"Aún no es tarde"

Lady Supernova


Capítulo 4


Lakewood.

Es muy raro estar frente al hombre, a quien he querido ver desde hace dos meses. Imaginé nuestro encuentro en varias ocasiones pero ahora mismo, mientras él me observa, nada viene a mi cabeza.

Es demasiado extraño verlo de frente, sobre todo, después de haber escuchado la charla que él tuvo con mi papá. No debí escuchar detrás de la puerta, lo sé, pero aun así lo hice... aunque deseaba no hacerlo, simplemente no pude evitarlo. Así soy yo.

Como sea, gracias a eso, puedo decir que conozco con exactitud, las razones por las que Terrence no respondió a mis cartas y también ahora sé por qué él no buscó a mi tía Candy.

—¿Hay alguna pregunta que desees hacerme, Rosalie? —cuestiona Terrence, mirándome con sus extraños ojos azules—. Seguro que tienes algunas dudas que quieres que yo resuelva.

—No tengo nada que preguntarte... —le respondo antes de arrojar otra piedra al lago—. Todo me quedó muy claro ayer, cuando te escuché hablando con mi papá.

Terrence me observa y luego esboza una sonrisa:

—Así que... ¿Eras tú la chismosa, cuya sombra vi detrás de la puerta? —pregunta con suspicacia.

—Sí... ¿Qué vas hacer ahora, Terrence? ¿Decirle a mi papá?

Él lanza un silbido y después me dice:

—No... no lo haré ¿Me has visto la cara de soplón, niña?

Yo me encojo de hombros, pero no le respondo. La verdad es que no confío mucho en él, mi primo Jarvis tiene razón... Terrence Grandchester es un extraño.

—De acuerdo, señorita Rosalie... escuchaste todo lo que dije, pero sinceramente, no creo que hayas entendido algo.

—No soy una tonta, ¿sabes? Entendí todo a la perfección. Sé que no respondiste a mis cartas, porque estabas en Inglaterra con tu padre, él es un hombre muy mayor y tú lo cuidaste por algún tiempo... ¿Es verdad? ¿No? —Terrence asiente—. Por otro lado, también sé que no quisiste buscar más a mi tía Candy, porque creíste que se había casado y que tenía un bebé... —digo sin contener las ganas de llorar—. La viste en la mansión de Chicago, mientras me llevaba a mí en brazos... ¡Creíste que yo era su hija! Después de habernos visto, te marchaste sin siquiera bajar del coche... ¡Pasaste todos estos años pensando eso!

Terry guarda silencio por algunos segundos, pero después confiesa:

—Suena realmente horrible... lo sé... —me dice apenado—. Créeme, hoy más que nunca, deseo poder regresar el tiempo y no haberme equivocado de forma tan ridícula... pero, por desgracia no puedo hacerlo, Rosalie —Terrence lanza con furia una piedra al lago y luego voltea para mirarme—. Aunque todo lo que escuchaste es cierto, también debo decirte que hay cosas que los niños como tú, no pueden comprender...

—Tengo trece años, ya no soy una niña...

—Yo también tuve trece años Rosie e igual que tú creía que no era un niño... —dice con tono melancólico—. Me percataba de muchas cosas a mi alrededor y creía que las entendía, pero en realidad no las comprendí, hasta muchos años después...

Terrence me sonríe, extendiendo su mano para ofrecerme un pañuelo, yo lo tomo y entonces limpio mis lágrimas. Por algunos minutos ninguno de los dos dice nada, y después de no decir nada, él es quien decide hablar:

—Si vamos a ser cómplices, será mejor que comencemos por ser amigos, ¿no te parece? —Terrence me da su mano y yo la estrecho, tiene toda la razón, tenemos que unirnos—. Espero que ahora me llames Terry y dejes de llamarme Terrence.

—¿Qué tiene de malo que te llame Terrence?

—Cuando alguien me llama Terrence, es como si estuvieran regañándome...

Yo río...

—A veces me siento igual, aunque mi nombre me gusta mucho...

—Rosalie es un nombre muy bonito.

—Mi papá lo eligió... Rosalie, era el nombre de la muñeca favorita de su hermana Rosemary... La tía Rose falleció y no tuvo una niña a la cual llamar de esa forma, papá rescató el nombre y me lo puso.

—¿Y tu hermano? —me pregunta con seriedad—. ¿Por qué le llamaron Anthony?

—Su nombre es William Anthony, William, es el nombre que le ponen a todos los hombres, que están destinados a ser jefes del clan... y Anthony, ese fue por nuestro primo fallecido...él era hijo de la Tia Rose y papá lo quería mucho.

Terry asiente, comprendiendo, siento que desea preguntar algo más, pero al final no cuestiona nada.

—¿Conociste al primo Anthony? —le pregunto, pero Terry niega de inmediato.

—No lo conocí... pero Candy me habló de él.

Mi hermano nos sorprende con uno de sus espeluznantes gritos. Él llega corriendo hasta donde nos encontramos y como un verdadero loco se lanza a los brazos de Terry, el pequeño Anthony se ha olvidado de mí, ni siquiera me saluda. Parece que he dejado de ser su persona favorita. Solo tiene ojos para Terry... es el único con el que desea jugar.

—Mira mi pelota, Terry... ¿Verdad que es bonita? —le pregunta y Terry afirma con la cabeza—. ¿Jugamos? —le propone, y después ambos se alejan momentáneamente de mí. Yo me quedo sola frente al lago, hasta que mi papá aparece.

—¿Has hablado con Terry? —me pregunta en cuanto llega.

—Sí...

—Bien... entonces, ya todo está aclarado.

Mi papá sonríe, después yo le hago una pregunta, una que he deseado hacerle desde ayer:

—¿Cómo te enteraste de las cartas que mandaba?

—Tu madre y yo no tenemos secretos. Ella me lo dijo y ambos decidimos apoyar tu misión.

—Pensé que ibas a enojarte... ya sabes, porque soy una entrometida.

Papá suspira y después toma una de mis manos.

—Querer cambiarle la vida a Candy, es algo que yo mismo, inconscientemente te heredé... no te reclamé nada, porque la verdad es que veo mucho de mí en ti, Rosie—dice convencido—. Yo no pude ayudar a tu tía en ese aspecto, sin embargo, tú sí... tú vas hacer que ella recuerde lo que se siente amar... ¡Tú harás que ella vuelva a vivir! Todo saldrá bien, ya lo verás.

—Solo queda un ligero problema. Un pequeño problemita con el doctor Michael...—menciono jugando con los dedos de su mano, papá ríe a carcajadas.

—Ahhh... sí... no te preocupes. Michael me llamó ayer por la tarde y dijo que tenía una cirugía de emergencia, no podrá venir. Estaba muy apenado contigo.

— ¡Ufff! Menos mal...

Papá vuelve a reír y enseguida me ayuda a ponerme de pie. Nuestro viaje al Hogar de Pony, está a unos cuantos minutos de comenzar. La hora de la verdad llegará muy pronto. Mi tía Candy y Terry ¡Por fin se reencontrarán!

Los niños del Hogar de Pony, son casi tan ruidosos como mi hermano. En cuanto ven los autos, algunos corren al hogar para avisar que estamos llegando, y otros, gritan y corren para encontrarse con los autos que se estacionan.

—¡Hola, Rosie!

Dicen los niños más pequeños, mientras abro mi ventanilla y los saludo también.

Cuando el auto se detiene, bajo rápido, sin importarme nada. Mamá siempre dice que como yo soy una dama, debo esperar a que el chofer me abra la puerta, pero eso me parece ridículo y más hoy, ¡que no puedo perder el tiempo!

Al salir del automóvil, corro hasta la casa, entro y sigo corriendo hasta la cocina. Sé que mi Tía Candy está ahí.

—Santo cielo... ha llegado un torbellino —expresa con emoción—. Rosie... linda... ¿Por qué corres así? —ella abandona sus labores y se acerca para saludarme—. ¿Acaso no vas abrazarme? ¡Es mi cumpleaños!

La observo y luego la enredo en un fuerte abrazo.

—Feliz cumpleaños, tía... —le digo, y ella me abraza con más fuerza, finalmente después de algunos segundos, me suelta y regresa a lo que estaba haciendo.

Luce muy bonita. Se ha puesto el vestido que le regalé en navidad y se ha hecho un peinado diferente, sus rizos caen por todos lados, los ha dejado sueltos. Es como si supiera algo sobre lo que va suceder. Aunque claro, ni siquiera se lo imagina.

—¿Qué pasa, Rosie? ¿Por qué estás tan ansiosa? —pregunta acomodando los platos y las servilletas.

—Es que... quiero darte mi regalo ahora...

—¿Tan pronto? —pregunta con emoción.

—Pues sí... ¿Quieres acompañarme, tía?

—Claro que sí... ¡Estoy más que lista para recibir mi regalo! —rápido se quita el delantal y yo la tomo de la mano.

Sus ojos verdes brillan, y su sonrisa hace que me sienta un poquito nerviosa... ¿Qué pasará si a ella no le gusta mi regalo?

—Oh, Rosie... pensé que me llevarías a la estancia —reclama un poco contrariada, al ver que la encamino al jardín trasero.

—No, tía Candy. Tu regalo está ahí afuera.

Mi querida tía confía ciegamente en mí, ella se deja llevar, salimos por la puerta trasera y caminamos por el jardín.

Terry ha querido esperarla en la colina... Me dijo: «La colina, tiene un significado especial para ambos. Llévala ahí, Rosie... quiero que nuestro reencuentro sea ahí»

—Rosie... ¿Estás segura de que aquí está el regalo?

Yo río, pero ella no lo hace.

—Claro que sí. El regalo me dijo que lo encontrarías ahí... en la colina...

Se detiene y yo me detengo con ella.

—¿Qué tipo de regalo es? —pregunta nerviosa.

—Uno que te va gustar mucho... ¡Pero no detengas tía! ¡Sigue caminando!

—Rosie... —me llama con voz temblorosa—. ¿Qué estás haciendo? —pregunta mientras comienzo a empujarla ¡La colina ya está cerca! ¡No voy a dejar que se arrepienta! No ahora, que todo esta listo.

Mi tía Candy camina nuevamente, pero lo hace muy despacio. Al final cuando ella se da cuenta de lo que pasa, vuelve a detener sus pasos. La figura de Terry ya se puede ver desde donde estamos, él nos observa y sonríe... yo le hago una seña y entonces le doy un último empujón a mi tía...

Ella no desea avanzar, voltea para mirarme y niega con un movimiento de cabeza.

—¿Por qué lo hiciste Rosalie? —me pregunta en un tono de voz muy confuso. No sé si quiere reír o llorar.

—Lo hice porque te amo y deseo que seas feliz... —le digo apretando su mano—. Aún no es tarde para que lo seas, tía Candy... Terry es tu felicidad, por favor, no tengas miedo de ir con él.

—Oh, Rosie... —menciona, pero yo pongo mi dedo sobre sus labios y no la dejo hablar, así como lo hace ella cuando yo quiero ponerle algún pretexto. Mi tía sonríe y luego me abraza—. Gracias, este es el mejor regalo que me han hecho... —dice sollozando.

Ella abandona nuestro abrazo y después se da la vuelta, para mirar a Terry.

Antes de que se arrepienta de lo que está haciendo, yo decido desaparecer. Me doy la media vuelta y corro tan rápido como puedo, aunque claro, luego decido detenerme, para voltear y ver el reencuentro.

Papá me advirtió que en cuanto los dejara juntos, debía retroceder y alejarme...

«Eres una niña Rosie. Hay cosas que no puedes entender, así que, una vez que ellos estén frente a frente, quiero que los dejes solos y vengas hacia acá»

A pesar de esa advertencia, yo decido desobedecer, aunque sea un poquito... ¡Porque la curiosidad me está matando! Así que me quedo a unos metros, y me coloco detrás de un arbusto, puedo verlo todo desde aquí...

Mi tía camina hacia Terry y Terry a su vez camina para encontrarse con ella. Ambos se detienen cuando se encuentran frente a frente... me gustaría estar más cerca para escucharlos, pero no puedo hacerlo, así qué, conformo con ver...

Todo pasa demasiado rápido, no escucho nada, mas, no me hace falta hacerlo. Con solo verlos, puedo darme cuenta de que mi sueño y el de ellos, ya se hizo realidad.

Sonrío al ver la escena que se dibuja ante mis ojos y después camino hasta el Hogar de Pony, será mejor que no tarde en regresar, porque si tardo, papá querrá venir por mí y si viene, entonces verá a mi tía y si ve a mi tía, ¡se dará cuenta de que ella y Terry se están besando!

No debo dejar que vea eso. No debo arruinar un momento así.

Corro hasta llegar a la casa y una vez ahí observo a papá, él está recargado en un árbol, esperando por mí, al verme llegar me mira expectante. Yo no le digo nada, solo le dedico una gran sonrisa...

Eso es suficiente para que comprenda que su deseo sí se cumplió.

Sus rebeldes del Colegio San Pablo ¡Al fin están juntos!