Me pasé por aquí para dejarles una actualización, disfruten de la lectura y no olviden apoyar la historia con sus favs, comentarios y follows, estaré pendiente para lo que necesiten o si tienen dudas.
Volveré pronto ;) pasen una bonita tarde o noche~
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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.
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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^
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El Baile del Cuervo
Por Clarisce
Capítulo 26: El Secreto de Swain
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Un año, no sabía exactamente la fecha pero había pasado eso, un año… se miró al espejo, cepillo su larga cabellera y miró con afán su vestido, esperaba lucir agradable a la mirada de su esposo, quien aún seguía trabajando como erudito en el palacio.
Tras Irelia estaba Emeri, la cual observaba y daba ocasionales retoques. Su ama iría a visitar al joven amo Swain, después de todo, las visitas ya estaban permitidas con toda la ley y él terminaba con un trabajo, que determinaría su puesto entre todos sus símiles.
— Se ve maravillosa, un ángel —dijo Emeri con sincera admiración.
— No digas eso —se emocionó.
— Tengo que hacerlo, si la señorita Diavil está ahí se morirá de envidia.
— Esa mujer hace mucho que lo hace —se dio la vuelta y Emeri caminó tras ella— me incomoda que aún con todo, siga persiguiendo a Jericho, si no fuera por él, la ahorcaría ahí mismo.
— Es una descarada —susurró lo último.
Caminaron por el pasillo hasta el salón donde los esperaba el otro noxiano con ojos verdes, éste asintió con la cabeza, lucía cansado, estaba a un paso de no aguantar la tarea que le había sido encomendada por su hermano y además, sentía un rechazo inmediato por la mujer a la que odiosamente llamaba "joven ama".
— El carruaje está en la entrada, ya podemos partir —dijo Draven.
Irelia respiró profundamente tocando su vestido a la altura del pecho, se acomodó mejor y mirando de lado al ojiverde salió de ahí a tomar su transporte.
La villa que Swain había dejado en manos de Draven podía considerarse un ejemplo, era silenciosa y tenía un perro guardián intolerante a cualquier cambio. El trabajo del castaño era prolijo, no mintió cuando dijo que podía hacer un mejor trabajo que Darius, realmente estaba esforzándose para probar que era digno de la confianza que habían depositado en él, pero su único defecto era el carácter que poco podía disimular ante su "ama".
Desde que las sirvientas de la casa grande, seguidoras de Emal Swain eran las únicas instigadoras, era capaz de callarlas, éstas husmeaban y hablaban a escondidas de la joven jonia, pero él sabía cómo silenciar sus pérfidos murmullos, incluso antes de que lleven cuchicheos o información a su ama.
Consideraba que al ser Irelia la favorita de un emperador tan oscuro y sangriento, tenía la herramienta perfecta para manejarlas a su gusto; así era que la paz podía ser saboreada día a día.
Pero algo haría su trabajo más tranquilo y era el olvido que se estaba provocando, había practicado una técnica que le enseñaron en el pasado unas brujas, con eso, su vida pasada quedaría apagada y cualquier sospecha se disiparía.
Aquel hombre que fue, quien recordaba a un Swain de la Trifarix aún gritaba por el sufrimiento causado, esperaba que su dormir paulatino terminara y que pudiera finalmente iniciar su misión, hasta el día que pudiera recuperar consciencia otra vez.
— Joven ama, ¿está bien?
— Sentí algo… —dudó.
— ¿Es un presentimiento? ¿Un resfriado? ¿Un dolor especial? —preguntaba con preocupación la castaña.
— No, es… bueno, no sé cómo explicarlo, sé que pasamos tiempo aquí y que la escolta de Jericho se fue —se refería a Darius— pero su hermano, cada vez lo tolero menos.
— Tiene razón, es un idiota —replicó Emeri.
— No es esa clase de sentimiento —volvió a decir— pero he intentado llevarme bien con él y simplemente sigue mirándome de manera extraña. Tal vez sólo estoy imaginándolo.
— Calme su corazón, recuerde que el joven amo Swain pronto volverá a la villa —sonrió mientras movía sus pies al son del movimiento del carruaje.
— "Su energía no parece la misma, es como… un espíritu maldito viviendo en un alma nueva" —agitó su cabeza— "pero no puedo decirle eso a Emeri, causaría muchos problemas si ella se desgasta pensando en esto también".
Por la ventana y montando a caballo, apareció Draven, éste se quedó en silencio por un par de segundos antes de hablarles, como si hubiera escuchado algo.
— Ya casi llegamos, me adelantaré para que anuncien su llegada, ama —dijo con sequedad y ojos casi muertos—. "Tienes que dormir, tienes que dormir, si no duermes… jamás cumpliremos nuestro propósito, Oculi viridis qui dormiunt, oculi defessi, sensum vale, memoriam conserva et in futuro evigila" —repitió en su mente.
De pronto algo chispeó, como una corriente eléctrica sobre agua, algo que hizo que por un segundo dejara de ver, el susto fue tal que pronto el caballo sintió aquella energía adormecida apartarse se asustó y se puso en dos patas.
Tantas veces que había practicado el conjuro, tantas veces que había repetido esto y tenía que funcionar cuando él estaba fuera del castillo y sobre un caballo.
No tenía suerte. El caballo lo dejó caer estrepitosamente. Aquel espectáculo hizo que el carruaje de Irelia se detuviera en seco, ésta sacó la cabeza por la ventanilla alertada por el sonido y vio cómo el cochero bajaba de inmediato para ayudar al castaño, quien yacía en el piso.
— ¡¿Qué pasó?! —preguntó Emeri asustada.
— Oh no…
Dijo Irelia y salió del carruaje, corrió hacia el muchacho en el piso e hizo lo que pudo para moverlo con cuidado fuera del camino, ya que estaba frente a los caballos del carruaje.
— ¡Emeri trae un almohadón de ahí! —gritó ella mientras revisaba la respiración del noxiano.
La joven castaña salió el carruaje a toda prisa con un almohadón, lo entregó a Irelia, quien estaba todavía de rodillas al piso con Draven frente a ella, le puso la almohada como apoyo a su cabeza y comprobó que su respiración fuera regular.
— Parece desmayado, pero necesita atención —dijo aliviada al encontrarlo vivo, miró al cochero— ¡ve por ayuda, no estamos lejos del palacio!
Aquel hombre soltó las riendas y fue a toda prisa por el camino de tierra mientras agitaba sus brazos para que los soldados del palacio lo viesen y se acercaran a él.
Irelia tocó la frente del ojiverde y éste abrió los ojos poco a poco, la jonia respiró aliviada de verlo consciente.
— ¡¿Qué hacemos joven ama?! —decía asustada.
— Debemos esperar.
— ¿Qué pasó? —preguntó Draven.
— Caíste del caballo —dijo Irelia.
El noxiano quiso levantarse, pero con una mano sobre su pecho, Irelia se lo impidió, no quería que se moviese, si por alguna razón un mal movimiento lo dejaba inmóvil, no podría perdonarse.
— Estoy bien —dijo en tono bajo, algo exhausto de luchar con la fuerza de una mano de Irelia.
— Relájate, pronto llegará ayuda.
— No necesito ayuda, estoy bien, dé-déjame levantar —dijo resistiendo y finalmente gruñó— joven ama —musitó— no haga esto, si mi hermano lo sabe, me relevarán y…
Era la primera vez que no sentía esa tosca oscuridad en su hablar, era como si estuviera molesto, pero ya no incómodo con su título, aquel que le había sido entregado por la misma familia Swain.
— ¡Veo que viene alguien! —gritó Emeri saltando ligeramente para ver a lo lejos.
— Bien, bien, promete que no te moverás… —miró al ojiverde.
— Jaja, ¿me atrevería a desobedecerla? Casi siento mi alma fuera de mi cuerpo —rió ligeramente.
Otra vez algo raro pasaba, su risa era sincera, aquella obscura sensación ya no rebozaba en su hablar o mirar, ¿qué era? Se preguntó a sí misma, ¿habría sido un espíritu maligno que lo dejó?
Mientras pensaba en todo aquello, un par de soldados llegaron acompañados de un asistente médico, Irelia se hizo a un lado para dejarlos trabajar, estos levantaron a Draven y se lo llevaron en una camilla improvisada con sus capas.
Las dos féminas siguieron a estos, mientras ellas fueron dirigidas a un salón; seguramente atenderían al noxiano, habían médicos capacitados en aquel palacio, pensó Irelia y desvió su atención a las personas que entraron al salón de espera.
— ¡Jericho! —dijo en voz alta reconociendo la cabellera de su esposo entre varias personas.
La gran puerta se abrió de par en par y seguido de él, algunos otros personajes que no reconocía entraron.
— ¿Cómo estás? —le preguntó colocando ambas palmas sobre sus brazos.
— No me pasó nada, pero Draven tuvo un accidente —miró nerviosa a la gente que había entrado con él— ¿podemos hablar en privado?
— Oh… —se dio cuenta— ellos son nuevos en el área en que me asignaron, no podía dejarlos solos en el palacio, pero pueden esperar aquí, ven —tomó su mano— salgamos del salón un minuto —miró a los asistentes— quédense aquí, tomen nota de los temas que hablamos mientras.
En cuanto salieron de aquel salón que daba a un pasillo, caminaron relajados a través de él, sus manos aún juntas, le daban tanta seguridad a la peliazul, ésta sonreía ligeramente, la situación con Draven la puso nerviosa, pero estar con su ser amado, era algo que cambiaba el momento.
— ¿Querías decir algo? —preguntó deteniéndose junto a un ventanal que daba a un jardín.
— Bueno —quería empezar con las ideas claras pero no tenía mucho tiempo, así que lanzó todo lo que podía— no sé si me creas pero últimamente he sentido algo raro, una energía extraña cerca de…
— ¿De quién?
— Draven —dijo finalmente— no te lo dije antes porque creí que lo imaginaba o porque me sentía extraña luego del cambio con su hermano. Hoy, es decir, hace un rato, sentí una energía muy fuerte, como una explosión, pero nadie más la vio, le pregunté a Emeri, aún así lo que pasó fue que el caballo hizo caer a ese muchacho. Los animales son muy sensibles a los cambios de energía y confirmé mis sospechas, además de que tuve un calambre en el cuerpo o algo así por eso, te lo digo para que estés pendiente —negó con la cabeza de inmediato— mejor no, tal vez sólo es idea mía, no quiero causar problemas en casa, además, es el único guardia personal que tengo.
— Entiendo —no negó nada de lo que le pasara, ni la hizo pensar que realmente no era nada, notaba la preocupación en su rostro, al sentir ese tipo de estallido energético, él también sintió ligeros escalofríos antes de que todo esto pasara, no sabía si era a causa de lo mencionado o algo más. Admiraba que Irelia fuera capaz de soportar tanto estando lejos, debía apoyarla y más cuando estaba sola, ahí en Noxus, lejos de su tierra y de todo lo que conocía.
De todos modos, asintió al pedido de su esposa, ella tenía razón en algo, esa era una sospecha y como tal iba a investigarla, no quería que más sensaciones ominosas la abrumaran.
— Y lamento haber llegado sin anunciarme, estabas trabajando…
— No pasa nada —apretó su mano— me gusta recibir tu visita, siempre haces algo inesperado, aunque ésta vez no fuiste tú.
— ¿Y esa mujer no te ha acosado hoy?
Swain rió ligeramente, se soltó de ella y se apoyó en el ventanal para mirar el jardín mientras pensaba en su respuesta.
— ¿Crees que algún día se canse de coquetear con un hombre casado?
— De ella no espero nada —miró severamente a su esposo, el cuál parecía divertido.
— Es como un lobo solitario, siempre estará pendiente de sus presas.
— ¿Cuándo terminas tus deberes obligatorios aquí? —preguntó de repente.
— Más pronto de lo que crees, si soy sincero, ya quiero volver a casa.
— Todavía no puedo creerlo, ha pasado un año y ni si quiera celebramos nuestro aniversario —añadió desanimada.
— Pasaremos tiempo juntos, podemos hacer un viaje, creo que tengo permitidas unas vacaciones. Así estaremos lejos de mi familia, del imperio y… aclararemos muchas cosas.
Irelia soltó un suspiro anhelante, miró con ternura al muchacho que estaba junto a ella, se tomó de su brazo y lo apretó, quería besarlo tanto que abrió ligeramente sus labios, como si no se diera cuenta, Swain lo interpretó y por primera vez, pensó que sería bueno sorprenderla con algo lindo como el calor de sus labios juntos por unos segundos.
Ya separados, ella se enrojeció por completo, él la sostuvo entre sus brazos y la contuvo contra su pecho por un buen rato hasta que su tiempo terminó. Cuando llegó a la casa de los Swain, no era más grande que ella, pero ahora parecía ganar 10 centímetros de altura a diferencia suya. Le agradaba tanto en lo que se convertían, ¿podrían realmente ser una pareja? Se preguntó, quizás Darius tenía razón, a pesar de su negativa al inicio, aceptar que podía sentir algo por ella, había hecho su vida más fácil, pero jamás, jamás debía aceptar que abrió su corazón en voz alta, ya que a pesar de la aprobación de Darius y de su aprecio por no invocar a la criatura que en su otra vida les ayudó a obtener el poder de la trifarix, él no era de los que dudan al cumplir con una amenaza.
Amar a Irelia en voz alta, debía ser un secreto.
— Te quiero… —le susurró al oído mientras volvía a sostenerla entre sus brazos con afecto.
…
…
….
…
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Fin de Episodio 26
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