NOTAS DE LA TRADUCTORA —

La historia pertenece a: PimpedOutGreenEars.

Phineas and Ferb pertenece a: Dan Povenmire y Jeff Swampy Marsh.


Apartamento vacío

Capítulo 37. Cosas que no sabes

Ferb apenas había salido de la casa cuando Gretchen apareció a su lado.

—Django nos seguirá —le menciono mientras lo seguía a su auto. Supuso que Django ya estaba camino a su propio coche.

—Como digas —dijo Ferb antes de sacar las llaves de su bolsillo y entregarlas.

Caminaron en silencio después de eso hasta que llegaron al coche de Ferb. Había autos estacionados a lo largo de la carretera, por lo que tomó un poco de tiempo.

Gretchen abrió las puertas y entró, con Ferb imitando sus acciones. Luego ella se volteó para mirarlo.

—No tuviste problema alguno para encontrar tu coche —dijo Gretchen. Ferb noto que ella está mirando la botella de vodka que aún tenía en la mano.

—No soy muy diferente cuando estoy borracho —explicó, respondiendo a la verdadera pregunta que ella no hizo.

Aunque era verdad, no era tan distinto. Era más lento. No pensaba tan rápido. Era más directo cuando estaba borracho y tal vez un poco más emocional. Pero en realidad eso fue todo lo que se noto.

No balbuceo las palabras ni perdió el equilibrio. No dijo cosas que no quisiera decir. Logró mantener el control de sus habilidades motrices en su mayor parte. Era el tipo de borracho que no sabías si estaba borracho a menos que lo hubieras visto bebiendo.

—Ya veo —dijo con una sonrisa.

Ferb pensó que podría decir más cuando notaron un auto conduciendo con lentitud por la franja de la carretera donde estaban estacionados todos los autos. Gretchen lo vio de inmediato y tocó la bocina. El peliverde no tardó en darse cuenta de que era Django.

El coche tocó la bocina y se detuvo no muy lejos de ellos, indicándoles que fueran primero.

Gretchen arrancó el auto para salir a la carretera.

—Vas a tener que decirme donde vives —le dijo mientras comenzaba a conducir.

—Vivo en la misma calle que Phineas —mencionó—. Me sorprende que no lo supieras.

Gretchen no apartó la vista del camino ni por un segundo cuando Ferb habló; ella mantuvo sus ojos hacia adelante y enfocados.

—¿Por qué iba a saber eso? —preguntó, su tono sonaba ligero y normal.

—Te he visto mirando, como en el baile. Cuando llegamos aquí esta noche, también lo hiciste. ¿Qué es lo que estás tratando de escuchar?

Si no estuviera borracho no habría preguntado. Lo habría pensado primero antes de confrontarla, si hubiera decidido que era necesario. Nunca hubiera dicho ni una palabra ni hecho nada.

Pero estaba borracho. Había visto a Gretchen en la fiesta cuando Phineas y él fueron a buscar bebidas. Ella le había sonreído de una manera tranquilizadora, como si dijera:

Todo estará bien.

Lo trajo de vuelta al baile del Día de San Valentín, donde la había notado justo después de hablar con Phineas. Se preguntó porque estaba escuchando, si es que es lo que estaba haciendo.

—No estoy tratando de escuchar nada —respondió con facilidad.

A Ferb no le importó lo suficiente como para decirle que no le creía, así que permaneció callado.

—¿Por qué? ¿Hay algo que no debería escuchar? —pregunto unos segundos después.

—No me importa lo que escuches —respondió, y lo decía en serio.

Con sinceridad, no le importaba lo que Gretchen hubiera oído o no. A él no le importaba lo que ella supiera. Incluso si ella se enterara que se había acostado con Phineas; a Ferb le importaría un carajo. El engaño de Phineas era su propio secreto, no el de Ferb.

Ferb no dijo nada porque hacerlo no le beneficiaba de ninguna manera. Lo pondría en camino a un drama escolar no deseado. Sin embargo, tampoco estaba dispuesto a hacer todo lo posible para mantenerlo en secreto. Se había acostado con Phineas y no era algo que estuviera tratando de ocultar.

Gretchen asintió, sin parecer tener más preguntas, lo cual estuvo bien para Ferb.

Unos minutos más tarde, Ferb le dijo a Gretchen que habían llegado a su destino. La pelirroja se estaciono en el camino de entrada, con el auto de Django detrás de ellos.

Ferb y Gretchen salieron, la última le entregó las llaves a su dueño.

—Buenas noches, Ferb —dijo la chica antes de girarse para subir al auto con Django; Ferb no respondió.

En lugar de eso, espero hasta que los dos adolescentes se marcharan antes de regresar a su auto.

Los dedos de Ferb se movieron con rapidez hacia un interruptor en el tablero, que una vez activado reveló una pequeña pantalla. Ferb esperó unos segundos antes de escuchar hablar a la pantalla.

¿Dónde está tu destino? —preguntó la máquina con voz masculina británica.

—La Taberna de Turnpike —respondió antes de que el auto comenzara a moverse por sí solo.

Había desarrollado la conducción automática en su coche apenas unas semanas después de haberlo adquirido. Antes era un GPS, pero fue modificado hasta que pudo conducir a cualquier lugar por sí solo. Tuvo que hacer varios arreglos , pero pudo solucionar cualquier error sobre la marcha con bastante rapidez. El coche tenía menos probabilidades de sufrir un accidente que cualquier persona.

Era una de las pocas cosas que había hecho fuera de lo común.

Le habría dicho a Django y Gretchen que lo tenía, pero no tenía ganas de demostrar que funcionaba. En lugar de eso, tomó el camino más fácil y dejó que lo llevaran a casa.

Ahora estaba de camino a la autopista de peaje. Se sentía bien saber que podía saltarse las bebidas y pasar directo al sexo.


Phineas e Isabella no tuvieron que caminar mucho antes de escuchar los gritos de Buford y Baljeet.

El auto de Buford estaba bastante lejos de donde había estado el de Ferb a pesar de llegar a la fiesta al mismo tiempo. Encontrar un lugar para estacionarse había sido difícil.

—Buford, ¡¿Podrías escucharme!?

—¡No, Buford ha terminado de escuchar! —grito, ya en el asiento del conductor.

—¡No es mi culpa que ella venga!

—¡¿Entonces por qué me mentiste!? —bramo.

—¡Porque sabía que reaccionarías así sin importar lo que hiciera! —respondió, frustrado.

—Si, bueno, si soy tan difícil de tratar, ¡Solo me iré! —grito, el comentario solo hizo que aumentara su enojo.

—¡Buford, sabes que eso no es lo que quise decir! —grito de vuelta, pero no importo. Buford ya había cerrado la puerta y puesto en marcha el coche—. ¡Buford! —grito de frustración cuando el auto de Buford salió de su espacio y aceleró hacia su casa.

Isabella de inmediato corrió al lado de Baljeet.

—Baljeet, ¿estás bien?

—Si, estoy bien. Buford y yo estamos teniendo… un malentendido —dijo Baljeet, la ira en su voz desapareció.

—¿Por qué no nos dijiste que vendría Mishti? —preguntó Isabella mientras Phineas se acercaba a ella.

Baljeet suspiro antes de responder.

—Estoy segura de que está herido porque no fuiste honesto con él —intentó decir la morena, pero al ver la expresión de Baljeet, continuó—. O no; de cualquier manera, lo superará.

—Si, tienes razón. Creo que solo necesito intentar hablar con él de nuevo.

—¿Quieres que te llevemos a su casa? —preguntó Isabella con suavidad.

—Si, lo agradecería mucho —respondió.

El grupo de tres comenzó a caminar con lentitud hacia el auto de Isabella.

Phineas todavía sentía su zumbido mientras caminaba hacia el auto. Su cuerpo se sentía cálido y su estado de ánimo era alegre, aunque seguía recordando a sí mismo que no debía compartir eso con nadie.

El grupo seguía en silencio cuando llegaron al coche. Phineas tomó el asiento delantero mientras Baljeet se deslizó atrás sin quejarse.

Un minuto después de haber iniciado el camino, Isabella habló.

—Entonces, ¿Cuándo llegara Mishti?

—No lo sé, tal vez una semana o dos. Su familia está haciendo turismo —explicó Baljeet, sin parecer demasiado entusiasmado con la idea.

—Hacer turismo es divertido. Me gusta mucho el Monte Rushmore —dijo Phineas con una sonrisa en el rostro.

Baljeet medio se rio ante el comentario, mientras Isabella reía tontamente. Phineas terminó riendo solo porque ellos lo hicieron.

No se dijo más hasta que llegaron a la residencia Van Stomm.

—¿Quieres que entremos contigo? —preguntó Isabella.

—No, creo que será mejor si hablo con él a solas. Gracias por llevarme —dijo el chico hindú mientras abría la puerta.

—¡Buena suerte, Baljeet! —exclamó Phineas más fuerte de lo necesario.

—Gracias, Phineas —dijo, sacudiendo la cabeza antes de salir del auto.

—¡Llámame si necesitas algo! —ofreció Isabella por la ventana antes de despedirse y salir del camino de entrada.

El viaje de regreso a la fiesta fue mucho menos solemne cuando Phineas encendió la radio y comenzó a tocar varios botones. Finalmente se decidió por alguna estación de rock y comenzó a tocar las notas con una guitarra imaginaria.

Isabella se rió mientras lo hacía, pero él solo lo tomó como una señal de que lo estaba haciendo bien.

No fue hasta que se estacionaron que ella mencionó algo al respecto.

—Eres muy gracioso cuando bebes —dijo Isabella, cariñosa.

—Soy gracioso todo el tiempo —dijo mientras comenzaba a hacer headbanging con su guitarra de aire.

Isabella se rio y pronto Phineas se reía con ella. Cuando se detuvieron, Isabella le sonrió.

—Me alegro de que no peleemos como ellos —dijo la morena mientras tomaba su mano—. No creo que pueda soportarlo.

Incluso en su estado, Phineas sabía que se refería a Buford y Baljeet.

—No creo que puedas gritar tan fuerte —respondió con descaro.

—Te amo mucho —dijo para después besarlo.

Phineas le devolvió el beso mientras la rodeaba con sus brazos, ella de inmediato lo imitó. Pronto las cosas comenzaron a calentarse e Isabella encontró su camino hacia el regazo del pelirrojo. Phineas solo la beso con más fuerza y la acercó más.

Era curioso lo fácil que era fingir cuando tenía un poco de alcohol en el organismo. Lo normal era que solo podría pensar en Isabella y en como le estaba mintiendo, pero cuando bebía era más fácil ignorarlo.

En ese preciso momento —en su mente—, la persona que estaba besando era nada más y nada menos que Ferb. Que las manos de Ferb eran las que palpaban su pecho. Profundizo el beso imaginando que el adolescente británico estaba encima de él, besándolo con pasión, mientras sus manos recorrían el cuerpo expectante de Phineas.

No fue hasta que Isabella dejó escapar un ligero gemido que Phineas pudo salir de su fantasía, recordando a sí mismo que estaba con Isabella y no con Ferb.

Con rapidez se separó de Isabella, con las mejillas sonrojadas y la respiración entrecortada. Isabella parecía más o menos igual.

—Se supone que debes estar en el escenario —le recordó Phineas.

Isabella suspira.

—Preferiría estar contigo —confesó mientras apoyaba la cabeza en su hombro.

—Lo sé, pero te necesitan. Eres la mejor parte del acto —mencionó, pasando una mano por su largo cabello oscuro.

Phineas sintió a Isabella sonreír en su cuello.

—No se que hice para merecerte —dijo con dulzura antes de apartarse, abrir la puerta y salir del auto.

Yo tampoco, pensó Phineas con tristeza mientras la seguía.


NOTAS DE LA AUTORA—

Gretchen sabe cosas, lo cual es algo irónico para el titulo del capitulo xD

Espero nos leamos pronto. Besos y abrazos.

¡LolitaMick14 fuera, paz!