Irreal
-Solo tengo que decir una cosa en cuanto me cuestionan acerca de eso -decia Hatsune Miku mientras que se dedicaba a contestar a preguntas presentadas en su última rueda de presa-. El amor es amor, no importa quien sea el que lo profese, y no hay nada más poderoso que el amor correspondido, algo que yo siempre apoyaré, sin importar lo que pase...
Aquel corto vídeo se había hecho completamente viral, Hatsune Miku proclamaba el apoyo incondicional, no solo contra un pequeño grupo de personas... tal vez si hubiera sido a favor de la LGBTTQ+ todo se habría quedado ahí, pero en lugar de eso, lo hizo en favor de sus queridos amigos Len y Rin, los cuales, de forma casi premeditada, habían anunciado su relación al mundo entero.
No había sido facil, y sin importar que, sabían que la visión del mundo los trataría con rudeza, pero Len y Rin se mantuvieron lado a lado, pensando en lo mucho que la vida les tendría preparado y cómo intentarían sobrepasarlo con mucho esfuerzo y amor.
-¿De verdad crees que haya gente que nos entienda? -preguntaba Rin, de vez en cuando, a veces de forma periodica, pensando en como había sido su vida hasta ese momento y cómo todo iba a cambiar.
-Rin... esta es la era de entender las cosas, la gente ya sabe que no tenemos nada que esconder, y eso nos hará ganar al final -dijo el muchacho a su hermana.
Esa era su esperanza, esa y el bebé que llevaban en el vientre. Y para cuando fue el cumpleaños de los dos, cuando se acercaba a el nacimiento del bebé a solo unos cuantos meses, Len y Rin se presentaron en la oficina en la cual la gente se casa, cargando en sus manos un par de folders.
Para la sorpesa de nadie, iban acompañados de sus amigos. Miku con un exagerado vestido verde como el de una princesa, Luka con un vestido de color rosado más ajustado que permitía ver su delicada figura, y del otro lado, los chicos, Piko, Kaito, Gakupo y el hermano de Meiko, Meito, de colores blanco, azul, morado y rojo. Era como una fiesta temática.
Se aproximaron a la caseta, en donde el trámite se oficializaba, ya todo tan automatizado para insentivar a los jovenes a casarse que bastaba con la presencia de las autorizaciones de los padres y con los testigos para hacerlo posible. Ese mismo día, los dos se volvían legales para poder casarse, con cierto permiso, claro está.
-Buenas tardes... -dijo Len. Su traje: de color beige con un elegante moño de color café y el cabello hacia un lado, se veía especialmente guapo por los guates que llevaba puestos, lo hacían ver algo dominante.
-Venimos a casarnos -dijo Rin, añadiendo como si Len fuera la voz de los dos; ¿Su vestido? Blanco,completamente impouluto, como lo era el amor que sentía por su hermano, con unos hermosos broches florales en el cabello, y un moño con encaje que hacía ver sus hermosos labios rosados espectacularmente perfectos, de lo demás, sus guantes largos quedaban bien con los de Len, y su vestido se extendía como el de una princesa (casi tan grande como el de Miku) para terminar en unas lindas zapatillas de cristal.
La encargada los miró a los dos, y luego a los amigos. No era su día, pensó que tendría una jornada laboral tranquila.
-Disculpen... ustedes son los dichosos gemelos Kagamine, ¿Verdad? -preguntó ella con una voz que claramente denotaba que había despertado antes de las 6 am-. Sé que lo suyo no son las leyes, pero creo que no se les permitirá casarse si es que... son hermanos de sangre, tan sencillo como decir que el país trata de no promover ningún tipo de posible malformación causada por la endogamia... -pero antes de que pudiera proseguir con su discurso, Rin le entregó ambos folders.
-Antes de empezar a hablar, debería de conocer un poco -dijo Rin, entregando los dos folders con el resentimiento que una mujer a la que le niegan casarse puede tener.
La mujer miró los sobres con una expresión que decían "no me pagan para abrir sobres" y se dedico mirar el interior de estos. El primero tenía un par de permisos, llamadas "cartas poder", una de ellas de la madre de los chicos, el último recurso que había dejado atrás antes de irse y no volver a comunicarse con ellos en lo que duraría el embarazo, todo por culpa de que su condinción mental estaba decayendo y sus hijos decidieron apoyarla al llevarla a una casa de asistencia para la salud mental. La segunda, del otro tutor de los dos: "El Master" o el representante, quien, pese a lo contrario que fue a la idea inicial, la sola primicia de tener a una boda como un evento único en Vocaloid (con entradas especialmente caras), decidió apoyar a los gemelos en su deseo de matrimonio, reforzando la legalidad de este al aprobar el matrimonio incestuosos.
Ambas cartas tenían la firma y el sello de la familia Kagamine y de la empresa Crypton, como no podía ser de otra manera, y gratificaban la pura y absoluta legalidad de estas. Pero la carta que realmente impresionó fue la segunda, guardada en su propio sobre de color rojo y con hermsoas cintas doradas que no podían ser de menos que de oro. En estas se podían ver pequeños grabados, y cuando la mujer rompió el sello de cera que protegía el sobre, se sintió como si hubiera despedazado algo extremadamente valioso.
Al abrir el sobre, se encontró no con una, sino con dos cartas, una dirigida del primer ministro y la otra, de no otro que el emperador de Japón mismo. Las dos cartas, escritas con una caligrafía que impresionaba por su belleza, declaraban que el matrimonio de Len y Rin sería legítimo en cuanto sus castas eran lo suficientemente puras para no contener afectaciones en una sola generación de endogamia.
-Espero que les guste mi regalo -dijo Miku cuando vió a la mujer impresionada-. ciertamente fue facil obtener esos permisos, tego amigos en casi todas la estelas del gobierno, bien podría ser presidenta si lo quisiera -comentó con una sonrisa.
La mujer miró la carta, no sabía ni siquiera si era verdadera o no, solo que aquella era Hatsune Miku, una de sus idols favoritas, y aunque Len y Rin eran también conocidos, no llegaban ni de lejos al nivel de la Hatsune.
-Está bien... entregaré estos documentos, supongo que podrán casarse... -de forma poco ceremoniosa, la mujer llenó las formas, ofreció una pequeña y solemne explicación acerca de lo que sería el matrimonio.
Len y Rin se miraron, con una amplia sonrisa, y se dieron un beso al terminar la diminuta ceremonia, tras la cual se les otorgó un certificado y una pequeña planta como muestra de agradecimiento por incrementar el número de matrimonios en Japón.
La cosa había sido tan sencilla pero a la vez había sido complicada, todo el asunto era demasiado irreal, ni siquiera Len, quien había sido pesimista ante la posibilidad de que se les permitiera casarse, podía expresar algo en concreto, solo recibió un beso de su hermana mientras que los dos comenzaban a salir con el certificado en mano, mirando como iniciaba su nueva vida.
-Muy bien Len... ¿sabes lo que es esto? -dijo Rin mientras miraba el certificado de matrimonio con sus nombres-. Significa que legalemente me perteneces... -dijo ella con una voz más baja.
-Y también quiere decir que tú me perteneces a mi... -dijo Len con el mismo tono.
El resto de la tarde fue inolvidable para los dos. Si bien, se iba a hacer un concierto para conmemorar en una semana más, ese era el día en el que los amigos de Len y Rin podrían festejar con ellos. Todos juntos fueron a un hermoso salón decorado, en las paredes se notaba la opulencia por la cual la compañía había pagado tanto, y en cada una de las grandes mesas, que aunque no eran muchas, eran bastante lujosas, pues llevaban centros de mesas de arreglos florales de entre blanco y amarillo, con las gozosas botellas de champaña en cada una de ellas.
Los gemelos Kagamine, junto a sus amigos, miembros de la compañía, y otros artistas que deseaban compartir el momento y mostrarles su apoyo incondicional. Hubo de todo en esa celebración, risas, juegos, bailes, música a todo volumen mientras que los fanáticos miraban desde las lejanías de las vallas de seguirdad y escuchaban a Miku cantar. En total, aparte de unas mesas rotas por culpa de un reto de Piko que salió vergonzosamente mal, y de una serie de botellas abandonadas a la orilla del salón de baile fruto del disfrte de Meiko por el alcohol, la fiesta terminó.
A veces miraban de vuelta a aquella tarde, y pensaban en lo cercanos que eran con sus amigos.
Unos días después pasaron por más cosas, Len miraba a Rin con su pancita creciedo cada vez más, se ilusionaba de poder tener una hija que fuera tan linda como Rin pero más adorable aún, y sería su tesoro. Diferente a todo lo que antes había sentido, pensaba que podía ser lo suficientemente sensible para ser un buen padre, inluso si el futuro no era tan alentador.
Rin, por su lado, deseaba poder tener un niño, le emocionaba un chiquillo lleno de energía con el cual salir a correr a los parques, jugar bromas y volverse todo un amigo. De seguro seguiría manteniendo la misma belleza que toda su familia, y en su mundo infantil en donde aun le pertenecía gran parte de su mente, imaginaba a su hijo llegando a ser un reconocido modelo, un atleta, o un doctor importante.
Con respecto al dinero y demás cosas, llegó el momento en el que se plantearon comenzar a pagar por una casa. Las ganancias de los concieros y demás cosas eran buenas, pero no los iban a volver ricos. En su lugar, Len se propuso a trabajar en algo que disfrutaba, que era en la producción de música, siendo parte de varias agrupaciones más jovenes pero ahora como mentor de estas. Rin había tenido claro desde el principio, por la forma en la que la sociedad japonesa funciona, ella permanecería en casa, pese a las protestas de Len en que todavía tenía suficiente talento para explotar y llegar a ser más grande, incluso que Miku. Pero Rin admitió que, aun con eso, deseaba que su felicidad se centrara en la familia. Len, tan feliz como pocas otras veces en su vida, aceptó, pero con la condición de que Rin, en sus momentos libres, pudiera ayudarle para seguir brindando al mundo de la pasión musica de los dos Kagamine.
-Len... -decía Rin mientras que los dos contemplaban el techo de su nueva casa, habían pasado la tarde de uno de los primeros días calurosos del año caminando bajo una sombrilla, con Rin luciendo su pancita, y entre el sudor, la cercanía, y algunos cuantos besos bien dirigidos, habían vuelto a la casa y se habían entregado al deseo carnal. Incluso de esa forma, Rin le seguía pareciendo sumamente sensual y encantadora.
-¿Qué pasa, Rin? -preguntaba Len, él estaba desnudo, todavía con su cuerpo entero temblando por el placentero orgasmo.
Rin se levantó un poco, no deseaba dormir apenas siedo las 5 de la tarde o no tendría sueño más tarde.
-¿Cómo se va a llamar nuestro hijo? -preguntó, teniendo seguro que sería un niño.
Fin del capítulo 4
Con honestidad, tengo deseos de que la gente comente con sus ideas, pues a mi no se me han ocurrido muy buenos nombres, pero espero poder encontrar inspiración para poner alguno bueno.
Adempas, deseo poder contestar uno de los reviews (siempre desee hacer eso):
miguelalexis300900: gracias por leerme, y en serio agradezco que se haya podido convertir en una de tus historias favoritas, no esperaba poder llegar a tanto. Me gustaría seguir leyendo tus reviews, y por favor, si puedes, contestame en privado, me gustaria poder hablar contigo :D (no tengo muchos amigos u.u)
