Disclaimer: Los personajes y el universo le pertenecen a JK Rowling.

Solo la trama es mía.

No obtengo ningún beneficio económico ni lucrativo de algún tipo al escribir este fic.


Aviso: Este fic forma parte del juego Drabble tag del foro Hogwarts a través de los años.


Elegí la condición Mundo mágico español.


Luna de miel en España.


Harry y Oliver habían ido de luna de miel a España. El más joven nunca había estado en la playa y había oído que allí tenían las más bonitas. Luego visitarían otros distritos mágicos porque tanto él como su marido sentían mucha curiosidad por cómo eran las cosas fuera de Inglaterra.

La puerta de Alcalá era un monumento muy famoso en el mundo muggle. Tenía cinco arcos y representaciones escultóricas de la mitología clásica.

Harry no había prestado mucha atención. Solo que el arquitecto había sido italiano, que terminó de construirse a finales de la década de mil setecientos setenta y que el distrito mágico más grande estaba allí.

En realidad la puerta tenía seis arcos. Uno que solo era visible para los mágicos. Un muggle nunca podría atravesarlo por su cuenta y las cámaras no captaban a personas desapareciendo por ahí. Había tantos turistas muggles al día, que era muy fácil para los mágicos escabullirse.

Harry y Oliver entraron por el arco agarrados de la mano. Ya habían visitado el distrito mágico en Sagunto, donde se habían quedado toda una semana para disfrutar de las playas y el de Pontevedra. En su opinión, el más bonito que habían visto.

Ahora visitarían el de Madrid, a ver qué tenía para ofrecer.

Para empezar, en el mundo mágico español no se llevaban túnicas. Habían aceptado la moda muggle muy fácilmente.

Un amigo de Oliver que jugaba al quidditch en Los fénix de Asturias le había dicho que tenía que visitar la tienda tecnomágica Fantasías García. Tenían teléfonos, grabadoras y Harry no recordaba qué más. Había estado demasiado distraído imaginando qué haría en la playa.

Entraron a La Plaza de la Magia. Era como el nombre indicaba, una enorme plaza llena de tiendas, cafeterías y una fuente en el centro cuya escultura eran dos hipocampos tirando del carro de Poseidón.

Harry no sabía dónde mirar. Sus sentidos de la vista, del olfato y auditivo estaban siendo agradablemente sobrecargados.

-Comida primero, Harry. Oliver dijo. -Que luego nos tiramos horas viendo tiendas y nos olvidamos de comer.

-¿Lo dices porque babeaste sobre LaTrueno3500 en Pontevedra?

-Calla. Hay cosas que son simplemente perfectas y deberías saberlo.

-Me pregunto si te casaste conmigo por mi Saeta de fuego. -Harry bromeó.

-Sabes que sí.

Ambos fueron a un café al aire libre donde una criatura parecida a un elfo doméstico pero más alto y mejor proporcionado se acercó a preguntarles qué deseaban.

Mientras Oliver pedía por los dos, su marido ya sabía lo que Harry quería, Potter se entretuvo mirando unos extraños trineos que estaban tirados por perros alados. Era un medio de transporte muy común en España, le había dicho el amigo de Oliver.

Harry pensó que no se cansaría de este país nunca. Era muy rico en cultura y más tolerante con criaturas mágicas. Y ¿lo mejor? No le detenían a cada paso para hablar con él. Aquí podía ser un transeúnte más.