— NOTAS DE LA TRADUCTORA —
La historia pertenece a: PimpedOutGreenEars.
Phineas and Ferb pertenece a: Dan Povenmire y Jeff Swampy Marsh.
Los chicos se detuvieron cuando llegaron a la casa de Phineas. El pelirrojo llevó al otro a la puerta principal y entraron en silencio.
Phineas dejó su mochila junto a la puerta y Ferb hizo lo mismo para luego dar un paso para quitarse la chaqueta negra. El olor a humo todavía se adhería en ella ligeramente, pero estaba tan acostumbrado que no lo noto.
—Entonces, dijiste que eras bueno en el fútbol el otro día, ¿quieres intentarlo? —pregunto Phineas.
Ferb se encogió de hombros. En realidad, no había tenido una partida desde hace dos años, pero algunas cosas no cambiaban.
—Vamos al patio trasero entonces —mencionó mientras guiaba al peliverde a la parte trasera de su casa. Había una pelota de fútbol junto a la puerta, Phineas la agarró antes de abrir las puertas corredizas de vidrio y salir. Siguió al pelirrojo afuera y cerró la puerta detrás de él.
El patio trasero de Phineas era grande en donde se podía vislumbrar un gran árbol en la parte trasera del lote, casi cerca del centro.
Sería un buen lugar para leer, pensó Ferb.
También había dos porterías instaladas en lados opuestos del patio.
—Muy bien, muéstrame lo que tienes —dijo Phineas dejando caer la pelota frente a los pies de Ferb.
Ferb sintió un ligero escalofrío en el aire, pero sabía que una vez que comenzara a moverse, entraría en calor. Comenzó a regatear un poco con el balón, acostumbrándose a la sensación.
Cuando Phineas vino por la pelota, no tuvo problema para alejarla de él. A partir de ahí, el peliverde empezó a moverse hacia la meta. El contrario fue rápido, Ferb se imaginó que lo era. Phineas con rapidez robó la pelota, pero no la mantuvo por mucho tiempo ya que el otro pudo recuperarla antes de que el pelirrojo pudiera llevarla muy lejos.
Su juego continuó durante bastante tiempo, Phineas fue más rápido, pero el movimiento de los pies de Ferb fue inigualable incluso después de estar "fuera de práctica". Ninguno de los dos fue capaz de anotar, aunque hubo algunos momentos en los que parecía que uno de ellos lo haría.
Eventualmente dejaron de jugar y terminaron parados debajo del árbol. Phineas estaba apoyado contra él, mientras que Ferb todavía tenía la pelota y estaba jugando con ella.
—De acuerdo, ¿y cuánto tiempo dijiste que ha pasado desde que jugaste? —pregunto mientras veía como el otro pateaba la pelota.
—Han pasado tres años —mencionó balanceando la pelota en la cabeza para después volver a jugar con los pies.
—¿Y eres así de bueno? ¡Me habrías aniquilado con práctica!
—Te dije que los americanos no son tan resistentes.
—¡Oh, como sea! Apuesto que eres incluso mejor en Inglaterra.
—Si me comparas con otras personas con las que jugué en conjunto o en contra, sin duda lo era. Creo que David Beckham pudo haberme ganado —mencionó cuando al fin dejó la pelota.
Phineas se rio—. Si, solo me refería a los chicos de tu edad —dijo mientras recogía la pelota—. ¿Así que eres fan de Beckham?
—Tengo seis primos, cuatro de ellos tienen a Beckham en su nombre —dijo como si eso respondiera la pregunta.
—Wow, ¿Entonces a tu familia le gusta mucho el fútbol? —preguntó mientras se dirigían de nuevo a la casa.
El asintió.
—¿Tu segundo nombre no es Beckham, cierto? —cuestionó al abrir la puerta trasera corrediza.
Resoplo—. No, mi papá dejó que mi tío se quedara con ese.
Phineas solo sonrió mientras observaba a Ferb cerrar la puerta detrás de ellos.
—¿Tienes hambre? —pregunto.
Ferb se encogió de hombros. Casi siempre tenía hambre. Por supuesto, cuando su estómago gruñó un segundo después, el pelirrojo obtuvo una respuesta.
—¿Queso a la parrilla?
El peliverde asintió antes de seguirlo a la cocina. No iba a reconocer la sonrisa en el rostro del pelirrojo.
Cuando llegaron a la cocina, Ferb se sentó en una de las sillas mientras el otro comenzaba a sacar cosas de la nevera. Se sentó en silencio mientras observaba a Phineas moverse por la cocina . Era extraño estar en la casa de otra persona, dejando que le cocinara.
¿Cuándo fue la última vez que sucedió algo así? Oh claro… Aun podía recordar el sabor de la tostada francesa en su boca.
—Sé que no soy un gran chef como tú, pero hago un sándwich de queso a la parrilla bastante bueno.
Ferb fue sacado de sus pensamientos cuando escuchó hablar al pelirrojo. Se alegró por ello. No había querido recordar ese día.
—Tendrías que joderlo bastante para que yo lo rechace —respondió. Su padre hacía sándwiches horribles, junto con otras comidas, pero aun así se las comía sin replicar; aunque después de eso buscaba algo más que comer para quitarse el mal sabor de la boca.
—¿Demasiada hambre?
—Solamente estoy acostumbrado a la mala comida.
—¿Tu papá no sabe cocinar o…? —dejó que su pregunta se desvaneciera mientras ponía pan con mantequilla en la sartén.
—Ni un poco —respondió.
Por supuesto no era su padre no supiera cocinar. Ferb no comía en casa a menudo. Por lo regular terminaba en lugares de comida rápida o no comía. Siempre tenía hambre, pero casi nunca hacía algo para saciarla. bebía un trago, fumaba un cigarrillo y se ocupa de sus asuntos.
Por lo general, pasaba tiempo en casa al menos la mitad de la semana, pero esta no estaba muy bien equipada para cocinar. Por eso su padre traía comida.
Phineas asintió comprendiendo mientras volteaba los sándwiches.
—¿Dónde está tu mamá? —preguntó Ferb. El tema de su padre le recordó que no se había fijado que la pelirroja no estaba ahí.
—Juega al bridge los miércoles. No estará en casa hasta dentro de una hora más o menos — explicó mientras se movía para tomar un par de platos de un gabinete cerca del fregadero.
El peliverde asintió, aunque Phineas estaba girado y no podía verlo. Tenía la sensación de que el otro sabía que esa era su respuesta.
Permanecieron en silencio durante unos minutos antes de que Phineas se acercara a la mesa con dos platos. El que le dio a Ferb tenía tres sándwiches, mientras el suyo tenía dos.
—También hay fruta por si estás interesado —Phineas señaló el tazón de frutas que estaba en el medio de la mesa antes de sentarse enfrente de su invitado.
Ferb levantó el pulgar antes de sacar una manzana de la cesta.
Ninguno de los dos chicos habló mucho mientras comía, pero el peliverde estaba de acuerdo con eso, y el contrario parecía estar casi relajado, lo cual era extraño ya que eso no sucedía muy a menudo. La energía no liberada se notaba a distancia, sin mencionar los momentos en los que parecía nervioso sin motivo alguno.
Ferb terminó al mismo tiempo que Phineas a pesar de tener más para comer, casi siempre parecía que la inhalaba. Agarró su plato y el de su compañero antes de llevarlos al fregadero, sorprendiendo a este último el cual no dijo nada al respecto.
Ferb los enjuaga antes de volverse hacia el pelirrojo—. ¿Fregadero o lavavajillas?
—Dejarlos en el fregadero.
Obedeció antes de regresar a la mesa.
—Entonces, se que en realidad no viniste a trabajar en el proyecto de arte, pero ¿quieres…? — Phineas fue interrumpido antes de que pudiera terminar.
—Trae las revistas —dijo antes de sentarse de nuevo.
Phineas asintió antes de salir de la habitación para recuperar algunas revistas viejas.
Ferb no estaba molesta por el giro de los acontecimientos. Solo quería saber porque era tan problemático este proyecto para el otro chico.
Phineas regresó poco después con una pila de tijeras y un par de tijeras. Dejo los objetos en la mesa antes de volver a sentarse.
El contrario tomó una revista y comenzó a ojearla. Sólo había ojeado algunas páginas cuando pregunto—. ¿Por que encuentras tan difícil este proyecto?
Phineas quedó quieto ante eso—. No creo que sea difícil.
—Está bien, ¿por que no te gusta? —pregunto poniendo los ojos en blanco. Era fácil de entender para el otro lo que quería decir.
—A ti tampoco parece gustarte mucho —señaló mientras miraba su revista.
—No lo hago, no es asunto de nadie como luce mi alma, pero no tengo ningún problema en elegir cosas al azar para ponerlas en mi cartel, ¿por qué tu si? —preguntó mientras recorta una foto.
Phineas suspira.
—Tampoco quiero que la gente vea mi alma y… odio mentir. Mentir es… —comenzó a frotar sus manos—. Molesto, la idea de mentir ante la clase y tener un papel que lo transmita apesta; para después mirarlo es…
La forma en la que el pelirrojo frotaba con fuerza su piel comenzó a irritar a Ferb.
—Dios, no tienes que poner tus creencias fundamentales en eso. Pon fotos de fútbol y música, cualquier cosa que te guste —lo interrumpió.
—¿Qué está permitido que me guste? —murmuró en contra de su voluntad.
Una vez que las palabras salieron de sus labios, hubo un brillo de pánico en ambas iris, pero antes de que pudiera corregirse nuevamente fue interrumpido.
—Tenía la impresión de que podría gustarte cualquier cosa. Pon algunos personajes de Space Adventure, diablos, pega alguno de tus planos. Actúas como si alguien fuera a usar el cartel en tu contra.
Hablo sin titubear con clara nula muestra de emociones en su voz, pero en serio quería escuchar la respuesta del otro chico.
—Ja… A veces así es como me siento.
—Si dejaras de darle puta importancia a lo que digan los demás, serías una persona mucho más feliz —respondió.
No había razón por la que Phineas debería sentirse así. Desde donde estaba Ferb podía notar que no había nadie en la vida del pelirrojo que quisiera hacerle daño. Era muy querido, tenía muchos amigos y su madre lo miraba con tanta adoración. Así que la respuesta del otro no tenía sentido alguno.
—Si dejo de preocuparme por lo que piensen los demás, ya no tendré a nadie que se preocupe por mí —respondió con tristeza.
—Aun no eres tan malo como crees —menciono mientras aun seguía ojeando la revista.
—Me lo dijiste alguna vez —dijo imitando la acción del otro.
Ferb asintió—. Parece que no me has escuchado.
Phineas sonrió levemente—. Supongo que no.
Trabajaron un rato más en silencio. Ferb estaba tratando de pensar porque el pelirrojo diría algo así, pero no lo conocía lo suficiente como para darse cuenta. Le preguntaría directamente si supiera que contestaría, pero parecía molesto por haber dicho algo.
Sería bueno esperar un mejor momento.
No les tomó mucho tiempo reunir lo que parecían ser suficientes recortes para llenar el cartel de Phineas.
—Gracias por ayudarme —dijo mientras juntaba todas las fotos y las metía en una bolsa Ziploc.
Ferb se encogió de hombro en respuesta mientras se levantaba para estirarse. Agarro el papel basura restante y lo arrojó a la papelera antes de volverse hacia Phineas.
—Me iré —dijo señalando la puerta.
Phineas asintió en comprensión. Pareció perder energía ante el anuncio, aunque al contrario no parecía importarle en absoluto. Su padre estará pronto en casa y le gustaría estar ahí cuando llegue.
Se dirigió a la puerta principal y el pelirrojo lo siguió.
—Sería genial si, dado que lees mucho, pusieras algunos de tus pasajes de libros favoritos en tu cartel —sugirió mientras el otro se ponía su chaqueta.
—Eso sería brillante si quisiera poner mi alma en ello —respondió. Phineas no pudo evitar sonreír.
Ferb abrió la puerta y un segundo después fue recibido por un ornitorrinco chirriante.
—Oh, ahí estás Perry —dijo el pelirrojo mientras el animal entraba a la casa y se dirigía a los pies del chico —. Este es Perry, creo que no pudiste verlo la última vez que estuviste aquí —explico mientras lo recoge del suelo.
Ferb miró al animal y sonrió levemente. Phineas lo sostuvo un poco y el peliverde le dio unas palmaditas en la cabeza. Por un instante juro que pequeño ser lo miró, pero un parpadeo después los ojos de Perry volvieron a su ubicación aparentemente aleatoria.
—Este es Ferb, Perry —le hablo al animal y este hizo su sonido característico en respuesta.
—Creo que eres la única persona que conoceré que tiene un ornitorrinco como mascota —dijo rotundamente mientras miraba a Perry.
—En un mundo perfecto, todos tendrían uno —mencionó jalando al ornitorrinco hacia su pecho.
—No podría estar más de acuerdo —respondió antes de recoger su mochila y colgarla en su hombro derecho. Luego salió por la puerta sin decir una palabra más.
Solo llegó a la mitad de la acera cuando la mamá de Phineas se detuvo en el camino de la entrada.
Cuando se estaciono, salió con rapidez del auto y lo saludo con la mano—. ¡Hola Ferb!
Ferb saludo con la mano con la esperanza de saltarse cualquier forma de comunicación real.
—¿Phineas y tú se han estado divirtiendo? —pregunto ajena a que Ferb quería irse.
—Si —respondió de forma seca, aunque no estaba seguro si realmente se hubieran divertido.
—Excelente —dijo aparentemente satisfecha—. Siéntete libre de venir en cualquier momento.
Ferb asintió antes de despedirse y se fue hacia su casa.
…
Phineas sonrió después de que el adolescente más alto cerrara la puerta.
—¿Te digo un secreto Perry? —pregunto antes de girar al ornitorrinco para mirarlo—. Creo que realmente me gusta —luego se rio, sintiéndose un tonto por hablar con el mamífero.
Luego escucho el auto de su madre detenerse en el camino de entrada.
—Bueno, al menos se que no contaras ninguno de mis secretos —mencionó con una sonrisa mientras sentaba al ornitorrinco para ir a guardar las revistas que aún estaban en la mesa de la cocina.
No noto la mirada de preocupación en el rostro de Perry mientras se alejaba.
