Ya llegó por quien lloraban, chiquites.

Estuve de cumpleaños ayer y decidí celebrarlo con ustedes subiendo este capitulo que tengo escrito hace meses.

En fin, disfruten la lectura, comenten y toda la cosa.

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Hace un poco más de un año, Jotaro estaba sentado en uno de los mesones del laboratorio de la universidad, cuando la puerta frente a él se abrió y lo distrajo de mirar por el microscopio una interesantísima muestra de agua en donde veía como el fitoplancton aceleraba su producción de oxígeno si se le añad…

Una mujer con cabello largo y castaño y unos ojos almendrados detrás de unos lentes de marco plateado entró al lugar y al verlo, se frenó.

–Buenos días, no sabía que había alguien aquí– saludó con voz suave mientras dejaba las carpetas que traía sobre un mueble.

–El profesor Eisner me dejó las llaves– dijo Jotaro, parpadeando porque la mitad de su cerebro estaba muy enfocado en la mujer mientras que la otra mitad se alarmaba por lo mismo.

–¿Estás con Eisner? – dijo ella, sonriendo mientras intruseaba en unas repisas cerca de la entrada–. Entonces nos veremos más seguido este semestre, Jotaro Kujo. Oh, lo siento, de veras que en Japón es al revés. Kujo Jotaro, ¿o me equivoco?

Ella se acercó con una sonrisa y le extendió la mano. Esto descolocó a Jotaro, porque ella no parecía para nada intimidada con su aspecto y tampoco le coqueteaba como lo hacía la mayoría de las chicas de su facultad. Solo estaba haciendo amable.

–Da igual–dijo él, tomando su mano y soltándola de inmediato–. ¿Cómo sabes mi nombre?

–¿Quién no te conoce?– dijo ella–. Además soy la ayudante del profesor Eisner y él me dijo que eras un estudiante avanzado y que estarías rondando el laboratorio– al ver la cara de Jotaro, soltó una risita–. Sí, Química Orgánica 101. Estudio Química y Física, aunque aún no me decido por cuál de las dos especializarme. ¿Quizá ambas?

–¿Cómo se llama, senpai? –preguntó Jotaro, dándose cuenta que ella era su superior y que no podía tratarla tan informalmente.

–Bangles, Susanna–dijo ella, divertida–. Y está bien, puedes decirme sólo Susanna, no es necesario tratarme por el apellido o decirme senpai.

Jotaro alzó una ceja. ¿Sabía japonés? Ella pareció adivinar su escepticismo:

–Tomé un curso de cultura japonesa el semestre pasado y aprendí un poco. Mmm, me parece que era algo así: wa ta shi wa Banglesu Susanna desu. ¿Lo dije bien?

–Perfecto– dijo Jotaro, sonriendo ligeramente a su pesar.

–Bueno, te dejo trabajar. Te veré por ahí–dijo ella, sacando un frasco de BTB del estante y retirándose–. Deja todo limpio al salir.

–Susanna-senpai.

–¿Sí?

–Se le quedan las carpetas.

–¡Oh cielos! – ella regresó sus pasos y con las mejillas levemente coloreadas, tomó las carpetas–. Eisner me matará si pierdo esto. Nos vemos, Kujo.

Jotaro la vio irse completamente avergonzada y no pudo evitar sonreír de nuevo, mientras volvía a ocuparse de su microscopio.

oOo

– Déjame ver si entendí. Conociste a la señorita Susanna, que es tu profesora en la universidad, comenzaron a salir y ahora estás con ella.

–Es ayudante, no profesora– corrigió Jotaro con un gruñido.

–Como sea–dijo Muhammed Avdol, rascándose el mentón–. ¿No se supone que salías con Kakyoin?

Jotaro se atoró un poco con la cerveza que estaba bebiendo y escupió un poco en la mano de Avdol, que lo miró con asco mientras alcanzaba una servilleta y se limpiaba.

–Al menos eso fue lo último que me dijo Jean–aclaró.

–Sí

–¿Sí qué?

–Si… eh, salí… salgo con Kakyoin.

–¿Terminaron?

–No.

–¿Se dieron un tiempo?

–No.

–¡¿Y entonces por qué demonios se supone que vas a casarte con la señorita Susanna?! ¿Qué tienes en la cabeza, Kujo Jotaro?– exclamó el egipcio golpeándolo en la nuca–. ¿Acaso ella sabe que se va a casar con un hombre comprometido? ¿Kakyoin sabe todo esto? ¿Si sabe cómo es que no está aquí castrándote?

Jotaro no se inmutó por el golpe, aunque sí le quedó doliendo.

–Es que…

–Por Alá, con qué vaina me saldrás ahora

–Hum… Yo amo a Kakyoin–pudo ver cómo Avdol lo miraba con el ceño fruncido–...pero también amo a Susanna.

Muhammed Avdol era un hombre muy paciente y tolerante. Cuando desde la SWF lo habían llamado a que viajara a Estados Unidos para investigar lo de las dichosas flechas, había terminado en un enfrentamiento de cárteles de drogas en Los Ángeles. Pero no se quejó. Como era el que estaba más cerca de San Francisco (que es donde vivía Jotaro), había recibido una llamada de Caesar Zeppeli para que fuera a ver a su nieto lo antes posible y le pidiera explicaciones por parte de la familia de forma discreta.

Allá partió Avdol y la única pregunta que había hecho esa vez fue:

"¿Pedirle explicaciones de qué?"

Y entonces el señor Zeppeli le había revelado la revelación más reveladora que había escuchado en el último tiempo.

Jotaro iba a casarse y no con Kakyoin.

De modo que le dejó su investigación a otro, tomó el tren y en unas horas estuvo en el edificio donde vivía su lobotomizado amigo (porque no tenía otra explicación para la conducta del amigo más serio y estable que había conocido). Una vez se saludaron en la puerta del departamento, Avdol lo tomó del brazo y se lo llevó al bar más cercano que encontró abierto a las 10 de la mañana para que le contara la verdad.

Pero ya esto era demasiado, incluso para alguien tolerante como él.

–¡¿Estás enamorado de ambas personas a la vez?!– exclamó el egipcio, provocando que las pocas personas que habían perdido el control de su vida y que estaban en un bar a esa hora con ellos los observaran con curiosidad.

–¿No puedo?– inquirió Jotaro con seriedad–. Mira a mi abuelo Joseph.

–Eso es diferente– dijo Avdol–. El señor Joestar, el señor Zeppeli y la señora Suzie tienen una relación basada en la confianza y la honestidad, en la que todas las partes involucradas aceptaron vivir así. Tú, muchacho, lo estás haciendo todo mal. ¡Por Alá, qué familia la de ustedes!

Jotaro no respondió y se dedicó a mirar su jarra de cerveza como si quisiera ahogarse en ella.

–Si quieres terminar en un trío felices para siempre…

–Si tan solo se pudiera– suspiró Jotaro, derrotado.

–El problema no es que no se pueda, o sea, tus abuelos son la prueba viviente de que se puede. Aquí el problema eres tú, ¡estás haciendo todo mal! ¿Qué es eso de apurarte a casarte con la señorita Susanna, por mucho que la ames, antes de conversar con Kakyoin? ¡Tienen que saber de la existencia del otro, de lo que sientes tú por ellos y descubrir si son compatibles como para vivir así, estúpido…!

Añadió varias palabras en árabe que Jotaro no necesitó pedir que tradujera porque ya se hacía una idea de que eran insultos de la peor calaña.

Se lo merecía en todo caso. Sabía que estaba haciendo todo mal, pero no veía una forma de arreglarlo o de hacerlo de mejor manera porque…

–Es que Susanna está embarazada– soltó, interrumpiendo el árabe furioso de Avdol.

Su amigo escupió una enorme cantidad de bebida en la mesa y en la cara de Jotaro.

-¡¿QUÉ?!

oOo

Unos días después, en un antro de mala muerte en alguna ciudad de Italia, Kakyoin Noriaki miraba pacientemente a que Hol Horse desplegara lo que éste llamaba "efecto Hol-seduction" (pero que a Kakyoin le parecía francamente desagradable, pero en fin, cosas de heteros que él no entendería) en la chica que los atendía para sacarle información sobre el "jefe".

Apenas habían llegado al país se habían dedicado a indagar las pistas que tenían sobre las flechas. Habían llegado a esa ciudad porque se rumoreaba que el jefe de la mafia había escalado demasiado rápido tanto en poder como en recursos, algo que era bastante extraño. Además de que habían escuchado de que algunas personas habían desarrollado algunos poderes extraños y que se solían juntar en ese bar. Y por eso Kakyoin y Hol Horse estaban ahí.

–El jefe no ha venido en varios días, pero de todas maneras no habla con extraños– dijo la joven, parpadeando coquetamente al rubio.

Kakyoin no necesitó saber italiano (del que sabía lo básico) para comprender que no los dejarían ver al jefe. Hol Horse no dejó de sonreír mientras posaba una mano en la cadera de la joven.

–Está bien, cariño, nos arriesgaremos a esperar. ¿Nos puedes traer unos tragos mientras? Whisky estará bien.

Hierophant Green se deslizó por la pierna de la muchacha mientras ella se retiraba con una sonrisa coqueta.

–Hace mucho tiempo no hago esto– dijo el pelirrojo, reprimiendo un escalofrío al ver a Hierophant subir por la espalda de la joven.

–Literal no lo haces desde hace un día– dijo Hol Horse, mirando su entorno con suspicacia–. Ayer te excediste con ese policía.

–Fue para evitar que te pasaran una multa por conducir como un demente en una zona comercial.

–Sólo apresúrate.

Kakyoin suspiró

–¿Si estás consciente que un stand user atrae a otros stand users, verdad?

–Claro que lo sé, pero no nos queda de otra, ¿o sí?

Una vez que ya tenía poseído el cuerpo de la muchacha, Kakyoin la obligó a caminar a la cocina, dónde supo habían dos o tres tipos a juzgar por sus voces.

¿Quiénes eran esos, Julieta? ¿Qué hacen aquí?– preguntó uno de ellos.

Kakyoin hizo que Julieta se encogiera de hombros. No era muy bueno haciendo hablar a las personas que poseía, seguramente porque rara vez usaba esta habilidad. Pero sí era bueno escuchando, en especial si la "marioneta" hablaba italiano y él no.

–Son sospechosos. Me dijeron de Milán que un chino pelirrojo y un vaquero rubio estaban haciendo preguntas sobre el jefe.

Chino. Ok, pensó Kakyoin.

No son de otra familia, porque son extranjeros, ¿por qué buscarían al jefe?

¿Interpol?

–Sospechan que somos de la Interpol– susurró Kakyoin a su compañero.

¿Deberíamos llamar a Johngalli para que se encargue y deshacernos de ellos sin testigos?

Tendrías que sacarlos de aquí, llévalos al callejón. Yo llamo a Johngalli.

¿Quién carajos es Johngalli?, pensó Kakyoin. Decidió informarle a Hol Horse, pero antes de que abriera la boca un hombre joven se acercó a su mesa.

–¿Tú eres el que estaba coqueteando con mi novia?– dijo ásperamente en inglés mientras su mano grande se apoyaba en el hombro de Hol Horse.

–¿Yo? ¿Coquetear con una mujer comprometida? Jamás– dijo el australiano, sonriendo afablemente al hombre alto y moreno que estaba detrás de él–. No es de…

La mano del hombre estrelló la cara de Hol Horse en la mesa, con un ruido horrible que llamó la atención de todos.

Kakyoin tomó al agresor de los pies con Hierophant y lo arrojó sobre la barra, tomando a Hol Horse de las axilas y sacándolo de ahí, ignorando los gritos furiosos en italiano. El australiano, corriendo apenas por la calle, se cubría la nariz sangrante mientras farfullaba algo que el más joven no entendió y tampoco tuvo tiempo de hacerlo cuando sintió balas rozar sus orejas.

–¡POR LA MIERDA, HOL HORSE, DISPARA YA!

–¿Con Emperor? ¡Pero no son stand users! Me dijiste que no usara mi stand con civiles…

Una bala hizo volar el sombrero de Hol Horse y rozó su cuero cabelludo, haciéndolo gritar de rabia o de dolor, no quedó muy claro.

–¡¿Tú crees que a ellos les importa?! ¡¿Y desde cuándo me haces caso?!– bramó Kakyoin encontrándose con un callejón que terminaba en otro–. ¡Tú por la izquierda, yo por la derecha! ¡Nos vemos en el punto de encuentro en unas horas!

Hol Horse asintió y obedeció, invocando a Emperor con el que empezó a disparar a diestra y siniestra. Kakyoin dobló a la derecha y corrió lo más rápido que le permitían sus prótesis en la espalda, lo que no era mucho, de modo que usó a Hierophant para hacerlo más rápido. Podía escuchar a personas persiguiéndolo bastante cerca y lamentó no haber hecho más horas en el gimnas…

Sintió un dolor ardiente en el hombro izquierdo, precedido por el ruido de un arma. ¿Le habían disparado? ¿Le seguían disparando?

Por la mierda.

Emerald Splash!–exclamó, enviando brillantes esmeraldas hacia sus perseguidores.

Escuchó gritos ahogados y jadeos, pero él siguió corriendo por aquellos sombríos callejones. ¿Quizá podría hacer una red con Hierophant para poder saber por dónde escapar?

Para eso necesito subir a algún edificio, pensó, mirando por todos lados alguna escalera o algo, pero ya resignado a usar su stand para hacerlo. Sí, a lo Spiderman.

¡Pum!

Al doblar por otro callejón, sintió un dolor agudo en el abdomen. Aturdido se miró el lado derecho de esa zona y notó una mancha rojo oscuro tiñéndole la camisa. Parpadeó, confundido al no ver a nadie cerca que le haya disparado. ¿Qué mierda?

Con la adrenalina a tope, usó a Hierophant para percibir si había alguien en la cercanía. Si el tirador no estaba en el callejón, era obvio que era alguien que estaba en altura. ¿Un francotirador, quizás?

Maldita sea, debí subir a los edificios cuando tenía la oportunidad.

Extendió a Hierophant cuanto pudo en un radio de 20 metros, extendiendo una red verde y luminosa, esperando cualquier movimiento que lo alertara. Muy francotirador sería el otro, pero no podía estar muy lejos. Contuvo la respiración y trató de concentrarse en su stand. Una de las "cuerdas" vibró, delatando a alguien a unos 10 metros sobre el tejado de un edificio.

Emerald Splash!– exclamó Kakyoin, enviando el ataque hacia el noreste.

¡Pum!

Sintió una punzada de dolor en el abdomen que lo desestabilizó, y lo obligó a apoyarse en la pared. A los pocos segundos supo que el francotirador estaba fuera de combate a juzgar por lo que percibía por Hierophant, de modo que deshizo la red para evitar seguir consumiendo energía vital. Escuchó unos pasos y unos gritos en italiano que lo alertaron, ¿aún lo seguían persiguiendo? ¿por qué?. Tratando de correr, se adentró más en el callejón y al llegar a otro en donde habían varios vehículos estacionados, se apoyó más en el muro y se ocultó detrás de ellos.

Su cerebro dopado en adrenalina comenzó a trabajar velozmente. Seguramente el francotirador no lo había matado porque quería capturarlo. Tenía sentido, considerando que el "jefe" querría saber por qué habían extranjeros sospechosos buscándolo, si su actividad criminal no era del todo internacional aún.

Se sintió repentinamente débil. ¿Estaba perdiendo mucha sangre, era por eso? Cuando peleé con Jotaro fue peor, pensó, doblando nuevamente a la derecha y abrazando su abdomen.

Espera, ¿por qué estaba pensando en ese idiota de nuevo?

Había ido a Italia para no pensar en él y enfocar su mente en actividades más productivas, como pillar a un maníaco que poseía flechas que podían darle stands a las personas. Un maníaco aparentemente mafioso que estaba obteniendo demasiado poder y contactos.

Pero no, aquí estoy, desangrándome y pensando en Jotaro.

¿No se supone que mi vida debería pasar frente a mis ojos mientras me muero, no el rostro estúpidamente hermoso de ese imbécil?

Ah, claro, ya pasé por esto antes, ¿no es así? No es primera vez que estoy al borde de morirme, aunque sospecho que esta vez será más lento porque nadie atravesó su brazo por mi cuerpo y luego me estrelló contra una torre de agua.

Esa vez sí vi mi vida pasar. También vi el rostro de Jotaro. Pensé en mis padres. Y luego rompí el reloj de esa torre.

Soy demasiado dramático hasta para morirme, ¡qué horror!. Menos mal nadie me está viendo ahora mientras hago un monólogo con mi cabeza. Espera, ¿por qué estoy pensando en morirme? Soy joven, estoy en mis veinte y…

Es verdad, nadie me está viendo. Ni siquiera el idiota de Hol Horse. Por la mierda, estoy demasiado agotado para buscarlo con Hierophant. No creo que esté cerca tampoco. No va a alcanzar a venir y terminaré desangrado en un maloliente callejón de una sórdida ciudad italiana.

Ahora que la adrenalina estaba bajando, su cuerpo comenzó a doler. Mucho. No como para gritar, pero si para jadear cada vez que intentaba levantarse de donde estaba para ir a esconderse mejor. ¿En qué momento se había acostado, de todas maneras?

No puedo levantarme. No sé dónde está Hol Horse. Voy a desangrarme hasta morir.

¿Bueno, no era esto lo que querías, Kakyoin Noriaki, viniendo en esta misión?– le dijo una voz dentro de su cabeza.

¡Claro que no! No quería morir.

Cher-sama dijo que no estabas listo, Mitsubara–san también. Tu jefe también. Pero claro, dejen que un joven despechado las convenza de que venir en una misión para olvidar la traición de su ex novio es una excelente idea para superarlo. ¿En qué estabas pensando? ¿Acaso no has tenido suficientes aventuras y heridas de por vida? ¿Cuál es tu problema? ¿Eres adicto al dolor o qué?

¿Por qué estoy peleando con mi yo interior a estas alturas? Déjame en paz, Noriaki chiquito con sentido común que vive dentro de mi cabeza.

Podríamos estar cómodos en nuestra oficina en la SWF jugando con nuestras prototipos de prótesis robóticas, pero nooo, decidiste ponerte en peligro de nuevo. Si es que sobrevives, Josuke te va a matar, ¿lo sabes, verdad?

Claro que sí, ese enano se va a enfurecer cuando sepa que mi cuerpo tiene varios orificios de bala. Vivo o muerto. Bueno, si muero, aparte de estar enojado, va a llorar. Es un niño sensible.

Podía escuchar pasos acercándose y temió lo peor. Hierophant, algo borroso, se ubicó a su lado. Pero Kakyoin no alcanzó a dirigirlo a la entrada de ese callejón porque un niño pequeño, de cabello oscuro y corto, lo miró profundamente.

¿Qué mierda hacía un niño pequeño en ese lugar?

"Vete", quiso gritarle Kakyoin, pero no tenía la suficiente fuerza para hacerlo.

El niño quiso acercarse, pero entonces escuchó gritos en italiano, que hizo que se sobresaltara. Tres hombres se acercaron al chico y le preguntaron algo. Kakyoin sólo entendió hombre, rojo y sangre. Mierda, lo estaban buscando aún. Contuvo la respiración, como si eso sirviera de algo y de pronto percibió cosquillas en su cara. La maleza bajo su cuerpo estaba creciendo rápidamente y tapándole la visión, pero alcanzó a ver que el niño extendía su brazo en la dirección contraria a la que él estaba y les dijo algo, casi como si les indicara… que se había ido corriendo… hacia el otro lado…

No te desmayes.

Muy tarde, Nori-chan.

Pero lo último que vio Kakyoin fue al niño mirándolo nuevamente con intensidad mientras la maleza lo sumergía en la oscuridad.