Prologo.
Nueva York
El sonido burbujeante de la cafetera y ese extraño silbido que se escapa de ella cuando el vapor asciende, convirtiéndose en un delicioso y aromático café e inundando con su inconfundible olor toda la casa por la mañana, se había convertido en música para sus oídos.
Rachel adoraba el sonido de su cafetera italiana. Podría contar con cualquier otro tipo de cafetera más moderna, como esas en las que solo necesitas utilizar una cápsula y apretar un botón para tener el café listo, sin siquiera prestarle atención. Pero a ella le gustaba su clásica cafetera italiana.
Daba igual si necesitaba esperar el tiempo necesario para que el agua comenzase a hervir, era uno de sus placeres y lo disfrutaba cada día.
Aquel domingo amaneció nublado en la ciudad de los rascacielos. Los últimos días del verano no dejaron rastro alguno de la época estival y el mes de octubre daba la bienvenida al otoño, que llegaba casi sin avisar, vistiendo de ocres y grises la ciudad de la gran manzana.
El sonido del timbre en la puerta se unió al burbujeo de la cafetera. Solo había dos personas que podían acceder al edificio sin llamar al portero automático, pero en ese instante, solo esperaba a una de ellas. Su cita de aquel día.
—¡Voy! — exclamó mientras colocaba un par de tazas sobre la isla de la cocina, antes de disponerse a darle la bienvenida.
Una enorme sonrisa, como siempre, y su habitual abrazo fue lo primero que recibió de Brody.
—¿Qué tal estás, Rachel? — cuestionó el chico mientras duraba el abrazo.
—Bien, muy bien, esperándote— le respondió ella— ¿Qué tal el viaje?
—Perfecto, la verdad es que siempre que voy a Los Ángeles, vuelvo renovado—le dijo Brody adentrándose en el apartamento— ¿Dónde está Em?
—Con Kate, han salido a pasear un rato.
—Oh, pues espero que vuelvan pronto. Me muero de ganas por verla. Dios echo de menos el calor de los Ángeles. ¿Hace demasiado frio aquí o soy yo?
—No, no eres tú. Hace bastante frio ya, y por lo visto va a hacer más. Viene un invierno duro.
—Pues espero que se atrase todo lo que pueda, al menos hasta dentro de un mes, cuando ya esté en Miami.
—He hecho café, ¿quieres? — cuestionó Rachel interesada, mientras le invitaba a tomar asiento en la cocina. —¿Ya tienes el planning de rodaje?
—Sí, por favor. Necesito algo que me quite este frío. Y si, el planning me lo entregaron en la reunión que tuve el viernes. Va a ser un mes de locos, pero no me quejo. Miami es un buen sitio para rodar, y los actores hacemos sacrificios—respondió con sarcasmo, esbozando una enorme sonrisa.
—Si, claro, es un gran sacrificio ser actor y rodar en uno de los paraísos del país—le dijo divertida—Oye, pero en Navidad si estarás, ¿verdad?
—Por supuesto. Ver a una judía celebrar la Navidad es lo más divertido del mundo— bromeó, y Rachel no tardó amenazarlo con la cucharilla que más tarde iba a colocar en las tazas. — Además, le prometí a Em que estaría aquí.
—Bien, me alegro de que cumplas tus promesas, porque no me gustaría quedarme sola en una fecha así. Además, ya es una tradición, y las tradiciones se cumplen.
—Por supuesto, tienes mi palabra de que aquí estaré. —Le dijo mientras usaba la taza de café para calentar sus manos— ¿Y bien? ¿A qué se debe tanta prisa por verme?
—Tengo algo importante que decirte.
—¿A mí?
—Sí, quiero que seas el primero en saberlo, bueno el primero de mi entorno, no el primero de… Ok—balbuceó nerviosa— será mejor que sea directa.
—Exacto— interrumpía el chico—Ya sabes que me encanta cuando te pones a hablar sin sentido, pero si vas a decirme algo, hazlo directamente. —Le instó mientras Rachel ya ocupaba su lugar frente a él, dejando escapar algún que otro suspiro. —¿Qué ocurre? — añadió al notar el nerviosismo.
—He decidido volver.
—¿Volver? ¿volver a dónde? — le preguntó confuso, y Rachel bajó la mirada.
—A trabajar
—¿¡Qué!?— exclamó sorprendido—¿Quieres volver a trabajar?
—Sí.
—Pero eso es genial Rachel, es lo mejor que podías hacer.
—Lo sé, por eso lo hago. Me he dado cuenta de que no puedo estar más tiempo así, y necesito trabajar. Además, me ha llegado una oportunidad única que no quiero ni puedo descartar.
—¿Una oportunidad? ¿Te han ofrecido alguna obra? — Se interesó tras dar el primer sorbo a su taza de café.
—Un musical, en el teatro Imperial. Es imposible que rechace algo así.
—Desde luego… ¿Y qué obra es?
—Es un proyecto nuevo, de hecho, esa es la novedad. No va a ser una obra como las que ya he hecho antes.
— Me tienes intrigado. ¿De qué se trata?
—Es un proyecto con Gio y Joseph, ¿los recuerdas? —le respondió tratando de contener los nervios.
—¿Son los chicos que hicieron la última obra que hiciste?
—Sí, son ellos. Se han embarcado en ese proyecto y me pidieron que le echara un vistazo al libreto. Realmente han tenido una idea genial, que estoy segura de que va a ser un éxito.
—Estando tú con ellos, seguro que sí. Rachel, me alegra mucho que hayas dado de nuevo el paso. ¿Cuándo empiezas los ensayos?
—Aún no está nada claro, tenemos que organizar todo el tema del casting, organizar el teatro. Todavía queda un mundo— Replicó tratando de sonar distendida.
—¿Aún no tienen casting? ¿Para cuándo se estrenaría? ¿Solo te tienen a ti? — preguntó curioso.
—Es que ahí está la gracia del proyecto, yo… Yo no voy a actuar en la obra.
—¿Qué?
—Lo que oyes, yo no voy a actuar— le repitió esperando su reacción. La confusión en Brody se hizo latente.
—¿Entonces? ¿Qué vas a hacer?
—Voy a estar detrás del telón, me voy a involucrar en la dirección y…—Se tomó una breve pausa para aclarar su garganta— En la producción.
Brody dejó caer la taza sobre el pequeño plato sin dejar de mirarla, pero Rachel fingió no percatarse de su gesto, y siguió degustando el café.
—¿Producción? — murmuró él confuso— ¿Cómo que te vas a involucrar en la producción?
—Los musicales necesitan productores, y bueno, me parece un buen momento para intentarlo. —le respondió devolviéndole la mirada— Ya tienen a varios inversores más, aunque son pequeños. No va a ser una gran producción.
—Rachel—la interrumpió— Un musical no puede producirlo cualquiera, y tú estás bien económicamente, pero a menos que te haya tocado algún tipo de lotería o hayas recibido una herencia, dudo que puedas afrontar algo así.
—Sí, sí que puedo.
—¿Cómo que puedes? Rachel, ¿te ha tocado la lotería?
—No. Para eso están los bancos. Voy a pedir un crédito. —Le respondió, y Brody no tardó en comenzar a negar con la cabeza. —¿Qué? Todo el mundo pide créditos para emprender proyectos.
—Todo el mundo pide créditos y a prácticamente todo el mundo le cuesta pagar los intereses de ese crédito. Deberías saberlo ya. Además, el banco no da dinero, así como a sí. Necesitas un aval para ello—le replicó preocupado.
Rachel miró a su alrededor— Tengo una bonita casa, me parece que es más que suficiente para ellos.
—¿Qué? No, no, espera— Brody se puso de pie y rodeó la isleta para plantarse junto a ella— ¿Me estás diciendo que vas a pedir un crédito para financiar un musical, que es algo nuevo y que ni siquiera sabes si va a funcionar, y vas a hipotecar tu casa para eso? ¿Estás loca?
—Necesito el dinero. Necesito ganar dinero, y cuanto más logre, mejor.
—¿Qué? ¿Cómo que necesitas dinero? ¿Está pasando algo que yo no sepa? —le cuestionó, y Rachel esquivó el cuestionario y su presencia, apartándose de él. —¿Rachel? ¿Qué está pasando?
—Quiero ir a Londres—soltó, y el gesto del chico volvía a fruncirse lleno de confusión.
—¿A Londres? ¿Para qué quieres irte a Londres? ¿Necesitas hipotecar tu casa para viajar?
—No es un viaje de placer, es… Es para irme allí por un tiempo—Respondió tras llenar sus pulmones y dejar escapar un sonoro suspiro— Quiero visitar una clínica.
—¿Una clínica? — cuestionó segundos antes de percatarse de la situación— Oh, no Rachel, no puede ser. Dime que no estás pensando en eso todavía, por favor. Ya lo habíamos hablado, es una estupidez…
—Hey, hey—le interrumpió Rachel recuperando la sobriedad— Si te lo estoy diciendo es porque eres importante y creo que tienes derecho a saberlo, no para que me juzgues. ¿Entendido?
—Oh, gracias por contarme algo que me incumbe de manera directa— le replicó visiblemente molesto— Rachel no voy a permitir que hagas una locura con algo que ya sabes que no va a funcionar.
—Eso es lo que tú dices— respondió girándose hacia él— pero no me voy a quedar de brazos cruzados sí sé que hay alguien en este maldito mundo que hace algo por ayudarla, ¿Lo entiendes?
—Rachel, eres tú la que no entiendes nada. No puedes exponerte así, no puedes exponerla a ella, ¿no te das cuenta? Tienes que asimilarlo de una vez, porque no hay solución y estás desaprovechando el tiempo en creer esos engaños de clínicas milagrosa en vez de disfrutar con ella. Encima piensas hipotecar tu casa y tu vida por una obra musical. ¿Te has vuelto loca?
—¡No me jodas Brody! — esgrimió furiosa Rachel, y las lágrimas no tardaron en aparecer— No voy a permitir que me digas eso, no voy a permitir que me quites la única esperanza que tengo de darle una mejor vida.
—¿Y qué pasa conmigo? ¿Acaso yo no tengo opinión en todo este asunto?
—¡No! — exclamó severa—Te lo estoy contando porque creo que mereces saberlo, pero eso no significa que tú tengas derecho a tomar decisiones por encima de las mías. Tenemos un trato, ¿recuerdas? Y sabes que si lo rompemos será peor para ti— amenazó.
—No me puedo creer que me estés diciendo esto, Rachel— trató de tranquilizarla, pero el estado en el que se encontraba era complicado lograrlo— ¿Podemos intentar hablarlo con calma?
—Eres tú el que ha perdido la calma, yo estaba tranquila.
—Porque es absurdo Rachel, ¿no te das cuenta?
—¿Absurdo que trate de lograr su bienestar? — volvió a replicarle enfadada.
—No, no es eso Rachel, es…—Brody detuvo su respuesta tratando de organizar sus palabras— Piénsalo, Rachel, ya dijeron que no había solución para algo así y estamos en los Estados Unidos, has ido a las mejores clínicas, has…
—Brody— le interrumpió viendo como no parecía darse por vencido —necesito ir y saber si es la última esperanza que tengo, y lo voy a hacer ya sea con tu apoyo o sin él—Le dijo mientras el temblor nervioso se adueñaba de sus manos al limpiarse las lágrimas, que seguía cayendo por sus mejillas.
—Rachel, por favor— suplicó el chico— No puedes hipotecar tu casa, ¿qué pasa si el musical no va bien? ¿Qué pasa si no puedes afrontar los pagos?
—Pues trabajo de lo que sea. Tengo ofertas bastante aceptables en las que ganaría dinero para pagar sin falta cada mes, y tampoco tengo la obligación de vivir en esta casa de lujo, podría mudarme.
—¿Y por qué no aceptas esas ofertas ahora y vas ahorrando? Poco a poco, así no tendrías que pedir dinero al banco.
—Porque necesito el dinero ya, porque no quiero esperar más tiempo y producir esa obra me va a dar lo que necesito mucho más rápido. Si no lo entiendes, no es mi problema.
—Déjame ayudarte— le dijo en un último intento de hacerla entrar en razón— Deja que yo te ayude, estoy trabajando y tengo dinero suficiente para poder prestarte lo que necesites, pero no juegues con la casa.
—No, ni hablar. Si ni siquiera estás de acuerdo en que vaya a esa clínica. Esto es cosa mía, es mi decisión y ya está tomada. Voy a trabajar y voy a sacar adelante ese musical para poder irme a Londres con ella.
Brody volvió a tomar asiento resignado, sabiendo que por mucho que quisiera, no iba a ser capaz de acabar con la terquedad de Rachel.
Él había aprendido a sobrellevar la situación, a aceptar que todo lo que debían hacer era seguir adelante y tratar de ser felices, pero Rachel no lo había asimilado de la misma manera, y eso le empezaba a pasar factura.
Rachel se había aislado del mundo que la rodeaba, había empezado a ocultar sus miedos y preocupaciones porque sabía que no le iban a dar la razón. Porque cada vez que lo hacía, como acababa de suceder, le hacían sentir culpable por desear lo mejor para quien más quería.
—Me iré contigo— le dijo Brody tras varios minutos en silencio, sorprendiendo a Rachel.
—No, ni hablar— fue tajante—Es mi decisión.
—Rachel, no me jodas. Yo también tengo derechos, sin importar el pacto entre tú y yo.
—Es a largo plazo, Brody— le dijo tratando de evitar que la discusión se alargase—No me voy a ir mañana. Mi intención es irme al final de verano, y cuando me marche, será temporal.
—Si tú lo dices… Supongo que nada de lo que te diga, te va a hacer entrar en razón.
—No seas injusto. Yo no me meto en tus planes, en tus decisiones, así que deja que yo haga lo que crea conveniente.
—¿Injusto yo? Quieres llevarte a…
No pudo continuar. El sonido de la puerta interrumpió la réplica de Brody, y Rachel se puso en alerta.
—Son ellas—le dijo segundos antes de acudir para abrirle la puerta— Te pido por favor que no comentes nada de esto, ninguna de las dos lo sabe y no quiero que lo sepan aun — le indicó amenazándolo con la mirada.
—Por supuesto, Rachel— le respondió vencido— yo como siempre, seré una tumba.
