Hola a todos :D recuerden dejar sus favs, comentarios, etc., para apoyar la historia a seguir, hasta muy pronto~

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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.

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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^

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El Baile del Cuervo

Por Clarisce

Capítulo 23: Un Conflictivo y Violento Amor

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...

Nadie pudo entrar a su estudio, cerró las ventanas con cortinas y se acomodó en su silla viendo a la oscuridad. Recordó como un hombre sus años en aquella otra vida, tenía la frialdad suficiente para planear por meses, semanas e incluso años venganzas por agravios, un simple chasqueo de sus dedos hacía caer casas enteras y ahora, frunció su mirada, aquella vida que planeaba tener otra vez se tambaleaba por una mujer que nunca pidió.

Desde que la conoció, cuando eran niños, no pudo controlarla, ni los efectos que causaba en él, ni los demonios que desataba su sola presencia.

Irelia, Irelia, Irelia —repitió su nombre airado.

Tanto en el pasado, como ahora, sus planes eran polvo al viento a causa suya, si tan sólo… esto no hubiera pasado como pasó.

TOC-TOC-TOC

Golpearon la puerta, sabía quién era, su corazón alterado no sabía cómo iba a decir esto pero tenía el deber de hacerlo. Algo, muy aparte del comportamiento de su esposa la noche de aquella misión, llamó poderosamente su atención.

— Entra.

Ordenó seriamente.

— ¿Puedo encender las luces? —preguntó ella.

— Cierra la puerta.

Lo hizo.

— No sé cómo… cómo podría explicar lo que sucedió, pero si necesitas saberlo, abriré mi boca.

Jericho se levantó de su asiento, caminó hacia Irelia, quien estaba delante de una puerta cerrada, juntando sus manos nerviosamente.

— Dime algo —entrecerró los ojos.

— "Lo sabe" —pensó Irelia atemorizada—. ¿Qué?

— Honestamente, ¿por qué hablaste de nuestro estado matrimonial? ¿Por qué informaste a la familia de tu estado? —preguntó calmado.

— Es… sólo que… bueno, ellos debían saber que no pasó nada entre el emperador y yo, eso avectaria* tu honor, como mi esposo.

— Intenta de nuevo.

— No entiendo, ¿qué quieres que diga?

— ¡Tú… —apretó los dientes, la puso contra la pared con su cuerpo y apresó sus manos arriba de su cabeza— dijiste eso porque querías manipularme, querías que consumemos nuestra primera noche bajo presión de mi padre! ¿Qué diría la familia si lo supiera? Sabías que no podías comentarlo a mi madre, no le importaría menos si somos una pareja o no, no podías hablar con mi padre, porque solicitar una audiencia haría que yo supiera de eso, pero si fingías casualmente con ignorancia decir que no hemos consumado nuestro matrimonio, no tendría más remedio que aceptarlo y volver a ceder ante esto…

— No es así, Jericho.

— ¡Mírame a los ojos y dime que miento! ¡Atrévete! —gritó.

Estaba furioso, por todo, no podía culpar a Irelia por lo demás, pero sí por presionarlo cuando ellos tenían un trato. Rompió su palabra y lo orillo a estar a merced de su familia y ahora el emperador.

Los azules ojos de Irelia temblaron por varios segundos ante una inquisitiva mirada, cuando la furia sólo rebasaba sus límites, sus cuerpos se juntaron más, esto hizo que respiraran agitados.

Si… —musitó muy bajo.

— No te escucho —la agitó apretándola contra la puerta.

— Sí… lo siento, yo quería que seamos una pareja de verdad, no quiero volver a Jonia, no quiero —sus ojos se humedecieron con lágrimas que se desbordaban y caían por sus mejillas— sé lo que planeas, vas a abandonarme y anularás nuestro matrimonio, lo sé… lo sé todo.

Había leído sus acciones, Swain no lo pensó bien, pero que su esposa fuera tan insistente y él tan simplón, sólo había hecho que las ideas rondaran por sus sencillos pensamientos.

¿Pero qué se había creído esta mujer? Se preguntó, él no era un muñeco con hilos que actuaban de acuerdo a lo que quieran los demás. Ella debía marcharse porque no era su lugar, porque la historia se repetiría, son enemigos, siempre lo fueron y siempre lo serán.

Cuando todo regrese a su lugar y él vuelva a ser el poderoso cuervo de la trifarix, ella regresará a donde realmente pertenece, tan pura como un cristal nuevo.

— Eres una niña —la soltó de golpe y le dio la espalda.

— ¿Por qué te niegas a que seamos felices? Podemos serlo, tú y yo y los hijos que te de…

— Nosotros no tendremos hijos, sería un pecado —tembló de indignación— ante los espíritus y la misma Jonia. Entiende, somos vestigios del pasado, tú perteneces ahí tanto como yo. No voy a tocar tu cuerpo —recordó a Irelia, la guerrera, la bruja, la mujer que hacía temblar ejércitos.

— ¿QUÉ PECADO PUEDE HABER ENTRE DOS PERSONAS UNIDAS POR EL MUNDO ESPIRITUAL? ESTÁS TRASTORNADO, EL PASADO NO EXISTE, SÓLO EL PRESENTE Y LO ESTÁS ARRUINANDO… YO… —apretó los puños, pero no para lastimarlo— TE ODIO.

— ¿Y qué harás? ¿Decapitarme junto a toda mi familia? Ya que tienes la gracia del emperador, podrías hacerlo con sólo llorar así delante suyo.

Indignada giró su cuerpo y decidió irse, cerró la puerta azotándola, esto hizo que Jericho diera un ligero salto. El ambiente era lúgubre, él lo era, toda esa maldita realidad, todo… ¡él no podía hacerla feliz! ¡Él no era nadie para usar su cuerpo! Irelia Xan merecía respeto, aunque ella misma no lo quisiera.

Después de éste incidente, las cosas se quedaron en pausa, como si el tiempo no pasara, los pasillos, las habitaciones, incluso los mismos bigotes de Yuumi no cambiaban, la gatita se preguntó si sus compañeros volverían a hablarse, dado que tanto Irelia como Swain ahora dormían en habitaciones separadas.

Suponía que después de haber tirado todas las cosas de Jericho fuera de la habitación y cerrado con llave, había sido suficiente mensaje para el cuervo. Bostezó desde las alturas que le daban los muebles de aquella gran habitación, miraba cómo su compañera dormía después de una sesión de llanto y luego salía la ventana superior a la puerta principal para ver a Jericho sentado en el piso fuera de esa habitación, sin decir nada, sólo ahí… sentado, ella no hablaba, dado que no tenía una solución, sólo era una amiga de ambos.

Los humanos tenían tantos problemas, ojalá pudiera usar sus poderes en ellos, así resolvería sus corazones rotos y haría que hablaran entre ellos.

Después del mes, Jericho recibió finalmente el contrato para trabajar como erudito en el palacio, tuvo que marchar, estar en casa era asfixiante, tanto como su orgullo para no decir ni una palabra.

Irelia dejó de hablar con los demás, su cuerpo todavía dolía y más su corazón, dado que ella… en algún punto deseaba golpear a su esposo, se decía todos los días que la violencia no haría que él la amara, se decía que los espíritus sabían lo que hacían, se decía que… todo estaría bien después.

— ¿Hola? —preguntó Darius asomando su cabeza por la puerta. Emeri corrió hacia él para evitar que entrara.

— Tienes una costumbre ignorante de poner tus ojos sobre mi ama, ya te lo he dicho, no quiero que la molestes, está descansando.

— Tengo algo que decirle, ¿te harías a un lado? —añadió incomodándola con su gran presencia.

— ¡Eres ridículo! —le gritó de repente— Y te ves tonto con ese uniforme, espero te echen, te la pasas dando vueltas, pero no sirves para nada.

— Ah… —suspiró y la movió como si no pesara nada.

— ¡Oye! Vete de aquí —lo jaló de su uniforme para afuera, no movía ni un centímetro del noxiano.

— Esta bien, Emeri, ve a descansar un momento, hablaré con él —Irelia se levantó de la cama y con aspecto cansado se encorvó al borde de la misma.

— Iré por Lille, por si acaso. Suene su campana si éste —lo miró enojada— la molesta.

La puerta se cerró y Darius se animó a acercarse, la bruja de las cuchillas y él, finalmente solos, frente a frente, sin ningún otro rival alrededor, podría desafiarla, pero no sería divertido, dado su estado de ánimo.

— Ese estúpido te envió una carta —dijo buscando en su bolsillo lo que era un sobre blanco con una fina escritura sobre el mismo.

Se quedó quieta y giró sus ojos hacia la ventana en silencio.

— No pueden dejar de hablarse, aunque me da igual, yo… —se sinceró desde su experiencia como esposo en su otra vida— creo que él es un cínico, un miserable, un estúpido, egocéntrico, fantoche, amargado y viejo idiota, pero no quiere verte triste y no… no se disculpará, lo sé, veríamos Freljord ardiendo antes que a él diciendo esas palabras. Pero… estos días han sido difíciles para él —respiró pausado— sólo lee la carta.

La dejó junto a su mesita de noche.

Quizás ver a su viejo compañero enfermo y con las defensas bajas le advirtió que estos debían reconciliarse, ser compañeros en la travesía, todavía no sabía lo que se dijeron, pero esperaba que llegaran a entenderse. Toda esa situación, hizo que Darius pensara en su amor, en cómo estaría ella, lejos de él, sin… noticias suyas, en el caso de que lo recordara.

Irelia tomó el sobre en cuanto Darius salió de la habitación, hizo el ademán de romper aquel ligero papel y luego… se detuvo, pensó que era bueno saber del contenido y lo abrió de verdad.

Tenía una larga carta con letras diminutas, ¿podría leerla sola? Su noxi no era el mejor, pero si le pedía a Emeri que la leyera, sería un chisme, quizás había detalles íntimos.

— Deberías leerlo —dijo la voz sobre los muebles.

Volteó con sorpresa, era la gatita.

— Olvidé que estabas aquí —dijo ella desanimada— eh… estoy asustada.

— ¿Por qué? —preguntó Yuumi.

— Él va a dejarme, está loco —cerró los ojos— piensa que somos enemigos y… no puedo pensar en otra cosa, además… —comenzó a llorar— le dije… le dije que lo odio —soltó todas sus lágrimas.

Irelia pensaba que era lo más doloroso que podría haberle dicho a la persona que quería, se sentía culpable, creyendo que había lastimado a ese cuervo que poco se decidía a la hora de querer. Al final, no podía mentir tampoco, había querido presionarlo con el afán de no ser abandonada, pero las palabras salieron de su boca como si nada y terminó molestándolo.

— Yo opino que lo averigües.

— Debería apurarme, si me pide el divorcio, podría preparar mis maletas antes de las 6 y llegaría al medio día a la casa de mis padres… —musitó temerosa.

Abrió delicadamente la carta doblada y miró fijamente el inicio de la misma.

A quien corresponde,

Ahora bueno, te escribo porque he tenido días para pensar en lo que pasó, no quiero dejar nada al aire, sé que exageré y estaba alterado, yo no pensé que este matrimonio fuera a ser así, tenerte a mi lado es nuevo y mi familia no mejora el panorama, son de lo peor (incluido yo).

Quiero agradecerte por todas estas oportunidades y pedirte que olvides las infamias que vomitó mi estúpido hermano, en todo caso, prefiero que no te acerques a él, es un pelmazo.

Sabes que nunca estaré en buenos términos con ellos y menos si hablan de mi vida como si fuera un tema de regodeo.

Volviendo a lo nuestro, no quiero que pienses que dejé nuestra casa porque hubiera terminado lo nuestro, sólo quería enfriar el asunto, sé que ahora mismo estás furiosa conmigo, mi ropa fuera de la habitación, pisoteada y cortada en pedazos me dio un mensaje claro.

No es gracioso hacer eso, pero supongo que me lo merezco por lastimarte.

Estaré ocupado por muchos días, la capacitación y el entrenamiento es pesado, mi madre no mintió diciendo que esto no era un trabajo para un recién casado.

Pero cuando termine, espero que aceptes tomar el desayuno conmigo, como siempre lo hacíamos antes de éste problema.

Con afecto,

Jericho Swain.

Ps.

No vengas al palacio.

Dobló el papel que tenía en sus manos, lo puso a un lado de su cama y pensó… pensó en cuánto quería verlo, en sus sentimientos, en su relación con él, en… cómo quería volver a verlo. Su rostro se iluminó con una sonrisa y forjó un pensamiento totalmente determinada.

— ¡Emeri! —la llamó.

De inmediato la joven entró toda asustada y con el cabello en punta.

— ¿Qué sucede mi ama?

— Prepara un baño de rosas, mi ropa, llama al cochero y… vamos al palacio —dijo emocionada.

Emeri no podía negarse al pedido de su ama, dado que sabía del favor del emperador recaído sobre ella, si quisiera podría invadir cualquier parte de Noxus, sólo con su presencia.

Pero la joniana sólo tenía en mente un lugar donde ir, ése lugar era cualquier sitio donde estuviera Jericho, su Jericho Swain. Iba a abrazarlo tan fuerte que sería capaz de romperlo o apretar su cuello hasta asfixiarlo del amor que sentía, ¿tal vez? ¿tenía sentido lo que decía?

….

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Fin de Episodio 23
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