Hola a todos, pasaba por aquí a dejarles más actualizaciones, no olviden dejar su apoyo con favs, comentarios y demás :) me animan a seguir con esta bella historia.
Hasta muy pronto
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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.
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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^
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El Baile del Cuervo
Por Clarisce
Capítulo 22: De Ella No Hables
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La larga espera terminó cuando sintió a la joven arribar a su oficina, Jericho vio cómo Irelia estaba frente a él, se aproximó rápida y le tomó el rostro para besarlo.
— ¿Estás bien? —preguntó al separarse.
— Tengo algo que decirte —dijo de repente, parecía nerviosa.
— Será luego —terminó la conversación, tomó su mano y la haló a la salida, en donde Darius esperaba.
La puerta de su oficina se cerró tras ellos mientras se marchaban del palacio, guardias custodiaban y verificaban a los empleados ahí, algunos pedían el despeje del piso.
Al salir, respiraron aire puro mientras Jericho buscaba su carruaje con la mirada, éste no soltaba la mano de su esposa.
Irelia pensó que debió decirle que había confiado en alguien, pero conociendo la naturaleza de su pareja, calló, nunca le contó del sirviente del emperador, ni de cómo lo conoció o cómo lo protegió. Al ser una experiencia difícil, la conversación se había retrasado.
— Estaré al frente —avisó Darius, iba en su propio transporte, un caballo.
Cuando quedaron solos en aquella cabina, él se volteó para mirar a su nerviosa acompañante.
— ¿Querías decirme algo?
— No encontré a Darkwill, escuché —era verdad— que no estaba en el palacio —omitió la conversación que tuvo con aquel desconocido— y…
— ¿Eso te tenía preocupada? —preguntó mirando sus arrepentidos ojos azules.
Mostró media sonrisa y le acarició el rostro, ¿qué podía hacer? Si Darkwill había decidido desaparecer justo ese día, no había culpa en su bella esposa, salvo la de hacer que se resignara a un futuro tortuoso. Supuso que debía habituarse a una vida lejos de ella o una tortura antes de regresar al poder.
— No quiero perderte —dijo susurrando— si nos separamos, lucharé todos los días por ti y…
— Cálmate —le dio unas palmadas en el hombro— pensaré en algo, ¿confías en mí?
— Con todo mi corazón —respondió de inmediato, Swain sonrió y volvió a su lugar en tanto la carroza comenzó a moverse.
Iban a casa, finalmente.
A la mañana siguiente, sin poder si quiera tener un mínimo descanso, algo despertó a la joven jonia abruptamente, abrió sus ojos asustada mirando a todas partes, Yuumi dio un salto hacia uno de los muebles altos que tenía y se miraron.
— ¿Qué pasó? —preguntó ella.
— ¡No lo sé! —respondió Yuumi.
— ¿Y Jericho? —preguntó y se puso nerviosa, no había tenido tiempo de verlo despertar, era un ave mañanera, jamás podía encontrarlo en su cama.
¡TURUTUTÚ!
Sonó una trompeta muy estruendosamente, sus cabellos oscuros se agitaron en cuanto dio un salto y salió de cama, buscó un camisón y llamó a su sirvienta.
— ¡Emeri! —dijo alterada.
— ¡Ama! —dijo entrando gritando también.
— ¿Qué pasa? —preguntó.
— Es una comisión del emperador, ¿qué debo hacer? ¿Debe peinarse? ¿Vestirse? No puede ser —se tomó la cabeza, estaba mareada.
— Emeri, relájate, ¿qué quieres decir con que es una comisión del emperador, ¿dónde están? ¿Dónde está Jericho?
— El joven amo salió a la casa principal a recibir la comisión, yo vine en cuanto pude, corrí pero… no llegué a tiempo para despertarla, ¿será que van a ejecutarnos? —se aferró al camisón de Irelia.
— ¡Nooooo! —dijo en un chillido Yuumi desde lo alto.
— No van a ejecutar a nadie, ¡cálmense! —gritó igual de alterada.
— ¿Qué sucede? —preguntó Darius asomando la cabeza a la habitación de la peliazul.
— ¡¿Qué cree que hace?! —gritó Emeri empujando con toda su furia al noxiano fuera de la habitación de su señora— ¡No puede entrar! Mi ama está en camisón, debe esperar.
— Vine para ayudar —añadió desganado, con un bostezo en medio de la conversación.
— ¡Espere fuera! —gritó Emeri y cerró la puerta de la habitación de Irelia.
— ¿Habré enojado al emperador? —preguntó ella—. Necesito mi escudo, ¿puedes traerlo? Está en el salón principal —añadió sentándose en su cama.
— Ama… —apretó los labios y se arrodilló nuevamente— no haga nada imprudente, se lo ruego.
— ¿Qué dices?
— Ese escudo que quiere, es un arma, ¿verdad? Si lastima un solo pelo de un comisionado del emperador, definitivamente seremos eliminados, es mi deber como su subordinada advertirle de sus acciones.
— ¿Qué hago? ¡¿Qué hago?! No puedo dejar que lastimen a Jericho.
— Permita que la prepare, iremos a averiguar qué pasa juntas, ama… si tiene que huir, yo la ayudaré.
— Nadie huirá —dijo una voz desde la puerta ya abierta.
Las tres féminas giraron al mismo tiempo sus rostros hacia la persona que los interrumpía.
— ¡Jericho! —corrió hacia él y lo abrazó.
— Me voy un minuto y entran en caos —suspiró y cerró sus ojos ligeramente, con una Irelia aferrada a él.
— Explica, ¿qué sucede?
— Llegaron mensajes para nuestra casa, mi padre recibió a la comisión, nosotros no intervendremos en esto. Esperemos a que nos digan —llevó a Irelia a cama sentándose a su lado.
Irelia se cambió mientras Jericho reflexionaba, no le ponía atención, parecía estar pensando en algo, realmente absorto en sus ideas o posibilidades.
Después de arreglarse y esperar sentada junto a su esposo, la puerta sonó, era una sirvienta de la casa principal.
— El amo Swain los manda a llamar, advierte que se comporten, la comisión está reunida en el salón principal, va a dar un anuncio abierto a los miembros de la familia —dijo una mujer con rostro serio y mirada severa, al tiempo que les daba la espalda y se retiraba.
— ¿Tengo que ir también? —preguntó Yuumi.
— No, claro que no —dijo Jericho acariciando su cabeza con suavidad— iremos sólo nosotros —miró a su joven esposa.
El camino no fue más fácil, la frente de Irelia comenzó a mostrarse húmeda, ¿estaría enferma de nuevo? Se preguntó sintiendo algo carcomer su interior, ¿habría sido demasiado ambiciosa al pedirle cosas al emperador? Su furia caería sobre él, miró a Jericho, odiaba pensar en un resultado trágico.
— Respira pausadamente y no contengas la respiración —aconsejó.
— Sí.
El pasillo al gran salón se abrió ante ellos, estos vieron un par de soldados, grandes, fuertes y con una mirada asesina, éstos ni si quiera voltearon al sonido, entre ellos había un par de hombres con túnica, enviados del emperador, mensajeros directos.
— Jericho Swain y su joven esposa, Irelia Idem Swain.
El término "Idem" era usado para esposas y familia no sanguínea de una casa noble o personas sin una línea de nobleza.
— Aquí están todos mis hijos —dijo en voz alta Isain Swain.
Alain y Jeremiah estaban parados al lado de su madre, mientras Jericho era el único del lado de su padre.
— Presentamos ante ustedes, vizcondes Swain e hijos, resolución imperial número 44473488 del presente y glorioso año en Noxus —leía un pergamino largo y de color jaspeado— la admisión del joven Alain a las filas del palacio del segundo piso a cargo del mismo emperador.
— ¿Qué? —dijo distraída Emal, ¿estaba alucinando?
— Es un gran honor —respondió Isain inclinando su cabeza.
— Esta gracia ha sido entregada por nuestro amo a ustedes —dijo uno de los enviados.
— No he terminado —añadió el que poseía el pergamino.
— Por favor, continúe, lamentamos la interrupción —dijo Isain.
— Así también admitimos al hijo más joven de su casa al área de eruditos.
— ¿Qué? —dijo Emal pero en tono de indignación.
— ¿No quiere decir Jeremiah? —preguntó.
— No —respondieron ambos mensajeros al instante.
— Pero… Jeremiah es más inteligente y sabrá aprovechar esa oportunidad mejor de lo que su hermano, además ese puesto requiere tiempo y mi hijo está casado, no puede quitárselo a su esposa de esa manera y menos en su primer año.
— Es un mandato, señora Swain.
— Mas no turbe su casa por esta nimiedad —dijo el mensajero del pergamino— su hijo Jeremiah está destinado a servir en nuestras filas, bajo el mando de nuestro amo y señor.
— ¿Mensajero? —preguntó Emal.
— Es un honor doblar nuestras rodillas y espíritus ante tan noble tarea.
— ¡Oh si…! —decía emocionada, no cabía en sí misma.
Guardaron el pergamino y vieron hacia Irelia.
— Antes de marcharnos, queremos hacer un último anuncio por parte del emperador.
— ¡Estamos con disposición a escuchar! —dijo con voz fuerte Isain.
— El honor de tales puestos, ha sido para felicitarlos a causa de la joven esposa de la casa Swain, tengan en ella, la gracia de nuestro emperador, de haber algún inconveniente o indisposición hacia ella, los puestos dados por nuestro señor, serán revocados inmediatamente. Así que sugerimos —sonrieron maliciosamente mirando a los amos de esa casa— que mantengan feliz a nuestro emperador bajo el pedido de la joven señora.
Emal no podía creerlo, estaba… estaban sugiriendo que ella debía tener un mejor puesto que la misma ama de esa casa, que la misma vizcondesa que era ella, que una noble noxiana como lo era ella, ¿¡estaban insinuando que debían mantenerla feliz!? A esa sucia, ignorante y miserable… esclava joniana… la mandíbula le estaba temblando.
— Tomaremos en cuenta sus palabras —tomó por el hombro a su esposa y lo apretó ligeramente—. Creo que debes ir a tu habitación, mi amor —dijo esperando que ella entendiera, si echaba a perder esto con su rostro indignado y su furia, podrían caer muy fácilmente.
— Estoy bien —dijo y recompuso su misma expresión para fingirse amable y cortés nuevamente—. Permítanme acompañarlos a la salida —dijo amablemente Emal, tenía esa cara prefabricada, amable y sosegada.
— Gran detalle —dijeron al unísono los mensajeros.
Se retiraron de la escena, cuando estuvieron solos, los hermanos de Jericho dirigieron sus furiosas miradas a Irelia, ésta volteó a otra parte, no quería confrontarlos, no sabía si quiera qué decir ante esa situación, todo estaba de cabeza.
— Así que era verdad, tu esposa tiene la gracia del emperador —dijo Isain.
— Padre, usted pidió un puesto y fue ampliamente generoso, no pensé que pudiera salir así.
— ¿Sabes cuántas familias nos pondrán en la mira ahora? Somos una diana en un papel blanco y peor, estamos en las manos de… —se detuvo, iba a decir algo más despectivo— tu esposa, ¿sabes que humillaron a tus padres? Poner a una hija de ésta casa sin sangre noble más alto que nosotros nos muestra débiles ante el imperio y nuestros enemigos.
— ¿No es bueno tener grandes puestos en el palacio? Está viendo las cosas bajo una lupa de desventajas —añadió Jericho con la mirada baja.
— No, ni si quiera es lo peor.
— ¿Sabes lo que dicen de las casas que obtienen poder de un día para otro?
— …
— Maneja el amorío de tu esposa con el emperador fuera de foco, no vayas a cometer un error, deja que él haga y se reúna cuantas veces quiera con tu mujer.
— ¿Qué quiere decir? Padre está equivocado —miró a los ojos de ese hombre.
— Ella ganó estos puestos de una manera que nadie verá con buenos ojos, un puesto para tu hermano estaba bien, pero tres es una exageración, Boram Darkwill no ofrece nada sin pedir algo a cambio —sonrió divertido— sé bueno con ella y ya te dije, cuando él tome su derecho, cuida que no traiga deshonra a esta casa.
— ¡Basta! —gritó Irelia.
— Señorita… —dijo Emeri apareciendo— por favor, baje la voz, nuestro señor…
— El emperador no es como ustedes piensan, ha sido bueno conmigo, me salvó la vida y no tiene intenciones sucias, nunca admitiría algo así, soy… pura, siempre lo he sido y lo seré hasta que mi esposo decida consumar nuestro matrimonio.
— Jaja —rió Alain— así que aún no has tomado a tu esposa, el emperador huele a las damas castas a kilómetros.
— ¡Callado! —gritó Isain cubriendo la boca de su hijo.
Alain se apartó de su padre con molestia y miró con ceño fruncido a su hermano.
— Está detrás de su virginidad y la tomará porque no eres nadie, sólo un miembro cercenado de esta familia, un error que resultó casado con la gallina de los huevos de oro, me pregunto ¿qué nos daría el emperador por una noche con tu esposa? Un título de Duques y tierras aún mejores que éstas —esbozó una sonrisa— claro, sólo si te atreves a dejar que hurgue dentro de su suave y jugosa vagina.
¡ZAS!
Un puñetazo voló a través de la distancia para asentarse en el medio de su rostro, Alain cayó al piso como si de un costal se tratara, Jericho respiraba agitadamente y miraba su propia obra.
No podía… entender lo que pasó, su mente se nubló y de repente había golpeado a su hermano, le había dado un golpe… él…
— ¡OH NO! MI NIÑO —gritó Emal llegando a la escena, corrió hacia Alain, quien yacía en el piso sangrando.
¿Había sido realmente él? Se preguntó Jericho, su padre se puso delante suyo y frunciendo su ceño le gritó que se fuera inmediatamente de ahí a su propiedad, Irelia tenía los ojos abiertos por la situación.
Ambos se fueron, principalmente porque si no lo hacían, Emal era capaz de decapitarlos sin importar las consecuencias.
— ¿Qué hice? —preguntó a sí mismo, Irelia lo tenía del brazo caminando a toda prisa para salir de la casa principal.
— Tenemos que curar tu mano —dijo ella, su puño estaba rojo y tenía sangre.
— Déjame —se apartó y viendo a Lille, se fue con él.
Irelia se quedó en medio del campo, viendo como su esposo se iba, todo lo sucedido había sido una locura, ¿por qué alguien como Jericho reaccionaría así? Él no era impulsivo, nunca hizo nada, a pesar de ser insultado y golpeado durante toda su vida.
Oír cada una de sus palabras, llamando a su esposa "amante" y dándole a entender que se convertiría en la mujer de un hombre miserable, nauseabundo y vil como Boram, hizo hervir su sangre, al punto de que no se reconocía.
— Joven amo, ¿necesita algo? —preguntó Lille.
— Voy al salón, ve por mi esposa, haz que venga a casa y… hablaré con ella, debo… calmarme antes —tragó saliva.
— Así será.
¿Quién era? Estaba perdido.
…
…
…..
…
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Fin de Episodio 22
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