y si era alguna bacteria come hombres?, Madara respiró profundo ante tal idea de su cabeza, eso no era posible, hasta donde sabía no existía una bacteria capaz de hacer algo como eso, además, no había burlado a la muerte para acabar siendo devorado por una gelatina.
La criatura terminó por acercarse a él y aunque quiso huir, su orgullo de guerrero fue más fuerte que eso, no podía permitirse tener miedo o estar asustado de una cosa sin forma. Madara seintrigócuando al tocar su cuerpo, su pie derecho para ser precisos, el ser tomó una forma humana.
—Madara sama —le dijo, sorprendiendo al Uchiha, no solo podía hablar, sino que conocía su nombre.
"¿Cómo sabes mi nombre?, ¿qué eres?", Madara le preguntó, y ocultó su enojo con intriga y sospechas cuando aquella criatura mintió con ser su voluntad, ¿a quién trataba de engañar?, él era Uchiha Madara, no cualquier tonto que se creería un cuento como ese, ¿cuál sería el verdadero objetivo de esa criatura?, ¿qué cosa era realmente?, Madara decidió fingir que le creía, si la criatura decía que había nacido de su voluntad, entonces el le seguiría el cuento y descubriría quétramabarealmente.
Actualmente, Madara ha creado con ayuda de un pobre niño, una organización llamada Akatsuki, le daba pena por el mocoso, estar obligado a servirle a él que ni siquiera estaba seguro de para qué había creado Akatsuki y solo quería descubrir las intenciones reales del tal Zetsu, así le había dicho que era su nombre, pobre criatura tonta, ¿cómo pasó por alto ese detalle?, si era "su voluntad", entonces debía ser nombrado por Madara, no haber tenido ya un nombre.
Obito creyó en la mentira del genjutsu que atraparía a todos en un sueño hermoso de paz; en realidad, Madara sí hubiera querido realizar algo como eso, era un hombre de paz después de todo, cierto era que la época en que debió crecer no le permitió demostrar esa cualidad, pero llevar paz a los Uchiha, especialmente a sus niños, a su hermano, había sido un sueño de siempre. Ese deseo fue la razón de su amistad con Hashirama, y fue la razón de que siguiera adelante con la construcción de Konoha, incluso después de perder a Izuna; pero, a la larga su corazón lastimado no pudo curarse y todo había acabado en una lucha a "muerte" contra Hashirama cuando intentó asesinar a Tobirama. Lo entendió, por supuesto, él también tuvo un hermano pequeño al que hubiera defendido de cualquiera.
—Madara sama —dijo Zetsu como un saludo —todo va según lo planeado, ya se formaron todos los equipos.
—Bien hecho, Zuzu —respondió, poniendo incómodo al otro, que no estaba acostumbrado al cambio en su nombre. —Tendré que premiarte.
Madara rió cuando al apretar su pierna con fuerza, Zetsu casi gritó diciéndole que "no es necesario, Madara sama". Y sí, Madara sabía perfectamente que no era necesario, pero tal como lo había decidido, iba a obligar a Zetsu a descubrir sus límites, si esa intrépida criatura creía poder engañarlo, entonces lo haría arrepentirse de tan tonta decisión.
—Vamos, Zuzu, complace a tu señor —Madara dijo, su aliento vagando por su oído y la piel erizada —eres mi voluntad, tienes que darme lo que deseo.
—¿Y qué es lo que desea, Madara sama? —preguntó nervioso.
Madara volvió a reír, una risa demasiado ardiente para ser solo un juego: —¿No lo sabes tú que eres mi voluntad?
—Por favor, pensemos en Akatsuki, Madara sama —Zetsu dijo —en las bestias con cola, ¿cómo los atraparemos?
—No —Madara le dijo —no quiero pensar en el trabajo ahora. Quiero que me complazcas.
—Pero...
Madara lo interrumpió: —Para ser mi voluntad, no eres muy obediente.
Zetsu se alarmó con eso, el hombre tenía razón, no podía tratar de meterle la idea de que era su voluntad y a la primera dificultad tirar todo a la basura, tenía que soportarlo, sin importar lo que quisiera hacerle, no iba a traer a su madre a la vida si se ponía a llorar como un niñito. Respiró hondo, sacó de su cabeza las dudas y miedos respecto a un acto que no llevó a cabo jamás, y fingió volverse dócil para Madara.
—Perdone, Madara sama.
Entonces, siendo terriblemente cruel Madara lo hizo pegar la espalda contra su pecho, y sonrió cuando la parte blanca se tiñó de carmesí, el rostro del Zetsu original era muy difícil de descifrar, los colores no pueden observarse bien con el negro, su mitad blanca era como su traidor personal, quien dejaba notar todas las emociones dentro de ellos.
Lo acarició con suavidad en los brazos, mientras volvía su respiración pesada cerca de su oído, verdad era que tan solo era un experimento para saber cuan lejos estaba dispuesto a llegar; sin embargo, no tenía razones para no divertirse. Sin darse cuenta Zetsu convirtió su respiración en una acción cómica ante los ojos de Madara, la forma lenta en que inhalaba y exhalaba, le asemejaba a un niño asustado.
—¿Qué pasa?, pareces asustado.
—No —respondió nervioso —me siento normal, Madara sama, no pasa nada.
Zetsu dio un pequeño salto involuntario cuando las manos de Madara atravesaron la barrera que la capa le daba y tocó sobre su pecho, Uchiha rió, de nuevo, y Zetsu se insultó a sí mismo por no lograr controlar sus reacciones, no podía darle razones para dudar, ¿qué clase de "voluntad" era si no podía complacer los caprichos de su supuesto amo?, se quedó quieto, con mil sensaciones corriendo por su mente y su piel, y se sintió vulnerable y otro poco confuso, la sensación de ser acariciado no era tan mala como había asumido.
—Qué lindo, Zuzu —Madara le dijo, la voz ronca y suave para causar a propósito un estremecimiento. Le recorrió la piel con las manos y besó los sitios que tenía cerca, se deleitó de más cuando obtuvo bonitas reacciones al besar su cuello; no debía ser, ¿por qué le gustaba?, acaso no tenía claro que eso era solo un experimento creado por él mismo para orillar a Zetsu a confesar sus verdaderas intenciones.
Se rindió, no dejaría que su mente peleara más entre lo que quería recibir y lo que no, después de todo no tenía más opción, tan solo se sometería al Uchiha y le permitiría hacerle lo que sea que él deseara, su respiración se relajó con la decisión tomada, y al mirarlo tan apacible Madara se preguntó si acaso estaba dispuesto a llegar a las últimas consecuencias, sabría Zetsu lo que le esperaba si decidía continuar, no era humano, eso estuvo claro cuando pudo ver su verdadera forma la vez que lo conoció, entonces, ¿habría follado alguna vez?, ¿habría siquiera recibido caricias sucias y besos fuera de su boca? Lo iba a descubrir, lo sabría cuando al tocarlo sus reacciones involuntarias lo exhibieran asustado, cuando sus intentos por parecer tranquilo fracasaran, y cuando al ir dentro de él su rostro no pudiera mostrar todas las sensaciones propias de la primera vez.
—¿Te gusta? —Madara pregunta, su mano acariciando tan cruel solo sobre su pelvis, y Zetsu parece temblar ligero, siente el cuerpo suave y la cabeza un poco pesada, quiere dejarse llevar y en serio lo intenta, pero todas las dudas aún están presentes, se siente nervioso, incómodo, pero quiere recibir más, solo un poco más. Es tan confuso para él.
—Me gusta, Madara sama. —le dijo, no sabía si estaba mintiendo o realmente sí le gustaba, tantas sensaciones lo tenían confundido.
Entonces, Madara lo tomó por los hombros y lo hizo voltear hasta quedar uno frente al otro, "arrodíllate", ordenó, y Zetsu sintió que el estómago comenzó a doler, estaba nervioso claramente, y aun así, hizo lo que Madara pidió.
—Buen niño —le felicitó, de rodillas Zetsu tenía la altura perfecta para que su pene se le metiera a la boca con facilidad. Lo sacó, dejando por un momento que Zetsu lo apreciara, que estuviera atento a qué cosas le esperaban si decidía continuar su mentira. —Abre la boca.
Zetsu obedeció, sabía bien lo que continuaba, conocía a esos humanos, aunque nunca hubiese practicado sus actos; sin embargo, su inexperiencia fue notoria, mas no un problema para Uchiha, quien metiendo dos dedos a su boca le obligó a sacar la lengua. La sensación fue extraña y otro poco abrumadora, Madara tenía un sabor peculiar que combinaba perfecto con el olor que poseía, Zetsu nunca había tenido un objeto de tales características en su boca, pero era un carroñero, en comparación con todos los cuerpos que alguna vez comió, el pene de Madara era casi sabroso.
Sintió que su cuerpo quería ahogarse, Uchiha no tenía cuidado alguno con la forma ruda en que metía su miembro tan profundo como le era posible, era la primera vez que sentía náuseas y también la primera vez que se sentía tan dominado, arrodillado ante un humano soberbio que se burlaba de él con la mirada de superioridad con que le observaba; y por un momento se preguntó a sí mismo si todo valía la pena, llevaba siglos tratando de revivir a su madre, buscando un humano que fuese lo necesariamente poderoso como para activar el Mugen Tsukuyomi, pero él no había planeado nada de eso, ¿por qué no podía Uchiha Madara ser más fácil de controlar?, ¿por qué no podía comportarse como lo que debía ser: su títere?
Madara rió, por su expresión, la mente de Zetsu había viajado a otras dimensiones, se preguntó si acaso era su forma de no pensar en lo que estaba viviendo.
—No te dejaré hacerlo —Madara dijo, saliendo de su boca y tomándole de los hombros, para obligarle a levantarse. —No dejaré que te pierdas en pensamientos estúpidos.
—Madara sama...
—Calla —interrumpió —quiero que sientas todo, que vivas cada cosa que te haré. Es una orden, ¿lo entiendes?, yo soy tu señor.
—Sí, Madara sama.
Y lo que siguió a eso Zetsu no pudo ignorarlo, tuvo que sentir en su cuerpo y en su mente las manos salvajes de Madara cuando le quitaron la ropa, y sintió sus dedos enredarse en su cabello verde para sacudirlo con fuerza, tal vez más fuerza de la que debía ser permitida en esas situaciones. Pensó, entonces, que Madara debía ser uno de esos sádicos de los que algunas veces escuchó, pero ya no podía llorar, no podía reclamar ni quejarse, ojalá lo hubiera visto antes, porque habría esperado un poco más y elegido a un peón que que no fuera un arrogante narcisista, alguien que no le diera estos problemas.
Respiró largo, algo entre un quejido y un suspiro, Madara sonrió, era evidente que el pobre tipo no sabía cómo debía sentirse o siquiera sabía si le gustaban o no las sensaciones sobre su cuerpo, pobre tonto que creyó que podía mentirle a Uchiha Madara y ahora no sabía cómo escapar de la trampa que él mismo construyó.
—Zuzu —le susurró contra la boca —eres un niño muy bueno. Así quiero que seas siempre, ¿está claro?
—Sí, Madara sama.
Rió, solo un poco, sobre su boca, una risa gruesa y pausada, la pura satisfacción de verlo derrotado ante él, porque no importaba si Zetsu se atrevía a llegar a las consecuencias más bajas de las acciones que realizaban, Madara ya había vencido en la actual batalla.
Después él gritó, no pudo evitarlo, nunca alguien le había hecho cosas semejantes, Zetsu no estaba acostumbrado a tolerar objetos que se metían en su culo, mas el grito asustado no detuvo los dedos de Madara, eran incómodos y no haría falta negarlo: dolorosos. Pero a Uchiha no le importó.
—Quédate quieto, relájate. —Madara ordenó. Zetsu se había dado cuenta en apenas un tiempo corto de que su cuerpo podía reaccionar de formas que su mente desaprobaba, se miró, entonces, las piernas rígidas y apretadas una contra otra, como si su cuerpo quisiera con tal acto impedirle el paso a esos dedos no invitados.
—Perdone, Madara sama. —le dijo, abriendo las piernas lentamente y relajándose poco a poco.
Madara lo miró fijamente, con sus rostros casi chocando, no parecía feliz, y Zetsu se preguntó qué cosa estaría haciendo tan mal, como para que él lo mirara con ese gesto enojado, aun cuando sus piernas estaban abiertas y su ano era abusado, no se estaba quejando, incluso cuando parecía que era voluntad de Uchiha causarle dolor, ¿era eso?, ¿acaso quería verlo sufrir?
—No más —pidió, tal vez eso haría feliz al hombre —pare, Madara sama.
—¿Perdona? —no, en definitiva eso no lo hizo feliz. —Zuzu, no es mi voluntad detenerme, ¿qué me estás pidiendo?
Zetsu lo dudó, se rió por el nerviosismo y por querer aparentar calma, fracasó en tal misión, por supuesto, y es que no lograba comprender qué deseaba Madara en realidad, ¿por qué esa necesidad evidente de causarle dolor, si no deseaba que rogara clemencia?, ¿podía ser, acaso, que lo que deseaba era obligarlo a soportar todo sin derecho a quejarse?, pero, ¿por qué él desearía tal cosa?, ¿cuál sería el beneficio de atormentar a alguien para luego prohibirle mostrar su sufrimiento?
—Solo jugaba, Madara sama —mintió —pensé que le gustaría.
—¿Pensaste?, tú trabajo no es pensar, Zuzu, tú trabajo es hacer mi voluntad.
—Sí, Ma... ¡Ah! —ni siquiera le permitieron terminar la frase, y es que Madara estaba irritado de ese "sí, Madara sama", que de hecho, sonaba como a las palabras más falsas del mundo.
—Pídeme perdón. —ordenó. Zetsu se quedó en silencio por un momento, con su orgullo sintiéndose como si hubiera sido apuñalado, a Madara no le gustó su duda, y sus dedos dentro del culo de Zetsu lo obligaron a gritar de nuevo. —No me hagas repetir las cosas, Zuzu.
—Perdón, Madara sama —él dijo, un poco desesperado para su propio gusto, y un par de lágrimas traidoras se acumularon en sus ojos.
Uchiha bufó ante eso, ¿qué tanto soportaría antes de decir la verdad?, él nunca había abusado a nadie, no le hacía falta, los hombres enloquecían por su fuerza y las mujeres por su apellido, tuvo a todos cuanto quiso, y seguiría teniendo si ese fuera su deseo, no necesitaba de llegar tan lejos como esto, pero, cabría el recordatorio de que solo estaba tratando de empujar a Zetsu hasta su límite y obligarle a hablar. Lo abofeteó con fuerza demasiado grande y casi pareció que su negro rostro había sido pintado de un rojo doloroso, Zetsu se alarmó, con el miedo corriendo por todo su ser cuando el golpe pudo tirarlo al piso, y olvidó por un momento a su madre, cuando él lo recogió del suelo, tirando su cabello con rencor desmedido.
—No más —rogó.
—¿No más? —preguntó gritando, la mano en el cabello ajeno fue suficiente para tirarlo al piso de nuevo. —¿Por qué debería parar? Dime —lo pateó, la voluntad puesta en causar dolor más que en solo asustarlo —no es mi voluntad parar, ¿qué clase de voluntad mía eres?
Zetsu gritó una vez más, una queja dolorida con la siguiente patada que él le obsequió, no entendía lo que pasaba, cómo fue que llegaron a un punto como ese, cómo pasaron de la creación de Akatsuki a estar tirado en el suelo siendo masacrado por quien debería ser su peón.
—Por favor —rogó, nunca había sido fuerte como para defenderse de cualquier atacante, mucho menos lo sería si por voluntad propia había elegido al más poderoso de los Uchiha, un tipo que logró burlarse de la misma muerte.
Sin embargo, Madara no le tuvo piedad, sino que se sentó sobre su estómago y comenzó a apretar su cuello con fuerza, Zetsu lo notó, no era nada con ser un sádico, él no deseaba causarle placer a ninguno mediante el sufrimiento que le hacía soportar, él parecía estar dispuesto a matarlo. Las lágrimas que nacieron del miedo y su ego herido, le dieron apenas fuerzas para tomar las manos de él; Madara observó con burla su intento patético por detenerle y solo por ser cruel apretó sus manos un poco más.
—¿Por qué luces tan asustado? Zuzu, esas lágrimas son tan patéticas —se burló. Zetsu sintió vergüenza y odio de sí mismo, tenía miedo, ya no era solo la posibilidad de traer de regreso a su madre que se desvanecía, sino su muy probable muerte, no quería morir; sintió con asco las lágrimas que mojaban su rostro, y tuvo ira de sus propias emociones cuando lejos de querer hacerle lo mismo, solo deseó que le permitiera vivir. Madara lo soltó un momento, el tipo lucía lamentable. —¿Por qué luces tan asustado?
Zetsu se tomó un momento para volver a respirar con normalidad antes de ser capaz de responder.
—No quiero morir —confesó —por favor.
—¿Morir?, pero Zuzu, no eres alguien, sino algo. No importa lo que te haga, no vas a morir —le dijo —te lo demostraré.
Zetsu gritó asustado cuando vio las manos de él dirigirse de nuevo a su cuello: —Por favor, Madara sama, no lo haga.
Entonces, Madara lo miró serio y respiró profundo antes de ayudarlo a sentarse, y una vez ambos sentados y más calmados, Uchiha le pidió ser sincero. Zetsu se vio descubierto, habría sido tonto pensar que podía seguir engañando a ese hombre, no tuvo más opción que contarle la verdad, y se sorprendió, Madara no estaba molesto. Uchiha no solo era un hombre de paz, sino que era un ser de amor; por supuesto, al ser un Uchiha, era muy difícil que lograra demostrar una característica como esa, pero cualquiera que conociera a fondo a un Uchiha sabía que si algo era más poderoso en ellos, además de la fuerza en combate, era su capacidad para amar. Madara lo había entendido, también había amado profundamente a alguien, y si tuviera una pequeña oportunidad de regresarle a Izuna la vida, la tomaría sin dudarlo; para Uchiha, Zetsu no era malvado, solo era alguien que amaba.
—Debiste decirme la verdad, Zetsu, lo habría entendido.
Zetsu bajó la cara avergonzado: —Lo siento, Madara.
—¿Solo Madara? —preguntó divertido, una ceja se alzaba, y rió un poco cuando Zetsu se asustó. —Cálmate, Zetsu, es solo una broma.
—¿Me ayudarás?
—Tiene un precio, Zuzu, ¿qué me ofreces?
—¡Madara! —Zetsu gritó cuando él puso una mano sobre su pierna, y se sintió valiente cuando Uchiha había reído, si Madara podía jugar, él también. —Le daré todo lo que me pida, Madara sama.
Madara rió encantado, ese si era un juego que le gustaba jugar, acarició los labios ajenos y dos dedos le profanaron la boca, Zetsu se dejó hacer con calma, hasta que Madara le pidió "ponte en cuatro", y la calma se le convirtió en nerviosismo.
Pero lo hizo, complació los deseos de Uchiha y se colocó en la posición que él le pidió, y lucía tan lindo siendo dócil y sumiso, que Madara no evitó lamer sus propios labios por la vista, una mano recorrió desde su nuca hasta su trasero, y lo hizo estremecerse. Madara estuvo tranquilo entonces, y eso fue bueno, porque Zetsu pudo disfrutar de besos húmedos que recorrieron su piel, y de manos que lo erizaron con caricias ardientes, gozó de sus palabras sucias, y se deleitó con la profundidad de su voz; y Madara aprovechó la vulnerabilidad con que se servía ante él, su desnudez exquisita, los nervios y los jadeos que peleaban entre ser asustados o complacidos, le tocó todos los rincones y le dejó húmeda toda la piel.
—Déjame prepararte un poco —él dijo, pero no pedía permiso, era un aviso, una forma de decirle a Zetsu que debía estar listo a partir de ese momento. Le separó los glúteos y miró un rato "qué lindo" dijo, y sonrió con sorpresa, tal como su piel visible, su ano también era compartido por su parte blanca y su parte negra; lo lamió, un lengüetazo sencillo apenas para enseñarle lo que venía, por pura reacción involuntaria Zetsu se movió hacia adelante, pero no fue capaz de escapar, Uchiha no lo permitió, sino que le tomó las caderas con fuerza y le comió el ano con desesperación, con hambre, con ganas de escuchar sus gemidos más fuertes cada vez y ambas partes de Zetsu enfrentarse en esa batalla por descubrir quién podía jadear y gemir más fuerte.
—Madara —Zetsu lo llamó nervioso cuando sintió un dedo entrar en su ano, incluso cuando esta vez no dolió, los fantasmas de un pasado muy cercano lo atormentaron.
—No te preocupes, Zuzu, no te pasará nada malo.
Y fue verdad, el dedo de Uchiha se movió con la facilidad que otorga un ano muy húmedo y un cuerpo relajado, entró y salió con el cuidado necesario entre no ser muy rudo, pero tampoco demasiado suave, y a Zetsu le gustó, gimió muchísimo y el placer que le hizo perder el aire, lo obligó a jadear, ¡qué cosas tan buenas acostumbraban los humanos!
Madara parecía no querer recibir nada, probablemente la forma en que su cuerpo se arqueaba y retorcía era suficiente para él.
—Quiero mirarte la cara —Madara dijo, y lo tomó con la fuerza requerida para levantar a alguien que parece no tener control de las reacciones de su propio cuerpo. Lo levantó y lo hizo pegar contra la pared cercana, una pierna de Zetsu fue a enredarse en su cadera, y con su fuerza Madara evitó que su equilibrio se perdiera; y su cara era preciosa, el gesto de placer y cansancio lo invadía, su parte blanca se tiñó de carmesí, y el ojo dorado de su parte más oscura se cerraba ante el placer. Madara saboreó la vista un momento y disfruto con gozo grande la manera en que su gesto cambió cuando comenzó a meterse en él, el dolor se combinaba con el placer y Zetsu estaba claramente confundido.
—Madara —Zetsu habló, y por el tono en su voz, Uchiha no supo si era una queja, una duda, o exigencia para que nunca parara, eligió creer en la última, atravesó con su verga el ano de él una y otra vez, y se contraía palpitando por cada vez en que salía y de nuevo, y rápido, entraba. El sudor les cubría la piel y los quejidos cubrían la habitación.
En cierto momento el cuerpo de Zetsu se desvaneció aún consciente sobre Madara, había tenido a su manera un orgasmo, él no se corrió, su cuerpo no era humano, no había en él sustancias que pudiera expulsar, aún así, la presión se disparó, los latidos enloquecieron, y su cuerpo se volvió débil. Madara bailó un rato más dentro de él antes de saber que acabaría pronto.
—Zuzu —le llamó saliendo de él, Zetsu lo miró con ojos adormecidos. —Arrodíllate.
Sin saber porqué Zetsu se dejó arrodillar, y miró a Uchiha tal como él se lo pidió, la primera y sorpresiva porción de semen le cayó en la frente, y por puro instinto cerró los ojos ante la sensación que se alargaría, fue buena idea de su parte, porque Madara fue descuidado, su semen le ensució el cabello y el rostro, y puso especial atención en embarrarle la boca.
Le gustó como lucía, ambas partes de él agotadas, arrodillado y desnudo respirando difícil, con tonos carmesí coloreando sobre su piel, y la parte negra de su rostro viéndose especialmente atractiva con su nueva decoración blanca.
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"Si alguna vez me traicionas, te haré pagarlo caro, Zuzu", Madara le había dicho una vez; sin embargo, ni en ese momento o nunca su amenaza fue necesaria, Zetsu ya no quería traicionarlo, Madara le había dado algo mucho más valioso que eso".
—No puedo creer lo que hago por ti, Zuzu.
—Lo sé, Madara sama, lo agradezco mucho. Lamento no poder traerte a la vida con el Rinne Tensei, Nagato nos traicionó.
—Ciertamente el Edo Tensei es nefasto, pero haría lo que fuera por ti.
—¿El Mugen Tsukuyomi?
—El Mugen Tsukuyomi.
