Sabía que tendría que casarse…algún día, sin importar lo mucho que desearía seguir postergando aquello, era algo de lo que no podía escapar; el matrimonio era algo inevitable para ella, a su vez, también era consciente de que conforme se acercaba a la temida edad de los 30 años, sus opciones irían disminuyendo; si es que a sus 28 años de vida aún disponía de alguna buena o siquiera tentadora oferta.
Sin embargo, por ahora, una parte de ella (aunque fuese una muy diminuta) esperaba poder anunciar su compromiso lo antes posible, de esa manera, al menos dejaría que la ausencia de un Rey en el trono de Arendelle fuese un tema a tratar en cada reunión con el consejo real, quizá las personas a su alrededor detendrían los murmullos acerca de lo escandaloso que era que una mujer permaneciera soltera a su edad, y aunque adoraba a su hermana, también esperaba que una vez que consiguiera un esposo, Anna dejaría de hablarle sobre lo mucho que deseaba que ella encontrase "al indicado", así como ella había tenido la dicha de conocer a Kristoff siete años atrás.
Y no diría que detestaba el romance, a pesar de lo mucho que ciertas personas (entre ellas el Duque de Weselton) insistían en asegurar que ella tenía un corazón de hielo incapaz de amar, lo cierto es que, para esas personas les parecería difícil de creer que Elsa disfrutaba de leer novelas románticas durante sus escasos tiempos libres y si tuviese más amigos además de Anna, quizá sería el tipo de persona que les daría sus mejores recomendaciones de aquel género literario, pero, había una gran diferencia entre emocionarse al leer como el personaje masculino de alguna de esas historias declaraba su amor a su amada, y desear experimentar aquello en su vida (al menos, para Elsa si que existía una enorme diferencia entre ambas cosas).
Aún así, la idea de conseguir una pareja no era algo que llamaba su atención, en su adolescencia solía pensar que sus poderes serían el único impedimento para compartir su vida con alguien, a los 21 se decía que su prioridad era estabilizar a su reino y recuperar la confianza de los aliados que se encontraban temerosos de sus poderes, a los 23 pensaba que los trece años de aislamiento le impedían relacionarse con otras personas, pero en algún punto tuvo que aceptar para si misma que no le interesaba.
Claro que había intentado de hacerse la idea, en ocasiones cuando los documentos, cartas y demás papeles importantes se amontonaban sobre su escritorio se intentaba convencer de que deseaba a un hombre con quien gobernar ya que podrían dividirse el trabajo, pero al mismo tiempo le costaba imaginar el cómo sería trabajar con alguien, sin duda era una persona que disfrutaba de su soledad y también estaba el hecho de a lo largo de siete (casi ocho) años de reinado había desarrollado y perfeccionado una metodología de trabajo que le funcionaba muy bien, pero si alguien más apareciera de pronto desearía hacer las cosas a su manera y sin dudas, habría problema, discusiones, peleas, y demás.
Se había repetido a sí misma que podría adaptarse al cambio, que por medio del diálogo se podrían establecer acuerdos que beneficiaran a todos y ¿Quién sabe? Quizá sería agradable.
Sin embargo había otros temas a considerar que le parecían aún más preocupantes que el papeleo, y había caído en cuenta de uno de esos puntos un par de años atrás, cuando una madrugada finalmente había tenido oportunidad de entrar en sus aposentos y descansar, de pronto y sin previo aviso, en su mente apareció el hecho de que si contrajera nupcias, no se encontraría a solas en su habitación.
Si bien no sería extraño que ella siguiera teniendo su propia habitación aún estando casada, habría ocasiones en las cuales tendría que…compartirla; por decirlo de alguna manera. Elsa estaba lejos de considerarse una gran conocedora del tema, pero tenía 28 años, y había escuchado cosas referentes a lo que ocurría entre un esposo y su esposa en la alcoba, en definitiva no era algo que le interesara experimentar, mejor dicho, no quería experimentar, pero ¿Realmente tenía alguna opción? No, en definitiva no.
Parte de su deber como Reina era tener al menos un hijo o hija, y sinceramente, la idea de la maternidad no le era desagradable, adoraba cuidar de su sobrino; Anders era el bebé más dulce del mundo ante sus ojos y en ocasiones si que le gustaba pensar el cómo sería tener un hijo.
Así que, contraer matrimonio debía tener sus ventajas, y seguramente también le beneficiaría en su vida personal, no solo sería algo político. Seguramente en algún punto le encantaría la idea, el problema es que no podía tomarse otros cinco años en espera a que el amor llegase de manera sorpresiva y casi mágica a su vida, Anna le había dicho en más de una ocasión que ya sentiría las mariposas en el estómago y su corazón latir a una velocidad casi preocupante cuando conociera "al indicado", sin embargo ¿Existiría ese indicado?
Admitía que no era la persona más sociable, que tampoco mantenía demasiadas conversaciones que no involucraban temas políticos, económicos o relacionados a la monarquía con hombres,y en realidad con el único hombre que hablaba sobre temas no relacionados a los ya mencionados, era Kristoff; su cuñado.
Pero, intentaba poner de su parte, es decir, llevaba los últimos años asistiendo a cada baile, festival y evento importante al que recibía una invitación, lo que posiblemente la hacía ver como una mujer desesperada. Tomó clases de baile, mandó a hacer vestidos que supuestamente resaltarían su belleza e incluso práctico frente al espejo millones de veces el cómo mantener alguna conversación, pero lo cierto es que, hasta la fecha ningún hombre ha llamado su atención.
Dejó de intentar buscar al amor de su vida hace años, pero al menos buscaba a alguien con quien se sintiera cómoda charlando, que quizá jamás lograría sentir algo cercano a enamoramiento o amor romántico por esa persona, pero en el mejor de los escenarios, esperaba que al menos podría considerarlo su amigo, sin embargo, eso no le hacía más fácil el encontrar un esposo.
En parte ya se había superado la etapa en la que prácticamente todas las personas a su alrededor le tenían miedo, agradecía al cielo que ya no se creaba un silencio incómodo cada vez que ponía un pie en un evento social, ahora personas se acercaban a hablarle en fiestas e incluso recibía invitaciones a bailar, pero aún existía la molesta realidad en la que aún con sus poderes mágicos y su título, seguía siendo una mujer y como tal; era bastante subestimada, sin importar lo mucho que había logrado que Arendelle creciera económicamente, la seguían creyendo una tonta (aunque no lo admitieran abiertamente), después de todo ¿Enserio una mujer tendría la capacidad de gobernar un reino ella misma?
Ingenuamente alguna vez creyó que se le tomaría más enserio, pero los hombres poco se interesaban en discutir sobre literatura, arquitectura, o algún otro tema que requiriera "mucha inteligencia de su parte", y por otro lado, estaban algunos hombres que no se molestaban en siquiera disimular su interés en el escote de sus vestidos.
¿Acaso ella era demasiado exigente?
¿Debería bajar sus ya de por si bajos estándares?
Empezaba a cansarse de todo aquello, detestaba que el consejo real creyese que todo era su culpa, que ella era quién se negaba a casarse.
En ocasiones incluso por su cabeza pasaba la idea de abdicar a la corona, dejar Arendelle atrás por un momento, se imaginaba lo liberador que sería alejarse de la monarquía, por un par de semanas o meses y darse el tiempo de recorrer todos aquellos lugares que por 13 años sólo se permitió visitar a través de textos e ilustraciones en libros, y con los que antes creía que solo podría recorrer en sus sueños. Siempre se obligaba a volver a la realidad, aceptar su vida y destino.
O lo intentaba.
No huiría y faltaría a su juramento como Reina, pero en definitiva escaparía por un par de minutos de aquel salón de baile, el visitar los hermosos jardines de aquel castillo sería la perfecta excusa para respirar un poco de aire fresco.
Necesitaba prepararse mentalmente para escuchar a más nobles presumiendo sus grandes hazañas, subestimando cualquier conocimiento que ella pudiera tener y fingir que no se percataba de cuando un par de ojos apartaba la mirada de su rostro para descender al inicio de su torso.
De pronto, cuando estaba a un par de pasos de abandonar el salón, unos cuantos gritos ahogados la hicieron detenerse y girar repentinamente en búsqueda de descubrir que había provocado aquello en la mayoría de los presentes, la música se había detenido de manera abrupta y algunos de los invitados no demoraron en empezar a murmurar entre ellos, sus ojos no tardaron en identificar a cierto pelirrojo con él cual había coincidido muy pocas veces desde el "incidente" ocurrido en su coronación.
Y de pronto su cabeza formuló la peor de las ideas posibles...no, era una pésima idea, debería estar loca si acaso lo consideraba realmente.
¿O no?
Nota de autor:
¡Hola!
Aún existo jajaja
Bueno, llevaba algo de tiempo desaparecida por estos rumbos (y en internet en general), lo cierto es que en este año (y el pasado) pasaron varias cosas en mi vida personal que desencadenaron en yo alejandome de los pasatiempos que tenía y honestamente llevaba mucho tiempo sin sentarme a escribir algo; ya fuera un fanfic, una historia original o siquiera la lista del súper jaja. Entonces, si, estoy algo fuera de práctica y no se que tan bien haya escrito este fic.
Por el momento imagine esto como un OS, así que dudo mucho que vaya a escribir algun tipo de continuación para esto, así que no me queda nada más que decir a parte de, muchas gracias por leer, gracias por pasarte por esta pequeña historia y darle una oportunidad.
Muchos saludos, espero pronto volver a publicar algo por aquí, ya que si estoy intentando retomar todas esas actividades que dejé de lado hace tiempo.
Un abrazo
