Más episodios para disfrutar, no olviden dejar sus comentarios, favs y demás, para apoyar la historia. No olviden que en mi IG /OnlyStarling están algunas ilustraciones de personajes para ésta y otras historias que tengo.

Hasta muy pronto~

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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.

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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^

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El Baile del Cuervo

Por Clarisce

Capítulo 11: Envidia

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La moneda de cambio giró de nuevo, ambos estaban en el reino de los espíritus, en lados opuestos, Irelia observaba negando y Swain esperaba poder alcanzarla para aclarar sus asuntos de una vez por todas, sin darse cuenta que el conflicto que tanto los caracterizaba, podía ser su punto de inicio.

Amaneció, se dio cuenta por la luz que entraba por su ventana y algo que no dejaba que se concentrase, no podía creer que hubiera hablado por más de 3 horas de todo lo que él había pensado jamás emitir una palabra.

— ¿Qué… es esto? —preguntó y miró con ojos adormilados a su lado, tenía a una mujer con el cabello revuelto entre sus brazos.

Su melena azul oscuro tenía varios de sus hilos sobre su propia cara, con una mano los quitó y buscó la fuente, el rostro de esa joven se ocultaba bajo ellos. Descubrió los labios de ésta y luego sus ojos cerrados, la miró por más tiempo del que debería, se preguntó la razón de haber aceptado seguir con ese matrimonio.

Tenerla con él le nublaba el juicio, hacía que no pensara antes de hablar, que se engullera su lógica y se amparara en ideas que ella colocaba en su cabeza. Había odiado por tanto tiempo a ésta mujer, que cuando la tuvo y ella abrió sus ojos, que como el cielo mismo le saludaban, quería castigarla, hacer que lo odiara, que sintiera cada una de las emociones negativas que quería evocar, pero no podía.

— Buen día… —musitó ella.

La odiaba tanto, quería tocarla y arrepentirse toda la vida.

— Será mejor que te levantes, tienes muchos deberes —dijo Jericho y se levantó.

La joven de pelo azulado se acurrucó más en la cama y gimió en negativa, estaba cómoda y caliente, nada podía estar mejor en ese momento.

Un par de minutos después, Swain estaba impecable, había terminado su rutina de cambio y aseo, y se preparaba para continuar con sus deberes, miró a una adormilada joven aún descansar en su desordenada cama, era un espectáculo que jamás imaginó.

— No olvides seguir la rutina que dejé escrita con Emeri —mencionó, se dio la vuelta a punto salir.

— Espera —dijo Irelia, se levantó de la cama, se hizo el cabello para atrás y corrió de puntillas hacia él.

Se miraron a los ojos y ella sonrió, las mejillas formaron unos lindos hoyuelos que Jericho no dejó de notar con sorpresa. Nunca pensó que alguien tan peligroso pudiera sonreír así.

— Un beso…

Dijo ella a la nada y el peliblanco lo recordó, la promesa que se hicieron, bajó la cabeza, se rió y la levantó para mirarla, la joven extendió el rostro mientras Jericho tomaba su mejilla con su mano para sostenerla mientras posaba sus labios sobre los suyos.

Se besaron durante un tiempo prolongado mientras Irelia abría su boca para dejar entrar la lengua de su curioso nuevo esposo, en ese momento Swain se detuvo, pensó haber sido invitado a más de lo que debería y se hizo para atrás.

— Un beso por día, ayer me diste 3, debes dejar de-

— Si no te gustaran, no lo haría —replicó y el joven apretó los labios, dándole la espalda para salir.

— No le causes problemas a Emeri y tampoco a Lille. Te veré en la noche.

Debería decirle que no se meta en problemas cuando concretamente ella había provocado una locura en su entorno. Sabía que los empleados de la casa Swain respondían a todos menos ella, así que según las normas, debería cuidarse más si no quería darle problemas a su nuevo esposo.

Se acostó en la cama, sonrió y recordó la noche anterior, había sido reconfortante escucharlo decir que la "roja", como le llamaba a Stelia, no era nada suyo, que tenían ciertos tratos a causa de su estatus, pero nada más, debería haber sido más incisiva y asegurarse, perdió su oportunidad.

Al cabo de un rato, entró Emeri, se veía asustada, no tenía color y sus ojeras denotaban lo preocupada que había estado.

— ¡Sigue viva! —dijo la joven sirvienta.

— ¿Esperas encontrar un cadáver? —preguntó Irelia.

— Yo… —lo pensó, entonces se dio cuenta de su descaro— perdóneme, usted ya es parte de la familia, debo saludarla apropiadamente —se inclinó— buenos días, ama Irelia.

— ¿Es necesario hacer eso todos los días? —preguntó algo divertida por lo teatral del asunto.

— Claro que sí, usted es esposa del joven amo, por lo tanto, debo hablar con respeto, sino podrían pensar mal de mí y aprecio mucho mi lengua y manos para ser irrespetuosa.

— Estamos solas, no te preocupes por las formalidades, aunque necesitaré tu ayuda —se levantó de cama y giró sobre sí misma— no tengo ningún vestido o ropa.

— ¡Oh no puede ser! —Emeri cubrió sus ojos— ama Irelia, no tiene ropa interior.

— Esto es ropa de noche.

— Ajá…

— Ropa para mi primera noche con mi esposo.

— Eh… no… —respondió nerviosa.

— ¿Estás diciendo que me falta algo?

— Sí, ama, usted necesita de ropa interior, la usamos comúnmente, incluso los sirvientes y esclavos, ¿no tiene? —preguntó.

— Sólo traje esto, verás… —se sentó en la cama con piernas cruzadas— de entre todas las cosas que me enseñaron, no creo que hubiera alguna que hablara de lo que debía vestir…

— Claro que sí- —se calló— ¿dónde está su manual?

— Oh, el manual de arte amatorio —buscó entre sus cosas y encontró el mismo, se lo entregó a Emeri y ésta se sorprendió— ¿qué pasa?

— Esto es jonio, usted debió recibir el manual noxiano.

— Tal vez se perdió, mi noxi no es tan bueno, quizás las señoras que me instruyeron lo obviaron.

— Hay una sección de ropa íntima, un camisón se acompaña con brasiers y calza nupcial, es muy útil y… perfume, ¿no tiene nada? —preguntó.

— No-llegó-nada —dijo como un robot— entonces… ¿no debí hacer esto? Oh…

Emeri dejó el manual sobre la mesa de noche y se rió ligeramente.

— No se preocupe tanto, puedo conseguir otro manual y con respecto a la ropa, tendremos que hablar con la Vizcondesa, ella deberá autorizar comprarle ropa, lo bueno es que ya le fue asignado un presupuesto, el amo Swain ha sido muy proactivo con éste matrimonio, firmó todos los papeles de inmediato y…

— ¿Jericho hizo eso? —dijo enrojecida.

— No —negó con sus manos— fue nuestro amo Swain, el señor de la casa —aclaró— debe ser más consciente joven ama, no queremos causar incidentes, sé que es nueva, pero debe ser muy cuidadosa con todos en casa, incluso con el amo Swain. Nadie es de fiar y cualquier error afectará directamente al joven amo.

— ¿Cuál es la relación que tiene con su familia?

— La Vizcondesa, es de quien más debes cuidarte, ella odia al joven amo Jericho, haría cualquier cosa para perjudicarlo.

Escuchó silenciosa, al tiempo que pensaba en que la persona que más insistió en usar un matrimonio para arreglar la situación entre Jonia y Noxus, había sido ella, la estaba usando para evitar que tuviera mejores contactos, sólo era una piedra en su camino, aún así… quería estar a su lado, no sabía cuál era la razón, sólo sabía que su corazón se calmaba al tenerlo cerca, mirarlo y besarlo.

— ¿Estás escuchando? —preguntó una voz rasposa.

Jericho levantó la mirada, sus ojos rojos se posaron sobre los de su padre, estaban serios pero de pronto una charla casual los hizo salir de la rutina.

— Sí, es sólo que buscaba las palabras para responderle.

— ¿Es tan difícil decirme si fue buena o no?

— Estamos aprendiendo uno del otro.

— Una joniana tan escandalosa, ¿qué podría enseñarte? —preguntó su padre.

— Tiene virtudes.

— Hizo que Lille corriera a mi, Lille… —el tono de sorpresa en su voz se hizo notar— el pobre no hacía más que pedirme que reconsidere a esa mujer como tu esposa antes de su primera noche.

— Los sirvientes tienen el deber de apoyar a sus amos.

— Azoté a ese miserable, se tomará el día.

— ¿Por qué hizo eso? —preguntó Jericho entre enojado y sorprendido.

— ¿Quién es él para oponerse a mi voluntad? Le dije que dejara en paz a tu esposa, le dije que ella podía hacer lo que quisiera y… me replicó.

La habitación semioscura se hizo helada al momento, veía a su padre sentado frente a un escritorio enorme, con un par de velas a un lado, un cuadro atrás, de su madre y muchos libros en estanterías, los cuales temblaron ligeramente.

— ¿Me obligarás a continuar con éste matrimonio hasta el final?

— No.

— Entonces…

— Uno de ustedes tendrá que morir para terminar ese matrimonio —respondió sincero— espero que no seas tú, mi amado hijo —respondió divertido, no expresaba una sonrisa, sólo una ligera mueca en sus comisuras.

— ¿Por qué? —preguntó.

— Necedades de un viejo, así que vive tu vida con ella, te recomiendo que aprendas a lidiar con tu esposa, como yo lo hice.

— No es que no la quiera, es… sólo que ella no merece algo tan mísero como pertenecer a nuestra familia.

— Deja de fingir, no eres tonto, ni lastimero, ni una víctima, eres mi hijo, guardas una voluntad difícil y algún día entenderás tu destino.

— Si mi posición no es asegurada en la familia, no viviré más allá de lo que una jonia rebelde podría sobrevivir en la corte.

— Sal de aquí, haz tus malditas maquinaciones y trata de envolver a alguien más. Ser el jefe de la familia no es algo a lo que deberías aspirar. Hubieras aceptado el patrocinio de los Duques Diavil si tenías tanta prisa, ellos ofrecieron una gran oportunidad y no la tomaste.

— No son lo que cree —bajó la cabeza— pero entiendo, lo veré luego, padre.

Salió del estudio para quedarse pensando, Isain Swain tenía la razón, dejar a su esposa no era una opción cuando ese matrimonio ya fue aceptado por la familia, e incluso si la dejara libre en contra de los designios dados, no sabe lo que serían capaces de hacerle. Decir que uno de ellos debía morir era un fatalismo que no soportaba, tal vez guardaba otras motivaciones.

Aunque la razón para evitar a los Diavil, no había sido porque le ofrecieran algo incongruente, sino porque Stelia lo quería a él, sentía su poder, esa afección que como una enfermedad lo recorría y aquellos ojos dorados apoderándose de su ser.

Ella no quería un aliado, quería un esclavo.

Era consciente de su posición, en cuanto aceptara el patrocinio, Irelia desaparecería extrañamente en circunstancias que no podría explicarse, así también Stelia se ofrecería a consolarlo en tiempos tan desgraciados, él sería parte de los Diavil, un duque consorte, sin poder y sólo un nombre para vivir sin molestias por el resto de su vida. Eso no era malo para alguien vago y sin ambiciones, pero él… él no quería sentarse en su mecedora mientras la luz de sol salía en el horizonte, ni quería ser la máquina de producción de hijos de la familia.

Mientras Stelia lo viera con deseo, él jamás tendría un día calmo, sería un muñeco, relegado al placer y quizás la honra de ellos, sus ideas ya no le pertenecerían, su espalda y nuca tendrían grabado el nombre de Stelia. Oh… que vida tan simplista, ¿así se sentirían los perros? Pensó Jericho.

— Joven ama, se ve maravillosa —dijo Emeri.

La servil niña alabó la imagen reflejada en el espejo de su nueva señora, la cual no dejaba de acariciar los bordes y telas finas que la rodeaban, nunca había sentido tela fina en sí misma, claro que usaba ropa adecuada, mas no algo de esa calidad.

La tienda en la ciudad, guardaba diseños exclusivos para clientes Premium y claro, una hija de la casa de los vizcondes Swain era apropiada para ello.

— ¿Lo crees? —preguntó ella.

— El amo Jericho estará sorprendido —señaló.

La campanilla de la puerta sonó y Emeri se giró como por inercia, antes de volver su mirada a la peliazul, notó una cabellera naranja agitándose con pasos firmes por la alfombra de bienvenida.

La dueña de la tienda entonces salió al encuentro, debía rendirle su saludo a la nueva clienta.

— Jamás había visitado esta tienda, ¿es nueva? —preguntó y uno de sus asistentes salió a responder de atrás suyo.

— Señorita, es una tienda de calidad media para hijos de nobles de rangos inferiores al suyo.

— Oh —sonrió abiertamente— ya recordé que tengo un sastre privado y una costurera y no compro en lugares así.

— ¿Ah? —dijo Irelia mirando a la "roja", como le llamaba.

— Es mejor que se quite el vestido y pidamos que envíen lo que escogimos a casa, joven ama —sugirió Emeri.

— La pequeña Emeri, es una casualidad —afirmó Stelia— ¿qué haces aquí?

Mira hacia abajo, la presencia de la futura duquesa Diavil es demasiado para una sirvienta como ella, que ni si quiera era suficientemente digna para pisar su mismo suelo.

— Le saludo, señorita Diavil —se inclinó por completo, colocándose delante de Irelia.

Ésta se acercó y sin esconderse salió a mirar de frente a esa mujer, era la "no-amante" de su esposo, entrecerró los ojos y esperó que ella le dirigiera la palabra, ya que no era respetuoso hablar antes que alguien de mayor rango.

Diavil tomó la ropa que Emeri resguardaba con sus manos, sólo la tanteó y miró a la sirvienta por un poco menos de segundos, ésta seguía evadiendo su mirada.

— Terrible gusto. Salúdame a Jeri, dile que lo veré más tarde —dijo seductora mientras se giraba sobre sus talones para irse.

Esto estaba haciendo que su sangre hirviera, ¿cómo podía ignorarla? Era terriblemente molesto, era la esposa de Swain y la "roja" pretendía lastimarla con su actitud, antes de que moviera un dedo más, Emeri volvió a ponerse delante de Stelia.

— Mi joven ama le desea salud y una larga vida.

— ¿Qué dijiste? —volteó.

Miró a Irelia desde arriba, pero ésta no dejó de desafiar su poder con aquellos distintivos ojos rasgados.

— Tú.

— Me encargaré de decirle a mi esposo que envía saludos —sonrió desafiante—. La visitaremos pronto —pudo responder finalmente, inclinándose como toda una noble.

Esto sorprendió a Stelia, quien no pudo evitar sentirse molesta al haber caído en la trampa de aquella mocosa de cabello corto y vestida de moza.

— Ajá… —enfrió su mirada y se fue.

Al estar lejos de su atisbo, ambas pudieron respirar, siendo que habían estado conteniendo cada aliento, Irelia miró a Emeri, la cual sólo sonrió.

— Gracias —le puso la mano en el hombro— pero por favor no hagas eso otra vez, alguien podría molestarse.

— La señorita Stelia no puede ignorarla, es mi deber como su sirvienta ayudarla, no es algo de otro mundo.

— ¿Y si le cuenta a Jericho? —preguntó preocupada.

— Usted está viva —dijo Emeri como si fuera suficiente explicación.

— ¿Y? —lucía confundida.

— El joven amo jamás ha dejado que una mujer esté en su residencia, menos en su habitación, ni si quiera nosotros podemos entrar, si es que podemos lo hacemos con su permiso y en días designados, el amo es muy selectivo y… con sólo tenerla viva y que haya dormido con usted toda la noche, significa que goza de su favor, no lo desmerezca, ahora es una Swain, incluso si yo debo morir azotada, defenderé su dignidad siempre, porque usted ha sido reconocida como parte de la familia.

— Emeri… —dijo enternecida mientras se lanzaba a abrazarla.

— ¡Se-Señorita! —gritó atemorizada, era la primera vez que la abrazaban de esa manera en público.

Entre tanto la joven sirvienta rogaba a su ama que la soltara, la furia de la futura duquesa iba en aumento, un sirviente le abrió la puerta de su carroza y ella simplemente lo empujó para entrar.

— ¡Vámonos! —ordenó a gran voz.

Los caballos avanzaron rápidamente.

— "¿Esa estúpida era su esposa?" —pensó respirando agitada— "Esa maldita, esa sucia jonia de clase inferior estaba comprando ropa y acomodándose en la casa que debería ser mía, con Emeri, la sirvienta que debió estar bajo mi mando, todo… todo lo que tenía, incluso la más miserable tela en su lascivo cuerpo me pertenecía, ah…" —sostuvo su cabeza, cubrió su rostro y con ojos lagrimeantes miró hacia un frente vacío, recordando cuántas veces había tenido a Jericho ahí.

¡Oh! La desesperación, no había sentido envidia en todos sus años de vida, eventualmente él sería suyo, desde que inició su camino en éste pecaminoso mundo, no había poder envidiable, incluso el emperador le rendía sus saludos, ya que gracias a que ellos guiaron a los demás nobles, estaba en el poder, así que no, no sentía envidia, pero… nadie sabía cuánto autocontrol tuvo que tener para no quitarle a Emeri esas baratas y miserables piezas de ropa.

— "Él no la ama, no la ama, no la ama" —se repitió convenciéndose de que nada era para siempre.

Pero su amor no era comparable al beneficio que le traería, así que tampoco la necesitaría. Luchó tanto por convencer a su padre de hacer a Swain uno de sus colaboradores, incluso su madre, quien parecía estar en contra, aprobó su elección, ya que Jericho era un gran prospecto al futuro, bueno con letras, noble hasta la médula y muy astuto, lo suficiente para llevarlos a lo más alto en la escala noxiana.

Antes de terminar su ligero impulso de rabia, se calmó pensando en que todo lo que ella quisiese requería ser tomado con mucho cuidado. Limpió sus lágrimas y miró por la ventana, una tormenta se preparaba y ella guiaría los truenos sobre la vida de mísera joniana.

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Fin de Episodio 11
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