Seguimos con la actualización en masa. No olviden dejar sus comentarios, favs y favoritos para apoyar la historia ;) gracias por pasarse, son un solecito~
•✦───────────•✧
Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.
•✦───────────•✧
Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^
•✦───────────•✧
El Baile del Cuervo
Por Clarisce
Capítulo 21: La Razón Del Odio
•✦───────────•✧
..
...
Si tuviera una sola moneda por cada oportunidad que dejaba ir, estaría nadando en dinero, pero no, debía esperar, una oportunidad, una simple oportunidad, ¿quién diría que destruir a Jericho Swain sería difícil? Se preguntó con una expresión de concentración.
— Te estás tomando tus clases muy en serio —añadió el mayor de los noxianos, se había parado a su lado durante su presentación como resguardo.
Había una fila de guardias de la familia, estos debían aguardar en la entrada quietos, sin mover un músculo, era su trabajo, algo que les habían asignado. Si pasaba esa prueba, podría avanzar a un puesto que le fuera a dar más confianza, esto significaba que…
— Déjame en paz —dijo casi sin mover sus labios, Draven se estaba esforzando.
— Dímelo a mí —suspiró Darius y se apoyó en su hermano, éste mantuvo su postura firme pero le costaba tener el peso de aquel sobre su humanidad.
— ¿Por qué me haces esto? —preguntó resistiendo.
— Nada en especial jaja —se irguió y caminó de largo, esta vez para desaparecer.
Esa noche tenía algo en particular, una cita con Jericho, éste le pidió que lo acompañara al palacio de Darkwill, pero si le había pedido eso, no era precisamente para mirar y proteger. Pensó en que, definitivamente, aquel cuervo maldito tenía un plan o algo rondando y tenía razón.
— ¿Estás lista? —preguntó Jericho, Irelia asintió.
Ambos estaban vestidos de manera casual, parecían un matrimonio joven y normal a los ojos de todos. La jonia tomó el brazo de su esposo en cuanto salieron de la casa grande, un carruaje los esperaba, éste no se comparaba al que trajo el emperador y siendo del menor de los Swain, era un milagro que estuviera en una sola pieza.
— Después de ti —dijo Jericho extendiendo su mano para que su esposa subiera, ésta la tomó y entró sin mucho problema.
Darius apareció justo a tiempo, parecía haberse dado prisa, tal vez se tardó demasiado molestando a su hermano pequeño.
— Llegas tarde —recriminó el peliblanco antes de entrar al carruaje.
— Déjame decirte que sólo te apoyo por cortesía, no eres mi dueño.
El peliblanco suspiró con cansancio.
— Compórtate delante de los sirvientes —musitó aquel luego de aquella respuesta, no se vería bien que un amo recibiera un trato así de irrespetuoso.
Jericho deseó pedirle que cumpliera el papel que acordaron, pero pasarían 100 vidas y aun así Darius seguiría escupiéndole en la cara. Sí, tenía razón, pero por el bien de sus planes, no debía contestarle, la frustración que sentía, era la misma que la suya, pobre Mano de Noxus, rebajado a ser empleado, un comandante encerrado en el cuerpo de un campesino sin poder.
El viaje en carroza se dio con tranquilidad, pasaron un par de minutos hasta que Jericho decidió hablar.
— Si estás nerviosa, dímelo.
— Bueno, tengo una curiosidad.
— Dime.
— Si fallo… ¿te pasará algo?
— Es un tiro de moneda, cielo. Las consecuencias las conoces y es suficiente para esforzarnos en nuestra misión.
Los caballos relincharon, pronto en la ventana se vio a Darius, había detenido el carruaje.
— Llegamos —anunció y se apartó.
Jericho detuvo un momento y se tomó la libertad de respirar hondo, necesitaba que Irelia se comprometiera con ese salto al vacío, la miró, frente a él, estaba concentrada, pero al encontrar su mirada con la suya, la apartó, como si tuviera un pensamiento rondando.
— ¿Estás lista? —preguntó él.
— Quiero un beso.
— Seguro… —dijo pausado, se levantó de su asiento, aproximó su cuerpo al de ella, parado en el carruaje, la tenía cubierta, ella todavía sentada, mirándolo con expectativa— cierra tus ojos —pidió.
Lo hizo.
La magia se desbordó, sintió la calidez de sus labios, su respiración, aquel calor humano que tanto deseaba, acercó sus manos a su rostro, se besaron como siempre solían hacerlo, con agrado y un poco de culpa, él por disfrutarlo y ella por obligarlo.
Se separaron luego de unos segundos.
— Te protegeré —dijo Irelia mientras abría sus ojos— no dejaré que te lastimen.
Era momento de admitir que no era la misma mujer que lo odiaba, la que le quitó un brazo con furia o aquella que se bañó en su sangre mientras avanzaba con violencia haciéndolo temblar y recordar por años. Ella lo amaba, sus ojos se lo decían, su boca lo gritaba, sus manos… a pesar de estar encallecidas, lo tocaban con ternura, ¿qué otra prueba necesitaba? ¿Qué había hecho para merecer tal fortuna?
— ¡Ya es hora! —dijo Darius, nuevamente en la ventana, con un rostro un poco más fatigoso, había llegado justo cuando terminaron de besarse, pero eso no quitó la repulsión que le causaba ver a Swain fingiendo.
— Lo siento —dijo Irelia, apartándose de Swain para salir de la carroza.
El peliblanco se sentó nuevamente en su lugar, tocando sus labios, pensando en mil cosas y en lo terrible que se sentía… traicionar sus principios para usarla, ¿los espíritus lo castigarían por tal crimen?
La dulce noche se dejó caer sobre sus descubiertos hombros, Jericho la vio a la distancia, ella subiendo con gracia las escaleras, como si no fuera suficiente su esculpido cuerpo, ahora tenía un aire inocente y divino al mismo tiempo, ¿estaba realmente fingiendo quererla? Se preguntó y lo dudó, pero de lo que estaba seguro era que no podía dar rienda suelta a su afecto, no cuando ella tenía tanta desventaja.
Pasaron con facilidad la entrada del palacio de Darkwill, Irelia vio alrededor, su esposo caminaba tácito junto al soldado que lo protegía, ¿cuál era su nombre? Se preguntó dando una ligera mirada, también estaba curiosa, se veía fuerte y bastante inteligente, lo había observado durante varias semanas, en sigilo, primero porque no confiaba en él, segundo porque intentaba entender por qué Jericho tenía a su lado a un muchacho tan irreverente.
No distraía su mente de su verdadero objetivo, pero en verdad no dejaba ir ese asunto, ¿quién era el tal "Darius"? Hubo un par de ocasiones en las que apretó los puños teniéndolos dentro de sus bolsillos, él despertaba cierto… desagrado a partir de su comportamiento, ser grosero con su esposo, portarse amenazante, no era para menos, nadie, repitió en su mente, NADIE debería intimidar al hombre que los espíritus le habían entregado.
— ¿Pasó algo? —preguntó Swain, caminaba a su lado por un pasillo antes de llegar al ala donde se encontraban las oficinas de trabajadores nobles.
— No, no, ¿por qué? —respondió de inmediato.
— Tenías una cara aterradora —dijo con tono calmado.
— ¿Ja? ¿En serio? —se rió y luego miró con ternura a éste— estaba concentrada —explicó.
— Oh… —era obvio, ella era una mujer aterradora, ¿por qué le preguntaba sus razones? Algo violento debió pasar por su mente—, bien, ya casi llegamos —avisó.
Varios otros custodios de palacio dieron una ronda, eran una cuadrilla que se encargaba de la seguridad del piso, esto dio pie a que el plan y el temporizador de su misión avanzaran.
Tenían apenas 5 minutos antes de que volvieran a dar una vuelta por ese preciso pasillo, Irelia podía entrar a su oficina, la que le designaron para que trabajara, caminar a prisa y llegar al portón del segundo piso y escabullirse en alguna oficina vacía, para llegar a una ventana que le diera oportunidad de subir por el balcón del tercer piso, para finalmente avanzar lo que más pudiera hasta llegar a donde sólo nobles de alto rango podían avanzar.
— Es momento, recuerda subir por el balcón, éste da con un jardín. Pase lo que pase, no te metas ahí, dicen que Darkwill guarda espinos —pensó para ser menos explícito y hablar de aquellas plantas venenosas y carnívoras— podrías…
— Está bien —lo detuvo, se puso frente a él, ambos estaban al centro de la oficina, con Darius fuera de la misma para proteger el plan— daré lo mejor de mí para llegar.
Le dio un rápido beso en la mejilla y se fue, Swain sólo escuchó la puerta, mientras Darius le daba una mirada de reojo.
Probablemente esté pensando que era una pérdida de tiempo, pero por regla, necesitaba confiar en el poder de esa mujer, ¿quién no conocía a la bruja de las cuchillas? Tantos en su ejército habían escuchado de ella. Darius era un hombre fuerte, amenazador y respetado, pero no era temido, como lo era Irelia, así que… tal vez por su mente circuló la pregunta, ¿qué pasaría si se enfrentaran? En su vida pasada, jamás tuvieron esa oportunidad, por una que otra razón, pero ahora… podía sentir su furia sobre él.
A veces incluso atacaba verbalmente a Swain sólo por ver la reacción de esa jonia, ¿qué haría? Podría tener la excusa perfecta para destapar la pregunta que guardaba en su mente, ¿podría acabar con la bruja de las cuchillas? ¿o sólo era cuestión de tiempo para ser destruido por ella?
Tal vez más tarde lo averiguaría.
La presión del momento, sentía su corazón latir apresurado, como un BOM BOM BOM retumbando, su cabellera ondeaba al viento, para ser honesta, no esperaba que fuera tan preciso todo, pero las instrucciones de Swain y su velocidad ayudaron.
Pudo cruzar los pasillos sin problema, pero cuando llegó a la ventana y al balcón, hubo un cambio, un par de guardias no se movían, no podía avanzar al portón del primer piso, si no pensaba en algo rápido, la guardia cambiaría y estos dos soldados se convertirían en cuatro, no podía escapar sin ser vista.
El reloj hacía tic-tac pero no se detenía, hasta que apretando los dientes decidió tomar el atajo que claramente Jericho le pidió no tomar, el jardín de espinas de Darkwill.
Se adentró y sin evitarlo chocó con un gran cacto, era como un mullido almohadón de… agujas que se incrustaron en su brazo, le dejaron varios puntos que mostraron gotas de sangre en cuanto ella se alejó. Avanzó un poco más hasta que llegó a un pasillo dentro del jardín y podía caminar sin chocar con ninguno. Un silencio asolador la sometió a un trance en cuanto vio un gran árbol con espinos en las puntas y flores saliendo de éste, era hermoso… pensó.
Sus azules ojos reflejaron el brillo del cielo artificial para quedarse a admirar algo tan único, que nunca había sido visto ni si quiera en Jonia.
— ¿Te gusta? —preguntó.
— ¿Qué es? —respondió sin darse cuenta la joven jonia.
…
Giró su cabeza de inmediato soltando un pequeño grito ahogado.
— ¡No! —se cubrió la boca de inmediato al ver a ese hombre parado al lado suyo— ¿eres tú?
— ¿Cómo llegaste aquí? Este es el palacio del emperador —era algo que ella sabía.
— Yo…
Se escucharon unos pasos, eran guardias, pronto Irelia tomó al hombre que la acompañaba para esconderlo atrás de una mesa, sobre la cual había más plantas espinosas suficientemente altas como para no dejar que los vean.
— Shh… —dijo ella esperando que aquellos se fueran.
— No entrarán —interrumpió Darkwill a la joven.
— Tu amo podría enojarse si me detienen, necesito llegar a él.
— ¿No estabas enferma? —preguntó.
— Eh… sí, pero estoy mejor —miró a Darkwill, a pesar de no saber que era él.
— ¿Te sirvió lo que te envió? —preguntó curioso.
— Le dijiste al emperador muchas cosas buenas de mi jeje —dijo en voz baja— su regalo me salvó la vida.
— ¿Tanto así?
— ¿Puedes llevarme con él? —preguntó.
— No entiendo la razón de tu desespero.
— Quiero pedirle algo —se sentó en el piso y abrazó sus piernas, comenzaba a agotarse, Yuumi le había imbuido energía divina para que pudiera completar esta tarea y parecía acabarse.
— Podrías decírmelo y yo le informaré de-
Lo interrumpió y suspiró para luego hablar.
— Es importante, mi familia es exigente, no han dejado que me recupere apropiadamente, metí en problemas a mi esposo y… tengo miedo de que le pase algo más.
— La pasas mal con los Swain —musitó— supongo que es normal, cuando ni si quiera eres noxiana o noble.
— Es verdad —asintió.
— El emperador no está en el palacio, pero puedo hacerle llegar tu pedido, ¿te parece?
— Uhm… —dudó.
— ¿Realmente quieres una audiencia con él? ¿Sabes los requisitos que debes cumplir para ello? No alcanzaría el tiempo para que pudieras reunirte con ese hombre, así que, si prefieres, sólo déjame tu pedido y tu confianza.
Se puso de pie junto a Boram, éste todavía guardaba una expresión impoluta, no movía ni un músculo, ésa mujer, le salvó la vida y era agradable, pensó, hasta que.
— ¡Oye! —gritó cuando sintió los poderosos brazos de aquella mujer rodeándolo.
Nadie.
Nadie en más de 10 años si quiera había tocado un solo pelo suyo, no permitía tal invasión de espacio personal, sobretodo porque su vida peligraba con tantos nobles disgustados por su cruel gobierno, uno en donde una pequeña acción podía desatar actos irascibles. Así que… ese abrazo lo desencajó de su comodidad, ella pronto lo soltó y le sonrió.
— Gracias, eres una de las pocas personas que es así de amable conmigo y… perdona, tal vez hice algo que te incomodó.
— No —respondió de inmediato— estuvo bien —tocó su propio brazo— pero bueno, dime tu pedido, para que se lo diga al emperador, tal vez te sorprenda y acepte.
— Ehm… necesito que mi cuñado sea un asistente del emperador, que trabaje en un puesto aquí, en su palacio, yo… sé que es demasiado, pero —sus ojos temblaron recordando la advertencia de Jericho— si no sucede, mi esposo saldrá lastimado.
Boram extendió su dedo índice y golpeó la frente de aquella mujer, ésta despertó de aquella emoción tan fuerte.
— Me ocuparé de eso —afirmó con seguridad.
— ¿En-En serio? —preguntó iluminando su rostro.
Tener contacto humano después de tanto tiempo le había provocado una sensación nueva, además la sonrisa de esa mujer hizo que su corazón diera un vuelco, ¿qué fue eso? Se preguntó al sentirlo y poner su palma sobre su pecho, pero volvió a ponerle atención a ella.
— Ahora vete por donde viniste, si te atrapan, te veré en el calabozo.
Irelia abrió los ojos con sorpresa.
— Oh… es… ¿una broma? —preguntó con el rostro nuevamente iluminado.
— Si —afirmó asintiendo.
— Jaja —sonrió y le dio la espalda para irse.
Era verdad, desde que estuvo en Noxus nadie había sido tan abierto con ella, su calidez le hizo recordar su propia tierra. No es que la hubieran tratado mal, es sólo que no soportaba la frialdad de su trato, la forma en que se dirigían a ella o cómo interactuaban.
Mientras que para Boram, la joven jonia era un aire fresco, todas las mujeres de esa raza lo despreciaban, aún más que los hombres a quienes hubiera torturado y convertido en esclavos para vender a otras tierras, Irelia era la única que lo trataba con calidez y sin interés alguno por poder, era única, amigable y… estaba casada, casada con un maldito cuervo ambicioso. Su mirada se endureció, odiaba a los Swain.
…..
…
…..
…..
…..
…
•✦───────────•✧
Fin de Episodio 21
•✦───────────•✧
