Papeles cambiados

Una invitación hará que Naruto y Sasuke analicen sus sentimientos y objetivos, para tomar decisiones importantes sobre sus futuros.

NaruSasu.
Mundo ninja alternativo ¿?

Disclaimer: Naruto y sus personajes son de Masashi Kishimoto


En la cumbre de las rocas de los kages, Naruto y Sasuke, se encontraban sentados, mientras observaban la aldea. Recordaron que había transcurrido un año desde el término de la guerra, cómo Konoha continuó con su reconstrucción y crecimiento, que los aldeanos dejaron poco a poco el dolor y retomaron sus vidas. En su caso, el paso del tiempo los unió cada vez más. De hecho, una tarde en un parque, ambos no pudieron seguir reprimiendo sus sentimientos y se besaron por primera vez de forma consciente, no por accidente. Desde ese momento, mantenían una relación sin etiquetas, donde solamente se amaban, sin que les importase la opinión de la gente.

El ruido de una bandada de pájaros, que volaba sobre sus cabezas, los distrajo de sus recuerdos. El silencio se apoderó del lugar por unos instantes. Finalmente, tras un carraspeo de Sasuke, fue él quien comenzó a hablar, en un tono casual:

—Suigetsu, Karin y Juugo van a irse de viaje.

—Oh, eso es genial, ¿cuándo, a dónde y por cuánto tiempo? —preguntó Naruto con interés genuino, esos chicos se volvieron sus amigos cercanos.

—Dentro de unos días. Será un recorrido por algunos meses a las aldeas vecinas y a otros países, para ayudar con los estragos de la guerra. —Buscó la mirada de Naruto y continuó—. Me propusieron ir con ellos.

Uzumaki abrió los ojos y parpadeó un par de veces. Balbuceó algo incomprensible y el Uchiha aguardó, con un ápice de impaciencia.

—No... no seas idiota y vete —Contestó, finalmente, el rubio, de forma escueta, desviando la mirada y fijándola en el horizonte.

—¿Qué? —Preguntó extrañado, seguramente se había confundido o imaginado esas palabras, sin embargo, lo que si notó con claridad fue que Naruto intentaba observar cualquier detalle insignificante en el paisaje, menos su rostro.

—Lo que escuchaste. Además, esta vez no seré un impedimento —Respondió sereno y esbozó una pequeña sonrisa—. No te detendré si quieres viajar durante un tiempo indefinido o irte para siempre.

—¿Hablas... en serio? —Inquirió. Al ver que el silencio de Naruto era una respuesta clara y dolorosa, decidió proseguir—. Me perseguiste durante años, luchaste por traerme a la aldea, me salvaste de mi oscuridad, estamos juntos y ahora... ¡¿ahora me estás diciendo que no te importa si no me vuelves a ver?! —Cuestionó aún más incrédulo, analizando los vacíos ojos azules, que lo ignoraban.

—No es eso —se levantó, sacudió el polvo de su vestimenta y se recargó en la piedra,
en un intento de obtener su fuerza. Sabía que la conversación se tornaba difícil, problemática y muy posiblemente bélica. Sasuke imitó sus acciones y exigió una explicación.

—Digamos que por fin maduré —miró, directamente, aquellos ojos negros, que brillaban confundidos y frustrados—. Tras demasiadas charlas y experiencias entendí que no puedo obligarte a estar en un sitio que no quieres. La aldea te lastimó a ti y tu familia, es entendible que continúes sintiendo rencor. Además, por más intentos que haga como futuro Hokage los aldeanos no dejarán de verte como un ninja renegado.

—Es lo más sensato que me has dicho en mucho tiempo, pero...

—No hay peros que valgan, Sasuke. —Interrumpió, bajando el entrecejo, afilando sus orbes y palabras —. Eres libre, siempre lo has sido. No me debes explicaciones, ni siquiera tendrías que pedir mi opinión.

—¿Por qué das por hecho que me iré? —gruñó molesto, tensando su cuerpo ante, según su criterio, el discurso ridículo que escuchaba.

—Es lo que harás, te conozco demasiado bien. —Uzumaki sonrió con nostalgia, recordando la primera vez que Sasuke se fue de la aldea. Luego, el Uchiha rio incrédulo y decepcionado.

—Esta versión pesimista de ti no me conoce lo suficiente —gruñó acercándose y tomándolo por la camiseta— te recuerdo que eres importante para mí, idiota.

—Has estado durante un año aquí. La mitad del tiempo estuviste en una celda de alta seguridad, hasta que logré convencer a los kages de que no serías un peligro y que yo me haría responsable si ocurriese algo.
¿De verdad te vas a quedar en la aldea que juraste destruir, que te quitó tanto y encarceló? —esta vez fue Naruto, quien lo tomó por la camisa.

—¡Estar en la cárcel era el castigo que merecía por mis crímenes! —Vociferó—
Jamás te pedí que intercedieras en mi nombre. Admito que los estos meses en libertad no han sido fáciles, eso está claro, pero... ¿en serio, crees que te dejaría para siempre sin siquiera vacilar? —La voz de Sasuke se tornó frustrada y dolida. Naruto tragó saliva, sintió que un nudo se formaba en su garganta. Mordió sus propios labios ante la marea de emociones que lo inundaba. Tomó un minuto para recomponerse, antes de encontrar las palabras adecuadas y responder:

—No estoy seguro de eso. Pienso que quizás... quizás estar lejos de la aldea sea lo mejor para ti. —Dijo, en un intento de convencer al otro hombre. Cuando se percató de que no lo consiguió prosiguió hablando—. Mereces ser feliz y aquí no lo serás. —Contestó soltando en un movimiento rápido las camisas, harto y decidido a terminar el cuestionamiento.

—Repetiste hasta el cansancio que serías mi hogar y ahora reniegas tus palabras —Extrajo un kunai y lo llevó al cuello del rubio. Pensó en qué momento el Uzumaki cambió de parecer o si siempre había tenido esas ideas y éste sólo había jugado con él, esperando el instante para tener una excusa perfecta y separarse de su lado.

—¿No eres tú quien dice que no puede ser feliz si no expía sus pecados? Ve esta oportunidad como un medio para conseguirlo. —Respondió sin inmutarse al sentir como el arma se incrustaba más en su piel.

—¡¿Crees que he estado jugando en Konoha?! He intentado de muchas maneras
redimirme, pero aún no siento que haya pagado por todo lo que hice. Si he avanzado y mejorado es gracias a ti. —Guardó silencio y por su mente pasaron, como si de una película se tratase, imágenes significativas de momentos entre ellos—. Encuentro ilógica y extraña tu actitud, que insistas en que me vaya, después de todo lo que...

—Escucha, no soy el único que está actuando "extraño". No necesitas exclusivamente mi amistad para ser feliz. Viajar también es algo gratificante, además no es como que te vayas solo y triste por el mundo, te acompañará tu equipo.—explicó con paciencia, como si fuera lo más simple del mundo.

—¿Sólo tu amistad? —indignado soltó el kunai. Exigió que lo viese a los ojos y respondiese— ¿Sigues considerándome sólo eso? ¿Te besas con todos tus amigos cercanos? ¿Con ellos...? —dejó la pregunta en el aire al percatarse de que aquellos iris azules eran tan fríos como el hielo.

—¡Oh, vamos! Sasuke, eres inteligente, ¿necesito responder algo obvio dattebayo?

El Uchiha sintió una punzada en su corazón, finalmente le dio la espalda antes de confesar:

—Está bien, tú ganas. Me iré, pero este gato asustadizo no es de quien me enamoré.

—Eres un dramático ¡Deja de hacer berrinche y vete! ¿O quieres que te ruegue como antes? Si es así pierdes tu tiempo, porque no lo haré.

Sasuke maldijo por lo bajo y se fue con pasos firmes. Naruto lo observó saltar, ágilmente, entre los tejados. Cuando perdió de vista su silueta, la desolación lo golpeó con fuerza. Se arrodilló sobre el suelo áspero y, con un gruñido golpeó la dura superficie con las manos, sintiendo que ese impacto era una mínima parte del dolor que lo embargaba y del que había ocasionado.

—Yo también te amo, bastardo —murmuró mientras las lágrimas resbalaban por su rostro—, pero no puedo ser egoísta y dejar que sufras.

Al día siguiente, en una cabaña cercana al bosque, se encontraba el equipo Taka desayunando.

—Tiene los ojos hinchados —Comentó Suigetsu, observando sin disimular el rostro del Uchiha.

—Sus ojeras son gigantes, seguro no durmió bien. —Señaló Juugo, discretamente con la cabeza, una vez que terminó su jugo de naranja.

—Ni hablar de su chakra descontrolado, que por momentos se intensifica y por otros se desvanece —agregó Karin gesticulando con las manos.

—Estoy cansado, no sordo —gruñó Sasuke, apartando su plato casi intacto.

—Lo sentimos, estamos preocupados por ti. Ayer llegaste, no nos saludaste, fuiste a tu habitación y no saliste de ahí hasta esta mañana. —Comentó Karin con una sonrisa intranquila, al ver por un instante el sharingan activado.

—Estaba furioso —Contestó escueto. ¿Por qué iba a negar lo evidente?

—En tus ojos también hay decepción, ¿qué pasó? —Preguntó Juugo, cruzando sus propios brazos.

Sasuke dudó en contarles, después de todo nunca les había explicado sus problemas. Sus conversaciones siempre eran sobre venganzas, estrategias, objetivos, armas, habilidades, etc.

—Puedes confiar en nosotros. No le diremos a nadie. —Karin apoyó una mano en el brazo del Uchiha.

—No prometo no burlarme, pero... pero haré el intento. —se apresuró a decir antes de que Karin lo golpease.

—Le conté la propuesta que me hicieron a Naruto y el muy idiota, prácticamente me echó de la aldea y de su vida —confesó, presionando con fuerza la taza con el café frío. Suspiró, al parecer, aunque lo negase, sí necesitaba hablar con alguien.

—¿Qué esperabas que te dijera? —Preguntó Juugo, levantándose y recogiendo los utensilios, en caso de que el Uchiha quisiese arrojarlos como parte de su desahogo.

—Que no fuese... que no lo dejase de nuevo, por último que le escriba periódicamente, pero nada, nada de eso sucedió. —picó con fuerza los trozos de tomate de su tostada y luego le entregó el plato a Juugo, que se lo pedía con la mirada.

—¿Le vas a hacer caso y marcharte? Tú no eres muy obediente que digamos. —Indicó Karin con una sonrisa.

—Esta vez sí —Admitió y desvió la vista, sintiendo un nudo en la garganta.

—No eres débil—Suigetsu lo apuntó con su tenedor—. Eres más fuerte ahora reconociendo tus sentimientos, que escondiéndolos debajo de esa ropa rara que usas.

—El zopenco tiene razón. Y déjame decirte que este chakra derrotado no es nada sexy. ¿No vas a luchar por él, como lo hizo por ti?
—Preguntó la mujer, intentando animar a su amigo.

—Nuestra conversación no terminó bien. Si me quedo sé que insistirá cada día para que me marche. Eso no sería agradable. Además, mi orgullo y dignidad son más fuertes.

—Quizás piensa que es lo mejor para ti. Un pajarito me contó que él te quiere y se dejó golpear por el Raikage para defenderte. —Opinó Juugo, analizando los gestos del Uchiha.

—Ese era el Naruto de antes. Ahora, claramente, no le intereso. —Frunció el ceño y se levantó de la mesa—. Olvidemos esta conversación. Ahora sólo concentrémonos en el viaje.

Con esas últimas palabras, resonando en el aire, el Uchiha salió del lugar. Sus amigos se vieron entre sí, con una mezcla de tristeza y preocupación por su compañero.

Había pasado una semana desde la intensa discusión de Naruto y Sasuke. Durante esos días se evitaron lo máximo posible. En las pocas ocasiones que les asignaban misiones juntos, el Uchiha se excusaba y no asistía. Si se cruzaban en la calle, reuniones o lugares públicos no se dirigían la palabra. Los muchachos de su generación y otras personas que los conocían, pensaban que era una pelea más entre ellos y pronto volverían a ser inseparables. Quienes no pensaban de esa manera y que cada vez estaban más preocupados eran los integrantes de Taka.

Cuando llegó el día del viaje, las calles de Konoha estaban animadas. Grupos de amigos y familiares paseaban comprando o buscando un lugar para almorzar. Las conversaciones y risas se mezclaban con el aroma de las comidas callejeras, que flotaban en el ambiente, cálido y acogedor, para los aldeanos, pero no para Sasuke, quien transitaba con su máscara de frialdad. De pronto, se escucharon dos campanadas, que indicaban que eran las dos de la tarde. Sasuke terminó de comprar algunas frutas y se dirigió a la entrada de la aldea, la cual estaba vacía. Fue el primero en concurrir. Karin, Suigetsu y Juugo, posiblemente, estaban terminando de despedirse de las personas que conocieron y le tomaron cariño.

Unos minutos después apareció el equipo Taka y los otros integrantes del equipo 7 que deseaban despedirse. Kakeshi y Sai les desearon un buen viaje. El primero abrazó con cariño al Uchiha y el segundo le dedicó una falsa sonrisa, que no lograba camuflar el desagrado que aún sentía por lastimar a sus amigos; Sakura le pidió que esta vez la dejase acompañarlo, pero él se negó, le dijo que la vida de ella estaba aquí y que sería de gran ayuda en la aldea. Aunque Naruto también estaba ahí, Sasuke lo ignoró la mayor parte del tiempo y le dijo, simplemente "adiós", Naruto, por su parte respondió un escueto "Cuídate" ante sus impresionados amigos. Quiénes si le dedicaron al rubio unas palabras e indirectas pasivoagresivas fueron los otros integrantes de Taka.

—Bueno, es hora de irnos, si no nos pillará la noche y no encontraremos refugio —Comentó Juugo observando el cielo.

—Naruto ¿realmente no vas a decirle nada más a Sasuke-kun? —Preguntó preocupada por la actitud de sus amigos. Los demás guardaron silencio y esperaron expectantes la respuesta.

—No, no tengo nada más que decirle. Todo quedó claro en nuestra última conversación. Supongo que él opina lo mismo.

—Estás en lo correcto. —Comentó Sasuke arreglando su equipaje.

Kakashi y Sakura no tenían idea de esa plática, pero aunque les comiera la curiosidad, decidieron, dolorosamente no involucrarse. Después se encargarían de interrogar al chico hiperactivo.

—No entiendo —intervino Sai—. En mis libros los enamorados no se despiden tan fríamente, por más mal que me caiga un protagonista, esa es una escena emotiva que...

Sakura lo calló de un golpe en la cabeza, los demás rieron incómodos. Mientras tanto, el Uchiha pasó al lado del Uzumaki, se detuvo unos segundos y murmuró, suficientemente, alto para que sólo él escuchase—. Pensándolo bien, si tengo algo más que decirte: lo gracioso de esta situación es que invertimos los papeles. Eres un bastardo sin corazón, que actúa impulsiva y caprichosamente y yo soy un idiota por quererte.

El Uzumaki se mordió los labios, formó y apretó, fuertemente, los puños, conteniéndose. No contestó y se dirigió a su casa, ignorando a los demás. El Uchiha también comenzó a caminar fuera de la aldea, siendo seguido por su trío de amigos con quienes viajaría.

Transcurridos unos minutos el exvengador aceleró sus pasos, sin siquiera pensar en detenerse o esperar a sus amigos que corrían detrás suyo.

—Sasuke, detente —pidió Suigetsu, visiblemente preocupado. No era un experto leyendo chakra, ni tenía los poderes de su amiga en este tema, pero el de Sasuke transmitía tanta congoja que le resultaba doloroso mirarlo. Juugo se adelantó y bloqueó su camino. Si hubiera sido otra la situación, el Uchiha no dudaría en desenfundar su espada o crear un chidori para apartarlo, sin embargo, se quedó quieto.

—Está bien llorar cuando tienes el corazón roto. Eso no te hace un cobarde o menos hombre —Karin lo abrazó por la espalda, Suigetsu y Juugo también se sumaron al gesto.

Sasuke, orgulloso y reticente, al principio trató de escabullirse, pero al final aceptó el cariño que le daban. Evidentemente, no lloró frente a ellos, pero sí dejó caer con discreción alguna que otra lágrima. En el fondo estaba agradecido, porque eran amigos incondicionales.

Mientras tanto, en Konoha, Naruto abrió la puerta de su casa y entró con pasos pesados. Sin preocuparse por el desorden, arrojó sus zapatos al suelo, el ruido sordo resonó en la vivienda silenciosa. Arrugó la nariz, percibiendo un chakra conocido. Auguró que no tendría la paz y tranquilidad, que buscaba, para escapar de la tormenta emocional que tenía en su mente y corazón.

—Sabía que vendrías a lamer tus heridas. —Escuchó el comentario de Sai, quién era la persona que, descaradamente, había irrumpido su hogar y lo miraba con frialdad desde un rincón del salón.

—No estoy de humor para tus tonterías. —Gruñó al caminar hacia la cocina. Abrió el refrigerador, extrajo un envase de jugo, del cual bebió, directamente.

—¿Qué sucedió con el Uchiha? —Preguntó sin vacilar, ingresando también en el lugar donde reinaban los envases de ramen, que era lo único que preparaba su amigo.

—Nada y no empieces tú también. Todo el camino hasta aquí tuve que aguantar el interrogatorio y sermón de Kakashi y Sakura. —Se quejó, pasó por su lado y se desplomó en una silla.

—Por lo visto no te sacaron información... yo puedo solucionar eso, recuerda que soy un ambu. Conozco muchas técnicas para indagar, algunas más dolorosas que otras. —Comentó Sai, siguiéndolo sin inmutarse por su mal carácter.

—Intentalo si te atreves —desafío Naruto. En cuanto vio que Sai sacó su pergamino palideció—. Está bien, te diré, pero si me entero que divulgaste esto con alguien más, serás tú quien esté en problemas y ¿por qué carajos te estás sirviendo té verde?

—Por el chisme. —Se sentó en una silla disponible. Naruto lo maldijo en un murmullo. Luego inhaló, le contó la conversación, cómo se evitaron por días y la última interacción que tuvieron antes de marcharse, con lujo de detalles por aquella insistente y amenazadora mirada onix.

—Eres un idiota. —concluyó Sai, tras escuchar el testimonio y dejando su taza vacía sobre la mesa.

—Muchas gracias, últimamente me dicen mucho eso. —Viró los ojos, pensando si alguien lo entendería y no lo vería como el villano del cuento.

—Mira, el Uchiha no es santo de mi devoción, pero... ambos no están siendo responsables emocionalmente. Él es muy terco y tú no fuiste sincero con él.

—Le dije lo que pienso. —Se defendió, cruzándose de brazos.

—Sabes que eso no es cierto. No le contaste cuánto lo sigues amando. ¡De hecho, dejaste que piense que no le gustas ni le importas tanto como amigo! Mentiste al no confesar que te duele hasta el alma cuando no está contigo, que mueres de preocupación por él. Tampoco mencionaste cuán culpable te sientes por lastimarlo, lo mucho que añoras estar a su lado, qué sin él...

—¡Basta! —interrumpió desviando la mirada, cada frase era un puñal en su corazón y en su conciencia—. Ya entendí tu punto, pero es tarde. Lo lastimé y mucho. Si hubieras visto sus ojos...

—¡Deja de excusarte y espabila! —golpeó la mesa llamando su atención—. Empaca tus cosas y ve a pedir perdón si estás tan arrepentido. Es más, pídele viajar con él si estás preocupado. Dile que también lo amas y quieres estar a su lado, aunque eso signifique viajar por el mundo o vivir en una casa a las afueras de la aldea si lo prefiere.

Naruto parpadeó, había pasado demasiado tiempo desde que alguien lo regañó con tanta energía y elocuencia.

—Tus libros te han vuelto sabio. —concluyó, levantándose y dándole un abrazo.

—No cambies el tema y vete. Para tu fortuna creé una cigarra espía, que me muestra dónde está Sasuke ahora mismo.

En las profundidades de un bosque cercano un grupo de personas caminaba con parsimonia.

—Sasuke, nos está siguiendo. —comentó Karin, en un tono confidencial, observando el leve movimiento de las hojas y escuchando el crujir de las ramas.

—Lo sé —Sasuke se detuvo unos minutos y esperó. El viento remeció, suavemente, sus cabellos, mientras sus amigos, también dejaban de andar. Con discreción extrajo un kunai, lo lanzó directo a una rama grande y cercana. De pronto, alguien cayó quejándose por el golpe.

—Eres un héroe, pero aún no sabes ocultar, completamente tu chakra —comentó el Uchiha con una sonrisa de soslayo, orgulloso de su logro.

—Sigo practicando en eso dattebayo —admitió Uzumaki, avergonzado por su descuido.

Sasuke tomó otro kunai y apuntó a otro árbol. La cigarra formada por Sai se desvaneció y sólo quedó una mancha de tinta.

—Aprende de tu amigo Sai, su insecto fue casi imperceptible, pero olvidó que Karin es experta descubriendo y contabilizando chakra.

El halago hizo que las mejillas de Karin se tiñeran de un ligero rubor. Suigetsu rodó los ojos y resopló molesto por la actitud de la chica. Karin le guiñó un ojo y le sacó la lengua, su novio seguía siendo celoso. Simultáneamente, Juugo, le lanzó una mirada de disgusto a la inesperada visita.

—¿Desde cuándo lo supiste? —Naruto lo interrogó sorprendido viendo los restos de tinta.

—Desde el comienzo. —confesó Uchiha tras recoger sus armas.

—¿Por qué no lo eliminaste si sabías que te seguía? —preguntó sin comprender todavía la actitud del otro.

—Supuse que querías asegurarte de que me fuese definitivamente de la aldea. No imaginé que quisieses corroborarlo en persona—lo miró con severidad—. Ahora que lo has hecho, puedes volver a tu casa.

—Espera, yo...—intentó explicar su postura, pero fue interrumpido.

—¿Se te olvidó decirme algún argumento para que no vuelva jamás? —Rio sarcásticamente, antes de darse vuelta y repetir las palabras que este le había dicho hace unos días, pero con más frialdad—. No seas idiota y vete.

—¡Perdón! —Exclamó haciendo una reverencia de noventa grados.

—Si está tan arrepentido pudo haber hecho la reverencia máxima —murmuró Suigetsu, refiriéndose al acto de arrodillarse en el suelo. Karin apretó ligeramente el hombro del chico para tranquilizarlo.

—Perdón, Sasuke —repitió Naruto, llamando la atención del muchacho—. Fui un idiota, un bastardo sin corazón como dijiste.

—Levanta la cabeza y márchate. No tenemos nada de que hablar. —respondió tensando la mandíbula.

—Yo creo que sí y lo sabes. —Se irguió y se acercó valeroso, sin preocuparle de que en cualquier momento pudiese hacer un amaterasu y quemarlo con las poderosas llamas negras—. ¿Podemos seguir esta conversación en privado, por favor?

Sasuke lo escudriñó, se iba a negar, pero Juugo intervino diciendo que fuese, ellos armarían el campamento y harían la cena. Karin mencionó que estarían alerta, por si acaso los necesitaba. Suigetsu vio a Naruto de forma amenazante.

El Uchiha aceptó a regañadientes y comenzó a caminar hacia las profundidades del bosque. La sombra de los árboles, el crujido de las hojas bajo sus pies, el ruido lejano de algunos animales, creaban una atmósfera tétrica. Finalmente, al encontrar un lugar alejado, se apoyó contra el tronco de un árbol robusto, cruzó los brazos sobre su pecho y dijo, con un tono firme:

—Habla

—Perdón —Se disculpó con las manos frente a él, en un gesto de arrepentimiento genuino.

—¿Dirás algo más? No tengo tiempo que perder. —Preguntó incrédulo y suspicaz de las palabras que escuchaba, porque continuaba dolido y enfadado.

—Tienes razón, fui un cobarde, pero de verdad pensaba que si te ibas de la aldea sería lo mejor para ti. —Admitió sin vacilar. Su voz debía sonar lo más convincente y sincera posible.

—¿Cambiaste de parecer tan rápido? ¿Recapacitaste por algún golpe en la cabeza? —masculló molesto ante la respuesta sin fundamento.

—Sí —se revolvió el pelo nervioso—. En realidad, Sai fue demasiado sincero conmigo. Ya sabes cómo es él dattebayo. No me dejó otra opción. —Sasuke arrugó el entrecejo y antes de que replicara, continuó hablando—. Só... sólo aceleró el proceso. De todas formas me habría arrepentido de dejarte ir.

—O quizás no. Soy un idiota en busca de redención. Un exrenegado, del cual todavía muchos quieren la cabeza. Además, sería un impedimento en tu futuro como Hokage. —Comentó recordando las palabras de algunos aldeanos y que por mucho tiempo creyó.

—Nada de eso me importa —se acercó un poco, desesperado por hacer entender su cambio de pensamiento al Uchiha—. No me interesa el qué dirán ni me avergüenzas. Cuando estábamos juntos fui muy feliz dattebayo. Eres inteligente, valiente, guapo, terco...

—Entonces ¡¿por qué lo hiciste?! —Se separó del árbol y acortó la distancia desafiante. Naruto era un experto colmando su paciencia.

—No iba a permitir que te lastimaran otra vez. —confesó, llevó una mano a la mejilla pálida, la acarició con cuidado—. Tampoco iba a dejar que el estúpido consejo de ancianos te obligara a hacer algo que no quisieras.

—Ya soy un adulto, no un niño. Sé defenderme bien solo. —acabó de un golpe y sin delicadeza el mimo en su rostro.

—Sí, pero no con un brazo —dirigió su mirada al espacio donde debería estar esa extremidad—. Aunque eres el prodigio de nuestra generación, aún no has aprendido a luchar al 100% con un brazo, ¿o me equivoco?

Sasuke desvío la mirada contrariado. Su silencio le dio la razón, porque por su orgullo jamás admitiría que le estaba costando sobrellevar ese pequeño, insignificante y estorboso detalle, no sólo en sus actividades ninja, sino también en las cotidianas.

—Si te hubieras quedado, los ancianos te seguirían vigilando. Tratarían de encarcelarte de nuevo, enviarte a misiones peligrosísimas u obligarte a contraer matrimonio para que tengas un hijo y te controlen, más fácilmente, por tu deseo de reconstruir el clan Uchiha. —Explicó gesticulando con las manos, para darse a entender mejor.

—Sabes que no haría nada de lo que pidiesen.

—Si te amenazan con lo que más quieres si lo harías, porque no querrías perder a alguien importante de nuevo. —exclamó angustiado, por todas las veces en que imaginó fatídicos escenarios, cuyo protagonista era el Uchiha.

—No. Preferiría morir a que te hieran. —Se dio cuenta de que el rubio iba a replicar, así que optó por un medio rápido y eficaz para callarlo: darle un beso.

Naruto correspondió sorprendido al beso, sintiendo el calor y suavidad de los labios de Sasuke, que tanto le encantaban y había extrañado. Dirigió sus manos a la cintura del Uchiha, acercándolo aún más. La sensación de la tela bajo sus dedos, combinada con el latido de sus corazones, intensificó el momento. Sin embargo, después de un tiempo, Sasuke se alejó, quedando ambos con la respiración entrecortada; viendo directamente, los ojos azules brillantes, comentó:

—Veo que el complejo de mártir es contagioso. No debiste alejarme si ibas a sufrir tanto en poco tiempo. —apoyó dos dedos en la frente contraria, rindiéndose a la sinceridad del otro.

—Sólo quiero protegerte y que seas feliz, porque te amo, nunca dejé de hacerlo —confesó con un leve rubor en sus mejillas, luego agregó con ojos brillosos—. Perdón de nuevo por negar mis sentimientos y lastimarte.

—Escucha bien, porque no repetiré esto. Mi felicidad eres tú. —comentó ruborizándose un poco también. Naruto no se contuvo y lo abrazó. Sasuke prosiguió:

— Me alegro de que dejaras de ser tan idiota y decidieras viajar conmigo. De lo contrario, no hubieras traído tus cosas ni estarías aquí. Habrías escrito una carta interminable, disculpándote y esperarías en la aldea a que regrese.

—¿Te he dicho que tengo una especie de amor/odio con que seas un genio? —rio dándole la razón, apretándolo más fuerte, sin embargo, Sasuke se liberó con agilidad, sonrió de soslayo y antes de ir con los demás le dijo:

—¿Te he dicho que esto no significa que te haya perdonado por completo? Debes hacer méritos, Dobe.

Naruto sonrió, por supuesto que lo haría.

—¿Esos... esos son los potes de ramen que traje? —preguntó Naruto al ver la pasta en la olla, los envases vacíos, su mochila abierta y con las cosas fuera de lugar.

—Teníamos que asegurarnos que no trajeras nada sospechoso. —Comentó Suigetsu.

—¿Se reconciliaron? —Preguntó, directamente Juugo.

—Algo así, aún me falta ganar su perdón dattebayo.

—Interesante. Puedes ayudarnos cazando, pescando, recolectando leña, cocinando y limpiando —enumeró Karin usando sus dedos.

—¿Só-sólo eso? —Preguntó Naruto temeroso ante todo el trabajo que tendría.

—Ya se nos irán ocurriendo otras tareas para ti —sonrió Suigetsu con maldad, entregándole el plato—. Por ahora, come y después acompáñame a buscar leña.

Uzumaki y el equipo Taka comen, tienen charlas banales y hablan del viaje. Cuando terminan Naruto y Suigetsu van a buscar leña, realizan esta actividad en silencio hasta que el primero comienza a hablar:

—No me trajiste aquí sólo para esto, ¿verdad?

—Vaya, no eres tan idiota como pareces —dejó los troncos en el suelo, se teletransportó en un pestañeo tras la espalda del Uzumaki, sacó un kunai y lo apoya en la piel bronceada—. Escucha, seré directo. No me caes mal, al contrario, creo que eres un gran chico, pero... conozco al bastardo de Sasuke desde mucho antes, y aunque un tiempo estuvo cegado por la venganza e hizo cosas poco éticas, es prácticamente mi hermano. Por eso, te mataré si te atreves a lastimarlo una vez más. No me importa que seas el héroe de Konoha, sé maneras de asesinarte sin necesidad de tener una batalla contigo. Además, ten por seguro que Karin y Juugo no dudarían en incluirse en el plan.

—Sasuke es afortunado de tenerlos —sonrió sin que el otro lo viese—. Respecto al otro tema, no te preocupes, no lo lastimaré. Amo a ese bastardo y daría mi vida por él.

—¡Buena respuesta! —Suigetsu suelta el kunai y le da unas palmaditas en el hombro, antes de decir—. Por cierto, si mi querido amigo te lastima, también recibirá una pequeña reprimenda.

Naruto rio y continuaron recogiendo leña. Cuando llegaron vio a Sasuke armando su carpa, rápidamente fue a ayudarlo.

—Gracias —comentó el Uchiha clavando la última estaca—. Como recompensa te ayudaré con tu carpa.

—¿Eh? ¿Pero por qué dattebayo? Creí que había suficiente espacio para los dos —sonrió, tomándolo de la cintura y acercándolo a su cuerpo—. Dijiste que debía hacer méritos, además, en la noche hace mucho frío.

—En ese caso más vale que hayas traído ropa abrigadora —comentó, luego besó a Naruto y este correspondió—, porque en mi saco no dormirás.

—¡Pero Sasukeeee! ¿Qué hay de nuestra reconciliación?

Sasuke se acercó a su oído y susurró:

—Aún no, Naruto. Nos "reconciliaremos" cuando, donde y cómo yo quiera. Ahora —tocó descaradamente la entrepierna del Uzumaki— suerte solucionando tu pequeño problema.

Naruto se sonrojó y lo maldijo internamente. Quizás sería buena idea ir a refrescarse al río. Caminó hacia el lugar, se desvistió quedando en boxer. Comenzó a darse una ducha fría para que sus hormonas se calmaran.

Cuando terminó se tendió en el pasto y observó la luna. Era tan elegante, fría, lejana, le recordaba a Sasuke. Cerró los ojos imaginando su futuro cercano, lejos del análisis exhaustivo de pergaminos y papeleos, carentes de importancia, en su entrenamiento como futuro hokage.

Al pensar en Sasuke, recordó que casi lo perdió y las últimas palabras que le dijo antes de marcharse llegaron a su mente "(...) invertimos los papeles. Eres un bastardo sin corazón, que actúa impulsiva y caprichosamente y yo soy un idiota por quererte."

Se prometió no volver a comportarse de esa manera ni a lastimarlo, porque estaba seguro que el Uchiha tampoco lo haría.

O al menos trataría, ya que su novio no era alguien que se caracterizara por su paciencia.

Fin