Disclaimer: Los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es LyricalKris, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to LyricalKris. I'm only translating with her permission.


Capítulo 23

Había pasado una semana desde el tiroteo. Bella estaba vagamente consciente de la situación en un todo. Edward había estado pendiente, por supuesto, pero no le contaba mucho. Ella no hacía preguntas. Con James y Victoria aún profundamente involucrados todavía, la ignorancia era una dicha.

No se había hecho ningún arresto. Jasper había sido el único herido en la escena. Después de despertar, había sido interrogado implacablemente. Peter, también, había tenido problemas. Había habido un tiroteo en los muelles y nadie les decía por qué.

Eso, y la sangre de alguien más había sido encontrada en la escena. Nadie estaba hablando sobre la persona no identificada tampoco.

Al final del día, no había ningún cuerpo y ningún reporte de persona perdida. Jasper había sido baleado, pero no tenía idea de quién lo había hecho. De hecho, había sido baleado por dos armas diferentes. Ninguno de los tiradores había sido identificado, y Jasper había corroborado la historia de su hermano. Ellos sabían que eran mentiras, pero no podían probar lo contrario. Peter aún seguía molesto porque se encontraba en su radar ahora.

Bella solo estaba interesada en todo eso que le concernía a Jasper. Ella había aceptado lo mejor que pudo que había perdido a James, Victoria, y Laurent para siempre. Podía tratar de aceptar que con gusto la verían muerta, pero dudaba que eso fuera alguna vez a suceder. Jasper todavía era accesible, y ella iba a quedarse hasta el último segundo.

Él seguía con los doctores cuando fue de visita. Peter, afortunadamente, no se encontraba a la vista.

—Él tenía asuntos de que ocuparse —Alice le dijo a Bella, su voz tensa y sus brazos cruzados sobre su pecho.

La pobre chica había sido sorprendida por todo, incluso más que Bella. Ella había sabido que el hermano de Jasper era problemático, pero eso era quedarse corto. Le daba a Bella un poco de perspectiva. ¿Qué era más impactante? ¿Descubrir que tu novio era un ser sobrehumano, sobrenatural, y de otro mundo, o descubrir que tu novio estaba involucrado en un sindicato aterrador y criminal, aunque completamente humano? Personalmente, Bella escogería el ángel en cualquier día.

Bella la abrazó. No muchas personas apoyarían a Jasper como ella lo había hecho, especialmente al principio, cuando Jasper estaba en coma y nadie sabía qué rayos había pasado. Cuando Jasper había elegido a su hermano, no solo lo había elegido por encima de Bella, sino que también por encima de Alice, de alguna manera. Él había elegido involucrarla por defecto, porque lo que le pasó a él le afectaba a ella. El amor era gracioso de esa manera.

—Tengo que ir a trabajar por unas horas —dijo Alice.

—Puedo quedarme con él.

Entre ellos dos, Jasper raramente estaba solo con Peter u otro. Ninguno de ellos había dicho las palabras en voz alta, pero estaban igualmente determinados a no dejar que ninguna mala influencia atrajera a Jasper de vuelta a su lado. Él tenía la oportunidad de salir ahora. Él había probado su lealtad, siguiendo la historia que Peter le había contado. Felix le temía a Bella. Bueno, le temía a Edward.

Por mucho que fuera un sindicato criminal, Jasper no era importante. Podía salir. No sería una buena idea permanecer en el área, pero eso era de lo que Bella quería hablar con su hermano al respecto.

Su corazón se aceleró cuando los doctores salieron de la habitación de Jasper y Bella entró.

—Hola, niño —dijo Bella, manteniendo su tono ligero mientras se inclinaba para besar la frente de Jasper—. ¿Cómo van las cosas?

—El doctor quería tomar una radiografía de mis manos.

Bella frunció el ceño.

—¿Qué? ¿Qué diablos le pasan a tus manos? —Levantó su mano para examinarla.

Jasper se rio, el sonido más cerca de una risita emocionada.

—Él cree que soy Wolverine. Ya sabes. Super poder de sanación.

—Cielos, Jasper. Me asustaste. —Bella bajó su mano—. Además, eso es simplemente ignorante. Si fueras Wolverine, hubieras expulsado las balas de tu pecho con unos gruñidos.

Su voz tembló en las últimas palabras, y tuvo que bajar la cabeza.

A pesar que Carlisle le había asegurado que Jasper sanaría, aún así había sido aterrador escuchar la larga lista de cosas que le pasaron. Carlisle se había asegurado que su recuperación fuera más rápida y completa, pero eso no quería decir que no era horrible de escuchar todo el daño que le habían causado por culpa de ella.

—Estoy bien, Bella —dijo Jasper suavemente, tocando su mejilla—. En serio. El doctor dice que estoy sanando más rápido de lo que él jamás había visto. Los beneficios de ser joven y saludable, supongo.

O los beneficios de pasar tiempo con alguien que es seguida por unos ángeles guardianes raros, Bella pensó pero no dijo. Simplemente le dio a Jasper una sonrisa llorosa.

—Entonces, ¿cuándo te liberarán? ¿Ya lo dijeron?

—No lo sé todavía. —Hizo una mueca—. Honestamente, llegados a este punto, si pudieran liberarme, me encerrarían en el manicomio.

—¿Qué? ¿Por qué? —El estómago de Bella se retorció mientras decía las palabras. Tenía la sensación que ella ya sabía lo que iba a decir.

Jasper apartó la mirada, frotando la parte trasera de su cuello.

—Bella... ¿Edward estuvo en los muelles ese día?

Esto no iba a terminar bien, pero Bella no podía ver cómo estaba bien hacer creer a su mejor amigo que había perdido la cabeza.

—Sí. Él se enteró que iban a haber algunos problemas, y que yo iba a estar en medio de ello. Huyó... conmigo.

—¿Huyó?

Bella asintió, manteniendo la mirada en la manta áspera de su cama.

—¿Bella?

—¿Qué?

—Edward no es un mutante, ¿cierto?

Ella se rio, una risita chillona.

—¿Qué? No —dijo ella, medio ahogándose con la palabra—. ¿Por qué pensarías eso?

—Porque juraría que recuerdo todo el asunto en los muelles con claridad. —Tragó fuerte. Él no sonaba divertido sino que afligido—. Podría jurar que él llegó volando del cielo con alas grandes, negras y a prueba de balas. —Hizo una pausa, mirando al techo—. Y que los dos desaparecieron. Me refiero a que desaparecieron frente a mis ojos. —Otra pausa—. Quiero decir, tú te encontrabas en medio de todos, Bella. Y te estaban apuntando. Todos estaban apuntándote. Todos ellos. Ni siquiera tienes un rasguño.

Fue el peor silencio que Bella había conocido jamás. Su mente estaba en blanco. Deseaba desesperadamente que fuera una de esas personas que podían crear mentiras brillantes en un instante. Diablos, ella había tenido tiempo para pensar en esto. Incluso le había preguntado a Edward sobre ello hasta cierto punto. No había manera que todas las personas en ese muelle no hubieran notado al ángel vengador que descendió sobre ellos. No había manera que todos se hubieran pasado por alto el hecho de que en un segundo ella estaba allí, a punto de ser acribillada a balazos, y al siguiente hubiera desaparecido.

Edward había dicho que la gran mayoría de ellos se habían convencido de que eso no había sucedido. Habían explicado y habían sacado de su mente el incidente tanto como pudieron hacerlo. Esto incluía a Peter, que le daba a Edward bastante espacio y claramente trataba de no mirarlo, pero, a pesar de lo muy bocón, no había aludido al hecho de que él había estado allí ese día.

—No es un mutante —dijo ella finalmente, su voz baja.

Jasper exhaló con un fuerte suspiro. Entonces gruñó. Con sus heridas, respirar no era tan placentero como era. Bella le dio unas palmadas en el brazo.

A pesar de sus nervios —ella no había reaccionado bien a estas noticias, después de todo— Bella estaba aliviada. La idea de que ella tuviera a alguien más con quien hablar sobre todo esto la emocionaba. Claro, tenía a Rosalie. Pero Rosalie había sido un ángel. Ella entendía naturalmente todo lo que era Edward y lo aceptaba como una verdad que ella había sabido desde que nació. Sería bueno tener a alguien que pudiera identificarse con la montaña rusa de mierda que era esto.

Ángeles, amigos. Vaya.

Así que soltó un suspiro y le contó todo. Lo que iban a hacer con este desastre en el que él se encontraba, en el que ambos se encontraban, podía esperar otro día.

~FAH~

Bella salió del cuarto de Jasper cuando Alice regresó. Se sentía un millón de veces más ligera de cuando había entrado.

Él le había creído. Estuvo tan impresionado y desconcertado como ella, pero le creyó. Alguien más lo sabía.

—Bella.

A pesar de la gentileza de la voz, un escalofrío recorrió la espalda de Bella. Efectivamente, se dio la vuelta ligeramente para ver que Carlisle se encontraba a su lado.

Hubo solo dos veces en que Bella había visto el temor en los ojos de su ángel. Una vez fue cuando ella estaba desangrándose frente a él, y la otra fue cuando miraba a este hombre. Ángel. Lo que fuera.

Aún así, él había sido muy amable. Había sanado a Jasper y había respondido sus miles de preguntas locas. No se había llevado a Edward.

—Mira, si vienes a gritarme por contárselo a Jasper, en verdad no tenía opción. Quiero decir, ¿qué se suponía que dijera? Yo...

—No estoy aquí por eso.

Ella entrecerró los ojos, un rubor tiñendo sus mejillas.

—¿Qué tan inmoral es corromper a un ángel?

Él sonrió.

—Tampoco es por eso. Bueno, al menos, no de la manera en que lo piensas —dijo él, presionando ligeramente una mano en su brazo—. ¿Podemos ir a hablar a algún lugar privado? ¿Estarías cómoda con eso?

Ella se preguntaba si realmente tenía opción y se recordó a sí misma de nuevo que Edward confiaba en Carlisle. Le temía, pero confiaba en él.

—Claro, está bien —respondió.

—¿Tienes algún lugar en particular? —preguntó él, la viva imagen de la solicitud.

La semana pasada, Edward le había dicho que la llevaría donde fuera que ella quisiera ir. Intimidada ante eso, ella había comenzado a nombrar los lugares por los que volaron en Aladdin cuando volaron por Un Mundo Ideal: Arabia, la Ciudad Prohibida en Beijing, el Templo de Zeus en Atenas, La Esfinge de Giza en Egipto. Él la había llevado a todos los lugares. Habían aparecido en cada uno en una zona privada donde ella tenía vistas imposibles de algunas de las maravillas del mundo. Exploraron las ciudades, fácil ya que Edward conocía todos los idiomas.

Así que, distraída por la preocupación sobre qué diablos él podría querer con ella y si debería llamar a Edward o no, Bella fue frívola con su respuesta a Carlisle.

—Quiero ir a una biblioteca privada. Una enorme y hermosa como en La Bella y la Bestia.

Carlisle colocó una mano en su espalda baja. En el transcurso de un parpadeo, a medio paso, el mundo alrededor de Bella cambió. Se tambaleó hasta detenerse con un grito y se dio la vuelta. Sus rodillas cedieron, y cayó hacia atrás, directo en un monstruoso sillón de terciopelo rojo. Levantó la cabeza, mirando a su alrededor.

Se encontraban, en efecto, en una biblioteca. Una biblioteca privada. Una hermosa. Con una escalera igual a la de La Bella y la Bestia.

—Mierda —dijo ella elocuentemente.

—¿Esto no era lo que tenías en mente? —preguntó Carlisle.

Bella giró rápidamente la cabeza para mirarlo y entrecerró los ojos cuando vio una sonrisa reveladora en la comisura de su boca. Edward le había contado que el hombre... el ser... lo que fuera... tenía un extraño sentido del humor estos días. Malditos ángeles tramposos.

—¿Por qué no me tuviste que cargar? —preguntó.

—Mis poderes difieren de los de Edward. Él puede moverse a través de dimensiones paralelas, pero yo puedo torcerlas. Un poco.

Bella resopló, asimilando eso. ¿Cuándo diablos la ciencia ficción se había convertido en su vida?

—¿Dónde estamos? ¿De quién es esta casa?

—Estamos en Inglaterra, en la casa de un noble. Se encuentra en el puesto ciento sesenta y siete en la línea de sucesión al trono. Fue un regalo de un padre indulgente para su hija que amaba leer y amaba La Bella y la Bestia. —Su sonrisa ahora era amable—. No te preocupes. La familia está de vacaciones. La casa está vacía. No seremos molestados.

Ella soltó una pequeña carcajada.

—¿Sabes? Sería muy espeluznante si alguien más dijera eso.

Él inclinó la cabeza, recordándole tanto a Edward cuando la miraba.

—Sabes que no tengo malas intenciones contigo.

Bella sonrió, sus nervios tranquilizados un poco.

—Bueno, ahora que hemos establecido para lo que no estás aquí. ¿Qué quieres?

Él tomó asiento en un sofá de apariencia cómoda frente a ella.

—Ahora eso, mi querida, es una pregunta interesante. Creo que lo que estoy haciendo aquí se llama intromisión.

Bella esperó un momento. Cuando él no se explayó, agitó una mano.

—¿Es tu trabajo ser enigmático?

Parecía encontrarle gracia.

—Eres una humana interesante, Bella. Me agradas, y estoy seguro que ya entiendes lo extraño que esto es para los de mi tipo. No había tenido un contexto para el agrado hasta hace relativamente poco. No eres el primer humano por el que he sentido cariño. —Hubo algo nostálgico en su voz y una mirada lejana en sus ojos mientras hablaba—. El primero, bueno... Ella era increíble. No ha habido alguien como ella.

Carlisle volvió a mirar a Bella.

—Voy a dejar claro mi punto. Otra cosa para lo que los ángeles no tienen contexto es tiempo finito.

—El tiempo es valioso para los humanos. Edward ha dicho eso antes.

—Decirlo y saber el impacto de ello son dos cosas muy diferentes. —Volvió a apartar la mirada, como si estuviera preocupado—. Fue extraño darse cuenta que quería algo y más extraño aún darme cuenta que mi tiempo se había acabado. No pude tener lo quería. Tiempo con esta humana mientras ella sabía quién era yo. Esa posibilidad murió junto con ella, y no aproveché la oportunidad.

—Eso es triste —dijo Bella suavemente—. Lamento lo que has perdido, pero ¿qué tiene que ver eso conmigo?

Él se rio.

—Supongo que en realidad tiene que ver con Edward. Él no te ha contado sobre el cuerpo en el que se encuentra.

No fue una pregunta, pero Bella aún así respondió.

—¿Te refieres al cuerpo del tipo que él mató cuando me salvó?

—No. Él no te contó que los cuerpos revividos solo tienen la vida que al, eh, dueño original le quedaba. —Él buscó sus ojos, y dijo las siguientes palabras lentamente—. Él tiene tres semanas en este cuerpo.

Por muchos largos segundos, sus palabras no se asimilaron. Bella lo observó con la mente en blanco.

—¿Qué? —dijo. La palabra salió en un susurro roto y tembloroso—. No... No lo entiendo.

—Lo haces. Puedo ver que lo haces.

Ella guardó silencio de nuevo. Devastada. ¿Qué se suponía que debía pensar primero? El hombre que amaba estaba muriendo. Su cuerpo estaba muriendo. Inefectiva, Edward había llamado a su piel. Temporal. Propenso al defecto.

Ella jadeó antes de saber que estaba llorando y se secó los ojos para apartar las lágrimas.

—¿Él lo sabe?

—Así es. Lo ha sabido por un tiempo, aunque no todo el tiempo.

Bella cerró las manos en puños. Ese bastardo. ¿Por qué no se lo había dicho? Ella necesitaba saber lo valioso que era su tiempo juntos.

—Necesito ir con él. Lo necesito ahora. Él probablemente sabe que desaparecí. ¿Y si me está buscando? Necesitamos todo el tiempo. ¡Espera!

Miró a Carlisle, sus ojos muy abiertos mientras los pensamientos comenzaron a procesarse de nuevo.

—Es solo el cuerpo que muere. ¿No puede conseguir otro cuerpo? —El rostro de Edward era encantador para ella pero no tanto como él mismo.

—Podría, pero los cuerpos con vida en ellos no son la norma. No es usual que salvar a un humano de una muerte fija mate a un humano que también tenía una muerte fija, una muerte que se saltarían. Podría tener un cuerpo hecho para él, pero eso lleva tiempo. Seguramente seas una anciana antes que él pudiera regresar a ti.

—Esperaría —dijo Bella, desesperada.

—Te creo que lo harías —dijo Carlisle, sonriéndole—. Sin embargo, hay una cosa más que debes saber.

Bella, todavía impactada por las noticias de una inminente pérdida —no de nuevo, no él— se desplomó hacia adelante. Se cubrió el rostro con las manos, incapaz de detener las lágrimas.

—¿Qué? ¿Ahora qué? —preguntó, miserable, aterrada, y llena de dolor.

—Él puede caer.

Ella levantó la cabeza y lo miró fijamente.

—Rosalie cayó, y ese cuerpo se convirtió en suyo. El tiempo de ese cuerpo fue restablecido, y como todos ustedes son humanos sin líneas de tiempo, no hay garantías. Es posible que él solo tenga un día más de lo que hubiera tenido. —La expresión de Carlisle se suavizó—. O podría tener toda una vida.

Era como estar en un remolino chino que había perdido el control. Estaba siendo impactada contra una pared solo para ser lanzada hacia otra. Ella quería gritar sus propias palabras en la cara. No tenía un contexto para esto, para nada de esto. ¿Cómo se podía esperar que ella comprendiera en su pequeña mente humana todo lo que estaba sucediendo?

Le había contado a Edward innumerables veces esta última semana que sentía que él no era del todo real, que no podía ser real, como si él pudiera desaparecer. Esto era apropiado. Así era su vida una y otra vez. Ella no conseguía permanencia. No podía amar nada que no fuera arrebatado, y jamás había amado a algo en su vida tanto como amaba a Edward.

Justo entonces, deseaba más que nada creer en un dios, creer que había algún poder superior —superior a sus ángeles— que pudiera arreglar mágicamente todo esto. Ella jamás había pedido nada, jamás creyó que alguien estaba escuchando, pero quería creer.

Por supuesto, la vida le enseñó que ella no obtenía nada que no encontrara por sí misma. Había hecho una vida contenta con lo que tenía y había trabajado duro para ganar cada centímetro de terreno. Ella jamás había pedido algo que no pudiera alcanzar.

Pedirle a un ángel que cayera por ella, que renunciara a su poder, que fuera humano, estaba fuera de su alcance. Era una completa locura.

¿Era por eso que él no se lo había contado? ¿Él no quería que pensara que se quedaría?

Pero no. Lo conocía mejor que eso. Conocía la manera en que la miraba. No. Lo más probable es que tuviera alguna razón por la que no se quedaría que fuera estúpida y abnegada. Por eso Carlisle se había entrometido.

Carlisle se rio, haciéndola sobresaltar.

Ella enarcó una ceja.

—Puedes escuchar lo que estoy pensando, ¿o no?

—¿Eso te sorprende? Edward también puede leer mentes.

Ella hizo una mueca.

—Dijo que no puede leer la mía.

—Eso es verdad.

—Pero tú sí. —A ella no le gustaba ese pensamiento.

—Fue grosero de mi parte escuchar. Me disculpo. No lo haré de nuevo. Tienes mi palabra.

Haciendo todo lo posible para mantener su rostro serio, comenzó a lanzarle insultos mentales. El rostro de él permaneció pasivo. Por supuesto, eso no significaba mucho. Se encontraba en su poder actuar.

Resoplando, Bella regresó a sus pensamientos caóticos, tratando de descifrar su siguiente paso.

—Él va a estar molesto de que me lo contaras.

—Sí.

Bella puso los ojos en blanco.

—Sí, supongo que no le tendrías miedo.

La risita de Carlisle fue suave.

—No. Miedo no. Quizás no debería haberlo hecho, pero...

—Diría que solo eres humano. —Ella se sorbió la nariz y se secó el resto de sus lágrimas—. Ni siquiera sé si es eso ya.

Carlisle se puso de pie y colocó una mano en su espalda, frotando suavemente. Ella se lo permitió.

—Es fuerte —dijo ella, su voz titubeando de nuevo—. Tres semanas para perderlo. O si cae, lo que pierde es demasiado. Agh. —Presionó las palmas de sus manos contra sus ojos—. Odio que me lo hayas dicho, y también te amo por decírmelo.

—Te entiendo y no te envidio —dijo Carlisle—. Creo que ambos debemos estar satisfechos con la única certidumbre que tenemos: Este mundo no se acabará porque te lo conté. No por ninguna decisión que tomes.

—Mi mundo se podría acabar —dijo Bella en un susurro.

—No. Eres más fuerte de lo que piensas, Bella. Más fuerte de lo que cualquiera debería ser, en serio. Sobrevivirás de cualquier manera. Eso lo sé con seguridad.

Él podría ser un ser muy poderoso, pero estaba equivocado. Incluso la idea de perder a Edward era un dolor que ella nunca antes había sentido. Y, ¿acaso toda su vida no había sido un tipo de dolor tras otro?

—Llévame de regreso, por favor —dijo en un susurro—. Al hospital. Necesito un minuto antes de verlo.

—Por supuesto —dijo Carlisle.

En un abrir y cerrar de ojos, la biblioteca de cuentos de hadas se desvaneció, el hospital apareció, y Carlisle simplemente se había esfumado.

—Malditos ángeles —murmuró Bella, tambaleándose hacia la salida.