NOTA DE LA AUTORA: Queridos lectores, ¿cómo se encuentran? Ha pasado un largo tiempo desde la última actualización, que espero que no se hayan olvidado de mi fic. he tardado porque entre el trabajo, las ocupaciones de mi nuevo hogar y mis perritos que adopté recientemente me consumen mucho tiempo, y me queda muy poco para dedicarme a mis hobbies, entre ellos, escribir. Pero ¡hey! no he perdido el tiempo, he estado trabajando en nuevas historias, actualizaciones de mis demás fics y en la incursión a nuevos fandoms, entre ellos, el de Legend of Zelda, que si son fans del Zelinkm espero les agrade. Tendrán noticias en los siguientes días.
Ahora, respecto a otras cosas, estamos pasando por una situación de PLAGIO de nuestras historias "Te Perdí" y "Vivir por ella", igualmente Cleon, por lo que pido su apoyo si les es posible, dejo toda la información en una nota en los citados fics.
Bien, ahora sin más, a la historia, que ya esperaron lo suficiente. Agradezco infinitamente su paciencia y espero que disfruten mucho la actualización, que ya son la recta final de esta historia, especialmente a mis lectoras y lectores, Ginevre, Darkmatter Black, Mercy Medical angel, manu, Jocker01 y todos los lectores anónimos que me levantan el ánimo con sus bonitos comentarios, destaco especialmente a clausguna que me informó sobre la situación del robo de los fics cleon que tanto queremos. Te debo una bien grande, querida, te mando abrazos y un saludo cariñoso, en verdad mil gracias de todo corazón por ayudarme a salvar y proteger este espacio, que es suyo.
Ahora sí, ¡a leer!
ACCIDENTALLY IN LAW
Por Light of Moon.
CAPÍTULO 28: EN EL LÍMITE
Al escuchar la confesión de su hijo menor, Richard Kennedy se levantó de su asiento de manera instantánea, como si le hubiesen arrojado un balde de agua fría en la espalda.
—¿Pero qué diablos dijiste?
—Lo que oíste, papá.
Richard se acercó a Joey y le colocó las manos en los hombros para obligarlo a que levantara la mirada y reclamarle.
—¿Qué acaso enloqueciste?
—Ojalá así fuera. Esto no es algo de lo que me sienta orgulloso. —Respondió apenado y bajando la vista, visiblemente apenado.
—¡Ella es la esposa de tu hermano! ¡¿Por qué de ella?! —Reclamó furioso sacudiéndolo por los hombros.
—Uno no elige de quien enamorarse.
—Esa no es una respuesta.
—No tengo otra.
Richard Kennedy se quedó mirando a su hijo como si fuese un desequilibrado, sin poder creer lo que oía. Por su parte, Joey no podía con el peso de la vergüenza.
—Definitivamente no te entiendo y mucho menos apruebo tu comportamiento. ¿Por qué de todas las mujeres, tuvo que ser de ella? ¡Claire está enamorada de Leon!
—¡Pero él no la merece!
Inmediatamente se arrepintió de lo que dijo, pero ya era tarde; si su padre estaba enfadado, ahora estaba colérico.
—¡¿Qué carajo te pasa?! Estás diciendo una sarta de estupideces y me las dices así, tan tranquilo. —Regañó estando totalmente furioso,
—No son estupideces, papá. Y no estoy tranquilo, llevo meses callándome esto, pero ya no puedo, padre; ya no quiero. —Contestó por primera vez levantando la mirada y enfrentando a su progenitor con dignidad. —Mi intención era llevarme este secreto a la tumba, pero estoy seguro que mi hermano no se merece el cariño de Claire, no la trata como ella se merece; le ha mentido, la ha engañado y estoy seguro que su matrimonio es una vil farsa.
Richard sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo pero se mantuvo sereno; su hijo no era tonto y pese a que en el pasado no hubiera tenido ningún problema con contarle a Joey lo que realmente estaba pasando con el matrimonio de Leon y Claire y su relación con la Compañía, ahora no podía decirle absolutamente nada, ya que conocía los sentimientos del ojiverde hacia Claire, y si descubría la verdad, iba a empecinarse más, lo que provocaría una fractura irreparable en la relación de sus dos hijos. Todo el plan para salvar el negocio familiar, que en un inicio parecía inocente e infalible, se estaba saliendo de control.
—No sé de dónde sacas esas tonterías. Esos sentimientos insanos te están trastornando. Tu hermano y Claire se aman.—Dijo con voz más tranquila, no iba darle más motivos de sospecha a David Joseph.
—Tal vez, pero incluso si me equivoco, voy a descubrir la verdad, cueste lo que cueste.
—¡Joey! Te prohíbo que me dirijas la palabra mientras sigas pensando en interferir en el matrimonio de tu hermano.
Y diciendo esto, Joey se marchó de la habitación, sintiéndose profundamente dolido, dejando a su padre en completo silencio, pensando en una solución o en alguna alternativa para salir de este embrollo sin que sus dos hijos se confrontaran.
—Dios mío, en qué problema estamos metidos.
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Al día siguiente, tanto Leon como Claire apenas cruzaron palabra; bajaron a desayunar en familia, pero el ambiente se sentía tenso, de una manera tan evidente que todos se apresuraron a tomar sus alimentos y marcharse a sus debidas ocupaciones.
En aras de buscar un poco de distracción, Claire bajó al jardín con su caballete, las acuarelas y los pinceles, siempre que tenía un mal día, la pintura la ayudaba a relajarse y a despejarse del mundo, y qué mejor momento que este para desahogarse con el pincel.
Se acomodó cerca de los arbustos de hortensias para retratarlas y comenzó haciendo unos trazos suaves a lápiz para realizar una especie de guía, dejando todo su empeño sobre el óleo. Estaba tan concentrada en su labor que no se percató en qué momento su suegra apareció frente a ella, observándola con detalle.
—¿Sí? —Dijo alzando la mirada.
—Quiero hablar contigo, Claire.— Contestó la petulante Meryl Kennedy.
—La escucho.— Respondió sin apartar la mirada de su cuadro.
La matriarca de la familia puso los ojos en blanco, evidentemente molesta por la falta de cortesía de su nuera, sin embargo, iba a tratar de no perder la paciencia. Por su parte, la pelirroja no tenía humor alguno para lidiar con las exigencias de su suegra.
—No me gusta andarme por las ramas, Claire. No es una descortesía, pero los preámbulos me aburren y voy a ser clara: No me interesa lo que haya sucedido entre tú, Leon y esa mujer, ese es un asunto que ya resolverás con mi hijo. Lo que me interesa, es lo que este chisme malintencionado por parte de la prensa, pueda afectar el nombre de nuestra familia, que desde que llegaste, está en el ojo público y en boca de todos.
Claire dejó de dibujar al escuchar esto último y la miró fijamente.
—¿Me está acusando de algo?
—No. —Repuso.—Sólo afirmo que tu llegada a nuestra familia ha sido todo un suceso, que sin duda alguna, ha llamado la atención de propios y extraños.
—Eso no es mi culpa. — Contestó la Redfield con indiferencia.
—Tampoco mía y espero que entiendas lo que te voy a decir: este viernes es el cóctel de inauguración de la nueva cadena de restaurantes de uno de nuestros amigos y toda la prensa va a estar allí, por lo que, espero que asistas junto con mi hijo y pongas buena cara, para acallar de una vez todas las murmuraciones.
—¿El viernes? Eso es pasado mañana.
—Justamente, entre más rápido termine todo esto mejor.
La pelirroja soltó el lápiz y respiró profundo; desde que llegó, había tratado de consentir en todo a su suegra, desde la asistencia a sus aburridas reuniones sociales a básicamente, planear todo lo relativo a su enlace matrimonial. No obstante, ya no estaba dispuesta a consecuentarla más.
—Señora, con todo respeto, no voy a acceder a lo que usted me pide.
Meryl alzó las cejas, como si hubiese escuchado una sandez.
—Quizás no se haya dado cuenta, pero Leon y yo estamos en medio de una crisis matrimonial y para los dos, es nuestra prioridad arreglar nuestros problemas, antes que quedar bien con otras personas. Y bueno, anímicamente, no me siento bien para ir a posar como una familia feliz delante de mil cámaras, sólo para darle gusto a gente que francamente, no me interesa complacer.
Su suegra hizo una mueca de evidente desagrado, en donde rápidamente pasó a la molestia.
—Pues debe de importarte, eres parte de esta familia ahora, llevas nuestro apellido y como tal debes honrarlo.
—Y no le estoy faltando en nada, señora. No le causa ninguna ofensa o perjuicio el que no desee aparentar lo que no soy. Y si me disculpa, estoy algo ocupada. —Dijo tomando su lápiz de nueva cuenta y continuando en su labor.
Meryl se quedó muda de la impresión. En todos los meses que había convivido bajo el mismo techo, su nuera nunca se había atrevido a rebelarse, e incluso la había tomado por una mujer sumisa y callada, pero ahora, confirmaba que la Redfield tenía un temperamento fuerte. Sin embargo, si se trataba de una guerra de carácter, ella también tenía lo suyo.
Así que sin pensarlo dos veces, le arrebató el grafito de la mano, como lo haría una madre represiva ante una niña que se está comportando insolente. Ante tal acción, le tomó varios segundos a la pelirroja reaccionar ante tal arranque de su suegra, por lo que decidió limitarse a mirarla con desconcierto.
—No. Tú no vas a hacernos esto. —Mencionó alzando el lápiz con la mano derecha. —El nombre de la familia Kennedy siempre se ha destacado por estar libre de habladurías y controversias; por años todos nos hemos esforzado porque sea un apellido limpio y que sea sinónimo de orgullo portarlo. Y tú, no nos vas a dejar en ridículo, sólo por fingir una dignidad que no tienes.
La Redfield, pasó de la confusión al enfado; sintió como sus emociones de un instante a otro se convirtieron en cólera. Su suegra la estaba ofendiendo sin tener ningún reparo y ya estaba harta de soportar los desplantes de gente que creía que su sangre no era roja como la de todos los demás. Así que se puso de pie y se irguió sobre su estatura.
—Escúcheme bien, señora. Desde que llegué aquí he tolerado sus desaires injustos, sus miradas despectivas y me he dejado llevar y traer a su gusto, llegando al punto de ser, básicamente, una muñeca a la cual usted viste y usa a su antojo, o una mascota a la que pretende domesticar, como si mi opinión, mis sentimientos y mis deseos no importaran. —Habló subiendo la voz una octava y apretando los dientes. —Y lo soportaba todo esto por Leon, pero ya no más. No vengo de una cuna de oro como todos ustedes, pero soy una mujer que ha salido adelante gracias a su esfuerzo y a su dedicación, que nada me ha venido gratis, ni siquiera la vida, porque si estoy aquí hoy es porque he luchado con uñas y dientes por esto. Sé lo que valgo y aunque no sepa de oropeles ni reglas de etiqueta, conozco más de valores como la honestidad, el respeto y la igualdad…
—¡Bravo! —Aplaudió de manera irónica. —¿Y qué quieres? ¿El premio Nobel de la paz? —Respondió de manera sarcástica. —Sabía que tarde o temprano, la brecha social iba a pesarte, pero no esperé que fuera tan pronto.
—¡Y no sabe cuánto me alegro de no pertenecer a su círculo tan frívolo! —Contestó en la misma sintonía irónica. —Lleve a Stacy como acompañante de Leon, le va a ser más útil para las revistas; sabe posar, estar callada y va a poder intercambiar opiniones sobre moda y glamour con los asistentes del evento y la prensa. Y si algún día la invitan a los premios Nobel, estaré feliz de acompañarle, en ese tipo de eventos no la decepcionaré; le aseguro que podré sostener una conversación inteligente con cualquiera de los presentes. —Tomó su caballete en las manos y caminó de regreso a la casa. —Con permiso, y que tenga buen día.
Claire se retiró de la escena, dejando todavía a una impactada y sobretodo fúrica Meryl Kennedy, que no iba a dejar la cosas así.
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Julia Kennedy se encontraba en su oficina preparando un informe detallado sobre las ventas del mes, mientras observó como en su oficina ingresó una exaltada Stacy Watson, seguida de Ben, su asistente.
—¿Podrías recordarle a tu "eficiente" empleadillo mi parte social dentro de la Compañía. Creo que olvida que de mis acciones también se paga su salario. —Dijo soberbia la hija de los Watson.
Julia quitó la vista de la computadora para observar al hombre con cara de preocupación.
—Cuando yo le doy una orden a Ben, no me interesa cómo la lleva a cabo, sólo me importa que la cumpla. Y una de ellas, es no dejar pasar a nadie cuando estoy con el reporte mensual de ventas. Y creo que el 50% de mi familia, pesa un poco más que tu 10%. ¿No crees? —Dijo con una sonrisa brillante.
—Hoy amaneciste odiosa. —Dijo Stacy a su amiga.
—Tú empezaste. Retírate Ben.
El empleado se retiró y cerró la puerta detrás de él, dejando a solas a las dos mujeres.
—¿Qué es tan importante para que quieras despedir a mi asistente?
—Voy a ser directa, el escándalo de Leon con su ex novia, ¿Fuiste tú? ¿Cierto?
Julia se quedó callada, sin embargo, su sonrisa torcida lo delataba.
—Ok, no me respondas, pero lo que quiero saber, es que tanta repercusión tuvo este escándalo en la vida del matrimonio entre tu hermano y la camionera.
—Nunca los había visto tan enfadados.
Stacy sonrió con suficiencia.
—Sabía que el matrimonio de esos dos era una farsa y era tan frágil como una hoja de papel. Esta crisis parece difícil de superar. —Sentenció.
—Y es allí donde entras tú. Leon estará sólo y vulnerable, necesitará una amiga en quien apoyarse, así que no me defraudes y haz lo que te digo. —Dictó Jules.
—Con todo gusto, no voy a desaprovechar la oportunidad.
—No falles, este paso ha costado un enorme escándalo alrededor de mi familia.
—Cuenta con ello.
Dicho esto, la castaña se movió rápidamente a la oficina de Leon, en donde antes de tocar, se reacomodó el vestido y el escote.
Con fingida timidez, tocó la puerta principal de la oficina del antiguo agente y entró antes de que éste diera su consentimiento.
—Perdona, no quise ser inoportuna, pero necesito la firma de estos documentos.
Leon volteó a mirarla sólo alzando la vista, mientras permanecía como petrificado en su asiento. Firmó sin siquiera mirar los contratos del banquete que había contratado Stacy para la reunión que tendrían con unos inversionistas extranjeros.
—¿Estás seguro que ni siquiera quieres mirar el menú?
—Confío en tu buen gusto.
—Sé del mal rato que estás pasando por culpa de la prensa, e imagino que no tienes humor para tratar los asuntos de la oficina, por lo que trataré de molestarte lo menos posible.
Leon se encogió de hombros, ahora no sólo se trataba de Claire, sino también se sentía profundamente avergonzado con Stacy, por haberla culpado anticipadamente del incidente con Ángela y los reporteros, además de haber intervenido su teléfono, invadiendo totalmente su privacidad.
—No, no te preocupes, no me molestas. Mi mal momento no tiene porque afectar nuestro trabajo. Además, nuestra reunión con los inversionistas franceses es importante, debemos sacarla adelante de la mejor manera.
—Está bien, después del almuerzo me reúno contigo para planear el banquete.
Leon miró el reloj y aún faltaban dos horas para tener su reunión de negocios y no deseaba que esta se extendiera más allá de su horario laboral, ya que deseaba con urgencia poder terminar todos los pendientes de la Compañía de su familia y largarse a Estados Unidos de Norteamérica junto con Claire para iniciar una nueva vida en pareja como lo habían planeado antes de todo este desastre.
—¿No prefieres que vayamos a almorzar juntos? Quizás podamos adelantar varios puntos de la reunión pendiente.
Sin duda, la propuesta estuvo a punto de desbalancear a la pretenciosa Stacy Watson. En efecto, las cosas estaban saliendo mucho mejor de las que había planeado, pero no quería que Leon sospechara nada.
—¿Estás seguro? ¿No estás posponiendo ningún plan?
—Ninguno, estoy bastante interesado en esta reunión.
La chica disimuló un sonrisa triunfante.
—Muy bien, iré por mi bolso y mi portafolio con los documentos para la reunión. Y las llaves de mi auto, por supuesto.
—Oh no es necesario, pensaba que fuéramos a la cafetería que está aquí cerca, si no te importa. No es muy ostentosa pero manejar en Vancouver en horas pico no es algo que me entusiasme. —Mencionó Leon con distracción mientras tomaba varios documentos de su escritorio.
—No tengo ningún problema con ello. Iré por mi bolso entonces.
La mujer salió de la oficina con una mueca de triunfo dibujada en el rostro y caminó rápidamente a su oficina para tomar el celular de su escritorio y escribir un mensaje al móvil de Julia Kennedy.
"En cuanto esté allí, te mandaré mi ubicación vía GPS. Sabrás qué hacer."
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El mesero trajo de manera casi inmediata las bebidas de ambos comensales, consistentes en una margarita para Stacy Watson y una limonada simple para Leon.
—¿Seguro que no se te apetece algo más fuerte? —Preguntó la mujer mientras daba un sorbo a la copa que tenía enfrente.
— Estoy bien, gracias.
—De acuerdo.
Pensativo, Leon se encontraba mirando a la nada, quedándose ajeno del asunto que en primer lugar lo había traído aquí.
—¿Seguro que comencemos a hablar de la reunión con los inversionistas del viernes? Te noto distraído y quizás no estás en tu mejor momento para hablar de negocios.
Saliendo de su ensoñación, Leon por fin volteó a mirar a su interlocutora que al parecer ya llevaba un rato hablando con él, sin embargo, no podía recordar una sola palabra de lo que le dijo desde que llegaron.
—Lo siento mucho, Stacy, hoy tengo la cabeza en otro lado. Tengo demasiados problemas.
—Te entiendo. Supongo que fue por el último escándalo que te armó la prensa con esa mujer, ¿no?
Leon agachó la mirada avergonzado, primeramente porque todo el mundo estaba enterado del problema que había tenido con el asunto de Ángela y segundo, porque había intervenido el teléfono de su compañera al creerla culpable de algo anticipadamente.
—Sí. —Admitió. —Me es complicado concentrarme con semejante problema encima.
—Si así lo deseas, puedo encargarme de los preparativos de la reunión del viernes yo sola, mientras tú te concentras en arreglar tus problemas personales. No será complicado, puedo pedirle ayuda a Julia y a Joey, estoy segura que no se negarán.
Las acciones aparentemente desinteresadas de Stacy hicieron sentir aún más mal al ex policía retirado que pensó que se adelantó demasiado con su antigua novia, quien quizás ya había dejado atrás el pasado y ahora actuaba de buena fe porque en realidad sí quería recuperar algún tipo de relación amistosa con él y que con esto se lo demostraba.
—Gracias. —Dijo con una sonrisa que no le llegó a los ojos.
La chica tomó de su mano cariñosamente y le devolvió una sonrisa radiante.
—Sabes que estoy dispuesta a hacer lo que sea para ayudarte, todavía me importas demasiado aunque no estemos juntos. —Mencionando entrelazando su mano con la suya y sin previo aviso, dándole un beso suave en los labios.
Sin darle tiempo a reaccionar, Leon colocó rápidamente sus manos en los hombros de su interlocutora para separarla de él, entendiendo de manera inmediata que tenía que ponerle un freno a Stacy, antes de que las cosas pudieran malinterpretarse entre ambos, ya que de ninguna manera podía corresponderle y no quería más problemas de los que ya tenía. Retirándola amablemente de su lado, se apartó de ella y le habló con firmeza.
—Stacy, no vuelvas a hacer esto.—Ordenó, mientras se ajustaba el nudo de la corbata. —Sabes que agradezco en demasía tu ayuda, pero en estos momentos de mi vida lo que menos deseo es otro malentendido que... —Se interrumpió abruptamente y se puso de pie de manera inmediata. —¡Tú!
Detrás de las jardineras de la cafetería observó a un sujeto portando una cámara de fotografía y el flash de la misma había delatado su presencia. En cuanto el paparazzi se vio descubierto echó a correr de manera intempestiva con un enfurecido Leon S. Kennedy corriendo tras él, con ganas de arrancarle la cabeza con sus propias manos.
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Nunca antes se había sentido peor. No recordaba un día en que sintiera la moral en el piso; pese a haber tenido diferencias en el pasado, Joey Kennedy jamás había hecho pasar un disgusto de ese calibre a su padre, ni mucho menos se habían distanciado de esa manera. Inevitablemente, este era uno de los momentos más amargos de su existencia; no obstante, ya no había vuelta atrás, ya se lo había confesado a Richard Kennedy, ahora solo faltaba que le confesara sus sentimientos a Claire, aunque la pregunta era si sería capaz de hacerlo. En el pasado, jamás había sido tímido con las mujeres y regularmente era de una iniciativa rápida; no obstante, en esta ocasión se sentía inseguro y temía por su reacción. No tenía duda de que algo sucedía con el matrimonio de la mujer que amaba y su hermano mayor, pero se preguntaba qué era, porqué había tantas inconsistencias; a qué se debía que hubiera tantas incógnitas en esa relación tan irregular, si tan solo tuviera más pistas, más respuestas... Sabría qué hacer.
En cuanto a su relación con su hermano, desconocía totalmente cuál sería su destino, ya que si ese matrimonio, por alguna razón, no era verdadero, entonces eso significaba que no amaba a su esposa. Sin embargo, no tenía ninguna prueba firme de esto, sólo era una corazonada y él mejor que nadie sabía que sin pruebas, no podría realizar una acusación de ese tamaño.
Decidió que no pensaría más en ello, al menos por ahora, ya que debía preparar los contratos para la negociación con los inversionistas extranjeros y más le valía no estar distraído.
En el pasado, ya habían negociado con empresarios colombianos para la comercialización de su marca de chocolate junto con una famosa marca de café del país sudamericano; pero en ese entonces, su padre había logrado conseguir unas muy buenas ganancias de este negocio, por lo que decidió buscar dichos documentos que ampararan esta transacción para estudiarlos y él poder replicar la misma estrategia con esta nueva colaboración.
Una vez buscando y rebuscando entre carpetas y papeles viejos, encontró uno que llamó su atención.
"CONVENIO PRENUPCIAL ENTRE LA CIUDADANA CLAIRE REDFIELD Y LEON SCOTT KENNEDY "
Rezaba en mayúsculas el encabezado.
Se preguntó porqué razón había un convenio prenupcial entre su cuñada y su hermano, por lo que no resistió la tentación de leer dichas líneas, en donde poco a poco, su vocablo de jurista le ayudó a descifrar lo que ese contrato implicaba entre líneas, dándose cuenta que, el matrimonio de Claire y Leon estaba sujeto a una serie de condiciones en donde la pelirroja estaba en franca desventaja, mirando que de entre las cláusulas una de ella es que el convenio conyugal tenía la validez de un año, con opción de renovar los votos si las partes estaban de acuerdo y, por supuesto, la Redfield no era acreedora a ningún tipo de indemnización o beneficio económico al término de la unión matrimonial con Leon.
—¿Pero qué diablos? —Dijo cuando terminó de leer el convenio y se apresuró a guardarlo en el bolsillo de su chaqueta para fotocopiarlo. —Claire debe saber esto y Leon, me va a escuchar.
Dicho esto, se retiró visiblemente furioso, dispuesto a llegar a las últimas consecuencias que este enredo tuviera.
