Vamos a poner al día éste fanfic, llevamos tiempo sin actualizar :)

Espero disfruten del episodio, ya saben que pueden dejar su apoyo con sus comentarios, follows y favs, estaré leyéndolos como siempre, hasta muy pronto~ ^^

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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.

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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^

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El Baile del Cuervo

Por Clarisce

Capítulo 25: La Misión de Darius

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Y mientras el cielo se vuelve más y más oscuro, Irelia se siente más en contacto con la luz, está feliz, las cosas con su esposo se han arreglado y además… le ha dicho que la quiere, no puede evitar tener las mejillas rojas, la sangre en su rostro delata lo enamorada que está, lo afortunada que es, Noxus se está volviendo su hogar poco a poco.

— Ama, ¿cómo le fue? —interrumpió sus pensamientos Emeri.

— Él me quiere, lo dijo, lo dijo —sonrió sin poder evitarlo.

Había llegado a la hacienda donde vivía, a su habitación y rodeada de sus cosas, de las cosas del hombre que anhelaba. Cayó entonces a su cama y abrazó una almohada.

— ¿En serio? —Emeri estaba realmente sorprendida.

— Pero —se detuvo— ah… —suspiró— esa mujer de cabello rojo estaba ahí, no lo entiendo.

— La señorita Diavil es una dama de alto rango y también una erudita, sólo que como su familia es tan poderosa, puede ir y venir del palacio sin tener que encerrarse, bueno… el joven amo Swain y la señorita Diavil son muy inteligentes.

Algo se revolvía dentro de ella, ¿serían celos? La mujer de cabello rojo pasaba mucho tiempo al lado de Jericho, ¿él se sentiría atraído por ella? Después de todo, Stelia era una bella noble noxiana, no se sentía inferior pero si ponía en una balanza todo lo que aportaba al imperio era nada comparado con ella.

— Pero no se preocupe, nada pasará ya que el joven amo la ama.

— No dijo eso como tal, creo que hay una diferencia y él sabe que yo sé.

— ¿Diferencia? Pero "amar" es "amar".

— Dijo que me "quiere", no que me "ama".

— Es lo mismo, ¿o no?

Irelia suspiró otra vez, las diferencias culturales le daban dolor de cabeza, se sentó sobre su cama y pensó en comer algo ligero para después dar una caminata antes de dormir.

— ¡Oh! Se me olvidaba, llegaron un montón de invitaciones sociales, ahora que es una dama reconocida y se sabe que tiene el favor del emperador, muchas otras damas quieren congraciarse con usted —sacó de su bolsillo varias cartas de todas las formas y colores.

— Pero… no pasó tanto, ¿por qué?

— Las noticias vuelan y más cuando usted se ha convertido en primicia de primera plana en la ciudad.

— ¿Puedo negarme a esas invitaciones? —preguntó sin ánimo.

— Podría eliminar algunas, pero no puede hacerlo con todas. La alta sociedad noxiana es muy activa y aunque tuviera el favor del emperador, no puede rechazar a todos para siempre —advirtió, tenía razón.

— Es sólo que no quiero asistir a ningún lugar sin Jericho. Estoy orgullosa de él y no quiero que piensen mal de mí.

— ¿A qué se refiere?

— Mis suegros y mi cuñado creen que el emperador cobra estos favores con… conmigo… —admitió apenada.

— ¡¿Qué?! —dijo en un grito Emeri.

— Esto podría afectar la forma en que los demás lo ven y me verán como…

— Ni si quiera lo diga —le negó seguir hablando así— usted es una dama virtuosa, además ni si quiera ha tenido su primera noche con el joven amo.

— Pero dormimos juntos…

— Jaja —rió pícara— joven ama, soy una sirvienta muy atenta, usted sabe de lo que hablo. Si hubiera pasado una noche con el joven amo, como debe ser, habría labor que hacer, como cambiar sábanas con sangre.

— Es cierto —afirmó.

— Si ustedes tuvieran un hijo, sería realmente interesante —afirmó la gatita sobre los muebles, tanta charla la había despertado.

— ¡Oh, por todos los cielos! —gritó asustada la pelinaranja.

— Cálmate, es la gatita que trajo Jericho —decía Irelia intentando que Emeri dejara de gritar y mirar a la criatura mágica con ojos de terror.

— ¡Es un demonio! —gritó señalándola.

— Bueno, basta, ve a descansar, te hace falta… —musitó Irelia, se levantó de la cama, tomó por los hombros a la pequeña Emeri y la dirigió a la salida, cerró la puerta y volvió a acostarse en su cama como si nada.

— Esa humana es graciosa —afirmó Yuumi.

— ¿Por qué dijiste eso? Creí que no querías que la gente te viera.

— Me divierte su terror —volvió a afirmar la gatita de manera siniestra.

Ya sabía por qué Jericho y esa criatura mágica se llevaban tan bien, ambos eran terribles con las personas.

— Responde, vamos.

— La energía que fluye en ustedes es compatible. Pero aún eres una niña, no creo que debas pensar en bebés y esas cosas.

— Formar una familia nunca fue mi primer pensamiento, pero… quiero lo que mi madre tenía, quiero ver rostros felices, quiero enseñarles el valor de la vida, como la veo, que Jericho les muestre el mundo y… ser felices reflejados en pedazos nuestros…además imaginar un pequeño niño con sus ojos y mi cabello… me ilusiona tanto.

— Uhm…

Era su manera de ver la vida, Yuumi no sabía que más decirle, tenía miedo de mencionar que los ojos rojos debían quedarse en la familia Swain. Ya que eran un presagio de muerte y sangre.

Los Swain no eran pacíficos, ni buenos para construir un mundo mejor. Ella apreciaba a Jericho porque no era igual a otros, pero sus características físicas le gritaban algo distinto. Creía que ese humano tenía el potencial de conducir vidas a un destino gris.

— Claro —dijo Yuumi y cerró sus ojos para fingir dormir.

Los sueños e ilusiones distaban mucho de lo que en realidad pasaría, entre tanto, Jericho descansaba en sus aposentos, había un ala especial para eruditos, todos con cuartos privados, con todo lo necesario, además de libros para seguir con sus estudios.

Éste dejó de leer unos minutos, tocaba descansar un poco, para mirar por la ventana, estaba tan acostumbrado a los vientos fuertes y un cielo gris que de repente, ver la luz, reflejada en el rostro de su esposa lo dejaba deslumbrado.

Deseó, entonces el cuervo, que ella tuviera un destino feliz, tal vez… fue muy efusivo porque el sentir "amor" o "afecto" estaba tan distante a quien era, que la sola idea de decirlo, lo hacía sentirse un impostor. Darius de seguro estaría mostrándole un rostro lleno de asco por su actitud.

¿Qué era lo que evocaba Irelia en él además de temor e ilusión? Porque a pesar de que ella era otra distinta a la que lo atormentó en el pasado, la ilusión de la que conocía le despertaban cosquilleantes sensaciones.

TOC TOC

— ¿Sí? —preguntó al escuchar la puerta sonar.

— Soy yo.

Darius abrió la puerta y vio al cuervo con las manos atrás de su espalda parado frente a su ventana abierta.

— ¿Pudiste hablar con ella? —fue lo primero que preguntó, era curioso.

— No te pedí que escribieras tantas tonterías, vino aquí con una canasta, prácticamente saltando de alegría, casi mata a Stelia, pero… por lo demás, está bien —respondió calmado.

— Me pediste que escribiera algo para que te perdonara —no tenía ánimos de discutir sus métodos, él ya había sido esposo, tenía experiencia lidiando con féminas enojadas.

— Le dije que la quería para que se calmara —volteó a verlo un poco rojo.

— ¿Ah? —no podía procesar lo que le dijo, pero entonces se dio cuenta y no pudo parar la risa que explotó de su boca— JAJAJA JAJAJA JAJAJA JAJAJA —reía a carcajadas imposibles de detener.

Apretó los dientes, estaba enojado por las medidas que tomó a causa de Darius, quien fue el que escribió la carta para que las aguas se calmaran. Swain sólo le había dado algunas ideas.

— ¿Ya?

Preguntó a un histérico noxiano que se retorcía de dolor por tanta risa.

— Jaja jajaja… eh… si… jaja —reía de a poco bajando la intensidad de su arranque.

— ¿Por qué me sigo enredando más y más? —decía contrariado, por un lado estaba conforme con el resultado y por otro, sentía que había provocado exageradamente a su esposa.

— Tienes que aceptar…

— ¿Qué?

— Acepta que quieres a ésta nueva Irelia.

— ¿Estás consciente de las estupideces que dices? Ella cortó mi brazo, en cuanto despierte o sus recuerdos regresen, ¿qué crees que me hará si sabe que la beso a diario y tomé su cuerpo?

— Tener huevos para admitirlo —decía sin disimularlo.

— Aunque ese asunto todavía ha quedado pendiente —suspiró y se acostó en la cama.

— Se hombre, acepta que la quieres, tu vida será más fácil. Yo no escribí mentiras —se sentó al lado del peliblanco— veo tus ojos a diario, tus acciones, tu forma de lidiar con este asunto. Cuántas veces debo recordarte que rechazaste un patrocinio de la familia Diavil por ella como si nada. Cuando hubieras resuelto todo con un divorcio y una sobada de mano a la "señorita" Diavil.

— No seas vulgar. Sabes que no puedo… —giró sus ojos para ver al gigante a su lado y se sentó— sentir nada por ella, si lo hago, cuando termine mi misión, ella no podrá perdonarme.

— Eres el viejo tú y si lograste cambiar de idea y terminaste queriendo a la nueva Irelia, creo que ella aprendería a quererte también.

— Ya vete, quiero dormir. Tengo suficientes problemas para pensar en "amor", de hecho, tú tienes más cosas que hacer de ahora en adelante porque quiero que busques gente que recuerde el pasado.

Darius se puso de pie y avanzó hasta la puerta.

— Si me voy, ¿quién cuidará de tu esposa? Tu familia es una mier-

— Lo sé, pero es necesario encontrar personas que sepan del pasado como nosotros, cuando terminemos con Boram, habrá que reconstruir el imperio a como era y el poder no podemos basarlo en otro golpe de estado sin sentido, además, el tercero no debe despertar, así también salvaremos a tu querida esposa.

— Gracias —musitó— por pensar en ella y por no buscar a ese sujeto para iniciar un apocalipsis, porque eso fue lo que acabó con todo al inicio.

— Es necesario que también tengas ganancias.

No dijo nada más, el gigante noxiano salió de la habitación de Swain, se quedó parado en el pasillo mientras pensaba en cómo podrían restaurar su imperio sin el poder ilimitado del sujeto que los ayudó en aquella primera vida.

— "Y ahora debo buscar a mi reemplazo" —pensaba Darius de camino a la salida de aquel frío palacio.

Cuando llegó a su transporte fue recibido por Draven, éste movió su cabeza de arriba para abajo en forma de saludo y ambos noxianos entraron al carruaje, ya sentados, un ligero suspiro se dejó escuchar de parte de Darius.

— ¿Cómo te fue? —preguntó Draven.

— Cansado. La verdad ya quiero llegar a casa, tomar un baño y dormir.

— Y…

— Nuestro "joven amo" —dijo resintiendo el título sin que su hermano lo notara— me asignó una tarea, pero todavía no tengo un reemplazo, así que no sé cuándo empezaré.

— ¿Es difícil? —preguntó Draven.

— Depende.

— Puedo ayudarte.

— Aún no terminas tu entrenamiento —dijo el mayor de ellos.

— No seas quisquilloso, sabes que puedo hacer cualquier tarea que tú hagas, te he visto y no creo que sea difícil —decía menospreciando las tareas misteriosas de su hermano.

— ¿En serio vas a empezar con eso? —estaba fastidiado—. Mi trabajo no es siempre lo que crees, estúpido. Ni es fácil, como piensas, cerebro de chorlito.

— Creo que tienes miedo de que haga un mejor trabajo —desafió a su hermano.

— Ah… —giró los ojos y se cubrió el rostro con la palma de la mano.

— Vamos, dime, ¿qué es? Te sorprendería lo rápido que avanzo en mis clases, además puedo hacer tu trabajo y en mis horarios de descanso, seguir entrenando, ahora mismo tengo un nivel muy alto y el instructor…

No lo dejó continuar, de hecho, lo interrumpió quitando la mano que cubría su rostro para mirar con seriedad a su hermano, mientras se preguntaba por dentro si podía confiarle la seguridad de Irelia, en la casa Swain. Si fallaba en esto, podría causar problemas, no sólo a él, sino a esa misma historia.

— Bien, pero estarás a prueba, cualquier falla, reporte o molestia que causes, me será informado de inmediato y te relevaré, aunque esté de viaje, aún puedo enviar órdenes.

Draven abrió su boca ampliamente para mostrarle una sonrisa de satisfacción, pero tan pronto su hermano le explicó lo que debería hacer, se le quitó.

— ¿Eh?

— Debes proteger a la joven ama Irelia dentro de la casa Swain, mientras el "joven amo" Jericho no esté, ella estará vulnerable a ataques, no sólo de la señora Emal, sino de los espías de la familia Diavil. Estoy confiándote esto porque creo que eres capaz y no dudo de tus capacidades, ¿estamos de acuerdo?

— Eh… —no dejaba de estar asombrado— sí, creo que sí.

— ¿Creo? —decía molesto.

— ¡Sí! Afirmativa y correctamente correcto —dijo sin pensar en más palabras que pudieran certificar su interés en ésta nueva tarea.

— No lo arruines, hermano. Si ella sufre, aunque sea un rasguño, te enviaré a las barracas en la frontera, no será problema encontrar una vacante para ti.

— ¿QUÉ AMENAZA DE MIERDA ES ESA? —dijo ofendido y asustado.

— La que mereces —se agachó ligeramente de su asiento para acercar su rostro y torso hacia su hermano que estaba sentado frente a él en aquel carruaje— tonto —le golpeó la frente con su dedo índice.

— ¡OUCH! —reaccionó haciéndose para atrás.

Este momento, había marcado un evento crucial para ambos hermanos, algo que recordarían, uno para su bien y el otro para mal.

….

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Fin de Episodio 25
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