Cuando era un niño, Lincoln siempre pensó que era un estudiante bueno, pues sus notas así lo hacían ver, pero cuando tomó la decisión de terminar sus estudios de secundaria pudo notar que el tiempo que pasó había hecho de él un estudiante con problemas, pero que supo arreglárselas. Por otra parte la preparatoria fue sin duda una difícil, especialmente en aquellas materias referentes a las matemáticas, donde los problemas le resultaban muy complejos.

Afortunadamente Anna siempre estaba dispuesta a ayudarlo y compartir con él sus conocimientos en la materia, después de todo ella era una Ingeniera Matemática, una que para fortuna de Lincoln tenía también una excelente habilidad para la enseñanza. Recientemente Lincoln había hecho lo posible por molestarla menos pidiendo poca ayuda en sus clases, pues no quería ser una carga para ella, especialmente a la edad que tenía, siendo que ya durante su juventud lo fue.

Pero los malos hábitos, como el depender de alguien para hacer tus tareas, no se pierden con facilidad, y por mucho que Lincoln se esforzó en no molestar a Anna con sus tareas y trabajos escolares, él no se deshizo del hábito. Realmente dejo de molestar a Anna, pues era ahora muy de vez en cuando que él le pedía ayuda con algo referente a la escuela, pero lo había conseguido reemplazando a Anna por otra persona. Una persona que era igual de lista que Anna, pese a tener solo la mitad de su edad.

No era algo malo, en realidad podría decirse que era lo opuesto, pues aunque Lincoln no tenía ninguna intención oculta al pedir ayuda, lo cierto es que haciéndolo consiguió tener una cercanía mucho mayor a aquella chica dulce que siempre se tomaba el tiempo de ayudarlo cuando él se lo pedía. En ese momento él estaba agradecido de estar con ella, no solo por recibir su ayuda para entender y aprender; por quinta vez ya, aquellos ejercicios en los cuales debía calcular el volumen de una superficie usando a uno de los enemigos mas feroces que Lincoln tenía: las Integrales Dobles. El odiaba las matemáticas, pero entendía que debía enfrentarlas si quería terminar aquella carrera universitaria.

Estaba en la universidad en ese momento, dentro del Edificio B, aquel que tenia la función de biblioteca escolar. Específicamente estaban en los cubículos que la escuela disponía para uso de los alumnos que necesitaran estudiar en silencio total. Y aunque aquellos cubículos tenían sus paredes y puertas transparentes al ser de acrílico, el silencio dentro era absoluto, por lo que era fácil concentrarse al momento de estudiar.

—Odio las matemáticas— comentó Lincoln, con una voz cansada, pero aliviado de al fin terminar con aquella tarea—…

—Se nota— replicó la chica junto a él—, has estado teniendo bastantes problemas con eso últimamente.

—No lo menciones, es bastante humillante.

Algo cansado, Lincoln recargo su cabeza sobre sus brazos, y estos sobre la mesa frente a ellos, permitiéndole a la chica ver con más atención su cabello, y teniendo que hacer el comentario que había guardado desde hacía un tiempo.

—Ese nuevo look… ¿es por algo en particular?

—No te burles, no es que tenga muchas opciones.

—No me estoy burlando, en verdad me da curiosidad. ¿Cuánto tiempo tardaron en hacerte ese diseño? Había visto a gente teñir las puntas de su cabello, pero jamás las raíces.

—En realidad no me teñí el cabello, fue todo lo contrario.

Confundida, la chica levantó su ceja izquierda de manera intrigada y, al ver que Lincoln comenzaba a recoger sus cosas, ella comenzó a hacer lo mismo.

—¿Qué quieres decir?

—Se que va a sonar raro, pero ese color blanco en mis raíces es el tono natural de mi cabello. Hace años comencé a teñirme el pelo de castaño y recientemente decidí que era mejor dejar de hacerlo.

—¿Alguna razón en especial?

—Flojera. Siempre odie tener que estar pendiente de ese tema, así que decidí que ya era suficiente. Sé que me veré raro, pero prefiero estar con mi cabello canoso.

—¿Son canas? Me repites que edad tienes, por favor.

—No te burles, y no son canas. Es solo que cuando no teñía mi cabello era común que la gente me digiera cosas poco agradables por el color que tiene.

—Eso debió ser hace décadas.

Lincoln miró con cierta seriedad a la chica, mientras sostenía la puerta del cubículo para dejarla salir y acompañarla en seguida.

—No soy tan viejo— aclaró de manera innecesaria—, es solo que mi cabello siempre ha tenido ese color.

—¿Desde que eras un niño? Eso no es normal, ¿o sí?

—Para nada, aunque no sé si realmente sería correcto decir que es algo raro. Es solo algo con lo que nací.

—Es tan raro, entonces naciste con canas.

—No son canas, es mi cabello normal. Nací con una condición genética que me causó ese problema, nada más.

—Genial, ¿tienes fotos de niño? Me gustaría verte con tu cabello todo blanco.

—Tendrás que esperar, no tengo fotos de mi niñez. Todas las fotos que tengo son de cuando ya comenzaba a teñir mi cabello.

—Me pregunto cómo me vería yo con el cabello todo blanco— dubitó la chica, sosteniendo un mechón de su larga cabellera sobre su hombro— ¿crees que me vería bien?

—Tener el cabello blanco no es tan genial como parece. De niño la mayoría de la gente en la escuela me molestaba por eso. Además ya te dije que es por culpa de una condición genética, además del cabello blanco mi piel es muy sensible, aunque no es para tanto tampoco.

Con cuidado, Lincoln abrió la puerta del edificio, permitiendo a la chica salir primero para que ambos caminaran por aquellos pasillos al aire libre.

—¿Qué harás ahora, Lincoln?

—Volver a casa y alistarme para ir al trabajo.

—Creo que yo debería buscar un trabajo— comentó la chica, estirando sus brazos sobre su cabeza, permitiendo que también su espalda se relaje ante la elongación—, dentro de no mucho tiempo el dinero se volverá un problema.

—¿Está teniendo problemas económicos tu familia?

—Para nada. Mamá y papá están jubilados, pero los dos tienen buenos ingresos aun, es solo que el dinero que me dan es muy poco y, por alguna razón que no termino de entender, en esta ciudad la renta es altísima.

—Deberías simplemente pedirle a tus padres que te den un poco mas de dinero, para completar tú renta.

—No hay forma de que hagan eso. Me están dando poco dinero a propósito.

—¿En serio? ¿Por qué harían algo así?

—Justo para que me quede sin dinero. Quieren que vuelva a casa y deje esta "tontería" que estoy haciendo.

—¿Peleaste con tus padres o algo así?

—No, jamás podría pelear con ellos. La culpa es de mi hermana mayor, ella siempre está tratando de controlar mi vida y cuando le dije lo que quería estudiar se molestó conmigo.

—¿En serio? ¿Tan mala estima tiene de esta carrera?

—No es eso. Ella también estudió esta carrera. Es solo que ella quiere que siga sus pasos a pesar de que sabe bien que eso es imposible.

—Oh. Es curioso que sea tu hermana y no tus padres quienes se opongan a tu decisión.

—Mi hermana tampoco se opone a mi decisión.

—¿Entonces?

—Ella y yo teníamos algo así como un trato. Yo haría lo que ella me dice que haga y a cambio, si hay algo que yo quiera hacer, ella me dejaría hacerlo. Pero es complicado hacer mi parte, ella espera demasiado de mí, no hay manera de que cumpla sus expectativas, son totalmente irreales.

—Tu hermana suena como alguien muy estricta.

—Y lo es, más de lo que te imaginas, pero no es que ella sea alguien mala. Todo lo contrario, ella siempre está pendiente de cuidarme y todo eso, pero no hay manera de que me sienta cómoda cargando con todas las expectativas que tiene sobre mí. Ella de verdad piensa que puedo hacer todo lo que ella ha hecho, y con el tiempo se ha encargado de meterle esa idea en la cabeza a mi familia también.

—Ya veo. ¿Y qué es lo que tu hermana quiere que hagas?

—Quiere que estudie medicina, igual que ella.

—¿Medicina? ¿No dijiste que ella estudió esta misma carrera?

—Ese es el problema. Ella espera que yo siga su mismo camino, está convencida de que puedo hacerlo, pero no hay manera. Da igual cuanto lo intente, mi hermana está en una categoría total y absolutamente diferente a la que yo estoy.

—No deberías menospreciarte de esa forma…

—No lo hago, para nada. Hablo completamente en serio. Ella es una genio total. Toda su vida lo ha sido y es imposible alcanzarla. Tenía doce años cuando la admitieron en la universidad. ¡Doce años! Y para colmo terminó la carrera de medicina en solo cuatro años, aun cuando ya había empezado otra carrera al mismo tiempo desde su segundo año. ¿Cómo se supone que consiga algo así? Ella era más joven que yo cuando obtuvo su primer título universitario.

—¿Primero? ¿Cuántos títulos tiene tu hermana?

—¿Eso importa? Ella aun cree que yo puedo conseguir sus logros, hay veces en que dice que podría superarlos, pero no hay manera. A veces odio que mi familia este llena de gente talentosa y ser yo la única que no tiene nada de especial.

Aquella queja resonó con fuerza dentro de Lincoln, la frustración en su tono de voz era sin lugar a dudas la misma que él tuvo varios años antes y que fue una de las razones por las que terminó de la forma en que lo había hecho.

Viendo lo molesta que aquella chica estaba, Lincoln se ofreció a llevarla a su casa aprovechando que tenía aquel auto prestado. Una vez en marcha, Lincoln sintió que sería bueno para la chica desahogarse un poco más, por lo que la incitó a continuar hablando del tema, esperando que el viaje fuera suficiente para hacerla sentir tranquila después de la molestia que tenia presente.

—Entonces… ¿tu hermana te esta saboteando porque no quisiste seguir sus pasos?

—No es que me este saboteando, ella jamás haría algo así conmigo— respondió la chica, mirando por la ventana del auto con cierto desánimo—. Ella solo no me está apoyando con esto.

—Debe ser un poco duro, suena como una relación complicada. Pero puedo notar que no se odian ni nada parecido.

—No, jamás podría odiarla. Ella ha hecho mucho por mí, por toda la familia en realidad. De hecho jamás había discutido con ella, cuando hablamos sobre lo que quería hacer fue la primera vez que eso pasó. Pero la verdad ya no podía soportar mucho más todas esas expectativas sobre mí. Yo soy solo una chica normal, a diferencia de mi familia yo no tengo un talento, por mucho que ellas se esfuercen en decirme que sí.

—Aun eres joven. Tienes mucho tiempo por delante, y aunque yo no soy la persona más indicada para decirte esto, estoy seguro de que si te lo tomas con calma, eventualmente terminaras por encontrar tu talento, pasión o lo que sea que busques para sentirte mejor contigo misma.

—Gracias, Lincoln. Eso fue muy bonito de tu parte. Te daría un abrazo si no estuvieras manejando.

—Tú no entiendes muy bien eso del respeto al espacio personal, ¿cierto?— preguntó burlón el castaño de raíces blancas, consiguiendo que la chica le dé un suave golpe en el brazo.

—¿Cuál es el problema? ¿No te pone feliz que una chica linda quiera darte un abrazo?

—¿Hablas en serio? Claro que me pone feliz cuando algo así pasa, pero no veo a esa chica linda que mencionas por ningún lado.

Después de otro suave golpe propinado por la chica, ambos rieron un poco ante la broma de Lincoln, haciendo que este mantuviera sus sonrisa al ver que su acompañante tenia ahora un mejor humor y que de hecho parecía haber vuelto a ser la de antes, comenzando a platicar con él de cosas más simples y con un tono más alegre.

—Si de verdad quieres un trabajo— comentó Lincoln, sabiendo que dentro de un par de cuadras estarían ya en la casa que la chica a su lado rentaba—, puedo hablar con mi jefe.

—¿En serio? ¿Harías eso por mí, Lincoln?

—Solo no tengas muchas esperanzas. No hay puestos libres por ahora, así que no te aseguro un puesto, y aun si llegara a haber algo disponible, seria sin lugar a dudas un sueldo simple.

—No importa, Lincoln. Eso sería mucho mejor que ir a varios lugares en la ciudad para que me pongan trabas por seguir siendo menor de edad. ¿Puedes creerlo? Tengo diecisiete años, soy toda una señorita, y aun así la mayoría de los lugares en que he preguntado me piden por una autorización parental.

—Es normal, no quieren arriesgarse a recibir una multa por tener menores de edad trabajando, por mucho que seas ya una señorita sigues siendo menor de edad.

Agradeciendo lo que le dijo Lincoln, la chica tomaba sus cosas para salir del auto, estando ya estacionado en frente de su casa y tras despedirse de su compañero caminó en dirección a la entrada a través de esa bonita vereda que su casa tenía. Lincoln se mantuvo estacionado, mirando a la chica caminar y esperando a que ella entre a casa antes de volver a manejar, pero a mitad de camino, la chica se detuvo y dando media vuelta caminó hasta el auto una vez más.

—Oye, Lincoln, tengo una pregunta. ¿En que trabajas tú?

—¿Hablas en serio, Lily?