Había olvidado actualizar aquí, mis disculpas, espero disfruten del episodio :) no olviden dejar su apoyo a la historia con sus review, favs y comentarios, se les agradece. Pasen una bonita noche o bonito día ^^!
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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.
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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^
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El Baile del Cuervo
Por Clarisce
Capítulo 16: Por Jericho
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Vio partir aquella gran carroza con un murmullo en su boca y cuando perdió de vista a quien había dejado, fue hacia su escritorio, tomó una silla y la dirigió hacia él con frustración, suspiró y se sentó en ella finalmente.
— ¿Qué me pasó? —preguntó un poco más irritado.
No había planeado eso, quería decir, aquel impaciente deseo, el miedo a perder su oportunidad de volver, de que Raum volviera a tomar el control de todo mientras veía incapaz desde la muerte o la sumisión.
Sí, era eso, el miedo de morir y ser doblegado a la destrucción lo guiaron a sentir tal pasión por su esposa. Se tomó la cabeza y pensó que se había equivocado, la estaba deshonrando y al hacerlo, más demonios se mezclaban con su vida.
Si tan sólo Irelia pudiera controlarlo, hacerlo a un lado, pausar su descarada misión por consumar un matrimonio condenado a la muerte de uno de los dos, pero no cooperaba, ella nunca lo haría.
— ¿Quién eres? —preguntó Irelia, al entrar a la carroza no pudo evitar sentir una presencia.
— …
La presencia ahí no dijo nada, pero claramente había un espesor en el aire y parecía contaminarse con cada respiración.
— Habla o destruiré éste lugar —advirtió ella, la verdad… era capaz.
Esa presencia salió de la oscuridad, era como si usara algo para esconderse, un artefacto mágico o ¿algo más?
— Eres perceptiva.
— Ah… —dijo algo decepcionada, frente a ella estaba un hombre sencillo, con una túnica escueta, vestido como un sirviente.
— Me encargaron verla, no quise interrumpir sus pensamientos.
— ¿Sirves al emperador?
— Así es —respondió sin expresión.
— Creí que estaba prohibido que gente ajena usara el carruaje.
— Mi amo tenía una misión —dijo aquel en respuesta, lucía desconfiado.
— Hubiera sido tan malo que alguien de mi casa me acompañara, ¿no?
— ¿Le preocupa morir?
— Nada puede pasarme —dijo con una sosegada calma girando su rostro para ver por la ventanilla, el carruaje no se detuvo en ningún momento.
— ¿Cómo puedes estar tan segura? —preguntó.
— No lo sé.
Quería ignorar el hecho de que hablaba con un extraño, alguien muy curioso y al que no le debía respuestas.
— ¿Qué crees que te hará el emperador si descubre tu actitud?
— Conmigo lo que quiera.
— ¿Y con tu esposo?
Irelia no dijo nada, pero una mueca de disgusto se mostró en su impoluto rostro, como si estuviera a punto de decir algo inapropiado, relajó su expresión para ver aquel sirviente, estaba entrometiéndose en un tema delicado. Su esposo era la persona que más valoraba en su nueva vida, claro que no era perfecto, pero lo quería, por destino y por decisión.
— Si mi amo te pidiera una noche con él, ¿qué harías?
— ¿Noche? ¿Reunión? —su noxi volvía a mezclarse, no estaba siendo claro e Irelia confundió las dos palabras.
Antes de repensar en aquellas vagas frases en un idioma que no era el suyo, giró su rostro otra vez a la ventana, pero esta vez contraria, notó algo, ajustó sus ojos pero era de noche, ¿era…?
Una veloz flecha se dirigió a donde su acompañante estaba, ésta de inmediato se lanzó hacia él para quitarlo de la dirección, ambos cayeron al piso, su acompañante miró rápidamente su brazo, el artefacto que le daba invisibilidad había sido roto, era una roca especial puesta en un reloj.
— ¡Nos atacan! —dijo ella y el carruaje se detuvo abruptamente.
— Esto no debía pasar —dijo el sirviente.
La flecha había rozado su rostro, se tocó con la mano y notó la sangre brotar, era… la primera vez que había estado tan cerca y todo porque ella lo había descubierto, porque alguien los estaba atacando, porque él no era un simple sirviente, esto había sido planeado por alguien más.
Boram Darkwill era un hombre con pocos amigos, no anhelaba más poder porque lo tenía todo, excepto el favor de unas familias, quienes complotaban cada día para ver cuánto podía aguantar en el poder, él gustaba de probar a sus siervos, vigilarlos, asustarlos, hablar con ellos bajo un manto de anonimidad. Nadie conocía su rostro, excepto nobles de más alto cargo.
— ¿Planeaste esto? —preguntó Boram, aún sin descubrir su verdadera identidad.
— ¿Cómo crees? —dijo ella casi indignada con el cabello revuelto.
— Me salvaste —mencionó mientras la joven se quitaba de encima de él y se arrinconaba sin levantarse del suelo.
— ¿Y? —respondió aún atenta con su exterior.
Varias voces se dejaron escuchar, eran bandidos o… asesinos. Más probable que sean asesinos.
— Nada —miró al piso abrazando sus piernas— ya vendrá alguien a salvarnos, quedémonos aquí, la carroza está reforzada.
— ¿Con magia? —preguntó.
— Bueno, contra magia no, pero-
— Esa flecha tenía magia en su punta, por eso traspasó la ventana y casi lo mata. Creo que tienen herramientas especiales, ¿en serio tenía que pasar esto hoy? —dijo casi molesta, Irelia parecía no poder creer que no llegaría a reunirse con el emperador y podría morir, no por esos asesinos sino por órdenes reales, así como su nueva familia.
— Tenemos que salir de aquí.
— Sólo esperemos —repitió Boram.
— No, debo reunirme con el emperador, si no lo hago… mi familia no… —apretó los labios— necesito ir con el emperador.
Mientras él la veía dubitar en medio de su pequeño mundo, ésta se mostró decidida, se miró a sí misma y rompió su vestido, necesitaba movilidad, quitó las mangas, el largo de la falda y quedó sólo ella contra algo que iba a destruir.
— Me encargaré, espere un minuto.
— ¿¡E-Estás loca!? —dijo Boram completamente molesto, una vena en su frente iba a explotar.
— No llores, vuelvo pronto —dijo un tanto burlona dando un ligero toque en su hombro, para luego abrir la puerta del carruaje y salir como un gato, en cuatro patas.
Primero hubo varios destellos, el emperador no se atrevía a levantar la cabeza, las flechas podían atinar su blanco si pecaba de confiado, ¿cómo pudo descuidar su seguridad? Creía que sus soldados estarían rodeándolos, pero algo les pasó, posiblemente se ocuparon de ellos antes.
Varios ruidos se dejaron escuchar, como explosiones de armas que impactaron con la puerta del carruaje y unas cuantas flechas más que se incrustaban en los asientos.
Luego de un extenso momento de gritos y golpes, el silencio volvió a reinar, no había insectos anunciando paz en el aire, sólo silencio…
— Habrá muerto ya, bueno —dijo resolutivo— me ahorró el trabajo.
La puerta de la carroza se abrió abruptamente para dejar ver una figura oscura, ésta tenía una cuchilla en sus manos.
— Mierda.
Dijo como si no hubiera otra palabra para describir éste maldito incidente, él estaba muerto, miró a su asesino con los ojos muy abiertos, no iba a rogar por nada, él era Boram.
— ¿Estás bien? —dijo la voz de la joven Jonia.
— ¿Cómo? —estaba confundido.
— Me alegra —cerró la puerta y se sentó frente aquel extraño sirviente—. Mataron al cochero y dos caballos huyeron, así que no podrá moverse en mucho, esperemos.
— ¡¿Cómo?! —dijo más asertivo, Boram.
— Estoy muerta —suspiró la sangre en su rostro aún estaba fresca.
— Habían muchos bandidos y asesinos, ¿cómo pudiste? —su tono de voz expresaba incredulidad.
— No puedo morir —confesó algo divertida— mi esposo espera por mí, no puedo morir, no sin ver al emperador y explicarle esto, aunque tú también puedes hacerlo, ¿verdad?
— Yo…
No había palabras para describirlo. Esperaron un poco más para luego ser encontrados con parte de la guardia real, quienes al no recibir noticias, fueron a buscar su objetivo. De camino a ver al objetivo notaron a un grupo de soldados asesinados, obviamente por bandidos, de inmediato se movilizaron con más agilidad en busca de rastros de vida, temían lo peor.
Cuando llegaron a la carroza, notaron mucha gente muerta, inspeccionaron con una luz y encontraron en el interior a una mujer totalmente de rojo y al "sirviente" del emperador.
— Señora, tenemos un carruaje de repuesto, puede regresar —anunció el jefe de guardia.
— No, tengo que ver al emperador, es importante, tenía una reunión y es… ine-in-inedubidle.
— Ineludible —corrigió Boram siendo guiado por un soldado especial.
— Gracias, mi noxi no es muy bueno —sonrió amable la joven.
— Créalo, señora, el emperador dijo que no había problema si no llegaba a la cita —dijo Boram— hasta otra ocasión —agitó su mano en el aire con sosiego.
El jefe de la guardia estaba atónito, no había visto un gesto así nunca, era como ver un unicornio o algo aún más especial, ¿qué había hecho esa mujer para estar en ése estado y aún viva? Bueno, no era algo para preocuparse, sobretodo cuando la seguridad fue quebrantada y tendría que dar muchas explicaciones además de investigar éste intento de asesinato.
— ¡GRACIAS! —gritó en un propio y cálido jonio.
Boram, quien había escuchado a varios subyugados jonios gritar improperios hacia él, y también estudió la lengua con fines educativos, se detuvo en seco, nuevamente la guardia palideció ante la tensa calma, pero tan pronto hizo eso, fue como si se sacudiera el asunto, se agitó y siguió su camino. Ella había salvado su vida, incluso en contra de una probabilidad de morir muy segura, Irelia tenía su favor.
¿Cuánto había pasado desde su hazaña? Estaba completamente pasmada, como si no cupiera algo más dentro de su cabeza, ¿lo que hizo estuvo bien? Confiaba en que era un sirviente del emperador leal, si no fuera de ese modo no tendría un dispositivo tan avanzado.
Los jonios no eran tontos, conocían el valor de la tecnología, aunque no fuera parte de su cultura, existían entre ellos comerciantes, quienes se deleitaban en las ferias, vendiendo y luciendo sus artefactos.
Ese artículo de invisibilidad, bien podría ser hextech, mezclando magia y ciencia, pero si daba esa habilidad, no era barata, para nada…
El carruaje se detuvo y vio por la ventana, había llegado, por fuera la esperaba Lille, un par de sirvientes y Emeri, estos tenían en sus manos lámparas de parafina, se veían hermosas y lucían de colores, ¿o lo imaginaba?
Irelia se miró a sí misma, estaba bañada en sangre, con el vestido roto y… el cabello desordenado, estaba segura de que alguien le había cortado la pierna porque no había dejado de sangrar, los moretones en sus brazos apenas se hacían visibles, esos hombres no fueron fáciles de vencer, no como creyó Darkwill.
Su resistencia se hizo nula y a tan sólo abrir la puerta del carruaje, cayó al piso sin recordar nada más que el polvo levantándose a su alrededor.
¿Estaría bien? Ni si quiera el sonido pudo llegar a ella. En un último ruego, pidió a la vida ver otra vez a Jericho, ver al hombre que la hizo capaz de resistir.
...
...
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Fin De episodio 16
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