"Aún no es tarde"

Lady Supernova


Capítulo 2


Chicago.

—¿A qué debo el honor de tu visita? —pregunta mi papá mientras yo me acerco hasta su escritorio—. No es que no me guste que vengas al estudio, pero ¿qué haces aquí, Rosie? Ya deberías estar dormida.

—Son las nueve de la noche papá... —me quejo, al tiempo que él eleva su mirada con sorpresa—. Yo ya no soy una pequeña... puedo dormir más tarde, ¿sabes? Ya tengo trece años.

Papá frunce su ceño de forma graciosa y luego se burla de mí:

—Tener trece años no indica que puedas dormir tan tarde, así que, deja de inventar cosas, querida... ¿Acaso no estás cansada? Acabas de llegar de Lakewood.

Yo muevo la cabeza de un lado a otro, negando ante aquella pregunta. Mi papá se ríe como si le causara mucha gracia y después sigue con su interrogatorio:

—¿Tu mamá sabe que estás aquí y no en la cama?

—Por supuesto, fue ella quién me ha dicho que mejor hable contigo... —Lo miro con nerviosismo y enseguida comento—. Tengo una duda y mamá dice que tú eres el indicado para resolverla.

Los ojos azules de papá se tornan muy serios y después de un momento de reflexión, me hace una seña para que me siente frente a él.

—¿Cuál es tu duda, Rosie? —cuestiona dejando a un lado una enorme montaña de papeles.

—¿Prometes no enojarte?

—Rosalie, yo nunca podría enojarme contigo y lo sabes —Él me sonríe, pero me advierte—. Será mejor que hables ahora, porque si no lo haces, te haré callar para siempre —expresa con aquel tono confiable que le caracteriza.

A pesar de esa confianza que me brinda, las palabras no pueden salir de mi boca. Me limito a mostrarle la imagen que le robé a la tía Candy. La extiendo sobre su escritorio sin decir absolutamente nada... mi papá abre mucho sus ojos, pero, al final, tampoco dice nada.

—¿Quién es él? —pregunto sin más rodeos, papá observa la imagen y después sonríe levemente.

—¿De dónde sacaste esto, Rosie? —cuestiona borrando su sonrisa para mirarme de forma seria.

Yo no puedo mentirle... no cuando sus ojos azules me miran de esa forma.

—La robé —le digo sin poder contenerme. Él hace un movimiento de negación, está molesto, pero yo no puedo hacer nada al respecto, mentir nunca ha sido parte de mí—. La tía Candy... Bueno, ella se puso tan triste al verlo... y yo... pues... yo quiero saber más sobre él.

—Es una historia muy larga, Rosie...

—No me importa, quiero saberla. Deseo conocer la historia de mi tía con él... —señalo al muchacho e insisto con mi mirada.

Mi papá respira hondo y a continuación deja libre el aire contenido. Su mirada se muestra preocupada. Puedo darme cuenta de que él tampoco quiere hablar sobre ese chico.

—Vayamos a pasear —propone levantándose de su sillón para invitarme a ir con él—. Me será más fácil conversar mientras caminamos por el jardín.

De inmediato acepto su oferta y entonces tomo su brazo, para salir del estudio junto a él.

¿Qué le hizo ese chico a mi tía? Comienzo a preocuparme... ¿Es él la razón por la que ella no se casó? ¿Él es el culpable de que ella no tenga ni siquiera un novio?

—Rosalie Andley —dice mi papá mientras caminamos por el corredor y salimos hacia el jardín—. No has abandonado las viejas prácticas, eh... —agrega apretando mi mano—. Sigues siendo una niña curiosa y entrometida.

—No es mi culpa. No lo hago a propósito, es solo que no puedo evitarlo... —le digo sin pensar y él ríe—. Papá, ya dime, ¿quién es ese chico?

—Su nombre es Terrence Grandchester... y fue novio de tu tía Candy.

—Su novio... pero... ¿Qué pasó? ¿Por qué se separaron? —pregunto de inmediato.

—Ahí está lo complicado de la historia, linda —confiesa deteniendo sus pasos, volteando hacia arriba, para observar el cielo estrellado de Chicago—. Eres muy pequeña para entenderlo.

—No soy una pequeña...

—Sí, ya lo sé, ¡tienes trece años!

Él ríe burlonamente, mas, después, observa hacia el lago y dice:

—La verdad es que temo romperte el corazón, Rosie. Tengo miedo de que esa historia sea demasiado para ti.

—Seré fuerte papi, por favor cuéntame... —le pido, al tiempo que me paró frente a él y le obligo a mirarme.

Papá no puede negarse cuando lo encaro de esa forma, siempre que lo hago, él termina cediendo. Yo le recuerdo mucho a su hermana, mi tía Rosemary, e incluso, también le recuerdo a mi tía Candy.

«Te pareces mucho a Candy, Rosalie...», dice cuando hago alguna travesura.

Finalmente él acepta y después de respirar hondo, comienza a contarme la historia.

A medida que avanza me doy cuenta de que sí es una historia triste y también puedo sentir que mi corazón se rompe al escuchar cada palabra.

Separarse de esa forma...

Mis ojos se llenan de lágrimas y cuando mi papá termina con la historia, mi alma se siente resquebrajada.

—¿Por qué Terrence no buscó a mi tía, cuando su prometida murió? —pregunto pensando en que papá sabe la respuesta—. ¿Por qué si él sigue soltero, no viene por ella?

—No lo sé... realmente, no tengo idea de por qué no ha buscado a Candy... —Él se encoge de hombros, en tanto que observa su viejo reloj de bolsillo—. Ya casi son las diez. Será mejor que te apresures para irte a la cama porque mañana tienes clases, Rosie, si no te despiertas temprano, tu madre me asesinará.

—Mamá no haría eso.

—No estés tan segura de ello —dice encaminándome hasta la casa—. Vamos a dormir ya, linda... ¿De acuerdo?

Yo obedezco. Cuando me habla de esa forma sé que debo hacerle caso. Él me lleva hasta mi cuarto y se despide de mí posando un beso sobre mi frente.

—Buenas noches. Que tengas dulces sueños, pequeña.

Yo sonrió, sin embargo, sé que enterarme de todo esto no me dejará dormir.

Mi cabeza ha comenzado a dar tantas vueltas, que entonces, comienzo a sentirme mareada. Quisiera olvidar todo lo que he escuchado, pero no puedo, además, mi memoria ha guardado las palabras más importantes:

Terrence - No se ha casado - Él vive en Nueva York

—No puede ser tan tarde para ayudar a mi persona favorita... yo sé que aún no es tarde, para hacerla feliz...

Digo en voz alta, sintiendo demasiado optimismo.

—¿Por qué estás hablando sola? —me pregunta mi hermano pequeño, mientras me mira con sus ojos color avellana.

—¿Por qué estás aquí? Ésta no es tu habitación —le digo y él se encoge de hombros—. ¿Benjamin ha vuelto a contarte historias de terror? —pregunto, al tiempo que él asiente—. ¡Ay, Anthony! ¿Cuántas veces voy a decirte que no las escuches?

—Déjame dormir aquí... —dice, mientras llora y ruega juntando sus pequeñas manos—. Por favor, Rosie.

—De acuerdo, no llores. Te dejaré dormir conmigo.

Anthony sonríe y entonces coloca su pequeña almohada sobre mi cama.

Él solo tiene cinco años y Benjamin Leagan lo asusta todo el tiempo, ese chico es perverso y cuenta las peores historias de terror, incluso a mí me dan miedo. Tristemente no podemos hacer nada para evitar su presencia, el tío Neil y su esposa, lo dejan aquí de vez en cuando, para que lo cuiden.

—Rosie...

—¿Sí?

—¿Por qué hablabas sola?

Anthony es un preguntón. Sé que no lo hace a propósito, pero yo no puedo decirle lo que pienso. Él es demasiado parlanchín, si yo le contara mis planes, se lo diría a todos.

—Hablo sola, porque la gente mayor lo hace...

—Tú no eres mayor.

—Soy ocho años mayor que tú. Duérmete ya.

Anthony habla y vuelve hablar mientras se va quedando dormido, finalmente, después de algunos minutos de balbuceos, el silencio reina en mi habitación.

Yo, sé que por más que lo intente, no podré dormir. Quizá, no volveré hacerlo hasta que consiga hablar con Terrence.

No puede ser tan difícil contactarlo. No cuando tenemos a George... ¡George lo sabe todo!

Yo sé que aún no es tarde, para enterar a Terrence de que mi tía es soltera y que está esperándolo. No puede ser tan tarde. Estoy segura de que Terrence siente lo mismo que mi tía Candy. Estoy segura de que la ama tanto como ella a él.