Saludos, finalmente pasamos las actualizaciones en Wattp4d, la web de la que nos mudamos, lo único malo es que ya no subiré portadas personalizadas o fanarts allá, pero pueden ver lo que hago en mis IG o T¡ktok.
En fin, sólo quería agradecerles por venir hasta aquí para leer mi historia, significa mucho para mí todo su apoyo, así como sus comentarios, favs y follows.
Nos estaremos viendo pronto en la próxima actualización, disfruten de la lectura ;)!
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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.
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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^
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El Baile del Cuervo
Por Clarisce
Capítulo 28: Grietas
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Siguiendo con las normas de asistencia a eventos sociales, una de cada mes debía ser obligatoria, Irelia pensó mucho en el evento que elegiría, desde que se convirtió en blanco de poder a causa de Darkwill había sido invitada a todas las fiestas de temporada, sin duda la mejor decisión para ella había sido siempre elegir las más sencillas, de nobles de rangos bajos.
Si pudiera emitir una opinión diría que eran personas agradables, daban a conocer plenamente su felicidad al recibirla y no le pedían cosas, tal como nobles que Jericho le había señalado ignorar.
Aunque en el fondo, era un poco difícil ver siempre el emblema de la familia Fleuran y descartar ver a la amiga que se unió a ellos. Desde que llegó no había podido acercarse a nadie de esa casa, Jericho le advirtió que ellos tenían una posición muy cerrada con respecto a los recientes eventos en la casa de los Swain, incluso hablaron públicamente de su desagrado por ellos al obtener puestos de alto poder, y si estaban en contra de ello, podían claramente ser agresivos.
¿Era así?
— Mi ama, ¿no quiere que me lleve todas estas invitaciones? —preguntó Emeri acercándose a la jonia, ésta yacía sentada sobre un sillón mullido con una mesita baja llena de cartas con sellos de distintas familias—. Se ve agotada.
— Es cierto —musitó y de entre todas, eligió un par— puedes llevártelas —señaló y Emeri vio las que su ama guardaba entre sus manos.
— Mi señora…
— ¿Qué?
— No lo haga.
— Jericho volverá pronto, no es peligroso, además no puedo asistir dos veces a la reunión de una familia a la que ya he saludado, sólo quedan los Diavil y Fleuran —añadió en voz baja.
— Ama… si asiste a la reunión de los Diavil, la señorita Stelia podría hacerle daño y si va a la de los Fleuran, lo podría pasar peor, el amo Jericho no hace advertencias por nada.
— En este punto —entrecerró los ojos— ni si quiera sé si pueda decir que alguien es malo —suspiró.
Emeri desapareció de la habitación luego de limpiar, las invitaciones de ambas familias yacían en su mesa de noche junto a una lámpara, Irelia las veía desganada desde la comodidad de su cama, tenía varios pensamientos corriendo por su cabeza.
¿Cuántos días faltaban para que él regresara? Era incierto, se dio vuelta y miró hacia su ventana, estaba cerrada por completo, debía decidir, debía hacerlo y creía que los Fleuran serían una mejor opción para terminar la temporada de eventos sociales.
A la mañana siguiente le solicitó a una contrariada Emeri los detalles para asistir con los Fleuran, y antes de si quiera pedir un vestido o ponerle las manos a su presupuesto fue llamada.
— Mi ama la espera —dijo la sirvienta principal de la señora de esa casa.
Tanto Emeri como Irelia se sorprendieron, estaban bebiendo agua de limón, se habían sentado en calma mientras veían como una sombra se acercaba a ellas en pleno sol.
Inesperadamente la enviada de la señora Emal había llegado para solicitar una audiencia.
— ¿La ama Swain? —preguntó Emeri saltando de la silla y haciendo reverencia a su compañera más adulta.
— Hola cosa, ¿todavía sigues viva? —respondió evadiendo responder.
— ¿Cómo te llamas? —preguntó Irelia, sus ojos se volvieron desafiantes ante aquella actitud. No se movió de su silla, ni soltó su bebida, tan sólo giró ligeramente su rostro.
— Dayabi Clair.
— "Ama" —dijo Irelia.
— ¿Qué? —respondió desconcertada.
— Se te olvidó decir "ama Irelia".
— Joven ama Irelia, la señora de toda la casa, la dueña del nombre de la familia y madre de 3 hijos de este nombre, solicita su presencia, si no le es inconveniente —añadió con desagrado.
— Dayabi —pausó— si vuelves a tratar así a mi sirvienta personal o a mí —volteó hacia ella con ojos fríos— te cortaré el rostro.
Dio un paso atrás, la mujer estaba impresionada con el poder que emanaba esa extranjera; le temía de alguna forma y no podía evitar sentir desconcierto al saborear la autoridad de una guerrera que dormía como una dama.
— Me disculpo —dio otro paso y se fue.
Cuando estuvo lejos de su vista, la peliazul soltó la respiración que había guardado, pensó que nunca se iría. Odiaba actuar de esa manera, pero no había otra forma de tratar con la servidumbre leal a la señora Emal, si se mostraba débil podría repercutir de alguna forma en su esposo.
— Siéntate —dijo levantándose para consolar a Emeri, ésta parecía haberse quedado congelada— ¿Emeri?
— Perdón —dobló sus rodillas, pero no pudo sentarse, tenía la mirada perdida.
— ¿Qué pasa? —preguntó Irelia.
— Ama, por favor no deje nunca esta familia —ocultó su rostro— la señora Dayabi me entrenó y es un poco cruel conmigo —se encorvó, pero seguía sin sentarse— desde que mi padre la trajo a nuestra casa, la vida no ha sido fácil. Por lo menos aquí, con usted, hay reglas, pero si fallo en servirle, volveré a casa y será mi perdición —terminó y finalmente cayó como un saco sobre su asiento.
— Emeri, eres buena en tus tareas, tu madrastra ya cumplió con su deber, no es más tu entrenadora, ahora, hasta el final de tu camino, seré tu ama y un día… tú y yo haremos las reglas en casa, así nadie te lastimará, ni a ti, ni a Jericho.
— ¡Pero eso no es importante! —añadió— La señora Emal está esperando verla, quizás diga algo de su elección.
— Es mañana por la noche —se quedó pensativa— ¿y si me pide algo?
— Quizás sólo quiere darle instrucciones, la ama Swain no es irracional. Además, como cuenta con el favor del emperador, podrá evitar cualquier castigo.
— No le temo a su mano. Pero sus intenciones… —musitó y se levantó de la silla para irse hacia su pequeña residencia mientras Emeri corría tras ella intentando abrir una sombrilla con prisa.
El mundo cambiaba a cada momento, como una brisa, como un simple golpeteo de viento, ojalá las voluntades fuertes se abrieran paso a causa de ello.
Jericho terminaba el reporte que le había sido pedido, mientras recargaba su codo sobre su escritorio, tenía la mirada algo perdida en papel blanco a un lado suyo, ordenó todo ahí, estaba calándole los nervios haber dejado tantas cosas sin mover, pero…
Recordó la última visita de su esposa, la misma le había pedido ver su habitación, quería saber si le faltaba algo y… sucedió.
La levantó de la cintura y la sentó sobre ese mismo desordenado escritorio, no podía apartar la mirada de sus regordetes labios y de los azules ojos que le coqueteaban. Ella le robó un beso y él como un desafío, tomó su rostro por completo y no la dejó ir hasta perder la razón y estar sobre ella, si no fuera por los guardias que avisaron que el tiempo de visita terminaba, ellos hubieran cometido una locura ahí mismo.
Dejó de lado su trabajo sentándose recargando totalmente su espalda en la silla, tenía algo que le incomodaba en los pantalones, se rió de sí mismo, ¡era ridículo! Debía contenerse, pero… pero… verla, acariciarla y hacer lo que quiera con ella, le nublaba el juicio.
Hace algunos meses no podía imaginar el perder respeto por esa figura de estima y miedo que sentía por aquel enemigo de otra vida y ahora, ahora incluso apretaba sus carnes contra sus dedos, besaba su boca, comía su cuello con recorridos que dejaban salir suspiros y de ellos, que provocaban armoniosos gemidos, surgían reacciones que los preparaban para consumar una unión imposible en otra vida.
— ¡¿Por qué tuve que casarme con ella?! —se gritó a sí mismo cubriendo su rostro en completo pavor.
Se atemorizaba de sentir demasiado y al mismo tiempo, sentir poco podría ofender el afecto que se le daba, las miradas, el deseo y el afecto desinteresado, además de eso… Irelia era una fiera, eso increíblemente aumentaba su deseo, ¿acaso alguna vez alguien lo había protegido con esa ferocidad?
Faltaba poco para volver a casa, quizás de aquí a un año tendrían un hijo, ¡no podía imaginar otro resultado! ¡Consumarían ese matrimonio! No sabía si decir que estaba emocionado o atemorizado por la experiencia, aunque… vivir en tranquilidad lejos del centro político podría darles una oportunidad.
¿Sería demasiado pronto para planear su vida aislados de ese mundo? No, no, agitó su cabeza, estaba siendo presa del deseo, la ambición de un hombre común, éste mundo aún debía componerse, regresar a su forma… original, ser un hombre con el mundo en sus manos y Noxus debía estar presente.
Oh Irelia, suspiró, era un hombre con ambición, encerrado en el cuerpo de uno común, quería tenerlo todo, como si la ambición de poder no fuera suficiente, ahora deseaba a esa mujer.
TOC TOC
Sonó la puerta y pronto entró a su habitación Darius, éste parecía incómodo, ¿qué le pasaría?
— ¿Tan tarde?
— Eh…
— ¿Qué sucede? —preguntó enseriando su cara.
— Volví de mi viaje y así me saludas, uhm, bueno, al menos vengo por algo interesante.
— Otra vez con eso.
— Tu esposa eligió el último evento de temporada.
— Sí, tenía algo de idea.
— Entonces supongo que sabes que eligió ver a los Fleuran.
— ¿Qué?
— Eligió a los Fleuran, aunque su decisión no era tan fácil, tu no-amante también la invitó.
— Escoge tus palabras —advirtió.
— Bien, bien —se sentó sobre la cama y miró divertido a Swain— la señorita Diavil invitó a tu esposa, no le dejó otra opción.
— Los Fleuran están de parte de Stelia, no dudarán en hacer algo, pero… —pensó— ella tiene una amiga muy leal ahí. Aunque hubiera preferido que se negara a ambas… —apretó los dientes ligeramente— ¿qué puedes hacer?
— Las escoltas deben quedar fuera de las reuniones sociales, el único que podría acompañarla serías tú, pero como lo veo, aún no sales de aquí, ella estará sola.
— Ocúpate de que reciba todo lo necesario.
— No es problema, tu madre intervino, eligió su conjunto, sus joyas y todo lo necesario. Me enteré por un espía que tengo.
— Debo salir de aquí, pero…
— Mi hermano aún está en el área de recuperación, es una lástima, hubieras enviado a ese zángano como servidumbre a los Fleuran.
— Como aún no está enlistado, sería ideal, sácalo de aquí y llévalo a casa. Ahí… tengo una amiga que podría ayudar.
— ¿Esa criatura mágica espantosa?
— Que no te gusten los gatos no hace que sea espantosa, además ella me ayudará a curarlo, al menos lo suficiente para enviarlo a los Fleuran como servidumbre.
— Swain.
— ¿Qué?
— Estás preocupado por ella, ¿debo inquietarme?
— Darius.
— ¿Qué?
— Voy a confesarte algo, pon atención.
— Dime.
— Me importa un carajo lo que pienses, haz lo que te digo o me encargaré de que nunca vuelvas a ver a tu esposa, ni en esta vida, ni en la próxima, recuerda que soy el único que puede darte esa oportunidad. Así que muévete.
Esos ojos, brillantes y rojos, eran abominables. Usualmente jugaba con aquel cuervo, lo tanteaba e incluso lo insultaba para provocar reacciones, pero ahora, con el simple hecho de poner en juego la seguridad de su recientemente "amada" esposa, él invocaba al demonio en su interior.
Y por primera vez en todo ese tiempo, después de haber vuelto, Darius calló y dio un paso atrás mientras pensaba en sus posibilidades. Había tiempo para todo y creía que éste era el menos apropiado para mover sus cartas, pero como había intuido desde antes, Irelia influía terriblemente en aquel, sabía que tomar su papel como esposo lo haría convertirse en alguien diferente de aquel malévolo demonio.
Darius sonrió por dentro viendo al cuervo, ¿estaba frente a una grieta en su debilidad?
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Fin de Episodio 28
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