Teniendo su vida resuelta, no pensó en que trabajar fuera una necesidad a la que tuviera que enfrentarse sino hasta después de graduarse, pero lo cierto es que sus ahorros disminuían a una velocidad mucho mayor a lo que esperaba, y con la poca ayuda económica de parte de su familia, era de mucha importancia no atenerse a ellos.
Desde el momento en que se fue de casa tras aquel arrebato causado por la frustración y el enojo, ella pensó en que sería una buena idea entrar a estudiar en aquella retícula tan flexible que poco tiempo le exigía para estar en la escuela. Con más tiempo disponible podría buscar de manera tranquila un trabajo y también ejercerlo sin preocuparse mucho porque sus estudios se vieran muy afectados. Pero eso resulto ser mucho más difícil de lo que pensó.
Sin importar a donde iba en busca de trabajo, todos los empleadores tenían un "Pero" que decirle para justificar la negativa que le darían, y aunque eso la frustraba, también podía entenderlo. Ciertamente ella no era aun mayor de edad, y eso era algo importante pues por ello no tenía una identificación oficial que la acredite como tal, y para alguien con una apariencia como la suya era muy importante contar con una identificación que deje en claro que no era una niña.
Al final, y sin darse cuenta, termino por desistir de la idea, pensando que quizá podría conseguir dinero de alguna otra forma, pero no tomándose la molestia de realmente hacerlo. No le gustaba pensar en ello, pero se había vuelto muy holgazana. Asistía a sus clases por las mañanas, después regresaba a casa a seguir estudiando un rato, pero eso era todo, después de eso no hacía nada. Y aquello termino por ser preocupante cuando se dio cuenta de que tampoco había hecho muchos esfuerzos por socializar.
Aunque no era su fuerte, su familia le había dejado en claro que ella tenía un carisma que le hacía agradable rápidamente, por lo que no se preocupaba mucho al respecto, pero estando acostumbrada a recibir aquellas extensas y pesadas tutorías de parte de su hermana mayor, llego el punto en que socializar tampoco le parecía algo interesante. Era mucho más valioso pasar su tiempo libre descansando. Era precisamente esa conducta la que terminó por convertirla en una holgazana.
Miró a su alrededor y apreció con cuidado el lugar en el que habitaba. Era una casa que no podía ser considerada grande, pero tampoco chica. Los muebles estaban incluidos, aunque parecían ser bastante nuevos y adornaban de forma acogedora la casa, o al menos el recibidor, el comedor y el cuarto principal, pues el resto de la casa no tenía ningún tipo de mueble o decoración en ella. Aun así la casa se veía bastante bien y no era tan difícil de mantener en buen estado.
Tampoco debía preocuparse por su alimentación gracias a que su padre era un chef y se tomo la molestia de enseñarle a cocinar con el fin de que cuando llegara su independencia aquel fuera un problema menos. Así lo hizo con todas sus hermanas mayores también y sin lugar a dudas todas, incluyéndole, habían aprendido bastante bien en esa área. Por ello es que la alimentación estaba bastante bien cubierta.
El entretenimiento, por otra parte, es algo que terminó siendo costoso para ella. A pesar de que la casa incluía ya la contratación de internet, ella misma tuvo que comprarse un televisor, pues su laptop la usaba exclusivamente para sus tareas y trabajos escolares y no era muy fan de ver alguna película o serie en su teléfono, prefería hacerlo en un monitor de buen tamaño. Pese a eso, desde que se mudo a esa ciudad únicamente se ha dedicado a comprar comics para leerlos y a visitar de vez en cuando alguna página de interés en su teléfono. El televisor termino siendo un enorme pisapapeles.
Los gastos escolares tampoco eran algo de importancia, después de todo, pensando a futuro, pago todas las cuotas de su carrera escolar, estando segura de que la terminaría en esa misma escuela. Había sido un gasto fuerte pero que consideraba como valioso y necesario. Mientras que los insumos escolares eran hasta el momento innecesarios, la escuela le abastecía de lo necesarios tanto para sus prácticas como laboratorios, por lo que veía complicado que ese fuera un gasto de importancia a futuro.
Su indumentaria, por otro lado, era un gasto más o menos notorio, tomando en cuenta la mucha influencia que tuvo de parte de su hermana mayor sobre ese tema. Sería exagerado decir que ella era una fashionista, pero sin lugar a dudas disfrutaba de buscar ropa linda para vestir, acompañada de algún accesorio interesante que pudiera toparse. Aunque eso no era algo que podía presumir mucho desde que entro en la escuela, pues entre peras y manzanas, su gusto por arreglarse para lucir bien había terminado por disminuir un poco.
Pensó en ello un momento, los primeros días de clase lo hizo por las dificultades que la mudanza le había traído, pero en algún momento ella simplemente dejo poner el mismo esfuerzo que antes para arreglar su imagen. Rápidamente entro al baño y cerrando la puerta del mismo, se vio en el espejo de cuerpo completo que ahí estaba. Nada mal. Ese vestido la hacía ver bastante linda y, pese a que su apariencia seguía siendo algo infantil, le gustaba la forma en que su pecho resaltaba.
Lincoln le dijo que aquella seria una reunión simple, para presentarla con su jefe pues había conseguido un trabajo para ella en aquel restaurante en que trabajaba. El puesto aun estaba por decidirse y que debían mover a uno de los empleados de puesto, aunque por lo que menciono el castaño, eso ya estaba en proceso. Aun así prefirió vestirse bien al momento de asistir, pues su familia le enseño que aun cuando la apariencia no es lo más importante de una persona, si es lo primero que se ve de la misma.
De regreso a su recibidor, y a penas sentándose frente al televisor con la idea de esperar mientras veía algo para entretenerse, su teléfono sonó haciéndola notar que Lincoln había llegado ya. Él se ofreció a llevarla en aquel auto que de vez en cuando usaba pues el restaurante estaba en el centro de la ciudad, mientras su casa estaba muy al Este de la misma. Mostrando calma, pero sintiendo algo de emoción, salió de su casa al encuentro de aquel encantador hombre que le hacía sentir tan cómoda, sentándose junto a él y dándole un beso en la mejilla a manera de saludo.
—Te ves emocionada.
—Lo estoy— respondió ella—, este va a ser mi primer trabajo.
—¿En serio?
—Bueno, llegue a trabajar para mi hermana mayor en muchas cosas, pero no creo que eso cuente realmente. Aunque me pagaba y todo eso, sigue siendo mi familia y era en condiciones especiales.
—Ya veo. Pero no te preocupes, como ya te dije no tengas las expectativas muy altas, seguramente te den un trabajo muy simple y de mucho esfuerzo. Lavaplatos o algo así. Entenderé si es que decides rechazarlo.
—Estaré bien. De alguna manera me acostumbrare, después de todo necesito el dinero.
—¿En verdad te urge tanto el dinero?— Lincoln se vio realmente preocupado al hacer esa pregunta.
—No, para nada. Al menos no aun. Pero prefiero hacer algo al respecto cuanto antes. No quiero seguir holgazaneando en casa. Entre en la escuela con pocas clases presenciales porque el plan original era conseguir un trabajo cuanto antes, pero como siempre me rechazaban por cómo me veo, al final termine por abandonar la idea sin darme cuenta.
—Eso es admirable, Lily.
—¿Lo es?— preguntó intrigada la chica— ¿Por qué?
—Bueno, estás haciendo esto porque quieres seguir tu propio camino, y aunque siento que es un poco pronto para ti, es admirable que estés haciendo esto por ti misma. Independizarse es algo muy difícil, especialmente si no estás recibiendo apoyo de tu familia.
Con una gran sonrisa en su rostro, Lily asintió emocionada ante lo que aquel amable hombre le decía, él siempre la ponía de buen humor. De alguna manera le recordaba a su hermana mayor y eso, en su mente, le parecía correcto, era como si él fuera su hermano mayor. Al pensar en ello, la chica decidió preguntar.
—Lincoln, ¿tienes hermanos menores?
—¿A qué viene esa pregunta?— él volteo a verla con duda, aprovechando el semáforo en rojo a dos autos de distancia frente a ellos.
—Solo pensaba en que tienes ese aire. Pareces un hermano mayor, o esa impresión me da.
—Pues… tuve hermanas menores…
Para Lily, aquella respuesta le acongojó, ver el rostro de Lincoln tan serio y escuchar su voz tan enrarecida le hizo darse cuenta de que su pregunta no fue la más apropiada. No lo hizo con ninguna malicia, claro está, pero el cambio de humor en él demostraba que el daño estaba hecho.
—Lo siento, no pensé que ese fuera un tema delicado.
—Descuida, Lily. Sé que no lo hiciste con malas intenciones, es solo que aún me cuesta pensar en ello.
—¿Fue un accidente o algo parecido?— sabía que su pregunta era bastante descarada, pero en verdad sintió curiosidad por ello.
—Puede ser que ya no tenga hermanas menores— respondió él, sonriendo nuevamente y mostrándose más calmado—, pero aun tengo una hermana mayor.
—Anna, ¿cierto?— él respondió asintiendo únicamente— seria genial conocerla. Por como hablas de ella parece alguien increíble.
—Lo es, en verdad que sí. Pero no tienes porque creerme, ella también trabaja en el restaurante y conociéndola seguramente ira a buscarte en cuanto sepa que estas ahí.
—Eso suena bien.
