Capítulo 27: El lugar donde perteneces.

Lavender fue quien lo encontró primero, Aurora lo había prácticamente sujetado del cuello de la camisa para levantarlo y arrastrarlo porque no puede caminar o subirse sobre su lomo, entonces Lavender había parecido corriendo preocupada. Ahora que la lucha principal había terminado, todo lo que faltaba era ayudar a los heridos y para temor de Draco, a los muertos si había alguno; darle un entierro digno. Calipso estaba con Lavender y aunque la chica aun le caía un poco mal, esta fue rápida en lanzarse sobre los demás para ayudarlos a llegar con alguien o ayudar a vendar si alguien necesitaba ayuda.

La apreció un poco por eso.

No quería.

Pero reconocía que alguien que ayudara a los suyos, en realidad merecía un poco de respeto.

Cuando caminaron en dirección a alguien de la cabaña de Apolo (Draco prácticamente siendo ayudado por Lavender), Nico junto con Potter fue quien llamó su atención. Intentó correr, pero su pie se lo impidió, así que Draco lo llamó en voz alta logrando que Nico solo suspirara aliviado de verle.

Su ropa negra despedía humo. Tenía los dedos agarrotados desde donde veía y la hierba alrededor de su cuerpo se había vuelto amarilla y se había secado.

Draco cayó de rostro cuando intento caminar, no importó, se medio incorporó para llegar a su lado donde Lavender sujetaba de una bolsa a su lado néctar.

Le dieron a Nico en la boca un chorro de la bebida mágica. Empezó a toser y farfullar, pero sus párpados temblaron y se acabaron abriendo.

—¿Qué te ha pasado, Nico? —preguntó alarmado—. ¿Puedes hablar?

Asintió débilmente.

—Nunca había intentado convocar a tantos a la vez, Bianca me dijo que era estúpido. Me pondré bien —aseguró con una media sonrisa.

Potter y Lavender lo ayudaron a sentarse y le dieron un poco más de néctar. Los miró parpadeando, como si tratara de recordar que pasó, y se fijó en alguien que estaba a su espalda.

Todos voltearon, Potter se puso a la defensiva, pero Draco lo recordó en medio de la lucha.

—Dédalo —graznó Nico.

—Sí, muchacho —dijo el inventor—. Cometí un gran error. He venido a corregirlo.

Tenía varias heridas que sangraban aceite dorado y aunque Draco tenía preguntas, parecía que Nico comprendía, fue injusto como este daba la impresión de estar mejor que la mayoría de nosotros. La Señorita O'Leary le lamía las heridas de la cabeza y le iba dejando el pelo levantado de un modo muy gracioso. Un poco más allá, vio a Briares rodeado de un grupo de campistas y de sátiros maravillados. Tenía un aire tímido, pero estaba firmando autógrafos en armaduras, escudos y camisetas.

No era el momento, pensó Draco fastidiado, pero no preguntó.

Había aprendido a no preguntar.

Era mejor cuando no preguntaba sobre estas cosas.

—Me encontré con el centimano mientras recorría el laberinto —explicó Dédalo—. Había tenido la misma idea, o sea, venir a echar una mano, pero se había perdido. Nos entendimos enseguida. Los dos veníamos a enmendar nuestras faltas.

—¡Yuju! —Tyson se puso a dar saltos de alegría a lo lejos—. ¡Sabía que vendrías, Briares!

—Yo no lo sabía —dijo el centimano—. Pero tú me ayudaste a recordar quién soy, cíclope. Eres tú el héroe.

Tyson se ruborizó.

—Lo sé desde hace mucho tiempo —dijo Percy quien se acercaba caminando, o al menos intentando caminar, con Annabeth ayudándolo porque parecía igual que Draco herido de su pierna—. Pero, Dédalo... el ejército del titán sigue ahí abajo. Incluso sin el hilo, regresarán. Darán con el camino tarde o temprano, y esta vez con Cronos al frente.

Draco se alivió de verlo bien.

Dédalo envainó su espada.

—Tienes razón. Mientras el laberinto siga ahí, sus enemigos podrán usarlo. Ese es el motivo por el que no puede seguir existiendo.

Annabeth se quedó mirándolo estupefacta.

—Pero ¡tú dijiste que el laberinto está ligado a tu fuerza vital! Mientras estés vivo...

—Sí, mi joven arquitecta —asintió Dédalo—. Cuando yo muera, el laberinto morirá también. Así que tengo un regalo para ti.

Se quitó la mochila de cuero, abrió la cremallera y sacó un portátil plateado de aspecto impecable. En la tapa figuraba una A azul.

—Todo mi trabajo está aquí —dijo—. Es lo único que logré salvar del incendio. Son notas de proyectos que nunca he empezado, incluidos algunos de mis diseños preferidos. No he podido desarrollarlos en los últimos milenios. No me atrevía a revelar mi trabajo al mundo de los mortales. Pero tú quizá lo encuentres interesante.

¿Cuál incendio?

Le tendió el portátil a Annabeth, que lo miraba como si fuese de oro macizo.

Draco por otro lado comenzó a sentirse inquieto, esto era mucho a una despedida.

Aunque vale, hasta ahora no sabía que Quintus era Dédalo si no fuera porque escuchó que gritaban ese nombre a este, bueno, nuevamente no tiene muchas preguntas.

—¿Y me lo das a mí? ¡Pero esto tiene un valor incalculable! Debe de costar... ¡Yo qué sé cuánto!

—Una pequeña compensación por tu comportamiento —señaló Dédalo—. Tenías razón, Annabeth, sobre los hijos de Atenea. Deberíamos actuar sabiamente, y yo no lo hice. Algún día llegarás a ser una arquitecta más grande que yo. Toma mis ideas y mejóralas. Es lo mínimo que puedo hacer antes de morir.

—¿De morir? —exclamó Percy alarmado—. ¡No puedes quitarte la vida! ¡No está bien!

El negó con la cabeza.

Draco miró de reojo a Nico, que por su expresión solemne parecía saber que pasaría pronto. Potter parecía algo verde como si fuera a vomitar y Lavender sujetaba con fuerza el hombro de Draco.

—No tan mal como ocultarme durante dos mil años a causa de mis crímenes. El genio no disculpa la maldad, Percy. Ha llegado mi hora. Debo afrontar mi castigo.

—No tendrás un juicio justo —dijo Annabeth—. El espíritu de Minos está en el tribunal...

—Aceptaré lo que sea —respondió él—. Y confío en la justicia del inframundo. Es lo único que podemos hacer, ¿no? —Miró fijamente a Nico y el rostro de este se ensombreció.

—Sí —convino.

Draco tragó saliva.

Había estado muy en contra de morir, pero este hombre o máquina, o lo que fuera, parecía tranquilo.

—¿Vas a tomar entonces mi alma para pedir un rescate? —le preguntó Dédalo—. Podrías usarla para reclamar a tu madre.

Todo quedó en silencio, Draco miró alarmado a Nico, quien tenía una expresión de tristeza.

—No —respondió Nico—. Te ayudaré a la liberar tu espíritu. Pero Mamá ha muerto. Debe permanecer donde está. —Miró de reojo a Draco, quien se congeló ante eso—. Ya tengo una familia aquí —susurra solo para que Draco lo escuche.

Su corazón se aprieta.

Este mocoso.

Dédalo asintió.

—Bien hecho, hijo de Hades. Te estás volviendo sabio. —Luego miró a Percy—. Un último favor, Percy Jackson. No puedo dejar sola a la Señorita O'Leary. Y ella no tiene el menor deseo de regresar al inframundo. ¿La cuidarás tú?

Todos miraron el enorme mastín negro, que gimoteaba lastimosamente y seguía lamiéndole el pelo a Dédalo.

—Sí, claro.

Idiota.

Este sonríe de reojo como si supiera su pensamiento.

—Entonces ya estoy listo para ver a mi hijo... y a Perdix —declaró—. He de decirles lo arrepentido que estoy.

Annabeth tenía lágrimas en los ojos.

Dédalo se volvió hacia Nico, quien sacó su espada. Todos quedaron en silencio un momento sin saber que pasaría.

—Ha llegado tu hora finalmente. Queda liberado y reposa.

Una sonrisa de alivio se expandió por el rostro de Dédalo y, en el acto, se quedó paralizado como una estatua. Su piel se volvió transparente, mostrando los engranajes de bronce y la maquinaria que zumbaba en el interior de su cuerpo.

Luego la estatua se transformó en ceniza y se desintegró.

La Señorita O'Leary soltó un aullido.

La tierra tembló mientras el antiguo laberinto se desmoronaba: una especie de terremoto que seguramente fue registrado en todas las grandes ciudades del país.

Los restos del ejército del titán, esperaba Draco, habían quedado sepultados en algún punto del subterráneo.

—Está muerto —susurró Lavender sorprendida y Draco asintió, incómodo por la idea de la muerte nuevamente.

Pero al ver a Nico de reojo lucir tan tranquilo, se preguntó si cuando llegara el tiempo, le daría la bienvenida a este como una vieja amiga.

.

.

Hubo demasiadas despedidas.

Aquella noche Draco vio usar por primera vez en cuerpos reales las mortajas del campamento; algo que no deseaba volver a presenciar.

Entre los muertos se hallaba Lee Fletcher, de la cabaña de Apolo, que había caído bajo la porra de un gigante. Lo envolvieron en un sudario dorado sin ningún adorno. Draco se quedó mucho tiempo viendo el cuerpo sin vida de Lee, mientras a su lado Will no dejaba de llorar sujetando su mano porque parecía tan perdido y Draco, aunque no lo hizo del todo, pudo comprender el sentimiento. Hace solo unos días había estado bromeando con Lee quien parecía al fin aceptarlo en el campamento, sobre sus maneras suicidas de ser.

Lee le había regañado como un hermano mayor y Draco se había burlado de este sin darle mucha importancia.

Sin pensar que sería su última charla.

Ahora.

Duele.

Su pecho duele, no tenía ningún vínculo con Lee y su interior arde de sus propios sentimientos más los de Will en este momento; el niño llora por la pérdida de su hermano mayor y Draco lo entiende.

El hijo de Dioniso que había sucumbido luchando con un mestizo enemigo fue amortajado con un sudario morado oscuro, con un bordado de viñas. Se llamaba Castor. Tenía diecisiete años. Su hermano gemelo, Pólux, trató de pronunciar unas palabras, pero la voz se le estranguló y tomó la antorcha sin más. Encendió la pira funeraria situada en el centro del anfiteatro y, en unos segundos, el fuego se tragó la hilera de mortajas mientras las chispas y el humo se elevaban al cielo.

Pasaron el día siguiente atendiendo a los heridos, que eran prácticamente todos los campistas. Los sátiros y las dríadas se afanaron en reparar los daños causados al bosque.

A mediodía, el Consejo de Sabios Ungulados celebró una sesión de urgencia en su arboleda sagrada. Estaban presentes los tres viejos sátiros y también Quirón, que había adoptado su forma con silla de ruedas. Se le estaba soldando el hueso de la pata que se había roto y tendría que permanecer unos meses así, hasta que se le curase y pudiera soportar otra vez su peso. La arboleda estaba atestada de sátiros, de dríadas e incluso de náyades que habían salido del agua, todos ellos —eran centenares— ansiosos por oír lo que había sucedido.

Sileno quería desterrarlo inmediatamente, pero Quirón lo persuadió para que al menos oyera los testimonios primero. Así pues, Draco escuchó las aventuras de los demás en silencio. Los testigos presentes en la batalla describieron el extraño sonido que Grover había emitido, provocando la retirada del ejército del titán.

Potter no estaba presente, se había quedado fuera de esto con Lavender, Nico y Will; los tres (sorpresivamente incluso Potter) intentando animar a Will de su estado de ánimo.

Calipso estaba presente, aunque la trataban como si fuera una traidora.

Draco pudo identificarse con ella.

—Era pánico lo que sentían —insistía Enebro—. Grover consiguió convocar el poder del dios salvaje.

—¿Pánico? —preguntó Percy.

—Percy —le explicó Quirón—, durante la primera guerra entre los dioses y los titanes, el señor Pan soltó un grito horrible y el ejército enemigo huyó despavorido. Ese es... o era su mayor poder: una oleada de miedo que ayudó a los dioses a alzarse con la victoria. La palabra pánico proviene de Pan, ¿entiendes? Y Grover utilizó ese poder, sacándolo de sí mismo.

—¡Absurdo! —bramó Sileno—. ¡Sacrilegio! Tal vez el dios salvaje nos favoreció con una bendición. ¡O tal vez la música de Grover era tan espantosa que asustó al enemigo!

—No fue así, señor —intervino el acusado con una inusual calma—. El dios nos transmitió su espíritu. Debemos actuar. Cada uno debe contribuir a renovar la vida salvaje y preservar la que aún queda. Hemos de propagar la noticia. Pan ha muerto. Solo quedamos nosotros.

—Después de dos mil años de búsqueda, ¿pretende que nos creamos eso? —gritó Sileno—. ¡Nunca! Hemos de continuar buscando. ¡Destierro al traidor!

Algunos de los sátiros más ancianos murmuraron su aprobación.

Draco sintió la necesidad de invocar su lanza y luchar, porque no había forma que no se pusiera del lado de Grover.

—¡Votemos! —exigió Sileno—. ¿Quién va a creer, además, a este joven y ridículo sátiro?

—¡Yo! —exclamó una voz conocida.

Todos nos volvimos. Cruzando la arboleda a grandes zancadas, apareció Dioniso.

Llevaba un traje negro muy formal, y también una corbata morada, una camisa violeta y su pelo rizado cuidadosamente peinado. Tenía los ojos inyectados en sangre, como de costumbre, y su rollizo rostro parecía algo sofocado, pero daba la impresión de hallarse bajo los efectos del dolor y no de la abstinencia forzada.

Todos los sátiros se levantaron en señal de respeto e inclinaron la cabeza cuando se acercó. Dioniso hizo un gesto con la mano y surgió de la tierra otro asiento junto a Sileno: un trono hecho de ramas de vid.

Tomó asiento y cruzó las piernas. Chasqueó los dedos. Un sátiro se acercó corriendo con una bandeja de queso y galletitas y con una Coca Light.

El dios del vino contempló a la muchedumbre congregada a su alrededor, su mirada se posó en Draco y mostró una risa divertida. El rostro de Draco se arrugó en molestia recordando la última vez que lo había visto, en el trono de los olimpos y tuvo que contenerse de decir o hacer algo.

Había votado a su favor después de todo.

—¿Me han echado de menos? —Su voz era cantarina y lo miraba fijamente.

Percy volvió a verlo preocupado, era el único a quien se había escapado en la noche luego de los funerales, para colarse en la cabaña de Poseidón y contarle lo que había vivido entre susurros. El chico había parecido indignado sobre Zeus y a regañadientes aceptando que su padre al final de cuentas, había servido para algo.

Draco se sintió igual de confundido que él.

Percy había prometido una ofrenda para Hestia y luego de eso, lo obligó a dormir a su lado, temeroso de dejarlo lejos de su vista. Cuando despertaron Tyson se había colado en la cama con ellos, pensando que era una forma de dormir todos juntos.

Fue tierno, aunque casi mueren aplastados.

Regresó a la realidad cuando todos los sátiros se apresuraron a asentir y a hacerle reverencias.

—¡Oh, sí! ¡Mucho, señor!

—¡Pues yo no he echado nada de menos este lugar! —les soltó el dios—. Traigo malas noticias, amigos míos. Pésimas noticias. Los dioses menores están cambiando de bando. Morfeo se ha pasado al enemigo. Hécate, Jano y Némesis también. Zeus tonante sabrá cuántos más...

Un trueno resonó a lo lejos.

¿Hécate?

Draco se estremece pensando en Lavender y Lou.

—¡Peor todavía! —añadió—. Ni siquiera el mismísimo Zeus lo sabe. Bueno, quiero oír la historia de Grover. Otra vez. Desde el principio.

—Pero, ¡mi señor —protestó Sueno—, son sólo sandeces!

Los ojos de Dioniso relampaguearon con un brillo púrpura.

—Acabo de enterarme de que mi hijo Castor ha muerto, Sileno. No estoy de humor. Harías bien en seguirme la corriente.

Sileno tragó saliva y le hizo un gesto a Grover para que volviera a empezar. Mientras la historia era relatada, se sorprendió de pensar en Dionisio triste por la muerte de su hijo, a diferencia de Zeus que literalmente había hecho todo un complot para asesinarlo.

Sus perspectivas sobre Dionisio cambian ligeramente.

Cuando concluyó, el señor D asintió.

—Da la impresión de que Pan habría hecho una cosa así. Grover tiene razón: esa búsqueda es agotadora. Deben empezar a pensar por su propia cuenta. —Se volvió hacia un sátiro—. ¡Tráeme unas uvas peladas, rápido!

—¡Sí, señor! —El sátiro salió corriendo.

—¡Hemos de desterrar al traidor! —insistió Sileno.

—Y yo digo que no —le replicó Dioniso—. Ese es mi voto.

—Yo también voto que no —intervino Quirón.

Sileno apretó los dientes con aire testarudo.

—¿A favor de desterrarlo?

El mismo y los otros dos viejos sátiros alzaron la mano.

—Tres a dos —sentenció Sileno.

—Sí —dijo Dioniso—, pero, por desgracia para ti, el voto de un dios vale por dos. Y como he votado en contra, estamos empatados.

Sileno se puso de pie, indignado.

—¡Esto es un escándalo! ¡El consejo no puede permanecer en semejante callejón sin salida!

—Entonces, ¡disuelve el consejo! —replicó el señor D—. Me tiene sin cuidado.

La boca de Draco se abrió, estaba por aplaudir cuando Annabeth lo detiene con una de sus manos, le da un puchero que ella ignora.

Sileno le hizo una envarada reverencia y abandonó la arboleda con sus dos colegas. Unos veinte sátiros los siguieron. Los demás permanecieron en su sitio, murmurando con inquietud.

—No se preocupen —intervino Grover—. No necesitamos a un consejo que nos diga lo que debemos hacer. Eso podemos deducirlo por nuestra cuenta.

Repitió otra vez las palabras de Pan: que debían contribuir a salvar la vida salvaje, aunque fuese poco a poco. Luego empezó a dividir a los sátiros en grupos: los que se ocuparían de los parques nacionales, los que debían salir en busca de los últimos rincones salvajes y los que habían de defender los parques de las grandes ciudades.

—Bueno —dijo Annabeth—. Me parece que Grover se nos está haciendo mayor.

Esta vez logró aplaudir en apoyo, nadie salvo Percy lo imitó, Annabeth los vio con cara de que eran idiotas.

.

.

Draco había olvidado la noche, en realidad tenía sueño y quería dormir una noche sin que algo malo pasara, aun sentía la amargura de la pérdida y tal vez por eso no presto mucha atención al pie de Nico sobre su vientre como siempre; entonces alguien lo empujó y Draco solamente gimoteó pensando en maldecir a Nico o encerrarlo en mantas para dormir. Para su sorpresa era Lavender quien no le dejó abrir los ojos, antes de arrastrarlo a la casa grande donde se encontraban varios jefes de casa; el camino fue iluminado por la luna y Draco solamente cayó sentado cuando Lavender lo empujó.

Tiene tanto sueño y… su mirada va desde un cansado Quirón, un exasperado Dionisio y un preocupado Percy.

Un momento.

¿Dónde está Harry Potter?

—Señor Malfoy. —Y lo peor era que Dionisio lo llamara por su nombre sin decirlo mal, se encoge en su lugar—. Supongo que habría olvidado indicar que el niño que trajeron con ustedes, que no es un semidiós también es un Licántropo; lo que podría explicar porque pudo cruzar nuestras barreras —añade con una sonrisa tensa a lo cual Draco se tensa.

Sí bueno, mira de reojo a Percy que parece lucir miserable, antes que un aullido resuene en el silencio.

Aprieta el puño.

Estúpido Potter.

Siempre arruinando su vida.

Toma aire antes de colocar una mano en el puente de su nariz sintiéndose simplemente cansado de todo.

—Hubo un ataque, en mi escuela. —Mira de reojo a Dionisio, quien asiente restándole importancia—. Entonces Potter me ayudó y luego pasó lo del laberinto, no estaba recordando que hoy sería noche de luna llena. —Había estimado que el mal humor de Potter era por todo lo que había pasado en estos días.

Ups.

—No atacó a nadie —dice para su sorpresa Clarisse, parece cansada también—. Lo encontré en el baño y estaba sufriendo, cuando se comenzó a convertir se fue para el bosque rápidamente ignorando a todos… luego me encontré con el señor del retrete. —Empuja a Percy que solamente suspira.

—Me levanté para ir al baño y vi la luna llena, algo conectó —dice suspirando, parece que probablemente quiso advertirle o hacer algo estúpido por su ayuda.

Otros consejeros como Silena o Beckendorf solamente parecen cansados de todos, fue difícil ver a Michael como el nuevo líder de la cabaña de Apolo con sus recientes deberes ya que parecía un poco perdido, le recordó a Lee; pero no puede pensar en eso porque hay un hombre lobo ahí suelto.

—No ha atacado a ninguna criatura, Juniper dijo que estaba en una cueva, además se sabe que los hombres lobo no suelen atacar a los elementos de la naturaleza —habla Grover, que parece haber desarrollado algún apego a Potter para no soltarlo frente al bus.

Quirón tose un poco atrayendo la atención de los demás.

—No ha hecho nada malo —intenta defenderlo Draco a lo cual Dionisio solamente se encoge de hombros.

—Este campamento cada vez tiene más criaturas peligrosas, bueno como sea, Malfoy te toca ir por tu perro —habla Dionisio y Draco salta alarmado.

¿Él?

Oh no.

No tiene intención de ir contra un hombre lobo que no pueda matar, la última vez no tiene gratos recuerdos de su enfrentamiento con Remus y su padre; tampoco podría matar a Potter si quisiera, así que no está interesado.

Clarisse es quien levanta una ceja hacía él.

—¿No lo estabas defendiendo?

—Tampoco tengo interés de estar a su lado ahora mismo, no soy estúpido.

Annabeth quien también había sido convocada solo se sujeta la frente luciendo cansada.

—Yo podría ir con él —salta Percy caminando a su lado, con el mentón en alto y Draco sujeta sus dos manos viéndolo como el héroe que era.

Dionisio por otro lado no ha dejado de verle.

—No. —Percy frunce el ceño y Draco ve mal al dios del vino—. Irá solo. —Es una orden y aunque Percy gruñe, todos saben que deben obedecer.

Genial.

Suspira antes de ponerse sobre sus pies con las manos en sus caderas, bueno hasta donde recuerda sobre los hombres lobo (de la clase de Severus que dio cuando Remus estaba enfermo) estos no son tan violentos contra los animales.

Así que.

Bufó por bajo molesto.

Era hora de Draco Huron, supone.

.

.

Encontrar a Potter no era el problema, realmente estaba justo donde Juniper la novia de Grover señala preocupada, algunas criaturas parecían ver con curiosidad la cueva y aunque Draco estuvo casi tentado a ir como humano para gruñirle a Potter; prefiere su estabilidad física y no morir en el intento. Convertirse en hurón gana algunos arrullos de las dríadas cercanas, pero Draco solamente bufa antes de dar algunos pequeños saltos. Aunque no es muy común cuando es humano, siente alguna extraña necesidad de pequeñas bayas en esta nueva forma; así que solamente gimotea mentalmente cuando se asoma por la cueva.

Su visión es bastante decente.

No sabe qué esperar.

Probablemente algo como Lupin, la bestia que era algo humanoide y delgada en proporciones bastante grotescas; Lupin era un hombre lobo bastante desagradable a la vista, le doliera a quien le doliera porque de forma humano no era tan horroroso.

Potter por otro lado, es extraño.

Draco se mantiene sobre sus patas traseras observando a la bestia que está hecha un pequeño (enorme) puño, como una bola humana/monstruo lo más profundo en la cueva. Todo su pelaje es negro y aunque no puede ver sus proporciones, puede notar que parece más un lobo que un humano lobo como Lupin, aunque a diferencia del tamaño de su profesor, este parece más pequeño y debe ser por la edad del niño.

Solo tienen 13 años.

¿14?

No recuerda el cumpleaños de Potter exactamente, su yo de 6 años debe sentirse decepcionado de perder esa información que había considerado casi sagrada.

—¡Fuera! —Es el gruñido de Potter y Draco parpadea un poco, antes de procesar que no fueron palabras humanas.

Fueron gruñidos de lobo.

Aprieta su puño de hurón emocionado por la idea de poder comprenderlo, se supone que los hombres lobo están cegados por sus instintos, pero no sabe qué pasaría con los animagos y los hombres lobo; su teoría de no morir hasta ahora ha resultado exitosa.

Salta un poco cerca de él, la cabeza del hombre lobo se voltea con un gruñido, solo para detenerse al verlo. Sus orejas se mueven, pero Draco admira algo idiotizado que sus ojos siguen siendo enormes y verdes; son un lindo color.

Lindo.

El pensamiento como hurón en ocasiones es más simple.

El olfato del hombre lobo lo hace encogerse, aunque está aún lejos de él, los ojos de Potter pasan de ser lindos, a casi unas rendijas cuando muestra sus dientes. En su frente hay unas líneas blancas de cabello blanquecido que parecen imitar un poco su cicatriz de rayo.

—¿Malfoy? —Está seguro que es un gruñido, pero se entiende, algo cavernícola si se lo preguntan—¿Hurón? ¿Por qué? —Ahora no parece que va atacarlo, pero incluso su cabeza de hombre lobo parece mucho más clara de lo que había esperado para unir puntos.

Se siente un poco humillado al recordar los eventos que ambos han compartido con Draco en esta forma, pero no puede irse de aquí sin que Dionisio probablemente lo lleve arrastrado; está seguro que si no hace esto, lo obligará ante el recordatorio de:

Voté para que te dejaran vivir.

Hijo de perra.

Ese no es motivo para obligarlo hacer cosas, pero Draco, aunque odie estar aquí, siente una especie de "culpa", por hacer que Potter pase esto en este lugar; ya saben, en lugar de su casa. Probablemente esta sea su segunda o tercera transformación, lo cual no debe ser fácil, o eso supone, nunca ha sido un hombre lobo. Pero no se siente tan mal al respecto, ya que, aunque no sea un hombre lobo, tiene una vida muy complicada sobre sus hombros.

Sí, pobre Potter.

Salvador del mundo mágico que ahora es un hombre lobo.

*Espera sientan su sarcasmo*

—Circe tenía una forma muy graciosa de tratarnos. —Se acerca tímidamente un poco más, toma como victoria que este no lance un mordisco; sus ojos siguen guardando humanidad a pesar que duda que tenga una poción mata lobos por aquí, debe ser algo del campamento como tal—. Mi forma humana no es positiva ahora mismo, así que me encuentro aquí como hurón —añade de forma elocuente, esperando que Potter entienda que habla con alguien superior.

Este lo ve incrédulo, gruñe antes de volver hacerse una bolita de miseria.

Idiota.

Totalmente humillado por ser ignorado y que eso siga siendo sensible para Draco aun años después, da otros saltos antes de subirse sobre el cuerpo de Potter; este gruñe moviéndose, pero antes que pueda arrojarlo al suelo, cae entre la pared y él. A diferencia de lo que un humano sentiría por estar cerca de otro humano, como animal no tiene esas inhibiciones.

Tal vez debería darle más miedo estar cerca de un hombre lobo, pero Potter no ha intentado comerlo.

Todavía.

Siente el vínculo en su mente de Percy, parece ansioso y Draco lo aparta de un manotazo.

—Fuera.

—Sí, ocupas mejorar léxico, tal vez la poción mata lobos ayudaría, aunque dudo que alguien pueda prepararla aquí.

—Molesto.

—No puedo, el señor D me obliga, así que muévete si no vas a matar a nadie, al menos podría dormir un poco.

—No malo, Harry bueno, no malo.

Draco mira de reojo al enorme hombre lobo que parece sonar miserable, como un cachorro por la idea de que alguien piense que es malo. Eso lo hace sentir un poco culpable, en su tercer año cuando se dio cuenta que Lupin era un hombre lobo, la realidad es que no tuvo ningún pensamiento positivo de él. Fue algo como primer año otra vez, pensando que los hijos de muggles y los mestizos eran lo peor de la cadena alimenticia, en tercer año aún tenía algunos prejuicios, especialmente contra criaturas mágicas.

Aparte de Tyson y las dríadas del campamento, todos los demás seres mitológicos hasta ahora intentaron matarlo.

No pueden culparlo.

Pero ahora al ver al pobre Potter hombre lobo sintiéndose miserable, bueno, Draco siente un poquito de culpa.

—Solo, Harry solo, odio, todos, no querer, Harry malo —gimotea como lobo un poco moviendo su pata y Draco simplemente suelta un suspiro en su mente.

Suspirar como hurón no era tan fácil como humano.

Ahora que se mueve del costado de Potter hasta la cima de su cabeza, lo palmea un poco con su diminuta pata, Potter sigue viendo al suelo como si hubiera sido regañado. Se pregunta vagamente si recordara algo de esto el día siguiente, una parte de Draco, una gran parte de él espera que no lo recuerde; su suerte probablemente haga que lo recuerde.

—No eres malo, solo… ¿incomprendido? —Medita un poco sobre la cabeza del enorme lobo, que gira a verle confundido y probablemente no entienda totalmente sus palabras en este estado.

Es admirable que no pierda totalmente la humanidad.

No ha estado cerca de otros hombres lobo a parte de su profesor, pero incluso aunque no era hurón en ese momento, pudo notar que era una bestia salvaje. Potter estaba lejos de una bestia salvaje ahora, casi humano, como un niño que apenas comprende cosas.

No malo.

Solo.

Diferente.

Casi quiere reírse de la idea de que incluso como hombre lobo, Potter no se adapta a la media.

—Percy es mejor que yo en esto —dice casi con cansancio, y sabe que ha dicho algo mal.

El ambiente cambia.

Todo se vuelve frío.

Draco cae de costado, todo es tan rápido que incluso sus instintos no le dan chance de responder antes de estar de espaldas con Potter erguido sobre él y mostrando los dientes, sus anteriores ojos humanos, ahora se han vuelto dos rendijas y luciendo claramente enfadados.

Mierda.

—¡NO, PERCY! —Es un gruñido brutal, que sabe que se ha escuchado fuera, porque puede escuchar chillidos preocupados; el más difícil de callar es el aliento preocupado de Percy y Annabeth en conjunto—. ¡NO, DECIR, NOMBRE!, tú no —dice al final un poco más controlado, aunque en su rostro puede ver la lucha por no morderlo o atacarle.

Está enojado.

Por Percy.

¿Por qué siempre es Percy?

Toma un segundo el pensar en eso, hasta ahora no ha visto a Potter muy cerca de Percy, pero parece ser que hay algo que no le agrada de su mejor amigo. Es curioso ya que usualmente, aunque Percy es un dolor de trasero para algunas personas que recién lo conocen, es también el que más rápido gana el cariño de otros entre Draco y él. Pero no parece que este sea el caso, todo lo contrario, la bestia interna de Potter parece sentir una gran aberración por Percy.

Vaya.

Quisiera hablar del tema, pero no es suicida.

Percy grita en su mente sobre si debe ayudarle, Draco lo caya y le ordena que se quede atrás, puede sentir la lucha de su amigo; no tiene tiempo para eso.

—Potter —inicia, pero ver al lobo gruñirle y se encoge sin saber en qué falla; una gran fila de insultos pasan por su cabeza antes que intente la alternativa más favorable o suicida—. ¿Harry? —dice casi en un chillido, funciona, el lobo se queda quieto un momento.

Luego.

Sus ojos dejan de verse enojados, su cola se mueve y cuando cae al suelo a su lado no está en forma de ataque, su cabeza está erguida y sus orejas se mueven curiosas; como un perro más tranquilo y casi feliz. Acerca su rostro para olerlo, su hocico parece frío y Draco solo se siente más tranquilo cuando siente que no está en peligro de muerte.

Casi estuvo ahí.

Joder.

Eso fue aterrador.

—Malfoy, ¿Draco? —Parece igual de curioso.

Bien no es como imagino que sería su vida, tampoco pensó que alguna vez podría llamarlo por su nombre, incluso en forma de hombre lobo.

Había estado tan feliz el año pasado cuando habían cortado cualquier lazo.

Y aquí estaban.

Draco se alegró de no sentir un vínculo formarse, aunque admite, que su yo de 6 años se encontraba feliz a pesar de la bizarra situación.

—Harry no lobo malo, solo lobo, no monstruo, solo Harry —intenta hablar con palabras calmadas, pero el lobo frunce el ceño y aunque es una bestia.

Parece no creerle.

Idiota.

Tiene que ser terco en esta forma también.

—Harry malo, familia odia Harry. —Draco lo ve confundido sin saber de qué familia habla, pero este agacha la cabeza viendo a la pared como si fuera reprendido—. Harry solo —dice antes de cerrar los ojos.

Draco se siente confundido, por un momento y piensa en sus primeros días de campamento, apartado en un rincón de la cabaña de Hermes sintiéndose más solo de lo que se había sentido nunca en su vida. Claro que ahora tiene amigos, pero Potter apenas si había hecho algún amigo en el campamento y siempre estaba tenso con cualquier nueva persona; en Hogwarts no era así. Se preguntó si no fuera un hombre lobo, si algo habría cambiado y si sus nuevos problemas peludos lo hicieron ser así.

Si solo fuera mago, habría visto todo tan emocionado como Lavender la primera vez o Draco luego de su primera misión.

¿De qué familia habla?

Draco no sabe quién es la familia de Potter, pero siempre había pensado que la familia del niño que vivió, lo trataría bien; eso hacen las familias. Probablemente Potter tiene tíos o cuidadores encargados de llenarlo de amor, además eran una familia rica los Potter, claramente no dejarían a su único heredero en un mal cuidado.

Detiene sus pensamientos pensando en las ropas del niño o la forma delgada de este verano.

No quiere pensar en eso.

No.

No va hacer vínculos accidentales con Potter, no va a meterse en su vida, luego de este verano no deberían volver a hablar.

Esto era todo.

Cada quien por su lado.

Y aun con ese pensamiento, Draco vuelve a saltar sobre el lomo de Potter, culpa a su instinto de animal cuando se acomoda mejor sobre la cabeza y el cuello del lobo; que lo ve de reojo, pero sin moverse.

—No solo, no ahora —le dice con calma viéndolo con sus ojos de hurón—. Estoy aquí y no tengo miedo —añade de forma un poco terca.

Duda que su presencia fuera reconfortante de ninguna manera, pero aunque los ojos de Potter se cierran, su cuerpo no miente.

Draco sonríe en su interior al ver la cola del lobo moverse ligeramente.

Percy parece preocupado, pero Draco le lanza pensamientos tranquilizantes, no parece contento y quiere entrar, pero la molestia de Draco lo detiene.

Está a salvo.

No duerme en la noche y vela la mayor parte de esta por el idiota culo de Potter, entonces comienza hablar.

—Sabes, hay una historia, de un niño que se dio cuenta que era un semidiós cuando era un mago, de sangre pura y bastante genial —susurra, aunque Draco está seguro que Potter está un poco dormido, pero este mueve su cola feliz.

Entonces comienza a hablar.

La noche aún es demasiado larga.

.

.

Draco se pregunta si lo correcto es contarle esto a Potter, su historia, con algunos nombres cambiados e intentando no sonar como alguien obsesivo; también omitiendo el nombre de su padre.

Potter no lo recordará.

Está seguro de eso.

Igualmente, Draco sigue hablando.

Aun cuando la respiración de Potter se calma y claramente se duerme, Draco sigue hablando.

.

.

Cuando la mañana se acerca se marcha tranquilo para hablar con Dionisio. Sonríe de medio lado cuando pasa la arboleda y ve a Percy dormir contra un árbol con Annabeth velando por este a su lado, ambos con sus armas listos para el ataque y Draco solo suspira.

Ha pasado lo peor, pero duda que esto funcione más tiempo.

.

.

Dionisio no lo deja volver a dormir, apenas lo ve le entrega una carta, que debe entregar a la MACUSA. Draco debe llevar a Potter ahí, piensa en hablar con sus padres para que ayuden también a transportar a Potter pronto de regreso a Londres donde pertenece. Una parte de él quiere quejarse y dejar al niño durante el resto del verano, pero el propio Quirón le recuerda que Potter no es un mestizo y no debe permitirse más en el campamento ahora que todo ha pasado. Argos los llevará a ambos cerca de la MACUSA, pero es un recordatorio de que deben separar sus mundos.

—Los panteones deben estar separados, es por nuestro bien —dice Quirón y aunque Draco le tiene un gran respeto.

Lo odia por eso.

Odia sus palabras.

Draco es la prueba de que los panteones pueden existir juntos, pero al recordar cierto juicio del olimpo, supone que es una extraña excepción. Lavender también porque fue reclamada e incluso Lou que también es hija de Hécate, ahora debe tener cuidado por las elecciones de su madre.

Cuando Potter aparece con unas ropas que Juniper amablemente le llevó, parece un poco pensativo, no menciona nada de si recuerda la noche que ambos pasaron juntos; tampoco que es un hurón, lo cual agradece.

Hace una mueca cuando Draco le indica que deben irse pronto para que pueda volver a Londres.

No parece querer volver.

Draco no quiere pensar en eso.

Piensa en su lugar todo el viaje silencioso en ambos en el carro, donde Percy no estaba permitido ir. Cuando se despidió de Percy prometiendo volver en unas horas, hay una extraña pero tensa mirada entre Percy y Potter, que le hace confirmar algo.

Potter no quiere a Percy.

Pero sorpresa.

Percy tampoco parece querer a Potter.

Argos le dice que lo va a esperar y Draco asegura que no va a durar mucho, según había hablado con sus padres por mensaje Iris, su madre llegaría en cualquier momento para ayudar a Potter a regresar a Londres. Su padre Lucius tuvo un pequeño mini infarto, Draco vio como sus ojos se movieron violentamente como si quisiera preguntarle porque le hacía esta clase de cosas a él.

Sí.

Tampoco quería a Potter aquí, pero las cosas se habían dado de esa forma.

—Ya vengo Argos, no me dejes atrás o ya verás —le advierte Draco con seriedad y el hombre solamente le guiña uno de los ojos de su mano.

Potter se estremece, Draco camina acostumbrado antes de detenerse a una cuadra del ministerio. Probablemente debería decir algo más, pero no es como si ellos fueran amigos y todo el tiempo que han tenido que convivir hasta ahora ha sido aproximación forzada. Puede que Potter lo siguiera como un perro faldero (vale el chiste es negro hasta para él), pero nunca hablaron mucho sobre algo que no fuera seguridad o mantenerse con vida.

Parece que incluso Potter hizo una pequeña, breve, amistad mejor con Will o Lavender.

Irónico.

—Hay una sección del ministerio, cuando eres suficientemente rico para utilizarlo, que te permite borrar tus recuerdos. —Se aclara un poco la garganta ante la mirada intensa del chico—. Puedo hablar con mi madre para que te lleve ahí, todo muy seguro y confidencial, solo eliminarían los recuerdos de este verano si eso quisieras —anuncia su punto, los ojos de Potter se abren con confusión.

No hay alivio luego de unos segundos.

Solo molestia.

—¿Por qué querría eso? —La incredulidad y palabras de su boca que parecen heridas, provocando que Draco bufe.

—Potter estuviste en medio de una lucha en otro continente con criaturas que realmente no deberías conocer. —Lo apunta con el dedo, pero Potter no se estremece—. Así sería todo más fácil, hablaría con Lavender y seguiríamos con la idea de no hablarnos de por vida. —Algo en el rostro del chico se estremece, pero cuando voltea a verlo ya no está—. Tu vida parece ser ya bastante complicada y esto es mi mundo, no el tuyo. —Puede que suene algo egoísta y celoso, pero es verdad.

En el mundo de la magia Potter brilla, es el niño quien vivió y que tiene muchos admiradores de todas las edades por ahí, besándole el culo porque es solamente quien es.

Dumbledore le había regalado prácticamente la copa de las casas en primer año.

Draco no.

Draco era casi como un paria socialmente comparado a Potter, sin contar que en sus últimos años apenas si ha ido a eventos sociales y que, aunque odie admitirlo, al menos hasta que venzan a Cronos su prioridad se encuentra en este mundo.

Suyo.

No de Potter.

Y puede que fuera aquí también una paria, su padre del olimpo no piensa reclamarlo y ante los demás, eso siempre será algo que falte. No solamente es una existencia que le han repetido una y otra vez que no debería existir, tiene un mejor amigo que la tiene complicada por la vida y termina arrastrándolo a sus aventuras todo el tiempo.

Pero es su vida.

Esta es su vida y Potter no forma parte de ella.

—No —dice, simple, seguro, confiado.

Draco lo ve incrédulo.

—¿No?

—No.

—Potter, mira tal vez no seas inteligente, pero incluso tú deberías ser capaz de sumar 1 + 1.

—No quiero olvidar este verano, es mi recuerdo y yo decido, y decido conservarlo.

Draco abre la boca listo para preguntar:

¿Por qué?

También quiere preguntar otras cosas, sobre si recuerda si es un hurón, el motivo de porque odia a Percy (no si hay posibilidad de odiarlo, sabe que lo odia, pero no entiende el motivo), si es un imbécil por no querer olvidarlo todo y preguntar también sobre su familia.

Lo ve con incredulidad, pero Potter solo se mete las manos en los bolsillos de su pantalón, utilizando la estúpida camisa del campamento que no es suya.

Este mundo no le pertenece.

Es suyo.

No de él.

—Haz lo que quieras —sisea caminando molesto y Potter solamente lo sigue.

Idiota.

Su madre está ahí cuando llegan y Draco ignora a Potter para correr hacía ella para abrazarla, esta sonríe encantada mientras acaricia sus mejillas, su cabello y le da un suave beso en la frente que hace a Draco suspirar. Antes solía ser más indiferente, pero ahora cada verano comienza a replantearse más sobre su vida y el valor de su madre en ella.

De un padre que te ame.

Cuando voltea a ver a Potter, este aparta la mirada demasiado rápido luciendo amargado y Draco solamente comenta a su madre un poco sobre su verano.

—El señor Potter parece enterado de tu nueva, situación de vida, supongo que deberíamos pasar por un especialista de memoria en Londres —comenta Narcisa luciendo preocupada, pero Draco solo gimotea antes de negar con la cabeza.

—No, el señor D y Quirón lo saben. —Mira de reojo a Potter, quien sigue terco en su decisión, pero parece incómodo de ver a su madre.

Imbécil.

Su madre es preciosa y la mujer más respetable de todas.

—Recuerda que este verano tienes que volver temprano. —Le da una mirada que no permite dudas, Draco maldice por dentro porque había olvidado hablar con Percy y sus amigos sobre el mundial de quidditch—. Todo estará listo para recibir a tus amigos, por ahora espero que no vuelvas a pasar más de unos pocos días sin enviarme un mensaje nuevamente. —Su voz es dulce, pero sus ojos son una advertencia que Draco capta de inmediato.

—Por supuesto —dice con nerviosismo.

Entonces todo se vuelve más incómodo cuando su madre camina al lado de Potter, que saluda torpemente y luego están listos para irse, Draco se debe quedar. Observa cómo pasan la primera sala del ministerio, o como estuvieran a punto de hacerlo; Potter se ha detenido para por fin voltear a verlo.

Es raro.

Su yo de 6 años estaría emocionado al respecto.

Draco solo está confundido de cómo se siente al recibir una mirada sin odio o molestia de Potter, solo una mirada casi divertida.

—Si te atreves a ignorarme nuevamente en Hogwarts le contaré a todos tu pequeño y albino secreto peludo —dice con diversión a lo cual Draco toma un momento para procesar sus palabras.

Antes de volverse rojo como un tomate indignado.

Hurón, siente el peso de la palabra sobre su cabeza.

—Tú también eres jodidamente peludo —sisea en voz baja, porque sabe que el mocoso lo escucha y lo sabe por la risa divertida que suelta.

Nunca había reído con él, o por él, o … ¿debido a él?

Ve indignado como el chico se marcha con su madre, que le da una mirada curiosa, pero Draco solo se queda ahí totalmente rojo como un tomate, ignorando que su corazón comienza a latir emocionado; no, no es emocionado, es enojado.

—¿Por qué te sientes tan feliz Draco? ¿Potter ya se fue?

Es la pregunta mental de Percy, Draco chilla indignado de no haberlo notado, no está feliz, no se siente feliz.

Idiota.

Todos son idiotas.

.

.

Aparentemente no saber andar en bicicleta era algo muy serio en el campamento, Draco no había dicho mucho cuando regresó al campamento con el rostro pensativo, pero Percy se había pegado a él como si tuvieran pegamento y Draco pensó que eso le ayudaría a distraerse. Hubo una pequeña discusión entre Annabeth y Percy sobre el no haberle enseñado a usar una bicicleta cuando vivieron juntos, así que ahora estaban luego de un poco de entrenamiento con armas en la mañana y las nuevas e incorporadas secciones para reconstruir lo dañado, en medio de un claro con una bicicleta que los hijos de Hefesto habían preparado en unos instantes.

Todo el campamento seguía en recuperación por la lucha, pero aparentemente algunos ocupaban distracciones de sus deberes.

Will que seguía un poco triste debido a lo de Lee, estaba sentado viéndolos junto a Nico, que había sido bastante sobreprotector y sin separarse de Will desde que la lucha terminó. Lavender estaba ahí animándolo, emocionada, porque aparentemente, aunque ella también era una sangre pura, sí sabía andar en bicicleta.

Fue un poco refrescante.

Incluso cuando Draco fue empujado en medio de una pendiente (porque estos idiotas eran semidioses que no saben enseñar cosas mundanas de forma no cercana a la muerte) y terminó en el lago varias veces, fue interesante. Todos apestaban en la enseñanza e incluso Quirón tuvo que intervenir para que no lo arrojaran por una pendiente.

De nuevo.

—¿Qué pasó al final con Calipso? —preguntó Draco, curioso cuando no vio a la ninfa por ningún lado a lo cual Percy se vio notablemente incómodo.

Puede que hiciera eso por venganza a estar en el lago tres veces seguidas, pero bueno, Draco era un poco mezquino.

—Ella quería ir a la misma escuela que yo el próximo año, ahora que es mortal, estaba interesada en las clases y ser una niña normal —admite Percy con cuidado en medio de su cabaña.

Draco se pregunta si Poseidón sabe que se ha colado algunas noches para compartir la habitación con Percy, con suerte solamente lo ignore, pero Draco duda que algún dios del olimpo realmente lo ignore. Pero todavía no había intentado matarlo (que se diera cuenta) por lo cual Draco solamente se estiró un poco como un gato sobre la cama.

Era muy cómoda.

Se preguntó vagamente si la cama de la cabaña de Zeus sería cómoda, pero dudaba que alguna vez pudiera estar en ella.

No había cabaña de Hestia.

Joder.

—Ella es linda. —Incluso para un chico gay como Draco, las cosas son como son, Percy lució claramente incómodo.

Sí.

Draco estaba disfrutando esto más de lo que debería.

—Le dije que no creía que fuera una buena idea, creo que Quirón habló con unas viejas conocidas, para que ella pudiera ir a una escuela cercana a alguien que la vigilara. —Ahora Draco se levanta impresionado de las palabras de Percy—. Ella es agradable y realmente me sentí confundido en su isla, pero aquí, yo solo… Annabeth… —Ahora parece en conflicto y Draco ladea la cabeza curioso—. Además estaba lo de Rachel, entonces simplemente no quería complicar las cosas.

—Se te juntó el ganado.

La fuerza demoledora de Percy con su almohada, lanzó a Draco hacia atrás muerto de la risa, su cabeza dio vueltas ligeramente, pero había valido la pena.

Ambos compartieron cama como en los viejos tiempos, aunque eran más altos, extremidades más largas y era imposible no tocarse en ocasiones. No fue para nada incómodo, sorprendentemente Draco se encuentra disfrutando el contacto humano de su amigo, sin sentir mariposas o algo en su vientre y casi se pone a llorar de la emoción.

Agradeció a Hestia silenciosamente por eso.

—Sabes, es raro, hubiera preferido mil veces que fueras tú que volviera conmigo este año y fueras al colegio conmigo —susurra Percy en voz baja, sujetando su camisa de dormir para que no se fuera.

Asustado, temeroso, había estado así desde luego de la lucha en el campamento.

Con miedo a perderlo.

—Soy más hermoso que una Ninfa y tu mejor amigo, claro que me prefieres a mi —se burla Draco. Percy se ve casi tentado a golpearlo, pero ambos parecen cansados.

—Tal vez… —Draco abre un ojo para verlo de reojo, Percy parece un niño al borde del sueño y Draco sonríe con cariño—. Cuando seamos mayores, tal vez deberíamos ir juntos a la universidad —susurra antes de bostezar, acercándose más a él y dormir abrazado como un koala.

Su respiración se tranquiliza demostrando que se ha dormido demasiado pronto, pero el sueño abandona a Draco en realidad.

Se queda mirando al techo de la habitación por mucho tiempo, pensando en las palabras de Percy producidas probablemente por el sueño, tal vez con algún subconsciente por ahí. Sabe que la universidad es una forma de estudio muggle, para especializarse en diferentes carreras. A diferencia del mundo mágico donde luego de terminar sus estudios en Hogwarts, podrían aplicar para diferentes áreas como aprendices e ir avanzando desde ahí.

Había algunas instituciones que proveían un poco más de estudios de ser necesarios, pero era algo que los magos no solían hacer mucho.

Ser muggle era difícil.

No había pensado mucho sobre el futuro, simplemente había dado por hecho que sería el heredero de la familia Malfoy, por lo cual pasaría mucho tiempo con su padre una vez que se graduara. Había visto ese futuro claramente desde niño, porque eso era para lo que había nacido.

Voltea a ver a Percy, quien ya tiene la boca abierta y está babeando su hombro como de costumbre.

Universidad.

Draco cierra los ojos, casi puede verlo, ambos caminando tranquilamente al lado del otro, bromeando mientras Percy estudia algo como biología marina o ser profesor, porque era un idiota que disfrutaba enseñando a los otros. Intenta pensar en qué podría hacer, se vería tentado por ser un abogado para luchar en medio de la corte (ha visto demasiadas series de abogados o policías con Sally), aprovechando sus dotes en negociaciones que ama. También puede verse siendo profesor de química, algo que siempre ha amado y en ocasiones cuando no está en la escuela, lee los libros que Percy y Sally siguen enviando cuando lo pide.

Annabeth también disfruta charlar y explicarle cualquier cosa de química que no entiende totalmente.

Ambas opciones son encantadoras.

Pero son muggles.

Sus padres no podrían soportar eso, porque, aunque hay muchas cosas que ha hecho en estos veranos y con Percy, solamente puede ser ahora. Crecería y aunque seguiría siendo amigo de Percy, no podría acompañarlo en la universidad o en una vida muggle.

Sonríe con amargura cuando pasa un brazo sobre sus ojos.

¿Quién lo diría?

Draco Malfoy añorando una vida muggle que no puede tener.

—¿Qué ha pasado conmigo? —pregunta a nadie en particular, no obtiene respuesta y prefiere cerrar los ojos.

Soñando con un mundo muggle, donde Percy y él siguen siendo mejores amigos, tiene una vida tranquila rodeado de todos a quienes ama.

Bueno.

Nadie puede obligarlo a no soñar, esto es suyo, nadie se lo puede quitar y no se lo dirá a nadie, es su pequeño secreto.

Continuará…

Bueno ya casi terminamos totalmente esta parte del arco 3, aun nos falta parte o la totalidad del cuarto libro de Harry Potter, así que nos queda mucho que abarcar. Harry tuvo mucha participación en esta parte, pero probablemente tendrá incluso más ahora que se acerca el cuarto año.

Percy y Draco son un amor juntos, son mejores amigos y eso es encantador.

También la última parte me rompió un poco el corazón, porque Draco se está dividiendo sobre lo que quiere en el futuro.

Tambien ahora que oficialmente terminamos el libro 4 de Percy Jackson intentare tomarme unos días libres en actualizar, una semana espero, aunque ustedes usualmente me logran convencer de lo contrario. Ocupo descansar.