NOTA DE LA AUTORA: Queridos lectores y amigos, que gusto volver a estar con ustedes. Antes que nada les pido una disculpa por la demora de actualización, entre el trabajo, eventos personales y mi regreso a la vida académica mi agenda se llenó y se me había complicado bastante actualizar, además de que esta historia ya bastante avanzada y cada vez es más difícil atar cabos, pero no se preocupen, todo bajo control.
Este episodio es breve comparado con los demás, y aclaro que hay una buena razón por ello: subiré pronto el siguiente episodio. Prometo apresurarme y tenerlo listo cuanto antes.
Bueno creo que ha sido demasiado, así que vamos al episodio, no sin antes agradecer a mi beta y hermana GeishaPax por todo su apoyo y respaldo a la historia. Sin ella nada sería lo mismo.
Solo una cosa más, por cuestiones de tiempo esta vez no puedo responder a cada uno de los comentarios, pero no crean que no los leo, y créanme valoro muchísimo sus opiniones, esta historia es para ustedes y siempre me interesa lo que piensen o se sientan. Muchas gracias por sus comentarios a hitsuzen278, MrCRACKZvid, DarkmatterBlack, GeishaPax, Clausguna, josmardata36, BelleRedfield, manu y jill grey man. Prometo responder sus comentarios en la siguiente actualización. Besos a todos.
"ACCIDENTALLY IN LAW"
Por Light of Moon.
CAPÍTULO 20: CONOCIÉNDOTE.
—¿A dónde vamos?
—Si te digo a donde, ya no va a ser sorpresa.
Llevaban un buen rato conduciendo en la camioneta de Leon después de haberse marchado de las instalaciones de una de las Compañías chocolateras más grandes del país. Durante el camino la pelirroja insistía con su esposo para que le revelará el lugar hacia el cual se dirigían, pero este insistía en que era una sorpresa. Manejó hacia el noroeste del corazón de Vancouver hasta estar cerca del barrio de Chinatown, adentrándose cada vez más entre las calles. Poco a poco el paisaje fue cambiando de la moderna ciudad hacia uno un poco más rústico, con calles de adoquín y farolas de elegante herrería. La arquitectura de estilo victoriano y los colores sepia del lugar, le daban a la zona la apariencia de un lugar histórico y antiguo. Era justo el tipo de lugar que a Claire tanto le gustaba.
Leon aparcó la Jeep en uno de los sitios disponibles y le sugirió a Claire ponerse su abrigo, mientras él hacía lo mismo con su gabardina de color oscuro y bufanda larga.
El rubio se bajó del vehículo para abrirle la puerta a su mujer, mientras ella lo miraba embobada desde su asiento. Verlo vestir de esa manera, le hacía recordar a los galanes de películas de los años cuarenta, de los cuales ella era una gran aficionada, gracias a la pasión que su abuela le había heredado por el cine de esta época.
Con caballerosidad, la ayudó a bajar y la tomó de la mano para guiarla a través de ese lugar desconocido.
—Bienvenida a Gastown.
El barrio de Gastown era uno de los sitios turísticos más visitados de Vancouver. Se trataba de una joya histórica de estilo victoriano la cual era famosa por sus galerías independientes, bares, cafeterías y su inigualable reloj de vapor.
La chica dio una mirada a su alrededor, el sitio era realmente bonito, pero creyó que el nombre no era el mejor para un sitio así.
—¿Gastown?
—Es una larga historia del porqué lleva ese nombre. —Dijo el rubio mientras la tomaba de la mano y con la otra la tomaba de la mano para cubrirla de la ligera brisa que anunciaba el deceso de temperatura.
—Tenemos tiempo de que me cuentes. —Insistió.
El ex policía asintió y tomó un suspiro, ella puso toda su atención.
—Gastown es el barrio más antiguo de Vancouver. —Explicó mientras caminaban por una especie de alameda. —Fue llamado así porque los trabajadores del primer aserradero de Vancouver venían a beber a la taberna de "Gassy Jack", entonces el barrio comenzó a establecerse entorno al puerto y a ese establecimiento. Es por eso el nombre de Gastown, en honor a Gassy, el tabernero. —Terminó con un toque de comicidad.
—¿Qué? —Preguntó en tono de incredulidad. —¿El nombre es en honor al apodo del tabernero del lugar?
—¿Esperabas alguna historia épica de una guerra entre dragones y caballeros andantes? —La cuestionó enarcando una ceja. —Querida, en la memoria de un hombre siempre vivirá por más tiempo el recuerdo de una buena cerveza que una historia aburrida.
La pelirroja se echó a reír ante el comentario. En cierto punto, Leon tenía razón.
—Este barrio además de la historia de Gassy y su espectacular cerveza, ¿tiene algún significado especial para ti?
El agente se encogió de hombros y sonrió.
—Cuando tenía dieciséis años y Joey quince, papá nos trajo aquí a probar nuestra primera cerveza. Era oscura, de abadía y traída de Alemania. Joey se burló de mí por haber hecho mil gestos después de haberle dado el primer trago, y él por querer hacerse el valiente dio un enorme sorbo que escupió enseguida. —Rememoró con una sonrisa sincera, con una que Claire no había visto antes. —Cuando Jules cumplió dieciséis también la trajo aquí, pero ella sí bebió la cerveza sin ningún remilgo.
"Con que eso se sentía tener una familia." Se dijo la pelirroja a sí misma, al juzgar la expresión de su marido al relatarle las vivencias con su padre y hermanos.
A pesar de que Leon podía tener diferencias con su familia, no borraba el enorme cariño que sentía por ellos y lo unido que estaba con sus padres y hermanos respectivamente. Le causaba un nudo en el estómago el pensar que por su causa, Joey y Leon pudieran distanciarse, y de paso también hubiera algún tipo de conflicto con sus padres y hermana. Por un segundo, le hubiera gustado haber pasado ciertas experiencias familiares, ya que aunque Chris había hecho un excelente trabajo, no podía llenar la ausencia de sus padres.
Ella bajó la mirada con nostalgia, gesto que Leon no dejó pasar.
—¿Sucede algo? —Preguntó consternado.
—No es nada… —Se revoloteo el cabello de la frente. —Es solo que me hubiera gustado tener una familia completa, ya sabes, con mis padres y quizás con más hermanos. —Confesó con nostalgia.
Dios, cómo odiaba ver el mínimo atisbo de tristeza en esa mujer. Instintivamente, la acercó más a él y la abrazó.
—Cariño, tienes una familia ahora. —Dijo suavemente mientras colocaba las yemas de los dedos en su barbilla, para alzar su rostro y mirarla. —Conmigo.
Diciendo esto, le dio un beso dulce en los labios, que la dejó helada por unos segundos.
Sentía su corazón latir acelerado en el pecho y una sensación abrumadora nublarle la mente. Su relación estaba avanzando, es cierto, pero aún a estas alturas, Claire no tenía claro cómo podía llamarle a lo que tenía ahora con Leon. Y lo cierto, es que tenía miedo de preguntarlo. Entre más alta fuera la expectativa, más dura sería la caída.
Por su parte, Leon estaba completamente seguro de lo que hacía. Tenía muy claro lo que sentía y lo que quería con la pelirroja, pero se manejaría a un ritmo lento, pretendiendo que todo se diera de manera natural y sin presiones.
Inhaló y suspiró. Estaba tan nerviosa, que rogaba en su interior que lo que Leon le estaba diciendo fuera verdad y no un consuelo vacío.
El ex policía notó la tensión en las facciones de su mujer, y la tomó de la mano para empezar con su paseo.
—¿Vamos?
La activista se relajó y entrelazó sus dedos con el hombre que compartía la misma sortija de bodas que ella usaba.
—Vamos.
—¿Dónde está Joey?
—El abogado Kennedy se fue temprano. Pidió que no le pasaramos llamadas el resto de la tarde. —Informó la recepcionista que se encontraba en su escritorio.
La chica bufó. ¿Dónde diablos se metía Joey cuando lo necesitaba? Como encargada de la publicidad y el evento de apertura le urgía hablar con él para afinar los detalles del comercial y la publicidad para el lanzamiento del nuevo producto de la Compañía y justo en ese momento, al señor Kennedy se le ocurría tomarse un descanso. En fin.
Iba a pedirle a la secretaria de Joey que le brindara los datos que necesitaba, pero al no verla en su sitio, pensó que era más fácil entrar a la oficina y buscar lo que necesitaba que intentar encontrar a la empleada por todo el corporativo.
—¡Dios! Me ausento un momento y todos se van de fiesta. —Se quejó Stacy Watson al notar que varias personas estaban ausentes en el trabajo.
La petulante ejecutiva entró en la oficina de Joey Kennedy dispuesta a buscar los tripticos y documentos de la empresa con la que grabarían el comercial. Había visto esos documentos en la mañana junto con el segundo hijo de los Kennedy, así que supuso que estarían en algún lugar de su escritorio.
Empezó por rebuscar entre algunos contratos que estaban para firma, pendientes, esquemas de trabajo…
De repente, encontró en un folder amarillo un par de documentos que llamaron su atención, adjuntos a una memoria USB.
La chica tomó ambos objetos y los revisó con detenimiento.
—Son los diseños hechos por Claire. —Murmuró.
Entonces una idea le cruzó por la cabeza.
Era una oportunidad que le había caído del cielo. La vida le había puesto en bandeja de plata la posibilidad de sabotear el trabajo de la esposa de su ex novio y hacerla quedar mal ante todos. Y ni Leon, ni Joey, ni nadie de sus protectores se lo iban a impedir.
"Esa estúpida no tiene idea de con quién se está metiendo." Amenazó mentalmente mientras tomaba en sus manos la información de vital importancia de la Compañía.
Iba a retirarse del lugar cuando de repente la puerta de entrada se abrió intempestivamente. La chica se sobresaltó, pero al descubrir la identidad de la recién llegada, relajó la postura.
—Tonta, me asustaste. —Dijo ella llevándose una mano al pecho.
—¿Tú qué haces, aquí? ¿Dónde está Joey? —Cuestionó Julia adentrándose en el despacho de su hermano.
—Joey no está, decidió tomarse la tarde libre.
La rubia puso los ojos en blanco. Esto era el colmo. Tal parecer a su hermano no le interesaba en absoluto la amenaza de su padre. Jules dio una mirada retrospectiva y no pasó desapercibido lo que Stacy cargaba en sus manos.
—¿Qué llevas ahí? —Preguntó la menor Kennedy a su amiga.
—Nada importante. —Contestó a la evasiva la hija de los Watson.
Pero la ojiazul no le creyó un carajo.
—Si no fuera importante, no me ocultarías qué es.
—¡Por Dios, Jules! ¡No seas tan desconfiada! —Reprochó.
—Si no quieres que sea desconfiada, no me des razones para serlo.
Diciendo esto, la joven rubia le arrebató de las manos la carpeta amarilla a la única hija de los Watson.
—Son los diseños del nuevo producto… —Murmuró mientras observaba con ojos escrutadores lo que acababa de quitarle a Stacy. —¿Qué pretendías hacer con esto?
—Jules, ¡qué pregunta! —Contestó en tono relajado.
—¡Suéltalo ya, Stacy!
—¿Qué más va a ser? —Cruzó los brazos como si se tratara de algo obvio. —Pretendía fastidiar a la camionera Redfield estropeando sus diseños. Es mi oportunidad perfecta de hacerla quedar mal ante el Consejo y ante Leon.
La rubia miró a la chica Watson como si a esta le hubiese crecido una segunda cabeza.
—¡¿Qué?! ¿Estás de broma, cierto?
—¿Acaso parece que estoy bromeando?
Las facciones de la hermosa Julia Kennedy poco a poco se contrajeron en una mueca iracunda.
—¡¿Te has vuelto loca?! ¡¿Cómo se te pudo ocurrir siquiera intentar sabotear así nuestro trabajo?!
—¡Dios, Jules! ¡Relájate! —Minimizó la situación. —Ambas queremos lo mismo, ni tú ni yo soportamos a tu querida cuñada y buscamos todo lo posible por separarla de Leon. Tú para obtener la empresa y yo a tu hermano.
—¡No confundas! —Frenó levantando el dedo índice. —Quiero la Presidencia, pero no a este precio.
La castaña soltó una risita sarcástica.
—¡Pero mira quién lo dice! Hasta hace poco estabas de acuerdo en sabotear en lo que fuera posible el trabajo y matrimonio de tu hermano. ¿No te parece un poco doble moral tus reclamos, querida? —Reprochó.
—Escucha, mi padre nos amenazó a mí y a Joey. —Informó. —Si algo sale mal en este estúpido proyecto que tú y los Merkel respaldaron, Joey y yo quedamos fuera de la Compañía. Así que lo siento, no voy a perder mi cabeza para ayudarte a sabotear a Claire. No me voy a poner el pie a mí misma, ni voy a dejar que otros lo hagan. —Dijo con tono amenazante. —Así que espero que no intentes nada, querida.
Diciendo esto, la chica rubia salió de la oficina de Joey, llevándose consigo los diseños hechos por la pelirroja, dejando a Stacy totalmente desconcertada e incrédula por lo que acababa de hacer.
"Estúpida… Ahora hasta de Julia tengo que cuidarme la espalda."
La tarde había sido más agradable de lo que habían pensado. Después de haber visitado varias galerías, tiendas de antigüedades, y haber visto de cerca el famoso reloj de vapor, ahora ambos estaban en una pequeña cafetería, comiendo panqué de nuez casero acompañado de chocolate caliente, a la vez que tenían una amena charla.
—No estoy bromeando, en verdad no tenía suerte cuando era estudiante. —Insistía la pelirroja Redfield.
—No te creo. —Dijo Leon con una sonrisa. —Una cosa es que le tuvieran miedo al gigante de tu hermano y otra que los chicos no se fijaran en ti.
—Bueno, está bien, quizás la intromisión de Chris si influía en mis relaciones interpersonales. —Admitió. —Pero tampoco tenía mucha suerte que digamos. Cuando cursaba el bachillerato era bastante tímida, además de que era un ratón de biblioteca. —Mencionó con diversión al rememorar sus años de estudiante.
El ex policía la miró fijamente y susurró con voz profunda.
—Yo me habría interesado en ti.
—No te creo. —Contestó con una mirada de astucia en el rostro.
—¿Por qué?
Quizás se arrepentiría de lo que iba a decir, pero en ese instante, actuó por mero impulso.
—Porque cuando nos conocimos ni siquiera me miraste, corriste detrás de Ada Wong.
Al escuchar esto, el rubio enarcó una ceja. Inmediatamente, supo que Leon podría malinterpretarlo como un reproche, pero el mal ya estaba hecho.
Al agente gubernamental le sorprendió el tono de repentino de malestar en la pelirroja. Eso había pasado literalmente en el siglo pasado, pero ella parecía tener muy bien escondido ese rencor desde entonces. Al parecer Claire Redfield podía tener el mismo nivel de rencor de una abeja.
"Mujeres…" Pensó y después esbozó una sonrisa astuta.
—Hey, era joven e iluso. Sólo me deslumbró de momento.—Se defendió poniendo ambas manos en alto en señal de rendición.
—¿Ah sí? —Replicó sarcásticamente. —Tengo entendido que ese "deslumbramiento" —Hizo énfasis en esa última palabra. —duró varios años.
Ya había sacado el tema a colación. No iba a echarse para atrás tan fácil.
—Lo de Ada fue menos de lo que piensas. —Se sinceró mientras le dio un sorbo a su taza de chocolate. —Sólo fueron unas noches compartidas que no llegaron a ser más que eso. Ella nunca me vio como algo más allá de un "affaire".
Claire notó un atisbo de decepción detrás de la confesión de su esposo, y sintió la necesidad de saber un poco más de ello.
—¿Y para tí qué significó?
—Ada me atrajo desde el principio, lo admito. Y aunque al principio creí que estaba enamorado de ella, al final me di cuenta de que no podía estarlo, porque no la conocía. Ni la conozco realmente. Y respecto a ti, —dijo mientras tomaba su mano entre la suya, que descansaba a un costado de la mesa. —desde que te ví noté que eras una chica hermosa, de eso nunca me ha quedado duda. Si no me enamoré de ti, era porque no me di a la tarea de ver quien eras realmente… Pero lo estoy descubriendo ahora.
Claire sintió un escalofrío recorrerle la espalda, y la sangre coloreó rápidamente sus mejillas, a la vez que su corazón comenzaba a latir acelerado. Dios, si estas señales al final resultaban ser falsas, no sabía que iba a hacer al final. Esto iba más allá que un simple flirteo, podía percibirlo.
—No soy tan interesante como Ada.
Dios, esta mujer lo volvía loco y parecía que no podía notarlo.
—Claire Redfield, ni siquiera tienes punto de comparación con nadie. —Exclamó como si se tratara de algo que era más que evidente. —Más de uno nos hemos visto encandilados por ti.
"...nos hemos visto encandilados por ti." Esta honestidad repentina y el comentario en plural comenzaba a gustarle, pero tenía que tantear más el terreno.
—¿Ah sí? Dame ejemplos. —Retó mientras cortaba un pedazo de su panqué y se lo llevaba a la boca.
—Frederick Downing. —Contestó en automático.
Al escuchar la respuesta inmediata de su interlocutor, la chica no pudo evitar soltar una sonora carcajada.
En cuanto la escuchó reír, el rubio se preguntó qué era tan gracioso.
—¡Por favor, no hablas en serio! —Mencionó la pelirroja en medio de risas.
—¡¿Qué?! Ese tipo se interesó en ti desde que te vió y no tuvo intención de disimularlo. Incluso tú también te veías interesada en él.
Ahora fue su turno de sentir la estocada.
—¡Oh, vamos! ¿Por qué me interesaría en Frederick?
—Era atractivo, de modales finos, el típico caballero inglés, que cuando el mundo se estaba cayendo a pedazos, él te invitó a "tomar el té." —Soltó con cierta molestia en la voz que no pudo disimular.
—Eso no prueba nada. —Se defendió la Redfield.
—En esa ocasión me rechazaste.
Touché.
—¿Yo te rechacé?
—Quise invitarte a salir y me mandaste a volar literalmente, porque me fui en un helicóptero. —Reprochó.
Ahora lo recordaba. Cuando se despedían, Leon se ofreció a llevarla de regreso y ella lo rechazó para irse con Rany y su tía.
"La próxima vez que nos veamos, espero que sea en un lugar más placentero." Recordó textualmente las palabras de su compañero antes de despedirse.
—Ya. Pero, también me prometiste una cita en un lugar más placentero. —Dijo ella con coquetería.
—Espero que esta cita cumpla con tu expectativa. —Le contestó guiñándole un ojo e inclinándose hacia ella para robarle un beso suave en los labios.
La galantería del agente la sacó de balance. Tenía tantas dudas, que sólo eran equiparables al temor que sentía porque esto sólo fuera un romance momentáneo. Cada día estaba más enamorada de Leon y cada día era más difícil ocultarlo.
Mientras tanto, el ex policía ya no tenía dudas, quería verse reflejado en esos ojos azules el resto de sus días.
Después de largas semanales de trabajo y un proceso arduo de selección, el momento había llegado.
En una cajita rectangular con un diseño hecho de copos y espirales en colores dorado y rojo y amarrado con un suave listón de seda, estaba finalmente el producto que los catapultaría a los más altos peldaños del gremio o terminaría por hundirlos.
"Luxury Christmas" era el resultado por el que se habían estado esforzando durante meses y consistía en una colección de dieciocho chocolates finos de cobertura amarga, dulce y de leche con diversos rellenos que iban desde el ganache de chocolate amargo y ristreto, mousse de vainilla de Madagascar, café con gianduja, crema capuccino, almendras caramelizadas y praliné de avellana y canela y por supuesto, las trufas clásicas con un toque de licor fino.
El nuevo producto de la legendaria compañía de los Kennedy había sido lanzado al público el primer día de noviembre y había pasado ya el primer mes de ventas, donde les entregarían los resultados de las ganancias y también del certamen.
Leon permanecía de pie junto al ventanal de la oficina, esperando impaciente los resultados. A su lado permanecía su esposa que trataba de reconfortarlo. Joey Kennedy que también estaba en el despacho de Presidencia permanecía callado aunque estaba más nervioso que su hermano mayor, por las razones —amenazas—, de su padre.
—Tranquilo… —Murmuró Claire a su esposo, tocando su mano con la suya.
El ex policía sonrió por lo bajo agradeciendo el gesto, pero su impaciencia no disminuyó. De estos resultados dependía el futuro de la compañía de su padre y su abuelo.
De repente, Irma irrumpió en el lugar. Era la visita que tanto esperaban.
La mujer mayor, la asistente, ya tenía los resultados en sus manos, y como ninguno de los hermanos Kennedy se animó a abrir el sobre, y Claire tampoco deseaba cargar con la responsabilidad de dar una noticia tan buena o tan fatal, por decisión unánime le concedieron a Irma la batuta para dar la resolución.
—¿Qué desea ver primero? —Preguntó la mano derecha de la compañía.
El rubio volteó a mirar a su hermano y él asintió en respuesta.
—El certamen.
La longeva dama abrió el sobre que contenía los resultados del concurso internacional de chocolate y comenzó a leer los resultados, para después expresarlos en voz alta.
—Los International Chocolate Awards se complace en anunciar a los ganadores de la final mundial anual, que se juzgó del 7 de noviembre al 12 de noviembre del presente año en Florencia, Italia. Las categorías participantes son: Barras simple, barras de leche simple, barras de chocolate negro liso, barras de chocolate blanco con infusión, ganaches, palets, pralinés y trufas.
La mujer leyó a los ganadores en la categoría de barras de chocolate en la que obviamente no saldrían premiados, ya que no estaban participando por esa terma.
Finalmente, llegó el momento de anunciar los resultados de confitería y chocolates pequeños, terma en la cual si estaban inscritos.
—El oro para la categoría de ganaches o trufas de chocolate negro sin sabor es para;
Para este punto, los tres más jóvenes ya estaban mordiéndose las uñas.
—Sveningsen Chocolatier con "Indland Ice Chocolate" de Dinamarca.
Leon se sintió un poco desilusionado al escuchar al ganador del oro, pero la mujer continuó;
—Plata para la independiente Paola Bertani de Italia con Elba Piura y el Bronce es para la colección "Luxury Christmas" de Chambéry Inc, de Canadá.
Al escuchar las noticias el trío sonrió y comenzaron a felicitarse.
—Cariño, el tercer lugar en un certamen internacional es grandioso. —Felicitó la pelirroja a su esposo, que a pesar de no haber ganado el oro, se encontraba orgulloso de al menos haber obtenido un lugar en la competencia. Ella se abrazó a su torso para demostrarle su afecto.
—Felicidades hermano, es un gran resultado. —Expresó de manera sincera Joey Kennedy al ex policía que agradecía con una sonrisa.
—Esperen aún hay más. —Dijo la asistente y continuó leyendo en voz alta mientras los demás prestaban toda su atención. —En la categoría de Ganaches o trufas con sabor a chocolate negro el oro es para…
La mujer se detuvo para darle más emoción al asunto y continuó;
—"Luxury Christmas" de Chambéry Inc. de Canadá.
Al escuchar esto, tanto Leon, Claire y Joey saltaron de emoción y empezaron a vitorear con gritos de emoción en la oficina.
—Oh sí, ¡maldición! ¡Sabía que esos chocolates eran la hostia! —Dijo el menor de los Kennedy mientras chocaba sus manos con su hermano mayor.
Claire le dio un beso rápido en los labios a su compañero de Raccoon en señal de felicitación cuando Irma volvió a intervenir.
—Y en categoría de ganaches o trufas de chocolate con leche, ganaches o trufas con mezcla oscura/leche/blanco para recubrimientos y rellenos, ganaches o trufas con sabor a chocolate negro y ganaches de chocolate con leche, ¡la compañía obtuvo el primer premio! —Felicitó la mujer de la tercera edad a los más jóvenes y concluyó abriendo la carpeta con los resultados de las ventas; —La compañía ganó el oro en cinco de las seis categorías en que fue participante y revisando el informe de ventas, se han alcanzado números históricos. ¡Es el producto más vendido de la temporada navideña! A fin de mes será la premiación en Florencia.
Para este punto Joey ya había alzado en brazos a la mujer mayor y comenzó a dar vueltas con ella para festejar su triunfo.
—¡Vamos a contárselo a todos! —El escandaloso hermano Kennedy salió a anunciar el triunfo arrastrando con él a la asistente de presidencia, dejando a solas al matrimonio Kennedy Redfield.
A pesar de que este era un gran logro que superaba con creces los que en su momento su padre y abuelo alcanzaron respectivamente, Leon estaba inusualmente callado.
—¿Qué pasa? —Preguntó la chica. —¿No vas a llamarle a tus padres para contarles la buena noticia?
—Ya lo hará Joey. —Respondió con tranquilidad.
Se acercó con relativa lentitud a su mujer hasta quedar frente a ella, acorralándola frente a la pared frontal.
A la Redfield le inquietaba la actitud de su esposo, pero era una inquietud nada desagradable.
—¿No piensas ir a festejar? —Le preguntó cuando lo sintió invasivamente cerca.
—Estoy festejando. —Determinó con firmeza y acariciando con una de sus manos la mejilla de su esposa. —Gracias por haber creído en mí. —Susurró acercándose a sólo centímetros de su cara. —Nunca lo hubiera logrado sin ti.
—La idea fue tuya. —Respondió sintiendo que comenzaba nublarsele el juicio, respirando de cerca el perfume de su loción fresca.
—No me refiero sólo a los chocolates. Realmente, ni siquiera estaría vivo si nunca me hubiera topado contigo.
Realmente el expolicía no mentía. Quizás no se había dado cuenta antes, pero entre más convivía con Claire Rerdfield más confirmaba que cada día se volvía indispensable en su vida, y que de no haberla conocido, muy probablemente su existencia no sería la misma.
—Leon…
—Sólo déjame agradecerte, no tienes idea del soporte que eres en mi vida y lo mucho que significas en ella.
Y sin decir nada, comenzó a besarla. Al principio de manera tierna, que poco a poco se volvió invasiva, pasando sus manos por su cintura para acercarla más a él, dejándola sin hacer nada y sin tener otra opción más que corresponder.
Poco a poco el tacto se volvió más codicioso y metió sus manos por debajo del grueso suéter de la motociclista retirada, acto por el cual ella dió un respingo al sentir la temperatura fría en su piel, pero no pensó ni un segundo en apartarlo.
Continuaban en su faena de besos y caricias que cada vez más subían de tono, cuando de repente, comenzaron a llamar en la entrada del despacho.
—Están llamando. —Murmuró entre jadeos la mujer.
—Que se jodan. —Respondió sin dejar de besarla.
Siguieron insistiendo en la puerta.
—Parece que ya será una costumbre interrumpirnos. —Mencionó ella con una sonrisa traviesa.
—No será así si no lo permitimos. Nadie va a entrar si no lo ordeno.
Y tomándola en brazos la llevó hacia el sillón de su despacho, no sin antes cerrar con llave la puerta de su oficina por si las dudas.
—Señor Kennedy. —Insistía una voz femenina que correspondía a una de las secretarias. —Su hermana Julia quiere hablar con usted.
El ex policía ya llevaba la mitad de la camisa desabotonada cuando su esposa lo soltó repentinamente, sacándolo de su frenesí.
—Tal vez es importante. No van a dejar de insistir hasta que salgas. —Murmuró en voz baja la hermana menor de Chris.
Leon gruñó por lo bajo y se puso de pie, suponiendo que aquella sesión amorosa no llegaría a más. Maldita sea.
—En un momento estoy con ella. —Respondió de mala gana, asegurándose que la otra persona detrás de la puerta escuchara.
Ayudó a su mujer a levantarse, y ambos acomodaron su ropa desajustada, a la vez que Leon se limpiaba el lápiz labial de su mujer que tenía embarrado en los labios. Esta era una ocasión única en que sentía que Claire correspondía totalmente a sus afectos, sin ningún remilgo y sin ayuda del alcohol como la vez anterior. Se habían quedado a medias, pero ahora estaba seguro que no le era indiferente como hombre a su presunta mejor amiga y esposa. Con esta nueva seguridad, el ex policía ya estaba seguro de lo que iba a hacer y la decisión que tomaría, ahora sólo quedaba en planear cómo iba a dar el siguiente paso.
