AVISO IMPORTANTE: Capítulo largo. Tener a mano café, mate o galletas (o todas juntas, jeje). Y buscar un asiento cómodo y ojalá en silencio.
Capítulo 24: RECUERDOS. PARTE XVII
"Y besa mis labios, mientras tomo la manzana de su mano. Pero al morderla, mi cerebro giró y mis pies tropezaron; y sentí mi caída estrepitosa entre las ramas enredadas bajo los pies de ella, y vi los rostros blancos y sin vida que me daban la bienvenida en el abismo."
-EL FOSO DEL HUERTO, Dante Gabriel Rossetti
Sentado del lado opuesto de la mesa y frente a ella, los ojos de Blaise Zabini nunca le habían parecido tan oscuros como entonces.
"¿Y bien?", le preguntó, con una ceja alzada en señal de impaciencia. "¿Alguien me va a explicar por qué Draco llegó cubierto de sangre, con casi dos días de retraso, y arrastrándolos a ustedes?"
Ron, sentado en el puesto más alejado, giró su rostro aparentando molestia, pero en realidad, Hermione sabía que compartía con ella el deseo de querer desaparecer, por la misma razón por la que, a gusto o no, había obedecido la instrucción de Draco de mantenerse en silencio mientras lo seguían a través de sinuosos pasillos de piedra.
No fue hasta que llegaron a un muro sin salida que ella misma pensó que el rubio había errado el camino, pero tres golpes de la varita de Carrow, seguido del empuje de su mano, fueron suficiente para descubrir ante ellos un pasadizo oscuro, por el cual transitaron al menos media hora, antes de llegar a la puerta donde los recibió un asombrado Blaise Zabini.
Si bien el moreno intentó evitar hablar con ellos, el estado de Draco, así como su renuencia a responder cualquier pregunta, antes de caminar directo a lo que parecía su cuarto designado, dejó a Zabini sin más alternativa que dirigir sus preguntas a Luna.
La rubia lo puso rápidamente al tanto de que los planes no salieron como esperaban, que no lograba contactar a Theodore del otro lado del espejo, y que agradecería enormemente si pudiera disponer de una ducha.
Y eso dejó a Zabini, con su varita bien apretada entre los dedos, buscando respuestas en Hermione.
"Podrías comenzar por explicarme por qué no están Lovegood y tú de regreso con su bendita Orden, o qué hace Weasley aquí", siguió el moreno, notando claramente cómo el pelirrojo se replegaba aún más sobre su silla.
"Ron venía por nosotros junto a Tonks", susurró Hermione, considerando poco prudente entrar en detalles ante un ex slytherin con varita. "Los mortífagos nos atacaron antes de poder escapar. La mataron y nos llevaron prisioneros a la Mansión Malfoy".
Zabini entrecerró los ojos, como si intentara asimilar sus palabras.
"¿Y Theo?"
"Detuvo a su padre para que huyéramos".
"Lo que claramente no resultó", agregó el joven, asintiendo casi imperceptiblemente con la cabeza. "Eso explica que no se haya comunicado por el espejo". Hizo una pausa, frunciendo nuevamente el entrecejo.
"Draco...", se detuvo, ante la instantánea apertura de los ojos del moreno, lo que la hizo tomar consciencia de que acababa de llamarlo por su nombre. "Draco no pudo ayudarlo, pero piensa que su padre lo mantendrá con vida".
"Si", asintió Blaise, con amargura. "Con vida". Su mirada viajó a Ron y luego de regreso a ella. "Y, ¿cómo lograron escapar?"
Hermione mordió sus labios, tomándose unos largos segundos antes de elaborar su respuesta.
"Draco tenía un cuchillo. Y Alecto Carrow…", se detuvo.
Zabini frunció los labios y estrechó la mirada.
"¿Quiero saber los detalles?", preguntó, como si estuviera al tanto de parte de esa historia. Y Hermione se limitó a negar con la cabeza.
"¿Dónde estamos?", preguntó al fin, cuando comprendió que Zabini no parecía dispuesto a continuar la conversación.
"Aún en la Mansión"
"¿Cómo? Caminamos durante mucho tiempo. Pensé que..."
"Caminaron lo suficiente para llegar aquí. La mansión Malfoy no se limita a la casa y no es un terreno precisamente pequeño."
"¿Y qué es este lugar exactamente?", preguntó, recorriendo la amplia y oscura cocina que daba al pasillo que al parecer conducía a los cuartos. Si bien todo lucía impecable, no hacía juego con los lujos esperables en cualquier parte de una mansión.
"Una antigua casa para elfos".
Los elfos que ya no existen, recordó Hermione con amargura.
"¿Y es seguro para Draco?", insistió. Zabini pareció comprender que se refería a la marca.
"Tiene suficientes protecciones para que, mientras no salga de aquí, el señor oscuro no pueda llegar a él aunque lo intente. Y el lugar está encantado para que en las alacenas jamás falte nada. Narcissa se encargó de eso".
"¿Narcissa?"
"Se suponía que venía con nosotros", susurró. Aunque su rostro intentó enmascarar su tristeza, no lo logró del todo. "Por eso Draco ideó un acceso desde la Mansión. Aunque dudo que siquiera imaginara que terminaría usándolo para rescatar a los mejores amigos de Harry Potter. ¡La ironía!", torció el labio, con molestia. "En fin, encontrarán que hay más que suficientes habitaciones para que todos elijan su propio rincón personal y no nos matemos entre nosotros hasta que acabe esta guerra"
"No podemos estar aquí hasta entonces", se opuso Hermione, sintiendo las alarmas en su interior encenderse. "Tenemos que..."
"Esa es la parte más bonita de todo esto, Granger", sonrió Blaise, ampliando ridículamente su sonrisa. Pero sus ojos no acompañaban ese gesto. "Una vez aquí, no podemos dejarlos salir. Puedes tomar eso como un incentivo para mantener una convivencia cordial. Es lo que yo estoy haciendo ahora mismo". Su sonrisa falsa se estiró hasta límites cómicamente exagerados y, aunque Hermione tomó aire para rebatirlo, fue abruptamente interrumpida por Luna.
"Blaise", gritó la rubia. Estaba envuelta en lo que parecía una bata de baño y llevaba el cabello aún mojado por la ducha, con sus plateados ojos exageradamente abiertos y una sonrisa que no le había visto hacía días, asomando en su rostro. "Theo quiere hablar contigo", dijo, extendiendo el espejo a Zabini.
El moreno se apresuró en cogerlo, y una exhalación largamente retenida escapó por sus labios, dando cuenta de la preocupación que había hecho presa de él hasta entonces.
"Theo...", susurró.
Luna, a su lado, parecía brillar de emoción.
Saber que Theodore Nott había sobrevivido a la golpiza- porque había habido una golpiza- y que además logró escabullirse en busca del espejo, pese a la constante vigilancia que su padre había puesto sobre él, generó un inesperado alivio en Hermione.
Que Nott insistiera en que el mortífago lo protegería contra cualquier represalia de los demás, y que hasta pareciera estar agradecido de ello, resultaba un absurdo que Hermione no terminaba de entender, y, por la triste expresión que adquirió el rostro de Luna al oírlo a través del espejo, la rubia tampoco.
Por un largo instante se preguntó si Luna pensaría en poner al tanto a Theodore Nott de lo que fuera que había ocurrido cuando Lestrange la llevó lejos, pero adivinaba ya que no lo haría, pues parecía estar en su naturaleza el sobreponerse a su propia tragedia con una facilidad admirable, que no esperaba de nadie más. Y por lo mismo, su preocupación y empatía por otros hacía a Luna Lovegood tanto más admirable.
Hermione no estaba segura de poseer esa habilidad, ni deseaba ponerla a prueba. Lo que sí sabía era que, a pesar de las inesperadas virtudes que había descubierto en Draco Malfoy durante ese tiempo, él no tenía la capacidad de Luna para enfrentar los desafíos de la vida con una sonrisa y en silencio. Su forma de lidiar era más bien resistir por necesidad, actuar en consecuencia y cobrarse a la menor oportunidad. Sin embargo, esto no impedía que sufriera.
Por eso, Hermione pensaba que la larga reclusión de Draco en su dormitorio desde su llegada al lugar tenía mucho que ver con su necesidad de lamentarse en silencio. Ya no era el niño que solía quejarse a voces en tercer año, buscando llamar la atención para luego exigir compensación. En lo esencial, seguía siendo el mismo Malfoy, solo que ahora su queja resonaba en sus adentros y buscaba venganza por cuenta propia. Y eso hacía que el peso de su sufrimiento fuera aún mayor.
No tenía claro qué pensaba decirle, pero giró la manilla de la puerta, encontrándola inesperadamente abierta, mientras se abría paso a un cuarto en sintonía con el resto de la casa: limpio, espacioso y práctico. Desprovisto de cualquier lujo.
Era una casa para elfos domésticos, recordó. Difícilmente habría sido esperable un lujo ahí. Pero le resultaba extraño imaginar a Draco Malfoy rodeado de algo distinto a la opulencia.
"Draco", le llamó, golpeteando suavemente la puerta que debía dar al baño. Sintió sus mejillas enrojecer levemente al recordar otras situaciones en que había estado con él en un cuarto de baño. Pero alejó rápidamente el pensamiento, por estar fuera de lugar.
Quieres asegurarte que está bien, no aprovechar de satisfacer tu libidinosidad, se recriminó mentalmente.
"Draco", repitió, logrando esta vez que la puerta se abriera como por magia. Por el espacio que esta se separaba de su marco, el vapor le llegó caliente, junto con la blanca luz proveniente del interior. "¿Puedo pasar?".
Lo primero que sintió fue su resoplido, seguido de su voz.
"No habría abierto la maldita puerta si no estuviera dispuesto a dejarte pasar", sonaba notoriamente cansado, y triste. "Como ya debes saber que hay suficientes baños en esta casa para que puedas conseguir tu propia ducha, no me haré ilusiones de que estés aquí por la bañera. Supongo que tendré que soportar la avalancha de preguntas que traes contigo".
Hermione apretó los labios, mientras se hacía paso a través de la puerta, pensando que sí había una que otra pregunta rondando en su cabeza, pero no era ese el motivo por el cual estaba ahí.
¿Y cuál es el motivo?, se preguntó mentalmente, no muy segura de querer darse una respuesta.
Cuidadosamente, cerró la puerta tras de sí con el menor ruido posible, y luego exploró con la mirada la amplitud del cuarto, mientras caminaba con lentitud hasta él, que yacía dramáticamente sentado frente a la ducha, con la espalda apoyada en la blanca pared. Una rodilla ligeramente flexionada y la parte inferior de su cuerpo envuelta en una toalla, separándolo del suelo.
Hermione tragó saliva, luchando por mantener a raya los pensamientos relacionados con su aspecto físico, o lo que esto provocaba en ella, mientras se sentaba lentamente junto a él.
"¿Estás bien?", preguntó, colocándose lo suficientemente cerca, tan cerca como lo haría con Ron o con Harry, para dejar en claro que su intención principal era acompañarlo y escucharlo. Sentía que era lo mínimo que podía hacer.
"¿Podrías dejar de hacer esa estúpida pregunta?", respondió de pronto. Sus ojos fijos en la ducha, lejos de ella. "He notado que te encanta hacerla, pero es molesto, sobretodo cuando la otra persona claramente no está bien".
Hermione inspiró profundamente. Estaba lejos de ser tan receptivo como Harry o Ron, lo que debería haberla molestado. Pero de algún modo comprendió que era esperable en él.
Agrede cuando sufre. Se dijo. O cuando tiene miedo.
"¿Quieres hablar de ello?", insistió Hermione, recibiendo una risa dolida de su parte.
" Acabo de lamerle el coño a Alecto Carrow", susurró, como si le costara hacer que las palabras cobraran forma. Y se giró para enfrentar su mirada. "¿Tu crees que quiero hablar de eso?"
A Hermione le tomó aún unos segundos comprender que, contrario a lo que ella esperaba, no era el horrible asesinato que había cometido lo que molestaba a Malfoy del asunto. Aunque debía haber algo de eso también.
" Y luego la mataste", le recordó, a fin de dar pie a la conversación real, a lo que verdaderamente debía generar su sufrimiento.
"Si", sonrió el rubio, mordiendo su labio inferior. "Esa fue la parte satisfactoria".
Como por reflejo, Hermione llevó sus manos a abrazar sus rodillas, ocultando su mirada de él.
Esto no está saliendo como imaginaba.
" Pero su sangre se fue con la ducha", siguió él, con su intensa mirada sobre ella, analizando su reacción. " Lo otro...", se interrumpió, pasando sus dedos por entre su cabello mojado y girando el rostro lejos de ella.
Querías que tuviera un oído que lo oyera, reclamó algo dentro de ella. Sabías que no te gustarían sus respuestas.
Y Hermione estuvo de acuerdo con ella misma. No era momento de juzgarlo, sino de oírlo.
"Si pudieras ir a cualquier lugar", susurró, intentando llevar la conversación a algo más agradable. "¿A dónde irías?
" A un turdel",
"¿Un turdel?"
"¿No es así como llaman los muggles a sus prostíbulos?"
"¿Te refieres a un burdel?", sonrió por reflejo, ganándose una mirada de pocos amigos de Draco, a quien no parecía haberle agradado la corrección. "¿Es eso lo que quieres?"
"Supongo que ayudaría. Así obtengo lo que quiero en un lugar donde nadie me conoce...", susurró sonriendo de lado. Hermione celebró mentalmente esa sonrisa y decidió que no perdía nada con mantener el rumbo de la conversación.
"¿Y qué harías ahí?"
Draco resopló ante su pregunta haciéndola sentir ridícula.
"¿Tú qué crees?"
"¿Mirar chicas bonitas?"
"¿Mirar?", preguntó, con los labios entreabiertos y el ceño fruncido, como si no comprendiera la pregunta. "Sexo, Granger. Lo que quiero es sexo". Ella ocultó la mirada de él por reflejo, sintiendo que sus mejillas se volvían granate. "Me siento asqueado, y quiero sexo para borrar el asco".
"¿Lo has hecho antes?", un resoplido burlón por parte de él secundó aquello. "Con una prostituta, me refiero".
"No ha sido necesario".
"Y, ¿por qué ahora?"
"No estoy de ánimo para el cortejo previo", dijo, encogiéndose de hombros, como si fuera lo más normal del mundo, mientras Hermione se maldecía por haber tocado un tema del que sabía bien poco y que claramente la incomodaba.
Y Malfoy debía notarlo, estaba segura. Temía que en cualquier momento se giraría a ella y se lo pediría, que tomaría su tono seductor e insinuante, o se acercaría lo suficiente para dejar claras sus intenciones, y ella tendría que salir corriendo, sin lograr hacerlo sentir mejor, sino solo insatisfecho, y maldiciendo su ingenuidad al haberle seguido el juego, creyendo que solo conversando lograría algo.
Pero los segundos pasaron sin que él dijera nada más, sin que se acercara siquiera, y al volver a mirarlo, advirtió sus ojos fijos en algún punto inexistente y sus labios apretados, con rabia.
Y de algún modo, mientras examinaba su perfil, Hermione comprendió que no era una rabia contra lo que había ocurrido, sino contra él mismo. Y se sintió obligada a desviar sus pensamientos.
" Fue muy valiente lo que hiciste", dijo al fin.
" La valentía no es lo mío y no tengo intención de adquirirla como cualidad".
" Pero lo fuiste", insistió ella. "Valiente, quiero decir".
" No fue valentía, Granger", pegó su cabeza a la pared, girado a ella. Un rubio mechón cubrió parcialmente su ojo izquierdo, y ella se sintió tentada a llevar sus dedos ahí y moverlo. Pero en lugar de eso se mordió el labio con fuerza. "Estaba aterrado. Hago lo que sea cuando tengo miedo".
" Hacer lo necesario, pese al miedo, es un acto valiente, Draco".
El rubio soltó una carcajada triste, mientras recorría el rostro de ella con la vista. "Ahora entiendo por qué Potter te mantiene a su lado", dijo, sorprendiéndola con el brusco cambio de la conversación. "Tienes la capacidad de hacer ver las cosas de un modo que... se sienta bien", sonrió. "Pero lo que hice, sigue sin ser valeroso", la sonrisa se borró de golpe dando paso a una expresión fría. "Le comí el coño a esa bruja de mierda porque fue la oportunidad que se presentó para escapar. Y de haber sido necesario me la cogía ahí mismo. ¿Entiendes?". Hermione no supo qué decir ante aquello. "No es valentía, Granger. Es miedo. Un pánico a morir que alguien tan temeraria como tú no entendería. Pero cuando me siento acorralado, yo simplemente... Hago lo que sea", se encogió de hombros, como para hacer ver que no veía otra opción. "Y no me siento orgulloso de eso, pero no disfraces de valentía algo que no tiene nada que ver con valor, porque es ofensivo".
"¿Por qué?"
" Porque si debes disfrazar lo que hice de algo que no es, es porque aceptarme con lo que hice te da asco"
Sus ojos la retaban a que hablara, a que dijera algo para negarlo, como si estuviera convencido de que no podría. Pero Hermione no pensaba darle en el gusto. No en eso.
" Me viste desnuda y cubierta de orina, ¿con qué cara podría sentir asco?", apenas la pregunta salió por sus labios, recordó lo que habían sido esas horas de vulnerabilidad y vergüenza, y pensó que, a través de ese recuerdo, podía comprender perfectamente lo que él sentía. No había mejor ejemplo.
Y por el modo en que el rostro de él parecía relajarse, Hermione pensó que él también lo sabía.
"Y olías horrible", sonrió, estirando los labios. "Realmente horrible". En otro momento, Hermione se habría sentido indignada ante la insensibilidad del comentario, especialmente considerando que ella solo quería hacerlo sentir mejor, pero precisamente por eso, se mordió los labios. "No podía dejar de pensar que mi capa olería así de horrible para siempre", continuó Draco, conteniendo la risa. "Que jamás la recuperaría".
Y aun así, me cubrió con su capa.
"Y la cara de Carmichael", por el modo en que mordía sus labios divertido, parecía estar realmente disfrutando. "Quería reírme en su cara, pero...".
"Te entiendo", expuso Hermione, intentando transmitir el mismo tono jocoso que él había usado. "Los ruidos que hacía Alecto tampoco serán algo fácil de olvidar", solo cuando las palabras salieron de sus labios, pensó que tal vez había ido demasiado lejos.
Pero, aunque Draco había dejado de lado su jovialidad y se mordía la mejilla por dentro, no parecía haber enojo en su expresión.
"Me habría gustado hacer más que lanzarte una capa", confesó en un susurro.
"Lo sé". Y era cierto. "Y yo... Yo realmente habría querido hacer algo por ti".
"Lo sé", sus labios se tensaron en una línea fina, y luego rozó, casi imperceptiblemente, la mano de ella con los dedos.
La intensidad de su mirada hizo a Hermione tragar saliva, sintiéndose obligada a continuar hablando para ocultar su reacción.
"¿Cómo sabías que vendría Alecto?"
" No lo sabía", respondió frío.
"¿Y cuál era tu plan entonces?"
"Hacerme con una varita", se encogió de hombros. "Teniendo la ventaja del cuchillo, había múltiples opciones de conseguirlo con esos sádicos. De haber sido Rabastan, lo habría incitado a que me torturara. Con Macnair... habría sido más difícil, pero lo habría intentado. Para bien o para mal, fue Alecto. Bueno", alzó las cejas y torció el labio, "ninguna víctima es perfecta", rió. "Y ella se lo merecía más", agregó, entrecerrando los ojos.
Hermione sabía que existía una historia ahí que involucraba a Pansy Parkinson, pero no creyó que fuera el momento de explorar esa herida.
"En general, tiendo a condenar el asesinato", confesó Hermione, "incluso cuando soy yo quien lo ha cometido", agregó, a fin de no darle la oportunidad de llamarla cínica. La muerte de Zacharias Smith era un episodio en el que no se había permitido pensar, por miedo a desmoronarse en el proceso. No podía desmoronarse aún.
"Él también se lo merecía", declaró Draco con un tono cargado de odio y una voz mortalmente grave. Hermione se sorprendió al sentir sus dedos envolver la mano de ella y apretarla, en un gesto de apoyo que no esperaba recibir. No de él.
"Puede que en el caso de ellos tengas razón", se limitó a decir, guardándose el resto de su análisis. No era el momento.
"Siempre la tengo", el modo en que sonreía, con una ceja alzada petulantemente, daba cuenta de su convencimiento. Pero fue el modo en que enredó sus dedos a la mano de ella, para alzarla hasta su rostro el que la confundió.
Su mejilla, aún enrojecida por los golpes de Alecto, se sentía tibia bajo la piel de sus dedos, mientras él apretaba su mano ahí, sin dejar de mirarla.
"Creo que tu estrategia de hacerme sentir mejor está resultando", dijo en un susurro que sonaba a tantas cosas. "Ya me siento yo mismo", sonrió triste.
"¿En serio?", la incredulidad de Hermione estaba clara en su pregunta, lo que debió parecerle tierno por el modo en que sonrió.
" No", soltó su mano, dejando caer su cabeza contra la pared otra vez, para mirarla a ella de reojo. "Pero es lo que quieres oír, ¿verdad?"
Si, es lo que quiero oír, pensó Hermione. Pero también quiero que sea verdad.
"¿Quieres...?", inspiró profundamente, tomando valor para continuar una pregunta que no estaba segura de querer hacer. Pero no veía otra forma de hacerlo sentir mejor. "Es decir...", una ceja curiosa se alzó en el rostro de él, sin comprender, "No puedo conseguirte una prostituta, pero, ¿serviria si...?", la mirada de él se estrechó con incredulidad. "Si yo..."
"¿Te estás ofreciendo?", en su voz había un tono burlón, pero el modo en que mordía parcialmente su labio inferior dejaba transparentar la tímida ansiedad de su pregunta.
Hermione humedeció su propios labios.
"¿Aceptarías si lo hiciera?", las palabras salieron atropelladas, bruscas, esperando no hubiera más necesidad de aclaraciones, por miedo a arrepentirse.
"¿Sería por lástima?", preguntó sonriendo, pero en un modo que no alcanzaba a sus ojos, que la miraban expectante.
"¿Importaría?"
"No", se encogió de hombros. "Soy demasiado egoísta para que me importe"
"Bien", asintió ella, apoyándose en sus rodillas para inclinarse en dirección a él, esperando que entendiera el mensaje.
"No seré gentil", advirtió Draco, con una voz cargada de seriedad, pero ella podía ver la confusión bailando en sus ojos.
"No lo seas".
"No será ideal, ni en una cama de rosas, ni con la persona correcta". Claramente buscaba disuadirla, aunque Hermione no tenía del todo claro el por qué.
"No me importa. De todos modos, alguien me dijo que siempre es decepcionante."
Draco soltó una risa incrédula, para luego dar paso a la seriedad. Y de pronto, algo pareció romperse en él. Como si de un momento a otro dejara de existir el límite que se había impuesto a sí mismo. Como si controlarse ya no tuviera sentido.
Hermione supo entonces, por el brillo de sus ojos, que tomaría lo que ella estuviera dispuesta a entregar.
Pero contrario a lo que ella esperaba, él no la besó inmediatamente, sino que alzó la muñeca de ella hasta su rostro, rozando la delicada piel de Hermione en esa zona tan íntima, primero con la punta de su nariz, provocando un suave cosquilleo con su respiración, y luego con su boca. No fue hasta que sintió la humedad de su lengua asomando por entre sus labios- la sensación más erótica que ella había sentido nunca- que las alarmas se encendieron dentro de ella, pensando en las miles de razones por las cuales no debería hacer aquello; en sus años de enemistad, en Ron, en el modo en que el rubio podría utilizar aquello en su contra.
Pero luego pensó en él. En lo que Draco había perdido. En lo que había hecho por ella. En lo que tuvo que hacer frente a todos, para escapar. En que pudiendo dejarlos ahí, los había llevado con él. Y pensó que el precio que ella estaba dispuesta a pagar por saldar su deuda era en verdad bien poco comparado con lo que él había hecho.
Y cuando él soltó su muñeca y comenzó a dibujar círculos con su pulgar en los labios de ella, Hermione cerró los ojos, echando la cabeza hacia atrás por reflejo, y lo sintió respirar sobre su boca, y luego acariciar sus labios con los suyos.
El jugueteo duró aún unos segundos, antes que Hermione sintiera sus dedos atrayendo su cabeza, hasta que sus bocas estuvieron tan juntas que dolía. Y sintió el avance de su lengua, acariciando la suya, y el recorrido de su mano por encima del vestido, apretando su pecho en un modo que se alejaba más y más de cualquier intento de ternura y se acercaba a algo erótico y desesperado, y sensual y brusco, y demandante.
Quiere recuperar el control, se dijo, entendiendo que la rabia acumulada ante la sensación de estar a merced de Alecto debía ser lo que comandaba sus besos ahora. Quería dominarla, marcarla, apretarla y doblegarla para olvidar lo que había sido doblegarse.
Y Hermione debería haber estado horrorizada, pero pese a la brusquedad, algo dentro de ella parecía cobrar vida propia cuando llevaba sus manos a los cabellos de él y lo agarraba con impaciencia, y se apoyaba en sus rodillas para tener mejor alcance y lo besaba con fuerza, mordisqueando sus labios con los suyos en una interminable danza de lenguas.
Hasta que un quejido de Draco explotó en su boca.
Hermione se separó horrorizada de sí misma, al ver cómo el rubio acariciaba con sus dedos la delicada piel alrededor de la mordida que Alecto había dejado ahí. La misma que ella había tratado tan bruscamente ahora.
"Lo siento...", dijo por reflejo intentando recobrar su respiración. "Olvidé que ella..."
¡No se lo recuerdes!, advirtió una voz en su cabeza y ella contuvo sus palabras.
Draco permaneció estático al principio, como si el recuerdo lo tomara por sorpresa, con sus ojos fijos en ella durante lo que le pareció una eternidad.
"Puedo sanar tu labio si quieres", ofreció Hermione, y sin esperar respuesta, se inclinó por encima de él y alargó lentamente su brazo para tomar la varita que yacía a su lado, sobre el piso del baño. La varita de la misma horrible bruja que había provocado esa herida.
Con cuidado, apoyó suavemente los dedos en el mentón de Draco, notando la suavidad de su piel en sus yemas, sin que él ofreciera resistencia. Sus ojos grises parecían mercurio líquido en movimiento: profundos, cautivadores, casi hipnóticos... y hermosos. Tan hermosos que dolía.
"SANARE", el encantamiento salió por sus labios en un susurró, y aún así, una suave luz surgió a través de la varita, iluminando aún más la intensidad de sus ojos, antes de cerrar la fea marca. "¿Mejor?" su pulgar rozó suavemente su labio, en un gesto tán íntimo como no recordaba haber tenido antes con nadie. Y aún así, él seguía sin moverse o responder.
Solo vete, gritó algo dentro de ella. Acaba de ser abusado por una bruja sádica, ¿crees que esto es lo que quiere?
Hermione se sintió ridícula por su presunción, por haber pensado que algo que ella hiciera podría borrar de golpe lo ocurrido. Por creer que era ella lo que él necesitaba.
Se guardó el "lo siento" que quería salir por sus labios, por miedo a que esa palabra dejara escapar consigo un llanto que tenía retenido en la garganta, y se empujó hacia atrás, lejos de él, para dejarlo libre.
O eso intentó, antes de sentir que los dedos de Draco envolvieron su muñeca con firmeza, impidiendo su escape.
"¿Es por lástima?", sus ojos lucían clarísimos, casi transparentes, cuando susurró la pregunta, indagando con su mirada en un modo tan profundo e intenso, que Hermione sintió que algo se derretía dentro de ella.
"Dijiste que no importaba", susurró, notando como temblaba su voz al hacerlo.
"Mentí". La confesión la tomó por sorpresa, notando lo ansioso que parecía Draco, mordiéndose la mejilla por dentro. "No quiero que sea por lástima".
Y eso fue todo lo que necesitó decir para que algo dentro de ella se rompiera finalmente. Un muro que se había ido consumiendo poco a poco todo ese tiempo. Que él había socavado con cada gesto, con cada acción, hasta dejarlo convertido en nada más que un fino cristal, que acababa de desintegrarse ante la sinceridad de su confesión, ante la vulnerabilidad que transmitían sus palabras, y a aquella mirada intensa que dejaba traslucir tantas cosas a la vez, guardándose tan poco.
"No lo es", susurró Hermione, con la voz quebrada, rota, a través de las lágrimas, sin que supiera en qué momento había comenzado a llorar, o por qué lo hacía.
Y él llevó su mano a su mejilla para quitar la salada humedad de su llanto, y ella acomodó su rostro sobre esta, buscando el calor que tanto había anhelado todo ese tiempo. Un calor que se había negado una y otra vez, por miedo al rechazo, al ridículo. Al que se había resistido por considerarlo una infidelidad hacia Ron y Harry... y por tantas otras cosas que no tenían importancia ahora. No cuando él la acomodaba sobre sus caderas y enredaba sus dedos entre la maraña de cabellos de ella y la besaba y la besaba, como si quisiera ahogarse en su boca.
¿Qué es esto que siento?, se preguntó, mientras los labios de él descendían por su cuello, y sus dedos inclinaban su cabeza hacia atrás para dar acceso al roce de su boca contactando su piel. A la tibia humedad de su lengua asomando entre sus labios, al cosquilleo que producía su nariz al recorrerla, haciéndola sentir como una muñeca de trapo entre sus manos.
¿Qué es?, insistió la voz en su cabeza, pero Hermione no tenía deseos de dar una respuesta, no cuando necesitaba toda su concentración para aquella danza maravillosa con que él la alzaba del piso y ella se dejaba llevar a través de la puerta, retrocediendo sin dejar de besarse hasta la cama.
En el modo en que sus dedos cogieron su mandíbula con delicadeza solo para volver a besarla, mientras sus piernas se abrían paso entre las de ella y sus manos se deshacían de la tela que los separaba. Y ella calculó que la toalla debió caer en algún punto del camino, al igual que sus dudas sobre si brindarle lo que él deseaba era lo correcto.
Porque, como descubrió entre jadeos, caricias, y sensaciones infinitas, ella también anhelaba lo mismo.
-Fin del Capítulo 24-
Comentarios son siempre bienvenidos y por lo mismo, gracias gracias, a ustedes que me consienten con sus palabras... gracias.
Alex.
