¡Actualización de la semana!
antes que nada, lamento haberme retrasado con este capítulo, la verdad es que la semana pasada fue horrible en todos los sentidos y termine completamente molida y lesionada, para compensar, subiré dos capítulos esta semana.
Jill estaba dentro de la sociedad de la aurora, ahora solo restaba iniciar su investigación, el tiempo se cumpliría pronto, y solo entonces sabría si era verdad aquello de los muertos que caminaban solos de nuevo.
Capítulo 35 - Muertos vivientes
Ahora que estaba dentro, solo restaba esperar, los ahí reunidos charlaban entre ellos mientras fumaban y bebían brandy, había una leve capa de humo suspendida en todo el salón. Faltaban solamente 10 minutos para la media noche, y no veía a Ciel y a Sebastian por ningún lado.
— Te noto distraída, mi bello colibrí — le señalo el vizconde Druitt tomándola del mentón con una mano, mientras la sujetaba de la cintura con la otra — ¿será acaso que quieres estar en un sitio más… privado? — agrego bajando su mano hasta la cadera de la joven shinigami
— "Lo voy a matar!" — gruño para sus adentros — No es eso, es solo que este lugar me resulta algo … tétrico — mintió
— No te preocupes por las personas aquí, después de todo, los que estamos reunidos es para presenciar un milagro — respondió mirándola seductoramente — después de esto, quizá podamos pasar un tiempo tu y yo a solas, mi bello colibrí
Jill paso saliva, tenía que quitarse al vizconde de encima a como diera lugar y cuanto antes, un grito exclamando " El Fénix" proveniente de la entrada capto su atención, un hombre alto vestido de negro y un niño hacían una extraña pose apoyándose solo en un pie y con los brazos extendidos hacia los lados, con los codos ligeramente flexionados hacia arriba, como si fueran una especie de ave, el mismo sujeto, que antes le había entregado las insignias a Druitt, les respondió de la misma manera y les dio la bienvenida entregándoles las insignias también a ellos.
Era obvio que se trataba de Ciel y Sebastian, aunque se habían disfrazado para no ser reconocidos. Jill se aproximó a ellos, aguantando la risa,
Una sombra negra bloqueo la visión de la shinigami, aquella toga obscura, y su larga cabellera plateada, y esa risa inconfundible, ¡Undertaker también era parte de la sociedad de la Aurora y estaba a bordo del barco! El maldito estaba llorando de la risa al haber visto al pequeño conde hacer la pose del fénix. Ciel discutía con el sepulturero, hasta que fueron interrumpidos por un nuevo grito exclamando "el fénix", esta vez proveniente de Druitt, aunque había cambiado la pose completamente, adaptándola a su conveniencia.
El vizconde se aproximó a los recién llegados, oportunidad que Jill también aprovecho. Ciel se puso nervioso al verlo, y se ocultó detrás de Sebastian antes de que el vizconde lo viera. Druitt se puso a charlar con el mayordomo acerca de cómo se habían enterado de la sociedad de la Aurora. Para lo cual Sebastian menciono un artículo en un diario. Acto seguido se percató de la presencia de Ciel, Lo tomo del mentón preguntándole si se habían conocido antes. Ciel estaba muy nervioso, y Jill no podía culparle por sentirse así, el vizconde es ese tipo de personas que no te quieres topar en ningún lado.
— Que lamentable vendaje tienes ahí — dijo al ver su vendaje en el ojo derecho
— ¡Mi... Mi padre dijo que si venia... tal vez podrían sanarlo! — exclamo manoteando
La shinigami comenzó a reírse al escuchar eso, y ver la expresión de Sebastian, era más de lo que podía soportar.
— ¡Tu! — le reclamo Ciel, completamente rojo por la pena — ¡¿Qué haces aquí?!
— Lo mismo que tu… — le señaló — además de disfrutar de tu pose de "fénix" — agregó divertida. Ciel solo la miro apretando los dientes
— ¡Ey ustedes! — los interrumpió Druitt pasando un brazo por los hombros de Jill y el otro por los de Sebastian — ya va a comenzar — les indico seriamente
En ese momento entraron 4 hombres vestidos de negro cargando un ataúd. Y detrás de ellos venia un hombre alto, joven, algo apuesto, con una bata blanca, su rostro mostraba una amable y alegre sonrisa.
— Él es el fundador — les indico dijo Druitt — Ryan Stocker
— "Y se supone que es el quien puede revivir a los muertos? No parece tener nada en especial, es solamente un humano" — pensó Jill
Ryan se paró frente a todos y recito el lema de la sociedad de la Aurora, después la finalizo con la pose rara de fénix, les dio la bienvenida a la reunión, y comenzó un discurso acerca de la medicina moderna, y la "completa salvación" además de que él podía evitar aquel terrible destino que llamaban "muerte".
Abrieron el ataúd, el cual contenía el cuerpo de una chica de aproximadamente 17 años. Jill había pensado que todo hasta el momento era dolo un montaje, pero ese cuerpo emanaba un horrible olor a muerte que solo Sebastian y ella podían percibir.
— ¿Ese cuerpo es real? — les pregunto Ciel en un susurro
— Definitivamente lo es — respondió Jill desconcertada — realmente esa chica está muerta
— El olor de la muerte es bastante fuerte — agrego Sebastian pensativo, sus pupilas se veían rasgadas
Todo aquello debía ser una farsa, tenía que serlo, no había modo de que lo devolvieran a la vida. Conectaron varios cables al cuerpo, y le hicieron pasar corriente electrica por medio de un aparato, mientras Ryan explicaba cómo funcionaba la completa salvación y el resucitar de los muertos. Jill volteo a ver el reloj de reojo, faltaban cerca de 2 minutos para la media noche.
— ¡Levántate de la muerte! — exclamo Ryan dirigiéndose al cadáver — ¡Levántate como el Fénix!
Ante la sorpresa de todos, el cadáver comenzó a moverse e incorporarse en el ataúd. La expresión de Jill era de shock total, no tenía palabras para describir lo que veía, una mujer algo mayor, que estaba al lado del ataúd inmediatamente abrazo al cadáver resucitado, al parecer era su hija. Restaba 1 minuto para la media noche.
— ¡¿Que está pasando?! — Exclamo Ciel — ¿Que no dijeron que era un cadáver real? ¿De verdad revivió ese cuerpo?
— Eso... eso debería de... de ser im..im...imposible — balbuceó Jill, todos en la sala estaba aplaudiendo
Sebastian y Jill observaban fijamente al cadáver reanimado, algo estaba mal, el reloj marco la media noche, justo cuando aquel cuerpo ataco a la mujer que la abrazaba, matándola en el acto. El caos se hizo presente en la sala, los asistentes huyeron, presas del pánico, Ryan ordeno a sus asistentes hacer algo para detener a aquella cosa, dispararon varias veces contra ella, estaba de más decir que tenían una puntería pésima, pero los tiros que acertaron, no bastaron para detenerle, ni siquiera para ralentizarle, aquel cadáver acabo con ellos de la misma manera que había acabado con la mujer de antes.
Solo quedaban ellos tres en la sala, Ryan había salido huyendo también, la chica se lanzó contra ellos, Sebastian de inmediato lanzó cuchillos en su contra, frenándola solo unos instantes, pero inmediatamente se puso de pie de nuevo.
— ¿Por qué no se detiene? — gruñó Ciel
— Juraría que le apuñale el corazón — murmuró Sebastian desconcertado — es una criatura que ni siquiera yo entiendo
— Pensé que William estaba exagerando respecto a esto — susurro Jill — pero de verdad los muertos están regresando a la vida
— ¿Es que no hay modo de pararlos? — pregunto Ciel mirando a la shinigami
— ¿Qué tal si la desmiembro mientras averiguamos? — dijo Sebastian sacando más cuchillos
— Será inútil — respondió Jill negando con la cabeza — de acuerdo a nuestros informes, solo hay una manera de pararlos definitivamente…
La shinigami no pudo terminar de hablar, aquel ser se lanzó contra ellos nuevamente. Sebastian se puso en guardia, dispuesto a repeler el ataque.
— ¡Las balas no dañan esas cosas! ¿Cómo los vamos a parar? — protesto Ciel
— ¡Te digo que solo hay una manera! tenemos que…
— ¡Destrozarles la cabeza! — interrumpió Ronald de pronto, cayendo sobre el cadáver y destruyendo su cabeza con la podadora — ¿Acaso lo olvidaste, Jilly?
— ¡Llegas tarde! — le reclamo la peli azul
— Y tu deberías de poner más atención en las cosas importantes — le recordó el rubio — un momento, ¡enserio este cuerpo ya estaba muerto! — exclamo pasando las páginas de su lista incesantemente
— Y yo soy la que no presta atención — bufó Jill
— Este de aquí entonces — dijo pasando la podadora por el cuerpo de la mujer que había muerto primero, realizo el juicio de rutina y coloco el sello
— ¿Cuantos shinigamis mas hay en este barco?
— Solo él y yo, por ahora— respondió Jill — ¿recuerdas que te mencioné a mi compañero de camarote? Pues esa cosa es mi compañero, Ronald Knox, también del departamento de recolectores de almas
— ¡Veo que eres persistente pequeña Jill! — le dijo con una sonrisa burlona — Aun estando en horas de trabajo, y todavía estás coqueteando con el mayordomo — señalo — ¿Que hay Sebas-chan? pensé que quedarían satisfechos con lo de anoche, pero parece que no fue suficiente — agregó apoyándose en el mango de la cortadora.
— ¿Que rayos paso anoche?! — les pregunto Ciel haciendo una mueca de desagrado
— ¡No pasó nada! — protesto la shinigami completamente sonrojada — ¡No le prestes atención a este idiota!
— ¿Como sea, que saben ustedes de los cadáveres resucitados? — les pregunto Ciel
— Solo sabemos que son simples cuerpos muertos moviéndose nuevamente — respondió Ronald encogiéndose de hombros — Ya no tienen alma, y solo son una cascara vacía, ella, por ejemplo, Margaret Connor, recolecte su alma hace 2 semanas.
— ¿Y estás seguro que lo hiciste bien? — le pregunto Jill con sarcasmo — tu cadáver aún se movía
— ¡Está completamente muerta! — agrego pasándole la cortadora por encima de nuevo — ¿lo ves?
— Esta bien ya entendí, ¡deja de hacer eso! — protesto
— Entonces, todo lo que saben es que para pararlos hay que destruirles la cabeza — murmuro Sebastian pensativo
— Ni siquiera nosotros sabemos que está sucediendo — dijo Jill avanzando a la habitación contigua — Solo nos informaron la manera de pararlos, por eso nos mandaron a investigar
— ¿A dónde vas? Aún tenemos trabajo — le reclamo Ronald, Jill regreso con ellos con la katana en la mano
— No sabía si podría invocar mi katana en este lugar, así que tuve que esconderla
— ¿En donde traías eso? ¿Te moviste todo este tiempo con la katana encima?! — exclamo Ronald
— La magia de los vestidos — respondió la shinigami haciendo buen par de cortes en los cuerpos de los dos asistentes que habían muerto, realizando el juicio de rigor.
— Parece que solo obtendremos respuestas claras si encontramos a Ryan — murmuró Ciel pensativo — ¡vamos Sebastian!
Estaban por marcharse, incluso Jill pensaba seguirlos. Pero sin previo aviso, Ronald ataco a Sebastian por la espalda. El demonio de inmediato se dio media vuelta y detuvo la cortadora de césped.
— ¡¿Que rayos crees que haces?! — le reclamo molesta
— ¿Acaso no crees que por la presencia de un demonio abordo nos culparan del número faltante de almas? — respondió seriamente
— ¿Número faltante? — cuestionó levantando una ceja — ¡Esa cosa ya estaba muerta! ¡Ni siquiera está en la lista!
— No quiero pasar días enteros cumpliendo horas extraordinarias, por un descuido — le reclamo — ni pasarme las semanas escribiendo cartas de disculpa
— ¡No podemos perder el tiempo! Yo iré por delante — dijo Ciel — ¡Termina con esto y dame alcance, Sebastian!
Ciel se marchó, Ronald se quejó de que los niños de hoy en día eran muy desagradables. Sebastian no perdió más el tiempo y comenzó a atacar, Jill no entendía que pasaba por la cabeza de Ronald, la noche anterior ambos estaban bebiendo juntos en el bar de segunda clase, y en ese momento, intentaban matarse el uno al otro, de verdad que no entendía a los hombres, y menos a Ronald.
Continuaron arremetiéndose el uno contra el otro, Ronald le hizo una herida en la mejilla a Sebastian con una daga, que llevaba además de su Death Scythe, Sebastian limpió su mejilla.
— Era de esperarse de un shinigami — murmuro Sebastian — son seres sobrenaturalmente fuertes
— Bueno no me gusta presumir mi fuerza — dijo Ronald con orgullo
— Aun así, lamento decirle que Lady Sutcliff es mucho más fuerte que usted —se burló Sebastian
— ¡¿Ahhh?! Pero Jill es una niña demasiado violenta — gimoteo — De verdad no sé qué pudiste encontrar en ella
— ¡Ahora si te voy a matar! — gruño Jill, atacando solo para detenerlo
— ¡Opss!, ya casi es hora — dijo Ronald agachándose al tiempo que revisaba su reloj de pulsera — ¡De ninguna manera pienso enviar una carta de disculpa por llegar tarde al trabajo, y creo que deberías de hacer lo mismo Jill! — dijo saliendo al corredor — No es tiempo de andar coqueteando por ahí, ¿qué diría Grell Sempai si te viera? — le gritó montándose en su podadora — Nos vemos luego "Romeo y Julieta". — agrego alejándose por el pasillo
— ¡Lo... LO VOY A MATAR! — exclamo la shinigami a punto de ir tras el
— Ahora no es tiempo mi Lady, tenemos que encontrar al joven amo y a Ryan — le dijo Sebastian saliendo de la sala de fumadores para buscar a Ciel
Jill suspiro con frustración, y salió siguiendo a Sebastian, avanzaron rápidamente por los corredores.
— ¿Por dónde empezamos? — le pregunto a Sebastian
— Ryan mencionó algo de "llevar el cadáver abajo" — respondió el mayordomo sin detenerse
— Solo se me ocurre la zona de carga — respondió la shinigami
El demonio no respondió en absoluto, pero en que otro lugar podrían guardar algo tan valioso como un cadáver para experimentos.
Avanzaron a toda prisa por los pasillos despejados, Jill sabía que sólo era cuestión de tiempo para que aquello se volviera un caos, cuando bajaban por las escaleras, escucharon un grito, era Lizzy, Después de ello escucharon disparos, y los gemidos de más de esas cosas.
Los encontraron sobre unas cajas de almacenaje, estaban completamente rodeados por una horda de esas cosas y no tenían manera de escapar, Jill observo bien aquel almacén de carga, estaba repleto de ataúdes con el símbolo de la sociedad de la aurora, y, a juzgar por aquellos cuerpos que rodeaban a Ciel y los demás, era obvio que ya habían hecho experimentos con ellos.
— ¡Ciel! — exclamo Lizzy asustada
— No te preocupes — la tranquilizo este — No sé cómo, pero prometo que voy a protegerte, no importa lo que haga — agrego abrazándola
— ¡Que admirable de tu parte! — le dijo Jill terminando de bajar la escalera
— Así es como se supone debe ser un caballero, Joven amo — le dijo Sebastian lanzando cuchillos a la cabeza de los más próximos a Ciel.
— ¡SEBASTIAN!... no te quedes ahí, límpialos de inmediato — Le ordeno Ciel
— Como desee — respondió este, — ¿basta con que destruyamos sus cabezas no es así?
— Hasta el momento es el único método que conozco — respondió la shinigami encogiéndose de hombros
— Entonces, este es el método más rápido de hacerlo, ¿gusta acompañarme, Lady Sutcliff?
De inmediato ambos se lanzaron al ataque, Sebastian aplastaba las cabezas de esas cosas directamente con sus manos, Jill por su parte, los atravesaba fácilmente con la katana, Ambos atacaban a la par, destrozaban esas cosas sin piedad, la sangre salpicaba por todos lados, Era como una danza, una danza verdaderamente sangrienta.
Terminaron con todos en poco tiempo, en el suelo había un enorme estanque de sangre proveniente de esas cosas, Sebastian le indico a Ciel que habían terminado, y se ofreció a ayudarle a bajar de las cajas, pero él se negó a sujetarse de él, debido a que sus guantes blancos estaban completamente manchados de sangre.
— ¿No pudieron hacerlo más, elegantemente... en lugar de como simples bestias? — bufo
— Por lo menos ya no estás atrapado ahí arriba — le dijo la shinigami — además, era una emergencia.
— Ya no importa, aun así, ¿porque demonios habría tantos en este barco? — se preguntó Ciel
— Porque no le preguntamos… a el — dijo Sebastian sacando algunos cuchillos y lanzándolos al fondo de la bodega — Ryan Stocker
Sebastian lo había tomado por sorpresa, al parecer su amigo el médico estaba muy apresurado en ir a algún otro lugar, Sebastian lo detuvo, Ryan no dejaba de excusarse, que eso no era lo que quería, pero que no había tiempo de explicarles.
— Hay suficiente tiempo de aquí a América, creo que puede darnos explicaciones con tiempo de sobra — le dijo el mayordomo con una sonrisa fingida
— No lo entienden, este barco posee una enorme sala de calderas justo al centro de la nave, esto divide los compartimentos de carga en dos secciones — manoteo
— 'Eso que tiene que ver? — le pregunto Ciel fríamente
— En el almacén de carga de proa, tenemos almacenados 10 veces más ejemplares de los que había en este lugar
Jill se quedó helada, ¿Ryan había dicho 10 veces más?, ¿qué era lo que estaban tramando realmente?, Ciel también estaba petrificado, Sebastian parecía tranquilo, simplemente dijo que era una situación desagradable.
— ¿Piensas que desagradable lo cubre? — gruño Ciel — ¡Una de estas cosas es molesta estando sola, ahora... 10 veces más que esto! — exclamo molesto
— Ya no tenemos tiempo — susurro la shinigami, apretando la empuñadura de su katana, la hora de su recolección había llegado
Los gritos no tardaron en hacerse escuchar hasta donde ellos estaban, aquellas cosas estaban sueltas, sin que nada ni nadie las detuviera. Ciel estaba demasiado serio, lucia molesto, nadie esperaba este tipo ataque, y menos de muertos que caminan, incluso superaba las expectativas de la shinigami. Lizzy tenía los ojos llorosos por la preocupación, su familia estaba arriba.
— ¡En estos momentos hay una horda de ellos allá arriba! — gruño Jill, dándole un golpe a las cajas con el puño — ¡¿Qué demonios estabas pensando con esto?! — le reclamo al doctor tomándolo del cuello de su bata y estrellándolo contra las cajas, pudo escuchar claramente cómo se astillaban bajo la fuerza del golpe.
— Yo solo quería la salvación… — balbuceo
— ¡¿Salvación?! ¿Llamas a esto salvación? — le reclamo — ¡hay cosas que son inevitables, y una de ellas debe ser la muerte! Por tus tontos juegos de creerte Dios, ¡ahora estamos metidos en este problema!
— Es suficiente — la detuvo Ciel serenamente, la shinigami lo observó con sorpresa — Sebastian, ve arriba, y lleva a mi tía y a los demás a un lugar seguro
— ¿Que hará usted? —le pregunto
— Solo seremos una carga si vamos contigo — dijo colocando un nuevo cargador en la pistola — Tengo un arma, estaremos bien por un tiempo, Vuelve cuando estés seguro de que están a salvo
— Jill — le dijo Lizzy tomándome del vestido — Jill por favor, ve con él, tú y Sebastian son buenos compañeros en combate, pueden derrotar esas cosas si van juntos
— Elizabeth — susurro con preocupación, sabía que no podía perder tiempo, tenía una lista que completar, pero podía asegurarse que la familia de Lizzy estuviera bien mientras hacia su trabajo
— Ve con él por favor, protege a mi hermano, y a mis padres — le suplicó con los ojos llorosos
— Esta bien — respondió — Lo hare… Quédate con Ciel y con Snake en todo momento — le dijo, no entendía por qué rayos estaba actuando como hermana mayor
Sebastian y ella intercambiaron miradas, y regresaron por las escaleras, tenían que darse prisa y subir las 10 cubiertas cuánto antes, no sabían cuánto habían avanzado esas cosas.
