— NOTAS DE LA TRADUCTORA —
*Advertencias*
Ninguna.
*Derechos de autor*
La historia pertenece a: PimpedOutGreenEars.
Phineas and Ferb pertenece a: Dan Povenmire y Jeff Swampy Marsh.
¡Apartamento Vacío!
Capítulo 18. Dio su alma a una chica
…
Cuando terminó la clase de matemáticas, Ferb se puso de pie más lento de lo normal. Por lo general, quería alejarse de Phineas, pero con su actual curiosidad no pudo hacerlo.
En lugar de salir del aula antes que Phineas y Baljeet, camino con ellos. El moreno no pareció darse cuenta de que era extraño, y si el pelirrojo lo hizo, no lo demostró.
—Entonces, ¿como te fue sin estudiar? —le pregunto a Ferb.
—Bien —responde poniendo los ojos en blanco. Estaba seguro de que había respondido correctamente todas las preguntas.
—Vi que terminaste rápido y no estaba seguro si eso indicaba que lo hiciste bien o, bueno… mal —terminó por decir, dándose cuenta que el final de esa oración sonaba ofensivo. No era su intención serlo.
—Supongo que tendremos que esperar y ver —comentó antes de que el grupo tuviera que separarse.
Baljeet asintió en respuesta antes de despedirse.
—Tu enfoque de las matemáticas es interesante —dijo una que solo Phineas y él caminaban juntos.
—¿Eh? —preguntó mientras se frotaba el hombro.
—Especialmente me encanta la forma en la que abres la calculadora, pero no la enciendes —mencionó sin una pizca real de emoción.
—¿Tu…? ¿Lo notaste? —pregunto, tímido.
—Si, estaba mirando alrededor y lo note —apenas miraba al pelirrojo—. ¿Tratando de desafiarte a ti mismo?
—Solo estoy tratando de matar el tiempo —admitió con una clara vergüenza.
—¿Por que te avergüenza? Ellos son estúpidos —señaló.
Realmente deseaba poder saber cual era la lógica de Phineas en el asunto.
Phineas de pronto lo miro diferente cuando menciono la palabra estúpido—. No son estúpidos —dijo a la ligera.
—Joder, no lo son —respondió.
No entendía como alguien tan inteligente como Phineas podía estar en desacuerdo. El mismo luchó con estar rodeado de personas que eran tan poco inteligentes en comparación con él. En serio no entendía como es que el otro no sentía lo mismo.
Era como pasar todo el tiempo con un perro. Supuso que tenían buenas cualidades, pero en realidad no eran los mejores compañeros para conversar.
Phineas pareció casi sonreír, como si la respuesta le agradara.
Los dos chicos entraron en la sala de arte y se sentaron a la mesa. Adyson ya estaba allí, con la mano extendida mientras se pintaba las uñas de un tono de rojo que hacía juego con su blusa.
—Hola —saludo sin mirar a ninguno.
—Este podría ser tu mejor trabajo hasta ahora, Adyson —dijo mientras miraba las uñas de la castaña.
—Me alegra que pienses eso, me tomó un tiempo encontrar este tono de rojo —dice agitando las manos en el aire.
Acaba de pintarlas y quería que se secaran rápido.
—¿Cuál es la ocasión? —pregunto. Luego miró a Ferb—. Viste de rojo cuando quiere sentirse poderosa.
—El rojo provoca reacciones intensas y enfocadas —mencionó sin pensar.
Ferb podría escupir una multitud de datos sobre el color rojo si quisiera.
Adyson arqueo una ceja, pero luego sonrió—. Supongo que es lo que estoy buscando —le dijo a Ferb antes de mirar a Phineas—. Las Fireside Girls vamos a hacer una audición para tocar en una fiesta de cumpleaños. La fiesta no es realmente un gran problema, pero la madre de la chica es una organizadora de eventos. Pensamos que si le agradamos, podría recomendarnos a algunos amigos como entretenimiento.
—Eso les ayudará a conseguir buenos conciertos para el verano —dijo el pelirrojo con una sonrisa.
—¡Exactamente! —grito, emocionada. Luego hizo una mueca de comprensión—. ¿Por que Isabella no te contó sobre esto?
—Bueno, ella dijo que estaba ocupada hoy. Dijo que iba a estar con ustedes —explicó el pelirrojo.
—Fu. Supongo que tiene miedo de maldecirlo —dijo Adyson—, o está tan segura que ni siquiera se molestó en mencionarlo.
—O quería darte el honor de contarle a la mayor cantidad posible de gente —añadió Phineas.
—Esa es una posibilidad —asintió con una sonrisa.
La Sra. Mulberry entró en el aula un segundo después con varios lienzos.
—¡Hola, hola, hola! Siento llegar tarde, pero use mi descanso del almuerzo para conseguir algunos suministros nuevos —dijo la mujer mientras se movía rápidamente por el aula.
—¿Necesita ayuda? —preguntó un chico mientras ella casi deja caer uno de los lienzos.
—No, no. Ya lo tengo —dijo mientras dejaba el último lienzo—. ¡Ahora, tenemos que hablar sobre su próximo proyecto! —exclamó agitando sus brazos en el aire.
—Hurra —dijo Adyson en un tono sarcástico demasiado obvio para pasarlo por alto.
—¡Vamos a hacer algo realmente emocionante esta semana! ¡Vamos a hacer collages! —dijo mientras se movía para pararse en medio de la habitación.
—Lo hemos estado haciendo desde el jardín de niños —señaló un chico de la parte de atrás que se parecía vagamente a Buford.
—¡Si, pero estos son diferentes! ¡Estos serán reflejos de su ser interior! —comenzó a hablar agitando las manos—. Quiero que pongan cosas que representen quien eres, lo que te gusta, lo que… Bueno, ¡Te hace ser tú!
La reacción de los alumnos fue variada. Algunos chicos parecían felices con la idea. Parecía bastante fácil. Además, se necesitó muy poco talento artístico en lo que respecta a la asignación. Otros parecían preferir que les dieran un tiro. La idea de intentar llenar una hoja con cosas que los representarán era un sentimiento abrumador.
Ferb cayó en el medio.
Odiaba la idea de expresar su alma en un papel. No era asunto de nadie. Pero, por otro lado, no era como si alguien supiera si mentía.
Así que fue realmente indiferente en el asunto.
Phineas lucía como si estuviera tratando de sentirse de esa manera. Un segundo después, pudo lograrlo.
—Hoy será un día de investigación, por así decirlo. Tómense el día para anotar ideas. Tratar de pensar profundamente en lo que te hace ser tú —dijo la Sra. Mulberry antes de juntar las manos—. ¡Puedes empezar!
Una vez terminada la explicación, los estudiantes comenzaron a sacar los cuadernos para anotar sus ideas.
—Entonces, ¿Qué están planeando chicos? —preguntó la castaña mientras golpeaba con el bolígrafo la hoja de papel. Parecía aburrida más que cualquier cosa.
—No lo sé todavía —susurro Phineas rascándose el hombro.
—¿Y tu, Ferb? —pregunto nuevamente.
Ferb se encogió de hombros en respuesta. Pensó que le pondría un montón de mierda británica. No estaba preocupado por eso.
—Wow. Bueno, ¿ustedes dos no son muy serviciales, verdad? —proclamó Adyson rodando los ojos. Luego comenzó a notar sus ideas.
Phineas y Ferb no hicieron gran cosa. El peliverde estaba quieto. Había empezado a sentir la necesidad de un cigarrillo. Pensó que una vez que estuviera fuera del terreno de la escuela, encenderá uno. Todavía no cumplía los dieciocho, pero no creía que nadie lo cuestionara.
Phineas, por otro lado, solo estaba dibujando formas al azar en el papel que había sacado. Se sentaron así durante unos minutos antes de que el pelirrojo le pasara el papel al otro chico.
Había dibujado un tablero de gato con una X en la esquina superior derecha.
Ferb consideró devolverlo sin hacer ningún movimiento. No quería ser amigo de Phineas. Quería entenderlo, no hacerse amigo de él. Debía tener cuidado para asegurarse de que eso estuviera claro. No quería que el chico pensara que de repente había decidido que quería ser su amigo.
Pero al final dibujó una O en la esquina inferior izquierda. Phineas tenía una expresión en el rostro que decía que no esperaba que Ferb siguiera el juego.
Esa mirada fue la única razón por la que Ferb decidió jugar.
Después de que Ferb hizo su movimiento, Phineas hizo el suyo, y luego viceversa. Terminaron jugando algunas partidas y en todas terminaron empatados.
Fue por el décimo juego en el que la Sra. Mulberry se acercó para verificar su progreso.
—¿Y como va esta mesa? —pregunto antes de ver el trozo de papel que los chicos habían estado usando para jugar—. ¿Y cual de ustedes siente que su yo interior es como un juego de gato? —preguntó casi sonriendo a los dos adolescentes.
Ninguno respondió. Ferb pensó que la broma era un cliché y Phineas sonrió, tímido. Sin embargo, Adyson se rio con disimulo.
La profesora se sentó en el asiento vacío de la mesa.
—Entonces, ¿cuáles son las ideas que circulan por aquí? —preguntó mientras miraba alrededor de la mesa.
—Estoy escribiendo las mías —dijo la castaña a la defensiva con las manos en alto. La Sra. Mulberry se rio entre dientes mientras miraba por encima de la mesa la lista de su alumna.
—Mm, estoy viendo cosas buenas Adyson —mencionó alegre.
Adyson le devolvió la sonrisa antes de volver a mirar su papel. Ferb se imaginó lo que la mujer diría a continuación.
—¿Y tu, Ferb? —preguntó con una sonrisa—. Te acabas de mudar aquí, así que esta es una oportunidad perfecta para mostrarles a todos quien eres.
Casi rio. No creía que fuera una buena idea mostrarles a todos quien era. Habría bastantes cosas inapropiadas en su collage. En lugar de responder, se encogió de hombros.
—Y eres tan callado —dijo todavía en tono optimista—. Solo quiero saber sobre ti. Lo que te importa, como te ves a ti mismo, que te interesa.
Ferb seguía sin decir una palabra, pero eso dejó de importar porque se había vuelto a dirigir a toda la mesa.
—El arte se puede usar para muchas cosas. En este caso, para expresar tu alma. El arte no tiene que ser bello o elaborado de manera intrincada, solo tiene que invocar un sentimiento. Cuando alguien mira el arte, deben poder sentirte. Deben sentirse como si te hubieran conocido y ahora entiendan una parte de ti —dijo, y la sinceridad colgaba en cada palabra—. Eso es lo que quiero que todos ustedes obtengan de este proyecto. Uno de los sentimientos más maravillosos es cuando alguien puede mirar su arte y decir algo sobre usted. ¿Lo entienden?
Los tres negaron con la cabeza.
—Bien. Por favor, piensen un poco sobre eso. De lo contrario, no obtendrás nada —le dijo la Sra. Mulberry con un guiño. Después de eso, se levantó para caminar hacia una mesa diferente.
—Bueno, gracias por el discurso, chicos. De hecho, estoy realmente inspirada ahora —mencionó Adyson con un movimiento de cabello. A Ferb no le importaba lo suficiente como para darse cuenta de que si estaba siendo sarcástica o no.
Necesitaba fumar.
Unos segundos después sonó el timbre.
El peliverde se levantó de su asiento y salió por la puerta hacia su casillero. Quería salir de la escuela. Fue un día largo; no quería nada más que volver a casa y ver el canal de historia. Los documentales eran muy relajantes.
Además, quería un maricón. Desde que empezó a estudiar en Danville High School había estado fumando casi todos los días durante el almuerzo y se había acostumbrado demasiado. Necesitaba cortar de nuevo el hábito.
A Ferb le gustaba un buen cigarrillo para calmarlo después del sexo, o simplemente para ayudarlo a pensar, pero no le gustaba la sensación de saber que era adicto. Eso significaba que cada pocos meses se pondría a fumar casi nada antes de recuperarse.
¿Era estúpido?
Seguro, él diría que sí.
¿Sentía que tenía el control?
Por completo. Y eso era lo que realmente importaba.
Cuando llegó a su casillero, agarró su mochila y arrojó los libros innecesarios en el estante superior de la taquilla. Luego cerró la puerta de golpe.
Luego salió. El clima todavía era un poco fresco, pero solo era cuestión de semanas para que hiciera calor. Caminó un rato, asegurándose de que estaba fuera de la vista de la escuela, antes de meter la mano en el bolsillo de la chaqueta y sacar su paquete de cigarrillos junto al encendedor.
Saco uno antes de guardar el resto. Justo estaba a punto de encenderlo, escucho unos pasos detrás de él. No necesitaba voltear para saber que era Phineas.
Otras personas vivían donde ellos lo hacían, pero los demás tenían actividades extracurriculares que hacer o tardaron en irse. De cualquier manera, rara vez se veía a alguien además de Phineas cuando caminaba a casa. Pudo notarlo porque el pelirrojo siempre hizo un esfuerzo para alcanzarlo.
Encendió el cigarrillo y guardó el mechero en el bolsillo cuando Phineas se puso a caminar a su lado.
Caminaron en silencio por un rato antes de que el pelirrojo finalmente hablara.
—No pareces del tipo que fuma —mencionó de manera despreocupada.
Ferb solo arqueo una ceja en respuesta.
—No porque pareces del tipo de persona que pensaría que esta mal o algo así —aclaro—. Es como cuando veo a las personas que fuman nunca están en forma. Pueden estar delgadas, pero no son sanas.
Ferb asintió—. Lo corté por completo en la temporada de fútbol.
—¿Fútbol inglés? —preguntó el pelirrojo, la emoción se abrió paso en su voz.
—Fútbol, lo que sea —dijo encogiéndose de hombros.
—Yo también juego —dijo sonriendo.
—Ya no juego. Solo era un hobby. Aunque pensé que parecías un extremo. Tal vez un mediocampista central —dijo mientras tomaba una calada.
Phineas asintió—. Soy un extremo —dijo antes de mirarlo—. Voy a adivinar que eras un delantero.
—Huelguista —dijo dejando escapar una bocanada de humo.
—Así que fuiste un muy buen delantero —respondió con descaro.
—El mejor. Los estadounidenses no pueden jugar ni un carajo —mencionó medio bromeando.
El contrario soltó una carcajada—. Quizás deberías probarlo.
No respondió ya que terminaron frente a su casa. Ferb tiró su cigarrillo terminado en el suelo y lo pisoteó bajo su bota. Luego comenzó a caminar hacia la puerta principal.
Por el rabillo del ojo vio a Phineas mirándolo, pero no hizo ningún movimiento para decir algo.
Ferb no jugaba fútbol desde los catorce años, comenzó a trabajar en Turnpike Tavern. No llevaba mucho tiempo en Winsplain, pero había estado buscando algo que hacer.
Encontró un volante que decía que Turnpike Tavern necesitaba un guitarrista. Y resultó ser que era uno.
Preparar una audición había sido fácil. Había llamado al número correspondiente y había fijado una hora para entrar. La audición en sí era una parte irritante, pero eso era de esperar cuando tenías catorce años y estabas intentando conseguir trabajo en un bar.
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«Ferb entró en Turnpike Tavern con el estuche de su guitarra en la mano. Había caminado hasta la taberna por ser un día caluroso. Se había debatido si llevarse el coche de su padre ya que estaba de viaje de negocios, pero era un paseo relativamente corto hasta el lugar. Sin mencionar que su padre ya había demostrado que conducir en Estados Unidos era difícil; lo habían detenido dos veces por conducir por el lado equivocado de la carretera.
Además, Ferb no conocía el área lo suficiente como para saber donde había policías y que lo detuvieran a los catorce años mientras su padre estaba fuera del estado no sería algo bueno.
Cuando entró, inmediatamente sintió el olor del humo. Le habría molestado si no estuviera fumando y no estuviera acostumbrado a que la gente lo hiciera. La gente con la que había pasado tiempo en Chelsea lo hacía a menudo.
Lo primero que notó fue que el bar estaba casi vacío. Había cuatro tipos parados en un pequeño escenario en la parte de atrás; todos fumaban y la mitad bebía. A su lado estaban instalados algunos instrumentos.
La taberna en sí tenía un aspecto bastante antiguo. No eran como los pubs de Chelsea en los que tocaba ocasionalmente. Todas las paredes eran de madera sin pintar, excepto la pared trasera que era de ladrillo. Ferb se preguntó si el edificio era estructuralmente sólido.
Pero había estado en lugares peores en su corta vida.
Se acercó al grupo de hombres. Todos eran unos años mayores que él. Dos morenos, un rubio más bajo y un pelirrojo.
—¿Tu eres el que está audicionando? —preguntó uno de los morenos. Su voz era ronca y tenía el ceño fruncido.
—Si.
Si Ferb fuera más hablador, habría hecho un comentario sarcástico sobre como siempre suele llevar consigo un estuche de guitarra.
El rubio rio—. ¿Cuántos años tienes?
—Lo suficientemente mayor para mantenerse al día —dijo con indiferencia.
—Este no es un trabajo para niños —habló el segundo moreno.
—Es verdad, el volante decía que era para un guitarrista —Ferb estuvo de acuerdo.
El hombre del ceño fruncido resoplo—. Que listillo —casi sonaba como si lo aprobara.
—¿Quieres estar en el suelo? —preguntó el rubio, tratando de ser intimidante.
—Prefiero tocar la guitarra —respondió con su rostro tan indiferente como siempre.
—Dale de beber al grandulón, Sid —dijo el rubio con una sonrisa.
El moreno se encogió de hombros y fue a tomar una copa.
—Tocamos cada dos fines de semana. A veces más, a veces menos. ¿Puedes manejar eso? —preguntó el moreno que aún estaba presente.
—Si —respondió con facilidad.
—Más importante aún, ¿puedes manejar esto? —preguntó el rubio cuando Sid regresó con una bebida.
Sid le entregó la bebida a Ferb. No hacía falta ser un genio para saber que era Everclear, una bebida hecha con el propósito de emborrachar a la gente. Ferb no tenía idea de que clase de prueba era, pero supuso que no guardaron nada que lo cegara.
Se bebió el contenido del vaso, ignorando el ardor que sentía en la garganta. Había estado bebiendo desde un tiempo antes del divorcio de sus padres. Si Rhegan iba a salir a divertirse, él también podría hacerlo. En esos dos años se las había arreglado para desarrollar su tolerancia. Le ayudó a que tuviera una constitución alta, sólida y que siempre estuviera comiendo.
Terminó la bebida, asegurándose de mantener la cara seria. Probablemente fue lo más fuerte que había bebido en su vida.
—Gracias amigo. Me gusta estar lleno antes de tocar —dijo Ferb mientras rodaba los ojos. Su estómago todavía se sentía como fuego.
—Está bien. Muéstranos lo que tienes —dijo el rubio con una mueca de desprecio. Obviamente, no le agradaba Ferb. O tal vez nadie en absoluto.
Ferb abrió su estuche y sacó su guitarra eléctrica. Luego lo conecto al amplificador que ya estaba configurado—. ¿Alguna solicitud?
—¿Un guitarrista mayor? —mencionó el rubio con una sonrisa.
Ferb se encogió de hombros antes de empezar con Crazy Train. Sólo tocó durante unos treinta segundos antes de cambiar a Smells Like Teen Spirit, y luego finalmente terminó con Cliffs of Dover. Una vez que terminó de tocar la parte más difícil de cada canción, se detuvo.
—Solo necesitábamos escuchar una maldita canción —se quejó el rubio.
—Tienes que presentarte el viernes por la noche. Te daré una copia de la lista de canciones —el moreno anónimo le dijo.
—No creo que todos estemos de acuerdo con este chico —gruñó el rubio.
—No me importa lo que pienses, Stine —dijo el hombre mientras caminaba hacia la barra.
—Vete a la mierda, Chuck —Stine escupió mientras le lanzaba el volante al hombre más alto. A Chuck no pareció importarle.
—Aquí está la lista de canciones —dijo cuando regresó. Le entregó la lista a Ferb y de vista pudo reconocerlas todas.
Asintió. Parecía que había terminado, por lo que comenzó a empacar su guitarra.
—Es una pena que ya estés tan jodido a esa edad —habló por primera vez el pelirrojo.
—Podría ser peor —dijo encogiéndose de hombros.
—Vas empeorar —mencionó el hombre pecoso como si fuera un hecho.
El solo ignoró el comentario mientras cerraba el estuche de su guitarra. Luego salió del bar sin decir una palabra...»
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No sería hasta ese viernes que Ferb tocaría en la taberna por primera vez. Tampoco sería hasta esa noche que conoció a la mujer que cambió su vida.
Se podría decir que Vanessa Doofenshmirtz arruinó su vida. Era fácil culparla.
Seguro que lo hizo.
— NOTAS DE LA TRADUCTORA —
¿Acaso no se alegran de tener una nueva actualización de esta bella historia? Cada vez que traduzco un capítulo, saltó de alegría :3
La verdad no tengo mucho que decir, pero quería mencionarles algo curioso —que estas alturas de la historia es algo tarde para decir—, pero cada vez que escucho el tema de "Todas mueren por mi" de Cartel de Santa, pienso que le va muy bien a la personalidad del Ferb de este libro.
¿Ustedes coinciden conmigo? Yo creo que si xD
En fin, besos y abrazos :3
Historia Original:
En mi perfil está el link.
¡LolitaMick14 fuera, paz!
