Notas de la Autora: Holis. Aquí traigo el capítulo 13. Estoy tratando de organizarme para no tardar mucho, pero igual les pido de su paciencia, y espero que este nuevo capítulo sea de su agrado.

De igual forma ya saben que hago mención honorifica a aquellos que se toman su tiempo para dejarme su comentario, ya que eso me anima siempre a seguir actualizando. Así que sobre todo muchas gracias a Luz de luna, Lidjl, SofDrarry, Brisasly y Malena!

Disclaimer: Ya saben que nada de este mundo me pertenece, todo es de la queridísima J.K. Rowling, yo solo lo manipulo para mi entretenimiento :D


Capítulo 13: La Maldad En Uno

Cuando entraron a los terrenos del castillo, se separaron un poco del resto de los estudiantes.

- ¿Por qué Canuto?, ¿Por qué no podemos llamarle por su nombre?, la Profesora McGonagall no tiene un alias – comentó Hermione luego de cerciorarse de que no hubiera nadie cerca de ellos, y aun así trato de mantener el tono de voz bajo para que solo entre ellos se escucharan. Sabía que Sirius era un Animago, eso ya se los había contado Harry, pero jamás se le había pasado por la cabeza preguntarle qué clase de Animago, y en ese momento se reprendió por pasar por alto algo tan importante como eso.

- No podemos llamarle por su nombre, porque es un Animago ilegal – le aclaró Harry.

- ¡¿Ilegal?! – repitió la castaña asombrada - ¿Eso significa que no está anotado en el registro de Animagos? –

- Así es – confirmó Harry asintiendo con la cabeza - ¿No recuerdan las veces que él mismo nos ha contado que ellos solos fueron los que se prepararon y transformaron en Animagos sin la ayuda de ningún adulto? –

- Siempre pensé que después de haberlo logrado, se habían registrado – murmuró Hermione apenada.

- Me asombra que Remus lo deje ser un Animago ilegal, siendo él tan estricto y recto – comentó Draco, y Harry apenas sonrió suavemente. Había otra cosa que no les había dicho, y aún no quería decirlo. Era el secreto de su familia, así que no contaría eso, no aun cuando menos.

- Que fuera un Animago ilegal fue una ventaja que durante la primera guerra lo mantuvo con vida, así que Remus no se opuso – les explicó.

- ¿Cómo una ventaja? – pregunto Hermione algo perdida.

- Cuando la primera guerra estallo, Voldemort se hizo con el control del Ministerio. Ahí están guardados los registros de todos los magos y brujas que pueden transformarse en Animagos para que puedan ser identificados sin problema. Con esa información fue para ellos más fácil detener a los Animagos que se oponían a sus deseos, pero como ni los datos de Sirius ni de mi padre estaban ahí, eso les ayudo a escapar en varios enfrentamientos sin llamar demasiado la atención – le siguió explicando.

- ¿Por qué Remus no se convirtió en Animago? – le preguntó Draco – Por lo que sé, es un hombre tan inteligente como lo es Sirius y como lo fue tu padre, además, Pettigrew también se transformó en Animago, ¿Por qué él no? –

Harry le miró, y le dirigió una sonrisa tan cargada de misterio, que Draco se sintió confundido.

- Por su salud – fue su respuesta.

- ¿Su salud?, ¿Te refieres a las veces que falta a clases y que se ve tan descompuesto después? – le preguntó Hermione.

- Así es – convino Harry asintiendo con la cabeza – No hubiera podido aunque quisiera –

- ¿Pero que tiene? – se animó a preguntar la castaña.

- Eso es algo que no puedo decirles – le aclaró Harry con tranquilidad - Es algo que a Remus le gusta tener en secreto, y no sería correcto que les contara algo que él no gusta contar a otros –

Hermione se removió incomoda al escuchar eso.

- Lo siento – se apresuró a disculparse.

- No lo hagas. Es normal que quisieras preguntar – le aclaró Harry sonriéndole con esa misma tranquilidad – Sólo quiero que entiendan por qué no puedo contarles sobre eso –

- Esta bien – aceptó Hermione asintiendo con la cabeza.

Draco no hizo más preguntas tampoco, se quedó pensativo en la imagen de Harry sonriéndole de aquella forma tan particular. Sentía que les estaba escondiendo algo con toda la intensión…

Cuando llegaron al castillo se separaron, ya que querían ir a sus habitaciones para dejar la enorme cantidad de cosas que habían comprado, antes de bajar al Gran Comedor para el banquete de Halloween.

- ¡Cuantos dulces! – comentó Harry sonriendo como niño chiquito cuando vació los dulces en su cama, formando una enorme montaña de ellos.

Blaise miró la cama de Harry.

- Los míos son más – le presumió orgulloso, mostrándole la montaña de dulces que era más grande que la suya.

- No creo que sea sano comer tantos dulces – opinó Draco mirando ambas montañas de dulces con cierta desaprobación. Él también había comprado bastantes dulces, pero eran casi la mitad de los que Harry había comprado.

- Ya suenas como mi madre – comentó Blaise burlón, lo que hizo que Draco frunciera el ceño.

- Sí, creo que Remus diría algo muy parecido – convino Harry asintiendo con la cabeza mientras miraba su montaña.

- Pero es mejor tener suficientes, no sabemos cuándo volveremos a ir – agregó Blaise.

- Se supone que hay varias salidas a Hogsmeade al año, Blaise – intervino Theodore mirando con desapruebo su montaña de dulces – Y tanto dulce no es bueno –

- ¡Vamos, si tú también compraste algunos! – se quejó Blaise.

- Si, pero no tantos como ustedes – se defendió Theodore – Y apresúrense que en un momento comienza el banquete – agregó antes de dirigirse a la puerta.

- Aguafiestas… - mascullo Blaise, que sin guardar sus dulces, lo siguió para ir al banquete, dejando a Harry y Draco solos en la habitación, algo que en cierta forma Harry había estado esperando.

No guardo sus dulces, sino que se sentó en la cama mirando como Draco, de espaldas a él, estaba acomodando las cosas que había comprado en Hogsmeade.

- Oye Draco – le llamó.

- ¿Si? – le preguntó Draco sin dejar de guardar sus cosas.

- Ahora podría ser un buen momento para que me contaras eso que querías decirme en la Tienda de té de Madame Tudipié, ¿No? – le preguntó, notando con curiosidad que Draco detenía abruptamente sus movimientos. No podía verle la cara porque Draco seguía dándole la espalda, y eso fue algo que el rubio agradeció enormemente, pues Harry habría podido ver la sorpresa y turbación que con claridad llenaron su rostro - ¿Draco? – le preguntó curioso ante la falta de movimiento y de respuesta por parte del rubio, quien se obligó a aspirar aire hondamente de la forma más disimulada posible para calmarse y hablar.

- No creo que sea un buen momento – comentó sin mirarlo, volviendo a su tarea de guardar las cosas, pero de una forma más lenta que la vez anterior, algo que no pasó inadvertido por Harry.

- ¿Por qué no? – quiso saber Harry – Dijiste que no querías decírmelo a las carreras, y ahora tenemos bastante tiempo –

Draco volvió a detenerse, sintiéndose bastante nervioso. No quería decirle algo como eso ahí, en verdad quería buscar un lugar especial para declararse.

- De hecho no mucho, tenemos que bajar al Gran Comedor – le recordó.

- Bueno, pero puedes decirme mientras guardas tus cosas – opinó Harry.

- No es algo que quiero contarte como si hablaremos del clima – negó Draco, y suspirando pesadamente, se volvió hacía el moreno – El lugar también es importante para mí a la hora de que hablemos. Sólo dame tiempo, ¿Si?, es importante, y quiero que sea especial –

Harry le miró ahora sí bastante confundido, y sin saber porque, una sensación de nerviosismo se asentó en su estómago, lo que le insto a no hacer más preguntas.

- Esta bien – convino, asintiendo apenas con la cabeza, antes de apartar la mirada hacía sus dulces para comenzar a guardarlos en la bolsa, sin decir nada más, pues no entendía esa sensación que le estaba embargando.

Cuando terminaron, se dirigieron al Gran Comedor en un extraño silencio. Ni Draco ni Harry sabrían ponerle nombre a ese sentimiento, pero era una sensación incomoda y pesada que por primera vez ambos experimentaban el uno con el otro, y que se disipo a penas un poco cuando llegaron a la mesa de Slytherin.

El banquete fue tan magnifico como cada año. La comida y la bebida eran un manjar para el paladar, y había cantidad insana de dulces y golosinas además de la comida, todo decorado con el motivo de Halloween. Los alumnos, e inclusive varios de los Profesores reían y hablaban sin parar, bromeando mientras disfrutaban de aquel momento, incluso aquella sensación que Harry y Draco habían tenido al inicio pareció desaparecer, lo que les permitió disfrutar de la celebración.

Al final del banquete y como ya era costumbre en Halloween, los fantasmas dieron su espectacular actuación, que hizo resonar al Gran Comedor con los aplausos de los estudiantes y Profesores. Aquel era el distintivo cierre del banquete, por lo que los alumnos comenzaron a moverse para regresar a sus respectivas Casas.

- Estoy que reviento – comentó Vincent sobándose el abultado estómago mientras caminaba junto a todos los demás.

- Si, yo también – convino Gregory.

- Eso es porque comieron demasiado. Un día de estos van a enfermarse – les reprocho Pansy.

- La verdad es que yo también estoy bastante lleno y cansado – opinó Blaise suspirando suavemente.

- Ha sido un día bastante movido – añadió Theodore – Agradeceré cuando lleguemos al cuarto y pueda acostarme en mi cama –

- Completamente de acuerdo – convino Draco mientras Harry asentía con la cabeza.

No tardaron mucho en llegar hasta sus respectivas habitaciones, y luego de acostarse, pronto se quedaron dormidos a causa del cansancio, por eso nadie escuchó cuando apenas una hora después, de debajo de la cama de Blaise comenzó a salir alguien arrastrándose con cuidado de no hacer demasiado ruido.

Era un hombre bajito, con ropas demasiado holgadas y andrajosas que le hacían ver mucho más esquelético de lo que en realidad era.

Con cuidado se levantó una vez que salió de abajo de la cama, y mirando a todas las camas, se quedó un momento en silencio, comprobando que los cinco ocupantes de aquella habitación dormían. Luego, se dirigió con paso lento y cuidadoso hacía la cama de Harry. Apartó las cortinas con cuidado, y sonrió con triunfo al ver al chico durmiendo plácidamente, sin imaginar lo que estaba a punto de pasar.

Con mucho cuidado, al mismo tiempo que apoyaba la pierna derecha sobre la cama, cubrió la boca del chico, lo que hizo que Harry despertara sobresaltado, sobre todo porque en medio de la oscuridad y las manchas difusas, sabía que alguien estaba demasiado cerca suyo, ese mismo alguien que estaba cubriendo su boca.

Trato de liberarse revolviéndose, llevo incluso sus manos a aquella mano para tratar de descubrir su boca, pero sintió algo puntiagudo clavándosele en el cuello que le hizo detenerse de golpe.

- No me obligues a matarte aquí – le susurró al oído una voz rasposa, una voz cargada de tanto odio, que una parte muy en lo profundo de Harry se sintió temblar – Prefiero llevarte vivo. Mi señor me dará más honor de esta forma –

Ahora el terror estaba creciendo dentro de Harry. Una parte de su cerebro le insto a luchar, a resistirse, pero entonces, otra le recordó que debía tener calma, que sólo de esa forma podría mantener la cabeza clara para encontrar alguna manera de sobrevivir. No sabía quién era, no podía verlo y no reconocía su voz, así que podía ser cualquiera, pero dado que Pettigrew había escapado recientemente de Azkaban y sabía que le buscaba, estaba bastante seguro de que podía tratarse de él.

- Sin ruido, ¿De acuerdo?, te destapare la boca, pero si causas algún ruido y alguno de ellos se despierta, tú serás el culpable de sus muertes – le advirtió el hombre, y Harry sintió un escalofrió recorrerle la espina dorsal. Asintió con la cabeza varias veces, y pocos segundos después, le destaparon la boca.

Harry sintió el enorme impulso de gritar, de correr hacía Draco, pero sólo pensar que por una acción tan impulsiva como esa la vida de Draco podría terminar, se obligó a detenerse.

- Vámonos – le ordeno el hombre.

Harry se paró con cuidado de la cama, pero cuando trato de avanzar, tropezó con sus zapatos.

El ruido hizo que Draco y Blaise que estaban más cerca de su cama se removieran ligeramente, pero para su alivio ninguno despertó.

- ¡Cuidado estúpido! – mascullo el hombre con fiereza.

- Necesito mis lentes… - murmuró apresuradamente Harry. Sabía que sin los lentes, menos posibilidades de sobrevivir tendría, además, junto a los lentes estaba su varita…

- ¿Qué dices? – le preguntó el hombre con fastidio.

- Necesito mis lentes – volvió a repetir con voz queda – Sin ellos no veo nada… Estaré tropezando –

- ¡Calla y tómalos! – le ordeno, así que Harry se movió hacía su mesita a tientas, buscando sobre la misma, pero sólo encontró los lentes, que se puso para confirmar que sobre la mesita no estaba su varita.

- ¿Buscas esto? – le preguntó el hombre, mostrándole que la varita que sostenía era la suya, y entonces, a mitad de la penumbra, por fin Harry pudo encontrarse frente a frente con Peter Pettigrew.

Se veía bastante enjuto, y esas ropas holgadas sólo acentuaban el aspecto enfermizo que tenía, como si la vida se le estuviera escapando a cada respiración, sin embargo, sus ojos brillaban, en sus ojos había vida, una vida motivada por el odio, por la venganza, un brillo que hizo que Harry diera un paso hacia atrás segundos antes de que aquel hombre le sujetara de la muñeca con mucha más fuerza de la que pensó que tendría.

- ¡Vamos! – le ordeno, y jalándole, le hizo caminar por delante mientras clavaba la varita en su espalda.

Y aunque Harry pensó de nuevo en gritar o forcejar, decidió no hacerlo. Si alguien se despertaba, sólo terminaría siendo lastimado, eso siempre y cuando Pettigrew no le matara, y por lo que sabía, aquel hombre no tenía reparos en hacer algo así, además, si se dejaba llevar, parecía que Pettigrew tenía pensado sacarlo por la Sala Común, y si tenía suerte, podría atraer la atención de Salazar, para que este avisara de inmediato a Dumbledore.

No se equivocó, salieron a la Sala Común, y en ese momento, como Harry no podía ver si Salazar estaba en su retrato o si estaba despierto, por si las dudas fingió que tropezaba, moviendo al caer una de las butacas para hacer un poco de ruido y de esa forma atraer la atención de Salazar si este estaba dormido.

- ¡¿Qué crees que haces idiota?! – espetó Peter entre dientes, acercándose para tomarlo con fuerza del cabello, haciendo su cabeza hacía atrás para verle a los ojos, lo que hizo a Harry gemir adolorido - ¡¿Acaso quieres que te mate aquí?! –

- ¡Lo siento, lo siento! – murmuró el ojiverde apresuradamente, tratando de levantarse para que dejara de jalarle de aquella forma el cabello.

- ¡Mas te vale que no hagas más ruido! – le advirtió Peter, y volvió a clavar la varita en la espalda de Harry – Anda, abre –

Harry no se resistió, y llegando a la entrada pronuncio la contraseña, pensando que lo mejor era sacar a aquel loco de la Sala Común para que el resto de los estudiantes estuvieran seguros, y rogando a Merlín que Salazar le hubiera visto.

Y Salazar le había visto. En cuanto aquellos dos salieron, Salazar desapareció de su retrato para dirigirse al retrato de la oficina de Dumbledore.

- ¡Más vale que despiertes ya, Dumbledore! – grito en inglés y con voz potente, haciendo que todos en los retratos saltaran - ¡Despierta ya que están secuestrando a Harry! –

Dumbledore apenas iba entrando a la oficina cuando escucho eso.

- ¿Quién? – preguntó de pie en la entrada.

- ¡Ese al que todos buscan!, ¡El tal Pettigrew! – le informó de inmediato - ¡Entro a Slytherin no sé cómo, y ahora acaba de sacar a Harry!, ¡Rápido antes de que lo saque del castillo! –

- Quiero que todos busquen de forma disimulada por todos los retratos del castillo para saber en dónde está y a donde va – les ordeno Dumbledore a los retratos, agitando su varita para crear a un reluciente Patronus en forma de Fénix – Peter está en el castillo. Tiene a Harry. Los quiero a todos en la entrada – y luego volvió a agitar la varita, dejando que la hermosa y misteriosa ave emprendiera su vuelo, antes de volverse a Fawkes – Necesito que nos ayudes a buscarlo – le pidió, y el ave dio un trino potente y vigoroso, agitando sus alas y cola, lo que hizo que Dumbledore sonriera – Vuela por fuera del castillo y si los ves avísanos –

Fawkes dio otro vigoroso trino y se elevó de su percha, alejándose volando por una de las ventanas abiertas.


- No pensé que fuera tan fácil sacar al famoso Harry Potter de Hogwarts – comentó Peter con orgullo.

Acababan de salir del castillo, y Harry se preguntó a donde pensaba llevarlo. Fuera de los muros del terreno estaban los Dementores, y Peter debía saberlo, pero también era cierto que había entrado eludiéndolos de alguna forma, la misma forma que seguramente usarían para salir sin ser vistos.

- Estoy seguro de que mi señor se sentirá feliz cuando me vea llegar contigo – seguía murmurando Peter, pero en ocasiones Harry ni siquiera le escuchaba, más absorto en el frio que sentía calarle hasta los huesos al ir tan sólo en pijama, y en el dolor que le causaba cuando pisaba alguna piedra o rama por ir sin zapatos – Llegamos –

Harry miró alrededor en medio de la penumbra, pero lo único que vio frente a ellos fue el Sauce Boxeador. Era un árbol bastante conocido en la escuela por ser peligroso y violento, un árbol al que era mejor no acercarse.

- Veamos… - murmuraba Peter mientras buscaba por el suelo, y luego de unos segundos, tomó lo que a Harry le pareció una rama larga. Estaba a punto de picar con ella algún lugar en el tronco del árbol, cuando algo brillante descendió a una gran velocidad y le golpeo por la espada haciéndole caer dentro del perímetro de las ramas.

Harry parpadeó confundido, y entonces, cuando aquello brillante que golpeo a Peter se detuvo flotando en el aire, lo reconoció.

- ¡Fawkes! – exclamo asombrado.

- ¡Maldito pájaro! - grito Peter frustrado, y levantándose, no dudo en apuntar a Harry con la varita - ¡Avada Kedavra!

Lo siguiente que paso fue demasiado rápido para que Harry atinara a hacer algún movimiento. El rayo partió a una velocidad asombrosa mientras el Sauce Boxeador golpeaba con una de sus poderosas ramas a Peter lanzándolo por el aire, y al mismo tiempo, Fawkes se interponía entre Harry y la maldición, abriendo enormemente el pico para tragársela, estallando después en llamas.

Harry no podía creer lo que acababa de pasar. Las plumas que aun ardían de lo que quedaba de Fawkes descendían suavemente hacía el suelo, creando un montículo pequeño como una hoguera.

- Fawkes… - apenas y fue capaz de murmurar. Estaba temblando, y sintió los ojos comenzar a llenársele de lágrimas. Aquella hermosa ave se había sacrificado, se había interpuesto entre él y la maldición sin siquiera dudarlo, cuando él mismo no fue capaz ni de mover un solo musculo para hacer algo… Habría muerto con una rapidez asombrosa, sin importar la cantidad de entrenamiento que tenía, la cantidad de cosas que había aprendido para defenderse en un duelo; Cuando llego el momento, fue incapaz de moverse, y otro ser tuvo que salvarlo a costa de su propia y majestuosa vida… ¿Cuántas vidas más se iban a perder?, ¿Y de cuántas vidas perdidas él sería el responsable?, ¿A cuántos de sus seres amados vería morir frente a su ojos? La guerra ni siquiera había comenzado, pero las vidas ya estaban siendo arrebatadas… - No quiero esto… No quiero esta guerra… No quiero perder a las personas que amo… - murmuró negando una y otra vez con la cabeza, sintiendo como si una garra le apretara dolorosamente en el interior del pecho, y entonces recordó a Peter, Peter, que aún estaba tratando de levantarse metros más allá, Peter, que sin remordimiento había traicionado a sus padres causando sus muertes, y no contento con eso, había intentado matarlo a él, causando la muerte de Fawkes en el proceso… Peter no era una persona que mereciera vivir, sólo causaría más muertes, más dolor… Aun temblaba, pero ahora era el odio el que lo causaba, y cuando vio que Peter alzaba su varita dispuesto a todo, él mismo levantó su mano hacía el Gryffindor. No sabía cómo ni de qué forma, lo único que sabía era que le quería muerto, no dejaría que volviera a lastimar a nadie, y si para eso él mismo tenía que matarlo, entonces lo haría…

El aire comenzó a vibrar a su alrededor, a espesarse, y supo, aunque no lo entendió, que aquello que deseaba se estaba volviendo realidad. Vio a Peter soltar la varita y llevarse las manos al cuello, pero no le importo. No le importó si le dolía, no le importó la desesperación o el miedo que vio reflejado en sus ojos. Si él seguía vivo, muchos otros sufrirían esas mismas sensaciones; Si lo mataba en ese mismo momento, salvaría a muchos otros de sentir ese mismo dolor…

Y Peter sólo podía mirar a Harry con los ojos como platos, tratando de jalar aire a sus pulmones sin conseguirlo, mientras buscaba desesperadamente alejar aquella mano invisible que le asfixiaba. Sabía que era aquel pequeño desgraciado quien lo estaba haciendo, aunque no sabía cómo, ¿Acaso sabía hacer magia sin varita pese a solo tener 13 años? No la había hecho antes, ¿Por qué ahora?, ¿Tal vez lo había subestimado? Aquel niño era más aterrador de lo que podría haber pensado, estaba a punto de matarlo sin ninguna expresión de vacilación en su rostro, solo con odio profundo, como sólo los mejores asesinos eran capaces…

De pronto, un suave piar hizo que Harry contuviera la respiración. Confundido miro alrededor, descubriendo con asombro que en aquel pequeño montículo que poco a poco comenzaba a apagarse, un pequeño y arrugado pollito luchaba por asomarse, mirándolo fijamente mientras una y otra vez volvía a piar, como si estuviera reprochándole la forma en que estaba actuando.

Sólo entonces fue que Harry tomó consciencia de lo que realmente estaba haciendo. Retrajo la mano como si algo le quemara, y dio dos pasos hacia atrás antes de dejarse caer de rodillas en el suelo, temblando mientras veía a Peter caer al suelo resollando con esfuerzos.

Comenzó a hiperventilar. Él no era un asesino, él no quería quitar vidas como hacían los Mortífago, él no era así, y sin embargo, había estado a punto de hacerlo, si en esos momentos Peter estaba vivo no era a causa suya, sino a causa de Fawkes…

- No soy un asesino… No soy… No soy… - murmuraba, tratando de completar la primera frase sin conseguirlo. Se dobló sobre sí mismo, sintiendo las lágrimas escapar mientras trataba de contener el llanto. Él no era distinto a Voldemort, porque en cuanto tuvo acceso a un poder mayor, lo primero que quiso hacer con él fue matar…

Peter por su parte no entendía lo que pasaba, pero sabía que no podía perder el tiempo. Ya no era una opción llevarse a ese niño, debía matarlo en ese momento. Busco a tientas la varita, y cuando la encontró, se enderezo apuntándolo.

- ¡Expelliarmus! – exclamó una voz a lo lejos, y antes de que Peter pudiera reaccionar, el hechizo golpeo su mano obligándole a soltar la varita, que salió despedida bastante lejos.

Miró a su alrededor, y entonces pudo ver a Severus Snape corriendo hacia él apuntándole con la varita. Se corrían muchos rumores sobre él, unos decían que aún era fiel servidor de Voldemort, y otros que había cambiado de bando. No se quedaría para averiguarlo, sabía que en un duelo, Snape era mucho mejor que él. Se transformó en rata sin dudarlo, y hecho a correr protegido por la penumbra de la noche.

Snape no trato de atacarle de nuevo, sabía que sería difícil en medio de la penumbra ahora que se había convertido en rata, así que termino de dirigirse a Harry, preocupado de verlo encogido en el suelo sin moverse, y sólo hasta que estuvo más cerca, se dio cuenta de que estaba llorando.

- ¿Harry? – le llamó lo más suavemente que pudo, sintiéndose extraño de estar comportándose de ese modo con alguien, pero sin siquiera dudar en hacerlo, no cuando veía a Harry llorar y temblar – Harry, ¿Estas herido? – intento saber, pero entonces Harry se enderezo, mirándole con las verdes orbes brillando con tanto dolor, que Snape mismo sintió que algo en el pecho le dolió.

- ¡No quiero hacer esto! – exclamó dolido y desesperado - ¡No quiero pelear!, ¡No quiero que más gente muera por mi culpa!, ¡Y no quiero tener que matar a nadie en nombre de ninguna estúpida guerra! – Harry no dijo más, pero su inestabilidad le permitió a Snape ver en la mente del chico con bastante facilidad, ver la forma en que Peter le había despertado y sacado de la seguridad de la Sala Común, el miedo y la inseguridad que sintió en todo el camino, mientras se decía a si mismo que debía mantenerse tranquilo. También pudo ver el momento en el que el Fénix llegó a ayudar a Harry, la maldición que Peter le lanzo y que Fawkes recibió para proteger al niño; Vio el terror de Harry, la desesperación, el dolor, y luego, un odio tan puro que nublo su mente, que le hizo usar un poder que nunca había sentido, pero con el que estuvo decidido a matar a Peter hasta que escucho el piar del Fénix. Eso le había permitido recobrar el sentido y darse cuenta de lo que había estado a punto de hacer, y eso le dejo más trastornado que todo lo anterior que había vivido en aquellos pocos minutos.

- Tranquilo Harry, ya paso – quiso decirle, pero el chico negó con la cabeza con fuerza.

- ¡Eso no es cierto!, ¡Usted sabe que no es cierto! – le gritó desesperado, y con esa misma desesperación aferro sus manos a la túnica de su Jefe de Casa - ¡No ha pasado!, ¡Esto se va a repetir interminablemente!, ¡No quiero ver morir a la gente que amo!, ¡No puedo con eso!, ¡No quiero tener que matar a alguien sólo porque es su vida o la mía!, ¡No quiero! –

Por primera vez, Severus Snape no supo que decir. Había tanto dolor, tanta desesperación y miedo en aquellos verdes ojos, que Snape sintió una opresión dolorosa en el pecho. Aquel niño estaba enfrentando sentimientos que a veces ni siquiera los adultos eran capaces de asimilar… No lo pensó siquiera y rodeo con sus brazos a Harry, que se quedó estático un momento, tomado por sorpresa con aquella acción, pero sólo segundos después se aferró con más fuerza a las ropas de su Profesor y dejo que el llanto saliera.

- Eso es Harry, llora, llora todo lo que necesites, deja que salga todo ese dolor hasta que ya no quede nada más dentro, hasta que no salga ninguna lágrima más – murmuró suavemente, acariciando el negro y alborotado cabello mientras recordaba que las únicas veces que se había permitido un llanto tan desgarrador como el que ahora brotaba de la garganta del chico, fue mientras Lily le abrazaba y acariciaba su espalda, repitiéndole una y otra vez con suavidad aquellas mismas palabras.

Al inicio había pensado que protegería a Harry en honor al cariño que le había tenido a Lily, y a lo culpable que se sentía por no haber podido protegerla de una mejor manera, pero en esos momentos, mientras le contenía entre sus brazos escuchando aquel llanto desolador, descubrió que le protegería porque quería hacerlo, porque le nacía hacerlo, de la misma forma en que muy seguramente le hubiera nacido si Lily hubiera vivido y él hubiera convivido con Harry desde que fuera un bebé…


Cuando Remus, Minerva y Dumbledore salieron a la explanada, vieron que Snape ya regresaba con Harry en brazos.

- ¡¿Qué paso?! – se apresuró a preguntarle Minerva apenas lo alcanzaron, aunque hablando en susurros al ver al chico con los ojos cerrados.

- ¡¿Está bien?! – preguntó preocupado Remus, también sin alzar la voz, pero acercándose para tocar su frente, buscando heridas sin ver ninguna aparente, pero si a un pollito pelón y arrugado que descansaba sobre las manos de Harry en su estómago.

- Esta bien, sólo se ha quedado dormido – les explicó antes de mirar a Dumbledore – Fawkes lo protegió de una maldición asesina –

- ¡¿Una maldición asesina?! – murmuró Minerva preocupada.

- Bien hecho, Fawkes – le felicito Dumbledore, pero cuando trato de tomarlo, con torpeza el ave se movió para alejarse de su agarre, algo que llamo la atención del mayor.

- Vamos a que lo revise Pomfrey. Ahí podremos hablar – les dijo Snape, y sin querer soltar a Harry, pese a que sabía que Remus muy seguramente quería ser quien le llevara, se encargó de guiar a la comitiva hasta la Enfermería.

Mientras Poppy revisaba a Harry y Fawkes observaba desde la mesita de al lado, Remus, Minerva y Dumbledore se alejaron un poco junto con Snape para que éste les explicara lo que había sucedido.

- Harry no me lo contó – les advirtió Snape – Lo que sé lo vi en su mente cuando me miró. Estaba muy alterado cuando llegue a su lado –

Remus le miró preocupado, pero no dijo nada en espera de que continuara.

- Parece que Peter trataba de sacar a Harry por el Sauce Boxeador, pero cuando estaba por tocar el nudo en el tronco, Fawkes llego y lo empujo hacía el árbol – comenzó – Peter se dio cuenta de que no tenía ya mucho tiempo, y trato de usar la maldición asesina, pero Fawkes parece que trago la maldición y exploto, lo que trastornó a Harry. Él pensó que Fawkes había muerto, que se había sacrificado por protegerlo, y eso lo altero. Al inicio estaba dolido, asustado, pero después se sintió furioso con Peter, y deseo matarlo… - el mismo guardo silencio al llegar a esa parte. Para él había sido muy asombroso percibir en un niño ese deseo de matar que solo veía en los ojos de los adultos durante la guerra.

- Pobrecito, debió haber estado muy alterado… - murmuró Minerva.

- ¿Y que más sucedió? – quiso saber Dumbledore, mirando atentamente a Snape, sabiendo que aún había más dentro de aquella historia, y no se equivocaba.

- La magia de Harry pareció aumentar, y él uso esa magia para tratar de asfixiar a Peter – respondió.

- No lo hizo, ¡¿Verdad?! – le preguntó Remus preocupado, y suspiro aliviado cuando vio a Snape negar con la cabeza.

- En ese momento escuchó a Fawkes piar y eso atrajo su atención. Le hizo darse cuenta de lo que había estado a punto de hacer, y se detuvo – le aclaró – En ese momento llegue y vi que Peter estaba apuntando de nuevo a Harry con la varita, pero este no le veía, estaba atento a Fawkes, así que lo desarme, y cuando me vio, se transformó y huyo. Me acerque a Harry para saber si estaba bien, y físicamente lo estaba, pero no dejaba de llorar, de decir que no quería seguir con esto, que no quería ver a más gente morir, que no quería tener que matar a nadie… –

Todos guardaron silencio. Sabían lo que eso significaba, sabían lo importante que era cuando una persona tenía que enfrentarse al hecho de quitar una vida, de lo impactante que eso era, del cambio que generaba, fuera esa persona buena o mala.

- En cuanto Poppy me confirme que Harry está bien, iré a llamar a Sirius – les aviso Remus.

- Esta bien – convino Dumbledore asintiendo con la cabeza.


Cuando Draco despertó, le asombro no ver a Harry en su cama. Se levantó, se vistió, y se dirigió de inmediato a la Sala Común, esperando verlo ahí, pero tampoco estaba. Iba a apretar el broche para llamarlo, cuando recordó que ya no lo tenía, y mascullo por lo bajo lo poco oportuno de ello.

- Salazar – le hablo acercándose, aprovechando que la Sala Común tenía apenas tres estudiantes que pese a todo le miraron curiosos - ¿Sabes dónde está Harry? – no esperaba realmente que le contestara, pero tenía que tratar, quizás él sabría, y si se dignaba a decirle, le ahorraría minutos de búsqueda.

- En la Enfermería – respondió Salazar en inglés para asombro de Draco, pero no tuvo demasiado tiempo de pensar en que Salazar se había dignado a dirigirle la palabra, algo que en otro momento le habría hecho sentir orgulloso; Su atención se centró en la respuesta que éste le dio. No dijo nada más, apenas y asintió con la cabeza en señal de agradecimiento antes de salir corriendo, sin saber qué había pasado, pero sabiendo que no podía ser bueno si Harry estaba en la Enfermería.

No tardó mucho en llegar, pero se paró en la entrada al ver que Sirius abrazaba a Harry, y que este lloraba, porque hasta la puerta alcanzaba a escuchar el llanto ahogado del moreno. No se animó a entrar; Decidió pararse a un lado de la entrada de la Enfermería, esperando a que Harry se tranquilizara, preguntándose qué rayos había pasado, y porque no se había enterado.

Deseo ser él quien abrazara y confortara a Harry, pero sabía que no podía ser de esa forma, y se preguntó con cierta desazón, si algún día podría ser.

- Creo que va a necesitar un poco más de tiempo – comentó Remus, y Draco que no había estado prestando atención, se sobresaltó – Lo siento, no pretendía asustarte –

- No, soy yo el que estaba sumergido en mis pensamientos… - respondió ligeramente incomodo, pero decidió cambiar el tema a lo que realmente le importaba - ¿Qué paso? –

Remus suspiro suavemente, y dirigió la mirada al interior de la Enfermería. Cada vez el llanto se escuchaba menos.

- Anoche Peter entro hasta la habitación de ustedes, y aprovechando que todos dormían, saco a Harry de ahí – le contó.

- ¡¿Saco a Harry?! – repitió Draco atónito, y no pudo evitar el impulso de asomarse hacía el interior de la Enfermería, comprobando que en efecto Harry estaba ahí, y dentro de lo que cabía parecía estar bien. Sólo entonces regreso su atención al castaño - ¿Cómo pudo hacerlo sin que ni siquiera yo que duermo en la cama de al lado me diera cuenta? –

- Aun estamos tratando de averiguarlo. Tenemos muchas conjeturas, pero nada concreto. Por suerte Salazar se dio cuenta de lo que pasaba y aviso rápido a Dumbledore – le explicó Remus, mirando hacía el vacío pasillo con la mirada perdida, recordando el terror que sintió cuando el Patronus en forma de Fénix de Dumbledore llegó a avisarle.

- Él... ¿Lo lastimo? – se animó a preguntar Draco, sacando a Remus de sus pensamientos, y pese a todo, el castaño no dejo de notar que la pregunta fue hecha en un tono más bajo que antes, y que Draco había vacilado ligeramente al hacerla.

- No físicamente, pero parece que ese encuentro trastornó bastante a Harry – le respondió.

- ¿Lo trastornó? – repitió Draco confuso - ¿Cómo? –

Remus suspiro pesadamente, mirando hacia el interior de la enfermería como Sirius seguía abrazando protectoramente a Harry, mientras le decía algo sin dejar de acariciar su espalda. Sonrió suavemente.

- Escucha bien, Malfoy – le pidió sin dejar de mirar la escena – En una guerra, la parte más cruel es la que implica matar a otros. No importa quien sea, la primera muerte siempre implicara resolver un dilema, ya sea moral o ético. Hay quienes pueden resolver esos dilemas más rápido que otros, pero esa es apenas la primera parte, porque en una guerra no puedes darte el lujo de no matar, o de sólo matar un determinado número de veces… - Draco miró de reojo a Remus, y supo, por la forma en que hablaba, que también él había llegado a matar, y que la experiencia no le había sido nada agradable. No pudo imaginarse a alguien tan amable como él matando, de la misma forma en que no pudo evitar imaginarse a su padre haciéndolo, y un escalofrío le recorrió ante aquello – Puedes intentar no matar, pero eso puede dejarte en una desventaja, y sobre todo si estas al frente de la resistencia, te darás cuenta de que eso es imposible, porque de forma directa o a veces indirecta, puedes causar la muerte de tu adversario… – siguió hablando el castaño, ajeno a los pensamientos del rubio – Y esa es propiamente la otra parte peligrosa en la guerra, porque durante el transcurso de la misma hay mucha gente que pierde el sentido humano, que se desensibiliza porque sólo de esa forma puedes matar a otro ser vivo sin terminar volviéndote loco, aunque eso mismo te vuelve loco de una cierta forma… Nosotros esperábamos que ustedes no tuvieran que llegar todavía a este punto, que tuviéramos más tiempo para ayudarles a saber cómo enfrentar ese momento, pero el tiempo se nos terminó con Harry anoche… –

- No entiendo… - apenas y fue capaz de murmurar Draco, mirándole con los ojos abiertos como platos – Anoche… ¿Harry mato a Peter? –

- ¡Oh, no!, él no hizo tal cosa – negó de inmediato Remus, incluso sacudió la cabeza un poco, espantando esa idea que no quería ni pensar.

- ¿Entonces? – preguntó Draco ahora más confundido.

- No mato a Peter, pero por primera vez, Harry sintió deseos de matar – le aclaró, mirando con tristeza a su Cachorro aún en brazos de Sirius – Anoche, de alguna forma tuvo la oportunidad y el poder de hacerlo, y lo intento sin siquiera dudarlo. Muy seguramente lo habría hecho si Fawkes no lo hubiera detenido, y cuando se dio cuenta del odio tan intenso que era capaz de sentir, al grado de llevarle a intentar matar a otra persona sin siquiera pensarlo, se asustó mucho –

- Pero no entiendo… - murmuró Draco mirando a Remus confundido – En segundo año, cuando nos enfrentamos al Basilisco, Harry lo mato, y entre los dos nos deshicimos de Voldemort… -

- En cierto modo eso no cuenta, Draco – le aclaró Remus sonriéndole condescendiente – Voldemort era solo un fragmento de memoria, no era el real; En cuanto al Basilisco, si bien era un ser vivo, no era un ser que tuviera voluntad propia, que tuviera familia, que tuviera sueños y deseos, vivía sólo para servir y matar, y los iba a matar a ustedes sin dudarlo. Es muy diferente durante una guerra, porque primeramente, es muy raro que tengas la oportunidad de meditar sobre eso en medio del campo de batalla, las cosas pasan demasiado rápido, como a ustedes les paso en ese momento, y como a ustedes, la mayoría de las veces actuamos de forma instintiva para sobrevivir, pero es después cuando viene la verdadera dureza de la batalla, cuando tienes que ser consciente de la vida o las vidas que arrebataste para sobrevivir o proteger a los que amas, porque esa vida que arrebatamos tenía nombre, tenía historia y tenía familia; Era padre, hermano, hijo, había gente que le querían y que él quería, gente que llorara y sufrirá su partida, y que quizás incluso quiera venganza. Es ahí cuando te enfrentas con el verdadero dilema de la guerra, y a veces, si no lo resuelves de forma correcta, puede seguirte por el resto de tu vida hasta hacerte enloqueces –

- Pero si te quieren matar o matar a tus seres queridos, ¿No es lo correcto defenderlos, aun cuando eso cueste la vida del atacante? – preguntó Draco, sintiéndose un poco perdido, aunque también inseguro de que sus palabras pudieran ser tomadas a mal, para su asombro, Remus le sonrió suavemente y acaricio su cabello.

- Piensas de esa forma, porque todavía no has tenido que enfrentarte en un campo de batalla real, Malfoy, y en estos momentos daría lo que fuera porque Harry pudiera seguir pensando de esa manera – comentó con tristeza – Pero Malfoy, Harry no sólo tuvo que enfrentarse al dilema de defenderse en un campo de batalla, Harry está enfrentando en estos momentos, a un monstruo mayor, a un monstruo al que nadie nos gusta enfrentar, porque él sintió odio, él deseó matar a su oponente, y jamás había sentido algo como eso, así que en cierta forma está asustado de sí mismo –

Draco miró hacía donde Sirius y Harry estaban. Entendía un poco, pero no creía estar entendiendo la magnitud en la que seguramente Harry lo estaba viviendo, quizás porque jamás se imaginó a si mismo sintiendo tanto odio por alguien, al grado de querer y desear matarlo…

- Si no logramos hacer que Harry se tranquilice, Sirius ha decidido que nos lo llevaremos a casa – agregó Remus, y Draco le miró sintiendo como si le hubieran echado un balde de agua helada encima.

Ya antes, cuando la vida de Harry había peligrado, Sirius había querido llevárselo, pero esta vez, al escuchar a Remus, supo que aquello que estaba pasando era tan serio, que ambos adultos habían tomado ya una decisión que sería inamovible.

- ¿Cuánto tiempo esperaran antes de decidir llevárselo? – quiso saber.

- Dos días. Si en dos días Harry no se muestra mejor, nos lo llevamos – le contesto Remus.

- Me gustaría hablar con él – pidió entonces Draco, y Remus le miró de reojo antes de negar con la cabeza.

- Ahora no, Malfoy. Sirius aún necesita hablar con Harry, y no ha podido hacerlo, no hace mucho que despertó, y no ha podido dejar de llorar, pero esperamos que eso le ayude a sacar todo lo que trae dentro, y luego pueda estar más tranquilo para hablar – le explicó Remus – Ve a clases y regresa luego de la hora de comer. Quizás entonces puedas hablar con él –

Draco supo que esta vez no le dejarían hablar con Harry aunque intentara presionar, y tampoco quiso hacerlo. Asintió con la cabeza.

- Regresare luego de la comida – convino.

- Gracias - le respondió el castaño sonriéndole – Y otra cosa, ¿Podrías decirle también a Hermione?, no queremos que nadie venga ahorita, no, hasta que sepamos que Harry esta mejor –

- Si, se lo diré – se limitó a responder. No tenía caso comentar que no se llevaba bien con la castaña, eso no importaba en aquellos momentos.

- Gracias – repitió Remus, y sonriéndole, regreso al interior de la habitación, donde ya casi no se escuchaba el llanto de Harry.

Draco por su parte suspiro pesadamente, y con una desagradable sensación en el pecho, se alejó para ir por sus cosas y asistir a clases, aunque dudaba mucho poder prestar atención.


Cuando Draco llegó al Gran Comedor sin Harry, nadie se animó a preguntarle, sobre todo por la cara de pocos amigos que traía, y antes de dirigirse a la primera clase, alcanzo a la castaña que ya se dirigía hacía las escaleras.

- Toma. Léela y apégate a lo que dice ahí – le indico entregándole un pedazo de pergamino antes de irse, lo que dejo a Hermione mirándole confundida, pero buscando aclarar lo que pasaba, abrió la nota.

Granger:

Harry está en la Enfermería. Remus me ha pedido que te diga que no lo molestemos por ahora. Podrás ir a verlo antes de la cena si te place.

Malfoy.

Aquello confundió aún más a la Hermione, y en la misma medida le preocupo, porque si Harry estaba en la Enfermería, nada bueno pudo haber pasado, y aunque sintió muchos deseos de ir a averiguar en aquellos momentos lo que había pasado, atendió a las palabras de Draco, sobre todo porque nunca les habían pedido que no fueran a ver a Harry, y si había sido una petición hecha por Remus, una causa debía tener. Comenzó a organizar mentalmente su día mientras se encaminaba a su primera clase, para poder ir en la noche a la Enfermería a ver a Harry y saber qué es lo que había pasado.

No supo que Draco intencionalmente le había dicho que podía ir hasta en la noche en lugar de después de la comida, porque él no quería verla ahí, quería tener tiempo para hablar a solas con Harry sobre lo que había pasado antes de que ella llegara, así que decidió que esa sería la mejor opción, además, decidió escribirlo en una nota, porque de todos modos no tenía ganas de intercambiar demasiadas palabras con la castaña.


Harry había vuelto a dormirse después de llorar, pero cuando comenzó a despertar, percibió varias cosas. La primera fue el perfume de su padrino, y la segunda, una mano que acariciaba suavemente su espalda. Supo sin necesidad de ver, que estaba recargado en el pecho de Sirius, que ambos estaban en la cama, y que su padrino estaba abrazándole de aquella manera protectora en que sobre todo hacía cuando tenía miedo de chiquito, o cuando extrañaba demasiado a sus padres. Sirius siempre le había hecho sentir protegido y amado cuando le abrazaba de esa forma fuerte y firme, como si de esa forma le pudiera proteger del mundo, lástima que no podía protegerle de sí mismo…

Se estremeció sin poder evitarlo, y eso le dio la pauta a Sirius de que Harry estaba despierto, y de que estaba de nuevo pensando en lo ocurrido.

- Todos tenemos la capacidad de volvernos magos Oscuros, Harry, y no eres ni serás el único que se siente de esa forma – le explicó suavemente, sin dejar de aferrarle y sin dejar de acariciar su espalda, sintiendo como ante sus palabras, el pequeño cuerpo se tensaba, lo que hizo que su corazón se oprimiera dolorosamente. Merlín, como deseaba poder alejar todo el dolor de Harry… – Cuando Peter mato a tus padres, yo mismo quise matarlo, quise cazarlo hasta encontrarlo y destruirlo… Lo odiaba como jamás había odiado a nadie en mi vida, y vaya que había odiado a mucha gente – quiso contarle.

- ¿Por qué no lo hiciste? – le preguntó con la voz ahogada por las emociones, y por la posición en la que se encontraba - ¿Qué impidió que lo hicieras? –

- Tú – le contesto Sirius, lo que hizo que Harry arrugara suavemente el ceño.

- ¿Yo? – le preguntó, y entonces se separó de él, pero dado que no tenía los lentes puestos, no pudo ver más que figuras borrosas frente a él.

- Espera – le pidió Sirius, y se volvió hacía la mesa para tomar los lentes, pero antes de ponérselos, suavemente acaricio el contorno de los verdes ojos; Los tenía rojos de tanto llorar. No comentó nada al respecto, se limitó a ayudarle a ponerse los lentes – Listo –

- Gracias – le dijo Harry, y ahora que podía ver con claridad, centro su atención en su padrino - ¿Por qué yo?, ¿Cómo? – quiso saber.

- Porque tu presencia me dio otro propósito, uno más grande y satisfactorio que ir y matar a un cobarde traidor – le explicó Sirius – Lo odiaba tanto, que más de una vez considere en ir a matarle por mi propia mano, pero Remus me conocía tan bien que sabía que había pensamientos demasiado oscuros creciendo en mí, así que se encargaba de recordarme que era mi deber cuidar de ti. Ya habías perdido a tus padres; Si yo iba y mataba a Peter, me mandarían a Azkaban, y entonces estarías completamente solo, porque no habrían dejado que Remus cuidara de ti. Seguramente te habrían mandado con la familia Muggle de tu madre, y por lo que sé son gente mala que odia a los magos, o quizás te habrían mandado a un orfanato, y la sola idea de imaginar que pudieras sufrir o sentirte solo en alguno de esos lugares se volvía insoportable, porque pese a lo pequeño que eras ya me había encariñado mucho contigo, incluso mucho antes de que tus padres murieran. Los visitábamos bastante seguido para poder verte y jugar contigo, así que olvidar mis intenciones asesinas se volvía relativamente fácil, sin embargo, cuando se volvía difícil, entonces Remus te llevaba a donde yo estaba y me pedía que te cuidara. Remus siempre ha sido muy inteligente, y tu sola presencia lograba alejar esos pensamientos, recordarme que había algo más importante en mi vida, tú, ustedes que ahora eran mi familia, y a quienes era mi obligación proteger –

Harry bajo la mirada, recordando entonces lo que en segundo año el Sombrero Seleccionador le había dicho sobre mantenerse cerca de las personas que amaba para no volverse un mago Oscuro.

- Si tengo que serte sincero, Harry, no he dejado de pensar en que quiero matarlo con mis propias manos – aquellas palabras tomaron completamente por sorpresa a Harry, sobre todo por la seriedad en ellas, y cuando alzo la mirada, descubrió que los grises ojos estaban casi oscuros. Sirius no bromeaba, ese sentimiento seguía dentro de él, y de alguna forma que Harry no supo explicar, podía verlo. Entonces recordó cuando les avisaron de la fuga de Peter, y la mirada que Sirius tenía cuando llegaron a la sala. Era esa misma mirada, la mirada de alguien que no dudaría en matar a otra persona…

No supo que decir, sólo supo que bajo ningún contexto quería que Sirius hiciera algo como eso. Negó varias veces con la cabeza antes de abrazarse al cuello de su padrino, quien asombrado sonrió suavemente, abrazándolo mientras acariciaba su espalda.

- No lo haré, pero no por miedo o por inseguridad. No lo haré, porque tengo algo que es más importante en mi vida, dos personas que son lo más importante que cualquier otra cosa – le susurró al oído – Quiero verte crecer, poder acompañarte en cada momento importante de tu vida, y quizás algún día ver a tus hijos, poder jugar con ellos y chiquearlos. No dije esto para que te preocuparas por mí, Harry, te lo dije, porque quiero que entiendas que dentro de cada persona hay maldad, aunque la hay en diferentes medidas, así que no importa quien sea, todos con la presión correcta podemos volvernos malos, sólo que hay gente que es más propensa a volverse mala con facilidad que otros, y no sé si sea por genética o cual sea la causa, pero es así, de modo que para gente como nosotros, la lucha interna entre el bien y el mal es un poco más constante que para personas como Remus, pero inclusive eso es parte de ser humano, y lo que nos diferencia al final de los malos, es que sin importar cuán difícil sea nuestra lucha interna, siempre nos mantenemos en el camino correcto, a veces por nuestra propia voluntad, o a veces con ayuda de otros, por eso Harry, cuando sientas que flaqueas, cuando te sientas perdido, búscanos. Remus jamás me ha juzgado, jamás me ha mirado como un monstruo porque entiende esto, y nosotros jamás te miraremos de esa forma tampoco, porque sabemos la gran carga que llevas sobre tus hombros. Estamos aquí para ayudarte, para apoyarte –

Harry sintió las lágrimas escapar, pero no dijo nada, sólo asintió una y otra vez con la cabeza sin dejar de aferrarse al cuello de su padrino, sintiéndose como aquel niño pequeño que se despertaba llorando luego de una pesadilla, y que se aferraba al cuello de Sirius cuando éste siempre venía a consolarlo, siempre, sin falta, sin importar que tarde fuera, sin importar si estaba cansado, y siempre con ese mismo amor, envolviéndolo, haciéndole sentir protegido justo como en ese momento.

Entonces Harry pudo entender a lo que el Sombrero Seleccionador se había referido aquella vez, porque luego de tanto llorar, y sobre todo luego de hablar con gente que no le había juzgado sino que le mostraba su apoyo y confianza, el peso que había sentido en su pecho ya no estaba más. De nuevo se sentía tranquilo, y se preguntó si eso era lo que el amor era capaz de hacer.