Capítulo 22: 1997
Bellatrix estaba especialmente enojada, esa maldita mocosa repugnante traidora a la sangre se atrevía a darle órdenes como si ella fuera su ama, sólo porque por algún motivo desconocido había logrado casarse con su señor la noche anterior.
Incluso ese día, cuando ella estaba con un avanzado embarazo de 6 meses, su señor le había ordenado acudir a esa estúpida audiencia en la cual presentaría formalmente a la maldita mocosa.
Los enormes ojos negros llenos de odio siguieron la silueta enana junto a su amo, con mientras ellos entraban uno al lado de otro. Ambos con capuchas negras cubriendo sus caras. Su señor guió a la enana hasta llegar al fondo del salón de baile de los Malfoy, estaban todos los Mortífagos de importancia.
Un aire de vibrante alegría se percibía en el ambiente, claramente su señor estaba satisfecho y todos los podían percibir. Y por consiguiente todos estaban aliviados.
–Mis queridos seguidores, es un con gran placer que nos encontramos aquí, en el salón que generosamente nos ofrece Lucius Malfoy. – Dijo su señor con ese tono grave que a ella tanto le fascinaba, se inclinó hacia él con emoción, como todos los demás hicieron, y Lucius, su cuñado parecía un pavo real al haber sido mencionado en específico. –El día de hoy los reuní para una celebración, como sabrán el día de ayer me casé.
Los aplausos se escucharon por toda la sala, demasiado ansiosos por complacerlo. La pequeña figura encapuchada junto a él se quitó la túnica y dejó lucir su apariencia. Bellatrix sentía que tragaba fuego ardiente y la odió aún más.
Era joven, claramente, apenas con 16 años por cumplir. Ni siquiera era mayor de edad, sólo una mocosa que debería seguir encerrada en Hogwarts. Un odioso cabello pelirrojo era lo primero que llamaba la atención, tan brilloso y sano que sólo quería arrancárselo, lo llevaba largo, hasta por debajo de las caderas.
Los ojos cafés brillaban de la alegría, y Bellatrix podía admitir para sí misma que eran bastante atrayentes. Y su piel, oh por Morgana, esa maldita piel blanca y lozana.
Bella miró a sus propias manos, su piel era vieja, ajada por las inclemencias de Azkaban, por todas las batallas que había estado al lado de su amo, no podía compararse con las de la mocosa, quien tenía unas manos deslumbrantes, como si nunca hubiera tocado nada más áspero que una pluma.
Sentía tanto odio por ella que por unos instantes dejó de ver a su amo, y sólo las exclamaciones de sorpresa la devolvieron a la realidad, su amo acababa de retirar su capucha y había dejado descubierto su rostro, el rostro más hermoso que había visto en su vida.
Era él, su amo, el señor oscuro, era imposible no reconocerlo, igual que los demás, la marca tenebrosa los unía y no podía equivocarse, era su amo.
Pero ahora era joven, como si estuviera en sus plenos 30 años, como si fuera incluso más joven que la más leal de sus seguidores, la futura madre de su heredero. Bella se estremeció de deseo al verlo, ansiando con terrible apremio el que la volviera a solicitar en su cama.
Y odió al mocoso que crecía en su vientre, si no estuviera embarazada, él no sentiría asco de tocarla en esos momentos. Pero no la había tocado desde que se notó el embarazo.
Se llevó las manos hacia el vientre, sosteniéndolo con fuerza mientras se inclinaba junto a los demás, saludando a su nueva señora. Se tragó todo el odio que sentía por la mocosa y sólo se concentró en la nueva apariencia de su amo.
Lo amaba tanto, y si no fuera por Rodolphus y su excelente salud, ahora ella sería la que estaría casada con su amo, siendo presentada como su mujer oficialmente, y su hijo no nacería como un bastardo. Lo último lo pensó con gran disgusto, a veces sentía algo de afecto por el feto, cuando pensaba que era una parte de su amo, pero siempre que recordaba que sería un bastardo se llenaba de horror e ira.
Nunca en su vida pensó en dar a luz un bastardo, era una vergüenza que sólo las putas sangre sucia cometían. Incluso hubo algunas en sus tiempos en Hogwarts que terminaban huyendo del mundo mágico de la vergüenza, cuando se daban cuenta de lo que significaba en su mundo el cometer esa falta tan grave.
Y ahora ella se vería en esa deplorable situación, mientras una simple mocosa de 15 años se casaba con el amor de su vida.
Observó con ira sin disimular como él la presentaba como su esposa y compañera, casi podía dar entender que era su igual. Y ella habló:
–Queridos magos y brujas, es un placer estar aquí hoy junto a mi esposo en la presencia de la flor y nata de la sociedad mágica de Inglaterra. – Comenzó la mujer que parecía una zorra, incluso tenían el cabello justo del tono de una zorra. –El día hoy comienza un nuevo plan, uno ideado por nuestro señor que llevará al mundo mágico al más grande esplendor de su historia.
Todos estallaron en aplausos ensordecedores. Bellatrix se abstuvo de unirse a la celebración y sólo posó sus manos sobre su vientre abultado.
–Pero, antes que nada, permítanme presentarme ante ustedes, soy Ginevra Molly Voldemort neé Weasley, la esposa de quien será el Señor del Mundo Mágico, – La zorra se interrumpió esperando a que se calmara la nueva ola de aplausos. –Tomaremos el control del Mundo Mágico y llevaremos a la magia a niveles nunca antes vistos. Para lograrlo, deberemos lograr una cooperación internacional nunca antes vista. Vamos a barrer nuestra noble isla de los muggles, y después, los eliminaremos de Europa.
Los vítores esta vez fueron difíciles de callar, y sólo cuando el Señor Oscuro se levantó todos callaron.
–Como ha dicho Lady Voldemort… – El resto de las palabras Bellatrix ni siquiera pudo escucharlas, sólo escuchó un pitido en sus oídos cuando oyó ese título de labios de su amo. Odiaba a esa zorra, la odiaba realmente, Lady… Oh incluso ahora, su amo declaraba que podían utilizar ese nombre, ya no era un tabú. Todo por esa maldita.
Sólo vio cómo se desarrollaba todo enfrente de ella como si viera una fotografía, sin poder interferir, sólo escuchaba palabras al aire; conquista, ministerio, ministro Weasley, violar el Estatuto Internacional del Secreto Mágico, descubrirse ante los muggles accidentalmente.
Después, presentó a su cuñado, Percival Weasley sería el rostro en el Ministerio, directamente bajo las órdenes de Lord y Lady Voldemort. También proclamó un concejo de guerra para tomar decisiones y preparar a las tropas, un concejo con sólo los más hábiles e inteligentes estrategas también anunció que la búsqueda y captura de Harry Potter ya no continuaría y estaba prohibido siquiera seguir sus pistas, ya no era una prioridad.
A ella no le importó nada de eso, si ella no podía tener a su lado al hombre que más amaba nada valía la pena.
Esa zorra no lo merecía.
o-o-o-o
Ginny pasó las siguientes semanas en largas reuniones, por fin despertaba del largo letargo autoimpuesto mientras Dumbledore vivía, de sus acciones con perfil bajo, a escondidas de todos. Ahora ya no tenía que ocultar sus planes y pensamientos, incluso a Luna y a Colin no les dijo todo, pero con Tom era diferente. Sabía que él no dejaba de ser Voldemort por supuesto, astuto, brillante, manipulador, pero algo la impulsaba a confiar en él todo en su vida, como nunca lo había hecho en otra persona.
"Incluso con Harry", pensaba con tristeza, "yo no confiaba en él realmente. Le mentí, lo engañé, le oculté cosas e hice que pasara por cosas horrendas sin sentir ni una pizca de remordimiento, ni siquiera aún siento remordimiento por haberlo hecho. Él nunca me ha conocido realmente, no a la yo capaz de hacer cosas atroces sin titubear, nunca me ha escuchado planear genocidio sin temblarme la voz, ni ha escuchado mis verdaderos sentimientos y pensamientos, sé que me juzgaría."
Tom era una versión oscura de Harry, y cada vez que estaba entre sus brazos se cuestionaba si amaba a Harry porque se parecía demasiado al Tom que conoció en su diario o si se sentía tan atraída a Tom porque amaba tanto a Harry. Era como preguntarse qué había sido primero, el huevo o el dragón.
Todas las noches eran apasionadas desde el día de su boda, acontecida hace 2 meses, y un pensamiento repentino pasó por su cabeza. No había sangrado en 2 ciclos lunares, tambaleó sus largas uñas rojas en la mesa mientras hacía cuentas en su cabeza una y otra vez. ¿realmente estaba tan distraída? Pensó entonces en el brasier que en esos momentos apretaba sus senos de una manera rara, también había subido un poco de peso y el cabello nunca lo había tenido tan brillante. Aunque no tenía síntomas y nada raro más que el dolor de senos ocasional.
Pronto sacudió la cabeza levemente y se concentró en el presente, estaba terminando la reunión más importante hasta ese momento, Tom había organizado ese Consejo, que presidían juntos ante los magos y brujas más destacados de entre sus seguidores. Claro, no pudo evitar que Bellatrix también estuviera allí, pero esa situación la producía un placer morboso, la orgullosa bruja no podía ocultar su desdén y desprecio cada vez que se dirigían a ella con su nombre de casada, el equivalente femenino del nombre de Tom. La miró con el rabillo del ojo, su hija ya casi nacía, y sólo de pensar que eso la uniría a su marido la hacía rabiar, cada día que pasaba Bellatrix se enorgullecía de su vientre redondeado, faltaban un par de meses solamente.
–Muy bien, será hoy entonces, Arif Sikander, nuestro amo está confiando en usted. – Dijo Ginny centrándose en el mago, una de sus recientes adquisiciones para la causa, el antiguo profesor de estudios muggles en Hogwarts era un mestizo avergonzado de su origen muggle pero al mismo tiempo atraído a ellos, sería un buen elemento para ellos y tal vez uno de los pocos magos que conocían el mundo muggle al derecho y al revés. El encargado del ataque a través de esa tecnología que suplía a la magia.
La reunión acabó, terminando el medio día y Dolohov (uno de los responsables de la muerte de sus tíos Gideon y Fabian) reverenció como de costumbre a su amo en la despedida que todo mortífago hacía, y después se volvió hacia Ginny, y en un claro intento de congraciarse con ella, también se inclinó ante ella y la llamó Mi Señora para después besar el ruedo de su larga falda.
Todos se quedaron estáticos ante esta muestra de sumisión pública no pedida por nadie, Ginny volteó a ver a su esposo, no podía pretender estar por encima de sus decisiones o cuestionarlo en público, debía aparentar al menos. Tom observó ese gesto con frialdad, no se veía precisamente encantado, "Genial, ahora me considerará una rival para su poder", pensó la joven con amargura e ira hacia Dolohov, mientras se tocaba el vientre inconscientemente. Pero, para su sorpresa, su marido asintió hacia ella, indicándole que le diera a Dolohov permiso para levantarse.
Ella habló con voz firme. –Puede levantarse.
–Gracias, mi señora. – Dijo el mortífago con un destello de triunfo, el cual aumentó cuando sintió la satisfacción de su amo a través de la marca, también sus compañeros lo sintieron, ya que todos, sin excepción se acercaron a ella y también la reverenciaron, uno por uno, besando el ruedo de su falda y saludándola como si fuera su amo.
Fue bastante divertido para Ginny cuando fue el turno de Bellatrix, parecía que acababan de darle poción crecehueso, su columna estuvo muy rígida cuando la reverenció y ni siquiera rosó la falda con los labios, ya su vientre era tan inmenso que incluso ya estaba exenta de arrodillarse ante su amo. Esa perra se lo merecía, no ignoraba que esa misma mañana había pedido una audiencia privada con Tom y lo había envenenado contra Ginny sobre los chismes de Hogwarts sobre ella y Harry.
Cuando todos se fueron se hizo el silencio. Ginny sólo ordenó el té de medio día a uno de los elfos y puso un hechizo de privacidad.
–¿Estás molesto amor? – Le preguntó a su esposo mientras se levantaba y se sentaba en su regazo, con los brazos rodeándole el cuello, acercó su rostro al de él y lo miró a los ojos.
–Sí. – Dijo él con aspereza, pero no se la quitó de encima, sino que puso sus manos en su cintura y acarició su espalda en movimientos circulares, con lentitud. –En las siguientes reuniones debes ponerte una túnica, no me parece bien que toquen el ruedo de tu falda.
Ginny lo miró con extrañeza, casi pensó que se había imaginado esa frase, pero cuando se dio cuenta que él lo decía enserio no pudo contener un ataque de risa. Ni en sus sueños más locos había pensado ver a Lord Voldemort, a Tom Riddle, siendo tan posesivo y celoso. Pronto se detuvo cuando vio que a él no le hacía ninguna gracia, ella sabía muy bien que nunca debía herir su orgullo, ningún hombre toleraba eso y menos aún él, así que eligió halagarlo.
–Mi amor, ninguno de tus seguidores se atrevería siquiera a tener un pensamiento inapropiado sobre mí, – Dijo melosamente mientras besaba ligeramente sus labios, él posó la palma de una mano en su cintura y tomó con la otra su delgado cuello en una leve caricia. –Te tienen demasiado miedo y respeto como para atreverse. Además, sabes que yo no voltearía a ver a nadie más.
–¿Y a tu querido Harry? – Tom escupió el nombre de Harry con ira ciega mientras apretaba sus manos, pellizcando su cintura y tomando su cuello con fuerza por la parte de atrás. –No creas que no sé qué te comportaste como una vil prostituta metiéndote en su cama por años, ¿Dejaste que te tocara? No me extrañaría, eres una maldita zorra.
Ella pensó con rapidez antes de responder casi en pánico. Sabía que no podía mentirle a ese hombre que la miraba con ira y la apretaba con sus manos de una manera tan dolorosa que probablemente le dejaría moretones. No sabía qué hacer, nunca se había enfrentado a ese tipo de violencia en un esposo. Estaba asustada, Lucretia castitate no la protegería de él, ni de sus golpes, ni siquiera de una violación a manos de su esposo.
Sólo a las brujas se les informaba, de madre a hija, de la verdadera naturaleza del ritual; estaban atadas a un hombre y era la única persona que podía hacer con ellas lo que quisiera, "filia, audite et obedite. Virgo, patri obedio. Dominam parere viro tuo. Vidua, obedire filio tuo. Honora, ama, et obedite viro tuo." "hija, escucha y obedece. Doncella obedece a tu padre. Señora obedece a tu marido. Viuda obedece a tu hijo. Honra, ama y obedece a tu marido."
Ella estaba a merced de su marido.
Los magos nunca se enteraban que tenían vía libre para hacer con su esposa lo que les placiera, demasiado asustados por la posibilidad de morir, pero Tom podía arriesgarse sin temor al estar protegido por los horrocruxes. Si él lo descubría, ella estaría en sus manos y perdería todo poder que pudiera tener.
Tenía dos caminos ante ella, y sólo de pensar en la posición que ocupaba Bellatrix en la consideración de ese hombre la hizo darse cuenta que sería una estupidez hacer lo mismo que ella. Y más importante que todo, ella no podía olvidar que, si Lucretia castitate no podía protegerla, ella se había encargado de ese asunto con sus propias manos, Tom se había burlado de esa cláusula de no poder ocasionarle daño físico intencionalmente, tomándolo como la redundancia de una niña, pero lo aceptó sin sospechas y lo incluyó en el contrato final sobre el que él había jurado.
Así, llevó sus manos a la cabeza de su esposo y tiró de sus cabellos con mucha fuerza, después de todo, ella no había jurado no hacerle daño físico. Tom se sorprendió tanto que no pudo evitar una exclamación de dolor, incluso la soltó como un reflejo, claramente habían pasado décadas sin que nadie se atreviera a agredirlo físicamente.
–Escúchame bien, Tom Marvolo, no te atrevas a sobrepasarte conmigo. Te elegí a ti antes que, a Harry, y sabes perfectamente bien que lo quise, pero aun así te elegí a ti ¡No te atrevas a manchar mi honor y reputación con tus palabras! – Le gritó mientras le daba un bofetada, para después poner las manos en puños y golpeaba su pecho, ese rostro perfecto al que nunca había visto con más emociones estaba pasmado, sin saber qué hacer. –¡No soy una de tus putas!, nadie me había tocado nunca, eres el primer hombre en mi vida y lo sabes muy bien. Te soy y te seré leal siempre, lo prometí y lo cumpliré, pero eres un idiota si crees que vas a volver a faltarme al respeto.
Se paró con ira, los ojos llenos de furia anegados de lágrimas, el rostro encendido, las manos en puños apretados apoyadas en la cintura. Su respiración se aceleró y su pecho subía y bajaba con fuerza. Observó en la misma postura cómo él se levantaba y se ponía enfrente de ella.
Y, cómo ella esperaba que pasara, él empezó a reír a carcajadas.
Sabía que se parecía a Harry, pero tenían mecanismos de afrontamiento diferentes, mientras Harry una vez se dejó golpear y después suplicó su perdón por enojarla, veía claramente que Tom también se había dejado golpear y no había intentado siquiera meter las manos, pero él no le suplicaría, fingiría alegría para contentarla para no tener que rebajarse.
Oh bueno, Harry había tardado dos años para llegar a ese nivel, y ellos tendrían décadas, ella lo domaría.
–No te rías. – Dijo mientras forzaba que lágrimas falsas rodaran por sus mejillas y lo abrazaba por la cintura, él era muy alto, casi media dos metros, y ella con su metro y medio, su cabeza apenas y rozaba su pecho. –No es gracioso Tom.
El llamarlo por su nombre en lugar de sus acostumbrados apelativos cariñosos pareció sacudirlo, ya que sintió su cambio de respiración y sus brazos rodeándola.
–Ya no te enojes gatita. – Dijo con burla, mientras la besaba, ella sólo le dirigió una mirada enojada, pero se derritió en sus brazos y le devolvió el beso con pasión, entrelazando sus lenguas. Sólo se separaron cuando fueron interrumpidos por la elfina, quien temblaba del miedo.
–Te puedes retirar querida, yo le serviré el té a mi esposo, – Dijo Ginny con una sonrisa, sin separarse de Tom, antes de que él pudiera ladrar una orden desagradable, si quería ser una líder carismática tenía que serlo primero que nada con esos esclavos leales. –Por favor que nadie nos interrumpa, cuando vengan a darnos informes vienes a avisarnos tú, gracias.
–Sí ama. – Dijo con voz chillona y le dirigió una reverencia antes de desaparecer.
–Bueno mi amor ¿en qué estábamos? – Dijo ella mientras hacía que se sentara y se acomodaba en su regazo. Se divirtieron bastante por un par de horas, el té ya estaba frío cuando por fin se vistieron, vigorizados por el ejercicio, Ginny calentó el té y le sirvió una taza a Tom, también escogió sus galletas y su sándwich favorito para ponerlo en un plato enfrente de él.
–Come algo cariño, pronto vendrán para darnos los informes. – Dijo mientras ella misma devoraba su comida, estaba hambrienta.
Y no pasó mucho tiempo cuando Tilly regresó y anunció que todos estaban afuera para entregar su informe.
–Gracias cariño, por favor, tráeme una túnica, la verde con olanes color crema, regresa con ella antes de dejar pasar a los seguidores de nuestro amo. – La pequeña elfina la obedeció de inmediato y le entregó la prenda casi con brinquitos, Ginny le sonrió con afecto y se colocó la túnica.
Se levantó de su cómodo sillón y le dio unos golpecitos a las piernas de Tom para que se sentara en una plaza del sofá, y se sentó junto a él, y le tomó una mano, lista para recibir a todos.
Cuando ingresaron a la sala el olor a sexo seguía en aire, pero todos la ignoraron y siguieron los saludos de rutina.
–¿Y bien? – Tom colocó su rostro sobre una mano, Ginny sostenía su otra mano con mucha fuerza, aunque su cara estaba inexpresiva.
–Fue un éxito amo. – Dijo Arif exultante de alegría, aunque su explicación sólo la entendieron pocas personas, más Tom que otra persona en la sala. –El video grabado funcionó, Esa charla de presentación entre Tony Blair y Rufus Scrimgeour fue una absoluta brillantez, no sé cómo pudo conseguirla, mi Señora, o pasarla a video muggle, pero es demasiado explícita como para que la puedan combatir, ya está en todos los periódicos del mundo, y en la televisión, incluso la Familia Real y el Parlamento están demasiado asustados como para salir a declarar algo. Es un desastre, como si se hubiera declarado la tercera guerra mundial. – Dijo mientras todos comenzaban a declarar un éxito sus propias misiones. Ginny sonrió, sin decir nada, sólo Tom sabía que había sido Percy quien grabó esa conversación en uno de los inventos más exitosos de los gemelos, y Colin, su maravilloso amigo encontró un medio para convertirlo en una cinta muggle adecuada, con la computadora que ella le había provisto, él no había tenido límites en su ingenio.
Por supuesto, primero se aseguraron que el expreso a Hogwarts partiera, antes que nada. Le habían dado una hora de ventaja al tren. Una parte de ella se entristeció al pensar en que Luna y Colin habían regresado sin ella, a su sexto año en la escuela, el haber pasado 9 TIMOS no le servía en ese momento que había abandonado sus estudios, estaba casada y embarazada.
Arif los había vestido a todos adecuadamente para mezclarse, y utilizando la cubierta de armas muggles desactivadas causaron un desastre en toda Inglaterra, por lo menos en las zonas más céntricas, matando a todos lo que llevaran ropa rara según las indicaciones de Arif.
Lo más importante de todo es que nadie, absolutamente nadie fuera de ese círculo privilegiado se enterara nunca de que ellos habían roto los estatutos internacionales. Scrimgeur sería asesinado después de que la muerte de Diana princesa de Gales, la muggle más amada de Inglaterra marcara el inicio del conflicto a gran escala. Pero para eso faltaban unas semanas.
La guerra ya estaba declarada.
o-o-o-o
Agilbert Fontaine era un joven brillante, profesor de encantamientos que recién empezaba a dar clases en el Colegio Ilvermorny de Magia y Hechicería, era su primer grupo de clase, a pesar de que siempre había anhelado dedicarse a la enseñanza, apenas había cumplido los reglamentarios 35 años que se les exigía a los magos tener para poder estar entre las jóvenes brujas.
Era el nuevo jefe de la casa Wampus, su antigua casa en sus tiempos de juventud. Mantenía una relación con su novia, quien se encontraba terminando sus estudios como sanadora, todas las noches pasaba una hora hablando con ella. La vida había sido muy buena con él.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando, tras un pequeño golpe por compromiso se abrió la puerta casi azotándola. Él volteó escandalizado, no era posible que sus alumnos tuvieran tan malos modales, apenas las 6 de la mañana, faltaban 2 horas para el inicio de la jornada, seguía llevando bata de dormir. Y bufó cuando vio a Meredith Steward.
El padre de Meredith y la madre de Agilbert eran hermanos, lo que convertía a la pequeña Meredith en su quejosa primita 20 años menor que él.
Esa rama familiar Steward eran descendientes directos de James e Isolt Steward neé Sayre, los padres fundadores de Ilvermony. Mientras que él, nunca le tomó mucha importancia a eso, Meredith (infuenciada por su desagradable madre) actuaba como una princesita, dueña y señora de la escuela.
Incluso esa actitud llegaba al extremo de entrar de esa manera a la habitación de su propio jefe de casa.
Era todo culpa de Hafsa Shafiq, esa orgullosa bruja purista de sangre tenía las arcaicas ideas supremacistas del viejo mundo, del que provenía, siempre miraba a todos con aires de superioridad y levantaba la nariz como si estuviera oliendo estiércol de dragón.
Al menos su primita estaba perdiendo esas actitudes nefastas desde que comenzó a salir con Derek, un hijo de una encantadora familia no-maj, que había sido una buena influencia para ella.
–Señorita Stewa…
–Primo, – Agilbert se sorprendió cuando ella comenzó a llorar y le dijo de las visiones que habían comenzado con la sangre de su menstruación. Él apenas y pudo procesar la información, ella le explicó cómo su madre le había dicho que eran visiones del futuro, estaba bastante orgullosa de ello, dijo que en la familia Shafiq ese talento corría en la sangre.
Agilbert sólo pudo pensar con desagrado en eso, la adivinación era una estupidez del viejo mundo, sólo un crédulo ignorante creería en ese cuento de niños de ese contiente atrasado. La familia Steward también tenía esas vetas de locura que se confundían con la adivinación, algunas mujeres habían enloquecido por esas alucinaciones y se habían suicidado. Afortunadamente habían nacido en el nuevo mundo y recibieron apoyo y tratamiento del tipo que usaban los no-maj.
–Prima, cálmate, es sólo tu mente, te ayudaré, no preocupes, arreglaremos esto. Son alucinaciones, debiste recibir tratamiento desde hace años. – Dijo Agilbert mientras se lentaba y le tomaba la mano, llevándola a la enfermería con calma.
–No primo, es verdad, hoy pasará, va a pasar ya, los del viejo mundo revelaran la magia a todos, ¿qué pasará con Derek primo? No quiero que sufra. ¿verdad que todo estará bien? Ellos destruirán toda la sociedad como la conocemos, si no nos unimos a Lord Vold-nosequé nos destruirán también. – Dijo ella con suplica, mientras lo seguía obedientemente.
–Claro Mer, no te preocupes, te voy a ayudar, todo estará bien. – Pero cuando salió de la casa para dirigirse a la enfermería se desató el infierno, todos los estudiantes salieron en tropel pasando el chisme a gritos. Los nacidos en familia no-maj tenían teléfonos, y sus familias les habían informado.
Tuvo que dejar a su pequeña prima en su ataque de pánico con su novio, quien la abrazó y logró tranquilizarla. Y él se dirigó hacia el grupo de profesores, para enterarse bien de lo que estaba pasando.
Al final llegó corriendo Agatha Kowalski, la profesora de estudios muggle, quien era la única que poseía una televisón muggle en ese edificio.
–Estamos expuestos, lo vi, está en todos los canales de noticias, en Inglaterra, intervinieron en la BBC y transmitieron un video, fue de cómo se presentó el ministro de magia británico ante el primer ministro de Inglaterra. Y el primer ministro ya lo sabía, lo aceptó sin sopresa porque ya se había presentado con él el anterior ministro de magia, incluso mencionaron el nombre de la reina y que había que protegerla por el riesgo de que Lord Voldemort la marcara como blanco para causar pánico. – Explicó nerviosa –Lo están transmitiendo en todo el mundo, han comenzado a atacar a pesonas que se visten y actúan diferente a los no-maj. Es una cacería de brujas…
La última frase salió en un susurro audible por el gran salón silencioso. Ellos habían pasado su última cacería de brujas hacía un siglo, muchos de sus abuelos la habían sufrido y no era nada bonito.
Los niños más pequeños, hijos de no-maj no veían mucho problema, es más, estaban emocionados de que sus amigos de la escuela elemental se enteraran de sus habilidades. Pero, los niños mayores, los que tenían pleno conocimiento del secreto, estaban aterrados, no fue hasta que tuvieron edad suficiente cuando se dieron cuenta que muchos familiares cercanos se alejaron de ellos cuando supieron de la magia, muchas madres y abuelas los veían como una aberración e hijos del diablo, como seres demoniacos.
Agilbert finalmente también compartió opiniones, y ayudó a la toma de decisiones, fue hasta pasado el medio día cuando se decidió que se suspenderían las clases, por lo menos un par de semanas, pero los padres que quisieran dejar a sus hijos en la escuela podrían hacerlo, sin duda, definitivamente estarían a salvo allí.
Pero las palabras de su prima no dejaban su mente ¿era real entonces la adivinación? ¿Meredith tenía razón? No era posible, eso era un mito, inútiles creencias antiguas. Pero, ¿cómo lo había sabido? Ella dijo que todo sería destruido y ellos arrasados si no se unían a Lord Voldemort.
No podía siquiera plantearse tal falta de ética. Ellos estaban entremezclados con los no-maj, Meredith y él eran descendientes de un matrimonio mixto, y no eran los únicos.
Ningún ser con ética y congruente con valores humanos y adecuados apoyaría la destrucción del mundo no-maj, incluso si el mundo mágico se veía un poco afectado.
o-o-o-o
Cuando Harry regresó a la casa Creevy se sorprendió de ya considerarla su hogar. Había pasado allí los últimos días, sólo salía ocasionalmente para correr, a pesar de que todos insistían en que tenía que quedarse encerrado, ya no había nadie en su vida que pudiera obligarlo a hacer lo que no quería.
La única persona de la que tomaría órdenes era Ginny.
Y ella… contuvo las lágrimas con todas sus fuerzas, mientras aumentaba la velocidad, eso lo mantenía cuerdo. Tenía náuseas de sólo pensar en ella a merced de Voldemort, aunque encontraba un consuelo en saber que Ginny era demasiado lista y astuta para dejarse caer, ella triunfaría. Definitivamente ella debió estar en Slytherin, y tal vez su mayor acto de astucia fue precisamente ingresar a Gryffindor.
No dudaba de su amor, pero sí de su confianza en él, ahora se daba cuenta que no era poco lo que le había ocultado. Y cuanto confió en Colin, y cuanto más confiaría solo en Voldemort, su esposo.
Tal vez no debió ser tan prejuicioso, tan cerrado, no debió mostrase tan horrorizado en todo lo que le contaba. Si hubiera… No, debía dejar de pensar así.
Colin, por instrucciones de Ginny, les había contado todo lo que sabía y lo que pasaría en muchos años, y aunque al principio Ron y Hermione habían mostrado reticencia a creerlo, los detalles tan específicos y congruentes les aseguró que era verdad.
Hermione tomó muy a mal todo, aún más cuando la culpa de lo que había pasado con el mundo mágico recayó en ella y sus decisiones, primero por confiar en los muggles y dejarse grabar, segundo por intentar convivir y tomar una actitud pasiva cuando el conflicto inicio, y cuando todo escaló al negarse a utilizar métodos horripilantes y magia negra para ganar.
Colin le entregó la caja con los Horrocruxes y la carta de instrucciones de Ginny sobre que tenía que esconderse en el mundo muggle ya que, aunque se aseguraría que Voldemort no le siguiera los pasos, no podía asegurar que los mortífagos leales a él, demasiado ansiosos por complacerlo, no intentaran cazarlo.
Hermione decidió a dónde irían a esconderse, ya que también les dijo que debían salir del país y de Europa, donde estarían las peores batallas. Y finalmente optaron por Australia.
Sólo irían los tres amigos, Colin y Dennis se quedarían, pero irían a visitarlos y les darían informes de lo que pasaba en el mundo mágico.
Hermione se las ingenió para conseguir las identificaciones de identidad australiana, sus encantamientos alcanzaron un nuevo nivel. Irían en traslador, el último contacto con la magia que tendrían, además de los espejos comunicadores, el de Sirius, quien seguía recuperándose por lo que se lo había entregado a Colin.
Los padres de Hermione se habían negado a acompañarlos, querían primero vender su clínica dental y arrendar su casa para poder ir a Australia y trabajar allá. No había prisa, nadie los seguía, así que Hermione, con tranquilidad accedió a esto y consintió en adelantarse para instalarse en el país.
Harry fue a sacar todo su dinero del banco goblin, en donde, con molestia, los duendes le informaron que tenían una sede en cada país del mundo, de donde podía sacar dinero de su cuenta. Llegaron a Australia y Hermione investigó las casas que estaban rematando por deudas, mientras se hospedaban en un hotel. Y finalmente, vio en un periódico una casa en Adelaida, grande, con 5 pisos, sótano y ático, en la costa del mar, aislada en esa ciudad inmensa que apenas se recuperaba de la última crisis económica, ocurrida 7 años antes.
Tras una puja Harry la compró y se mudaron a ella. Apenas se acababan de instalar con comodidad en este barrio de Brighton cuando todo el desastre sucedió.
Ron la última semana había tomado la costumbre de ver televisión, fascinado por las imágenes en movimiento de las películas y series, y fue él quien dio la voz de alarma cuando pasaron la transmisión del maldito video de los ministros. Llamó a sus amigos en un grito que helaba los huesos.
Hermione fue la primera en salir de la habitación que apenas había comenzado a compartir con Ron en el tercer piso de la casa, y cuando vio las noticias sólo pudo hipar de sorpresa. Parecía como si todo lo que Colin les había dicho se comenzaba a cumplir.
Harry fue el último en llegar a la sala, bajó de varios saltos desde el cuarto piso hasta alcanzar a sus amigos. El trío vio horrorizado las últimas noticias de Inglaterra y los disturbios que existían en las calles de las principales ciudades, la violencia estaba escalando demasiado rápido, como si fuera una película de guerra muggle.
Se fueron a la cama hasta pasando el amanecer viendo las noticias con atención, y finalmente, Hermione decidió poner barreras protectoras en la casa y traer a sus padres en cuanto fuera posible. Estuvo histérica por horas, hasta que Ron pudo calmarla, aterrada porque sus padres fueran atacados como los muggles de las noticias.
Se había filtrado información de Hogwarts, sólo que al parecer pensaban que el colegio estaba en el Castillo de Dunbar, en Escocia, pero al otro extremo de donde estaba realmente la escuela.
Incluso habían entrevistado a un vigilante de la estación de tren en Londres, en donde el hombre atestiguó que siempre le había parecido muy raro que una vez al año muchas personas raras con lechuzas en su equipaje pasaran por los andenes sin abordar ningún tren conocido.
Harry pensó para sí mismo que era una suerte que eso hubiera sucedido cuando ya era 1 de septiembre, el tren había partido ya con los estudiantes una hora antes de que la noticia tuvo lugar.
Al menos los estudiantes estarían a salvo en Hogwarts.
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