CAPÍTULO 11
En una habitación, Candy estaba rodeada de sus damas de honor, la señorita Pony y la hermana Lane, quienes la ayudaban a vestirse y a cumplir con los últimos arreglos.
Candy apenas podía contener la emoción que la embargaba, sus ojos brillaban con lágrimas de felicidad mientras se admiraba en el espejo. Lucia un hermoso vestido de novia, con las mangas hechas de encaje, y una diadema de flores blancas que Annie había hecho para ella.
Annie tomó un paso lento hacia atrás para echarle un vistazo a su mejor amiga y asegurarse de haberla dejado perfecta para el altar.
—¡Candy, estás absolutamente radiante! —exclamó Annie, llevándose las manos al rostro.
—No puedo esperar para ver la expresión en el rostro de Terry cuando te vea —rió Patty con ternura.
—Eres la novia más hermosa que jamás haya existido —dijo la hermana Lane, con una cajita entre las manos. Candy supuso que la hermana estaba por entregarle algo, pero antes de poder preguntar, la señorita Pony se acercó a ella.
—No sabes lo agradecida que estoy con Dios por haberme dejado vivir tanto como para verte hoy en tu día especial, Candy. Sé que serás muy feliz.
—Señorita Pony... La voy a extrañar mucho —Candy se abrazó a la mujer que la había criado como si fuera su hija, y comenzó a sollozar de tristeza. Jamás le había gustado despedirse, pero sabía que la señorita Pony estaba envejeciendo, así que debía abrazarla cuantas veces le fuera posible.
—No llores, Candy, estropearás tu maquillaje antes de la ceremonia. —Annie se apresuró a ella con un pañuelo.
—Es tiempo de que te demos los últimos detalles —mencionó Patty, acercándose a la cajita que cargaba la hermana Lane—. Como algo nuevo, te compré este perfume de rosas.—La castaña se acercó a ella y la perfumó, dejándola con un delicioso pero delicado aroma.
—Como algo prestado, te daré el velo que utilicé en mi boda —dijo Annie, sacando de la cajita el accesorio, para luego colocárselo a Candy.
—Como yo soy la mas vieja, te voy a dar algo viejo —dijo la señorita Pony, provocando una risa en las demás—. Este collar de perlas era de mi madre. —Candy miró dicha prenda, y al verla pudo imaginarse que ese era el objeto de más valor que la señorita Pony poseía, por lo que tuvo la intención de negarlo; sin embargo, la señorita Pony se le adelantó—. Quiero que seas tuyo ahora —dijo con una sonrisa, para luego colocarle las perlas al rededor del cuello.
—Y por ultimo, algo azul —concluyó la hermana Lane, retirando unos aretes con pequeños brillantes azules—. Ahora sí eres toda una novia.
—Muchísimas gracias a todas, por todo lo que han hecho por mi —Candy se abrazo a sus amigas y a sus madres, esta vez haciéndolas llorar a todas.
Mientras tanto, en la habitación contigua, Terry estaba nervioso mientras se terminaba de alistar para la ceremonia. Charlie se encontraba a su lado, intentando calmar sus nervios con bromas.
—Y dime, ¿ya sabes lo que vas a hacer para la luna de miel o quieres que te instruya?
—¡Charlie, ya cállate! —gritó Terry, sin poder detener la pequeña risa que le había causado la mención de aquel tema algo vergonzoso—. Creo que tú serías la última persona a la cual le pediría un consejo.
—¿Por qué? Te prometo que soy bueno. Nada mas mira lo lindo que nos quedó Dylan a Sandra y a mi.
—Pues lindo, de lo que se dice lindo... ¡Charlie, ya deja de decir cosas estúpidas! Me distraes. —Terry regresó al espejo e intentó atarse la corbata por milésima vez.
—Pero si ese es mi trabajo. Estás demasiado nervioso, ni siquiera puedes amarrarte bien la corbata.
—¡Al diablo! —explotó, sin una gota mas de paciencia al la tela resbalársele de las manos. Irritado, se rindió, y prosiguió con su cabello.
Charlie se echó a reír al ver los intentos torpes de Terry, recordando que él también había sido un auténtico desastre al casarse con Sandra.
—¿Tan rápido te das por vencido?
—¡Entonces deja de reírte y ayúdame!
—¿Qué te hace pensar que sé hacerlo? A mi me ayudó mi mamá.
Terry tomó un gran suspiro para no estrangular a Charlie ahí mismo, y por unos segundos comenzó a dudar de su elección para su testigo de boda.
—¿Puedes buscar a Eleanor? Creo que ella será mas útil que tú.
—Regreso ahora.
Charlie abandonó la habitación en busca de la madre de Terry, la cual debía estar ayudando en la iglesia, solo que al cruzar el pasillo, se topó con un hombre que parecía estar juzgando el lugar. Al reconocerlo, la sangre abandono el rostro de Charlie, dejándolo tan pálido como un fantasma.
—Duque de Granchester...
—¿Sabe dónde esta Terence? —cuestionó el duque sin recordar haberlo conocido antes, lo cual tranquilizó un poco a Charlie.
—¿Terence?... Ah, si, está en la segunda puerta. De hecho, estaba a punto de buscar alguien para que lo ayude a alistarse...
—No es necesario. Lo haré yo. Con permiso.
—¡Pero...! —Charlie no tuvo la oportunidad de detenerlo, pues este ya le había pasado por el lado, y no creía tener el valor suficiente como para ponerse en su camino.
—Eleanor, que bueno que... —Terry habló con alivio, pero no logró terminar la oración al ver que no se trataba de su madre—. Duque, no sabía que ya estaba aquí.
—Quería verte antes de la ceremonia. Me dijeron que necesitabas ayuda —comentó, estirando su mano para alcanzar la corbata que todavía estaba en suelo, pero en eso Terry se le adelantó.
—Estoy bien, no es necesario.
—También vine a decirte que ya los sirvientes del palacio se encargaron de acondicionar tu casa en Inglaterra. Te iba a preguntar si quieres que algunos de ellos se queden contigo.
—No. Candy dice que quiere hacerse cargo del hogar... Aunque creo que necesitáremos un jardinero.
—Pero, ¿quién va a cuidar a los niños? —preguntó el duque, impresionado con las costumbres tan distintas que la rubia adaptaría en la familia.
Terry frunció el ceño.
—Candy y yo nos encargaremos de criarlos —comentó como si fuera obvio, pero sabía que era algo fuera de lo común para el duque, ya que todos sus hijos habían quedado a cargo de otras manos.
—No pueden pretender...
—¡Nadie me va a decir a mi qué puedo o no hacer con mi esposa o con mis hijos! Mucho menos usted. —Terry se puso de pie y se alejó del duque, aun pasando trabajo con amarrarse la corbata.
El duque permaneció en silencio mientras observaba a su hijo. A pesar de todos sus intentos, aun lo sentía distante. Sabía bien que no podía culparlo. Su relación aun estaba muy lejos de estar bien por completo.
—No quise que sonara así —carraspeó la garganta—. Lo estoy intentando, Terence.
—¿Qué cosa?
—Llevarme bien contigo, pero de alguna manera u otra siempre reaccionas a mi con un arrebato. De hecho, me sorprendí al recibir la invitación. No pensé que me quisieras cerca —admitió, volviendo a acercarse a Terry, y sin pedir permiso, tomó la corbata para darle su ayuda. Terry estuvo a punto de protestar, pero supo que si no lo dejaba, jamás lograría tenerla puesta—. Sé muy bien que aun me tienes rencor. Considero que pasamos un buen tiempo juntos en Escocia, pero también reconozco que te sentiste incomodo muchas veces. Siempre me llamaste por mi título, y nunca hiciste algún acercamiento mas allá de lo cordial. Aun así no me quejo. Sé que tú también lo estás intentando.
—Es difícil. Pero lo invité porque a pesar de todo usted es mi padre... —Terry respondió—. Me habría sentido mal al excluirlo.
—Me alegro que me hayas considerado. Es un alivio para mi no perderme este paso tan importante en tu vida. Terence... Terry —su hijo se sorprendió al escuchar a su padre llamarlo por su diminutivo—, sé que no serás como yo.
Terry permanecio en silencio ante las palabras que acababa de confesarle el duque, pues aquel pinchazo agudo que sintió en el corazón le impidió formular una respuesta.
—Serás un buen esposo, y pronto, ojalá, un buen padre. Tú sí luchaste por lo correcto, lo que te hace muy diferente a mi. Estoy orgulloso de que no hayas seguido mis pasos, a pesar de que en el pasado intenté llevarte por mi camino. Reconozco que hice las cosas mal, pero estoy tranquilo de que tú si supiste hacerlo a tu manera. Hijo, prométeme que serás así siempre. —Richard levantó la mirada para encontrar la de su hijo, y en eso se percató de las lágrimas que comenzaban a alojarse en los ojos de Terry, pero que no dejaba escapar.
—Sí.
—Bien —asintió Richard, terminando de arreglar la corbata de su hijo—. Te ves guapo.
—Gracias.
—Te veo allá afuera. Si necesitas algo me puedes buscar. —Y antes de irse, Richard se tomó el atrevimiento de abrazarlo, después de todo, tal vez esa sería la única vez donde su hijo se lo permitiría.
Las lágrimas que Terry había querido detener lo vencieron y comenzaron a correr rápidamente por sus mejillas, en completo silencio. Quiso poder recordar la ultima vez que su padre lo había abrazado, pero tristemente, no vino ninguna imagen a su cabeza. Así que tuvo la necesidad te atesorar ese abrazo en su memoria, y regresarle el gesto.
—¿Candy? ¿Estás lista? —Albert llamó a la puerta.
—¡Pasa, Bert! —Escuchó el permiso de Candy.
Al entrar, el rubio agrandó los ojos al ver a su pequeña Candy, ya hecha toda una mujer, vestida de novia.
—Candy, te ves preciosa.
—Gracias, Bert. —susurró Candy, derramando más lagrimas. Se la había pasado llorando casi todo el día.
—Candy, no hagas eso. Recuerda que te ves mucho mas linda cuando ries.
—Es que las lágrimas me ganan —rió la rubia, aceptando el pañuelo que le ofreció el hombre.
—Es hora de irnos, Terry ya la espera —anunció Patty, entrando a la habitación.
—¿Lista, Candy? —preguntó Albert, ofreciéndole su brazo para llevarla al altar.
—Lista.
Terry estaba de pie frente al altar, esperando por Candy con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Tenía una mezcla de emociones revoloteando dentro de él por el momento emotivo que había pasado con su padre, la emoción abrumadora de que finalmente se casaría con Candy, y los nervios de asegurarse de que todo saliera perfecto. No se habia percatado de que estaba pegando el suelo con su pie, hasta que escucho un llamado bajo. Pudo reconocer que era la voz de Karen que lo nombraba. Giro el rostro a su dirección, y la encontro sentada junto a su novio en medio de todos los invitados.
Karen, al saberse observada por su amigo, hizo un gesto de respirar profundo, dandole a entender que debía imitarla.
—Gracias —articulo Terry ya cuando se hubo controlado, recibiendo como respuesta de Karen una sonrisa tranquila.
De pronto, la marcha nupcial comenzó a sonar, anunciando la llegada de la novia, y todos los invitados se pusieron de pie en expectación. Primero pasó Evangeline, arrojando en el aire los pétalos de flores, preparando el camino para Candy, quien caminaba junto a Albert detrás de ella.
Terry se quedó boquiabierto al ver a su futura esposa acercarse hacia él. Candy lucia hermosa vestida de blanco, tal y como la había imaginado tantas veces desde que era joven.
«Es un angel... Mi angel», pensó Terry, con la vista comenzando a nublársele por las lágrimas.
Candy y Albert finalmente llegaron hacia Terry. Al momento de entregarle su mano, Albert miró al castaño y le sonrió.
—Cuídala mejor que yo —le dijo en voz baja antes de retirarse discretamente.
Terry tomó la mano de Candy entre la suya, sintiendo calma por al fin tenerla a su lado. No habia tenido la oportunidad de verla desde la mañana, asi que no pudo evitar dejar escapar un suspiro aliviado.
—Te ves hermosa, mi Pecosa —murmuró Terry con voz entrecortada por la emoción, su mirada encontrándose con la sonrisa radiante de Candy debajo de su velo. En ese momento, todo el mundo pareció desvanecerse a su alrededor, dejando solo a ellos dos inmersos en la felicidad del momento.
Las palabras del Padre apenas fueron escuchadas por la pareja, pues aun no podían creer que estaban parados allí, agarrados de la mano esperando a que su matrimonio se formalizara.
Fue hasta que Terry escuchó, «Si alguien tiene algo que decir, que hable ahora, o calle para siempre» que despertó de su ensoñación. Giró el rostro y fulminó con la mirada a uno de los invitados, amenazandolo en caso de que se le ocurriera formar una objeción, pero para su suerte, Michael permaneció callado.
—Terence, ¿acepta usted a esta mujer para ser su esposa, para vivir juntos en sagrado matrimonio, para amarla, honrarla, consolarla y cuidarla, en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad, hasta que la muerte los separe?
—Acepto.
—Candice, ¿acepta usted a este hombre para ser su esposo, para vivir juntos en sagrado matrimonio, para amarlo, honrarlo, consolarlo y cuidarlo, en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad, hasta que la muerte los separe?
—Acepto.
Luego de que sus votos fueran manifestados, el padre pidió a ambos que colocaran sus anillos, los cuales ambos estaban seguros que nunca se quitarían.
—Los declaro marido y mujer. Puede besar a la...
Antes de que el padre terminara de permitírselo, Terry no perdió mas tiempo, y besó a su ahora esposa.
Los aplausos y chiflidos no se hicieron esperar en la iglesia, al igual que los sollozos causados por la alegría. Poco a poco, los invitados se acercaron a la pareja de recién casados para felicitarlos con abrazos efusivos y besos. Por otro lado, los niños salieron corriendo hacia el patio, ya que sabían que luego de la ceremonia tan larga, venía la fiesta.
La noche había caído sobre el Hogar de Pony, pero la celebración del matrimonio de Candy y Terry estaba en su apogeo. En medio de la multitud, la pareja principal bailaba alegremente, contagiando su felicidad a todos.
Harry se dirigió hacia la mesa de vinos y, al servirse una copa, fue acompañado por otro hombre de aspecto mas elegante. Ambos se miraron con las copas en mano, y se saludaron al levantarlas levemente en el aire. Seguido eso, sus miradas cayeron en direccion a los recien casados. Ambos no dejaban de sonreír, lo que en uno de ellos era algo inusual.
—¡Hasta parece otro ese imbécil! —Harry rió, incapaz de reconocer a su rival del teatro.
—¿Terry? —cuestionó Archie entre risas—. De seguro Candy lo amenazó, de lo contrario estaría como siempre sentado en una esquina.
Mientras ambos se reían, Richard Granchester se les acercó, buscando tomar una copa para calmar sus evidentes nervios. Al verlo de cerca, Harry se impresionó, ya que no entendía cómo un hombre tan distinguido se había dignado a asistir a una boda tan sencilla.
—¿Quién es ese? —preguntó Harry, sin despegarle la mirada al hombre.
—Es el duque de Granchester, el mas alto noble Ingles —recitó, como hastiado de haberlo escuchado tantas veces.
—¿Es invitado de la novia? —preguntó, llevándose la copa a los labios.
—De Terence —respondió Archie.
—Ah, si claro, ¿de dónde Terry conocería a alguien así? Oh, no me digas, fue su sirviente alla en Inglaterra —bromeó Harry.
—Terry es su hijo —soltó Archie como si fuera obvio, provocando que Harry escupiera el vino.
—¿Qué? —exclamó—. ¿Es una broma?
—No... ¿no lo sabías?
—Solo sabía que Eleanor Baker era su madre.
Ahora fue el turno de Archie para atragantarse con su bebida.
—¿Qué dices? —cuestionó Archie, sin dar crédito a lo escuchado.
Y como respuesta, ambos observaron cómo el duque se acercaba a la rubia actriz a lo lejos. Aquella copa de vino pareció haberle dado el valor suficiente.
Eleanor se encontraba mirando con una sonrisa a su hijo mayor y nuera, mientras estaba sentada en una de las mesas con su pequeña hija en su regazo.
—Mami, mira —avisó Evangeline, señalando a quien se aproximaba a ellas.
—Disculpe —Eleanor escuchó a alguien llamarla, y su corazón se detuvo al verlo frente a ella. Lo había notado varias veces a lo lejos, pero nunca pensó que tendría el atrevimiento de acercarse a ella y a su hija.
Abrazó a Eva mas a su cuerpo, y funció el ceño.
—¿Que quieres? —Eleanor trató de enfrentarlo, pero su voz tembló al hacerlo.
El duque se quedo pensando en sus proximas palabras, pero su mente se quedaba en blanco cada vez que bajaba la mirada hacia la niña. Se habia enterado hace unos años que la famosa actriz habia contraido matrimonio y habia tenido una hija, pero que pocos años después, ese matrimonio habia llegado a su fin, dejandola a ella sola con el cuidado de la pequeña. Al leer aquellas noticias, habia sentido una mezcla de emociones nada agradables, pero habia querido pensar que teniendolas de frente no sentiria nada; sin embargo, la mirada de Eva era identica a la de Eleanor y Terry, y eso lo desarmaba por completo. Era como si la niña. aun sin conocerlo, lo resintiera tambien.
—Duque, si no tiene nada que decirme, le pido que me deje en paz. —Volteó el rostro, pretendiendo ignorar su presencia.
—Me preguntaba si podría darme el honor de este baile. —Richard le ofreció su mano, haciendo su mayor esfuerzo para que esta no temblara—. Usualmente los padres de los novios lo hacen.
Eleanor dudó por unos segundos en si debería mandarlo al diablo, o aceptar. Estuvo a punto de optar por rechazarlo, pero al mirarlo a los ojos, no se sintió capaz. Aquella mirada era la misma que había conocido una vez cuando era joven.
—Eva, ve a jugar con los niños —ordenó la rubia, colocando a su hija en el suelo para que pudiera correr en direccion a los demas pequeños. En cuestion de segundos, Eva llego hacia Dylan, el hijo de Charlie, el unico niño con quien Terry le dijo que podia jugar.
—Terry, tienes que dejarme bailar con los demás —rio Candy ante la mueca de negación de su esposo, pues sabia que la unica razón por la que no la soltaba, era porque Michael había querido sacarla a bailar hace un rato.
—No quiero compartirte con nadie. Ni siquiera con Albert o el Elegante.
—Solo será por un rato. Hoy es mi última noche aquí... Luego soy toda tuya —intentó convencerlo, pero había perdido la atención de Terry. Este estaba casi con la boca abierta. Candy se giró a la dirección en la que su esposo miraba, y al igual que él, se asombró al ver a Eleanor y a Richard uniendose al baile con las demas parejas.
—Candy, pellízcame... ¡Ouch! —Terry reaccionó ante el dolor—. No hablaba en serio, Pecosa. Pero, no, no es mi imaginación...
—Ya me parecia que cuando bailo conmigo se notaba nervioso. Pense que lo estaba porque queria causarme buena impresion al por fin tener la oportunidad de conocerlo, pero ahora entiendo que estaba asi por ella —dijo con una pequeña risa—. ¿Estás feliz?
—Realmente, no sé qué pensar... —admitió, sintiendo una mezcla de emociones al ver a sus padres juntos. Creyó estar celoso por el temor de que Richard le causara daño a su madre... Pero ella parecia estar tranquila en brazos de él.
—Estás sonriendo —Candy señaló, enternecida por la reacción de Terry. Sabía que era algo que él necesitaba ver, y a ella también le alegraba ver que todos los problemas habían quedado en el pasado. Pareciera que su nueva unión, marcaba un nuevo comienzo en la vida de todos.
—Gracias, Candy.
—¿Por qué?
Terry le respondió con un tierno beso. No tuvo que hablar para explicarle que le era agradecido por todo.
—Te amo, mi esposa Pecosa.
—Yo te amo más.
—Lo lamento mucho, pero eso es imposible.
La hora de despedirse finalmente había llegado. Los recién casados se preparaban para partir rumbo a su luna de miel y su nuevo hogar. Candy se abrazó primero a sus dos madres, y entre lágrimas se despidieron por un rato. Terry abrazó a su madre y a su hermanita, prometiéndoles mantenerse en contacto y visitar cuando pudiera.
Luego, Candy se acercó a Albert y le agradeció por haber velado siempre por ella desde el momento en que la habia visto llorar sobre la colina, mientras Terry abrazaba a Robert Hathaway, expresando su gratitud por todas las oportunidades que le había brindado en su teatro. Robert respondió con deseos de éxito y la esperanza de verlo pronto en alguna obra.
Candy pasó a abrazar a Annie y Patty, asegurándoles que las extrañaría y que las puertas de su nuevo hogar estaban abiertas para ellas, mientras Terry abrazaba a Karen y la felicitaba, pues habia sido ella quien habia logrado atrapar el ramo de la novia.
Después, Candy se dirigió a Archie, y le agradeció por haber sido uno de sus fieles paladines. Archie le aseguró que siempre estaría ahí por ella y que solo tenía que llamar si necesitaba algo.
Terry miró a Harry y viceversa, estaba claro que ni a fuerza se abrazarían, pues no era como si fueran amigos, pero se intercambiaron un apretón de manos y una sonrisa de rivales.
Finalmente, Candy se despidió de Michael con un abrazo tierno, y Terry, aunque notó la cercanía, sonrió y se volteo a Charlie, quien no se despidio de el por completo, pues ahora que se iba a mudar a Inglaterra, se verian mas seguido.
Un carraspeo de garganta llamo la atencion de Terry. A sus espaldas estaba el duque. Sintió una extraña sensación al saber que debía despedirse de él, algo que ninguno de los dos habían hecho de buena manera en el pasado. Esta vez tenia que ser diferente, así que tomó la iniciativa de romper con ese ciclo, y abrazó al duque.
—Adiós, papá —dijo en voz baja antes de regresar con su esposa—. Mi amor, tenemos que irnos. Debemos tomar el tren —anunció Terry. La pareja primero tomaría el tren rumbo a Nueva York para entonces llegar al puerto e irse en barco hacia Inglaterra, su nuevo hogar.
—¡Adiós a todos! —exclamó Candy emocionada, con lágrimas en los ojos al despedirse de sus seres queridos—. ¡Muchas gracias!
Continuará...
꧁•𑁍•꧂
Hola de nuevo!
Este capítulo si me costó mucho hacerlo ya que es la primera vez que trato de escribir una boda donde pasan muchas cosas con tantos personajes a la vez. No me convence del todo el resultado pero sé que no daré para más /
De momento lo repasé y me di cuenta que casi no me enfoqué en la pareja (o al menos eso siento yo) PERO el próximo capítulo es solamente para ellos... (Lunita de miel muajaja) Así que espero que no se enojen tanto conmigo :)
SALUDOS A:
Luna Andry, Arianne Luna, SARITANIMELOVE, Sofia Saldana, Australia77, y los Guests! Muchas gracias por dejar sus comentarios y por seguir este Fanfic. Me encanta leer sus comentarios! Quisiera que aquí fuera como Wattpad, donde puedo responderles directamente... O es que si se puede y no se hacerlo?
Bueno, nos leemos en el próximo capitulo!
