"Aún no es tarde"
Lady Supernova
Capítulo 3
Chicago.
Se lo pedí una y otra vez.
«Por favor, George... por favor... ¡Por favor ayúdame a encontrarlo!»
George siempre se negaba y me decía:
«No puedo hacer tal cosa, señorita Rosalie... imagine lo que su padre me dirá cuando se entere»
A pesar de sus respuestas negativas, yo seguí insistiendo y después de algunos días, él me entregó la dirección de la compañía de teatro Stratford.
«El señor Grandchester ya no está actuando, sin embargo, es socio de la compañía de teatro en donde se formó... creo que esto es suficiente para ponerse en contacto con él»
En ese momento me sentí sumamente feliz. Pensé en mi Tía Candy y en lo genial que sería darle una sorpresa... ¡Reencontrarla con Terrence! Eso, para mí, era como hacer un sueño realidad.
Yo sabía que George tenía razón, ese pequeño dato era suficiente para entablar contacto con Terrence... tenía que ser... ¿Qué podía salir mal? A pesar de todos mis esfuerzos, la primera carta que envié no fue respondida, ni esa, ni la siguiente, ni las demás... prácticamente escribí cartas por un mes y medio... ¡Y ese hombre llamado Terrence Grandchester, nunca respondió! ¿Cómo pudo ignorarme? La única explicación válida, es que él no está interesado.
¡Debí imaginarlo! Quizá la tía Candy hizo lo mismo que yo... debí pensar en eso, pero no lo hice.
«Ahora lo comprendo todo...», pienso, sintiéndome la chica más tonta del mundo.
Y es hasta este momento, cuando de verdad entiendo por qué mi papá decía que, la historia de mi tía Candy me rompería el corazón.
Por supuesto... Terrence no la ama... ¡Y ella si lo ama a él! Eso le rompe el corazón a cualquiera, debí hacerle caso a mi papá y no meterme en esto.
Abandono mis recuerdos y termino de empacar mi equipaje. Ya nada de lo que pasó importa, mañana todos vamos a viajar al Hogar de Pony. Todos queremos festejar el cumpleaños de mi tía Candy. Todos los que sí la amamos, estaremos ahí para ella.
Anthony salta sorpresivamente sobre mi cama, él lleva un pequeño auto entre sus manos y hace ese extraño ruido con su boca. Me mira con atención y yo acaricio su mejilla, Anthony me sonríe con alegría infinita y me dice:
—Te quiero mucho, Rosie... —después se aleja y se olvida por completo de mí—. Beep beep... beep beep... —dice mientras dibuja un camino imaginario, paseando por toda mi habitación. Al terminar su recorrido simplemente se va.
«Que fácil es la vida de un niño de cinco años...», reflexiono al verlo tan contento. La verdad es que a veces quisiera ser como Anthony, quisiera ser feliz con solo jugar y ya... lastimosamente los juegos han dejado de interesarme. Papá dice que es normal, él me ha dicho: «Estás creciendo Rosie... Lo natural es que ya no solo te interese jugar»
—¿Has terminado de empacar, querida? —pregunta mi mamá, mientras yo afirmo. Ella me mira con detenimiento y luego sonríe—. ¿Por qué no te veo saltando por todos lados? —cuestiona, mientras acaricia mi cabello—. Ir al Hogar de Pony, siempre te pone eufórica... Rosie... ¿Qué pasa?
—No me pasa nada...
—Esa cara no es por nada... —mi mamá me mira con sus ojos color avellana, adoro sus ojos, son diferentes a los míos, y a los de papá, son iguales a los de mi hermano Anthony—. Rosalie... ¿Tu estado de animo tiene que ver con haber enviado un montón de cartas a Nueva York?
Oh no...
Desvío la mirada, porque no puedo seguir viendo a mi mamá, me siento muy apenada por lo que hice.
—Eres increíble, Rosie... —dice al tiempo que toma mi mano—. ¿Por qué hiciste eso?
—¿Cómo es que sabes que he mandando esas cartas? —pregunto intrigada.
—Soy tu madre, Rosalie. Lo sé todo... aunque no me lo digas, yo lo sé... —explica tocando mi nariz—. Me enteré desde la primera carta que enviaste.
—¿Por qué no me detuviste, mamá? ¿Por qué me dejaste hacer el ridículo? Espero que no me vayas a castigar, porque esto ha sido suficiente castigo.
Ella me sonríe y luego revela:
—Te dejé mandar esas cartas, porque yo también tenía la esperanza de que sirviera de algo.
—Pues no sirvió de nada... —le digo sintiendo un nudo en la garganta—. Solo sirvió para decepcionarme.
Mis ojos se llenan de lágrimas. Ya no puedo soportarlo más... mi mamá me abraza y acaricia lentamente mi cabeza.
—Tienes que tranquilizarte, Rosie... no llores más por favor.
—Yo quería reunirlos... yo quería que mi tía fuera feliz... y no... no pude lograrlo.
—Oh, Rosalie... —mi mamá me obliga a recomponer la postura y luego limpia mis lágrimas—. Tienes que entender que, en ocasiones, las personas no pueden reunirse...
—Ni siquiera con un poco de ayuda...
—Ni siquiera con eso.
Ella peina mi cabello y después limpia mi cara con su pañuelo.
—Basta de dramas, Rosalie... —se queja, tomando mis manos para levantarme de la cama—. Quiero que bajes a tomar el té, tus tíos ya llegaron.
—Ya no haré drama. Tienes razón, no tengo por que rendirme, el doctor Michael, vendrá a nuestra fiesta y entonces mi tía tendrá con quien bailar y platicar...
Mi mamá abre mucho sus ojos y entonces me toma por ambos brazos...
—¿Qué dijiste?
—Que el doctor Michael si la quiere y como ya no es casado... entonces él puede ser su novio...
Mi mama ríe como si estuviera loca, después me toma del brazo y me lleva a la salida del cuarto.
—Rosalie... las personas no se hacen novios, así porque sí... ya te lo he dicho, hija... ¿Por qué tanta insistencia con eso de que Candy tenga novio?
—Porque ella está sola...
—No está sola... ella nos tiene a todos nosotros hija...
—No es igual mamá...
Mi mamá no dice nada, creo que es porque sabe que tengo razón. Me lleva hacia abajo, para que pueda saludar a mi tío Archie, mi tía Annie y a mis primos: Jarvis y Raymond.
Mi tío Archie al igual que los demás sobrinos de mi papá, en realidad no es mi tío... Pero yo he decidido decirle así, porque sería muy raro que él me llamara prima, papá dice que estoy loca, pero no es así... ¡Loco es tener primos mayores y sobrinos de mi edad! Como sea, todos hacen lo que yo les pido, aunque la señora Elisa Anderson-Leagan no está muy de acuerdo conmigo, ella me dijo que su único sobrino era Benjamin, el hijo de su hermano y que realmente ella y yo no somos nada... hmmm... sospecho que no le caigo bien.
—Tienes que ver esto... —me dice Jarvis en cuanto me ve bajar.
—Debo saludar a tus padres primero... —le digo, pero él no entiende.
—Ellos no van a ir a ningún lado, los saludarás después... ¡Vamos Rosie! —me grita eufórico mientras Raymond y Anthony me arrastran hasta el jardín.
—¿Qué es eso? —pregunto, haciendo que Jarvis me miré con sus chispeantes ojos azules.
—¿Qué dices? —se queja molesto—. ¿Cómo preguntas eso? Dios... Rosalie... ¡Esto es un avión! Un avión de juguete que yo mismo he creado... ¡Un avión del futuro!
Miro su invento, no parece un avión... es más bien, algo raro, pero, en definitiva no es un avión.
—No importa lo que sea —dice Raymond—. ¡Muéstrale como vuela!
Jarvis corre y luego lanza el «avión» por los aires, no sé que hace, nunca logro entender a Jarvis, lo único que sé, es que logra que el extraño objeto vuele.
Mis ojos se abren con asombro y los de Anthony también, sin embargo, después de unos segundos, el famoso avión vuela directo a la fuente y termina hundido en el agua.
La risa de Anthony estalla en el jardín, al igual que la mía, Raymond se cubre la boca para no reír más fuerte y Jarvis nos mira a todos con enojo.
—Seguro que puedes fabricar otro —le digo mientras tomo su hombro y lo tranquilizo.
—No entiendo que pasó... —dice Jarvis, decepcionado—. El prototipo si voló.
—El material de tu avión es muy pesado... —nos dice la voz de un hombre a nuestras espaldas—. Debes buscar otra cosa si quieres que eso vuele más de tres segundos.
Todos volteamos para verlo...
—¿Y tú quien eres? —le pregunto mientras él me sonríe.
—Soy amigo de tu padre... —Él me mira con detenimiento y luego vuelve a sonreír—. Tú debes ser Rosalie...
Observó al hombre y afirmo con mi cabeza. Me parece extraño que sepa mi nombre. Él parece conocerme, pero yo no lo conozco.
—No debes hablar con extraños, Rosie... —dice Jarvis, tomando mi mano y Raymond la de Anthony.
Yo no sé qué más decir, el hombre nos mira a todos con amabilidad, no parece un extraño. Anthony se zafa de la mano de Raymond y se acerca hasta él.
—Me llamo Anthony... —dice al tiempo que el hombre le sonríe—. ¿Tú cómo te llamas?
—Hola Anthony, me da mucho gusto conocerte... yo me llamo Terrence —le dice extendiendo su mano—. Pero mis amigos me llaman Terry...
Mi corazón late tan fuerte que de pronto siento que ya no puedo escuchar nada más, excepto los gritos de Jarvis, quién llama a nuestros padres con verdadera urgencia.
«Terrence está aquí...», me digo sintiendo mariposas en el estómago.
Mi papá corre hasta donde estamos y entonces, se queda a mi lado, observándome con detenimiento.
—Lo lograste... —dice tomando mi mano, para posar un beso sobre mi dorso—. Oh, Rosie... Después de todo has logrado traerlo aquí... —agrega con emoción.
¡Mi papá también sabía que yo le escribí a Terrence!
Apenas puedo creerlo... ¿Todo este tiempo lo supo? ¿Por qué no me dijo nada?
Mis ojos se llenan de lágrimas... y solo observo a mi papá alejándose de mí. No puedo hacer otra cosa más, que verlo y escucharlo saludar a su viejo amigo... me he quedado sin palabras...
—Bienvenido, Terry... —le dice papá, mientras él y Terrence Grandchester se miran frente a frente—. Bienvenido a casa... —reafirma al tiempo que ambos sonríen y se dan un fuerte abrazo.
